Derian Markov
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El barco del noble y Shichibukai Lord Derian Markov subía por río, en silencio. Toda la tripulación había sido alertada y estaban en cubierta, armados y preparados para lo peor. La bandera de la casa Markov ondeaba en lo alto del mástil, dejando claras sus intenciones hostiles hacia los enemigos del Gobierno. El Vela de Plata, el navío del conde, no era una nave de batalla, pero aun así los ocho cañones del mismo habían sido dispuestos y estaban cargados y preparados para la acción. El frío era tal que la mayoría de navegantes, hombres de Hallstat curtidos y habituados al frío clima del North Blue, se arropaban en sus ropajes de invierno tiritando. Hablaban entre ellos en susurros, nerviosos y expulsando vapor por la boca al respirar. En cambio el vampiro se hallaba en proa, con Vanator desenvainada, la punta en el suelo y ambas manos apoyadas sobre el final del mango. Se mostraba impertérrito ante las bajas temperaturas y la expectativa de una posible batalla. Iba vestido con su coraza de acero, recién reparada tras la batalla contra Adam, y su habitual gabardina negra. En aquel momento se hallaba en forma humana, con su melena negra ondeando al viento.
Gelum era una isla del North Blue muy particular; una de las pocas de aquel mar abiertamente revolucionarias. El Gobierno no había tomado medidas contra ella por la poca importancia tanto a nivel económico como estratégico de la misma; era un lugar apartado y aislado, económicamente limitado por un clima desfavorable y de nivel tecnológico atrasado. Además era un lugar de difícil acceso; la isla estaba rodeada de cordilleras montañosa y acantilados, y los únicos puntos de desembarcos estaban en el lago del interior de la misma, al cual sólo se puede acceder por un río traicionero, de poca profundidad y rodeada de enormes paredes de piedra y hielo. Tomar el lago por la fuerza sería fácil hasta para la pequeña expedición del conde arqueólogo (principalmente por la escasa fuerza naval de los lugareños), pero el interior de la isla era más complicado de conquistar, y tratar de hacerlo supondría sumergirse en una larga guerra de guerrillas contra los habitantes. Dicha guerra traería más gastos que beneficios, por lo que el Gobierno se había despreocupado del tema.
El objetivo del conde era remontar el río hasta el lago, intentar desembarcar en la isla (pacíficamente o por la fuerza si era necesario) e ir a investigar las montañas del norte de la isla. Había antiguas leyendas sobre dragones, y hacía poco, rumores sobre avistamientos de una enormes criatura de aspecto reptiliano sobrevolando las aguas cercanas. Un monstruo de color azul con alas de murciélado y aliento helado que congelaba barcos enteros en menos de un minuto. Y el ambicioso noble quería la cabeza de la bestia como trofeo. Además de eso, daría las escamas del dragón a Adam para que las emplease como mejor considerase en su forja. Drake podría quedarse con la carne, estaba seguro de que su guardaespaldas querría probar animales nuevos. Y Alex seguramente encontraría interesante al animal, como médico y científico que era. Le dejaría investigar el cadáver a su gusto antes de cortarle la cabeza y disecarla como trofeo o arrancarle las escamas para dárselas al herrero. Además en la isla había una cantidad aceptable de plantas con gran valor medicinal, uno de los pocos recursos que Gelum tenía para ofrecer al mundo.
El Vela de Plata comenzaba a acercarse al final del río. Ya veían el largo y las montañas que lo bordeaban. Los ojos del vampiro relucieron con ambición ante la luz del mediodía reflejada sobre el helado paisaje del lugar, y finalmente el navío salió de los acantilados. Entonces comenzaron a escucharse gritos de hombres, y cuatro barcos aparecieron a los lados de la salida del río. Eran pequeños, de mucho menor tamaño que la nave de Derian y de una sola vela. En estos había hombres armados con lanzas y fusiles, y vestidos con ropas de pieles. En uno de estos barcos había sobre la proa un pequeño cañón que apuntaba directamente a la línea de flotación del Vela de Plata. Estaban a tan corta distancia (a menos de siete metros) que difícilmente podrían errar el tiro... y de acertar, tal vez los hundieran. De este barco salió un hombre especialmente corpulento que comenzó a hablarles a gritos con un marcado acento:
- ¡Den media vuelta y abandonen esta isla, si saben lo que les conviene, forrasterros! No dudarremos en hundir su barrco si no se marrchan. Aquí los perros del Gobierrno no son bien resibidos - masculló, seseando, pronunciando las uves de tal manera que parecían efes y marcando mucho las erres.
- Mi nombre es Lord Derian Markov de Hallstat, conde y miembro del Ouka Shichibukai - dijo Derian con los fríos modales que le caracterizaban y un deje de desprecio - No venimos en nombre del Gobierno, si no como meros visitantes. Venimos a llevar a cabo una expedición al norte de la isla, y pedimos refugio y un lugar de atraque seguro.
A pesar de la distancia, el siniestro aspecto del vampiro y su voz hicieron mella en los ánimos de los revolucionarios, que comenzaron a mirarse entre ellos asustados. El cabecilla de la escuadra titubeó por unos instantes, pero en cuanto se recompuso comenzó a atacarle verbalmente:
- ¡No aseptamos en nuestrra isla a susios Shichibukais! ¡Fuerra de aquí! ¡Volved porr donde quierra que hayáis venido, diablos!
- Sea pues - contestó, con un brillo peligroso en la mirada - ¡A las armas, hombres de Dark Ascension! ¡Todos a sus puestos de combate! No hagáis prisioneros. Quiero a todos estos revolucionarios muertos.
En el Vela de Plata, los artilleros comenzaron a apuntar los cañones contra las pequeñas barcazas de los hombres de Gelum. En los huecos libres entre las piezas de artillería, se agolparon los demás hombres del conde, armados con fusiles. La batalla estaba a punto de comenzar. Entonces el pequeño cañón de los revolucionarios rugió. Derian no lo dudó y saltó por la borda, pasando a su forma completa. Empuñó a Vanator con ambas manos y voló hacia la bala, cortándola por la mitad al vuelo. Continuó en la misma trayectoria y aterrizó sobre la barcaza, destrozando de un poderoso golpe con su inhumana fuerza la única pieza de artillería de los revolucionarios. Una bala rebotó en su armadura, y entonces se fijó en que era el que había hablado antes, disparando con una pistola de chispa. Este se afanaba en recargar lo más rápido que podía, con las manos temblando. De un rápido tajo, le cortó el antebrazo derecho. Con una estocada como continuación atravesó su garganta y lo dejó agonizante sobre el suelo de madera. Sin perder el tiempo ni dejar espacio a una reacción por parte de los demás hombres del pequeño barco, comenzó a trazar una letal danza de acero a lo largo del mismo, mutilando y asesinando a todos los tripulantes.
Gelum era una isla del North Blue muy particular; una de las pocas de aquel mar abiertamente revolucionarias. El Gobierno no había tomado medidas contra ella por la poca importancia tanto a nivel económico como estratégico de la misma; era un lugar apartado y aislado, económicamente limitado por un clima desfavorable y de nivel tecnológico atrasado. Además era un lugar de difícil acceso; la isla estaba rodeada de cordilleras montañosa y acantilados, y los únicos puntos de desembarcos estaban en el lago del interior de la misma, al cual sólo se puede acceder por un río traicionero, de poca profundidad y rodeada de enormes paredes de piedra y hielo. Tomar el lago por la fuerza sería fácil hasta para la pequeña expedición del conde arqueólogo (principalmente por la escasa fuerza naval de los lugareños), pero el interior de la isla era más complicado de conquistar, y tratar de hacerlo supondría sumergirse en una larga guerra de guerrillas contra los habitantes. Dicha guerra traería más gastos que beneficios, por lo que el Gobierno se había despreocupado del tema.
El objetivo del conde era remontar el río hasta el lago, intentar desembarcar en la isla (pacíficamente o por la fuerza si era necesario) e ir a investigar las montañas del norte de la isla. Había antiguas leyendas sobre dragones, y hacía poco, rumores sobre avistamientos de una enormes criatura de aspecto reptiliano sobrevolando las aguas cercanas. Un monstruo de color azul con alas de murciélado y aliento helado que congelaba barcos enteros en menos de un minuto. Y el ambicioso noble quería la cabeza de la bestia como trofeo. Además de eso, daría las escamas del dragón a Adam para que las emplease como mejor considerase en su forja. Drake podría quedarse con la carne, estaba seguro de que su guardaespaldas querría probar animales nuevos. Y Alex seguramente encontraría interesante al animal, como médico y científico que era. Le dejaría investigar el cadáver a su gusto antes de cortarle la cabeza y disecarla como trofeo o arrancarle las escamas para dárselas al herrero. Además en la isla había una cantidad aceptable de plantas con gran valor medicinal, uno de los pocos recursos que Gelum tenía para ofrecer al mundo.
El Vela de Plata comenzaba a acercarse al final del río. Ya veían el largo y las montañas que lo bordeaban. Los ojos del vampiro relucieron con ambición ante la luz del mediodía reflejada sobre el helado paisaje del lugar, y finalmente el navío salió de los acantilados. Entonces comenzaron a escucharse gritos de hombres, y cuatro barcos aparecieron a los lados de la salida del río. Eran pequeños, de mucho menor tamaño que la nave de Derian y de una sola vela. En estos había hombres armados con lanzas y fusiles, y vestidos con ropas de pieles. En uno de estos barcos había sobre la proa un pequeño cañón que apuntaba directamente a la línea de flotación del Vela de Plata. Estaban a tan corta distancia (a menos de siete metros) que difícilmente podrían errar el tiro... y de acertar, tal vez los hundieran. De este barco salió un hombre especialmente corpulento que comenzó a hablarles a gritos con un marcado acento:
- ¡Den media vuelta y abandonen esta isla, si saben lo que les conviene, forrasterros! No dudarremos en hundir su barrco si no se marrchan. Aquí los perros del Gobierrno no son bien resibidos - masculló, seseando, pronunciando las uves de tal manera que parecían efes y marcando mucho las erres.
- Mi nombre es Lord Derian Markov de Hallstat, conde y miembro del Ouka Shichibukai - dijo Derian con los fríos modales que le caracterizaban y un deje de desprecio - No venimos en nombre del Gobierno, si no como meros visitantes. Venimos a llevar a cabo una expedición al norte de la isla, y pedimos refugio y un lugar de atraque seguro.
A pesar de la distancia, el siniestro aspecto del vampiro y su voz hicieron mella en los ánimos de los revolucionarios, que comenzaron a mirarse entre ellos asustados. El cabecilla de la escuadra titubeó por unos instantes, pero en cuanto se recompuso comenzó a atacarle verbalmente:
- ¡No aseptamos en nuestrra isla a susios Shichibukais! ¡Fuerra de aquí! ¡Volved porr donde quierra que hayáis venido, diablos!
- Sea pues - contestó, con un brillo peligroso en la mirada - ¡A las armas, hombres de Dark Ascension! ¡Todos a sus puestos de combate! No hagáis prisioneros. Quiero a todos estos revolucionarios muertos.
En el Vela de Plata, los artilleros comenzaron a apuntar los cañones contra las pequeñas barcazas de los hombres de Gelum. En los huecos libres entre las piezas de artillería, se agolparon los demás hombres del conde, armados con fusiles. La batalla estaba a punto de comenzar. Entonces el pequeño cañón de los revolucionarios rugió. Derian no lo dudó y saltó por la borda, pasando a su forma completa. Empuñó a Vanator con ambas manos y voló hacia la bala, cortándola por la mitad al vuelo. Continuó en la misma trayectoria y aterrizó sobre la barcaza, destrozando de un poderoso golpe con su inhumana fuerza la única pieza de artillería de los revolucionarios. Una bala rebotó en su armadura, y entonces se fijó en que era el que había hablado antes, disparando con una pistola de chispa. Este se afanaba en recargar lo más rápido que podía, con las manos temblando. De un rápido tajo, le cortó el antebrazo derecho. Con una estocada como continuación atravesó su garganta y lo dejó agonizante sobre el suelo de madera. Sin perder el tiempo ni dejar espacio a una reacción por parte de los demás hombres del pequeño barco, comenzó a trazar una letal danza de acero a lo largo del mismo, mutilando y asesinando a todos los tripulantes.
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Se notaba el frio que estaban en el Norte, el frío era increíble y además debían estar en alguna isla desconocida para el castaño, pues este no había sentido tanto frío desde que fue al Reino de Sakura. Hacía varias semanas que el guardaespaldas había finalizado su entrenamiento en la isla del Sur. Había conseguido llevar al máximo nivel sus dos hakis y sus cualidades físicas habían vuelto a mejorar considerablemente. Sus dos objetivos primarios ahora consistían en localizar a los dos heraldos del sistema restantes y la destrucción de los Vice-Almirantes. Su último objetivo lo realizaría con su forma Densetsu Okami para no poner en riesgo a la banda y de ese modo poder seguir pasando desapercibido con su actual aspecto. La cosa se complicaba cada vez más, desde el combate a muerte con el Shichibukai Krabbo, el chico lobo había entendido el peligro de la situación de enfrentarse al gobierno. Sin embargo estaba dispuesto a seguir con su plan y no ceder ante esos inútiles uniformados. La búsqueda de Nat había sido en vano, no había localizado ninguna pista sobre el paradero del hombre de mercurio, ni una mínima ayuda. Sus esperanzas iban terminando y poco a poco comenzó a pensar que su amigo estaba muerto. Por un momento se le ocurrió la idea de hacer una visita a Ohara, tal vez allí encontrara alguna pista.
Por el momento se encontraba tumbado en la cama de su camarote, boca arriba y con los ojos entrecerrados. Su mirada no mostraba ninguna expresión, más bien parecía estar sumido en sus pensamientos y así era. Llevaba puesta una simple camiseta de manga corta de color blanco, esta le estaba bastante pegada debido a que era difícil encontrar ropa que encajara con su torso. Portaba además sus pantalones de color negro y sus simples sandalias de madera. No tardó mucho en levantarse de su cama y meter la mano bajo esta. Sacó sus nunchakus negros y se los colocó en la cintura, metiéndolos hasta la mitad dentro del pantalón y dejando la otra mitad sobresaliendo por fuera. Después de eso se dirigió al armario y tranquilamente usó ambas manos para abrir las puertas hacia fuera y mirar el contenido. Pudo observar sus guanteletes de acero con aquel pincho en el nudillo del dedo corazón. La guadaña negra que antaño usaba también estaba allí, reluciente e impecable. Por último divisó las crántulas lanza redes que le regaló Uslex y su bolsa de rumbles. Cogió algunas metiéndolas en su bolsillo, un total de cinco por lo que pudiera pasar, aunque cuando usaba tres, siempre acababa despertando en algún sitio pero con la victoria en su cuenta personal.
La última vez que las usó fue contra el maldito cangrejo, ese tipo era una bestia del haki de armadura y bloqueó la mayoría de los golpes del chico lobo. Sin embargo al recurrir al poder de las rumbles que le había entregado Alex, pudo eliminarlo. Su objetivo era dejarlo inconsciente para que viviera con la vergüenza de haber sido vencido, sin embargo en aquella forma no pudo controlarse y se enteró de que mató al Gyojin. Después de todo aquello amaneció en el barco, al parecer el vampiro le había llevado allí, había sido un alivio. Si alguien lo hubiese encontrado tirado inconsciente, le habrían matado, el mundo estaba lleno de cobardes y el castaño no se fiaba de nadie que no fueran sus amigos y su tripulación, además de su mujer. Ahora empezó a caminar hacia la salida, deslizó la mano por el pomo de la puerta hasta abrirla. Después de aquello se dirigió al interior de la cocina, allí pudo ver la nevera de su maestro, sonrió de lado mientras se aproximaba a ella silbando. Tenía prohibido coger nada, pero le gustaba el riesgo, sobre todo cuando su líder era capaz de tirarle al mar de una patada en el trasero, cuando su mano estaba a milímetros del mango de la nevera, escuchó un ruido. Parecían sonidos de cañones, seguramente habría una batalla o algo por el estilo, no se lanzaban cañonazos por lanzar, suspiró dejando la nevera y comenzó a caminar dirigiéndose a la cubierta.
No tardó mucho en llegar y vio como todos los hombres del barco combatían contra cuatro barcos que había en la zona. Además divisó a su maestro, estaba en pleno aire partiendo una bala de cañón con su espada, después aterrizó en otro barco combatiendo. El chico miró entonces otro de los barcos y tranquilamente empezó a caminar hacia la borda, a continuación colocó un pie en el borde y pegó un salto hacia el barco. Parecía que no iba a llegar, pero de repente comenzó a levitar hasta quedar sobre la cubierta del barco. Ahora se quedó mirando a los hombres, todos portaban armas, algunos de largo alcance como rifles o pistolas. Los de corto alcance se lanzaban a por él con espadas y demás, sin embargo el chico mantenía la mirada muy calmada sobre ellos. No sabía por qué se había formado aquella batalla, pero sin duda alguna no iba a permitir que atacaran el vela de plata. De repente todo su cuerpo se tornó en un color morado azabache brillante, no hubo ninguna parte de su anatomía que no quedara colorada. Su haki armadura había surgido y ahora los tiros le rebotaban como si nada, además las espadas se mellaban sin hacerle nada, un simple puñetazo del chico a la cabeza de un atacante, hizo que saliera volando a nueve metros y cayera al agua. Muchos retrocedieron sin creerse aquello, a continuación el puño derecho de Drake comenzó a tomar un color blanco, una especia de aura lo envolvía. Lanzó un puñetazo hacia el suelo donde pisaba.
- Ripera O Utsu.
Dijo simplemente al hacerlo, cuando los nudillos impactaron contra la madera del barco, la potente onda de choque contenida surgió con fuerza. Las astillas y tablones volaron mientras el barco se dividía en dos, la potencia de golpe del chico, sumada a su haki y a su técnica especial hicieron que el golpe llegara hasta la parte baja del navío. Los hombres gritaban observando como el barco se hundía sin remedio alguno, después de eso el chico simplemente levitó de nuevo volviendo al barco en pocos segundos y fijándose en otro de aquellos navíos. “Uno menos, quedan tres.” Pensó ahora mientras sonreía de lado activando su haki de observación y notando las presencias de todos sus compañeros, además comenzó a predecir los resultados de los cañonazos y se dedicó a aproximarse a las balas y reventarlas con sus puños mediante el haki armadura. De esa forma trataba de proteger del Vela de plata de la mejor forma posible. Después ya se enteraría del motivo del combate, pero conociendo al moreno, seguramente alguno habría usado un tono indebido o le habrían atacado simplemente. Mala elección, ahora estaban a merced de un asesino que les mataría sin contemplación. Debido a los movimientos del chico, entró rápidamente en calor, además su fruta le era bastante útil en ese tema y encima tenía una técnica perfecta para el frío, pero no tenía ganas de perder energía en eso. Ahora solo se dedicaba a salvar el barco de los cañonazos hasta que Derian diera alguna orden distinta, entonces el lobo pararía y la cumpliría.
Por el momento se encontraba tumbado en la cama de su camarote, boca arriba y con los ojos entrecerrados. Su mirada no mostraba ninguna expresión, más bien parecía estar sumido en sus pensamientos y así era. Llevaba puesta una simple camiseta de manga corta de color blanco, esta le estaba bastante pegada debido a que era difícil encontrar ropa que encajara con su torso. Portaba además sus pantalones de color negro y sus simples sandalias de madera. No tardó mucho en levantarse de su cama y meter la mano bajo esta. Sacó sus nunchakus negros y se los colocó en la cintura, metiéndolos hasta la mitad dentro del pantalón y dejando la otra mitad sobresaliendo por fuera. Después de eso se dirigió al armario y tranquilamente usó ambas manos para abrir las puertas hacia fuera y mirar el contenido. Pudo observar sus guanteletes de acero con aquel pincho en el nudillo del dedo corazón. La guadaña negra que antaño usaba también estaba allí, reluciente e impecable. Por último divisó las crántulas lanza redes que le regaló Uslex y su bolsa de rumbles. Cogió algunas metiéndolas en su bolsillo, un total de cinco por lo que pudiera pasar, aunque cuando usaba tres, siempre acababa despertando en algún sitio pero con la victoria en su cuenta personal.
La última vez que las usó fue contra el maldito cangrejo, ese tipo era una bestia del haki de armadura y bloqueó la mayoría de los golpes del chico lobo. Sin embargo al recurrir al poder de las rumbles que le había entregado Alex, pudo eliminarlo. Su objetivo era dejarlo inconsciente para que viviera con la vergüenza de haber sido vencido, sin embargo en aquella forma no pudo controlarse y se enteró de que mató al Gyojin. Después de todo aquello amaneció en el barco, al parecer el vampiro le había llevado allí, había sido un alivio. Si alguien lo hubiese encontrado tirado inconsciente, le habrían matado, el mundo estaba lleno de cobardes y el castaño no se fiaba de nadie que no fueran sus amigos y su tripulación, además de su mujer. Ahora empezó a caminar hacia la salida, deslizó la mano por el pomo de la puerta hasta abrirla. Después de aquello se dirigió al interior de la cocina, allí pudo ver la nevera de su maestro, sonrió de lado mientras se aproximaba a ella silbando. Tenía prohibido coger nada, pero le gustaba el riesgo, sobre todo cuando su líder era capaz de tirarle al mar de una patada en el trasero, cuando su mano estaba a milímetros del mango de la nevera, escuchó un ruido. Parecían sonidos de cañones, seguramente habría una batalla o algo por el estilo, no se lanzaban cañonazos por lanzar, suspiró dejando la nevera y comenzó a caminar dirigiéndose a la cubierta.
No tardó mucho en llegar y vio como todos los hombres del barco combatían contra cuatro barcos que había en la zona. Además divisó a su maestro, estaba en pleno aire partiendo una bala de cañón con su espada, después aterrizó en otro barco combatiendo. El chico miró entonces otro de los barcos y tranquilamente empezó a caminar hacia la borda, a continuación colocó un pie en el borde y pegó un salto hacia el barco. Parecía que no iba a llegar, pero de repente comenzó a levitar hasta quedar sobre la cubierta del barco. Ahora se quedó mirando a los hombres, todos portaban armas, algunos de largo alcance como rifles o pistolas. Los de corto alcance se lanzaban a por él con espadas y demás, sin embargo el chico mantenía la mirada muy calmada sobre ellos. No sabía por qué se había formado aquella batalla, pero sin duda alguna no iba a permitir que atacaran el vela de plata. De repente todo su cuerpo se tornó en un color morado azabache brillante, no hubo ninguna parte de su anatomía que no quedara colorada. Su haki armadura había surgido y ahora los tiros le rebotaban como si nada, además las espadas se mellaban sin hacerle nada, un simple puñetazo del chico a la cabeza de un atacante, hizo que saliera volando a nueve metros y cayera al agua. Muchos retrocedieron sin creerse aquello, a continuación el puño derecho de Drake comenzó a tomar un color blanco, una especia de aura lo envolvía. Lanzó un puñetazo hacia el suelo donde pisaba.
- Ripera O Utsu.
Dijo simplemente al hacerlo, cuando los nudillos impactaron contra la madera del barco, la potente onda de choque contenida surgió con fuerza. Las astillas y tablones volaron mientras el barco se dividía en dos, la potencia de golpe del chico, sumada a su haki y a su técnica especial hicieron que el golpe llegara hasta la parte baja del navío. Los hombres gritaban observando como el barco se hundía sin remedio alguno, después de eso el chico simplemente levitó de nuevo volviendo al barco en pocos segundos y fijándose en otro de aquellos navíos. “Uno menos, quedan tres.” Pensó ahora mientras sonreía de lado activando su haki de observación y notando las presencias de todos sus compañeros, además comenzó a predecir los resultados de los cañonazos y se dedicó a aproximarse a las balas y reventarlas con sus puños mediante el haki armadura. De esa forma trataba de proteger del Vela de plata de la mejor forma posible. Después ya se enteraría del motivo del combate, pero conociendo al moreno, seguramente alguno habría usado un tono indebido o le habrían atacado simplemente. Mala elección, ahora estaban a merced de un asesino que les mataría sin contemplación. Debido a los movimientos del chico, entró rápidamente en calor, además su fruta le era bastante útil en ese tema y encima tenía una técnica perfecta para el frío, pero no tenía ganas de perder energía en eso. Ahora solo se dedicaba a salvar el barco de los cañonazos hasta que Derian diera alguna orden distinta, entonces el lobo pararía y la cumpliría.
AlexEmpanadilla
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Alex dormía tranquilamente en su camarote. Pese al frío del exterior, bajo una capa de cinco mantas forradas, la temperatura era hasta agradable. El chico estaba en pijama, completamente caliente, sin ninguna clase de preocupación. El ligero movimiento del barco lo mecía y lo llevaba por los mundos oníricos de Morfeo. Soñaba con una enorme fuente de empanadillas de atún frente a él. Cuando estaba a punto de probar la primera, un enorme ruido lo despertó. Una especie de explosión. Y muchos ruidos en cubierta. No se podía ni dormir tranquilo en aquella tripulación. Se giró en la cama, tapándose la cabeza con las mantas y la almohada para intentar ahogar el sonido proveniente de arriba. ¿Qué había hecho él para merecer aquello? Los ruidos seguían en cubierta. Y el médico quería dormir.
Algo mosqueado, se levantó de la cama, con su pijama negro y se puso unas zapatillas negras también. Agarró su maletín con desgana y la lanza que había encontrado en el palacio real de Halstat, y empezó a caminar como un alma en pena hacia la cubierta del barco. En el pasillo no había nadie, pero los sonidos provenientes del exterior se estaban intensificando: gritos, golpes de metal contra metal y algún que otro disparo. Pasó por delante de la habitación de Drake. Y por la de Derian. También pasó frente a la del nuevo miembro de la tripulación. Un tal Adam. La primera vez que lo había visto, tenía un montón de heridas por todo el cuerpo. Derian le había pedido que lo tratase. Era un joven fuerte, para haber podido enfrentarse cara a cara al vampiro. Por suerte sus heridas habían sido tratadas a tiempo, antes de que se infectaran. Pasó por el antiguo camarote de Nat. Sonrió de forma triste. Aquel tipo había desaparecido un tiempo atrás, y nadie sabía donde estaba. Alex se lo imaginaba en alguna isla lejana, tirándole los tejos a alguna joven guapa, o tal vez acostándose con ella. Sonrió para sí. El cocinero no había sido un tipo extremadamente sociable al principio, pero ahora se le echaba en falta. Siguió caminando hasta llegar a la puerta que daba al exterior. La abrió lentamente, justo para sentir como alguien le apuntaba. Tuvo el tiempo justo para agacharse y notar la bala pasar sobre su cabeza. Miró con odio al tipo que le había atacado: un hombretón grande y con una poblada barba, ataviado con una armadura que solo merecía el apelativo de primitiva. Estaba enfadándose. Empezó a acercarse a él mientras depedía gas por los brazos, a modo de amenaza. El hombre empezó a retroceder. El médico llevó una de las manos al maletín y sacó una pastilla roja. Se la introdujo en la boca y sintió cómo sus músculos crecían. Agarró al hombre por el cuello y lo elevó en el aire. Pese a la diferencia de peso, el hombretón parecía un muñeco de trapo en la mano del médico. Alex lo miró con odio y lo lanzó contra uno de los barcos, haciendo que se estrellase contra el casco y lo agrietase, hundiéndolo en la zona del impacto. Tras eso, el médico observó la escena. Un grupo de personas peleaban en cubierta, con espadas, pistolas e incluso armas improvisadas. El médico vio a Derian y a Drake peleando contra aquellos hombres, al igual que gran parte de la tripulación. Su enfado había aumentado más aún. Una maldita siesta. El quería una maldita siesta y ni eso le dejaban. Sintió como su rabia se condensaba en la parte baja de la garganta. Iba a gritar de puro enfado.
- ¡DEJAD DE HACER ESTE RUIDO, JODER! ¡QUIERO DORMIR! -gritó con una voz rabiosa. Aquel manual de energía que se había comprado había dado sus frutos.
La gente en cubierta se detuvo, observando al médico. Alex cogió su lanza y golpeó con ella en el suelo, antes de mirar con odio a todos los hombres en cubierta. Fue entonces cuando su cuerpo quiso darse cuenta del frío que hacía en aquel lugar, y que él tan solo estaba en pijama. Retrocedió de nuevo al interior del barco y cerró de un portazo la puerta. A ver si aquellos tipos dejaban de molestar y podía dormir por fin.
Algo mosqueado, se levantó de la cama, con su pijama negro y se puso unas zapatillas negras también. Agarró su maletín con desgana y la lanza que había encontrado en el palacio real de Halstat, y empezó a caminar como un alma en pena hacia la cubierta del barco. En el pasillo no había nadie, pero los sonidos provenientes del exterior se estaban intensificando: gritos, golpes de metal contra metal y algún que otro disparo. Pasó por delante de la habitación de Drake. Y por la de Derian. También pasó frente a la del nuevo miembro de la tripulación. Un tal Adam. La primera vez que lo había visto, tenía un montón de heridas por todo el cuerpo. Derian le había pedido que lo tratase. Era un joven fuerte, para haber podido enfrentarse cara a cara al vampiro. Por suerte sus heridas habían sido tratadas a tiempo, antes de que se infectaran. Pasó por el antiguo camarote de Nat. Sonrió de forma triste. Aquel tipo había desaparecido un tiempo atrás, y nadie sabía donde estaba. Alex se lo imaginaba en alguna isla lejana, tirándole los tejos a alguna joven guapa, o tal vez acostándose con ella. Sonrió para sí. El cocinero no había sido un tipo extremadamente sociable al principio, pero ahora se le echaba en falta. Siguió caminando hasta llegar a la puerta que daba al exterior. La abrió lentamente, justo para sentir como alguien le apuntaba. Tuvo el tiempo justo para agacharse y notar la bala pasar sobre su cabeza. Miró con odio al tipo que le había atacado: un hombretón grande y con una poblada barba, ataviado con una armadura que solo merecía el apelativo de primitiva. Estaba enfadándose. Empezó a acercarse a él mientras depedía gas por los brazos, a modo de amenaza. El hombre empezó a retroceder. El médico llevó una de las manos al maletín y sacó una pastilla roja. Se la introdujo en la boca y sintió cómo sus músculos crecían. Agarró al hombre por el cuello y lo elevó en el aire. Pese a la diferencia de peso, el hombretón parecía un muñeco de trapo en la mano del médico. Alex lo miró con odio y lo lanzó contra uno de los barcos, haciendo que se estrellase contra el casco y lo agrietase, hundiéndolo en la zona del impacto. Tras eso, el médico observó la escena. Un grupo de personas peleaban en cubierta, con espadas, pistolas e incluso armas improvisadas. El médico vio a Derian y a Drake peleando contra aquellos hombres, al igual que gran parte de la tripulación. Su enfado había aumentado más aún. Una maldita siesta. El quería una maldita siesta y ni eso le dejaban. Sintió como su rabia se condensaba en la parte baja de la garganta. Iba a gritar de puro enfado.
- ¡DEJAD DE HACER ESTE RUIDO, JODER! ¡QUIERO DORMIR! -gritó con una voz rabiosa. Aquel manual de energía que se había comprado había dado sus frutos.
La gente en cubierta se detuvo, observando al médico. Alex cogió su lanza y golpeó con ella en el suelo, antes de mirar con odio a todos los hombres en cubierta. Fue entonces cuando su cuerpo quiso darse cuenta del frío que hacía en aquel lugar, y que él tan solo estaba en pijama. Retrocedió de nuevo al interior del barco y cerró de un portazo la puerta. A ver si aquellos tipos dejaban de molestar y podía dormir por fin.
Adam Windwalker
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Agudeza
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Saberes
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Varios
¿Dónde narices nos había traído Derian? Estaba acostumbrado a los climas fríos, pero ésto ya era algo exagerado. Me encontraba en lo alto del palo mayor, situado en el puesto del vigía, cubierto con una manta de gruesa piel y tomando un té caliente que guardaba en un termo mientras admiraba el helado paisaje de aquella isla. Hace poco que me había unido a la tripulación, y ahora que lo pensaba tampoco me había detenido a conocer bien a mis compañeros, conocía a Derian eso estaba claro, después del combate contra él me trató el médico de la tripulación, un tal Alex, pero no había tenido la opotunidad de hablar con él debido a mi estado en ese momento. A parte también había un tal Drake, según escuché un joven con un fuerza increíble el cual fue capaz de matar a un sichibukai durante la batalla de Logetown. Sin duda se trataba de un tripulación de la más curiosa, sus integrantes eran completamente distintos entre sí, pero quizá fuera ese el aspecto común que los unía, eso y un generoso pago por parte de Derian, de todas formas puede que me sintiese como en casa entre esas personas.
De pronto algo me sacó de mis pensamientos, una serie de pequeñas naves se acercaban hacia nosotros, todas ellas repletas de hombres armados. Después de que uno de ellos mantuviera unas breves palabras con Derian comenzaron a disparar. En cuestión de segundos una batalla naval en miniatura se había desencadenado a nuestro alrededor, Derian se encargo de uno de los barcos, un joven quien supuse era Drake se encargó de otro y comenzó a defender a puño limpio el barco de los cañonazos y Alex simplemente salió a cubierta un momento con cara de cabreo y ojeras en los ojos, vestido en pijama para detener la batalla durante unos instantes antes de regresar al interior del barco.
-Bueno. Supongo que tendré que estar a la altura- Dije para mi mismo mientras me guardaba el termo en uno de los bolsillos y me levantaba.
Tras eso me quité la manta de encima y me estiré un momento. Comencé a transformarme en mi forma híbrida, un cruce entre hombre y reptil, con escamas negras de brillos azulados y un par de enormes alas a la espalda con una membrana de color azul algo más claro. Con una serie de fuertes aleteos me elevé hasta los cielos, en cuestión de segundos ascendí casi 200 metros, tras eso inicié un descenso en picado hacia la superficie del lago plegando mis alas para ganar velocidad. Cuando me encontraba a unos 10 metros extendí mis alas de golpe y utilicé mi cola como timón para cambiar bruscamente de dirección. Ahora estaba planeando a toda velocidad, a escasos 2 metros del agua, dejando un estela en sus superficie debido a la velocidad a la que cortaba el aire. Me dirigía directamente a uno de los pequeños navíos contra los que estábamos combatiendo, directo como si fuera un flecha negra atravesando el campo de batalla. Al encontrarme a 5 metros de ésta escupí de mi boca una bola de fuego azul concentrada, mi Blue Blaze, al impactar contra el casco de la nave y atravesarlo ésta estalló en llamas azuladas y comenzó a hundirse lentamente en las heladas aguas. Con un movimiento de mis alas esquivé los restos de la embarcación para situarme sobre la que se encontraba al lado. Ante la atónita mirada de sus tripulantes agarré su cañón y lo elevé unos 20 metros antes de lanzárselo de nuevo, generando un boquete en sus superficie por donde empezaba a salir agua. Quedaba una embarcación más, pero parecía que comenzaba a retirarse al ver que estaba en inferioridad, no la iba a perseguir, dejaría que fuera Derian el que decidiese si los dejaba ir o no. De todas formas parecía que unos cuantos enemigos se habían colado en el vela de plata, aunque conociendo de lo que eran capaces las personas que se hallaban en ese barco se podría decir que la situación estaba bajo control, no me tendría que preocupar.
- Creo que no nos han presentado como es debido, mi nombre es Adam Windwalker, soy el novato de la tripulación. - Dije en tono amigable mientras me situaba al lado de Drake y le tendía mi escamosa mano con lo que parecía ser una amistosa sonrisa en mi cara.
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En unos instantes, destrozaron a la flota enemiga. Mientras Derian destrozaba el barco del líder, Drake y Adam se ocuparon de otros dos, y los artilleros del Vela de Plata hundieron al último barco que intentaba huir al puerto. En mitad de la acción, Alex salió de su camarote, dando gritos rabioso porque le hubiesen despertado y derrotó en un instante a un poderoso guerrero revolucionario que les había abordado y matado a tres tripulantes. Satisfecho, Derian volvió volando al navío y sacó un pañuelo blanco de su gabardina, con el que comenzó a limpiar la sangre de Vanator. Acto seguido se dirigió al timón y redireccionó la nave. Ahora que habían eliminado a la fuerza naval, tal vez los lugareños se mostrasen más colaboradores y decidieran permitirles el acceso a la isla, así que les tocaría dirigirse a la principal ciudad (y la única con puerto), Polaris. Con sus conocimientos de navegación, dirigió el barco hasta los muelles. De ahí a los mismos fue una travesía corta de media hora. Frente a estos les esperaba una patrulla de hombres con fusiles que escoltaba a una especie de chamán vestido con pieles de oso. Derian desembarcó el primero y expuso los motivos de su visita a la isla, aseverando no estar allí con intenciones de cumplir ninguna misión del Gobierno. La siniestra fama del conde junto con la intimidante presencia (al menos para los atrasados habitantes de Gelum, acostumbrados a barcazas de pequeño tamaño) del Vela de Plata contribuyeron a intimidar al hombre, que aceptó amargamente el permitirles transitar libremente por la isla. El vampiro se giró hacia sus hombres y dijo:
- Tenéis una hora libre para hacer lo que queráis. Tras eso, quiero al grupo expedicionario, al sr. Windwalker, a Drake y al doctor Cooper en la salida norte de Polaris. Que mis ayudantes traigan cuerdas y consigan trineos en la ciudad. Si alguien causa algún disturbio en mi ausencia, lo pasaré por la quilla. ¿Queda claro?
El grupo expedicionario era la parte de la tripulación de Derian que no se dedicaba a la navegación. Estaba compuesto por el cocinero y su pinche, los ayudantes de Derian en sus labores de arqueología, Alex como médico que era, Drake y Adam que cumplía labores de herrería y mantenimiento del arsenal. Obviamente había pedido los trineos para arrastrar el cadáver de la bestia una vez cazada. Tras dar sus órdenes, se dirigió a la biblioteca principal de la ciudad. Había conseguido el permiso del jefe para visitarla y leer cualquier tomo que se le antojase. Atravesó la ciudad con paso decidido, observando la arquitectura con curiosidad. La forma de los edificios era extraña, con techo picudos. En algunos casos tenían forma semiesférica. Finalmente entró a la biblioteca. En esta preguntó a un hombre joven de acento cerrado por la sección de mitología y leyendas locales. Tras descifrar sus extraños balbuceos, se dirigió a la misma y tomó una pila de libros, comenzando a leer con rapidez. En general no encontró nada interesante, a parte de datos sobre el posible emplazamiento de la guarida, y un detalle particular muy útil: la carne de foca atraía al dragón. Cerró los libros y se dirigió al barco, donde estaban ultimando los preparativos, y dio la orden de que llevasen consigo grandes cantidades de carne de aquel animal. Tras eso se dirigió a la salida norte y esperó allí. La hora casi había concluido. Los demás debían estar al caer.
- ... o de lo contrario los colgaré del palo mayor por las tripas - murmuró para sí un impaciente Derian, deseoso de comenzar la caza.
- Tenéis una hora libre para hacer lo que queráis. Tras eso, quiero al grupo expedicionario, al sr. Windwalker, a Drake y al doctor Cooper en la salida norte de Polaris. Que mis ayudantes traigan cuerdas y consigan trineos en la ciudad. Si alguien causa algún disturbio en mi ausencia, lo pasaré por la quilla. ¿Queda claro?
El grupo expedicionario era la parte de la tripulación de Derian que no se dedicaba a la navegación. Estaba compuesto por el cocinero y su pinche, los ayudantes de Derian en sus labores de arqueología, Alex como médico que era, Drake y Adam que cumplía labores de herrería y mantenimiento del arsenal. Obviamente había pedido los trineos para arrastrar el cadáver de la bestia una vez cazada. Tras dar sus órdenes, se dirigió a la biblioteca principal de la ciudad. Había conseguido el permiso del jefe para visitarla y leer cualquier tomo que se le antojase. Atravesó la ciudad con paso decidido, observando la arquitectura con curiosidad. La forma de los edificios era extraña, con techo picudos. En algunos casos tenían forma semiesférica. Finalmente entró a la biblioteca. En esta preguntó a un hombre joven de acento cerrado por la sección de mitología y leyendas locales. Tras descifrar sus extraños balbuceos, se dirigió a la misma y tomó una pila de libros, comenzando a leer con rapidez. En general no encontró nada interesante, a parte de datos sobre el posible emplazamiento de la guarida, y un detalle particular muy útil: la carne de foca atraía al dragón. Cerró los libros y se dirigió al barco, donde estaban ultimando los preparativos, y dio la orden de que llevasen consigo grandes cantidades de carne de aquel animal. Tras eso se dirigió a la salida norte y esperó allí. La hora casi había concluido. Los demás debían estar al caer.
- ... o de lo contrario los colgaré del palo mayor por las tripas - murmuró para sí un impaciente Derian, deseoso de comenzar la caza.
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Las cosas iban perfectamente, el barco había terminado de hundirse debido a la fuerza del puño del chico lobo. De repente se escuchó una voz, el castaño miró hacia atrás observando a Alex, de quejó de que no le dejaban dormir y tras eso se giró. Seguramente había pasado una noche movidita. ¿Qué habría estado haciendo el pillín? Ahora no era tiempo de pensar en eso, la batalla continuaba su curso de forma tranquila. De repente algo increíble sucedió, una bestia entre hombre y dragón salió volando desde lo alto del mástil. Según había escuchado Drake, se trataba de un nuevo miembro de la tripulación, el enorme ser se cargó algunos barcos más de forma increíble dejando un rastro de llamas azules en uno de ellos. Ya estaba deseando enfrentarse a él en alguna ocasión, sin embargo iban a ser compañeros, ya habría tiempo más adelante. Por el momento todo parecía ir bastante bien, pues el barco que huía fue hundido y la victoria era del barco Vela De Plata. De repente el chico reptil bajó en su forma de bestia aún y le tendió la mano al chico. Se hizo llamar Adam y dijo ser el nuevo de la tripulación, por lo que la teoría de Drake era correcta, era el chico nuevo. No dudo ni un segundo en tenderle la mano con una sonrisa también en su rostro.
- Novato y bastante molón jajaja. Nunca había visto un ser con esas características tan increíbles. Mi nombre es Drake, aunque suelen llamarme lobo. – Dijo en un tono amable mientras soltaba una pequeña carcajada estrechando aún la mano de su nuevo compañero de tripulación. – Bien, ya me he quedado con tu aura y con tu olor, así podre ayudarte en cualquier cosa que necesites compañero.
Su expresión parecía la de un crío feliz, solía ser muy amable con la gente que lo merecía. Sin duda alguna sus compañeros merecían ese trato y mejor, por unos segundos se le pasó por la cabeza la idea de salir tras Alex y abrazarlo lanzándose a los colchones a modo de juego, pero se lo pensó, ya lo haría en la nieve. Derian volvió al barco y empezó a llevarlo a un pequeño puerto, después de hablar con unos tipos, dijo que tenían una hora para hacer lo que les diera la gana. Los ojos de Drake brillaron como estrellitas, dijo que podían hacer lo que querían, eso incluía la nevera de su maestro, iba a sabotearla salvajemente como un pobre conejos en los dientes de un león. Justo cuando estaba a punto de darse la vuelta y correr al interior del camarote, pensó que eso lo podía hacer luego a escondidas, ahora había un pueblo frente a sus ojos. Iba a aprovechar bien esa hora antes de irse a la salida Norte como había dicho el vampiro. Ahora miró al chico peli azul y con una sonrisa tranquila le dirigió la palabra, al mismo tiempo que se llevaba las manos detrás del cuello con una parsimonia increíble, se notaba que a veces podía llegar a ser muy perezoso. Pero esto no era siempre así, la mayoría del tiempo de la pasaba entrenándose duramente.
- Bueno, de modo que una hora para hacer lo que se nos ocurra. Perfecto, yo ya tengo mi plan hecho, me piro al restaurante del pueblo. – Dijo ahora soltando una carcajada mientras comenzaba a caminar al interior del sitio de forma tranquila mientras iba silbando alegremente pensando en la deliciosa comida que iba a poder degustar. – Nos vemos dentro de una hora compañeros, esperadme si tardo.
Drake comenzó a acelerar el paso por el lugar, estaba algo apretado por la camiseta, ya había calentado suficiente con el destrozo del barco. Llevó su mano derecha al cuello de la camiseta y pegó un tirón reventándola y lanzando los restos a la nieve. Por fin pudo ver una taberna, no era un restaurante pero se conformaba. Ahora entró alegremente mientras se fijaba que lo miraban de mala forma, cosa que le importó muy poco. Se sentó en la barra y se quedó mirando al camarero. Era un tipo joven, de pelo moreno y de ojos verdosos claros, además iba en tirantes y caminaba de puntillas sacando pecho. Un chulo al parecer, sin embargo al chico lobo le daba igual todo eso, tan solo quería comer. Las ropas del camarero aparte de la camiseta de tirantes, eran un pantalón rojizo y unas botas de color negras. Llevaba un bate de madera en la espalda, agarrado con una cadena, parecía el típico matón de pueblo, lo que el chico no entendía, era que hacía ese chico de camarero. Tras unos segundos el chico lobo se dirigió a él con una sonrisa amable y le habló en un tono muy tranquilo mientras mantenía aquella expresión de felicidad en el rostro al pensar en la deliciosa carne que se iba a zampar en tiempo record sin que nadie se lo impidiera.
- ¡Póngame toda la carne que tenga amigo!
- De modo que toda la carne. – Dijo ahora aquel chico mientras usaba un tono chulesco y miraba de repente a unas jóvenes de la mesa de al lado. – ¿De gallina? ¿De oso? ¿Qué tipo de carne amiguito pequeño? – Dijo de repente hablándole como si fuera un bebé, lo que provocó que las jóvenes rieran y el chico se creciera riéndose también.
- ¡Pues de la que tú quieras amigo! – Respondió Drake al mismo tiempo que lanzaba con la mano una colleja a la cabeza del moreno, hundiéndole la cara en la barra y reventándole la nariz contra esta, dejando un rastro de sangre. Muchos miraron aterrados la escena mientras retrocedían, las jóvenes se quedaron paralizadas. – Bueno, otro Alex, hoy todos os pasáis el día durmiendo que aburridos.
Ahora se levantó de su sitio y entró en el almacén silbando. Se puso a comer felizmente toda la carne que pudo. Estaba en un momento muy feliz, su deliciosa carne estaba siendo saboreada milímetro a milímetro. Cuando ya hubo pasado un buen rato, supuso que sería la hora y tranquilamente salió de allí sin decir nada. Se dirigió a la salida norte, en su mano derecha había un enorme trozo de carne empalada por un hueso, iba masticándola felizmente, hasta que pudo ver a Derian y se acercó comiendo de forma feliz. Ya solo faltaba comenzar el viaje, de todas formas iba muy bien acompañado con su delicioso trozo de carne, no sabía de qué animal, pero estaba delicioso.
- Novato y bastante molón jajaja. Nunca había visto un ser con esas características tan increíbles. Mi nombre es Drake, aunque suelen llamarme lobo. – Dijo en un tono amable mientras soltaba una pequeña carcajada estrechando aún la mano de su nuevo compañero de tripulación. – Bien, ya me he quedado con tu aura y con tu olor, así podre ayudarte en cualquier cosa que necesites compañero.
Su expresión parecía la de un crío feliz, solía ser muy amable con la gente que lo merecía. Sin duda alguna sus compañeros merecían ese trato y mejor, por unos segundos se le pasó por la cabeza la idea de salir tras Alex y abrazarlo lanzándose a los colchones a modo de juego, pero se lo pensó, ya lo haría en la nieve. Derian volvió al barco y empezó a llevarlo a un pequeño puerto, después de hablar con unos tipos, dijo que tenían una hora para hacer lo que les diera la gana. Los ojos de Drake brillaron como estrellitas, dijo que podían hacer lo que querían, eso incluía la nevera de su maestro, iba a sabotearla salvajemente como un pobre conejos en los dientes de un león. Justo cuando estaba a punto de darse la vuelta y correr al interior del camarote, pensó que eso lo podía hacer luego a escondidas, ahora había un pueblo frente a sus ojos. Iba a aprovechar bien esa hora antes de irse a la salida Norte como había dicho el vampiro. Ahora miró al chico peli azul y con una sonrisa tranquila le dirigió la palabra, al mismo tiempo que se llevaba las manos detrás del cuello con una parsimonia increíble, se notaba que a veces podía llegar a ser muy perezoso. Pero esto no era siempre así, la mayoría del tiempo de la pasaba entrenándose duramente.
- Bueno, de modo que una hora para hacer lo que se nos ocurra. Perfecto, yo ya tengo mi plan hecho, me piro al restaurante del pueblo. – Dijo ahora soltando una carcajada mientras comenzaba a caminar al interior del sitio de forma tranquila mientras iba silbando alegremente pensando en la deliciosa comida que iba a poder degustar. – Nos vemos dentro de una hora compañeros, esperadme si tardo.
Drake comenzó a acelerar el paso por el lugar, estaba algo apretado por la camiseta, ya había calentado suficiente con el destrozo del barco. Llevó su mano derecha al cuello de la camiseta y pegó un tirón reventándola y lanzando los restos a la nieve. Por fin pudo ver una taberna, no era un restaurante pero se conformaba. Ahora entró alegremente mientras se fijaba que lo miraban de mala forma, cosa que le importó muy poco. Se sentó en la barra y se quedó mirando al camarero. Era un tipo joven, de pelo moreno y de ojos verdosos claros, además iba en tirantes y caminaba de puntillas sacando pecho. Un chulo al parecer, sin embargo al chico lobo le daba igual todo eso, tan solo quería comer. Las ropas del camarero aparte de la camiseta de tirantes, eran un pantalón rojizo y unas botas de color negras. Llevaba un bate de madera en la espalda, agarrado con una cadena, parecía el típico matón de pueblo, lo que el chico no entendía, era que hacía ese chico de camarero. Tras unos segundos el chico lobo se dirigió a él con una sonrisa amable y le habló en un tono muy tranquilo mientras mantenía aquella expresión de felicidad en el rostro al pensar en la deliciosa carne que se iba a zampar en tiempo record sin que nadie se lo impidiera.
- ¡Póngame toda la carne que tenga amigo!
- De modo que toda la carne. – Dijo ahora aquel chico mientras usaba un tono chulesco y miraba de repente a unas jóvenes de la mesa de al lado. – ¿De gallina? ¿De oso? ¿Qué tipo de carne amiguito pequeño? – Dijo de repente hablándole como si fuera un bebé, lo que provocó que las jóvenes rieran y el chico se creciera riéndose también.
- ¡Pues de la que tú quieras amigo! – Respondió Drake al mismo tiempo que lanzaba con la mano una colleja a la cabeza del moreno, hundiéndole la cara en la barra y reventándole la nariz contra esta, dejando un rastro de sangre. Muchos miraron aterrados la escena mientras retrocedían, las jóvenes se quedaron paralizadas. – Bueno, otro Alex, hoy todos os pasáis el día durmiendo que aburridos.
Ahora se levantó de su sitio y entró en el almacén silbando. Se puso a comer felizmente toda la carne que pudo. Estaba en un momento muy feliz, su deliciosa carne estaba siendo saboreada milímetro a milímetro. Cuando ya hubo pasado un buen rato, supuso que sería la hora y tranquilamente salió de allí sin decir nada. Se dirigió a la salida norte, en su mano derecha había un enorme trozo de carne empalada por un hueso, iba masticándola felizmente, hasta que pudo ver a Derian y se acercó comiendo de forma feliz. Ya solo faltaba comenzar el viaje, de todas formas iba muy bien acompañado con su delicioso trozo de carne, no sabía de qué animal, pero estaba delicioso.
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Alex se metió de nuevo en cama. Estaba cansado, y el frío del lugar lo había adormilado más aún. Caminó hacia su camarote en silencio, mientras a sus espaldas el ruido cesaba. Los combatientes de Dark Ascension se habían hecho con la victoria. Aquello le traía bastante sin cuidado. Él sólo quería dormir.
Se acercó a su camarote pasando de nuevo por delante de los demás. Entró y observó el lugar. Aquella sala llevaba siendo su hogar desde que había entrado en Dark, aún cuando no era ni una verdadera banda. Se tiró en la cama. Había pasado bastante desde aquel combate con Derian. Sin duda era un enorme tiempo el que llevaba formando parte de aquel grupo de gente al que podía llamar familia.
Tenía aún, sin embargo, una cosa por hacer. En los últimos días había estado planeando el viajar a algún lugar alejado y retirarse una temporada. Había visto mundo y era hora de alejarse de él durante un tiempo. Tenía una isla en mente. Una isla cercana al Red Line, sobre la que había leído en algunos de los liros de Derian. Iría hacia allí en cuanto acabasen aquella misión. Mientras pensaba en todas estas cosas, su mente se fue enturbiando y su visión se nubló, quedando sumido en un sueño profundo.
Lo despertó un ruido que en un principio no logró identificar. Sin embargo, tras unos momentos se dio cuenta de que provenia de la puerta del camarote. Uno de los marineros de Derian estaba llamando a la puerta e importunando su siesta. Sin embargo, había logrado dormir lo suficiente. Estaba de mejor humor, o al menos no estaba de tan mal humor como lo había estado un rato antes. Observó el reloj que tenía en la pared de su cuarto. Había dormido alrededor de una hora. Se levanto crujiendo los nudillos de la mano derecha y se acercó con paso calmado a la puerta. Cuando la abrió vio al otro lado a un marinero con el rostro ligeramente pálido.
- ¿Qué pasa? -preguntó con voz adormilada aún.
- Lo siento, doctor Cooper. El señor Derian quiere que lo acompañe a su expedición. -le dijo el hombre con voz ligeramente temblorosa, a saber si por el frío o por el miedo de ir a despertarlo.
- Está bien... ve y dile que estaré listo en un par de minutos. -respondió el doctor, cerrando la puerta de nuevo.
Fue hacia su armario, abrió la puerta y sacó una gabardina negra con una banda roja en la manga izquierda, y con un adorno rojo por el interior de la prenda. También agarró su bastón y su maletín. Estaba listo.
Cuando salió vio a Derian reunido con Drake. Estaban esperando, seguramente por él. Se acercó a ellos y les hizo un saludo con la mano.
Se acercó a su camarote pasando de nuevo por delante de los demás. Entró y observó el lugar. Aquella sala llevaba siendo su hogar desde que había entrado en Dark, aún cuando no era ni una verdadera banda. Se tiró en la cama. Había pasado bastante desde aquel combate con Derian. Sin duda era un enorme tiempo el que llevaba formando parte de aquel grupo de gente al que podía llamar familia.
Tenía aún, sin embargo, una cosa por hacer. En los últimos días había estado planeando el viajar a algún lugar alejado y retirarse una temporada. Había visto mundo y era hora de alejarse de él durante un tiempo. Tenía una isla en mente. Una isla cercana al Red Line, sobre la que había leído en algunos de los liros de Derian. Iría hacia allí en cuanto acabasen aquella misión. Mientras pensaba en todas estas cosas, su mente se fue enturbiando y su visión se nubló, quedando sumido en un sueño profundo.
Lo despertó un ruido que en un principio no logró identificar. Sin embargo, tras unos momentos se dio cuenta de que provenia de la puerta del camarote. Uno de los marineros de Derian estaba llamando a la puerta e importunando su siesta. Sin embargo, había logrado dormir lo suficiente. Estaba de mejor humor, o al menos no estaba de tan mal humor como lo había estado un rato antes. Observó el reloj que tenía en la pared de su cuarto. Había dormido alrededor de una hora. Se levanto crujiendo los nudillos de la mano derecha y se acercó con paso calmado a la puerta. Cuando la abrió vio al otro lado a un marinero con el rostro ligeramente pálido.
- ¿Qué pasa? -preguntó con voz adormilada aún.
- Lo siento, doctor Cooper. El señor Derian quiere que lo acompañe a su expedición. -le dijo el hombre con voz ligeramente temblorosa, a saber si por el frío o por el miedo de ir a despertarlo.
- Está bien... ve y dile que estaré listo en un par de minutos. -respondió el doctor, cerrando la puerta de nuevo.
Fue hacia su armario, abrió la puerta y sacó una gabardina negra con una banda roja en la manga izquierda, y con un adorno rojo por el interior de la prenda. También agarró su bastón y su maletín. Estaba listo.
Cuando salió vio a Derian reunido con Drake. Estaban esperando, seguramente por él. Se acercó a ellos y les hizo un saludo con la mano.
Adam Windwalker
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Drake parecía ser una persona maja, tras estrecharme la mano me dijo que había memorizado mi olor por lo que podría ayudarme, por mi parte también hice lo mismo, ahora que estaba en una tripulación necesitaba memorizar los olores de todos mis compañeros. Aquella pequeña batalla naval había acabado, con una aplastante victoria a nuestro favor por lo que ahora nos podíamos dirigir sin problemas a puerto. Tardamos un buen rato en llegar, menos mal que había podido calentar durante el combate, sino no hubiera podido aguantar ese frío durante mucho más tiempo. Al llegar a puerto Derian tuvo unas palabras con el "comité de bienvenida", gracias a su... digamos carisma conseguimos permiso para entrar en la isla libremente. Al parecer teníamos una hora libre para hacer los que nos diera la gana antes de que empezara la expedición, por mi parte ya sabía lo que iba a hacer.
Me dirigí hacia el interior del barco hasta llegar a la cocina, abrí la nevera para ver que podía encontrar para comer, la variedad era un poco decepcionante, carne cruda y una bolsa con un líquido rojo, sangre seguramente. Cogí un poco de carne y la atravesé en uno de los pinchos para hacer brochetas su vez llené de agua la tetera y la puse al fuego, tras eso me transformé en mi forma híbrida y comencé a soltar una débil llama por mi boca para cocinar la carne mientras la giraba para repartir bien el calor. Quedó algo chamuscada por algunos sitios, la cocina nunca se me dio muy bien que digamos, pero de todas formas parecía comestible. Agarré uno de los cuchillos y corté la carne en lonchas, tras eso busqué una barra de pan y la partí por la mitad para hacer un bocadillo de filetes. Hecho el bocadillo sólo me faltó terminar de hacer el té para rellenar el termo y así ya tenía mi comida lista para la expedición. Tras guardar el bocadillo bien envuelto y el termo en mi mochila me dirigí a mi camarote para ultimar los preparativos para la expedición. Cogí mis espadas Exia y las coloque en la mesa sobre un tapete, acto seguido las desmonté con sumo cuidado y comencé a limpiar y engrasar las piezas principales, el mantenimiento de mis armas era un ritual que tenía que hacer siempre antes de una expedición o una ocasión que requiriese su uso, una tarea que requería mucho cuidado y delicadeza, por eso no podía hacerlo en medio de un viaje con el barco zarandeándose.
Al acabar enfundé mis armas y me até el arnés con sus fundas, me coloqué mi gabardina, ésta vez con mangas y un forro extra para aguantar el frío. Me puse la mochila a la espalda con la comida y todo lo que iba a necesitar y salí de mi camarote. Tras bajar del barco atravesé el pueblo con un poco de prisa, ya había pasado la hora de tiempo libre, seguramente me estuvieran esperando. En la salida Norte, justo en donde quedamos pude ver a Derian, Drake y a Alex esperando así que aceleré el paso, aunque por lo que pude ver Alex acababa de llegar, así que puede que no me hubiera atrasado mucho.
- Siento la tardanza, estaba ultimando los preparativos. Bien, estoy listo para la expedición, partamos cuando queráis - Dije mientras llegaba a su lado.
Derian Markov
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Derian esperó a su tripulación sentado en una roca al lado del camino nevado. Aburrido, sacó a Vanator y mató el rato tratando de mantener la bastarda en equilibrio sobre su dedo índice, con bastante éxito. Al cabo de unos minutos llegó Drake con una gran sonrisa y un cacho de carne de cuya procedencia dudaba seriamente. Decidió no hacer preguntas, sospechando que no le agradarían las respuestas, y permaneció callado aguantando al resto. Poco después llegó Alex, vestido bastante elegante a opinión del vampiro. Dirigió una mirada de aprobación y respeto a su gabardina, y le devolvió el saludo con un gesto con la cabeza. Después llegaron los del equipo expedicionario con trineos llenos con todos los enseres y perros lobo tirando de estos. Derian se giró hacia Drake y se quedó mirándolo, haciéndole un gesto con la cabeza en dirección a los animales. Solía llevarse bien con los cánidos (su zoan ayudaba), y sería una ventaja poder contar con alguien que controlase a estos. Casi al mismo tiempo llegó Adam, cargado con una mochila y disculpándose por su tardanza. El conde esbozó una sonrisa para sí mismo, satisfecho. Al fin iban a comenzar.
- Bien, señores, esto es lo que he podido averiguar: la bestia se suele ocultar en cavernas heladas, y es capaz de congelar a un hombre adulto en cuestión de segundos. También a pesar de no tener un gran tamaño para ser un dragón, es condenadamente fuerte. Entrar a buscarlo sería un suicidio. Lo haremos salir.
Se acercó a uno de los trineos, se sacó su cuchillo de caza y abrió un agujero en uno de los sacos, extrayendo un cacho de carne cruda grasienta de este.
- Carne de foca. Al parecer a esta lagartija le atrae como a las moscas la miel. Y tiene un gran olfato capaz de rastrear a gran distancia incluso en este maldito clima. En cuanto asome el hocico fuera de la madriguera, estaremos esperándole.
Había llegado el momento. Se giró hacia el médico, y a continuación hacia Adam, con una sonrisa maquiavélica mientras los miraba a ambos.
- Adam, este será el primer pago por tus servicios. Considéralo una pequeña muestra de agradecimiento. Alex... saca las rumble balls. Dale una buena cantidad.
Había tenido en cuenta el que su herrero poseyese una zoan. Era una gran suerte, pues al ser tanto el capitán como su hombre de confianza zoans, siempre llevaban consigo una buena cantidad de rumbles preparadas por Alex. El hecho de que Adam fuese también uno era un golpe de suerte para todos. Tanto para el chico, que obtendría un gran poder, como para banda que vería aumentado su poder bélico. Con una media sonrisa, envainó a Vanator y dio la orden de que la expedición se pusiese en marcha. Comenzaron a avanzar por la helada extensión de Gelum, siguiendo un camino de cabras que pronto perdieron de vista, enterrado en la nieve. El paisaje era bastante intimidante, y hostil. Una especie de gran desierto de nieve, hielo y colinas. Subían y bajaban, acompañados únicamente por el aullante viento, las solitarias elevaciones y el omnipresente frío. El duro vampiro lograba evitar los problemas de las bajas temperaturas gracias a la forma completa de su zoan; no era un problema para él. Pero sabía que debía tener cuidado, o su tripulación podría verse en problemas.
Tras un tiempo indeterminado, llegaron a las cercanías de las altas montañas. Sin embargo su grupo estaba cansado, helado y hambriento. Pararse a descansar al raso significaría la muerte por congelación para muchos, pero continuar sin un momento para comer y calentarse sería un suicidio. Observó la zona indeciso, y se volvió hacia sus dos hombres de confianza y el herrero, esperando que tuviesen alguna idea.
- Bien, señores, esto es lo que he podido averiguar: la bestia se suele ocultar en cavernas heladas, y es capaz de congelar a un hombre adulto en cuestión de segundos. También a pesar de no tener un gran tamaño para ser un dragón, es condenadamente fuerte. Entrar a buscarlo sería un suicidio. Lo haremos salir.
Se acercó a uno de los trineos, se sacó su cuchillo de caza y abrió un agujero en uno de los sacos, extrayendo un cacho de carne cruda grasienta de este.
- Carne de foca. Al parecer a esta lagartija le atrae como a las moscas la miel. Y tiene un gran olfato capaz de rastrear a gran distancia incluso en este maldito clima. En cuanto asome el hocico fuera de la madriguera, estaremos esperándole.
Había llegado el momento. Se giró hacia el médico, y a continuación hacia Adam, con una sonrisa maquiavélica mientras los miraba a ambos.
- Adam, este será el primer pago por tus servicios. Considéralo una pequeña muestra de agradecimiento. Alex... saca las rumble balls. Dale una buena cantidad.
Había tenido en cuenta el que su herrero poseyese una zoan. Era una gran suerte, pues al ser tanto el capitán como su hombre de confianza zoans, siempre llevaban consigo una buena cantidad de rumbles preparadas por Alex. El hecho de que Adam fuese también uno era un golpe de suerte para todos. Tanto para el chico, que obtendría un gran poder, como para banda que vería aumentado su poder bélico. Con una media sonrisa, envainó a Vanator y dio la orden de que la expedición se pusiese en marcha. Comenzaron a avanzar por la helada extensión de Gelum, siguiendo un camino de cabras que pronto perdieron de vista, enterrado en la nieve. El paisaje era bastante intimidante, y hostil. Una especie de gran desierto de nieve, hielo y colinas. Subían y bajaban, acompañados únicamente por el aullante viento, las solitarias elevaciones y el omnipresente frío. El duro vampiro lograba evitar los problemas de las bajas temperaturas gracias a la forma completa de su zoan; no era un problema para él. Pero sabía que debía tener cuidado, o su tripulación podría verse en problemas.
Tras un tiempo indeterminado, llegaron a las cercanías de las altas montañas. Sin embargo su grupo estaba cansado, helado y hambriento. Pararse a descansar al raso significaría la muerte por congelación para muchos, pero continuar sin un momento para comer y calentarse sería un suicidio. Observó la zona indeciso, y se volvió hacia sus dos hombres de confianza y el herrero, esperando que tuviesen alguna idea.
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Alex escuchó lo que Derian quería decirles. Así que habían ido a por un dragón. Y lo que tenían para atraerlo era carne de foca. No parecía un plan muy elaborado. Pero el no era expertos en asuntos de caza de grandes lagartos alados. Aunque por el aspecto de los que estaban allí, estaba claro que ellos tampoco.
Drake le ordenó que le diera unas cuantas Rumbles a Adam. El médico metió la mano en su maletín y sacó una píldora dorada. Una Rumble Ball. Aquella droga estimulaba las ondas del cuerpo afectadas por las Akumas no mi del tipo Zoan, permitiendo al usuario transformarse en muchos más tipos de híbridos de su fruta. Eso daba muchas más posibilidades en un combate, por lo que aquellas píldoras eran bastante valoradas por los usuarios de Zoan. Y Adam, al igual que Drake y Derian, era uno de esos usuarios. Alex le dio un paquetito con píldoras. Tres serían suficientes.
Tras el intercambio, la comitiva comenzó su viaje. El frío era extremo, y avanzaban con dificultad por el páramo helado. Se dirigían hacia el centro de la isla. Allí sería probable que encontraran lo que buscaban. Según avanzaba, Alex se detenía a examinar algunas hierbas escarchadas que nacían a ambos lados del camino. No las reconocía de sus libros, por lo que cortó algunas para estudiarlas de vuelta al barco. Según avanzaban, el ritmo de la caminata disminuía paulativamente, debido al frío y al cansancio. Derian ordenó detener la marcha. El médico temblaba debido al frío que le helaba los huesos. La ropa que llevaba, aunque larga, no lo cubría lo suficiente. Observó a Drake. Era impresionante la resistencia de aquel chico al frío.
Alex se descompuso en gas. En aquella forma se enfriaría con más dificultad, debido al ejercicio de mantener su forma gaseosa. Empezó a levitar sobre la cabeza de la comitiva como un espectro verde que los vigilase.
Drake le ordenó que le diera unas cuantas Rumbles a Adam. El médico metió la mano en su maletín y sacó una píldora dorada. Una Rumble Ball. Aquella droga estimulaba las ondas del cuerpo afectadas por las Akumas no mi del tipo Zoan, permitiendo al usuario transformarse en muchos más tipos de híbridos de su fruta. Eso daba muchas más posibilidades en un combate, por lo que aquellas píldoras eran bastante valoradas por los usuarios de Zoan. Y Adam, al igual que Drake y Derian, era uno de esos usuarios. Alex le dio un paquetito con píldoras. Tres serían suficientes.
Tras el intercambio, la comitiva comenzó su viaje. El frío era extremo, y avanzaban con dificultad por el páramo helado. Se dirigían hacia el centro de la isla. Allí sería probable que encontraran lo que buscaban. Según avanzaba, Alex se detenía a examinar algunas hierbas escarchadas que nacían a ambos lados del camino. No las reconocía de sus libros, por lo que cortó algunas para estudiarlas de vuelta al barco. Según avanzaban, el ritmo de la caminata disminuía paulativamente, debido al frío y al cansancio. Derian ordenó detener la marcha. El médico temblaba debido al frío que le helaba los huesos. La ropa que llevaba, aunque larga, no lo cubría lo suficiente. Observó a Drake. Era impresionante la resistencia de aquel chico al frío.
Alex se descompuso en gas. En aquella forma se enfriaría con más dificultad, debido al ejercicio de mantener su forma gaseosa. Empezó a levitar sobre la cabeza de la comitiva como un espectro verde que los vigilase.
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Alex y Adam no tardaron mucho en aparecer, en ese momento el vampiro miró al chico lobo y señaló con la mirada a los perros lobos de los trineos. El chico asintió entendiéndolo y se acercó a ellos sonriéndoles de forma amable, se agachó despacio con una leve sonrisa en el rostro y comenzó a acariciarles la cabeza por turnos. Los animales le miraban contentos y con la lengua fuera debido a que le reconocían como un lobo por su olor. Uno de ellos empezó a lamerle la mejilla despacio mientras que otro de ellos le puso la pata en la cabeza, el castaño comenzó a reír mientras los acariciaba y abrazaba también jugando con ellos. En ese momento Derian comenzó a hablar, dijo que había que cazar un dragón, dijo que era pequeño en tamaño, pero sin embargo podía ser bastante fuerte. Eso hizo sonreír de lado al chico lobo, que continuaba acariciando la cabeza de uno de los perros. Si tan fuerte era esa cosa, estaba seguro de que el vampiro querría investigarla, la cosa era derrotarla y el chico lobo estaba dispuesto a combatir si hacía falta. Últimamente el poder de Alex y Derian había aumentado y con la demostración de la batalla, se notaba que Adam era alguien con un poder increíble también. Solo faltaba alguien a quién el lobo echaba mucho de menos.
Apretó los puños y repartió la carne que tenía en la mano entre los perros, después los acarició un poco más y se levantó mirando al suelo. No podía dejar de pensar en Nat. Quería encontrar a su hermano fuese como fuese, cada día pensaba en las bromas que se hacían y en lo bien que lo pasaban juntos. Sus ojos pasaron a iluminarse un poco en un tono dorado, estaba cambiando de la pena al odio por no poder hacer nada. Su aura estaba a punto de salir y en cualquier momento podía liarse a golpes con el suelo, sin embargo notó como uno de los perros le lamió la mano. Esto le hizo sonreír un momento y tras eso se dio cuenta de que la expedición había empezado y ya todos se dirigían hacia arriba. No tardó mucho en quedarse por delante de los perros para mantenerlos tranquilos y calmados. El frío no era problema para el chico, era un lobo ártico, un lobo especialmente adaptado al frío. Por ello no le afectaba mucho, en su forma completa muchísimo menos, pero por el momento no veía la necesidad de recurrir a ella. Los paisajes eran verdaderos sitios hostiles y extraños, bajaban y subían muchas pendientes distintas y además todo parecía muy solitario.
No tardaron mucho en llegar a la zona cerca de lo más alto de las montañas, se notaba el cansancio en los demás. Muchos de los hombres se soplaban en las manos y otros tenían los ojos entrecerrados, además de abrazarse fuertemente los brazos muchos de ellos. Era normal que ellos no tuvieran la resistencia al frío de los usuarios de la fruta del diablo del tipo Zoan. De repente pudo ver como Alex se convertía de repente en su forma gaseosa, pensó que también debía de tener frío o algo por el estilo. Ahora observó cómo Derian miraba hacia atrás observándoles. Tal vez esperaba que alguien dijera algo, eran ya muchos años junto a su mentor y Drake le conocía ya sus miradas y demás. Tan solo temía la mirada del vampiro cuando le pillaba en su nevera o tras haber roto algo importante, sin embargo esa mirada no parecía de enfado. Un estornudo le hizo mirar a otro lado y ver a otro de aquellos hombres temblando de frío, estaba claro que iban a poder avanzar mucho de ese modo. Solo había una alternativa y posiblemente podía funcionar, una hoguera no iba a bastar para tanto hombre, por lo que el chico lobo sonrió ahora de lado.
Metió la mano en su bolsillo y sacó una de sus rumbles. A continuación de la llevó despacio a la boca y comenzó a masticarla de forma tranquila. Su cuerpo comenzó a cambiar de repente, sus orejas se volvieron picudas y lupinas. Su cuerpo comenzó a recubrirse de pelo blanco y una larga cola salió de la parte baja de su espalda, se colocó a cuatro patas notando como sus manos y pies ahora eran garras. Su tamaño cambió hasta alcanzar los ocho metros de altura. De repente otras dos cabezas surgieron de su cuerpo, una a cada lado de la central. La cabeza central tenía los ojos dorados, la cual era la original, la de la derecha los tenía rojos y la izquierda los tenía azules. La bestia estaba sobre cuatro patas, parecía un cancerbero de ocho metros y de color blanco. La primera parte de su plan estaba hecha, aún faltaba la segunda parte. De repente cerró los ojos mientras concentraba su energía a su alrededor de forma rápida, con toda la velocidad y control posible. “Moeru Yona Ora” Pensó ahora mientras aumentaba la energía haciendo que de repente a su alrededor comenzaran a formarse llamaradas de fuego. Era un aura ardiente y debido a su tamaño de ocho metros, ahora el calor era mayor, lo que hacía la función de una estufa gigante de ocho metros. Pese al frío podía mantenerse encendido pues era un aura de energía que desprendía calor. De ese modo podía hacer que todo el que se acercara se calentara rápidamente, después miró al vampiro de forma tranquila asintiendo con la cabeza, en un gesto donde quiso decirle que de esa forma se ocupaba del frío de los demás.
Apretó los puños y repartió la carne que tenía en la mano entre los perros, después los acarició un poco más y se levantó mirando al suelo. No podía dejar de pensar en Nat. Quería encontrar a su hermano fuese como fuese, cada día pensaba en las bromas que se hacían y en lo bien que lo pasaban juntos. Sus ojos pasaron a iluminarse un poco en un tono dorado, estaba cambiando de la pena al odio por no poder hacer nada. Su aura estaba a punto de salir y en cualquier momento podía liarse a golpes con el suelo, sin embargo notó como uno de los perros le lamió la mano. Esto le hizo sonreír un momento y tras eso se dio cuenta de que la expedición había empezado y ya todos se dirigían hacia arriba. No tardó mucho en quedarse por delante de los perros para mantenerlos tranquilos y calmados. El frío no era problema para el chico, era un lobo ártico, un lobo especialmente adaptado al frío. Por ello no le afectaba mucho, en su forma completa muchísimo menos, pero por el momento no veía la necesidad de recurrir a ella. Los paisajes eran verdaderos sitios hostiles y extraños, bajaban y subían muchas pendientes distintas y además todo parecía muy solitario.
No tardaron mucho en llegar a la zona cerca de lo más alto de las montañas, se notaba el cansancio en los demás. Muchos de los hombres se soplaban en las manos y otros tenían los ojos entrecerrados, además de abrazarse fuertemente los brazos muchos de ellos. Era normal que ellos no tuvieran la resistencia al frío de los usuarios de la fruta del diablo del tipo Zoan. De repente pudo ver como Alex se convertía de repente en su forma gaseosa, pensó que también debía de tener frío o algo por el estilo. Ahora observó cómo Derian miraba hacia atrás observándoles. Tal vez esperaba que alguien dijera algo, eran ya muchos años junto a su mentor y Drake le conocía ya sus miradas y demás. Tan solo temía la mirada del vampiro cuando le pillaba en su nevera o tras haber roto algo importante, sin embargo esa mirada no parecía de enfado. Un estornudo le hizo mirar a otro lado y ver a otro de aquellos hombres temblando de frío, estaba claro que iban a poder avanzar mucho de ese modo. Solo había una alternativa y posiblemente podía funcionar, una hoguera no iba a bastar para tanto hombre, por lo que el chico lobo sonrió ahora de lado.
Metió la mano en su bolsillo y sacó una de sus rumbles. A continuación de la llevó despacio a la boca y comenzó a masticarla de forma tranquila. Su cuerpo comenzó a cambiar de repente, sus orejas se volvieron picudas y lupinas. Su cuerpo comenzó a recubrirse de pelo blanco y una larga cola salió de la parte baja de su espalda, se colocó a cuatro patas notando como sus manos y pies ahora eran garras. Su tamaño cambió hasta alcanzar los ocho metros de altura. De repente otras dos cabezas surgieron de su cuerpo, una a cada lado de la central. La cabeza central tenía los ojos dorados, la cual era la original, la de la derecha los tenía rojos y la izquierda los tenía azules. La bestia estaba sobre cuatro patas, parecía un cancerbero de ocho metros y de color blanco. La primera parte de su plan estaba hecha, aún faltaba la segunda parte. De repente cerró los ojos mientras concentraba su energía a su alrededor de forma rápida, con toda la velocidad y control posible. “Moeru Yona Ora” Pensó ahora mientras aumentaba la energía haciendo que de repente a su alrededor comenzaran a formarse llamaradas de fuego. Era un aura ardiente y debido a su tamaño de ocho metros, ahora el calor era mayor, lo que hacía la función de una estufa gigante de ocho metros. Pese al frío podía mantenerse encendido pues era un aura de energía que desprendía calor. De ese modo podía hacer que todo el que se acercara se calentara rápidamente, después miró al vampiro de forma tranquila asintiendo con la cabeza, en un gesto donde quiso decirle que de esa forma se ocupaba del frío de los demás.
Adam Windwalker
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Esperaba que esta expedición mereciera la pena... porque Derian nos había llevado a una jodida tundra helada, en la costa hacía frío, pero esto ya era algo exagerado. Derian ya le había ordenado a Alex que me diera mi primera paga, un saquito con tres bolas amarillas, las había visto antes, el vampiro las había utilizado durante nuestro combate para aumentar su poder. Si, había oído hablar de una droga que permitía a los usuarios de zoan sacara a relucir todo su potencial, me preguntaba que efectos tendría en mi, pero ahora no había tiempo que perder, así que guardé la bolsa en mi mochila y proseguí la marcha con el grupo. Podía ver al resto de integrantes de la expedición temblando de frío, estaba claro que si seguían así no llegarían muy lejos. Pero Derian y Drake no parecían muy afectados por el clima quizá por su naturaleza, y Alex se había transformado en una nube de gas para evitar enfriarse. Pensé que necesitaríamos algo de calor para mejorar la condición de nuestros hombres y pensé en transformarme para intentar hacer una hoguera con mi aliento, pero Drake se me adelantó. Se tomó una de esas píldoras y comenzó a transformarse en un cerbero gigante, el cual emitía un aura cálida. Poco a poco noté como los demás comenzaban a mejorar con ese calor, con eso seguramente lográsemos aguantar.
- Muy bien chicos, ahora que todos hemos entrado en calor, con el permiso de Derian me gustaría que me atendieseis un momento. - Dije mientras me situaba a la cabeza del grupo, llamando la atención de los integrantes y mirando a Derian para que me confirmara que podía hablar. - Dado que vamos a cazar a un dragón, será mejor que conozcáis un poco a nuestra presa. - Tras decir eso me quité la ropa de la parte superior del cuerpo y me transformé en mi forma híbrida. - Como podéis ver un dragón posee una piel escamosa que actúa como coraza, ésta es mucho más fuerte en la espalda, pecho y cabeza, los puntos vulnerables de esta armadura son la garganta justo por debajo de la mandíbula, el vientre y las extremidades. Nunca os quedéis quietos de frente a él, su aliento, garras y mandíbulas os destrozarían en cuestión de segundos, pero por detrás de él tampoco es un lugar seguro, moverá la cola como un látigo y aunque no sea muy grande un golpe directo os puede partir varias costillas... si tenéis suerte. Lo más seguro es permanecer a una distancia prudencial en los flancos y esperar mientras nos encargamos de él. En caso de que alce el vuelo y os ataque, no os mováis hasta el último momento, su instinto le hará ir hacia las presas que corren y no queréis llamar su atención. Para hacer que baje hay que atacar a las membranas de las alas, pero en caso de que no sea suficiente, un golpe en la parte alta de su espalda entorpecería mucho los movimientos de sus alas. - Expliqué mientras señalaba cada parte de mi cuerpo aprovechando que eramos seres muy parecidos - En fin, creo que no me dejo nada, procurad tener cuidado y acordaros de lo que os he dicho. - Terminado mi discurso me vestí de nuevo y saqué el termo con el té caliente para beberlo.
También saqué el bocadillo de filetes y comencé a devorarlo, estaban crujientes, la carne me había quedado quemada por fuera y casi cruda por dentro, no era un manjar, pero era comida. De pronto noté una mirada, o mas bien muchas, cuando me di cuenta los perros me estaban mirando con esos ojos que ponen siempre cuando piden comida. Al principio no pensé en darles nada, pero esas miradas eran demasiado insistentes, al final cedí, partí mi bocadillo a la mitad, una para mí y la otra la partí en cachos que repartí entre los perros. Drake les acababa de dar de comer, pero supongo que en estas condiciones ellos necesitaban energía, sólo esperaba no tener que dar de comer al perro grande.
- Muy bien chicos, ahora que todos hemos entrado en calor, con el permiso de Derian me gustaría que me atendieseis un momento. - Dije mientras me situaba a la cabeza del grupo, llamando la atención de los integrantes y mirando a Derian para que me confirmara que podía hablar. - Dado que vamos a cazar a un dragón, será mejor que conozcáis un poco a nuestra presa. - Tras decir eso me quité la ropa de la parte superior del cuerpo y me transformé en mi forma híbrida. - Como podéis ver un dragón posee una piel escamosa que actúa como coraza, ésta es mucho más fuerte en la espalda, pecho y cabeza, los puntos vulnerables de esta armadura son la garganta justo por debajo de la mandíbula, el vientre y las extremidades. Nunca os quedéis quietos de frente a él, su aliento, garras y mandíbulas os destrozarían en cuestión de segundos, pero por detrás de él tampoco es un lugar seguro, moverá la cola como un látigo y aunque no sea muy grande un golpe directo os puede partir varias costillas... si tenéis suerte. Lo más seguro es permanecer a una distancia prudencial en los flancos y esperar mientras nos encargamos de él. En caso de que alce el vuelo y os ataque, no os mováis hasta el último momento, su instinto le hará ir hacia las presas que corren y no queréis llamar su atención. Para hacer que baje hay que atacar a las membranas de las alas, pero en caso de que no sea suficiente, un golpe en la parte alta de su espalda entorpecería mucho los movimientos de sus alas. - Expliqué mientras señalaba cada parte de mi cuerpo aprovechando que eramos seres muy parecidos - En fin, creo que no me dejo nada, procurad tener cuidado y acordaros de lo que os he dicho. - Terminado mi discurso me vestí de nuevo y saqué el termo con el té caliente para beberlo.
También saqué el bocadillo de filetes y comencé a devorarlo, estaban crujientes, la carne me había quedado quemada por fuera y casi cruda por dentro, no era un manjar, pero era comida. De pronto noté una mirada, o mas bien muchas, cuando me di cuenta los perros me estaban mirando con esos ojos que ponen siempre cuando piden comida. Al principio no pensé en darles nada, pero esas miradas eran demasiado insistentes, al final cedí, partí mi bocadillo a la mitad, una para mí y la otra la partí en cachos que repartí entre los perros. Drake les acababa de dar de comer, pero supongo que en estas condiciones ellos necesitaban energía, sólo esperaba no tener que dar de comer al perro grande.
Derian Markov
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- Spoiler:
- Lo siento por la tardanza, ha sido una semana complicada con esto de volver a la uni.
Derian sonrió para sí. Había conseguido a gente muy eficiente para su tripulación. Mientras Alex vigilaba desde las alturas en su forma etérea, Drake usó su poder para crecer y calentar con su cuerpo a la tripulación. Los expedicionarios se apiñaron en torno al lobo, temblando y agradecidos por contar con alguien como él. Entre la tripulación era temido y respetado, y en general se le tenía en muy alta estima. Había salvado a los hombres en más de una ocasión con su fuerza. Y tenía la fama de ser tan poderoso como el propio capitán, aunque este sabía perfectamente que su guardaespaldas era bien capaz de vencerle. El chico lobo había mejorado muchísimo desde que partieron de Halstat por primera vez, hasta convertirse en todo un cazador. Adam tampoco se estaba quedando atrás: su explicación sobre los dragones estaba siendo muy útil. Mencionó muchos datos que Derian ya conocía o sospechaba, y otros nuevos como lo del instinto. No había pensado en la cola como arma, así que la mención por parte del herrero era útil cuanto menos.
- Gracias por la explicación, señor Windwalker. Ahora comed algo y preparaos para partir. Drake, dado que en esa forma no te satisfacerías ni con dos dragones adultos, espera a volver a tu forma humana.
Se sentó en una roca amorfa y sacó una botella de sangre. Estaba casi congelada, así se se acercó con ella al lobo y la puso casi tocando su pelaje. Como vampiro su temperatura corporal era muy baja, así que no hubiese podido calentarla él mismo. Tras un rato, descorchó la botella y la probó: estaba en su punto. Se volvió a su roca y se la bebió con calma, esperando a que acabasen de prepararse. Se fijó entonces en que el calor de Drake estaba derritiendo la nieve cercana. De hecho en ese momento se hallaban en un pequeño "cráter", rodeados de nieve, y con el suelo encharcado. Y la piedra en la que estaba sentado no era una piedra. Derian se levantó, impresionado. Era el cadáver semidevorado y congelado de un tigre dientes de sable gigante. Le hizo una seña a su tripulación y señaló al animal.
- Mirad esto. Fijaos en esos mordiscos. Esto lo ha hecho el dragón. Nos enfrentamos a una criatura peligrosa, así que no quiero heroicidades. Os pido mucha cautela. Muertos no me servís de nada.
Tras decir estas palabras se encaminó a las montañas, saltando al suelo de nieve desde el interior del cráter encharcado. Hizo una seña para ponerse en marcha, y se dirigió hacia los picos. En ese punto el camino era en cuesta. Sacó un mapa que había extraído de la biblioteca de Polaris y consultó la zona. No le fue difícil orientarse gracias a sus conocimientos de geografía. Al fin y al cabo él mismo hacía mapas. El que tenía en sus manos no era muy exacto y no tenía en cuenta muchas herramientas y recursos cartográficos como las isolíneas, pero le bastaba al vampiro para orientarse. Guiados por este, avanzaron entre dos montañas bastante empinadas de aspecto amenazador, y se adentraron en una cuenca montañosa llena de árboles de hoja perenne. Era uno de los principales cotos de caza de la bestia, según las leyendas. El lugar era siniestro, y estaba cargado de un ambiente hostil. Estaba todo demasiado en silencio. El conde se dio cuenta de un revelador detalle: algunos árboles estaban cogelados. Pero no de una manera normal, si no que tenían sólo cachos de la corteza congelada, como si los hubiesen rociado con un chorro de nitrógeno líquido.
Finalmente llegaron a un lago congelado. Derian les hizo pararse junto a este. Era un buen lugar para atraer al monstruo. No tendría tanta movilidad, y podrían ocultarse entre los árboles si la cosa se ponía fea. Sólo tenían que tener cuidado con el agua... pero mientras no rompiesen el hielo de la superficie no deberían tener problemas. El vampiro dio órdenes de sacar toda la carne y apiñarla en un gran montón a la orilla del lago, y de hacer hogueras para atraer la atención del dragón.
- En cuanto se muestre, ocultaos en el bosque. No disparéis con los fusiles a menos que tengáis tiro limpio, no queremos balas perdidas ni perder a nadie por un accidente. Y intentar no darle a la cabeza, la quiero como trofeo.
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El lobo blanco de tres cabezas continuaba allí echado observando lo que ocurría, podía ver como los miembros se acercaban calentándose. Su mirada era seria y parecía estar en su mundo, de hecho así era, estaba pensando a donde podía largarse a entrenar para mejorar sus habilidades. Desde hacía tiempo le había atraído el reino helado del Grand Line, Reino de Sakura. Era un buen sitio, además de las distintas tabernas donde podía quedarse y de los bosques repletos de animales para poder comer. Durante unos segundos dudó, pues también podía probar en otra isla, pero después instantes suspiró y dejó el tema de lado, ya lo pensaría más tarde si era necesario, por el momento debía centrarse en lo que estaba. Buscó con la mirada al vampiro pero de repente escuchó la voz de Adam, este comenzó a hablar, no sin antes transformarse en su forma hibrida para explicar mejor algunas cosillas. Sus palabras iban dirigidas a todos y estaba diciendo que puntos eran los más frágiles para golpear a un dragón. Al chico lobo sinceramente le daba igual, pues con su fuerza, una coraza no seria mucho problema. Ya consiguió reventar la coraza del Shichibukai Krabbo, además de que este tenía un haki bastante poderoso, la de un dragón no le causaría muchos problemas.
Sin embargo era muy buena idea que lo mencionase, debido a que los demás hombres de la banda, no tenían mucha fuerza. Ellos podrían ocuparse de apuntar al cuello y al estomago además de a las extremidades. Lo único que al chico lobo le estaba pareciendo un poco raro, era que el chico de pelo azul, dijera aquello. Estaba delatando sus propios puntos débiles, allí todos eran buena gente, pero podía haber un traidor. La verdad es que el lobo blanco ya no se fiaba ni de su sombra, tan solo se sentía a salvo con pocas personas alrededor y siempre que las conociera. Pegó un pequeño suspiro ahora mientras observaba el cuerpo del herrero de la tripulación, le caían bien. Después notó como su líder se acercaba con una botella, seguramente sangre, al moreno le encantaba. Estuvo calentándola unos momentos y además le dijo que esperara a su forma humana, de lo contrario el dragón no le iba a durar nada, razón no el faltaba. Sin embargo debía esperar un poco, no elegía cuando cambiar de forma, el tiempo era ahora la clave para ello. Mientras Derian bebía y el herrero comía, el enorme lobo de tres cabezas permanecía atento al paisaje, fue en ese momento cuando escuchó la voz de su jefe. Se levantó un poco sobre sus cuatro patas y observó aquello.
Parecía un cadáver de un animal que el castaño desconocía, sin embargo por lo que estaba escuchando, lo había hecho aquella cosa. Eso solo hizo que el enorme monstruo mostrara una sonrisa de lado, no iba a dudar en destrozarla si ponía en peligro la vida de Derian. Si todo iba bien, tan solo se centraría en defender a los hombres más débiles. Por un momento le entraron ganas de morder uno de aquellos huesos, pero un leve picor en la oreja le hizo olvidar aquello, se llevó una de sus patas a esta, y empezó a rascarse unos segundos. Acto seguido notó como los efectos de las rumble empezaban a desaparecer. Su enorme cuerpo de ocho metros, ahora bajó hasta convertirlo en su forma humana. Ahora estaba como siempre, su aura de fuego se desactivó y se cruzó de brazos. Ahora su mirada se fijó en el moreno, empezó a caminar con un mapa, el castaño no dudó ni un solo segundo en empezar a seguirle. Mientras iba andando, iba cambiando a su forma completa. El lobo blanco iba cerca de Derian en todo momento, manteniéndose alerta ante todo. Mientras iban caminando, se iba fijando en el lugar, las cortezas tenían algunos trozos llenos de hielo, algo que el guardaespaldas no entendió, pero que después le quitó importancia. Llegaron a aquel lago y el vampiro ordenó que amontonaran la carne en un lado de la orilla. Después dijo que nadie apuntara a la cabeza del dragón, que su objetivo era obtenerla como trofeo, aquello hizo que el lobo blanco suspirara un poco.
- Vaya, yo que planeaba comprobar su dureza con un puñetazo. Al menos me ocupare de golpear la coraza del pecho, me muero de ganas por ver la dureza que posee esa enorme cosa con alas.
Tras aquel susurro del chico lobo, sonrió permaneciendo en todo momento en su forma completa y observando el lago. Era peligroso estar cerca de él, podía romperse en cualquier momento y conducir a la muerte a él y a cualquiera de los demás usuarios. Sin embargo no iba a pasar aquello, si lobo estaría pendiente de sus compañeros y los ayudaría en todo lo posible, no pretendía perder a nadie más y menos a su líder, al cual protegía sobre todo. El vampiro era muy poderoso, pero aún así el chico tenía un instinto demasiado protector.
Sin embargo era muy buena idea que lo mencionase, debido a que los demás hombres de la banda, no tenían mucha fuerza. Ellos podrían ocuparse de apuntar al cuello y al estomago además de a las extremidades. Lo único que al chico lobo le estaba pareciendo un poco raro, era que el chico de pelo azul, dijera aquello. Estaba delatando sus propios puntos débiles, allí todos eran buena gente, pero podía haber un traidor. La verdad es que el lobo blanco ya no se fiaba ni de su sombra, tan solo se sentía a salvo con pocas personas alrededor y siempre que las conociera. Pegó un pequeño suspiro ahora mientras observaba el cuerpo del herrero de la tripulación, le caían bien. Después notó como su líder se acercaba con una botella, seguramente sangre, al moreno le encantaba. Estuvo calentándola unos momentos y además le dijo que esperara a su forma humana, de lo contrario el dragón no le iba a durar nada, razón no el faltaba. Sin embargo debía esperar un poco, no elegía cuando cambiar de forma, el tiempo era ahora la clave para ello. Mientras Derian bebía y el herrero comía, el enorme lobo de tres cabezas permanecía atento al paisaje, fue en ese momento cuando escuchó la voz de su jefe. Se levantó un poco sobre sus cuatro patas y observó aquello.
Parecía un cadáver de un animal que el castaño desconocía, sin embargo por lo que estaba escuchando, lo había hecho aquella cosa. Eso solo hizo que el enorme monstruo mostrara una sonrisa de lado, no iba a dudar en destrozarla si ponía en peligro la vida de Derian. Si todo iba bien, tan solo se centraría en defender a los hombres más débiles. Por un momento le entraron ganas de morder uno de aquellos huesos, pero un leve picor en la oreja le hizo olvidar aquello, se llevó una de sus patas a esta, y empezó a rascarse unos segundos. Acto seguido notó como los efectos de las rumble empezaban a desaparecer. Su enorme cuerpo de ocho metros, ahora bajó hasta convertirlo en su forma humana. Ahora estaba como siempre, su aura de fuego se desactivó y se cruzó de brazos. Ahora su mirada se fijó en el moreno, empezó a caminar con un mapa, el castaño no dudó ni un solo segundo en empezar a seguirle. Mientras iba andando, iba cambiando a su forma completa. El lobo blanco iba cerca de Derian en todo momento, manteniéndose alerta ante todo. Mientras iban caminando, se iba fijando en el lugar, las cortezas tenían algunos trozos llenos de hielo, algo que el guardaespaldas no entendió, pero que después le quitó importancia. Llegaron a aquel lago y el vampiro ordenó que amontonaran la carne en un lado de la orilla. Después dijo que nadie apuntara a la cabeza del dragón, que su objetivo era obtenerla como trofeo, aquello hizo que el lobo blanco suspirara un poco.
- Vaya, yo que planeaba comprobar su dureza con un puñetazo. Al menos me ocupare de golpear la coraza del pecho, me muero de ganas por ver la dureza que posee esa enorme cosa con alas.
Tras aquel susurro del chico lobo, sonrió permaneciendo en todo momento en su forma completa y observando el lago. Era peligroso estar cerca de él, podía romperse en cualquier momento y conducir a la muerte a él y a cualquiera de los demás usuarios. Sin embargo no iba a pasar aquello, si lobo estaría pendiente de sus compañeros y los ayudaría en todo lo posible, no pretendía perder a nadie más y menos a su líder, al cual protegía sobre todo. El vampiro era muy poderoso, pero aún así el chico tenía un instinto demasiado protector.
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Tras terminar las preparaciones nos pusimos en marcha hacia las montañas, lugar en el que supuestamente se encontraba la guarida del dragón. Pasamos entre dos gigantescas montañas, cuyas paredes de roca desnuda contrastaban con el blanco de la nieve y el hielo que los salpicaba, en la parte baja de las laderas de ambas montañas se encontraba un bosque de hoja perenne. Pero había algo raro en esos árboles, y yo no fui el único en percatarme de ello, algunos presentaban una serie de costras de hielo poco naturales, normalmente se formarían en la dirección del viento, pero en este caso eran mucho más gruesas e irregulares de lo normal. Ese lugar tenía algo que me inquietaba, pero a la vez algo que por una extraña razón me fascinaba. Estaba todo muy silencioso, y a parte del lobo blanco que nos acompañaba no era capaz de ver ni percibir a ningún animal. Estaba claro, nos habíamos metido derechos en su coto de caza, lo notaba y el hecho de ser el intruso en el territorio de una especie similar a mi zoan era algo que extrañamente me emocionaba.
Por fin llegamos a un lago helado, Derian ordenó que comenzaran los preparativos para atraer al dragón. Siguiendo sus órdenes sus hombres colocaron la carne de foca en un montón a la orilla de el lago y encendieron un par de hogueras. Por mi parte me acerqué a Derian para informarle de lo que haría.
- Me esconderé entre esa roca y los árboles. Desconozco si de verdad nuestra presa es una seria amenaza para nosotros, Drake y Alex parecen fuerte, de todas formas procuraré entorpecer sus movimientos si comienza a volar, Evitaré enzarzarme en un combate cerrado para no entorpecer al resto. Si con este cebo no aparece... tengo pensado un Plan B para hacerlo salir. -
Dicho esto me alejé unos 10 metros de la orilla del lago para ocultarme entre una roca y un par de árboles. mientras todos ultimaban los preparativos cogí un par de ramas gruesas, las coloqué encima de mi escondite y las cubrí con algo de nieve. Desde las alturas sería imposible distinguirme mientras estuviera escondido, ahora sólo quedaba esperar a que esa bestia apareciese. De todas formas, tengo la impresión de que aunque pongamos ese cebo para atraerlo, el dragón es consciente desde hace tiempo de nuestra presencia.
Por fin llegamos a un lago helado, Derian ordenó que comenzaran los preparativos para atraer al dragón. Siguiendo sus órdenes sus hombres colocaron la carne de foca en un montón a la orilla de el lago y encendieron un par de hogueras. Por mi parte me acerqué a Derian para informarle de lo que haría.
- Me esconderé entre esa roca y los árboles. Desconozco si de verdad nuestra presa es una seria amenaza para nosotros, Drake y Alex parecen fuerte, de todas formas procuraré entorpecer sus movimientos si comienza a volar, Evitaré enzarzarme en un combate cerrado para no entorpecer al resto. Si con este cebo no aparece... tengo pensado un Plan B para hacerlo salir. -
Dicho esto me alejé unos 10 metros de la orilla del lago para ocultarme entre una roca y un par de árboles. mientras todos ultimaban los preparativos cogí un par de ramas gruesas, las coloqué encima de mi escondite y las cubrí con algo de nieve. Desde las alturas sería imposible distinguirme mientras estuviera escondido, ahora sólo quedaba esperar a que esa bestia apareciese. De todas formas, tengo la impresión de que aunque pongamos ese cebo para atraerlo, el dragón es consciente desde hace tiempo de nuestra presencia.
AlexEmpanadilla
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Bajo Alex, el grupo de hombres avanzaba en la nieve, a través de un pequeño bosquecillo de árboles retorcidos y escarchados. Aquella sensación era desoladora. No había ningún otro movimiento a la redonda, además del incesante caer de copos de nieve. Bajo él, el lobo había hecho uso de las Rumbles para transformarse en una monstruosida de tres cabezas que emanaba fuego. Sin duda una buena calefacción. Pero él prefería permanecer en el aire, vigilando cualquier posible amenaza. Parecía que no había ningún peligro alrededor, al menos por el momento.
La comitiva continuó avanzando hasta que llegaron a una explanada entre los gélidos picos. Derian empezó a hablar sobre cómo vencer al dragón, mientras que el nuevo herrero de la banda daba algunos consejos para abatir a aquella criatura. Sin duda, aquel combate iba a ser duro para todos. Suspiró. La nieve empezó a caer con furia, mientras el viento aullaba, impidiendo oir o ver nada a la redonda. Aquella ventisca no dejaba ver más allá de alrededor de un metro y medio. La cosa no pintaba bien. El médico llevó la mano a su maletín, donde guardaba todas sus cosas. Se sintió un poco más seguro al sentir todas sus cosas allí. Aferró con la mano una de sus bombas. Era una nueva creación que había preparado. Se trataba de una bomba plástica, que había rellenado de un poco de ácido clorhídrico puro. Para evitar que se corrompiera, en el interior tenía una pequeña esfera de cristal. En cuanto la bomba impactaba en alguna superficie, la carcasa plástica se abría, liberando el ácido. Era una buena arma a corta distancia.
Sintió algo a su alrededor. No podía saber de qué se trataba, pero la sensación era abrumadora. Entonces lo vio. Frente a él, una enorme sombra se acercaba velozmente entre la nieve. Un batir de alas se hizo audible. Apenas en un segundo, un enorme dragón tomó forma frente a él. La enorme criatura reptiliana rugió con furia, al tiempo que exhalaba una bocanada de un hálito blanco azulado. Pese a que el médico era gaseoso, la exposición a aquel fuego helado no le hacía gracia. Se movió a toda velocidad a un lado, dejando tras él una copia de sí mismo, de aspecto gaseoso. La copia se multiplicó, creando más clones de cloro alrededor del lagarto alado. Entonces, un crujido, de hielo quebrándose, sonó bajo los pies del médico. El lago congelado estalló, y una cabeza reptiliana gigantesca salió por el agujero creado, empapada en agua helada, rugiendo de tal modo que la sangre del médico se quedó fría como la nieve que caía sobre él. Alex abrió los ojos como platos:
- ¿D-dos dragones? -logró murmurar antes de que el dragón que volaba tras él soltara otro aliento congelante que le envolvió. El médico vio una luz blanca que lo cegó. El hálito helado lo alcanzaba, y no podía hacer nada. La situación se complicaba por segundos.
La comitiva continuó avanzando hasta que llegaron a una explanada entre los gélidos picos. Derian empezó a hablar sobre cómo vencer al dragón, mientras que el nuevo herrero de la banda daba algunos consejos para abatir a aquella criatura. Sin duda, aquel combate iba a ser duro para todos. Suspiró. La nieve empezó a caer con furia, mientras el viento aullaba, impidiendo oir o ver nada a la redonda. Aquella ventisca no dejaba ver más allá de alrededor de un metro y medio. La cosa no pintaba bien. El médico llevó la mano a su maletín, donde guardaba todas sus cosas. Se sintió un poco más seguro al sentir todas sus cosas allí. Aferró con la mano una de sus bombas. Era una nueva creación que había preparado. Se trataba de una bomba plástica, que había rellenado de un poco de ácido clorhídrico puro. Para evitar que se corrompiera, en el interior tenía una pequeña esfera de cristal. En cuanto la bomba impactaba en alguna superficie, la carcasa plástica se abría, liberando el ácido. Era una buena arma a corta distancia.
Sintió algo a su alrededor. No podía saber de qué se trataba, pero la sensación era abrumadora. Entonces lo vio. Frente a él, una enorme sombra se acercaba velozmente entre la nieve. Un batir de alas se hizo audible. Apenas en un segundo, un enorme dragón tomó forma frente a él. La enorme criatura reptiliana rugió con furia, al tiempo que exhalaba una bocanada de un hálito blanco azulado. Pese a que el médico era gaseoso, la exposición a aquel fuego helado no le hacía gracia. Se movió a toda velocidad a un lado, dejando tras él una copia de sí mismo, de aspecto gaseoso. La copia se multiplicó, creando más clones de cloro alrededor del lagarto alado. Entonces, un crujido, de hielo quebrándose, sonó bajo los pies del médico. El lago congelado estalló, y una cabeza reptiliana gigantesca salió por el agujero creado, empapada en agua helada, rugiendo de tal modo que la sangre del médico se quedó fría como la nieve que caía sobre él. Alex abrió los ojos como platos:
- ¿D-dos dragones? -logró murmurar antes de que el dragón que volaba tras él soltara otro aliento congelante que le envolvió. El médico vio una luz blanca que lo cegó. El hálito helado lo alcanzaba, y no podía hacer nada. La situación se complicaba por segundos.
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