Los Cazadores Del Sur [Raiden-Kaito] [Privado]

Era una noche bastante luminosa, la luna llena lucía en el cielo y las estrellas la acompañaban. Un enorme barco navegaba por el mar del Sur. Era de un tamaño bastante grande y además parecía ser resistente, su color era blanco y tenía algunas rayas azules a los lados. En cubierta se podían ver varias personas bailando es una especie de fiesta, había comida y demás y mucho alboroto en todo el barco. La cuestión era ¿Qué iba a pasar esa noche en el enorme barco? Todo estaba por ver, pero no tardaría en llegar. Unos ronquidos venían de una de las salas del barco, en el interior se podía ver a una silueta echada sobre una cama. Su pelo era largo y castaño, sus ojos estaban cerrados. Llevaba una simple chaqueta blanca abierta dejando ver su zona abdominal. En sus piernas unos pantalones largos de color blanco y en sus pies unas sandalias de madera. Estaba junto a dos vainas, una de color negro y otra de color blanca, además al lado había dos pistolas también. Tenía algo de barba, aunque no demasiada, parecía muy cómodo durmiendo y pegaba unos ronquidos increíbles.

La habitación era pequeña pero reconfortante, había varios cuadros, algunos de peces exóticos y otros sobre paisajes preciosos como algunas cataratas o los bosques nevados de algunas islas frías. También se podía ver en ellos algunos desiertos, se notaban que eran procedentes de Arabasta y del desierto de Sarmen. Los marcos eran de color plateado y resplandecían a veces debido al color metalizado que tenían. Las paredes estaban pintadas de azul claro y el suelo estaba barnizado en una madera limpia y perfecta para todo tipo de calzado. Había algunas estanterías con pocos libros, unos eran de cocina y otros de historia sobre los mares, además de las leyendas de antaño sobre piratas y demás. En resumen, que el diseñador tenía bastante gusto por la historia. Una alfombra roja adornaba el suelo de forma que estaba colocada en horizontal. Al lado de la cama había una pequeña mesilla, en ella se hallaba un parche muy extraño, los bordes eran de acero y blancos y el interior parecía un cristal negro. Era el parche del chico que dormía, su ojo era cyborg y fingía no tener ojo con ese parche, aunque más bien escondía un ojo mejorado. En una de las puertas de uno de los armarios, había un abrigo blanco de manga larga y con pelo de lobo en algunas zonas como los brazos o los hombros.

El tipo que estaba durmiendo se trataba de uno de los cazadores de Legendary Hunters. Hacía poco que se había unido al gremio junto a varios más, estaba cansado de ir solo a todas partes y así por lo menos podía disfrutar de la compañía de más personas como él. Ahora mismo se hallaba en una pequeña misión en la que había ido en solitario con el líder del gremio, Kaito. Supuestamente en el barco había dos criminales con una recompensa jugosa y dentro de las posibilidades de los espadachines y cazarlos les iba a venir muy bien, para ellos y para el gremio. Raiden estaba durmiendo plácidamente soltando unos ronquidos que no eran normales, parecía un maldito oso con aquellos bestiales sonidos que salían de su boca, la cual estaba abierta. Estaba esperando a que el líder le llamase para comenzar con el juego, pero mientras le llamaba, había decidido echarse una siesta en su camarote, esta vez no se había traído a su mascota, que era un mono con alas de paloma y patas de araña, recogido en la isla de los animales raros. Por el momento tan solo dormía de forma feliz esperando a que Kaito le despertara, el joven Raiden era todo un vago de cuidado, el rey de los perezosos y un holgazán legendario. Siempre se mostraba vago en muchos aspectos y así seguiría siempre.

Los ronquidos de aquel vago continuaban como nunca, su boca estaba totalmente abierta ahora mismo y un pequeño hilo de saliva colgaba de su cielo de la boca a la lengua. Parecía ser la persona más feliz del mundo con ese aspecto, sin duda alguna estaba en el paraíso. ¿Qué estaría soñando este hombre? La respuesta era muy fácil, estaba soñando que se encontraba en un mundo de colchones, donde estaba rodeado de masas de comida, chicas guapas y bastantes bolsas de dinero por doquier. El mundo era bien extraño, no había suelo, en su lugar un enorme colchón, y en lugar de paredes había mantas de color canela. El cielo era negro, como si fuera de noche, ni una sola estrella, tampoco había luna ni nada parecido, parecía un mundo que estaba a oscuras, sin embargo la zona donde estaba él con las chicas estaba iluminada mágicamente. Las mujeres vestían bikinis de diversos colores, desde los de leopardo hasta algunos rojizos o blancos. Unas le servían muslos de pollo y otras platitos de sake y algunas otras bebidas. Parecía una especie de paraíso en la oscuridad, sin duda alguna los sueños de Raiden eran de lo más extraño y raro.

De repente su mundo desapareció cuando escuchó una voz y abrió los ojos despacio. Se trataba de la del líder, le recordó que debían cumplir con la misión. Ahora pegó un enorme bostezo mientras abría los ojos un poco más, esta vez con lagrimitas debido al cansancio que le había entrado. Estiró sus brazos hacia arriba mientras con una mano se rascaba la cabeza, era su mano izquierda, en el dorso se podía ver un tatuaje negro con el número 1. Lo siguiente que hizo el cazador, fue levantarse muy despacio y abrir el armario. Había un espejo y se quedó mirándose un par de segundos, después de aquello abrió la boca bostezando de nuevo con una pereza increíble encima. Parecía que estaba a punto de tumbarse de nuevo en la cama y mandar a todos a paseo. Pero no quería llevarse una colleja del jefe, se acercó despacio a la mesilla y estiró la mano despacio, el parche empezó a levitar despacio hasta llegar a sus dedos, entonces lo cogió y empezó a colocárselo en el ojo izquierdo. Su poder había aumentado un poco desde la última vez, aunque aún no se sentía muy útil con él. Comió aquella fruta por accidente en la isla de los animales raros y desde entonces no podía nadar, cosa que le fastidiaba un poco, además le debilitaba el agua.

- Qué pereza tan grande, con lo a gustito que estaba yo tumbado en mi cama. – Dijo ahora mientras soltaba un nuevo bostezo y abría y cerraba un par de veces la boca. – Bueno, es hora de reunirse con el jefe.

Terminó de añadir para después acercarse al armario y colocarse su abrigo por encima. Recogió sus armas metiéndolas todas en su funda correspondiente. Su espada de plata le era más útil que su espada negra, tenía un metal mejor y más resistente y era más fácil de manejar. Las pistolas las usaba solo en distancias cortas pues no tenía muy buena puntería, por el momento se conformaba con el uso de su espada. Ahora empezó a caminar hasta la puerta y deslizó su mano lentamente hasta abrir la puerta y cerrarla tras de sí, apagando las luces antes de nada. Ahora comenzó a caminar hacia la cubierta mientras iba parpadeando varias veces con ambos ojos, aunque solo se le veía uno. Con el otro veía perfectamente, pero no se sabría a simple vista pues por ello llevaba aquella especie de parche. “Me ha dado un antojo de gambas” Pensó ahora mientras iba imaginándose unas deliciosas gambas asadas con sal y un poco de mayonesa. Ya le había entrado el hambre, sabía que había una fiesta y se dirigió más rápido a cubierta, aunque lo primero era la misión, no tardó en reunirse con el líder. No dijo nada, se colocó a su lado de forma tranquila esperando a saber cuál iba a ser su objetivo.

Tras seguir al líder llegaron a la parte de la fiesta, la gente se notaba que era rica, todos aquellos trajes, bolsos y zapatos de lujo, no eran algo que los pobres pudieran costearse. Todo parecía tranquilo, la comida ya estaba llamando al castaño, después de unos segundos, escuchó las palabras de su jefe. Debía buscar sin armar barullo, con lo a gusto que estaba durmiendo. Le daba mucha pereza tener que hacer aquello. El chico se separó del líder empezando a caminar hacia los demás, su abrigo blanco de pelaje suave le hacía parecer uno más de los ricachones, aunque era solo una mera apariencia. Cogió un muslo de pollo y comenzó a comer felizmente mientras observaba al resto de personas de forma calmada y confiada. A pesar de tener el parche puesto, podía ver perfectamente debido a su ojo del coyote. La gente iba de un lado a otro mientras reían, bailaban y se ponían a hablar de negocios. De repente escuchó a tres hombres hablar sobre lo caros que estaban últimamente los barcos de alquiler, en ese momento el chico se acercó a ello con el muslo de pollo medio devorado en la mano y les habló en un tono algo engreído.

- El pollo sabe muy rico caballeros, sin embargo les diré que el poder de la fuerza es algo que la mente humana no puede controlar y mucho menos el precio de los barcos. – Tras decir aquello que no tenía nada que ver con el tema de conversación, se giró dándoles la espalda y se dirigió a la zona de las gambas a paso tranquilo. – Soy una maquina.

Dijo después haciéndose la pelota así mismo mientras los otros hombres se quedaban callados pensando en lo que había acabado de pasar. El cazador ahora se pudo a pelar gambas de forma tranquila mientras silbaba y observaba a su alrededor de forma calmada sin armar ruido, tal y como le había ordenado el líder que hiciera. De repente pudo ver a dos tipos hablando entre ellos y mirando a los más pijos por así decirlo, el castaño comenzó a sospechar de ellos mientras comía gambas de forma tranquila. Después se fijó en que Kaito también los estaba observando, era hora de ver si se trataban de los tipos que buscaban. Raiden tuvo el plan de entretener a la gente, de ese modo si esos tipos resultaban ser los criminales, harían algo en la distracción y Kaito los podría pillar de esa forma, estaba todo controlado. Ahora comenzaba el espectáculo, el castaño cerró sus ojos de forma tranquila aún con las gambas en su mano derecha.

Comenzó a concentrarse bastante, de repente los objetos de poco peso a un radio de diez metros, comenzaron a levitar lentamente. Las jarras de vino empezaron a moverse a unos dos metros del suelo, los cubiertos y varias bandejas de comidan también levitaron. El chico estaba usando el poder de su fruta para ello, la gente miraba impresionada mientras algunos gritaban cosas como “el barco está embrujado” y cosas así. Otros simplemente miraban impresionados y con las bocas abiertas, no había pruebas contra el cazador pues simplemente estaba comiendo gambas con los ojos ahora entrecerrados. Su mirada estaba fija en los dos tipos que observaba Kaito, si eran ellos les estaba dando la oportunidad de armarla, aunque claro, ahora mismo el chico no podía dejar de concentrarse, estaba muy ocupado realizando aquella bajada de gravedad solo en los objetos. Masticaba tranquilamente aquel delicioso marisco al mismo tiempo que mantenía una sonrisa tranquila y una calma muy simple. Ahora observaba al líder de forma tranquila esperando a ver que hacía y si aprovechaba la distracción del castaño para hacer algo también.

Raiden continuaba entreteniendo a todas las personas con aquella exhibición de su poder, al estar tanto tiempo haciéndolo, empezaba a cansarse un poco. Tragó algo de saliva y tomó aire volviendo a emplearse a fondo, haciendo levitar aquellos objetos algo más de tiempo. Sin duda alguna, aquello le daba igual, si lo hacía, era por qué su compañero y líder aprovechara la ocasión. La gente murmuraba más cosas, por suerte no se daban cuenta de que era él. Después de unos momentos, el chico pudo ver como Kaito cortaba la cabeza de uno de aquellos tipos, no sin antes partirlo en dos. De repente, el tuerto dejó de usar su poder y los objetos cayeron al suelo, algunos se rompieron al ser de cristal. La gente retrocedió sin esperárselo mientras soltaban gritos tontos, ahora el cazador se pasó la mano tranquilamente por la frente limpiándose algo de sudor. Debido al enorme ruido, nadie se dio cuenta de que el peliblanco acababa con la vida del otro hombre, los dos sospechosos habían caído bajo la espada del líder. Ahora el espadachín del parche caminó hasta una chica joven que parecía estar asustada todavía.


- No tema señorita, debe usted saber que el señor de los espantapájaros volverá algún día a nosotros y comerá todo el queso que quiera.


La joven dio un paso atrás, no sabía si el castaño estaba de broma o hablaba en serio, para mala suerte de ella, era la segunda opción. Su reacción después de unos instantes, fue dar unos pasos hacia atrás soltando una risilla tonta mientras se giraba dirigiéndose a otro lado entre susurros. Lo único que el chico del abrigo blanco logró escuchar, fue algo de “Puto loco” o algo por el estilo. Ahora soltó un bostezo y empezó a caminar de nuevo a dónde estaba el jefe, no sin antes coger un muslo de pollo que había en una de las mesas. Le pegó un mordisco tranquilamente mientras arrancaba la carne del hueso y masticaba tranquilamente. Mientras iba caminando hacia Kaito, seguía pegándole bocados al pequeño aperitivo que tenía en la mano. Una vez llegó hasta él, pegó un último mordisco y terminó de comérselo, lamió un poco el hueso y después lo arrojó al mar por la borda como si no pasara nada. Después se cruzó de brazos mirando al peliblanco tranquilamente mientras suspiraba y estiraba los brazos hacia arriba, como si estuviera en su casa, así pensaba él.


- Buenos cortes jefe, parece ser que el encargo no era muy difícil. Tan solo han sido dos novatos de poca monta. Esperemos que al menos valgan lo suficiente para comprarnos un par de chicles.


Dijo ahora el tipo de la gravedad con una pereza increíble, al mismo tiempo que acariciaba el mango de una de sus dos espadas, la plateada precisamente. No le gustaba tener que matar, prefería dejar a la gente inconsciente, por un momento se puso a pensar en donde estaría su mono con alas. Dejó de darle importancia al tema del simio y volvió a mirar al líder, al mismo tiempo que llevaba ambas manos a los bolsillos de aquel cómodo abrigo blanco. Muchos de los marineros se pusieron a limpiar los destrozos que había ocasionado el cazador castaño, los cristales podían ser peligrosos y además había muchos litros de bebidas alcohólicas derramados por el suelo. Él le ponía a aquellas comidas, cincos y cuatros. Era un buen cocinero y sabía cuando un plato no estaba del todo bien, sin embargo se daba él mismo a los suyos, sietes y ochos, no era muy egocéntrico, solo lo justo. Ahora esperaba la siguiente orden del jefe o que pasara algo interesante, ambas opciones le valían totalmente.

El líder quería poner punto y final a la misión, era todavía temprano, lo que hizo que el castaño inflara ambos mofletes, la culpa era de aquellos tipos por ser tan débiles. No habían dado el espectáculo suficiente y por ello se veían ahora obligados a dormir. Sin embargo el tuerto ahora tenía ganas de liarla y pasarlo bien. Por lo que de repente sonrió de lado mientras se acercaba a la borda y miraba como un banco de peces pasaba por debajo, sentía ganas de tirarse y nadar con ellos, pero era un martillo en el agua debido a su fruta del diablo. No podía nadar y por ello no podía jugar con los peces a ver quién era más rápido, por el momento no quería finalizar la noche, era hora de juegos y aventuras imaginarias del maldito loco. Soltó una sonora carcajada escuchando las palabras del peliblanco sobre buscar un trabajo más interesante, de repente miró a los ojos de su líder y le obstruyó el paso unos segundos. Observándole de forma sádica y fija, levantó su parche mostrando su ojo totalmente sano, o eso parecía, era un ojo cyborg. Después se relamió y empezó a hablar en un tono enfermizo.


- Jefe, ha pasado una cosa fascinante. Ahora debido a la esencia cósmica de los cacahuetes, soy un dinosaurio. ¡Gruuuuuuun!

Ahora comenzó a emitir gruñidos mientras colocaba los brazos como si fuera un tiranosaurus y comenzó a alejarse caminando entre las personas de la fiesta. Estos lo miraban con una expresión de miedo increíble, las madres alejaban a sus hijos, pero el tuerto cachondo gruñía y se iba comiendo encima los muslos de pollo. De repente escuchó un sonido que reconocía perfectamente, venía del mástil del barco, de repente una cáscara de plátano cayó sobre su cabeza. La cogió despacio y la examinó con la mirada, después de aquello sonrió de lado mientras pensaba “Es él” miró hacia arriba soltando una enorme carcajada. Allí estaba su mono, un ser que se había llevado de la isla de los animales raros, su cuerpo era el de un mono con varias patas de araña y alas. El animal le miraba con el ceño fruncido y gruñendo. De repente el simio se lanzó a por el cazador mientras gritaba golpeándose el pecho, lo que hizo que el espadachín gritara con fuerza abriendo muchísimo la boca e hiciera la postura de la grulla.


- !Aquí me tienes diablo del Norte!


El puño del animal se estrelló en el rostro del castaño, tirándole contra la mesa del centro del barco. Los vasos y platos salieron volando mientras el tipo del parche fruncía el ceño al notar el dolor en su espalda. Se levantó como pudo jadeando y mirando al mono, el cual estaba sobre una bandeja de pescado y sonriendo de lado. Ambos se lanzaron el uno contra el otro, los puños y piernas volaban en aquel combate de karate inventado en el que dominaba el mono más que ninguno. Era una escena de lo más impactante, parecía un verdadero combate a muerte, pero el ver a un hombre y un mono así era demasiado raro. Los sonidos emitidos por el simio eran unos gruñidos increíbles, cosa que el cazador no iba a soportar y rugió como si fuera un animal mientras lanzaba patadas y puñetazos a su eterno rival. Cada día debía reventarse con el mono a golpes, si no, no era feliz de ninguna forma. No sabía si Kaito se había ido a dormir, pero él pensaba luchar con el poderoso simio hasta la muerte.