Mark Kjellberg
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Akuma no mi
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Recordar a Mutenroshi no era algo que me agradara demasiado, eso había que admitir. Pero también lo recordaba con una amplia sonrisa dibujada en mi rostro a lo que comía un buen trozo de carne. ¿En donde estaba? En el Reino de Lvneel. Hacía relativamente poco tiempo había capturado a una no tan famosa pirata apodada "Heart Q" allí, por lo que algunas personas ya tenían mi cara registrada y aunque muchos me mirasen con temor, otros expresaban respeto hacia mi presencia, por lo que notaba que gradualmente me iba a haciendo una fama de la cual poder decir que tenía renombre; Estaba en una taberna, sentado en una de las bancas predispuestas frente a la ficha barra del local. Bebiendo una jarra de cerveza a nombre del Ojii-san que fue mi maestro por dos años y medio aproximadamente. El tabernero me quedaba mirando fijo a los ojos, notándose en su mirada cierta duda o inseguridad frente a mi, a lo que yo enarcando una ceja fui el primero en dirigir la palabra. — ¿Qué pasa? Parece como si hubieses visto a un fantasma o algo por el estilo. — comenté yo, dándole otro gran mordisco a la carne que estaba en mi plato, bebiendo luego un gran trago de cerveza. El tabernero tragó duro y luego renegó con la cabeza, mientras lustraba los vasos. Su apariencia era bastante común a decir verdad, una melena no demasiado larga y desalineada de color violeta oscuro, un rostro cuadrado y masculino con sombra de barba de al menos media semana y un bigote que decoraba su rostro encima de su labio superior.
— Nada en especial, muchacho... Solamente que me recuerdas mucho a un viejo amigo que pasaba viniendo a esta taberna. ¿Cómo es tu nombre? Si no te molesta decírmelo. — respondió él con suma parsimonia. Yo, mirándole algo dudoso de cuales eran sus verdaderas intenciones hacia mi diciéndome aquello, aclaré mi garganta y asentí con la cabeza dejándole saber que le respondería. — Mi nombre es Mark Kjellberg, seguramente habrás oído hablar de mi por la boca de muchos, más aún así seguro mi presencia es diferente por como la cuentan, ¿A que sí? — le decía yo con un ego que volaba por las nubes. El contrario asintió con la cabeza, dándome la razón sin titubear ni un solo segundo, pero mi nombre parecía no decirle mucho desgraciadamente. Parecía muy curioso aquello, más aún así renegando con la cabeza y encogiéndose de hombros, me dejó saber que no estaba del todo seguro si me conocía en cuanto a nombre al menos. — No, no es siquiera el apellido de aquel que conocí... pero en serio, se parecía mucho a ti, solo que con la diferencia de que este tenía pelo azabache y no azul. — terminó por explicar aquel hombre. Yo emití un simple "Mhm~" como para darle la razón, o mejor dicho, dejarle saber que había comprendido lo dicho. Simplemente curioso, lo recordaría para más a futuro, tal vez esa ínfima información que me había otorgado, por más que solamente pudiese ser una mera coincidencia, no podía dejarla ir así sin más; Había cierto aire pesado y extraño en el ambiente... pero nada a lo que le prestase demasiada importancia, seguro solo era mi simple parecer y nada más.
— Nada en especial, muchacho... Solamente que me recuerdas mucho a un viejo amigo que pasaba viniendo a esta taberna. ¿Cómo es tu nombre? Si no te molesta decírmelo. — respondió él con suma parsimonia. Yo, mirándole algo dudoso de cuales eran sus verdaderas intenciones hacia mi diciéndome aquello, aclaré mi garganta y asentí con la cabeza dejándole saber que le respondería. — Mi nombre es Mark Kjellberg, seguramente habrás oído hablar de mi por la boca de muchos, más aún así seguro mi presencia es diferente por como la cuentan, ¿A que sí? — le decía yo con un ego que volaba por las nubes. El contrario asintió con la cabeza, dándome la razón sin titubear ni un solo segundo, pero mi nombre parecía no decirle mucho desgraciadamente. Parecía muy curioso aquello, más aún así renegando con la cabeza y encogiéndose de hombros, me dejó saber que no estaba del todo seguro si me conocía en cuanto a nombre al menos. — No, no es siquiera el apellido de aquel que conocí... pero en serio, se parecía mucho a ti, solo que con la diferencia de que este tenía pelo azabache y no azul. — terminó por explicar aquel hombre. Yo emití un simple "Mhm~" como para darle la razón, o mejor dicho, dejarle saber que había comprendido lo dicho. Simplemente curioso, lo recordaría para más a futuro, tal vez esa ínfima información que me había otorgado, por más que solamente pudiese ser una mera coincidencia, no podía dejarla ir así sin más; Había cierto aire pesado y extraño en el ambiente... pero nada a lo que le prestase demasiada importancia, seguro solo era mi simple parecer y nada más.
Sawn
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Akuma no mi
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No había frecuentado mucho aquel sitio, normalmente me estaba moviendo pro el Nuevo Mundo, donde había más actividad y diversión. Esta vez había hecho una excepción y me había ido hasta el North Blue para ir especialmente al Reino Lvneel, me habían hablado bien de ese sitio y al no tener mucha cosa que hacer decidí hacer un viaje largo hasta allí, por lo menos así mejoraría mi nivel de navegante aprendiendo cosas nuevas y poniendo a práctica la que ya sabía. Si mal no recodaba en esas fechas se hacía una especie de celebraciones no se a quien, podría decirse de otra manera que la ciudad que iba a visitar iba a estar en todo su esplendor.
Puse el barco a primera linea del puerto, me daba igual si lo saqueaban, simplemente porque no había nada, ya que solo había llevado lo mas importante, mi espada ropera y el dinero. Toqué tierra firme y sin perder ningún segundo empecé a caminar adentrándome en la ciudad, había mucha persona con bolsas de un lado para otro, estarían preparando la compra de la semana o cualquier cosa. No solo eso llamó mi atención, además de la gran diversidad de personas, había la misma cantidad o inferior de tiendas de todo tipo de cosas: restaurantes, floristerías, herrerías,....
De momento, antes de empezar a hacer otras cosas, me dediqué a mirar donde estaba la taberna, aquel lugar donde la información corría tan rápido como lo hacía una liebre en medio de una pradera, allí sería el sitio ideal para preguntar la localización de alguna posada para pasar allí unos cuantos días, bueno, eso sí, si me daba el dinero para estar varios días. Tras esquivar a la muchedumbre por fin encontré la taberna, era un edificio restaurado, pero igualmente se notaba que ya era algo viejo donde justo encima de la puerta pegado en la pared ponía un cartel de madera con el nombre de la taberna.
Entré, quería pedir información de la ciudad, además me pediría algo. Me senté en una silla colocada en una mesa que estaba a la mitad del establecimiento, justo pegado en la ventana, así podría ver el movimiento de la ciudad mientras estaba sentado tranquilamente. Al momento apareció una chica joven de pelo rojo, la verdad no había visto en mi vida a alguien con ese tono de color en el pelo, le quedaba muy bien. Con una sonrisa me preguntó que quería, simplemente le pedí algo de beber para quitarme la sequedad de la boca. Tras pedir ella se fue como había venido, con una sonrisa en la boca. Mientras esperé mirando por la ventana casi empanado como una mujer ayudaba a otra con su compra, ya que no podía con todas las bolsas, eso me hizo que se pintara en mi cara una sonrisa, esa era una de las muy pocas veces que había sonreído al mundo.
Puse el barco a primera linea del puerto, me daba igual si lo saqueaban, simplemente porque no había nada, ya que solo había llevado lo mas importante, mi espada ropera y el dinero. Toqué tierra firme y sin perder ningún segundo empecé a caminar adentrándome en la ciudad, había mucha persona con bolsas de un lado para otro, estarían preparando la compra de la semana o cualquier cosa. No solo eso llamó mi atención, además de la gran diversidad de personas, había la misma cantidad o inferior de tiendas de todo tipo de cosas: restaurantes, floristerías, herrerías,....
De momento, antes de empezar a hacer otras cosas, me dediqué a mirar donde estaba la taberna, aquel lugar donde la información corría tan rápido como lo hacía una liebre en medio de una pradera, allí sería el sitio ideal para preguntar la localización de alguna posada para pasar allí unos cuantos días, bueno, eso sí, si me daba el dinero para estar varios días. Tras esquivar a la muchedumbre por fin encontré la taberna, era un edificio restaurado, pero igualmente se notaba que ya era algo viejo donde justo encima de la puerta pegado en la pared ponía un cartel de madera con el nombre de la taberna.
Entré, quería pedir información de la ciudad, además me pediría algo. Me senté en una silla colocada en una mesa que estaba a la mitad del establecimiento, justo pegado en la ventana, así podría ver el movimiento de la ciudad mientras estaba sentado tranquilamente. Al momento apareció una chica joven de pelo rojo, la verdad no había visto en mi vida a alguien con ese tono de color en el pelo, le quedaba muy bien. Con una sonrisa me preguntó que quería, simplemente le pedí algo de beber para quitarme la sequedad de la boca. Tras pedir ella se fue como había venido, con una sonrisa en la boca. Mientras esperé mirando por la ventana casi empanado como una mujer ayudaba a otra con su compra, ya que no podía con todas las bolsas, eso me hizo que se pintara en mi cara una sonrisa, esa era una de las muy pocas veces que había sonreído al mundo.
Yumiko Mei
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Akuma no mi
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Me encontraba navegando otro día más el vasto océano, esta vez el North Blue. Llegué a este mar en busca del sake que en este mar se proclama el mejor del mundo, que mejor que ir a probarlo ahí mismo. Esa mañana se había modificado un poco el clima comparado a días anteriores cuando hacía demasiado frío, desde hacía unas horas se sentía calor con una leve brisa. No había mucho movimiento por ese extraño océano y para más extraño aún, no había visto ningún barco marine en todo lo que llevaba de viaje por ese mar, ¿se habían extinguido o quizás solo se quedaban en las islas a resguardo del frío? Cuando pisase tierra recibiría la respuesta, o al menos eso pensé.
Mi bote era pequeño y solo me encontraba yo en este, junto a mi pequeño peluche que me acompañaba en todas las travesías, llevaba muchas cosas encima esa vez, pues mis diferentes viajes me han dado multitud de objetos, desde conchas hasta botas para correr, tenía que probarlas y la próxima isla sería el lugar para estrenar todos mis objetos, o gran parte de ellos. ¿Quién pensaría que mientras viajaba me encontrase con un gran trozo de hielo en medio del mar? Era un iceberg, tuve que esquivarlo y en la cima se observaban pequeños animales correteando, eran pingüinos, en mi cara se dibujo una sonrisa y proseguí mi camino saludándoles.
El mar se volvía cada vez más estable y la fuerte niebla que lo cubría se disipaba poco a poco hasta que pude contemplar lo tan anhelado en el mar, tierra firme. Cogí los remos con fuerza y remé tan rápido como pude hasta que unos minutos después toque tierra exhausta por el esfuerzo. Deje el pequeño barco en el puerto y pregunte al que parecía ser el jefe del puerto por la cuota que hay que pagar, a lo que me contesto sonriendo: -Usted no tiene que pagar nada señorita.-
-Muchas gracias, esta isla es encantadora.- Respondí yo a su frase con una sonrisa y para aprovechar esa amabilidad añadí- ¿Sabe usted en que isla me encuentro?, no tengo un mapa de este mar.
-El famoso reino de Lvneel, hogar del mentiroso Noland y muchos otros cuentos antiguos, disfrute de su estancia señorita.-Contesto siguiendo con su sonrisa que casi parecía acosarme.
-Gracias, disfrutare sin duda.- Dije para finalizar la conversación y proseguir mi camino en busca de algo que llamara la atención.
Y hubo algo que la llamó sin duda, un cartel de taberna, por fin podría probar el sake que tanto anhelaban mis papilas gustativas y mi garganta. Sin más preámbulos entré al establecimiento y fui directa hacía el señor de la barra, sin percatarme de que había un vaso encima de esta lo moví y resultó que se cayo encima de una persona que se encontraba sentada en una silla al lado mía.(A Mark.)
-Discúlpame, no era mi intención, hoy estoy muy torpe.- Esperaba que no le hubiera fastidiado y le dí un pequeño trapo para después hablar con el tabernero.
-Tabernero, deme el mejor sake que tenga, tendré el dinero necesario para pagarlo, de eso no se preocupe y a este señor dele lo que quiera, puesto que fui la culpable de haberle manchado.- Dije en voz fuerte pero manteniendo la sonrisa y haciendo un esfuerzo por parecer dura, pues lo era, pero no tanto.
Tras estas frases el tabernero se fue trayendo las cosas y yo me senté al lado del hombre que había manchado y comencé a hablarle.
-Ya lo siento por lo anterior ocurrido, si necesitas puedo pagarte la lavandería.- Dije intentando mantener una cara sonriente aunque resultara difícil, era muy torpe y para colmo cuando me percaté de que mi osito de peluche tenía los ojos brillando me caí hacía atrás de la silla dándome un cabezazo contra el suelo y haciendo un difícil esfuerzo por volverme a subir. Esperaba a que ese hombre me ayudara aunque no sabía si lo haría.
¿Quien era el usuario de akuma que se encontraba en esa sala y quien sería el príncipe que me ayudaría a levantarme de esa torpe acción? Esas eran las preguntas que rondaban por mi cabeza mientras me encontraba en el suelo viendo las estrellas por el dolor del golpe.
Mi bote era pequeño y solo me encontraba yo en este, junto a mi pequeño peluche que me acompañaba en todas las travesías, llevaba muchas cosas encima esa vez, pues mis diferentes viajes me han dado multitud de objetos, desde conchas hasta botas para correr, tenía que probarlas y la próxima isla sería el lugar para estrenar todos mis objetos, o gran parte de ellos. ¿Quién pensaría que mientras viajaba me encontrase con un gran trozo de hielo en medio del mar? Era un iceberg, tuve que esquivarlo y en la cima se observaban pequeños animales correteando, eran pingüinos, en mi cara se dibujo una sonrisa y proseguí mi camino saludándoles.
El mar se volvía cada vez más estable y la fuerte niebla que lo cubría se disipaba poco a poco hasta que pude contemplar lo tan anhelado en el mar, tierra firme. Cogí los remos con fuerza y remé tan rápido como pude hasta que unos minutos después toque tierra exhausta por el esfuerzo. Deje el pequeño barco en el puerto y pregunte al que parecía ser el jefe del puerto por la cuota que hay que pagar, a lo que me contesto sonriendo: -Usted no tiene que pagar nada señorita.-
-Muchas gracias, esta isla es encantadora.- Respondí yo a su frase con una sonrisa y para aprovechar esa amabilidad añadí- ¿Sabe usted en que isla me encuentro?, no tengo un mapa de este mar.
-El famoso reino de Lvneel, hogar del mentiroso Noland y muchos otros cuentos antiguos, disfrute de su estancia señorita.-Contesto siguiendo con su sonrisa que casi parecía acosarme.
-Gracias, disfrutare sin duda.- Dije para finalizar la conversación y proseguir mi camino en busca de algo que llamara la atención.
Y hubo algo que la llamó sin duda, un cartel de taberna, por fin podría probar el sake que tanto anhelaban mis papilas gustativas y mi garganta. Sin más preámbulos entré al establecimiento y fui directa hacía el señor de la barra, sin percatarme de que había un vaso encima de esta lo moví y resultó que se cayo encima de una persona que se encontraba sentada en una silla al lado mía.(A Mark.)
-Discúlpame, no era mi intención, hoy estoy muy torpe.- Esperaba que no le hubiera fastidiado y le dí un pequeño trapo para después hablar con el tabernero.
-Tabernero, deme el mejor sake que tenga, tendré el dinero necesario para pagarlo, de eso no se preocupe y a este señor dele lo que quiera, puesto que fui la culpable de haberle manchado.- Dije en voz fuerte pero manteniendo la sonrisa y haciendo un esfuerzo por parecer dura, pues lo era, pero no tanto.
Tras estas frases el tabernero se fue trayendo las cosas y yo me senté al lado del hombre que había manchado y comencé a hablarle.
-Ya lo siento por lo anterior ocurrido, si necesitas puedo pagarte la lavandería.- Dije intentando mantener una cara sonriente aunque resultara difícil, era muy torpe y para colmo cuando me percaté de que mi osito de peluche tenía los ojos brillando me caí hacía atrás de la silla dándome un cabezazo contra el suelo y haciendo un difícil esfuerzo por volverme a subir. Esperaba a que ese hombre me ayudara aunque no sabía si lo haría.
¿Quien era el usuario de akuma que se encontraba en esa sala y quien sería el príncipe que me ayudaría a levantarme de esa torpe acción? Esas eran las preguntas que rondaban por mi cabeza mientras me encontraba en el suelo viendo las estrellas por el dolor del golpe.
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