Revolución marcial. Encuentro entre el gobierno y revolución en la Isla Karate.[Rol Moderado/Kura]

Isla Karate, un lugar donde las artes marciales son estilo de vida, donde el entrenamiento del cuerpo y la mente dan fama y nombre a la isla. Todo está muy tranquilo, las personas se encuentran realizando sus vidas tranquilamente como de costumbre, no parece que ocurra nada fuera de lo común, no parece haber ninguna novedad que llame la atención. Es un día soleado, despejado y sin nubes, un magnífico día para pasear por la isla y las playas de la misma. Te encuentras en un barco de polizón, has logrado llegar sin que se den cuenta de ello, pero ahora tienes que bajar sin que te pillen o podrías tener problemas.

Debes decidir, te quedas y acabas de nuevo en alta mar o bajas y te arriesgas a que te pillen.

Y por fin había llegado a su destino, la Isla del Karate se podía ver a escasa distancia del barco donde se había colado ya hace un par de días. Después del largo viaje, obligado a estar oculto, robar cual ratero mendrugos de pan y otros alimentos para sobrevivir, y el enorme aburrimiento de estar metido en una caja durante la mayor parte del tiempo por fin se podía ir de ese maldito barco.

La pregunta era: ¿ Qué diablos hacía Kura metido en una caja rumbo a su antiguo hogar? El panda aún se lo preguntaba a si mismo, desde el fatídico accidente que se llevó a la mitad de la Marina la armada revolucionaria estaba demasiado ocupada reclamando territorios; pero esto no podía esperar.

Un murciélago mensajero había localizado a Kura para entregarle un mensaje del mismísimo maestro del oso: El honorable Kung Yi, quien rescató al osito de una muerte segura y le enseñó todo lo que sabía sobre artes marciales. Para el joven era la única familia que le quedaba, les unía un lazo mayor que el de sangre.

En el mensaje no decía claro porque le convocaba de forma urgente en su antiguo dojo, solo que se dirigiera ahí lo más raudo posible, era una cuestión vital.

El panda ni lo pensó, y tras coger las escasas pertenencias que poseía puso rumbo a la isla, por suerte en el puerto local donde se encontraba uno de los cuartes de la revolución un pequeño barco mercante se dirigía a dicha isla, por lo que Kura decidió aprovechar, colarse para él fue demasiado fácil.

Pero después de tanto tiempo por fin había llegado, ya se escuchaba a la tripulación desembarcar en la hermosa isla, pero no se podía despistar, lo más seguro es que aún quedase algún marinero dentro del barco. Así que tras colocarse su chaqueta de infiltración, convirtió todo su cuerpo en vapor y escapando lentamente por una ventana abierta llegó a la isla.

Tras asegurarse de estar lo más alejado posible del barco, volvió a su forma sólida, era hora de ir al dojo. Después de un pequeño paseo por la peculiar isla, repleta de distintos practicantes de todo tipo de artes marciales, Kura llegó a su objetivo.

Las puertas de madera que servían de acceso a su antiguo dojo se encontraban en frente del oso, se encontraba nervioso por la reunión después de tanto tiempo con su maestro, pero el tiempo apremiaba, por lo que tras llamar varias veces a la puerta entró en el recinto.

-Maestro Kung, soy Kura- dijo el oso en alto, ya que no podía localizar a su maestro.

Entras a un dojo de artes marciales, tatami impoluto, todo muy cuidado, y en un lado del dojo se ve a un hombre de estatura mediana tirando a baja, anciano, debería tener ya más de sesenta años por lo menos, y se encuentra leyendo una revista de forma muy concentrada. No se sabe bien cual es pero en el momento en el que saludas el hombre se apresura en esconderla, al parecer no es una revista que sea agradable que la vean mientras lees.

- Hola Kura, me alegro de que hayas respondido a mi llamada. ¿Sabes por qué te llamé urgentemente? Pregunta el hombre con una voz algo agarrada como si estuviera resfriado. Mientras tanto en el exterior de la sala se escuchan gritos y disparos. Puede ser que eso esté relacionado con el mensaje de tu maestro. ¿Irás a ver lo que sucede? ¿O te quedarás a hablar con tu maestro?