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- mensaje para la Brigada:
- Por orden del Almirante de Flota Luchs, se encomienda a la Brigada la reconquista de la Isla Conomi. La Armada Revolucionaria ha establecido un campamento de guerra en el lugar y ha declarado la isla como su territorio. No podemos tolerar semejante atrevimiento. Es hora de actuar. Tomen el cuartel revolucionario por asalto y no hagan rehenes. Maten a todos los rebeldes. Buena suerte.
Un tiempo después
Los botes de desembarco se acercaban lentamente a la costa. En el agua entre estos iban cayendo las balas de cañón de la artillería revolucionaria, pero era ya demasiado tarde para detenerles. La Brigada estaba ya casi en la playa, y superaban en número y fuerza a sus enemigos. Mientras que los marines iban agachados y se cubrían en las barcazas para evitar los tiros de los francotiradores rebeldes, el Almirante Kurotora iba de pie sobre la proa de su bote, con su chaqueta blanca ondeando al viento. El líder de la Brigada era un hombre muy alto, de casi dos metros de altura, y bastante corpulento. Su pelo castaño era tan largo que le llegaba hasta el pecho, y llevaba una barba espesa bien cuidada que le daba un aire serio y maduro. Sus ojos, de diferentes colores (el derecho era marrón, pero el izquierdo era rojo intenso), oteaban el horizonte, observando las posiciones de los enemigos y su despliegue. Un detalle poco conocido sobre él era que el ojo izquierdo era en realidad una pieza de ingeniería cyborg, su ojo real lo había perdido en una pelea contra el difunto fundador de los Sons of Anarchy, Red Stinger.
- ¡Estad preparados, marines! Superamos al enemigo numéricamente, pero se han situado bien. Nuestro primer objetivo será tomar por asalto la línea de trincheras de la playa, priorizando la captura de su artillería. Una vez hecho eso, avanzaremos hacia el poblado.
En la playa había, como bien había dicho Karl, una serie de barricadas y trincheras llenas de soldados de la Revolución. Tras la línea defensiva había puestos atrincherados con ametralladoras, y cañones a modo de artillería. El marine se rascó la barba observándolos. Tendría que despejar los búnkeres de ametralladoras si quería despejarle el camino a sus chicos para que pudiesen tomar las trincheras sin que los masacraran. También se fijó, empleando el zoom de su ojo cyborg, en que en las colinas cercanas (resguardadas tras la línea de trincheras) había bombardas y francotiradores. No sería un combate tan sencillo como había pensado. Había un total de tres líneas de trincheras, llenas de vallas de espinas y defensas de toda clase. Si no tenía cuidado, perdería a muchos valientes en el intento de conquistar la plaza fuerte rebelde. Por suerte ellos también tenían artillería. Varios cientos de metros mar adentro, el buque insignia de la Brigada (un navío de guerra de primera clase) estaba estacionado, preparado para liberar su enorme potencia de fuego. Eso junto con varios buques de menor tamaño pero igualmente temibles. Viendo que estaban entrando en el rango de las ametralladoras, Karl sacó su den den mushi y dijo:
- Es la hora. Bombardead las posiciones revolucionarias, pero procurad centraros en las zonas superiores de la playa para evitar darle a nuestros hombres. Que comience la batalla.
Los cañones rugieron en la distancia, y el silbido de la balas precedió a las grandes explosiones que sumieron a los defensores en el caos más absoluto. Para cuando los revolucionario se hubieron reorganizado, los botes de desembarco habían tocado la arena. El Almirante bajó a la playa de un salto y declaró, con un grito:
- ¡ES LA HORA! ¡A LA CARGA, MIS VALIENTES! ¡ENSEÑADLES A ESOS PERROS LO QUE PODEMOS HACER!
Los reclutas invadieron la playa, disparando a diestro y siniestro y dando gritos mientras corrían hacia la primera línea defensiva. El Almirante observó la situación mientras se preparaba para avanzar hasta los puestos de ametralladoras y destrozarlos. Se pusó a calentar y sacó una rumble ball, mirándola con seriedad. Era hora de matar o morir... aunque en su caso lo segundo era poco probable a menos que hubiera algún comandante revolucionario.
¿Qué podía superar a la conquista de una isla? ¿Qué era más ameno para una mañana de Martes como aquella que un genocidio? Seguramente un buen libro, una bella mujer y una botella llena de Bourbon, pero los viejos estaban preocupados. ¿Isla Conomi? Una posición secundaria para el Gobierno, terciaria tal vez para la revolución, o al menos eso asemejaba. Naranjas, un pueblo volcado y el cuartel general de unos piratas hacía ya más de 100 años. ¿Qué intereses podía tener el gobierno Mundial en mantener aquello, cuando más que un beneficio para su sistema representaba una lacra? Algo se escondía en Conomi, o eso esperaba. Aún se podían ver los restos de Loguetown desde cualquier punto del East Blue, no era la mejor opción jugar otra vez, y si la revolución andaba por ahí tal vez Azumi Kento rondase el lugar. Al espadachín poco le importaba todo aquello, tan sólo debía colocarse su armadura dorada y dejar su espada segar carne como si el trigo en una cosecha fuera. Sonaba muy divertido.
Calzó las grebas y cinchó el peto, al tiempo que se preparaba para colocar el tabardo con su preciosa capucha. Algunas veces tenía problemas por llevar aquello, o tendría de no ser usuario de Akuma no mi. Si caía al agua iría hacia el fondo como si sus pies fueran de plomo, pero poco o nada importaba el metal que llevara encima cuando lo hiciera. Las palabras de Karl sonaron en la cubierta, tal vez motivadoras para algunos, pero para un espadachín que buscaba un reto tan sólo significaba trabajo aburrido. "Karl, a veces te pierden las formas. Salta ahí y mátalos, todos sabemos que no hace falta más", pensó mientras terminaba de ponerse la compleja armadura y deslizaba la capucha por encima de su cabeza, cubriéndole la cara. Se miró al espejo, y no veía nada más allá de las sombras, mientras el barco aminoraba su marcha. Ya casi era el momento de bajar a tierra y divertirse.
Salió al exterior, y bajó al muelle. No era muy inteligente por parte del almirante entrar con tanta pomposidad. El puño en la Vela mayor, en un barco exageradamente grande. Hasta su habitación de "recluta" era una suite comparada con los barracones donde dormía el Cippher Pol. Sin duda Karl los estaba llevando ahí para aparentar. Quería demostrar la grandeza de la Brigada Disciplinaria, y su control de los mares más allá de la Élite o la Hero's Force, ambas divisiones muy extrañas, entre ellas Krauser y Minato, dos personas que si supieran qué hizo Karl se lanzarían contra él, pero... ¿Qué pasaría? La quimera era una mala bestia, tal vez flaqueando en cerebro, pero cuando puedes lobotomizar a alguien, ¿A quién le importa ser idiota?
"En fin, manos a la obra", pensó. La gente bajaba por una tabla, exponiéndose, y otros saltaban al agua. Para él esa opción estaba vetada, aunque tenía una tercera opción. Subió a la quilla, y puso un pie sobre el vacío. Del barco comenzó a extenderse un hermoso puente de hielo, que comunicó pronto con la playa, y el "Recluta" Vincent Black comenzó a caminar por aquella improvisada pasarela, que una pequeña llamarada comenzó a derretir tras que atravesara la mitad, y llegó a tierra.
-Vaya, así que en estas zonas os atrincheráis- dijo, viendo la zanja tras una veintena de picas dirigidas hacia la costa-. ¿Alguna vez habéis visto a la muerte?
Sonrió, pero nadie podía verlo a través de la capucha. Sólo era un espectro. Dos niños lo apuntaban con armas, y en su mano el bastón comenzaba a vibrar, tornándose una espada. "No", pensó, y el arma se mantuvo como un cetro, brillando ligeramente. No podía matar niños, ¿Quién los había puesto ahí? Simples adolescentes sin un futuro, ¿A ese punto llegaba la desesperación de la gente? Jóvenes luchando con sus vidas por una isla sin importancia. "En fin, ya veremos qué haré luego".
-Largaos de aquí. Ya- los niños corrieron, y un adulto apareció, instándolos a volver, amenazándolos-. Esa no es una buena opción, caballero- soltó, mirando la escena, conteniendo la rabia que empezaba a nacer en él-. A los niños no los mataré, pero tú... Tú sólo eres alguien que no merece vivir.
Lo apuntó con el bastón, y un tentáculo salió disparado a por el hombre, que quedó atravesado hasta el corazón. "Tranquilo, se puede vivir así", dijo su mente, mientras el espadachín se tocaba el centro del pecho. La gente huyó del lugar por uno de los túneles que comunicaban la trinchera con el centro de la isla. Hasta las torretas y ametralladoras de aquella zona estaban vacías ahora. Qué poderoso era el miedo. "Perfecto".
-¡Karl!- gritó. Le daba igual que fuera un Almirante, seguía siendo Karl para él y el protocolo no era su fuerte-. Por aquí despejado. ¿Nuevas órdenes?
Calzó las grebas y cinchó el peto, al tiempo que se preparaba para colocar el tabardo con su preciosa capucha. Algunas veces tenía problemas por llevar aquello, o tendría de no ser usuario de Akuma no mi. Si caía al agua iría hacia el fondo como si sus pies fueran de plomo, pero poco o nada importaba el metal que llevara encima cuando lo hiciera. Las palabras de Karl sonaron en la cubierta, tal vez motivadoras para algunos, pero para un espadachín que buscaba un reto tan sólo significaba trabajo aburrido. "Karl, a veces te pierden las formas. Salta ahí y mátalos, todos sabemos que no hace falta más", pensó mientras terminaba de ponerse la compleja armadura y deslizaba la capucha por encima de su cabeza, cubriéndole la cara. Se miró al espejo, y no veía nada más allá de las sombras, mientras el barco aminoraba su marcha. Ya casi era el momento de bajar a tierra y divertirse.
Salió al exterior, y bajó al muelle. No era muy inteligente por parte del almirante entrar con tanta pomposidad. El puño en la Vela mayor, en un barco exageradamente grande. Hasta su habitación de "recluta" era una suite comparada con los barracones donde dormía el Cippher Pol. Sin duda Karl los estaba llevando ahí para aparentar. Quería demostrar la grandeza de la Brigada Disciplinaria, y su control de los mares más allá de la Élite o la Hero's Force, ambas divisiones muy extrañas, entre ellas Krauser y Minato, dos personas que si supieran qué hizo Karl se lanzarían contra él, pero... ¿Qué pasaría? La quimera era una mala bestia, tal vez flaqueando en cerebro, pero cuando puedes lobotomizar a alguien, ¿A quién le importa ser idiota?
"En fin, manos a la obra", pensó. La gente bajaba por una tabla, exponiéndose, y otros saltaban al agua. Para él esa opción estaba vetada, aunque tenía una tercera opción. Subió a la quilla, y puso un pie sobre el vacío. Del barco comenzó a extenderse un hermoso puente de hielo, que comunicó pronto con la playa, y el "Recluta" Vincent Black comenzó a caminar por aquella improvisada pasarela, que una pequeña llamarada comenzó a derretir tras que atravesara la mitad, y llegó a tierra.
-Vaya, así que en estas zonas os atrincheráis- dijo, viendo la zanja tras una veintena de picas dirigidas hacia la costa-. ¿Alguna vez habéis visto a la muerte?
Sonrió, pero nadie podía verlo a través de la capucha. Sólo era un espectro. Dos niños lo apuntaban con armas, y en su mano el bastón comenzaba a vibrar, tornándose una espada. "No", pensó, y el arma se mantuvo como un cetro, brillando ligeramente. No podía matar niños, ¿Quién los había puesto ahí? Simples adolescentes sin un futuro, ¿A ese punto llegaba la desesperación de la gente? Jóvenes luchando con sus vidas por una isla sin importancia. "En fin, ya veremos qué haré luego".
-Largaos de aquí. Ya- los niños corrieron, y un adulto apareció, instándolos a volver, amenazándolos-. Esa no es una buena opción, caballero- soltó, mirando la escena, conteniendo la rabia que empezaba a nacer en él-. A los niños no los mataré, pero tú... Tú sólo eres alguien que no merece vivir.
Lo apuntó con el bastón, y un tentáculo salió disparado a por el hombre, que quedó atravesado hasta el corazón. "Tranquilo, se puede vivir así", dijo su mente, mientras el espadachín se tocaba el centro del pecho. La gente huyó del lugar por uno de los túneles que comunicaban la trinchera con el centro de la isla. Hasta las torretas y ametralladoras de aquella zona estaban vacías ahora. Qué poderoso era el miedo. "Perfecto".
-¡Karl!- gritó. Le daba igual que fuera un Almirante, seguía siendo Karl para él y el protocolo no era su fuerte-. Por aquí despejado. ¿Nuevas órdenes?
Drako Hyrule
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Era, un día tranquilo, un buen día para arrebatarles una isla de las frías manos de la Armada Revolucionaria. El viento sopabla y la marea hacía más bonito el mar de aquel lugar, el East Blue. La Brigada, se acercaba a la isla lentamente en los botes, mientras las gaviotas surcaban el inmenso cielo bajo las nubes. El Sol, iba a estar presente en aquella batalla que iba a tener lugar en la isla ''Conomi'', iba a ser testigo de toda una masacre de muchos hombres, ya fuesen Marines o Revolucionarios. Una cosa si tenía clara la Brigada, la victoria tenía que ser para ellos.
Mientras se acercaban en los botes, un marine, Drako Hyrule observaba agazapado para evitar el bombardeo de los enemigos, a un almirante, Lion D. Karl:
-Algún día llegaré a ser tan grande como él y ese día, estaré orgulloso de mi mismo- Pensaba el pequeño marine.
El marine afilaba su machete, pues no tenía más armas ni armadura para la gran batalla que se aproximaba. Seguidamente, llegaron a la isla, en la que se armó de valor y decidido a acabar con más criminales de los que había matado jamás, se adentró a la aventura, después de escuchar las palabras motivadoras de su capitán. Él sabía que no iba a tener mucha importancia en esta historia, pues era un simple recluta con mucha ansia y ganas de liberar al mundo de los malhechores que alberga. Con su machete recíen afilado, recordó las ordenes de tomar la línea de trincheras de la playa. Matando a algún que otro revolucionario, seguía avanzando sin miedo a la muerte, cuando de repente dos hombres con fusiles aparecieron, tendrían poca edad, no superarían los dieciocho años, o los tendrían escasamente cumplidos. Usando sus años de expereciencia, dejó su arma ensangrentada en el suelo y levantó las manos, ellos lo apuntaban y lo intentaron llevar a la zona del poblado como rehén. Con una fuerte coz en el costado, le arrebató el arma al chiquillo de su derecha, mientras el otro, intentaba matarlo, y de varios disparos acabó con él.
El marine, vió que se había infiltrado bastante en el territorio enemigo, así que decidió volver y recoger sus objetos, anteriormente dejados para poder llevar a cabo su plan. En aquel momento, vió que su compañero, había hecho huir de terror a los revolucionarios, por su Akuma No Mi. El marine pensó:
-Ahora mismo, soy un pequeño marine, en un asalto, aunque debería estar orgulloso, ya que es el primero de muchos.-
El marine se acercó hasta aquella zona mientras aquel hombre pedía nuevas ordenes a Karl, el capitán de la Brigada de la cual formabamos parte en este asedio.
Mientras se acercaban en los botes, un marine, Drako Hyrule observaba agazapado para evitar el bombardeo de los enemigos, a un almirante, Lion D. Karl:
-Algún día llegaré a ser tan grande como él y ese día, estaré orgulloso de mi mismo- Pensaba el pequeño marine.
El marine afilaba su machete, pues no tenía más armas ni armadura para la gran batalla que se aproximaba. Seguidamente, llegaron a la isla, en la que se armó de valor y decidido a acabar con más criminales de los que había matado jamás, se adentró a la aventura, después de escuchar las palabras motivadoras de su capitán. Él sabía que no iba a tener mucha importancia en esta historia, pues era un simple recluta con mucha ansia y ganas de liberar al mundo de los malhechores que alberga. Con su machete recíen afilado, recordó las ordenes de tomar la línea de trincheras de la playa. Matando a algún que otro revolucionario, seguía avanzando sin miedo a la muerte, cuando de repente dos hombres con fusiles aparecieron, tendrían poca edad, no superarían los dieciocho años, o los tendrían escasamente cumplidos. Usando sus años de expereciencia, dejó su arma ensangrentada en el suelo y levantó las manos, ellos lo apuntaban y lo intentaron llevar a la zona del poblado como rehén. Con una fuerte coz en el costado, le arrebató el arma al chiquillo de su derecha, mientras el otro, intentaba matarlo, y de varios disparos acabó con él.
El marine, vió que se había infiltrado bastante en el territorio enemigo, así que decidió volver y recoger sus objetos, anteriormente dejados para poder llevar a cabo su plan. En aquel momento, vió que su compañero, había hecho huir de terror a los revolucionarios, por su Akuma No Mi. El marine pensó:
-Ahora mismo, soy un pequeño marine, en un asalto, aunque debería estar orgulloso, ya que es el primero de muchos.-
El marine se acercó hasta aquella zona mientras aquel hombre pedía nuevas ordenes a Karl, el capitán de la Brigada de la cual formabamos parte en este asedio.
Albert
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Disparos y mucha sangre, es lo que se podía escuchar y ver en aquella isla en ese momento. Tras nuevas ordenes del Almirante de flota, tuvimos que ir a la Isla Conomi para destruir a una serie de revolucionarios que se les había subido el poder a la cabeza. Ahí entrábamos nosotros, La Brigada, para detenerlos y eso estábamos haciendo en aquel momento. Nada más llegar a la costa, nos quedamos escondidos por los posibles francotiradores, cuando vimos que cesaron esos disparos, empezamos la acción.
Con mis dos cuchillos jamoneros avanzaba lentamente, acabando con los revolucionarios que se me ponían en medio, habían una gran variedad, personas muy viejos y algunos muy jóvenes, era una pena que esos críos tuviesen que participar en ello, pero para mi nadie tenía salvación. Mientras avanzaba un grupo de revolucionarios con grandes armas vinieron a por mi, eran un total de 3, por su estado físico deduje que eran muy fuertes pero algo lentos; eso era lo que iba a utilizar en su contra, la velocidad. Los tres a la vez intentaron atacarme, con un movimiento hacia atrás largo pude esquivar esos ataques, en ese momento fui corriendo a por uno con uno de los cuchillos por delante de mí, que finalmente apagó la vida de uno de ellos.
Tras una serie de movimientos, los otros dos acabaron igual que el primero y yo acabé con una herida leve en el brazo, lo que era la chaquetilla blanca, en esa parte poco a poco el rojo era el protagonista. Miré hacia atrás, no podía creer la gran multitud de cadáveres tanto por parte de los revolucionarios como por la marina. Sin duda todo era una masacre, pero eso no me iba a hacer retroceder ni nada. Tenía muy claro que mi vida está en la marina y en los fogones, no podía dejar que mi primera misión fuese un desastre, tenía que destacar.
De repente me vino solo una persona, tenía un arma un tanto rara, se trataba de un arma de algún metal, de forma redonda, era la primera vez que veía ese tipo de arma y era un tanto peligroso no saber como se podía utilizar ese arma. Sin perder tiempo se lanzó a por mi para atacarme, retrocedí un poco para que no tuviese la distancia oportuna para atacarme. Cuando realizó su movimiento, realicé el mismo movimiento de antes, con un impulso y con una de mis armas delante de mi, me acerqué y con un corte limpio le maté.
Albert: Espero que los demás vayan mejor que yo. -Murmuré-
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Me encontraba en unos de los camarotes de la Brigada disciplinaria, teníamos que acabar con unos revolucionarios, que se habían apoderado de la isla. Apunto de empezar la batalla, empecé a prepararme. Era hora de la guerra y yo, tenía ganas de exterminar a algún que otro insecto. Estaba sentado, leyendo un libro, cuando de pronto empecé a escuchar la voz del Almirante. Ya habíamos llegado a la isla y era la hora de la matanza. Dejé el libro en la mesa, que era sobre robótica y me levanté. Al lado de la puerta estaban posadas mis dos katanas negras, así que antes de salir las agarré y las coloqué en mi cintura, cada una a un lado. Estaba preparado, saqué las hojas de mis codos para comprobar que todo funcionaba correctamente y salí a cubierta. El Almirante se encontraba diciendo unas palabras, hasta que dio la orden de atacar.
Desde el barco, di un gran salto a la playa, propulsando mi cuerpo con el cañón de calor de mis nudillos derecho. Ya estaba en la playa y la masacre acababa de comenzar, me agaché en el suelo y empecé a analizar la situación. Los Revolucionarios tenían muy bien cubierta la isla, así que sería una batalla difícil para alguien como yo. Barricadas, trincheras, soldados.. No será nada fácil. Pensó mi subconsciente. Tenía que pensar algo rápido, así que me levanté y empecé a correr hacia la primera linea, acercándome a una de las barricadas enemigas. Mientras me acercaba, un par de hombres me vinieron hacia mi con espada en mano. No desenfundé mis katanas, ya que no me parecía necesario, simplemente estaba parado, esperando a que se acercasen y, cuando estaban lo suficientemente cerca, levanté mi mano derecha, apuntando con mi muño hacia los dos.
- Combustión.. ¡¡Crematorio!!
De mis nudillos empezaron a salir ondas de calor, que hicieron que los dos revolucionarios cayeran al suelo muertos, con serias quemaduras en el cuerpo. Tenía que darlo todo, incluso mi vida si de eso dependiese la victoria, había que ganar esta guerra y volver a recuperar la isla.
Desde el barco, di un gran salto a la playa, propulsando mi cuerpo con el cañón de calor de mis nudillos derecho. Ya estaba en la playa y la masacre acababa de comenzar, me agaché en el suelo y empecé a analizar la situación. Los Revolucionarios tenían muy bien cubierta la isla, así que sería una batalla difícil para alguien como yo. Barricadas, trincheras, soldados.. No será nada fácil. Pensó mi subconsciente. Tenía que pensar algo rápido, así que me levanté y empecé a correr hacia la primera linea, acercándome a una de las barricadas enemigas. Mientras me acercaba, un par de hombres me vinieron hacia mi con espada en mano. No desenfundé mis katanas, ya que no me parecía necesario, simplemente estaba parado, esperando a que se acercasen y, cuando estaban lo suficientemente cerca, levanté mi mano derecha, apuntando con mi muño hacia los dos.
- Combustión.. ¡¡Crematorio!!
De mis nudillos empezaron a salir ondas de calor, que hicieron que los dos revolucionarios cayeran al suelo muertos, con serias quemaduras en el cuerpo. Tenía que darlo todo, incluso mi vida si de eso dependiese la victoria, había que ganar esta guerra y volver a recuperar la isla.
Lykanrock94
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En la cubierta del buque de la Brigada Disciplinaria, donde recientemente había entrado junto con otros hombres. Me estaba riendo mientras andaba y crujía mis nudillos de la mano derecha. Fui andando hasta bajar del barco. Una vez abajo, me puse a correr hacia una de las barricadas que más cerca estaba de mi posición. Cuatro hombres salieron a mi paso, a atacarme con espadas. Por suerte pude esquivar sus ataques, y de una patada, mandé a volar sus katanas. Luego agarré a los dos hombres por el cuello y se lo partí, mientras los otros dos me apuntaban con sus rifles.
Para zafarme de ellos, lancé los cadáveres de los hombres a los que había partido el cuello, estos cayeron encima de ambos y yo me acercaba rápidamente. Lancé dos puñetazos hacia sus rostros, formando una X con los brazos.
En seguida los dos hombres quedaron inconscientes, pero no estaba contento con lo que había hecho. Agarré el cuello de uno de los dos últimos hombres que había derrotado, lo lancé unos cm sobre mí y cuando sus pies tocaron el suelo, le arreé una patada en toda la cara, mandándolo algunos metros hacia mi izquierda. Hice lo mismo con el otro hombre que quedaba, solo que hacia mi derecha.
- Tssk! Aficionados...
Mientras decía eso, veía como mis compañeros avanzaban hacia el objetivo que nos había dicho el Almirante, a aniquilar a los Revolucionarios y obtener la custodia de esta isla.
Para zafarme de ellos, lancé los cadáveres de los hombres a los que había partido el cuello, estos cayeron encima de ambos y yo me acercaba rápidamente. Lancé dos puñetazos hacia sus rostros, formando una X con los brazos.
En seguida los dos hombres quedaron inconscientes, pero no estaba contento con lo que había hecho. Agarré el cuello de uno de los dos últimos hombres que había derrotado, lo lancé unos cm sobre mí y cuando sus pies tocaron el suelo, le arreé una patada en toda la cara, mandándolo algunos metros hacia mi izquierda. Hice lo mismo con el otro hombre que quedaba, solo que hacia mi derecha.
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Mientras decía eso, veía como mis compañeros avanzaban hacia el objetivo que nos había dicho el Almirante, a aniquilar a los Revolucionarios y obtener la custodia de esta isla.
Johnny Raikov
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Estaba en el buque de la Brigada Disciplinaria, comiendo un poco de carne y Shake, no estaba muy nervioso, ya que era mi primera misión importante para la Marine, seguro que lo aria bien.
Al terminar de comer cogí mi Katana y me cuy a la cubierta, ya que nuestro Capitán estaba dando las ordenes que teníamos que cumplir, al terminar de decir eso me subia a un bote, para llegar mas rápido a la isla, al llegar de u salto toque la playa y dije:
-¿Por donde empezamos?- Mientras desenfundaba mi espada y caminaba para adentrarme a la isla, al dar unos cuanto metros un par de revolucionarios se hacercaron a mi, con la pistola apuntándome al pecho, diciéndome:
-¡Las manos arriba!- Dijo el revolucionario más veterano.
Yo no le hice mucho caso, ya que me quede en la posición que estaba, al ver que no hice ningún movimiento se acercaron a mí, pero sin soltar las pistolas, yo con mi Katana en la mano agarre del cuello al más viejo de los dos y con el filo de la espada rozando su cuello, el joven por miedo empezó a disparar sin apuntar a nadie, una de esas balas cayo en su soldado amigo, yo solté y con el mango de la Katana le di en la cabeza al otro revolucionario, al terminar con esos dos enfunde mi arma y seguí mi camino
Al terminar de comer cogí mi Katana y me cuy a la cubierta, ya que nuestro Capitán estaba dando las ordenes que teníamos que cumplir, al terminar de decir eso me subia a un bote, para llegar mas rápido a la isla, al llegar de u salto toque la playa y dije:
-¿Por donde empezamos?- Mientras desenfundaba mi espada y caminaba para adentrarme a la isla, al dar unos cuanto metros un par de revolucionarios se hacercaron a mi, con la pistola apuntándome al pecho, diciéndome:
-¡Las manos arriba!- Dijo el revolucionario más veterano.
Yo no le hice mucho caso, ya que me quede en la posición que estaba, al ver que no hice ningún movimiento se acercaron a mí, pero sin soltar las pistolas, yo con mi Katana en la mano agarre del cuello al más viejo de los dos y con el filo de la espada rozando su cuello, el joven por miedo empezó a disparar sin apuntar a nadie, una de esas balas cayo en su soldado amigo, yo solté y con el mango de la Katana le di en la cabeza al otro revolucionario, al terminar con esos dos enfunde mi arma y seguí mi camino
Nocturne93
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Estaba realmente nervioso. Era mi primera aventura dentro de la marina, mi primera misión a cumplir bajo las órdenes de mi superior. Pero mi superior en este caso iba más allá de mi propio capitán de flota, quien no era nadie más que el almirante Lion D. Karl. Todavía no podía creer mi suerte de poder haber llegado a ingresar en tal flota, estaba bajo las órdenes directas de uno de los tres grandes almirantes de la marina. Solo una persona estaba más arriba de él en cuanto al rango, y tal vez poder, el almirante de flota Luchs, alguien a quien realmente admiraba, pues por lo que tenía entendido era un gran luchador que jamás había perdido una pelea, o tal vez una en toda su vida, pero continuaba con vida y estaba al mando de toda la marina. Sin duda tenía pinta de ser el hombre perfecto para tal puesto.
Mas aunque estuviera en una flota de tan alto nivel eso no significaba que pudiera distraerme, que estaría seguro de que con gente tan poderosa no iba a correr peligro. No, era todo lo contrario, gente más poderosa se enfrentará a gente más poderosa, e incluso más numerosa, y si quería estar a la altura debía esforzarme a más no poder, no podía despistarme, pues mi objetivo era claro. Alcanzaría un puesto alto en la marina para proteger y mantener a salvo a las islas pequeñas y desconocidas como la mí, y así poder mantener a salvo a mi familia y amigos.
Precisamente por no tener que despistarme ahora estaba practicando mi manejo de la espada en mi camarote, visto ante ojos ajenos podría parecer que estaba practicando una danza con la espada que giraba en una y en otra dirección por los movimientos de mi muñeca. Una práctica que me mantenía entretenido antes de la acción que planteaba esta misión recientemente asignada. El almirante Karl hacía sus propias misiones, pero no podía negarse a cumplir órdenes impuestas por el almirante de flota, quien le había asignado una importante misión. Y muy peligrosa.
Al parecer debíamos ir hacia una isla controlada por la armada revolucionaria y emprender una ofensiva en pos de la conquista de dicha isla, expulsando y aniquilando a todo aquél que dijese ser de la armada revolucionaria. En ésta ocasión estaba claro que nuestro enemigo era bastante numeroso, pero no por ello significaba que no habría nadie de un alto rango entre las filas rebeldas. Estaba completamente serio practicando, la túnica estaba arrojada sobre una silla y comenzaba a sudar, no por el entrenamiento ni la actividad, si no por la presión que sentía al ser esta mi primera misión para la brigada disciplinaria. Era una tarea arduamente complicada que no estaba seguro de poder cumplir junto a mis compañeros.
Estábamos cerca, escuchaba el movimiento de mis compañeros marines, por lo que decidí apurarme y salir de allí para reunirme con el resto de la flota, pronto vendría algún discurso del almirante casi con seguridad, al fin y al cabo tenía entendido que los capitanes siempre daban algún discurso para motivar a sus hombres antes de una lucha. Envainé aquella espada de azulada empuñadura y la puse junto a la espada plateada en mi cintura, atada sobre el cinturón que fijaba la túnica que acababa de poser sobre mi cuerpo. Ajusté mi gorro volviendo a peinarme como buenamente pude y me puse colgué el carcaj de flechas, que tan solo tenía tres, a la espalda, junto con el arco que puse cruzando mi pecho con el arco por la parte delantera y la madera por detrás de la misma. Tras respirar hondo para relajarme, me dispuse a salir a cubierta.
Allí había un gran movimiento, estábamos llegando y pronto atracaríamos en lo que era una playa. Entonces comenzó el discurso del capitán, el cual fue bastante breve pero conciso, no hablaba de más, tan solo nos dejaba claro nuestra misión advirtiéndonos de la posición de nuestro enemigo. Tras sus palabras algunos de mis compañeros junto al grueso de soldados descendieron a la playa para comenzar la ofensiva, yo no me lancé tan a lo bruto, más bien me quedé en el barco observando desde estribor la posición de los revolucionarios en la playa. Tenían una ventaja posicional bastante significativa, estaban escondidos en trincheras, lo que les daba una clara ventaja para poder acabar con muchos de sus enemigos para cuando quisieran llegar a su posición. Muchas vidas se perdían en ese ataque de frente. Pensé en lanzarme y rodear la costa, pero para cuando quisiera rodearla o ya harían aniquilado a los revolucionarios, o por el contrario se habrían visto envueltos en una retirada, por lo que no me quedaba otra que lanzarme a la playa a atacar de frente.
Respiré hondo y tras saludar militarmente a mi capitán, al almirante, comencé a correr en el desembarco por la pasarela que comunicaba el barco con la playa. Nada más caer pude escuchar a Vincent dar un aviso de zona despejada desde un punto no muy lejano, que velocidad, me quedé un tanto asombrado ante tal eficacia, y me percaté que había hecho el imbécil al haberme quedado allí arriba quieto, aunque tan solo fuese unos segundos. Había mostrado desconfianza y nervios, cuando realmente tan solo trataba de buscar la mejor forma de atacar. Si tan solo se hubiera aproximado un pequeño grupo por el centro, con la única intención de contener a los atacantes, y el resto hubiera ido rodeando la playa a escondidas, habría sido una victoria donde se habría sufrido un menor número de bajas. A esto sumándole que los barcos estaban cubriéndolos a todos lanzando artillería contra los revolucionarios posicionados en las zonas más altas, habría sido tal vez una buena táctica donde no se habría perdido tantas vidas como estaban cayendo. Y no había hecho más que empezar la ofensiva.
Corría por la playa junto al resto de los marines, algunos caían, pero la gran mayoría continuaba, junto a mí. De pronto observé un revolucionario con gesto duro lanzarse rápidamente hacia mí, cargaba de frente, había suficiente separación entre nosotros, y el grueso del grupo se había esparcido, por lo que estaba yo solo contra él. No tenía ningún miedo ni problema al enfrentarme cara a cara contra ese tipo que blandía una katana. Desenfundé mi espada de empuñadura azulada, la más ancha de mis dos espadas, cuando estuvo cerca se dispuso a tratar de cortarme por la mitad en diagonal, roté mi cuerpo girando hacia la izquierda pero dando un paso hacia mi derecha, tratando de avanzar para girar por el cuerpo del revolucionario tan solo con los pies. Estando en la posición lateral la katana cortaba el aire, pero mi espada segaba con facilidad el cuello de ese tipo, rebanándole por completo. Viendo que mi golpe fue certero le dejé agonizar, no había separado la cabeza de su cuerpo, pero el desangre le haría morir en unos segundos, así como la falta de respiración que le impediría moverse.
Volví a posicionar mi cuerpo al frente, ese tan solo había sido el primero, pero todavía quedaba un gran número de revolucionarios. Mi rostro estaba serio y mi espada ya estaba ensangrentada. Había comenzado la conquista y me prometí a mí mismo que no decepcionaría al almirante en ésta misión. No dejaría revolucionario con vida, pues las órdenes eran matar sin tomar rehenes. Así las cumpliría mientras permaneciese con vida.
Mas aunque estuviera en una flota de tan alto nivel eso no significaba que pudiera distraerme, que estaría seguro de que con gente tan poderosa no iba a correr peligro. No, era todo lo contrario, gente más poderosa se enfrentará a gente más poderosa, e incluso más numerosa, y si quería estar a la altura debía esforzarme a más no poder, no podía despistarme, pues mi objetivo era claro. Alcanzaría un puesto alto en la marina para proteger y mantener a salvo a las islas pequeñas y desconocidas como la mí, y así poder mantener a salvo a mi familia y amigos.
Precisamente por no tener que despistarme ahora estaba practicando mi manejo de la espada en mi camarote, visto ante ojos ajenos podría parecer que estaba practicando una danza con la espada que giraba en una y en otra dirección por los movimientos de mi muñeca. Una práctica que me mantenía entretenido antes de la acción que planteaba esta misión recientemente asignada. El almirante Karl hacía sus propias misiones, pero no podía negarse a cumplir órdenes impuestas por el almirante de flota, quien le había asignado una importante misión. Y muy peligrosa.
Al parecer debíamos ir hacia una isla controlada por la armada revolucionaria y emprender una ofensiva en pos de la conquista de dicha isla, expulsando y aniquilando a todo aquél que dijese ser de la armada revolucionaria. En ésta ocasión estaba claro que nuestro enemigo era bastante numeroso, pero no por ello significaba que no habría nadie de un alto rango entre las filas rebeldas. Estaba completamente serio practicando, la túnica estaba arrojada sobre una silla y comenzaba a sudar, no por el entrenamiento ni la actividad, si no por la presión que sentía al ser esta mi primera misión para la brigada disciplinaria. Era una tarea arduamente complicada que no estaba seguro de poder cumplir junto a mis compañeros.
Estábamos cerca, escuchaba el movimiento de mis compañeros marines, por lo que decidí apurarme y salir de allí para reunirme con el resto de la flota, pronto vendría algún discurso del almirante casi con seguridad, al fin y al cabo tenía entendido que los capitanes siempre daban algún discurso para motivar a sus hombres antes de una lucha. Envainé aquella espada de azulada empuñadura y la puse junto a la espada plateada en mi cintura, atada sobre el cinturón que fijaba la túnica que acababa de poser sobre mi cuerpo. Ajusté mi gorro volviendo a peinarme como buenamente pude y me puse colgué el carcaj de flechas, que tan solo tenía tres, a la espalda, junto con el arco que puse cruzando mi pecho con el arco por la parte delantera y la madera por detrás de la misma. Tras respirar hondo para relajarme, me dispuse a salir a cubierta.
Allí había un gran movimiento, estábamos llegando y pronto atracaríamos en lo que era una playa. Entonces comenzó el discurso del capitán, el cual fue bastante breve pero conciso, no hablaba de más, tan solo nos dejaba claro nuestra misión advirtiéndonos de la posición de nuestro enemigo. Tras sus palabras algunos de mis compañeros junto al grueso de soldados descendieron a la playa para comenzar la ofensiva, yo no me lancé tan a lo bruto, más bien me quedé en el barco observando desde estribor la posición de los revolucionarios en la playa. Tenían una ventaja posicional bastante significativa, estaban escondidos en trincheras, lo que les daba una clara ventaja para poder acabar con muchos de sus enemigos para cuando quisieran llegar a su posición. Muchas vidas se perdían en ese ataque de frente. Pensé en lanzarme y rodear la costa, pero para cuando quisiera rodearla o ya harían aniquilado a los revolucionarios, o por el contrario se habrían visto envueltos en una retirada, por lo que no me quedaba otra que lanzarme a la playa a atacar de frente.
Respiré hondo y tras saludar militarmente a mi capitán, al almirante, comencé a correr en el desembarco por la pasarela que comunicaba el barco con la playa. Nada más caer pude escuchar a Vincent dar un aviso de zona despejada desde un punto no muy lejano, que velocidad, me quedé un tanto asombrado ante tal eficacia, y me percaté que había hecho el imbécil al haberme quedado allí arriba quieto, aunque tan solo fuese unos segundos. Había mostrado desconfianza y nervios, cuando realmente tan solo trataba de buscar la mejor forma de atacar. Si tan solo se hubiera aproximado un pequeño grupo por el centro, con la única intención de contener a los atacantes, y el resto hubiera ido rodeando la playa a escondidas, habría sido una victoria donde se habría sufrido un menor número de bajas. A esto sumándole que los barcos estaban cubriéndolos a todos lanzando artillería contra los revolucionarios posicionados en las zonas más altas, habría sido tal vez una buena táctica donde no se habría perdido tantas vidas como estaban cayendo. Y no había hecho más que empezar la ofensiva.
Corría por la playa junto al resto de los marines, algunos caían, pero la gran mayoría continuaba, junto a mí. De pronto observé un revolucionario con gesto duro lanzarse rápidamente hacia mí, cargaba de frente, había suficiente separación entre nosotros, y el grueso del grupo se había esparcido, por lo que estaba yo solo contra él. No tenía ningún miedo ni problema al enfrentarme cara a cara contra ese tipo que blandía una katana. Desenfundé mi espada de empuñadura azulada, la más ancha de mis dos espadas, cuando estuvo cerca se dispuso a tratar de cortarme por la mitad en diagonal, roté mi cuerpo girando hacia la izquierda pero dando un paso hacia mi derecha, tratando de avanzar para girar por el cuerpo del revolucionario tan solo con los pies. Estando en la posición lateral la katana cortaba el aire, pero mi espada segaba con facilidad el cuello de ese tipo, rebanándole por completo. Viendo que mi golpe fue certero le dejé agonizar, no había separado la cabeza de su cuerpo, pero el desangre le haría morir en unos segundos, así como la falta de respiración que le impediría moverse.
Volví a posicionar mi cuerpo al frente, ese tan solo había sido el primero, pero todavía quedaba un gran número de revolucionarios. Mi rostro estaba serio y mi espada ya estaba ensangrentada. Había comenzado la conquista y me prometí a mí mismo que no decepcionaría al almirante en ésta misión. No dejaría revolucionario con vida, pues las órdenes eran matar sin tomar rehenes. Así las cumpliría mientras permaneciese con vida.
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La brigada seguía avanzando poco a poco al frente, la primera linea enemiga había sido completamente destruida, pero las siguiente serían cada vez más difíciles. Las torrets, los enemigos... Soldados revolucionarios avanzaban poco a poco hacia nosotros, armados con sables, katanas, rifles... No iban a dejarnos conquistar la isla tan fácilmente, pero nosotros podríamos con ellos, solo debíamos machacarlos a todos. Empecé a correr al frente mientras empuñaba mis dos katanas y sacaba las hojas de mis codos. Varios revolucionarios se dirigían hacia mi con sus armas, pero no tenían la misma habilidad que yo. Los tumbaba uno a uno, les cortaba y los hacía sushi, con la marina nadie se metía. Mi cuerpo avanzaba entre los cadáveres, pero un tipo diferente al resto se paró en frente mía. Parecía de un rango más alto que el resto, tenía grandes músculos y iba en taparrabos, con dos katanas. Su pelo era negro y corto y varias arrugas llenaban su cara. Sus ojos azules me miraron fijamente y, sin dejarme decir nada, se lanzó hacia mi.
Me lanzaba cortes, uno tras otro y yo interponía mis armas para pararlos. No me dejaba reaccionar, me hacía retroceder con sus golpes y cada vez iba más rápido, debía buscar una salida. Con un movimiento, hice que mis katanas cambiaran de posición y apuntasen hacia abajo, para después lanzar un corte ascendente con las cuatro hojas.
- Cortes... oscuros. ¡Cascada!
Conseguí cortarle el brazo derecho, pero aún así seguía lanzando cortes con el otro brazo. Me fijé en algo extraño, su brazo cortado empezó a moverse y se dirigió hacia mi, haciéndome un leve corte en las costillas. Con suerte pude evitar que me ensartara. El brazo volvió a colocarse en su sitio, debía poseer una fruta del diablo...
Me lanzaba cortes, uno tras otro y yo interponía mis armas para pararlos. No me dejaba reaccionar, me hacía retroceder con sus golpes y cada vez iba más rápido, debía buscar una salida. Con un movimiento, hice que mis katanas cambiaran de posición y apuntasen hacia abajo, para después lanzar un corte ascendente con las cuatro hojas.
- Cortes... oscuros. ¡Cascada!
Conseguí cortarle el brazo derecho, pero aún así seguía lanzando cortes con el otro brazo. Me fijé en algo extraño, su brazo cortado empezó a moverse y se dirigió hacia mi, haciéndome un leve corte en las costillas. Con suerte pude evitar que me ensartara. El brazo volvió a colocarse en su sitio, debía poseer una fruta del diablo...
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Había conseguido pasar sin preocupaciones la primera barricada. Veía a mis compañeros derrotar uno tras otro a los revolucionarios y Genos, que habái entrado en un combate con un tipo bastante raro. Su brazo se movía solo al ser cortado y consiguió dañar a Genos, mi compañero de Flota. No se si a Genos le gustaría que me metiera en su batalla o no, pero quería ayudarle y si los cortes no le hacían nada a ese tipo, probaría con ataques físicos. Corriendo, con el puño envuelto en arena y mientras le preparaba para asestarle un gran puñetazo al tipo en taparrabos, le decía a Genos:
- ¡Genos, ese tipo parece ser un usuario de fruta del diablo que es inmune a los cortes! ¡Prueba con ataques físicos!
En ese momento llegué yo y le propiné un hostiazo en toda la cara al tipo del taparrabos.
- ¿Estás bien Genos?
- ¡Genos, ese tipo parece ser un usuario de fruta del diablo que es inmune a los cortes! ¡Prueba con ataques físicos!
En ese momento llegué yo y le propiné un hostiazo en toda la cara al tipo del taparrabos.
- ¿Estás bien Genos?
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Tras aquél último revolucionario caído escuché un grito de un compañero de brigada. Gajeel se aproximaba hacia Genos, parecía estar en peligro, y afirmaba que su rival era un usuario de akuma no mi. Aquello podría ser realmente peligroso por lo que decidí acudir en su ayuda también. Estaban muy próximos a mí, un poco hacia la izquierda y adelantados. Corrí cambiando mi rumbo y mientras lanzada miradas fugaces hacia los lados. De vez en cuando lanzaba algún corte para segar la espalda de algún revolucionario que peleaba contra un compañero marine y así ayudarle a dejarle fuera de combate.
Un nuevo revolucionario me cortó el paso, traté de realizar el mismo movimiento con el cual había eliminado al primero que se había topado en mi camino, pero éste era algo más hábil que el anterior, pues se dio cuenta de mi juego de pies y, aunque costosamente, bloqueó mi espada. En ésta ocasión tuve que golpearle con mi pierna derecha en su izquierda, detrás de la rodilla, desequilibrándolo un poco y haciendo que con un pequeño empujón cayese al suelo.
Mientras el sucio revolucionario caía llevó los brazos hacia atrás para intentar recobrar ese equilibro imposible de hallar, eso me dejó su cuerpo perfectamente abierto para cortarle por donde quisiera, lo primero que hice fue segarle la muñeca con la cual sostenía su propia espada, después con la misma inercia continué el giro dando una vuelta a la espada y haciéndole un corte poco profundo en la garganta, pero suficiente para hacer que muera desangrado. Hay que mantener el filo de la espada con pocos cortes.
Continué avanzando pasando por encima de él, literamente aplastándole el pecho para aumentar su agonía y evitar que pudiera sobrevivir milagrosamente. Finalmente llegué a la posición donde estaban Genos y Gajeel, este segundo le había propinado un puñetazo al tipo desestabilizándole. Había escuchado que era inmune a los cortes, pero necesitaba comprobar hasta qué punto lo era, al fin y al cabo podría ser un logia o un paramecia, como fuera seguro podría tener alguna debilidad, y afectándole los ataques físicos muy probablemente se trataría de algún tipo de paramecia.
Nada más llegar cargué hacia él con mi espada, pero no fuí con el filo, sino con la parte plana, finté y le traté de golpear en una pierna. Ese tipo esquivó muy ágilmente, o era bueno o yo todavía era muy lento. Con una de sus espadas trató de cortarme, yo bloqueé con la espada de mi mano derecha, pero él tenía otra espada en su otra mano, y ahora estaba vendido ante su ataque. O lo estaría si no hubiera practicado tanto las danzas de la guerra. Roté mi cuerpo hacia la izquierda a la vez que avanzaba hacia la derecha con un paso largo arrastrado. Logré que con su propia espada bloquease la otra a la vez que salí de su rango, entonces lo tenía perfecto para cortarle por la mitad, sus espadas estaban bloqueándose la una a la otra, por lo que mi espada arremetió con fuerza su torso.
Hubo algo extraño, apenas noté oposición al paso de mi hoja, como su hubiera cortado el aire. Cuando me quise dar cuenta ese tipo estaba partido por la mitad, pero su parte superior del torso estaba flotando. Aquello me dejó algo asombrado, pero no lo suficiente, pues ya iba advertido que las espadas eran inútiles contra él.
Di un paso hacia atrás posicionandome junto a Genos y Gajeel. Aquello tenía pinta de ser un verdadero reto, y realmente no sabía cómo iba a lograrlo sin poder cortarlo. Debería de trabajar en apoyo de aquellos dos compañeros que tenía al lado. El cuerpo de aquél tipo se juntó de nuevo y le pude escuchar reirse y decir algo, pero pasé de su cara como de la mierda. Tan solo dije un pequeño comentario destinado a mis compañeros, para que no piensen que había hecho aquél movimiento en vano.
-Nota mental. Usar la parte plana. ¿Acabamos rápido con él?
Tenía una sonrisa en mi rostro, pero mezclada con la seriedad de mi definición
combativa. Seguramente aquello acabaría pronto.Un nuevo revolucionario me cortó el paso, traté de realizar el mismo movimiento con el cual había eliminado al primero que se había topado en mi camino, pero éste era algo más hábil que el anterior, pues se dio cuenta de mi juego de pies y, aunque costosamente, bloqueó mi espada. En ésta ocasión tuve que golpearle con mi pierna derecha en su izquierda, detrás de la rodilla, desequilibrándolo un poco y haciendo que con un pequeño empujón cayese al suelo.
Mientras el sucio revolucionario caía llevó los brazos hacia atrás para intentar recobrar ese equilibro imposible de hallar, eso me dejó su cuerpo perfectamente abierto para cortarle por donde quisiera, lo primero que hice fue segarle la muñeca con la cual sostenía su propia espada, después con la misma inercia continué el giro dando una vuelta a la espada y haciéndole un corte poco profundo en la garganta, pero suficiente para hacer que muera desangrado. Hay que mantener el filo de la espada con pocos cortes.
Continué avanzando pasando por encima de él, literamente aplastándole el pecho para aumentar su agonía y evitar que pudiera sobrevivir milagrosamente. Finalmente llegué a la posición donde estaban Genos y Gajeel, este segundo le había propinado un puñetazo al tipo desestabilizándole. Había escuchado que era inmune a los cortes, pero necesitaba comprobar hasta qué punto lo era, al fin y al cabo podría ser un logia o un paramecia, como fuera seguro podría tener alguna debilidad, y afectándole los ataques físicos muy probablemente se trataría de algún tipo de paramecia.
Nada más llegar cargué hacia él con mi espada, pero no fuí con el filo, sino con la parte plana, finté y le traté de golpear en una pierna. Ese tipo esquivó muy ágilmente, o era bueno o yo todavía era muy lento. Con una de sus espadas trató de cortarme, yo bloqueé con la espada de mi mano derecha, pero él tenía otra espada en su otra mano, y ahora estaba vendido ante su ataque. O lo estaría si no hubiera practicado tanto las danzas de la guerra. Roté mi cuerpo hacia la izquierda a la vez que avanzaba hacia la derecha con un paso largo arrastrado. Logré que con su propia espada bloquease la otra a la vez que salí de su rango, entonces lo tenía perfecto para cortarle por la mitad, sus espadas estaban bloqueándose la una a la otra, por lo que mi espada arremetió con fuerza su torso.
Hubo algo extraño, apenas noté oposición al paso de mi hoja, como su hubiera cortado el aire. Cuando me quise dar cuenta ese tipo estaba partido por la mitad, pero su parte superior del torso estaba flotando. Aquello me dejó algo asombrado, pero no lo suficiente, pues ya iba advertido que las espadas eran inútiles contra él.
Di un paso hacia atrás posicionandome junto a Genos y Gajeel. Aquello tenía pinta de ser un verdadero reto, y realmente no sabía cómo iba a lograrlo sin poder cortarlo. Debería de trabajar en apoyo de aquellos dos compañeros que tenía al lado. El cuerpo de aquél tipo se juntó de nuevo y le pude escuchar reirse y decir algo, pero pasé de su cara como de la mierda. Tan solo dije un pequeño comentario destinado a mis compañeros, para que no piensen que había hecho aquél movimiento en vano.
-Nota mental. Usar la parte plana. ¿Acabamos rápido con él?
Tenía una sonrisa en mi rostro, pero mezclada con la seriedad de mi definición
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Fuego, muerte y otras desgracias se podían ver a simple vista en el campo de batalla. Se podían ver muchos cuerpos sobre el suelo, tanto de marines como de revolucionarios. Me acercaba junto a mi compañero, cuando de repente vi como varios compañeros combatían con un hombre con un aspecto bastante intimidante, por lo que podía apreciar era un hueso duro de roer.
Me acercaba corriendo, con mi mochila sobre las espaldas, pesaba bastante, llevaba algunas cosillas, como botellas de agua o mi piedra de afilar. No sabía que tenía aquel hombre, pero si mis compañeros aún no habían acabado con él sería porque se trataba de alguien fuerte.
Me dirigía hacia su posición con velocidad, empuñando mi machete, que lo llevaba en la mano derecha. Miraba a nuestro rival con rabia, y esperaba entrarle por la retaguardia puesto que estaba entretenido con mis compañeros. Espera que no fuese usuario, ya que si no podría encontrarme en serios problemas. Me encontraba a unos escasos metros, y dando un largo salto, me encontraba un poco por encima de él. Le lancé un corte horizontal a su cuello, a la vez que pensaba:
-Espero que no sea Logia o tenga alguna fruta rara, si no es así lo cortaré en dos trozos.
Su cuello pareció separarse de su cabeza, algo extraño sucedió. A pesar de todo, si que era un usuario, aquello complicaba mucho las cosas, pues si no tenía mal entendido, ninguno de los allí presentes eramos usuarios ni disponiamos de Haki de Armadura. Todo lo que nos podía salvar era el agua o el Kairoseki, o por el contrario algún otro plan estremecedor.
El tipo grandullón parecía indeciso, pues no parecía tener muy claro a quien iba a atacar, aunque eso a nosotros nos beneficiaba. Pensando unos instantes, recorde que dentro de mi mochila llevaba algunas botellas de agua. Si las usabamos todas a la vez, podríamos debilitarlo, y así partir con un poco de ventaja. Las saqué de la mochila y las tiré al suelo por si alguno de mis compañeros quería usarlas.
Me acercaba corriendo, con mi mochila sobre las espaldas, pesaba bastante, llevaba algunas cosillas, como botellas de agua o mi piedra de afilar. No sabía que tenía aquel hombre, pero si mis compañeros aún no habían acabado con él sería porque se trataba de alguien fuerte.
Me dirigía hacia su posición con velocidad, empuñando mi machete, que lo llevaba en la mano derecha. Miraba a nuestro rival con rabia, y esperaba entrarle por la retaguardia puesto que estaba entretenido con mis compañeros. Espera que no fuese usuario, ya que si no podría encontrarme en serios problemas. Me encontraba a unos escasos metros, y dando un largo salto, me encontraba un poco por encima de él. Le lancé un corte horizontal a su cuello, a la vez que pensaba:
-Espero que no sea Logia o tenga alguna fruta rara, si no es así lo cortaré en dos trozos.
Su cuello pareció separarse de su cabeza, algo extraño sucedió. A pesar de todo, si que era un usuario, aquello complicaba mucho las cosas, pues si no tenía mal entendido, ninguno de los allí presentes eramos usuarios ni disponiamos de Haki de Armadura. Todo lo que nos podía salvar era el agua o el Kairoseki, o por el contrario algún otro plan estremecedor.
El tipo grandullón parecía indeciso, pues no parecía tener muy claro a quien iba a atacar, aunque eso a nosotros nos beneficiaba. Pensando unos instantes, recorde que dentro de mi mochila llevaba algunas botellas de agua. Si las usabamos todas a la vez, podríamos debilitarlo, y así partir con un poco de ventaja. Las saqué de la mochila y las tiré al suelo por si alguno de mis compañeros quería usarlas.
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