Bienvenido a Kyofu No Yohei [Madara / Shun] [Privado]

Malditas tormentas del Norte, la lluvia estaba cayendo con bastante fuera sobre aquella isla. En lo alto de un tejado, de una simple casa cercana a la playa, podía verse una figura. Se trataba de un hombre alto de buena musculatura y de ojos rojizos. Su pelo era moreno, largo y pinchudo. Llevaba puesta una armadura roja de placas de acero, por debajo su chaleco táctico negro y unas botas del mismo color. A simple vista no parecía poseer ningún arma, le bastaba con su estilo especial y el poder de su fruta para valerse.


No parecía estar muy animado, la maldita lluvia le había impedido realizar un trabajo en una isla cercana, el barco que le había traído se negaba a salir con el tiempo que hacía. No pudo evitar golpear a su lado con el puño mostrando ahora un rostro de enfado. Si algo odiaba en la vida era perder trabajos y no poder cobrar. Necesitaba el dinero para comenzar con la creación de las armas de destrucción masiva y sus demás ventas ilegales. El gobierno seguramente también las compraría y cuando menos se lo esperaran, los siete shichibukais caerían al mismo tiempo y serían sustituidos por los siete mercenarios principales. Eso planeaba por el momento, pero la estupida lluvia tenía que joderle el día. Adiós a los preciosos 8.000 Berries que iba a cobrar.

Un hombre iba corriendo por el camino, en dirección a la playa. La lluvia había pegado su cabello rubio contra su cráneo. Iba agarrándose su mano derecho y corría con torpeza, como si estuviera herido. Además de eso, su expresión era de dolor y terror. Paso junto a la casa donde estaba el hombre del pelo pincho sin prestarle atención. Entonces, por el camino del que venía llegó otro hombre. Este caminaba tranquilamente, como si nada de aquello fuese con él. Vestía un traje típico de Wano, un kimono morado con símbolo blancos. Era de mediana estatura, atlético y portaba un kasa (el típico sombrero cónico) que le protegía de la lluvia y ocultaba su rostro. De su obi (el cinto) colgaban una katana y una wakizashi. Parecía todo un samurai.

- Huir es una auténtica deshonra. No mereces el lujo de morir en combate directo y honorable. Te mataré a distancia... a pesar de que detesto hacerlo - dijo Shun, a pesar de que sabía que su rival no podía oírlo.

Colocó la mano sobre Kaze ni Ryoshu, su espada, y dedicó unos instantes a concentrar su poder. Quería hacer un golpe perfecto, y dado que no era tirador, su puntería no era perfecta. Y no era poca la distancia. Pensó también en unos instantes en el por qué hacía eso... no estaba del todo cómodo con aquel trabajo. El que huía era un vulgar ladrón común al que le habían encargado matar. No era la clase de criminales a los que solía eliminar. Sólo había aceptado el trabajo porque necesitaba comer y porque según le habían dicho, este hombre había robado a granjeros, y el ronin no toleraba abusos a las personas más débiles de la sociedad. Esbozó una mueca de ira y trazó un tajo con la espada al tiempo que desenvainabam murmurando: Kaze no Kami, Tenbatsu. Una veloz onda de viento cruzó el espacio que les separaba y rajó la espalda del hombre, haciéndole caer de bruces al suelo. Shun se le acercó caminando con parsimonia, y al llegar junto a él lo vio tratando de arrastrarse para escapar. Le apoyó un pie en la espalda para pararlo y dijo:

- No eres digno de que manche mi espada... pero haré una excepción y te liberaré de tu sufrimiento.

Levantó su katana y en un veloz movimiento cortó el cuello del hombre, decapitándolo. El suelo comenzó a teñirse de rojo, mientras el antiguo samurai levantaba su espada, dejando que el agua de la lluvia la lavase.

La mirada del moreno cambió su rumbo, pudo ver como una persona corría frente a él, parecía tener bastante prisa. El mercenario chasqueó la lengua ignorándolo y continuó a lo suyo. Pero de repente pudo ver como otra persona se acercaba, un hombre vestido con un kimono. De repente este tipo lanzó un tajo con su espada, una veloz onda rajó al otro hombre en la espalda, un ataque bastante veloz al parecer. Después de aquello le colocó el pie en la espalda, parecía que iba a rematarlo. ¿Era un pirata? No tenía ni idea, pero ahora no tenía nada que hacer y lo mejor era asegurarse. Si aquel pobre hombre era un tipo inocente, evitaría el asesinato como fuera. Por muy frío que fuera a veces, no soportaba los abusos, a no ser que hubiera dinero de por medio, pero manteniendo siempre la postura. Nunca mataría a una niña pequeña ni cosas similares, pero si que destruiría a hombres y robaría lo que fuera.


Saltó de forma rápida al suelo aterrizando sobre su rodilla derecha y su puño izquierdo, una especie de aura azulada le había rodeado a la hora de haber caído al suelo. De esa forma no se había dañado, pues su barrera le había defendido, ahora anuló aquello y empezó a caminar rumbo dónde estaba pasando aquello. Se acercó y se quedó a unos tres metros del espadachín y la que parecía ser su presa, sus rojizos ojos miraban al castaño de forma seria, no tardó en cruzarse de brazos. Sus ojos tomaron un leve brillo y tomaron una forma reptiliana.


- Parece que pese al mal tiempo, tu día es algo provechoso. ¿Qué ha hecho ese pobre diablo para merecer la muerte?

Tras mantener la katana expuesta a la lluvia unos segundos, trazó un desenvuelto movimiento hacia un lado echando las gotas de sangre aguada a la hierba. Envainó y se metió una mano en el kimono, extrayendo un pequeño saco donde metió la cabeza del ladrón. Entonces se fijó en que un hombre se le acercaba. Tenía una especie de armadura que le recordaba a las de Wano, y pelo largo y negro. Se le acercó y se quedó examinándole, a lo que el samurai respondió colocándose bien las gafas con un gesto indolente y devolviéndole la mirada. Se fijó en que los ojos del hombre eran siniestros y rasgados... como los de un reptil. Entonces el otro le preguntó el por qué del asesinato.

- Era un ladrón. Me encargaron acabar con su vida - respondió secamente - En mi tierra estamos acostumbrados a la cortesía. No vemos bien que alguien entable conversación con un completo desconocido sin antes presentarse.

Apoyó su mano en el mango de su katana y lo observó, esperando su reacción. Si iba a ser violenta, no dudaría en actuar y neutralizarlo. No tenía intenciones hostiles en principio, pero no era lo más normal del mundo que una persona se te acercara en un día de tormenta durante un trabajo y te comenzase a hablar como si fueseis conocidos de toda la vida. Dejando de lado la ofensa que suponía para el orgulloso ronin, prefería ser precavido. Un posible asaltante se lo pensaría dos veces antes de atacar a un enemigo prevenido y armado. Por no hablar de que estaba acostumbrado a recibir un trato respetuoso en Wano, como ex-general samurai.

La cabeza de aquel hombre no había tardado en ser decapitada por aquel chico, sin duda tenía sangre fría, algo interesante y bastante común últimamente en la vida del moreno. Tal vez ya todos le parecían crueles, se pasaba los días entre sangre y muertes, estaba acostumbrado, pero ver una decapitación era una cosa muy distinta. Los ataques del mercenario solían ir a todos lados menos la cabeza y los remates igual, le parecía demasiado primitivo ese modo de arrancar la zona principal. Le recordaba al modo de matar de los caníbales que había visto en el reino de torino durante su robo de los huevos para un cliente. De todas formas no se fiaba mucho, ese hombre parecía peligroso, por lo que dejó salir un aura azulada de su cuerpo, una especie de costillas se formaban a su alrededor, de repente la lluvia dejó de caer sobre su cuerpo. Más bien parecía caer en todos lados salvo dónde estaba el tipo de la armadura.


- Mi nombre es Uchiha Madara. Soy el líder de una pequeña organización, no somos muy conocidos todavía. Simplemente somos mercenarios, nada más. ¿Eres mercenario o un cazador?


Un trueno sonó de repente en la zona, lo que hizo que la mirada del dragón se fijara en las oscuras nubes que allí había, segundos después sonrió de lado mientras permanecía con su barrera activada. Un mínimo error y aquel hombre podía cortarle en dos. Ya había dicho su nombre tal y como el castaño había pedido, ahora simplemente metió sus manos en los bolsillos, como si estuviera muy seguro de sí mismo. Si se trataba de una persona que realizaba trabajos, estaba seguro que no atacaría sin un buen motivo. Ahora fue cuando el moreno volvió a hablar de forma tranquila.

- Pareces un verdadero espadachín. ¿Qué tal si hablamos esto bajo un sitio más cubierto?

Shun entrecerró los ojos y lo miró con cierta sorpresa. Le había pedido una presentación, pero no esperaba tanta franqueza. La pregunta que le hizo era... complicada cuanto menos. Estaba inscrito en el registro de cazadores del Gobierno Mundial, pero en los últimos tiempos trabajaba más como mercenario que como cazarrecompensas. ¿Qué era actualmente? Ni él lo tenía claro, pero su orgullo le decía que debía presentarse como cazador. Lo consideraba un puesto más honroso que el de mercenario. Se sentía cuanto menos dolido por haberse visto obligado a rebajarse a aquello... había pasado de ser el hombre de confianza de un Daimyo a una espada a sueldo... patético.

- Mi nombre es Shun Hiroyuki, ronin de Wano. Actualmente me gano la vida como cazador, aunque también acepto trabajos de mercenario - se presentó, diciendo con orgullo su procedencia.

Observó el gesto desenfadado del líder mercenario, y observó su indumentaria con curiosidad renovada. A pesar de ir desarmado (lo que le sorprendió) llevaba aquella armadura que tanto le recordaba a la de los generales de Wano (él mismo había tenido una similar). Además, un aura azulada lo envolvía, como protegiéndolo. ¿Energía espiritual? A continuación, el hombre le invitó a hablar en algún lugar a cubierto, lo que hizo que algo en su cerebro hiciese "clic". Posiblemente aquel hombre le quisiese proponer un encargo o que se uniese a su gente. Era la razón más lógica para que se hubiese molestado en hablar con él en mitad de la tormenta.

- Acepto vuestra propuesta. Seguidme, Uchiha-san. Conozco el sitio perfecto - respondió, serio pero respetuoso.

Al cabo de un rato estuvieron en la taberna del pueblo cercano, en una mesa cercana a la chimenea. Shun puso su kasa cerca de la misma, para que se secase, y pidió un plato de ternera. Dejó sus armas junto a la pared, y observó con curiosidad a su acompañante.

- Decidme, Uchiha-san... ¿no seréis de Wano por un casual?

De modo que un cazador, aquello en cierto modo no le desagradaba nada, ambos hacían prácticamente lo mismo, trabajos por dinero. Aunque los del mercenario podrían ser algo más “sucios” debido a que le daba igual trabajar para el gobierno como para los piratas, mientras le pagasen todo le venía bien. Aún le faltaba mucho para lograr su objetivo, debía preparar a seis personas más y por el momento no había ni empezado con lo básico. Empezar a fortalecerlos, algunos tenían talento ya de por sí, pero otro venían de fabrica como se solía decir y debía mejorar sus habilidades. Por eso había elegido a Crok como compañero principal, tal vez haría cambios y más tarde elegiría a Sawaki, debía curtirlos.

Después de las palabras del castaño, ambos se dirigieron a una taberna cercana, como era normal, desactivó su barrera ya mucho más seguro. Una vez llegaron se sentaron, mientras el espadachín dejaba su espada junto al fuego y pedía un plato de comida, el moreno se acomodaba quitándose las placas de los brazos para poder ponerlos en la mesa. Después pidió un vaso de ron y dos pinchitos de carne de pollo. El hombre que tenía frente a sus ojos le preguntó si venía de Wano. Cosa que enseguida negó con un gesto de la cabeza.

- Me temo que no es así. Provengo del Sur, de una pequeña isla llamada Borkuta. Mi familia era la dueña de la isla junto a otras. Bueno creo que iré al grano, mi pregunta es la siguiente. ¿Si te pidiera que te unieras a mi equipo de mercenarios lo harías? Antes de tomar una decisión pregunta todo lo que necesites saber.

Tras sus palabras fijó sus ojos rojos en él, manteniéndose tranquilo y notando un ambiente tenso en aquel local. Algunos borrachos reían demasiado fuerte mientras otros aporreaban la mesa con sus jarras llenas de cerveza y demás, algo bastante molesto para el moreno, el cual de vez en cuando miraba hacia dichas mesas.

El ex-samurai apoyó los codos sobre la mesa y entrecruzó las manos, dejando por un momento de comer. Contuvo una sonrisa, incapaz de evitar que un pensamiento fugaz se le viniese a la cabeza. "No pierde el tiempo ni se anda con rodeos, desde luego. Lo cual no está mal. Entonces pensó en la propuesta. Ser mercenario no era precisamente algo deseable ni su objetivo vital, pero si lo pensaba bien hacía mucho tiempo que se había "estancado" en su tarea. Trabajar en solitario no era sencillo y tenía sus limitaciones. La mayoría de cazadores poseían gremios o contactos, algo de lo que carecía el ronin. Incapaz de seguirle la pista a los criminales y viéndose obligado a menudo a aceptar otros trabajos, tareas más desagradables y en ocasiones incluso mendigar, había comenzado a aceptar que debía cambiar de métodos.

- Supongo que aceptaría, si primero supiese más sobre vos y vuestro grupo, Uchiha-san.

Se fijó en la juventud del hombre. Ahora que lo veía a la luz de la chimenea en lugar de en mitad de la tormenta y con las gafas mojadas podía apreciar su edad real. Era bastante más joven que Shun. Sin embargo, hablaba como un daimyo, con autoridad y al tiempo como un maquinador político, con cautela y buscando persuadir al otro. Su elección de palabras le había delatado. Si fuese un simple líder mercenario le hubiese propuesto entrar tras hablar de los grandes logros de su grupo, o algo similar. Sin embargo le había preguntado "qué haría si", y acto seguido lo había invitado a preguntarle acerca de su gente. Una táctica inteligente, pero obvia. Bueno, pues el espadachín entraría en su juego. Era posible que incluso sacase algo beneficioso de aquello.

- Antes de nada quiero saberlo todo sobre tu grupo. Y cuando digo todo, es todo. Objetivos, la clase de trabajos que aceptáis, de quién los aceptáis o soléis... esa clase de cosas. Quiero saber dónde estoy entrando.

La pregunta del hombre era la ya esperaba por el moreno, todo el mundo quería saber todo. Era el principal objetivo de las personas, asegurarse de que estaban de acuerdo en todas las cosas dónde se metían, aquello hizo que en el rostro del moreno se mascara una sonrisa algo seria. Después de aquello observó como el camarero traía la comida, antes de contestarle tomó el vaso despacio y se lo llevó a los labios, bebiendo un largo trago y dejándolo por la mitad. Después de aquello observó al castaño y comenzó a hablar, tomando algo de aire y en un tono serio pero amistoso y manteniendo la calma en todo momento.

- Os responderé con otra pregunta ¿Te gusta el gobierno? Tirare mis cartas sobre la mesa, espero que no me sorprendas con una escalera de color. – Añadió después soltando una ligera carcajada tras el juego de palabras para continuar con su pequeño y simple discurso. – Estoy formando un equipo de mercenarios, tenemos el objetivo de ganar dinero. Nuestros trabajos por el momento sin normales, es algo obvio teniendo en cuenta que acabamos de empezar. Recuperamos objetos perdidos en minas viejas, noqueamos a los morosos que deben dinero o matamos si es necesario. Sin embargo tengo principios, nunca mataría a un crío indefenso o a una familia inocente. Mis trabajos son crueles, pero se hasta dónde decir “basta” el objetivo es crear armas, objetos y maquinas extraordinarias. Con tanto dinero no supondrá problema, tengo conocimientos químicos y médicos y sé de lo que hablo, aún me falta camino por recorrer en mis estudios. Con estas armas lo único que pretendo es que la marina y el gobierno las compre, evitaran que caigan en manos piratas y si tratan de asesinarnos, la rebelión podrían ser buenos clientes. Si la justicia como se hacen llamar, las compran, pediremos a cambio estar un poco al tanto de las operaciones del gobierno, después en un reto publico que lanzare llegado el momento derrotaremos a los shichibukais, ya dentro de toda la salsa… exterminaremos el gobierno desde dentro, impartiremos un nuevo orden y formaremos lo que será la verdadera justicia. Nada de corrupciones, tonterías y demás cosas fuera, una paz llena de prosperidad y demás, los métodos son brutos pero no hay premio sin riesgo.



Dicho aquello volvió a pegarle un trago a su vaso de ron y a tomárselo entero mientras ahora empezaba a comer un poco de la carne y observar al hombre para poder ver su reacción.

Era más de lo que se esperaba. Shun tuvo que echar mano de toda su sangre fría y autocontrol para no delatarse a sí mismo. Aquel hombre era un auténtico psicópata, un peligro público. Le planteó una visión de una sociedad más justa alcanzada mediante métodos crudos y brutales que probablemente sumirían al mundo en una auténtica edad oscura de guerra y miseria. Hablaba como un auténtico demagogo, y el samurai no podía si no repudiar sus palabras. Por un momento estuvo tentado de rechazar, retar a un duelo a muerte a Madara o incluso matarlo allí mismo y acabar con aquella amenaza para la paz. Sin embargo, algo dentro de sí le dijo que no lo hiciese. El joven había mencionado la existencia de un grupo entero, que vengarían a su líder y continuarían su legado si le daba muerte. Comenzó a comer su ración para ganar tiempo y pensar en algo. Si Madara llevaba a cabo su plan, mucha gente pasaría por lo mismo que había pasado él. Y si quería evitarlo, debía eliminar aquel cáncer desde dentro.

- No soy amigo del Gobierno ni de la Revolución. Tampoco estoy interesado en la política más allá de proteger a los inocentes. Sin embargo lo que planteáis implica ganarme la vida con mi espada, y vuestra causa es justa y juiciosa. Acepto.

Miró con intensidad a Uchiha. ¿Y si se había precipitado? Tal vez fuese sólo un charlatán. Sólo había una manera de ponerle a prueba. Terminó de comer su plato a grandes bocados, lo bajó todo con un largo trago de agua y volvió a entrecruzarse las manos. En el exterior, la tormenta amainaba poco a poco.

- Sólo queda una cosa. Quiero enfrentarme a ti y probar tu verdadera fuerza. La tarea que has escogido no es sencilla, y antes de comprometerme con semejante causa, quiero comprobar que realmente eres tan fuerte como para llevarla a cabo.

Un relámpago hizo brillar las gafas del ex-samurai, y el trueno consiguiente retumbó en el exterior.

El castaño ahora había aceptado, eso era algo que favorecía al mercenario sin duda alguna. Pero las siguientes palabras le hicieron alzar una ceja, la derecha. Aquel muchacho quería un duelo para comprobar la verdadera fuerza del líder de los mercenarios. Sin duda alguna ese hombre sabía lo que estaba haciendo, una pequeña carcajada volvió a sonar de la boca del moreno. En ese momento no controlaba todavía bien su fruta y no estaba muy en plena forma, si el chico quería un duelo debía de tener un verdadero duelo y no uno normal, por lo que Madara sonrió de lado observándole fijamente.

- Acepto el reto, pero ahora mismo no estoy en mi mejor condición. Te propondré una cosa, reúnete conmigo en la isla Galuna dentro de una semana (3 días off rol) en ese tiempo estaré en condiciones y habré entrenado un poco.


Ahora vio como de repente el pequeño grupo de borrachos se acercaba a la barra pidiendo más alcohol, la chica que trabajaba allí no parecía querer venderles más debido a las condiciones en las que estaban. De repente uno de ellos soltó un puñetazo con fuerza en el rostro de la mujer tirándola al suelo con brutalidad y dejándola inconsciente, un hombre trató de ayudar pero recibió un tiro en el pecho y cayó de espaldas. Era un grupo de cinco hombres, estos tras soltar una carcajada se dirigieron al exterior dejando a todos asombrados y horrorizados.


- No hagas nada, vas a ver una pequeña muestra de mi poder. Salgamos a fuera, una vez lo hayas visto dime si aceptas mi oferta de combate o si rechazas, lo que digas será tu decisión final.


Dijo levantándose y dirigiéndose al exterior tras aquellos idiotas.

La respuesta de Madara le había complacido. La verdad es que no era el momento más agradable para pelear, y tras la persecución bajo la lluvia le apetecía permanecer bajo resguardo y descansar un poco más. Sin embargo, lo que pasó en la taberna a continuación lo sacó de sus casillas. Se levantó y cogió a Kaze no Ryoshu, listo para ir tras aquellos canallas, pero Madara lo detuvo. Parecía que iba a tener ocasión de ver la fuerza de su posible líder futuro... lo que le indicaría si su temor era justificado. Se ajustó la katana y la wakizashi al cinto, se puso el kasa en la cabeza y contestó:

- Adelante. Pero si os veo flojear o alguno se os escapa, intervendré.

Se dirigió hacia la puerta, deteniéndose para examinar al hombre al que habían disparado. El tiro no era mortal, a juzgar por su primera impresión. Había sido entre el pecho y el hombro. Una herida aparatosa, pero no mortal si la trataban. Unos pocos hombres se acercaron a ayudarlos a él y a la camarera, así que se apartó y salió con Madara. Los borrachos estaban riendo en el exterior, camino de otro bar.

- Es el momento. Dadles su merecido.

Madara salió de aquel local, escuchó las palabras del castaño y asintió mientras ahora pegaba un silbido para llamar la atención de aquellos tipos, ellos se giraron y se quedaron quietos. En ese momento el dragón sonrió de lado y comenzó a correr hacia ellos mientras se iba relamiendo por el camino, sin hacer casos a sus amenazas, lanzó un codazo contra el rostro de uno de ellos. La fuerza era increíble y acabó partiéndole la mandíbula, su fuerza era cuatro veces la de una persona normal, por lo que su increíble capacidad de fuerza estaba desarrollada. Usando su estilo alternativo de lucha propia, ejecutaba patadas muy extrañas flexionando el cuerpo, como si estuviera peleando borracho o algo así. Era un estilo muy raro, los hombres caían al suelo pero no los mataba, era como si estuviera jugando. De repente los cinco se reagruparon y tomaron sus armas empezando a dispararle.


Este tan solo se mantuvo quiero observando como las balas empezaban a impactar sobre su aura azul, la cual salió rápidamente. Se formaron las costillas de la última vez deteniendo todas y cada una de las balas mientras el moreno sonreía tranquilo. Uno de aquellos hombres frunció el ceño y sacó de una funda, una recortada, disparó a media distancia con fuerza hacia el moreno. Este clavó una rodilla en el suelo y notó como las costillas se agrietaban a punto de destrozarse, sin embargo una carcajada salió de su boca, sus ojos reptilianos brillaron en un rojo intenso y pegó un grito con fuerza. Parecía enfadado pero no lo estaba, solo dejaba salir su verdadera técnica tal y como era.


Las costillas brillaron de nuevo pero esta vez, el aura se extendió hasta más arriba, la increíble figura de un enorme humanoide surgió de repente. Era como un tipo azulado de ojos blancos y brillantes que medía unos siete metros de altura. Este rugió con fuerza, de su barbilla salían dos cuernos, su cabeza parecía estar hecha de una especie de casco, como si fuese un guerrero o algo así. Dos brazos salieron del aura, en cada mano había una espada hecha de energía enorme. Madara se hallaba en el interior, en la zona de las costillas y concentrado con los ojos brillando, la bestia entonces lanzó dos tajos hacia los tipos, dos ondas cortantes surgieron de aquella cosa con la potencia necesaria para partirlos en dos. La sangre salpicó la calle y los tipos acabaron muertos, aquel humanoide pegó un nuevo grito y de repente desapareció, Madara clavó una rodilla en el suelo jadeando un poco por la energía que había usado. Recibir balas en la simple forma de las costillas costaba también lo suyo. Después sonrió de lado diciendole una última frase al chico antes de empezar a caminar dándole un suave golpe amistoso en el hombro

- ¿Nos vemos en tres días entonces?

Al principio no vio nada en especial. Cualquiera podía darle una paliza a unos borrachos. Y aunque poder parar balas era una habilidad nada desdeñable, el tiro de la recortada casi había sobrepasado su defensa. Shun estaba seguro de que podría atravesar aquella barrera si se lo planteaba. Sin embargo, el aura de repente se convirtió en un gigante azul que empuñaba dos espadas de energía, el cual destrozó a los hombres en un instante. Shun abrió la boca de golpe, impactado. Aquella era una técnica temible. Debía pararle los pies a Madara, costase lo que costase... no era la clase de persona a a la que debiese tomar a broma. Este se le acercó, y Shun recobró su actitud impasible, ocultando su anterior asombro a la perfección.

- Formidable, cuanto menos. En tres días podré poneros a prueba en serio... estad listo, Madara Uchiha-san.

Se dio la vuelta y se alejó, en dirección a la posada de la aldea. Al día siguiente entregaría la cabeza y cobraría la recompensa, y comenzaría a entrenarse para la pelear contra Madara... era posible que resultase ser complicada. Pero no iba a amedrentarse de todos modos por lo que había visto. Aun tenía que probar su verdadera fuerza con su propio acero. Porque al fin y al cabo, cualquiera podía encargarse de unos borrachos, y Sasayaku Ken no era la clase de espadachín que se dejaba mandar por cualquiera.