Date Musashi
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Su primera parada. Los mercaderes habían aceptado la promesa de ayudarlos en un futuro y se habían llevado a Musashi y a la niña a una isla cercana, una isla que conocía muy bien y en la que había vivido durante mucho tiempo. Era irónico pensar lo cerca que estaba Arabasta de Rishiri, a tan solo unos cuantos días navegando, pero no se le había detallado la posición cuando fue mandado allí. Ahora ya no era un agente del Cipher Pol sino que era un prófugo con recompensa por su cabeza por lo que el demonio de un ojo había decidido mantener un perfil bajo. Por suerte los mercaderes habían curado la herida de Ame Sora, aunque todavía se encontraba débil y no era buena idea que caminara ni se esforzara.
Habían desembarcado en Nanohana, una de las principales "puertas" de Arabasta, mas en cuanto llegaron allí se encargó de tomar una manta de color pardo y se cubrió con ella todo el cuerpo. Tomó a Ame Sora en brazos y comenzó a caminar por el desierto, guiándose por sus recuerdos durante bastante tiempo. Sin embargo tuvo sus frutos, pues llegó hasta Rainbase donde creía que podría contactar con viejos amigos de su grupo de moradores del desierto, a los cuales les pediría un barco y marcharía para no traerles problemas. Lo bueno de estar en Rainbase es que el casino solía ocupar toda la atención de la marina, por lo que cubriéndose por completo no sería fácilmente identificado.
Había entrado en una posada bastante normal, con un comedor con varias mesas de madera y una agradable jovencita sirviendo en la barra. Varios hombres charlaban alegremente mientras degustaban algún tipo de cerveza, seguramente exportada de fuera de la isla pues no era común el cultivo de la cebada por allí. Acompañado por Ame Sora, la niña a la que había salvado, se sentó en una de las mesas y en cuanto la camarera se le acercó pidió una jarra de cerveza bien ancha y un vaso de leche para la niña. Por suerte había ido consiguiendo dinero durante sus misiones con el Cipher Pol y no tendría problema en pagar eso. Le preocupaba que alguien lo reconociera y tratara de detenerlo, pero con su intimidante tamaño y con la habilidad que había aprendido a utilizar para infundir terror en sus rivales servirían como as en la manga. —Disfruta de la bebida, Ame.— le dijo a la pequeña mientras él se llevaba la jarra a la boca como si fuera un vaso. Tenía la extraña sensación de que todo se iba a ir a la mierda pronto, así que estaba listo para salir abriendo un buen agujero en la pared.
Habían desembarcado en Nanohana, una de las principales "puertas" de Arabasta, mas en cuanto llegaron allí se encargó de tomar una manta de color pardo y se cubrió con ella todo el cuerpo. Tomó a Ame Sora en brazos y comenzó a caminar por el desierto, guiándose por sus recuerdos durante bastante tiempo. Sin embargo tuvo sus frutos, pues llegó hasta Rainbase donde creía que podría contactar con viejos amigos de su grupo de moradores del desierto, a los cuales les pediría un barco y marcharía para no traerles problemas. Lo bueno de estar en Rainbase es que el casino solía ocupar toda la atención de la marina, por lo que cubriéndose por completo no sería fácilmente identificado.
Había entrado en una posada bastante normal, con un comedor con varias mesas de madera y una agradable jovencita sirviendo en la barra. Varios hombres charlaban alegremente mientras degustaban algún tipo de cerveza, seguramente exportada de fuera de la isla pues no era común el cultivo de la cebada por allí. Acompañado por Ame Sora, la niña a la que había salvado, se sentó en una de las mesas y en cuanto la camarera se le acercó pidió una jarra de cerveza bien ancha y un vaso de leche para la niña. Por suerte había ido consiguiendo dinero durante sus misiones con el Cipher Pol y no tendría problema en pagar eso. Le preocupaba que alguien lo reconociera y tratara de detenerlo, pero con su intimidante tamaño y con la habilidad que había aprendido a utilizar para infundir terror en sus rivales servirían como as en la manga. —Disfruta de la bebida, Ame.— le dijo a la pequeña mientras él se llevaba la jarra a la boca como si fuera un vaso. Tenía la extraña sensación de que todo se iba a ir a la mierda pronto, así que estaba listo para salir abriendo un buen agujero en la pared.
Samanta
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Estaba de visita en Arabasta uno de los reinos mas antiguos, era interesante como esta noble familia Nefertari, no nos deseo acompañar a las sagradas tierras de Mariejoa. Lo que mas increíble se me hace es que sus tierras les gustara mas y no desearan gobernarlas desde lejos, me intrigaba del por que esas decisiones. Estaba deambulando en un sol tan abrasador. Mis ropas típicas las traía a pesar del infernal calor, teníamos a tres personas cargando unas sombrillas, e iba caminando por las calles, pero mi sed era atroz, si bien Janice traía algo de agua, deseaba un lugar donde descansar.
Asi que decidí entrar al primer lugar que se notaba disponible para beber y descansar. Era muy feo, apenas y había mesas, me arrepentí de mi decisión, había dos personas y se veían un tanto mal olientes. No me agradaba la pinta. Así que encuentro estaba cruzando el umbral me di la vuelta. Le susurre sutilmente a Diana, este lugar deberían destruirlo.
Continuamos caminando entre algunas edificaciones, el Sol estaba en lo mas alto y mi cansancio al parecer subía con el Sol, ya había estado en un clima invernal, y era terrible. Pero estar en el Sol lo considere por mucho peor. Al menos en la zona invernal podía cubrirme buscar calor, pero aquí no podía quitarme el calor, por poca prenda que tuviera en cima. O ligera, ya que no iba mostrando mi cuerpo a todo mundo. Como era el caso de diana. Parecia una paleta llorando de tanto sudor. No era digno de una dama. Pero con este calor que mas importaba. De vez en cuando nos deteníamos , yo traía sombra pero las personas no llevaban nada. Mis palmeras mitigaban el calor y aun asi me moria. No podía creer que un Rey quisiera o prefiriera quedarse en este lugar.
Tras una ardua caminata y mis pies comenzaban a hincharse, y podía sentirles palpitar del calor y cansancio. Ya que era muy agotador subir y bajar del camello cada que encontraba algún lugar donde probar suerte. Tras una larga caminata llegamos a un bonito lugar echo de adobe al parecer .
Al entrar vi varias personas, no di mucha importancia entro Diana y Janice, los demás quedaron afuera. Llegue a una mesa y una dulce jovencita se acerco para atendernos.
-Favor de traerme una jarra de su bebida mas refrescante. –
A lo que vi que diana mostro algo de cortesía extra no necesaria.
-Si no fueran muchas molestias. Gracias.-
Saque un moneda de oro, y la coloque sobre la mesa para la mesera. Pensé que la tomaría y seria un indicativo, para acelera el proceso de traernos nuestra bebida.
-Te digo Diana, es imposible no me cabe en la cabeza la razón, debo de dar con ella en este viaje si no moriré. Es horrible la cantidad de calor.-
Me sentía asombrada solo de ver el resto de personas que estaban de lo mas normal.
Asi que decidí entrar al primer lugar que se notaba disponible para beber y descansar. Era muy feo, apenas y había mesas, me arrepentí de mi decisión, había dos personas y se veían un tanto mal olientes. No me agradaba la pinta. Así que encuentro estaba cruzando el umbral me di la vuelta. Le susurre sutilmente a Diana, este lugar deberían destruirlo.
Continuamos caminando entre algunas edificaciones, el Sol estaba en lo mas alto y mi cansancio al parecer subía con el Sol, ya había estado en un clima invernal, y era terrible. Pero estar en el Sol lo considere por mucho peor. Al menos en la zona invernal podía cubrirme buscar calor, pero aquí no podía quitarme el calor, por poca prenda que tuviera en cima. O ligera, ya que no iba mostrando mi cuerpo a todo mundo. Como era el caso de diana. Parecia una paleta llorando de tanto sudor. No era digno de una dama. Pero con este calor que mas importaba. De vez en cuando nos deteníamos , yo traía sombra pero las personas no llevaban nada. Mis palmeras mitigaban el calor y aun asi me moria. No podía creer que un Rey quisiera o prefiriera quedarse en este lugar.
Tras una ardua caminata y mis pies comenzaban a hincharse, y podía sentirles palpitar del calor y cansancio. Ya que era muy agotador subir y bajar del camello cada que encontraba algún lugar donde probar suerte. Tras una larga caminata llegamos a un bonito lugar echo de adobe al parecer .
Al entrar vi varias personas, no di mucha importancia entro Diana y Janice, los demás quedaron afuera. Llegue a una mesa y una dulce jovencita se acerco para atendernos.
-Favor de traerme una jarra de su bebida mas refrescante. –
A lo que vi que diana mostro algo de cortesía extra no necesaria.
-Si no fueran muchas molestias. Gracias.-
Saque un moneda de oro, y la coloque sobre la mesa para la mesera. Pensé que la tomaría y seria un indicativo, para acelera el proceso de traernos nuestra bebida.
-Te digo Diana, es imposible no me cabe en la cabeza la razón, debo de dar con ella en este viaje si no moriré. Es horrible la cantidad de calor.-
Me sentía asombrada solo de ver el resto de personas que estaban de lo mas normal.
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Alzó su jarra hasta la altura de su boca para beber la cerveza con ansia, pues estaba sediento. Su ojos observó el contenido mientras este se drenaba hacia el interior de su boca, mas cuando bajó la jarra y alzó la mirada para ver qué había alrededor descubrió una sorpresa inesperada. No es que aquel hombre fuera todo un experto identificando a Tenryuubitos, y de hecho ni siquiera sospechaba que lo fuera, pero sí que identificó la moneda de oro que le dio a la camarera. Además parecía estar protegida por dos mujeres como si fueran sus guardianas o sirvientes, estaba claro que aquella mujer tenía bastante dinero. La miraba con los ojos entrecerrados, considerando la posibilidad de que se tratara de algún noble o de alguna jugadora del casino con mucha suerte.
Pero él no iba a hacer ni decir nada. Meterse contra cualquier persona, y más si era alguien noble, era bastante estúpido en su situación actual en la que tenía muchos millones de recompensa por su cabeza. Suspiraba mientras la observaba hablar, por lo que decía no parecía estar acostumbrada a la temperatura de Arabasta por lo que quizás fuera una viajera que había venido hasta el casino. Se encogió de hombros y se llevó de nuevo la jarra a la boca terminándosela de un trago, mas cuando volvió a bajarla pudo ver como la niña que siempre lo acompañaba se había acercado hasta aquella mujer. Ame Sora acababa de acercarse hasta ella, lo que provocó que Musashi se pusiera de pie sobresaltado por lo que pudiera pasar.
—¡¡Hola!! ¡Me llamo Ame Sora! ¿Quieres ser mi amiga?— dijo la niña que se había acercado demasiado y la miraba de igual a igual. Musashi se llevó la mano a la cara y apartó la silla para dirigirse hasta donde estaban y, tomando a Ame Sora por el hombro la hizo retroceder. —¡Ay! ¡Déjame solo quiero hacer amigas!— se quejaba la niña, pero Musashi no cedía y la hizo retroceder. —Ame, no es el momento. Vámonos.— dijo el semigigante con su voz profunda, observando a las que podían ser sus "guardaespaldas" pues una de ellas llevaba protecciones de combate. No quería tener nada que ver con esa gente, pues podrían delatarlos a la marina o venderlos pues parecía ser de los que se creían mejores al resto.
Tomó los Berries que habían costado sus consumiciones y los dejó en la barra, dándose la vuelta para dirigirse a la puerta pero topándose con la mirada de Ame Sora, que parecía odiarlo por no dejarle hacer amigas. Musashi pareció ablandarse ligeramente, mas no podía arriesgarse con aquel tipo de gente así que le indicó con la cabeza para que saliera delante de él. —Despídete, Ame.— le pidió a la niña en señal de educación. Si se iban tenían que aparentar ser personas normales, no criminales buscados por el Gobierno.
Nota: La niña es la que aparece en mi firma.
Pero él no iba a hacer ni decir nada. Meterse contra cualquier persona, y más si era alguien noble, era bastante estúpido en su situación actual en la que tenía muchos millones de recompensa por su cabeza. Suspiraba mientras la observaba hablar, por lo que decía no parecía estar acostumbrada a la temperatura de Arabasta por lo que quizás fuera una viajera que había venido hasta el casino. Se encogió de hombros y se llevó de nuevo la jarra a la boca terminándosela de un trago, mas cuando volvió a bajarla pudo ver como la niña que siempre lo acompañaba se había acercado hasta aquella mujer. Ame Sora acababa de acercarse hasta ella, lo que provocó que Musashi se pusiera de pie sobresaltado por lo que pudiera pasar.
—¡¡Hola!! ¡Me llamo Ame Sora! ¿Quieres ser mi amiga?— dijo la niña que se había acercado demasiado y la miraba de igual a igual. Musashi se llevó la mano a la cara y apartó la silla para dirigirse hasta donde estaban y, tomando a Ame Sora por el hombro la hizo retroceder. —¡Ay! ¡Déjame solo quiero hacer amigas!— se quejaba la niña, pero Musashi no cedía y la hizo retroceder. —Ame, no es el momento. Vámonos.— dijo el semigigante con su voz profunda, observando a las que podían ser sus "guardaespaldas" pues una de ellas llevaba protecciones de combate. No quería tener nada que ver con esa gente, pues podrían delatarlos a la marina o venderlos pues parecía ser de los que se creían mejores al resto.
Tomó los Berries que habían costado sus consumiciones y los dejó en la barra, dándose la vuelta para dirigirse a la puerta pero topándose con la mirada de Ame Sora, que parecía odiarlo por no dejarle hacer amigas. Musashi pareció ablandarse ligeramente, mas no podía arriesgarse con aquel tipo de gente así que le indicó con la cabeza para que saliera delante de él. —Despídete, Ame.— le pidió a la niña en señal de educación. Si se iban tenían que aparentar ser personas normales, no criminales buscados por el Gobierno.
Nota: La niña es la que aparece en mi firma.
Samanta
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Una pequeña niña se me acerco mientras dialogaba con Diana, su comentario fue tan honesto y me tomo por sorpresa, como alguien se podía acercar a mi, y dirigirme con tan simple sencillez una petición. No dejaban de asombrarme los niños, Me quede quieta cuando me disponía a responderle, un hombre le tomo por el brazo, y le jalo, normal de los que le cuidan. Pero aquel hombre tenia una pinta muy extraña. Al poco me paso por la idea, si seria secuestrada. O si todo iba en orden. Al final un descanso me caería bien. Mire a diana y mire una silla, ella comprendió que quería un nuevo lugar para nuestra nueva acompañante.
-Ven ame sora. Toma asiento, para ser amigas debemos hablar, y si tu estas dispuesta a conversar yo lo estaré. Y de esa forma nos conoceremos. Me agrada que tengas educación, responderé a tu cortesía con mi nombre, me han nombrado Samanta pertenezco a la familia Royalsun. Quería conocer un poco sobre la historia de esta isla y es lo que me a traído a este lugar. Deseo que te sientas cómoda, así que pide lo que siempre mas has deseado. Veré si esta en mi alcance, tómalo como una muestra de buena fe para que sigas siendo la encantadora mujercita que eres. Además cuéntame ¿el es tu padre? –
Miraba con algo de intriga a aquel hombre, que le hacia compañía. El lugar tenia algo de ruido, y muchos de los presentes ignoraban lo dialogado, sin embargo Diana estaba muy atenta y además Janice esta mirando al hombre que al parecer le daba mala espina, pero de esa mujer no me sorprende todo le da mala espina.
-Ven ame sora. Toma asiento, para ser amigas debemos hablar, y si tu estas dispuesta a conversar yo lo estaré. Y de esa forma nos conoceremos. Me agrada que tengas educación, responderé a tu cortesía con mi nombre, me han nombrado Samanta pertenezco a la familia Royalsun. Quería conocer un poco sobre la historia de esta isla y es lo que me a traído a este lugar. Deseo que te sientas cómoda, así que pide lo que siempre mas has deseado. Veré si esta en mi alcance, tómalo como una muestra de buena fe para que sigas siendo la encantadora mujercita que eres. Además cuéntame ¿el es tu padre? –
Miraba con algo de intriga a aquel hombre, que le hacia compañía. El lugar tenia algo de ruido, y muchos de los presentes ignoraban lo dialogado, sin embargo Diana estaba muy atenta y además Janice esta mirando al hombre que al parecer le daba mala espina, pero de esa mujer no me sorprende todo le da mala espina.
Date Musashi
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La ñina, Ame Sora, se acercó librándose de Date con facilidad hasta sentarse en la silla a la cuál había sido invitada, parecía feliz de hablar con alguien después de tanto tiempo pasando desapercibida. Al fin y al cabo cuando era prisionera podía hablar con los guardias o leer libros, pero viajando junto a Date solo le tenía a él y normalmente era bastante aburrido. —Gracias.— dijo de forma educada cuando tomó asiento. Ante su pregunta ella miró a Date y rió con ganas, al tiempo que el semigigante miraba hacia otro lado cruzándose de brazos. —No, no es mi padre, él es mi guardián.— le dijo casi emocionada como si el hecho de que estuviera con ella fuera alguna clase de aventura. —¿Lo que más deseo? ¡Eso es ofrecer mucho! Veamos, lo que más deseo...— la sonrisa de su rostro se esfumó, provocando que Musashi se diera cuenta de esto y se acercara tratando de apaciguar la situación. Le pusó la mano encima del pelo a Ame y contestó por ella.
—Ame es huérfana. Yo la cuido y evito que la gente le ponga las manos encima. Creo que con eso ya sabrás cuál es su mayor deseo, pero no es algo que tú por mucho dinero que tengas puedas cumplir.— le explicó con algo de grosería, no le importaba que fuera un Tenryuubito y aunque lo sabía se habría comportado de la misma forma. Alzó una ceja mirando a aquella mujer que se hacía llamar Samanta y miró a la pequeña de nuevo, dirigiéndose a esta con la voz suave y calmada. —Vamos, tenemos un trecho de desierto que recorrer.— le indicó, pero esta no hizo amago de moverse. —Espera... Ya se cuál es mi mayor deseo...— comenzó a a decir la pequeña que pareció recobrar la sonrisa y la felicidad. —¡Mi mayor deseo es que Patchi-chan deje de ser perseguido por el Gobierno Mundial y podamos vivir tranquilos en una isla!— pronunció en voz alta.
Silencio. Musashi se quedó congelado un segundo y, tras esto, se llevó una mano a la cara al tiempo que murmuraba algo parecido a "tenemos que mejorar tu discrección con la gente". Suspiró sin quitarse la mano de la cara mientras la niña miraba a Samanta con una gran sonrisa sincera, desde luego era un sueño comprensible. Llevaban mucho tiempo huyendo y estaba claro que iba a llegar el día en el que Musashi tuviera que enfrentarse a la marina, por lo que era normal pedir la paz para aquellos dos y dejar de correr por un delito que no había cometido. Tras unos segundos el semigigante apartó la mano de su rostro y esperó la reacción de sus interlocutores, si era necesario tomaría a Ame Sora y se la llevaría de allí en volandas. Además estaba el hecho de que lo había llamado Patchi-chan, lo cuál le provocaba algo de vergüenza pero no había logrado que enrojeciera. —Como sea, siento haberla molestado...— se disculpó Musashi mientras se preparaba para marchar de nuevo, esperando a que la mujer se asustara por ser un proscrito de la ley.
—Ame es huérfana. Yo la cuido y evito que la gente le ponga las manos encima. Creo que con eso ya sabrás cuál es su mayor deseo, pero no es algo que tú por mucho dinero que tengas puedas cumplir.— le explicó con algo de grosería, no le importaba que fuera un Tenryuubito y aunque lo sabía se habría comportado de la misma forma. Alzó una ceja mirando a aquella mujer que se hacía llamar Samanta y miró a la pequeña de nuevo, dirigiéndose a esta con la voz suave y calmada. —Vamos, tenemos un trecho de desierto que recorrer.— le indicó, pero esta no hizo amago de moverse. —Espera... Ya se cuál es mi mayor deseo...— comenzó a a decir la pequeña que pareció recobrar la sonrisa y la felicidad. —¡Mi mayor deseo es que Patchi-chan deje de ser perseguido por el Gobierno Mundial y podamos vivir tranquilos en una isla!— pronunció en voz alta.
Silencio. Musashi se quedó congelado un segundo y, tras esto, se llevó una mano a la cara al tiempo que murmuraba algo parecido a "tenemos que mejorar tu discrección con la gente". Suspiró sin quitarse la mano de la cara mientras la niña miraba a Samanta con una gran sonrisa sincera, desde luego era un sueño comprensible. Llevaban mucho tiempo huyendo y estaba claro que iba a llegar el día en el que Musashi tuviera que enfrentarse a la marina, por lo que era normal pedir la paz para aquellos dos y dejar de correr por un delito que no había cometido. Tras unos segundos el semigigante apartó la mano de su rostro y esperó la reacción de sus interlocutores, si era necesario tomaría a Ame Sora y se la llevaría de allí en volandas. Además estaba el hecho de que lo había llamado Patchi-chan, lo cuál le provocaba algo de vergüenza pero no había logrado que enrojeciera. —Como sea, siento haberla molestado...— se disculpó Musashi mientras se preparaba para marchar de nuevo, esperando a que la mujer se asustara por ser un proscrito de la ley.
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Al final al niña se sentó con gentileza, le parecía muy animada y energética, al menos asi solía ser antes de tantos estudios, hay se fueron mis energías su juventud, pero ahora era todo mas tranquilo gracias a toda la preparación a la que me sometí. Iniciaba a cautivarme el interés, todo indicaba que bien la niña podría haber sido engañada, para seguirle o le seguía por cuenta propia, pero todo indicaba ya que no era el nadie de ella. Asi que no tiene otra autoridad que el cariño que le tiene la niña. Aquel hombre brusco, no se dio con rodeos. Fue grosero y altanero. En otro momento o quizás de un mal humor le habría mandado a matar. Me preguntaba si la niña estaría bien a su lado.
Vi que la jaloneaba me disponía a notificar a la marina del secuestro, pero la niña regreso, pidió un deseo curioso. Deseaba tranquilidad y ciertamente no era bueno. En que clase de peligro estaría la nina para creer en el, o bien en que clase de peligro me encuentro yo. Al estar a su lado. Algo si era muy cierto, ni todo el dinero del mundo podría comprar la tranquilidad, solo vean a mis vecinos encerrados con miedo de esta sociedad que dejan pudrirse lentamente. En lugar de ayudarla a mejorar y gobernarla como el cargo que tenemos.
-Seré franca, lo que dice tu guardián es cierto. No importa cuánto dinero se tenga, no podrá comprar tranquilidad, ya que solo dependera de ustedes mismos. Pero podemos arreglar la persecución del gobierno mundial. Claro es una apuesta riesgosa, de su parte. Desde este momento ustedes para mi son un peligro, y atra vez de mi pet e guardado y enviado un mensaje a alguien de confianza. Pero el asunto es el siguiente, cuéntame el por qué les persigue, dependiendo de la razón, podría en este momento aclarar el asunto, ya que para su mala o buena fortuna, yo soy juez, y yo soy quien dicta eso. Asi que puedo revisar su caso o bien siguán su camino. Pero los altos mandos deben estar enterados de su paradero en este momento. –
Tome una buen sorbo de mi bebida. Me sentía animada, y así como había sido grosero aquel hombre deseaba meterlo en impel down, pero aquella niña decía la verdad eso me daba el primer incentivo a pensar que no debía ser malo. Pero solo su pasado me diría la verdad.
Vi que la jaloneaba me disponía a notificar a la marina del secuestro, pero la niña regreso, pidió un deseo curioso. Deseaba tranquilidad y ciertamente no era bueno. En que clase de peligro estaría la nina para creer en el, o bien en que clase de peligro me encuentro yo. Al estar a su lado. Algo si era muy cierto, ni todo el dinero del mundo podría comprar la tranquilidad, solo vean a mis vecinos encerrados con miedo de esta sociedad que dejan pudrirse lentamente. En lugar de ayudarla a mejorar y gobernarla como el cargo que tenemos.
-Seré franca, lo que dice tu guardián es cierto. No importa cuánto dinero se tenga, no podrá comprar tranquilidad, ya que solo dependera de ustedes mismos. Pero podemos arreglar la persecución del gobierno mundial. Claro es una apuesta riesgosa, de su parte. Desde este momento ustedes para mi son un peligro, y atra vez de mi pet e guardado y enviado un mensaje a alguien de confianza. Pero el asunto es el siguiente, cuéntame el por qué les persigue, dependiendo de la razón, podría en este momento aclarar el asunto, ya que para su mala o buena fortuna, yo soy juez, y yo soy quien dicta eso. Asi que puedo revisar su caso o bien siguán su camino. Pero los altos mandos deben estar enterados de su paradero en este momento. –
Tome una buen sorbo de mi bebida. Me sentía animada, y así como había sido grosero aquel hombre deseaba meterlo en impel down, pero aquella niña decía la verdad eso me daba el primer incentivo a pensar que no debía ser malo. Pero solo su pasado me diría la verdad.
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—No.— dijo tajante Musashi, el cuál se había acercado de nuevo a la mesa. —No puede ayudarnos. ¿Dice ser Juez? La justicia está muerta. No puede eliminar su sentencia ya que fue puesta por que su familia investigó el Siglo Vacío. ¿En cuanto a la mía? Me la pusieron por proteger a esta niña durante ya más de cuatro años. ¿Lo entiende ahora?— le decía. Su voz sonaba seca, no ofensiva ni agresiva pero debido a su enorme tamaño bien podría ser tomada como una amenaza. Apretó la mandíbula haciendo que dos grandes músculos se marcaran justo debajo de sus orejas, demostrando que estaba incómodo con aquella situación. —Por muy juez que seas, no puedes eliminar la mierda que el Gorosei y los Tenryuubitos tratan de esconder.— concluyó serio cruzándose de brazos. Esta vez no se marcharía, sino que esperaría su respuesta pues tenía por seguro que por muy poderosa que se sintiera no podía hacer nada contra un Tenryuubito.
Hubo un segundo de silencio, tras lo cuál la niña se giró en la silla y miró a Musashi con cara de estar enfadada, casi inflando los mofletes reprendiéndole con la mirada. —¡Patchi-chan! ¡Esta señorita, mi amiga, está tratando de ayudarnos! Aunque sea imposible debes mostrar un poco más de respeto y agradecimiento, te van a salir arrugas si estás todo el día enfadado.— protestó Ame. Musashi alzó una ceja y sintió como si una gotita de sudor frío descendiera por su espalda. ¿Sermoneado por una niña? Cerró su único ojo y suspiró, tras lo cual esgrimió una pequeña sonrisa de medio lado que no pegaba para nada con su rostro.
—Lamento haber sido tan rudo...— dijo Musashi, parecía que escupía las palabras y que le costaba gesticular con la mandíbula. —Agradecemos su interés pero no puede ayudarnos, Ame es perseguida por un delito que no cometió acerca del Siglo Vacío, y yo he matado a bastantes personas así como renegar del Cipher Pol para protegerla y darle libertad. Aunque pudieras hacer un pacto para eliminar mi recompensa, cosa que dudo que estés interesada, la recompensa de la niña no se ira pues el Gobierno Mundial la quiere muerte. Los secretos de los Tenryuubitos y del Gorosei son demasiado importantes.— se explicó ya más tranquilo. Echó un rápido vistazo a las acompañantes de Samanta, no sería difícil aparentemente matarlas a las tres en caso de que intentaran quedarse con Ame Sora.
Hubo un segundo de silencio, tras lo cuál la niña se giró en la silla y miró a Musashi con cara de estar enfadada, casi inflando los mofletes reprendiéndole con la mirada. —¡Patchi-chan! ¡Esta señorita, mi amiga, está tratando de ayudarnos! Aunque sea imposible debes mostrar un poco más de respeto y agradecimiento, te van a salir arrugas si estás todo el día enfadado.— protestó Ame. Musashi alzó una ceja y sintió como si una gotita de sudor frío descendiera por su espalda. ¿Sermoneado por una niña? Cerró su único ojo y suspiró, tras lo cual esgrimió una pequeña sonrisa de medio lado que no pegaba para nada con su rostro.
—Lamento haber sido tan rudo...— dijo Musashi, parecía que escupía las palabras y que le costaba gesticular con la mandíbula. —Agradecemos su interés pero no puede ayudarnos, Ame es perseguida por un delito que no cometió acerca del Siglo Vacío, y yo he matado a bastantes personas así como renegar del Cipher Pol para protegerla y darle libertad. Aunque pudieras hacer un pacto para eliminar mi recompensa, cosa que dudo que estés interesada, la recompensa de la niña no se ira pues el Gobierno Mundial la quiere muerte. Los secretos de los Tenryuubitos y del Gorosei son demasiado importantes.— se explicó ya más tranquilo. Echó un rápido vistazo a las acompañantes de Samanta, no sería difícil aparentemente matarlas a las tres en caso de que intentaran quedarse con Ame Sora.
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Así que la niña tenia información sobre nosotros, eso podía negociarse también, y con mas premura si podía poner en un holocausto, que tanto podía saber para que necesitaran buscarle. Pero si la niña conoce secretos, y el sabe sobre esos secretos puedo asumir que el conoce parte del conocimiento de la niña al menos si no seria cazado también por el mismo crimen, pero no lo sabe todo. Solo es su guardián, que clase de intriga estará sucediendo.
Me tome la manos y acomode mi cabello, lo tenia claro debía entender que sucedía.
-Diana ve con el dueño pídele que deje el lugar asolas, deseo conversar con estas personas en privacidad. Si hace falta sabes que debes hacer.-
Me gire a mirar y le indique que tomara asiento, le di una suave sonrisa.
-Bueno Ame, eres una niña encantadora. Veo que tu predicamento es algo complicado. Y como mencione me temo que lo que pides esta fuera de mis posibilidades. Sin embargo puedo arreglar algunos asuntos para evitar que te persigan. Y corregir detalles de tu amigo para que tenga una vida mas tranquila. Pero necesitare información, para poder ayudarles. –
Miraba con tranquilidad a ambas personas mientras lentamente una persona comenzó a sacar a la clientela y Diana regresaba de su cometido.
-Verán, la cosa es simple, si realmente creen que han hecho un delito según mis normas de juicio, la cacería continuara. Y a partir de hace unos minutos se pondrá peor. Ya que tienen que entender que como responsable encargada de dar juicio a los criminales es mi deber darles caza. Sin embargo, si a ustedes no les encuentro culpables, puedo ofrecerles esa paz que buscan. Ustedes deciden, pero el tiempo esta fluyendo. Si quieren irse y aprovechar o bien quedarse e intentar tener paz. –
Me quede recargada en mi lugar reposando con tranquilidad. Miraba con calma y disfrutaba de la alegría de aquella dulce señorita intrigante.
Me tome la manos y acomode mi cabello, lo tenia claro debía entender que sucedía.
-Diana ve con el dueño pídele que deje el lugar asolas, deseo conversar con estas personas en privacidad. Si hace falta sabes que debes hacer.-
Me gire a mirar y le indique que tomara asiento, le di una suave sonrisa.
-Bueno Ame, eres una niña encantadora. Veo que tu predicamento es algo complicado. Y como mencione me temo que lo que pides esta fuera de mis posibilidades. Sin embargo puedo arreglar algunos asuntos para evitar que te persigan. Y corregir detalles de tu amigo para que tenga una vida mas tranquila. Pero necesitare información, para poder ayudarles. –
Miraba con tranquilidad a ambas personas mientras lentamente una persona comenzó a sacar a la clientela y Diana regresaba de su cometido.
-Verán, la cosa es simple, si realmente creen que han hecho un delito según mis normas de juicio, la cacería continuara. Y a partir de hace unos minutos se pondrá peor. Ya que tienen que entender que como responsable encargada de dar juicio a los criminales es mi deber darles caza. Sin embargo, si a ustedes no les encuentro culpables, puedo ofrecerles esa paz que buscan. Ustedes deciden, pero el tiempo esta fluyendo. Si quieren irse y aprovechar o bien quedarse e intentar tener paz. –
Me quede recargada en mi lugar reposando con tranquilidad. Miraba con calma y disfrutaba de la alegría de aquella dulce señorita intrigante.
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La niña parecía bastante emocionada con las palabras de Samanta, pero Musashi por el contrario se mostraba escéptico a pensar en el poder de aquella mujer. En cualquier caso de nada iba a servir lo que estaba proponiendo, pues si bien Ame era inocente él se había encargado de liberar a la niña cobrándose muchas vidas y destrozos materiales. Todo lo había hecho por la niña, pero eso no justificaba sus actos. —Provoqué la erupción en la Isla de Rishiri, base secreta del CIpher Pol, asesinando a un CP5 y desertando del CP6. Hay 80 millones de recompensa por mi cabeza y, pese a que todo lo hice por salvar a la niña, es una recompensa merecida.— concluyó el semigigante que se negó a sentarse pues sabía que tendría que marcharse de allí con prisas.
Por el contrario Ame Sora procedió a explicar su “delito” mucho más animada y risueña, ignorando el hecho de hablar de su familia. —A mí se me persigue porque mis padres investigaron el siglo vacío. Pero nunca me dijeron nada para que el Gobierno no pudiera arrestarme a mí.— y miró sonriente a Samanta, como si llevara demasiado tiempo pensando en aquel delito que nunca había cometido y lo tuviera todo “bajo control”. Musashi miró a la niña alzando una ceja, sorprendido de su buen ánimo al haber conocido a una chica a la que poder considerar una “amiga”.
—Como ves, el Gobierno Mundial la persigue por capricho. Para cubrirse el trasero de lo que sea que hicieron cientos de años atrás, a pesar de que Ame Sora no sabe nada.— concluyó mirando a su alrededor. No había nadie en el local por lo que sería bastante fácil escapar de allí. Solo esperaba que no hubieran alertado a la guardia de Arabasta o por el contrario la huida sería ligeramente más complicada, y lo último que quería era que su recompensa aumentara. —Entonces, ¿vas a perseguirnos? Lo digo porque quizás quieras planteártelo mejor antes de cometer una estupidez.— dijo, no en tono de amenaza, sino como una advertencia de lo que podía pasar. Casi como si de verdad no quisiera que lo atacara para evitar tener que hacerle daño.
Por el contrario Ame Sora procedió a explicar su “delito” mucho más animada y risueña, ignorando el hecho de hablar de su familia. —A mí se me persigue porque mis padres investigaron el siglo vacío. Pero nunca me dijeron nada para que el Gobierno no pudiera arrestarme a mí.— y miró sonriente a Samanta, como si llevara demasiado tiempo pensando en aquel delito que nunca había cometido y lo tuviera todo “bajo control”. Musashi miró a la niña alzando una ceja, sorprendido de su buen ánimo al haber conocido a una chica a la que poder considerar una “amiga”.
—Como ves, el Gobierno Mundial la persigue por capricho. Para cubrirse el trasero de lo que sea que hicieron cientos de años atrás, a pesar de que Ame Sora no sabe nada.— concluyó mirando a su alrededor. No había nadie en el local por lo que sería bastante fácil escapar de allí. Solo esperaba que no hubieran alertado a la guardia de Arabasta o por el contrario la huida sería ligeramente más complicada, y lo último que quería era que su recompensa aumentara. —Entonces, ¿vas a perseguirnos? Lo digo porque quizás quieras planteártelo mejor antes de cometer una estupidez.— dijo, no en tono de amenaza, sino como una advertencia de lo que podía pasar. Casi como si de verdad no quisiera que lo atacara para evitar tener que hacerle daño.
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- [Pasado - Privado] emboscada en rainbase [Lluly - Deivid2X - Killua]
- Peligro en Rainbase, un ejercito de quinientos hombres se acerca. (Privado) (Tahiko,Sting y dexter)
- [Privado] Disfrutando de la sangre [Samanta - Kev]
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- [Privado] Un extraño. [Samanta - Ryusen Higure]
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