Encuentro con la Marina [Piratas de Tutankamón (Diogo, Roy Sasaki, Kidah) - Genos Demon, Drako Hyrule]

Nuestro bote navegaba apenas por las aguas del Grand Line, era un bote para uno que estaba aguantando a 3, pronto necesitaríamos un barco. Nos dirigiamos hacia el Reino de Sakura en busca de un buen médico que sea capaz de ponerme una prótesis en la pierna, ya que perdí una tras la pelea con Silver D. Dranser. Aún nos quedaba comida desde nuestro primer encuentro con Kidah, por lo que no nos encontrábamos desesperados por llegar.
Navegamos durante un par de horas y derrepente a lo lejos divisé la enorme isla. Era un lugar completamente congelado, menos mal traía mi abrigo de piel en el bote. Cuando llegamos a la orilla, me bajé del bote y le dije a mis tripulantes:

-Puede ir donde deseen, nos juntamos en 3 horas aquí nuevamente.

Me fuí en dirección a la ciudad de Horn, con un cartel que decía "BUSCO MÉDICO CAPAZ DE OPERARME", a ver si lograba encontrar a algún médico loco de esa forma.
No tenía berries como para pagar un buen médico y tampoco quería terminar con un pedazo de árbol en la pierna, tenía pensado que mi prótesis fuese de Kairoseki, para poder pelear contra usuarios de frutas del diablo. El único problema era que debía conseguir berris y aparte kairoseki.

Estuve algún tiempo mostrando mi cartel en el centro de la ciudad pero nadie accedió a ayudarme, todos pensaban que era una momia. Comenzó a darme frío por lo que decidí ir a la taberna por un trago, a ver si ahí lograba encontrar lo que andaba buscando.

Era un día frío, y no se conseguía divisar ni un cálido rayo de sol por aquellos lugares. Andaba por la calle, sin ningún rumbo fijo. Vestía un gran abrigo marrón, y unos largos y calientes pantalones negros, por esta razón, era más complicado saber que yo era Marine. En mi cintura, llevaba mi típico cinturón con mis armas colgadas en él. El suelo, estaba cubierto de una blanca, gruesa y helada capa de nieve y en algunas zonas hielo. No se veía mucha gente por las calles, excepto en las calles principales, donde había mercadillos, gente hablando y comerciando. Había gente de todas clases, bajitos y flacos; altos y regordetes, etc... Pero a ninguno se les veía el pelo, ya que todos llevaban un sombrero esquimal, que también les tapaba las orejas junto a su cabello.

Pasaba por las calles más grandes, para ver las tiendas del mercadillo, y para ver si lograba encontrar algún crimen, como algún estafador o algún ladrón. Pasaba por las calles, cuando de repente, me entraron ganas de tomar un chocolate caliente, para terminar de quitarme el frío, y lo que tenía de sueño. Entré a un bar cercano, y quitándome los guantes, me senté en la barra para pedirlo, y también algo de comer. Tenía bastantes berries en el bolsillo, pero no sabía la razón ni el porqué. Tras un rato esperando, el camarero me sirvió una gran y deliciosa taza de chocolate caliente, y unos Takoyaki.

-Esto está buenísimo.- Le dije al camarero con la boca llena a la vez que cogía más Takoyaki y bebía de la taza.- Mis más sinceras felicitaciones al cocinero.

Al poco rato, cuando ya me había llenado, apareció por la puerta un extraño hombre. Vestía un kimono negro, y sobre sus hombros, una gran chaqueta blanca. Tenía una parte de la cara de color negro. Llevaba un pergamino en una sus manos.

-Parece una momia que se ha escapado del museo.- Me dije en voz baja a la vez que daba algunas carcajadas.

Pero cuando vi que ocultaba entre sus ropajes, toda mi risa se esfumó, portaba una katana.

-Esto me da muy mala espina, ese hombre no es para nada bueno.

Desde el taburete en el que estaba sentado, dejé caer ligeramente mi mochila al suelo. Seguido, desenfundé la parte superior de mi machete para un posible enfrentamiento. Para mi suerte, no llevaba puestas mi ropas de Marine, por lo que podría darle un susto mortal, en cualquier momento.

Habíamos llegado a Bighorn un pueblo o aldea del Reino de Sakura, un sitio muy tranquilo. Cuando desembarcados el capitán dijo que podíamos ir a donde queramos pero en 3 horas teníamos que vernos en el muelle. Bueno, 3 horas es más que suficiente para lo que quiero hacer.

Es la segunda vez que venia y esta vez he venido preparada con un buen abrigo. Iba caminando por la calle buscando alguna librería, quería estar tranquila y leer un buen libro. Aún seguía caminando sin ninguna suerte hasta que a lo lejos vi un cartel, estaba un poco tapado por la nieve pero se podía leer claramente "Librería". Entré y no había mi un alma, solo un señor mayor colocando libros.

-Perdone señor ¿Dónde se encuentran los libros de historia?

El señor se sorprendio al verme pero no me contestó, me hizo una señal con la mano señalando el estante donde se encontraban aquellos libros. Es un hombre de pocas palabras. Fui directa hacia los libros y cojí los que más me llamaron la atención, solo fueron 2. Me dirigí hacia el señor:

-Me gustaría comprar estos libros ¿Cuánto es? -el señor miro los 2 libros y luego, con una sonrisa me miró- ¿Ocurre algo?

-Señor: Para nada, es solo que es raro que a una jovencita le gusten este tipo de libros -me reí un poco- Así que, por ser tu, te lo dejo por 20 berries.

La cifra me sorprendió mucho, me hizo una rebaja de 20 berries, lo normal es que me cobre 40 berries por 2 libros. Pero bueno, el hombre fue muy amable conmigo así que le dejaré una propina de 5 berries. El hombre no quería la propina pero yo le insistí varias veces hasta que aceptó. Salí de la librería y me fui directa a algún bar para tomar algo y leer los libros. Todos los bares tenian chimenea así que entré al primero que vi, me senté cerca de la chimenea, pedí una cerveza y empecé a leer uno de los dos libros tranquilamente, tenia suficiente tiempo.

Me encontraba en una taberna de una isla helada, lo cierto que todo el mundo portaba ropas gruesas para no pasar frío, pero yo, al ser un cyborg, llevaba mis ropas de siempre. Una camiseta blanca de tirantes, con el símbolo de la marina a la espalda, dejando ver mis brazos negros de cyborg, unos pantalones negros y unas botas del mismo color. Mi cabello aquel día, estaba un poco más despeinado que de costumbre y estaba en una silla, con mis dos katanas encima de la mesa mientras bebía café y leía un libro sobre herrería. Iba por un tomo interesante, unas armas que podían adaptar un ámbito, ya sea fuego o cualquier otra cosa, seguía leyendo para aprender más, cuando de pronto entró alguien a aquella taberna. Me fijé que era alguien que me sonaba, alguien conocido y fijé la vista, no era nada más ni nada menos que el marine Drako. Se notaba que yo era el único diferente allí, ya que todos me miraban de reojo por mi vestimenta y mi aspecto, sobre todo por mis ojos negros de pupila amarilla. Drako no se había dado cuenta de que estaba allí, así que decidí levantarme, pero alguien entró antes, más extraño que yo, parecía una momia a la cual le faltaba una pierna. Me levanté y me acerqué a Drako, que al ver la katana de la momia desenfundó su machete. Me puse al lado de Drako y le agarré la mano, mientras miraba al camarero.

- Aquí... no. Somos marines... Drako. - Le susurré.

Después de eso volví a mi mesa, me puse las katanas a mi cintura y me guardé el libro, para después agarrar la taza, ya vacía, y llevársela al camarero de la barra, para darle la taza y los berrys correspondientes. Le miré fijamente y le solté una pequeña sonrisa mientras le dirigía unas palabras.

- Un café... delicioso, Señor.

Miré fijamente a la momia, pero mi base de datos no recordaba a aquel tipo, parecía que no tenía wanted, aunque su forma de vestir y su katana me decía o que era un delincuente o un cazador de piratas. Me acerqué a él y me senté a su lado, para sin mirarle, mientras pedía otro café, decirle unas palabras.

- Si buscas... problemas. Este no es... el lugar... indicado. - Le decía con una voz leve y entrecortada.

No quería problemas y menos en un sitio público con gran cantidad de inocentes, lo único que quería era asustarlo y así evitar que hiciese cualquier acto delictivo, como no pagar, por ejemplo. Iba a estar pendiente de sus movimientos y lo vigilaría de cerca, algo me decía que no era un cazador de recompensas.

Estábamos en la barca de nuestra banda pirata, la cual se había fundado unos pocos días atrás, en esa barca estábamos tan apretados que no podría entrar nadie mas, pero yo estaba veliz con mi botella de ron. Al llegar a la isla, mi capitán estaba helado, pero yo no sentía frio algún y eso que solo llevaba una camiseta y una chaqueta encima, en ese pueblo, el suelo estaba lleno de nieve, la cual nunca había visto en mi vida, mas adelante estaban unos niños jugando con ella y yo pensé:

-¿Jugar con nieve, eso no es como jugar con la tierra?
Aunque no le di mucha importancia, Diogo nos dejo dar una vuelta por el pueblo para conocerlo mejor. Mientras avanzaba, toda la gente estaba bien abrigada, y al menos los niños, pase por un edificio grande seria el ayuntamiento, más adelante se encontraba el mercado, allí estaban diferentes puestos de comida, fruta, telas, verduras, espadas… ,  me hacer que a la tienda de una viejecita, la cual estaba llena de personas intentando comprar sus productos, yo viendo el descuido de la señora estire mi mano y cogí una manzana, la cual parecía muy sabrosa. La calle estaba a reventar, no se podía avanzar a no ser que metas codazos, cuando pude salir de ese barrio saque la manzana y empecé a comerla, su punta decía cuál era su sabor, riquísima. En mi derecha había una taberna a la cual decidí entrar a tomar algo, al abrir la puerta estaban las lámparas encendidas y la chimenea también, seria por que el sol se habría ocultado, decidí sentarme en una mesa aparte, al camarero le pedí un poco de carne, mientras esperaba, ese lugar estaba lleno de personas mayores con sus gorros puestos. Al mirar a la puerta que se habría, era mi capitán el cual aparecía. Un hombre al ver que entraba agarro su espada, pero de inmediato llego, el cual seria su compañero para impedírselo, me hacer que a mi capitan y le dije:

-No quiere tomar algo conmigo- en una voz lo suficientemente fuerte para que me escucharan.

Yo seguía en la barra tomándome mi bebida cuando llegó Sasaki y me pidió que bebiera algo con él. Le dije al camarero:

Camarero, deme 2 botellas de su mejor ron.

Nos sentamos en la mesa en la cual se encontraba Roy y comenzamos a beber, al poco rato me dí cuenta de que había 2 hombres que nos miraban fijamente todo el tiempo, sobre todo el que llevaba la cicatriz en el ojo. Posiblemente eran marines, pero no me quería precipitar sabiendo que yo era un imán de problemas con otros piratas. No quería ir a preguntarles que se les ofrecía debido a que no quería destruir la taberna y debido también a mi poca movilidad por culpa de Dranser.

-(pensando) Estoy seguro de que esos tipos son de la marina, es ese típico olor, lo reconozco.

Terminé de beberme mi botella y comenzé a balancearme en mi silla.

-Roy, si esos marines causan problemas, despiertame.

Cerré los ojos y comenzé a dormir.

Al momento, llegó Genos, aquel marine con el que me había entrenado. Me dijo que no luchara allí, y la verdad es que con la emoción se me había olvidado que estabamos en un bar. Volví a enfundar mi espada, y seguidamente pagué al camarero. Saqué de la mochila dos trozos de papel, y una pluma, y comencé a escribir en el primer papel:

Para mi compañero Genos:

Genos, no podemos luchar aquí, así que lucharemos en otro lugar, el bosque. A la salida Sur de esta ciudad, hay un bosque, allí lucharemos, no podemos dejar que vengan y se vayan de rositas, debemos darles un escarmiento.

PD: No tires este papel, darás pistas de nuestra ubicación.




Seguidamente me dispuse a escribir otro papel:

Señor momia:

Le mandamos este mensaje para informarle de que ha ganado el sorteo de un barco, por la compra en la Taberna Wakainu, participas, y hemos decido regalarle este barco, debido a que es el consumidor número 10.000 en lo que va de mes. Por este hecho queremos que asista al bosque que se encuentra al salir por la entrada Sur de la ciudad. Es un barco construido por los astilleros de la ciudad del Reino Sakura.

PD: No tire este papel, para saber que es usted el ganador. Le hablamos como señor momia para ocultar su identidad.





Seguido, me acerqué al camarero diciéndole que le entregase esa nota junto a la botella de ron que les debía llevar. Al salir, como la mesa en la que se encontraba Genos estaba junto a la puerta, decidí dejárselo tirado en el suelo, esperando que lo recogiese.

Una vez fuera, pensé:

-Esperemos que sean lo suficientemente idiotas como para ir.

Seguido, comencé a andar rumbo al bosque.

Ya me había leído todos los libros en 1 hora, no eran muy gordos así que los leí rápido. Me levanté de la silla y pagué al camarero. Salí de aquel lugar en busca del capitán, seguramente estaría en otra taberna ya que no estaba en esta. Iba caminando por la calle, mirando por las ventanas de todos los bares del lugar a ver si veía a Diogo hasta que di con el bar en el que estaba y también estaba Roy. Iba a entrar pero en eso momento, por la ventana, vi a un hombre dándole un papel a otro hombre detrás de la barra, sería el tabernero, señaladole a alguien de la barra, seguramente para que se la dé.   

No me dio muy buena espina, nadie hace eso por casualidad, esto no es una coincidencia. El hombre salió del lugar y yo entré. Me acerqué a ellos por detrás, puse mis brazos en sus hombros y con una gran sonrisa, les dije:  

-¡Hola chicos! Escuchad lo que tengo que decir...-cambié mi cara de felicidad a una seria y con voz baja, dije-. Acabo de ver a un hombre o un chico, no lo sé, el caso es... Le ha dado una nota al tabernero, señalando a alguien de la barra. Sinceramente, me da muy mala espina, si el camarero os da la nota, leedla atentamente.   

Me aparte un poco de ellos y me senté a su lado, en un taburete y pedí un café a un camarero, y pagué cuando me lo trajo. Mientras me lo tomaba, vigilaba al tabernero.