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Akuma no mi
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La brigada disciplinaria habíamos atracado en el cuartel de la marina del north blue. Estaba a tan solo unas cuantas islas más hacia el noroeste de mi isla natal, extrañamente cuando me aproximaba sentía la necesidad de ir a hacer una visita a mi madre y, sobretodo, a mi hermano. Pero no podía, debía de centrarme en mi entrenamiento marine, era mayor mi deseo por esforzarme y mejorar mis habilidades que el volver a encontrarme con ellos, pues tal vez una visita podría hacer que me incitase a dejar la marina y a quedarme con ellos. Cada vez que me volvían sus recuerdos a la mente sentía el extremo deseo de volver con ellos y abrazarlos, por ello sabía que no debía de aproximarme hasta poder lograr alcanzar un alto nivel de poder y rango dentro de la marina.
Descendí del barco de mi capitán, el almirante Karl, y comencé a caminar hacia el interior. Ahora no habían encargos especiales para la brigada disciplinaria, por lo que no sabía que podía hacer. Lo único que tenía en mente era buscar algún lugar donde poder relajarme y descansar hasta que alguien me reclamase, hasta que se requieran de mis servicios. Estos últimos días he estado entrenando y haciendo misiones para la flota del almirante sin descanso alguno, hasta tal punto que había olvidado lo que era el poder relajarse y descansar apaciblemente bajo la sombra de un buen árbol, sintiendo el aire correr apaciblemente.
Hoy hacía un buen día, podría ser mejor pero desde luego que podría ser peor. El cielo estaba despejado y el sol incidía con potencia sobre el mar y el cuartel al cual acababa de entrar. Tras pasar el umbral sentí un mayor calor que en el exterior del mismo, allá fuera corría una suave brisa que, aunque cálida, refrescaba ligeramente, pero sobretodo relajaba tan solo con su tacto en la piel. Me lo pensé mejor, salí de allí y me fui hacia la derecha del cuartel, por allí cerca, alejado de pequeñas edificaciones, había algunos árboles donde uno podría echarse a relajarse. Antes de salir le dije a Vincent, que estaba entrando al cuartel, que si me necesitaban estaría por allí. Y allí fui.
Busqué un buen árbol, pero realmente cualquiera me servía, por lo que traté de alejarme lo más posible sin llegar a perder el cuartel de vista. El jaleo que se podía escuchar por allí cerca haría que hasta un sordo se estrese mientras intenta relajarse. Cuando encontré el árbol perfecto tan solo apoyé mi espalda con fuerza en el tronco y me dejé deslizar hasta caer al suelo sentado. La copa de hojas que tenía en lo alto ocultaban el sol, y la brisa llegaba más suavemente por aquella zona. Sentía que me dormiría allí, y no me importaba en lo más absoluto.
Decidido flexioné la pierna izquierda, entrelacé las manos detrás de mi cabeza y la eché todo lo que pude hacia atrás. Aquello si que era vida, no había nada mejor que relajarse en un lugar tan tranquilo como aquél, era precisamente lo que necesitaba después de tanto tiempo yendo de un lado hacia otro junto a la brigada disciplinaria, haciendo misiones, apresando criminales y eliminando objetivos considerados demasiado peligrosos para mantenerlos con vida, por no decir aquella conquista de la isla Conomi que hicimos en mi primera aventura como miembro de la brigada. Pero ahora todos esos recuerdos tan solo eran pasto de la imaginación, ahora podía al fin relajarme. No tardaría en dormirme con una sonrisa en el rostro.
Descendí del barco de mi capitán, el almirante Karl, y comencé a caminar hacia el interior. Ahora no habían encargos especiales para la brigada disciplinaria, por lo que no sabía que podía hacer. Lo único que tenía en mente era buscar algún lugar donde poder relajarme y descansar hasta que alguien me reclamase, hasta que se requieran de mis servicios. Estos últimos días he estado entrenando y haciendo misiones para la flota del almirante sin descanso alguno, hasta tal punto que había olvidado lo que era el poder relajarse y descansar apaciblemente bajo la sombra de un buen árbol, sintiendo el aire correr apaciblemente.
Hoy hacía un buen día, podría ser mejor pero desde luego que podría ser peor. El cielo estaba despejado y el sol incidía con potencia sobre el mar y el cuartel al cual acababa de entrar. Tras pasar el umbral sentí un mayor calor que en el exterior del mismo, allá fuera corría una suave brisa que, aunque cálida, refrescaba ligeramente, pero sobretodo relajaba tan solo con su tacto en la piel. Me lo pensé mejor, salí de allí y me fui hacia la derecha del cuartel, por allí cerca, alejado de pequeñas edificaciones, había algunos árboles donde uno podría echarse a relajarse. Antes de salir le dije a Vincent, que estaba entrando al cuartel, que si me necesitaban estaría por allí. Y allí fui.
Busqué un buen árbol, pero realmente cualquiera me servía, por lo que traté de alejarme lo más posible sin llegar a perder el cuartel de vista. El jaleo que se podía escuchar por allí cerca haría que hasta un sordo se estrese mientras intenta relajarse. Cuando encontré el árbol perfecto tan solo apoyé mi espalda con fuerza en el tronco y me dejé deslizar hasta caer al suelo sentado. La copa de hojas que tenía en lo alto ocultaban el sol, y la brisa llegaba más suavemente por aquella zona. Sentía que me dormiría allí, y no me importaba en lo más absoluto.
Decidido flexioné la pierna izquierda, entrelacé las manos detrás de mi cabeza y la eché todo lo que pude hacia atrás. Aquello si que era vida, no había nada mejor que relajarse en un lugar tan tranquilo como aquél, era precisamente lo que necesitaba después de tanto tiempo yendo de un lado hacia otro junto a la brigada disciplinaria, haciendo misiones, apresando criminales y eliminando objetivos considerados demasiado peligrosos para mantenerlos con vida, por no decir aquella conquista de la isla Conomi que hicimos en mi primera aventura como miembro de la brigada. Pero ahora todos esos recuerdos tan solo eran pasto de la imaginación, ahora podía al fin relajarme. No tardaría en dormirme con una sonrisa en el rostro.
León Zaid
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Por motivos de conocimiento propio había sido enviado a la sucursal en el norte de la marina, era impresionante lo mal que la marina estaba distribuida en este sentido, todo el paraíso e incluso el nuevo mundo estaba lleno de marines, sin embargo su presencia en los cuatros mares, origen de multitud de piratas famosos a día de hoy y en el pasado, era muy pobre, a penas había una sucursal por cada mar, era vergonzoso, de haber aplicado mejor su potencial el mundo no habría vivido lo que sale a día de hoy en los libros de historia, habría otra totalmente diferente, aunque si es cierto que no podría deducir si sería para bien o para mal.
En la sucursal del norte la gente era muy amigable, calurosa y simpática, nada que ver con la seriedad y profesionalidad que existe en Enies Loby, es comprensible teniendo en cuenta el nivel de una y de otra, pero parecía vergonzoso que la diferencia llegase hasta tal punto, si fuese un asesino podría encargarme de la mitad de los presentes en cuestión de una u dos horas, si no están invadidos y muertos es porque la gente de estos mares no les valoran ni para atacarles.
Al menos las estructuras de los edificios si se salvaban, eran de un clásico toque oriental manteniendo estructuras occidentales, una combinación que da originalidad y belleza, sin duda era lo mejor que había en este sitio. Normal, en un sitio así y sin actividad que los marines estén la mayor parte del tiempo inactivos, deberían de convertir estos centros en cuarteles de entrenamiento y prácticas, de forma que estuviesen siempre alerta y en condiciones para lanzarse al ataque contra cualquier acto de rebeldía, o criminal.
Pasé frente a un espejo y sonreí de lado mirando de reojo, me gustaba mi forma de vestir, y podría decirse que presumía de ello sin necesidad de divulgarlo, no me canso de verme bien vestido de chaqueta y pantalones lisos de color negro, el detalle del cabello cayendo sobre la espalda era también bonito, daba lugar a un toque salvaje entre tanta elegancia.
Debería de entrar y avisar al que esté al mando de mi llegada para hacer el turismo correspondiente, pero esto no haría otra cosa que aburrirme y dejarme llevar por un trayecto previamente preparado para mi llegada, prefería desviarme un poco aunque me retrasase y ver la naturaleza de los soldados sin la presión de mi visita, por lo que me alejé hacia los jardines, muy bien cuidados por cierto. Los árboles tenían colores vivos, y para mi alegría no veía marines holgazaneando, aunque supuse que sería por mi llegada, quizás en otros días estaban todos tumbados, justo como el individuo que acababa de localizar, recostado sobre un árbol.
De mi bolsillo derecho extraje un cigarro sonriente y me lo coloqué en la boca al tiempo que sacada del lado izquierdo un mechero para prender el cigarro. Una vez encendido guardé dicho mechero y caminé sigilosamente usando las técnicas de sigilo que había aprendido en mis entrenamientos hasta posarme frente a él, donde tosí levemente para llamar mi atención para lanzar luego el humo a su rostro.
- Buenos días joven marine, ¿Qué tal se presenta el trabajo hoy? Muy laborioso por lo que puedo observar... por cierto, mi nombre es León Zaid, y vengo en representación de la Chiper Pol.
Estaba deseando ver su cara de arrepentimiento, o quizás de susto, realmente iba a disfrutar con esto, todo fuese para que el chico espabilase y no perdiese más el tiempo de esta manera tan fea.
En la sucursal del norte la gente era muy amigable, calurosa y simpática, nada que ver con la seriedad y profesionalidad que existe en Enies Loby, es comprensible teniendo en cuenta el nivel de una y de otra, pero parecía vergonzoso que la diferencia llegase hasta tal punto, si fuese un asesino podría encargarme de la mitad de los presentes en cuestión de una u dos horas, si no están invadidos y muertos es porque la gente de estos mares no les valoran ni para atacarles.
Al menos las estructuras de los edificios si se salvaban, eran de un clásico toque oriental manteniendo estructuras occidentales, una combinación que da originalidad y belleza, sin duda era lo mejor que había en este sitio. Normal, en un sitio así y sin actividad que los marines estén la mayor parte del tiempo inactivos, deberían de convertir estos centros en cuarteles de entrenamiento y prácticas, de forma que estuviesen siempre alerta y en condiciones para lanzarse al ataque contra cualquier acto de rebeldía, o criminal.
Pasé frente a un espejo y sonreí de lado mirando de reojo, me gustaba mi forma de vestir, y podría decirse que presumía de ello sin necesidad de divulgarlo, no me canso de verme bien vestido de chaqueta y pantalones lisos de color negro, el detalle del cabello cayendo sobre la espalda era también bonito, daba lugar a un toque salvaje entre tanta elegancia.
Debería de entrar y avisar al que esté al mando de mi llegada para hacer el turismo correspondiente, pero esto no haría otra cosa que aburrirme y dejarme llevar por un trayecto previamente preparado para mi llegada, prefería desviarme un poco aunque me retrasase y ver la naturaleza de los soldados sin la presión de mi visita, por lo que me alejé hacia los jardines, muy bien cuidados por cierto. Los árboles tenían colores vivos, y para mi alegría no veía marines holgazaneando, aunque supuse que sería por mi llegada, quizás en otros días estaban todos tumbados, justo como el individuo que acababa de localizar, recostado sobre un árbol.
De mi bolsillo derecho extraje un cigarro sonriente y me lo coloqué en la boca al tiempo que sacada del lado izquierdo un mechero para prender el cigarro. Una vez encendido guardé dicho mechero y caminé sigilosamente usando las técnicas de sigilo que había aprendido en mis entrenamientos hasta posarme frente a él, donde tosí levemente para llamar mi atención para lanzar luego el humo a su rostro.
- Buenos días joven marine, ¿Qué tal se presenta el trabajo hoy? Muy laborioso por lo que puedo observar... por cierto, mi nombre es León Zaid, y vengo en representación de la Chiper Pol.
Estaba deseando ver su cara de arrepentimiento, o quizás de susto, realmente iba a disfrutar con esto, todo fuese para que el chico espabilase y no perdiese más el tiempo de esta manera tan fea.
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Estaba todo realmente en calma, con los ojos cerrados me relajaba y los recuerdos fluían por mi mente como el agua por el mar en calma. Recuerdos no muy lejanos, imágenes de las aventuras recientes en compañía de mis camaradas de la brigada disciplinaria. Los recuerdos más lejanos, de mi familia. Momentos agradables donde los cuatro reíamos y disfrutábamos pacíficamente de la vida.
De pronto escuché un sonido bastante cercano, alguien tosía. Durante un momento me asusté pensando que podría ser mi capitán que ya me buscaba para algo, pero cuando abrí los ojos observé que era un tipo que no conocía para nada, un tipo que fumaba y que desde lo alto echó el humo en dirección a mi rostro. Una leve corriente de aire se llevó el humo dejando ver a ese tipo fijamente, vestía completamente de negro y tenía el pelo algo alargado.
-Buenos días joven marine, ¿Qué tal se presenta el trabajo hoy? Muy laborioso por lo que puedo observar... por cierto, mi nombre es León Zaid, y vengo en representación de la Chiper Pol.
Me levanté con una sonrisa en la cara siendo amable, se había presentado, y resultaba ser un miembro del Cypher Pol, que según tenía entendido era una organización militar del gobierno mundial. Una visita realmente inesperada he de admitir. Le lancé una sonrisa y extendí mi mano derecha para estrechar su mano, si él la ofrecía.
-Encantado León Zaid. Yo soy Kimura Hayate, miembro de la marina.
Si para entonces había lanzado la mano para estrecharla la agarraría con fuerza, si no lo había hecho entendería la indirecta y la retiraría. Entonces continué hablando, todo con la sonrisa en mi rostro.
-No llevo mucho tiempo viniendo por aquí, pero nunca había visto un miembro del gobierno mundial. ¿Puedo preguntar a que se debe el honor de tu visita? Especialmente justo aquí, no es que esté dentro del cuartel precisamente jejejeje.
Aguardé en silencio una respuesta por su parte. Parecía un tipo bastante serio, pero hasta el más serio tiene su sentido del humor. Tan solo esperaba por que el de éste tipo no estuviese muy escondido, si no sería una situación un tanto incómoda.
De pronto escuché un sonido bastante cercano, alguien tosía. Durante un momento me asusté pensando que podría ser mi capitán que ya me buscaba para algo, pero cuando abrí los ojos observé que era un tipo que no conocía para nada, un tipo que fumaba y que desde lo alto echó el humo en dirección a mi rostro. Una leve corriente de aire se llevó el humo dejando ver a ese tipo fijamente, vestía completamente de negro y tenía el pelo algo alargado.
-Buenos días joven marine, ¿Qué tal se presenta el trabajo hoy? Muy laborioso por lo que puedo observar... por cierto, mi nombre es León Zaid, y vengo en representación de la Chiper Pol.
Me levanté con una sonrisa en la cara siendo amable, se había presentado, y resultaba ser un miembro del Cypher Pol, que según tenía entendido era una organización militar del gobierno mundial. Una visita realmente inesperada he de admitir. Le lancé una sonrisa y extendí mi mano derecha para estrechar su mano, si él la ofrecía.
-Encantado León Zaid. Yo soy Kimura Hayate, miembro de la marina.
Si para entonces había lanzado la mano para estrecharla la agarraría con fuerza, si no lo había hecho entendería la indirecta y la retiraría. Entonces continué hablando, todo con la sonrisa en mi rostro.
-No llevo mucho tiempo viniendo por aquí, pero nunca había visto un miembro del gobierno mundial. ¿Puedo preguntar a que se debe el honor de tu visita? Especialmente justo aquí, no es que esté dentro del cuartel precisamente jejejeje.
Aguardé en silencio una respuesta por su parte. Parecía un tipo bastante serio, pero hasta el más serio tiene su sentido del humor. Tan solo esperaba por que el de éste tipo no estuviese muy escondido, si no sería una situación un tanto incómoda.
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Tendí la mano firmemente a aquel marine nada más que me la ofreció dando la mejor de mis sonrisas, estaba alegre por ver que era capaz de tener esa actitud a pesar de la situación en la que se encontraba aquel chico.
Era la primera vez que veía al marine, y no sabía que tenía aquella persona, pero logró hacerme sentir que podía confiar en él y que era bueno, sus cabellos eran pelirrojos, los ojos azules, y parecía ser mas bajo que yo, cerca de 10 centímetros, motivo por el cual tenía que mirar hacia abajo para poder verle los ojos. Era extraño, pero en él sentía algo familiar, era como si no fuese la primera vez que nos presentásemos, como si antiguamente le hubiese conocido pero no recordaba de que... ¿Sería eso que llaman reencarnación? No tenía ni idea, pero tampoco era algo que me inquietase demasiado.
- Vengo de parte de la Chiper Pol, me mandaron a esta base para conocerla, forma parte de mi instrucción, y de paso me pidieron que escribiese un informe sobre las actividades llevadas en este cuartel, saber si son serias y responsables o no. Ahora mismo sus compañeros deben de estar buscándome como locos por todo el cuartel, pero decidí desviarme para ver algún terreno mas alejado de donde me llevan, observar si lo que no me enseñan también es positivo, y para mi sorpresa le encontré a usted tumbado bajo la sombra de un árbol caballero. Lo más sorprendente es que no hay nadie más, solo usted. ¿Es un marine rebelde?- Pregunté riendo un poco mientras soltaba humo hacia el cielo observando en él a los pájaros volar con una sonrisa de oreja a oreja.
- Los pájaros... los seres mas libres del planeta precisamente porque no hemos tocado su territorio... - Dije en un suspiro para volver posteriormente a mirarle al marine.
Fue en ese momento donde pude contemplar a lo lejos varios marines de mayor rango acercándose, aún estaban lejos hasta llegar a nuestra posición y daba tiempo a que el joven marine me respondiese algo sin que se enterasen. Era evidente que venían a por mi, por fin me encontraron, aunque desconocía si iban a bronquear al chico también, el cual solo estaba descansando cuando vine, por mi culpa seguramente le caería una bronca, dependiendo de como respondiese quizás intervenga o no, aún es muy pronto para decidir a pesar de quedar cuestión de segundos para terminar nuestra conversación a solas.
Era la primera vez que veía al marine, y no sabía que tenía aquella persona, pero logró hacerme sentir que podía confiar en él y que era bueno, sus cabellos eran pelirrojos, los ojos azules, y parecía ser mas bajo que yo, cerca de 10 centímetros, motivo por el cual tenía que mirar hacia abajo para poder verle los ojos. Era extraño, pero en él sentía algo familiar, era como si no fuese la primera vez que nos presentásemos, como si antiguamente le hubiese conocido pero no recordaba de que... ¿Sería eso que llaman reencarnación? No tenía ni idea, pero tampoco era algo que me inquietase demasiado.
- Vengo de parte de la Chiper Pol, me mandaron a esta base para conocerla, forma parte de mi instrucción, y de paso me pidieron que escribiese un informe sobre las actividades llevadas en este cuartel, saber si son serias y responsables o no. Ahora mismo sus compañeros deben de estar buscándome como locos por todo el cuartel, pero decidí desviarme para ver algún terreno mas alejado de donde me llevan, observar si lo que no me enseñan también es positivo, y para mi sorpresa le encontré a usted tumbado bajo la sombra de un árbol caballero. Lo más sorprendente es que no hay nadie más, solo usted. ¿Es un marine rebelde?- Pregunté riendo un poco mientras soltaba humo hacia el cielo observando en él a los pájaros volar con una sonrisa de oreja a oreja.
- Los pájaros... los seres mas libres del planeta precisamente porque no hemos tocado su territorio... - Dije en un suspiro para volver posteriormente a mirarle al marine.
Fue en ese momento donde pude contemplar a lo lejos varios marines de mayor rango acercándose, aún estaban lejos hasta llegar a nuestra posición y daba tiempo a que el joven marine me respondiese algo sin que se enterasen. Era evidente que venían a por mi, por fin me encontraron, aunque desconocía si iban a bronquear al chico también, el cual solo estaba descansando cuando vine, por mi culpa seguramente le caería una bronca, dependiendo de como respondiese quizás intervenga o no, aún es muy pronto para decidir a pesar de quedar cuestión de segundos para terminar nuestra conversación a solas.
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León me estrechó la mano nada más tenderle la mía propia, esbozó una sonrisa como yo mientras la estrechaba, lo cual me dio la sensación de que podía confiar en él, me transmitió bastante confianza nada más con ese gesto. León Zaid era algo más alto que yo, unos cuantos centímetros, menos de un palmo, como medio aproximadamente, no sabría decir, aunque tampoco me había parado a pensar en ello.
Me habló explicándome que era un miembro de la Cypher Pol que había sido enviado a ésta isla como instrucción, así como por trabajo también, debía redactar un informe sobre la actividad del cuartel y su seriedad, o por lo menos eso entendí. En ese momento me sentí algo mal por que me hubiera encontrado allí relajándome. ¿Pero que iba a hacer? Soy un recluta relativamente nuevo, no hay trabajos o encargos que realizar por el momento, y si hay solo a los rangos más altos se les permite solicitar la información. En tal caso no podía hacer nada más que lo que me plazca, y solo quería relajarme un rato.
Finalmente me preguntó si era un marine rebelde, ante esa pregunta tan solo pode reírme echando la cabeza hacia atrás con la mano derecha sujetándola por la nuca. Me hizo gracia ese comentario la verdad, aunque no era cierto en lo absoluto, la misión es lo más importante para mí, cada vez que tenía que hacer algo por una misión no dudaba lo más mínimo. Las órdenes son estrictas en todo momento y deben ser acatadas a rajatabla, sean las que sean.
León se había quedado mirando hacia el cielo mientras me reía, suspiró tras decir unas palabras que parecían mostrar un deje de melancolía, no se, le noté algo extraño mientras decía esas palabras, y mi carcajada se desvaneció rápidamente, mas la sonrisa perduró en mi rostro. Solo entonces volvió a mirarme y fue cuando le respondí a sus palabras.
-No León. No soy un marine rebelde. Tan solo acabo de regresar de un misión larga, de la cual partimos sin descanso de la anterior, y así mientras estoy en la marina... Que para ser sincero apenas ni llevo dos meses.
De pronto, no se por qué, me vinieron a la mente mi hermano y madre. La sonrisa se transformó en una risa algo forzada y desganada. Joder, tenía ganas de regresar de una vez, pero no, todavía no podía hacerlo, debía volverme mucho más fuerte antes de regresar, si lo hacía ahora no volvería a cumplir con mi deber como soldado. Continué hablando, ahora mi voz sonó un poco más melancólica.
-Mi capitán es el almirante Leon D. Karl, y aunque las misiones son intensas para mi nivel he de admitir que se aprende rápido con éste hombre al mando. Ha ido a entregar el informe de la última misión, yo todavía no soy nadie en la marina como para ir allí dentro y hablar con los altos cargos, ni apenas hablo con mi capitán en las misiones, dudo que sepa siquiera de mi existencia todavía, pero si hay alguna misión ahora partiré con ellos, no tengo otro remedio. Pero mientras pueda relajarme algo entre misión y misión por supuesto que lo haré. Al fin y al cabo ahora no tengo otras obligaciones que cumplir.
De pronto pude advertir como León desviaba su mirada hacia una posición fija, miré hacia allí y pude ver unos marines aproximándose hacia nosotros. La cosa no parecía pintar muy bien para mí, eran tres personas, por lo menos las que pude ver al momento. El que iba en el centro era un Teniente Primero, algo sabía seguro, que me iba a meter en un lío por estar allí sin hacer nada, y más todavía por haber sido el primero en recibir a un emisario del Cypher Pol en lugar de enviarle a un alto cargo. Algo me decía que por primera vez mi actitud amigable con todos me iba a traer problemas. En voz baja le susurré a León con una sonrisa.
-Creo que me he metido en un lío.
Ya podía ver al Teniente Primero acercarse hacia mí. Rápidamente me llevé la mano derecha recta hacia la frente, poniendo mi cuerpo totalmente erguido, si algo había aprendido en el poco tiempo que llevaba en la marina era que a cualquier rango superior debo saludarle respetuosamente de esa forma antes de abrir la boca. Pero lo primero que se escucharía probablemente fuesen sus gritos, a no ser que fuese un tipo majo... Por favor que sea un tipo majo.
Me habló explicándome que era un miembro de la Cypher Pol que había sido enviado a ésta isla como instrucción, así como por trabajo también, debía redactar un informe sobre la actividad del cuartel y su seriedad, o por lo menos eso entendí. En ese momento me sentí algo mal por que me hubiera encontrado allí relajándome. ¿Pero que iba a hacer? Soy un recluta relativamente nuevo, no hay trabajos o encargos que realizar por el momento, y si hay solo a los rangos más altos se les permite solicitar la información. En tal caso no podía hacer nada más que lo que me plazca, y solo quería relajarme un rato.
Finalmente me preguntó si era un marine rebelde, ante esa pregunta tan solo pode reírme echando la cabeza hacia atrás con la mano derecha sujetándola por la nuca. Me hizo gracia ese comentario la verdad, aunque no era cierto en lo absoluto, la misión es lo más importante para mí, cada vez que tenía que hacer algo por una misión no dudaba lo más mínimo. Las órdenes son estrictas en todo momento y deben ser acatadas a rajatabla, sean las que sean.
León se había quedado mirando hacia el cielo mientras me reía, suspiró tras decir unas palabras que parecían mostrar un deje de melancolía, no se, le noté algo extraño mientras decía esas palabras, y mi carcajada se desvaneció rápidamente, mas la sonrisa perduró en mi rostro. Solo entonces volvió a mirarme y fue cuando le respondí a sus palabras.
-No León. No soy un marine rebelde. Tan solo acabo de regresar de un misión larga, de la cual partimos sin descanso de la anterior, y así mientras estoy en la marina... Que para ser sincero apenas ni llevo dos meses.
De pronto, no se por qué, me vinieron a la mente mi hermano y madre. La sonrisa se transformó en una risa algo forzada y desganada. Joder, tenía ganas de regresar de una vez, pero no, todavía no podía hacerlo, debía volverme mucho más fuerte antes de regresar, si lo hacía ahora no volvería a cumplir con mi deber como soldado. Continué hablando, ahora mi voz sonó un poco más melancólica.
-Mi capitán es el almirante Leon D. Karl, y aunque las misiones son intensas para mi nivel he de admitir que se aprende rápido con éste hombre al mando. Ha ido a entregar el informe de la última misión, yo todavía no soy nadie en la marina como para ir allí dentro y hablar con los altos cargos, ni apenas hablo con mi capitán en las misiones, dudo que sepa siquiera de mi existencia todavía, pero si hay alguna misión ahora partiré con ellos, no tengo otro remedio. Pero mientras pueda relajarme algo entre misión y misión por supuesto que lo haré. Al fin y al cabo ahora no tengo otras obligaciones que cumplir.
De pronto pude advertir como León desviaba su mirada hacia una posición fija, miré hacia allí y pude ver unos marines aproximándose hacia nosotros. La cosa no parecía pintar muy bien para mí, eran tres personas, por lo menos las que pude ver al momento. El que iba en el centro era un Teniente Primero, algo sabía seguro, que me iba a meter en un lío por estar allí sin hacer nada, y más todavía por haber sido el primero en recibir a un emisario del Cypher Pol en lugar de enviarle a un alto cargo. Algo me decía que por primera vez mi actitud amigable con todos me iba a traer problemas. En voz baja le susurré a León con una sonrisa.
-Creo que me he metido en un lío.
Ya podía ver al Teniente Primero acercarse hacia mí. Rápidamente me llevé la mano derecha recta hacia la frente, poniendo mi cuerpo totalmente erguido, si algo había aprendido en el poco tiempo que llevaba en la marina era que a cualquier rango superior debo saludarle respetuosamente de esa forma antes de abrir la boca. Pero lo primero que se escucharía probablemente fuesen sus gritos, a no ser que fuese un tipo majo... Por favor que sea un tipo majo.
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El marine era joven y novato, realmente debía de tener un tiempo similar al mío en el Chiper Pol, por lo que empezamos prácticamente al mismo tiempo, algo realmente interesante. Lejos de ser rebelde o algo similar solo era eso, joven, y necesitaba descansar más que físicamente, mentalmente. Observar el cielo hasta caer rendido en el césped, notar la suave brisa acariciando tu rostro, y librar la mente de preocupaciones, le entendía perfectamente.
El joven me habló de su capitán, nada más y nada menos que un almirante. Se le notaba orgulloso de él, quizás deba conocerle en persona al menos una vez, pero claro, siendo un hombre de su posición aún quedaba mucho para que pudiese tener una reunión conmigo si no era fruto de la casualidad, ya pensaría en algo más adelante para conocerle.
En ese instante llegaban los otros marines en mi búsqueda, algo que me pareció divertido al escuchar a Kimura decir que estaba en un lío por encontrarle así. Era hora de devolver la simpatía de aquel joven y su amabilidad. Me interpuse frente a los marines y realicé una reverencia.
- Disculparme, me había perdido en estos amplios prados. De no ser por el joven Kimura Hayato aún estaría deambulando por la zona norte, él me localizó desde la base y vino sin dudar un segundo a ayudarme, perdonen mi torpeza.
Los marines se miraron asombrados y mirando a Kimura hicieron un leve gesto militar para felicitarle por la buena labor. Me recompuse y les miré fijamente a los ojos trasmitiendo todo tipo de buenas sensaciones que podía trasmitir con una mirada.
- Discúlpenme de nuevo, pero se que tenéis trabajo, y por mi conversación con Kimura parece que tiene varias horas libres mientras su capitán, el Almirante, está entregando algunos informes y en una reunión, si no les importa me gustaría que él fuese mi guía en las instalaciones, de manera que así tenga una nueva ocupación que desarrollar ahora.
Los marines se miraron y tras unos segundos de dilación aceptaron, marchándose por donde venían no sin antes indicarnos que fuéramos a varias salas, tales como el campo de entrenamiento, de tiro o la biblioteca. Sonreí tras su marcha y miré a Kimura.
- Bueno, ¿Marchamos señor guía? Le sigo allá donde usted me dirija señor.
El joven me habló de su capitán, nada más y nada menos que un almirante. Se le notaba orgulloso de él, quizás deba conocerle en persona al menos una vez, pero claro, siendo un hombre de su posición aún quedaba mucho para que pudiese tener una reunión conmigo si no era fruto de la casualidad, ya pensaría en algo más adelante para conocerle.
En ese instante llegaban los otros marines en mi búsqueda, algo que me pareció divertido al escuchar a Kimura decir que estaba en un lío por encontrarle así. Era hora de devolver la simpatía de aquel joven y su amabilidad. Me interpuse frente a los marines y realicé una reverencia.
- Disculparme, me había perdido en estos amplios prados. De no ser por el joven Kimura Hayato aún estaría deambulando por la zona norte, él me localizó desde la base y vino sin dudar un segundo a ayudarme, perdonen mi torpeza.
Los marines se miraron asombrados y mirando a Kimura hicieron un leve gesto militar para felicitarle por la buena labor. Me recompuse y les miré fijamente a los ojos trasmitiendo todo tipo de buenas sensaciones que podía trasmitir con una mirada.
- Discúlpenme de nuevo, pero se que tenéis trabajo, y por mi conversación con Kimura parece que tiene varias horas libres mientras su capitán, el Almirante, está entregando algunos informes y en una reunión, si no les importa me gustaría que él fuese mi guía en las instalaciones, de manera que así tenga una nueva ocupación que desarrollar ahora.
Los marines se miraron y tras unos segundos de dilación aceptaron, marchándose por donde venían no sin antes indicarnos que fuéramos a varias salas, tales como el campo de entrenamiento, de tiro o la biblioteca. Sonreí tras su marcha y miré a Kimura.
- Bueno, ¿Marchamos señor guía? Le sigo allá donde usted me dirija señor.
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Me quedé paralizado. Estaba yo realizando el saludo a mis superiores y preparándome para recibir una soberana reprimenda cuando me encontré con que aquél caballero del gobierno mundial salió en mi defensa de una forma que ni siquiera me podía esperar. Les dijo que él se había perdido y yo había acudido en su busca y ayuda, tras lo cual se disculpó por su "torpeza".
Nada más escucharle no pude evitar quedarme conmocionado, me quedé completamente serio, no entendía por qué diantres habría hecho aquello, pero me había librado de un buena bronca, que realmente me había ganado, pues no debía de haber estado allí. Rápidamente recobré mi sonrisa, esta vez fingida, no podía soportar que descubriesen que se trataba de una mentira y aun encima él también saliese perjudicado.
Los marines se quedaron mirándome y durante un momento me sentí altamente satisfecho con una labor que realmente no había hecho, me asintieron y felicitaron silenciosamente por haber hecho lo correcto en aquél momento, por mi presunta buena acción. León se irguió y fue todavía más allá al solicitar que fuese yo quien le guiase por el cuartel para mostrarle las instalaciones y todo lo que debiese de observar para realizar su informe.
Mis superiores se miraron entre ellos, pero finalmente aceptaron. Me sugirieron que llevase al miembro del gobierno mundial a unos lugares concretos, lugares como la biblioteca y el campo de entrenamiento. Realmente ahora estaba en deuda con ese hombre, le mostraría todo cuanto conociese de aquél lugar, que aunque no había visto mucho si sabía dónde se encontraban las distintas zonas, las cuales no son muchas pero lo suficientes como para pasar un par de horas caminando y hablando.
-¡Si señor! -fue mi única respuesta antes de verles marcharse por el mismo lugar por el cual habían llegado.
León Zaid se me quedó mirando mientras sonreía, me sugirió que nos marchásemos y me trató realmente como a su guía, con bastante respeto he de admitir, supo utilizar las palabras adecuadas para hacer que me sonrojase de vergüenza y comenzase a reirme como un tonto.
-Como usted quiera caballero. Al fin y al cabo creo que ahora estoy en deuda con usted. Si es tan amable de seguirme.
Comencé a caminar. Mi primer objetivo sería llevarle por los jardines que hay alrededor. Unos parques verdes bien cuidados, aunque no con demasiado esmero. Pegados al cuartel rodeándolo, y también algunos por el pueblo, le iba mostrando cada uno de los que conocía, sin alejarnos del cuartel pero a la vez siguiendo un camino. Al final llegamos a uno muy especial, habíamos dado varias vueltas y finalmente nos hallábamos a la parte trasera del cuartel, ese "parque" estaba algo más cercado y había indicaciones de precaución y prohibiciones de paso para los civiles. Un soldado raso guardaba la entrada y las cercanías para que nadie entrase, era el famoso campo de entrenamiento.
El guardia ni siquiera nos dijo nada al ver que nos acercábamos, yo iba con mis ropas marine, y tampoco dijo nada a León por el simple motivo de ir conmigo, aunque ya no se si también sabía que se trataría de un miembro del gobierno mundial. Tan solo le saludé y le di las buenas tardes cuando pasé por su lado, él me devolvió el saludo y mi compañero y yo entramos al campo de entrenamiento. Varios aspirantes a marines se entrenaban para ser admitidos en el cuerpo, jóvenes aspirantes que debían pasar unas pruebas preliminares antes de poder ser reconocidos como hombres y no como niños.
También había marines entrenando entre ellos para mejorar sus habilidades, luchaban con los sables, algunos tenían armas específicas como yo que tenía mis espadas, arco y cuchillos. Al fondo había soldados instruyendose en artillería, cargaban los rifles y disparaban a una buena distancia hacia dianas. Pensé que éste lugar no necesitaría presentación, mas como buen guía me vi en la obligación de decirle algo.
-Y esto caballero, es el campo de entrenamiento. Como podrá ver en todo momento hay soldados entrenando y adiestrándose, hay muchos aspirantes que desean también ser aceptados, todos ellos vienen aquí a instruirse. Y como puede comprobar el paso está restringido a los civiles, para evitar accidentes. Se puede entrar por donde hemos entrado nosotros o bien a través del interior del cuartel, pues tiene una entrada trasera que viene directa aquí. Como puede ver, el campo es bastante ámplio, bien preparado para cualquier número de soldados que deseen entrenar.
Nada más escucharle no pude evitar quedarme conmocionado, me quedé completamente serio, no entendía por qué diantres habría hecho aquello, pero me había librado de un buena bronca, que realmente me había ganado, pues no debía de haber estado allí. Rápidamente recobré mi sonrisa, esta vez fingida, no podía soportar que descubriesen que se trataba de una mentira y aun encima él también saliese perjudicado.
Los marines se quedaron mirándome y durante un momento me sentí altamente satisfecho con una labor que realmente no había hecho, me asintieron y felicitaron silenciosamente por haber hecho lo correcto en aquél momento, por mi presunta buena acción. León se irguió y fue todavía más allá al solicitar que fuese yo quien le guiase por el cuartel para mostrarle las instalaciones y todo lo que debiese de observar para realizar su informe.
Mis superiores se miraron entre ellos, pero finalmente aceptaron. Me sugirieron que llevase al miembro del gobierno mundial a unos lugares concretos, lugares como la biblioteca y el campo de entrenamiento. Realmente ahora estaba en deuda con ese hombre, le mostraría todo cuanto conociese de aquél lugar, que aunque no había visto mucho si sabía dónde se encontraban las distintas zonas, las cuales no son muchas pero lo suficientes como para pasar un par de horas caminando y hablando.
-¡Si señor! -fue mi única respuesta antes de verles marcharse por el mismo lugar por el cual habían llegado.
León Zaid se me quedó mirando mientras sonreía, me sugirió que nos marchásemos y me trató realmente como a su guía, con bastante respeto he de admitir, supo utilizar las palabras adecuadas para hacer que me sonrojase de vergüenza y comenzase a reirme como un tonto.
-Como usted quiera caballero. Al fin y al cabo creo que ahora estoy en deuda con usted. Si es tan amable de seguirme.
Comencé a caminar. Mi primer objetivo sería llevarle por los jardines que hay alrededor. Unos parques verdes bien cuidados, aunque no con demasiado esmero. Pegados al cuartel rodeándolo, y también algunos por el pueblo, le iba mostrando cada uno de los que conocía, sin alejarnos del cuartel pero a la vez siguiendo un camino. Al final llegamos a uno muy especial, habíamos dado varias vueltas y finalmente nos hallábamos a la parte trasera del cuartel, ese "parque" estaba algo más cercado y había indicaciones de precaución y prohibiciones de paso para los civiles. Un soldado raso guardaba la entrada y las cercanías para que nadie entrase, era el famoso campo de entrenamiento.
El guardia ni siquiera nos dijo nada al ver que nos acercábamos, yo iba con mis ropas marine, y tampoco dijo nada a León por el simple motivo de ir conmigo, aunque ya no se si también sabía que se trataría de un miembro del gobierno mundial. Tan solo le saludé y le di las buenas tardes cuando pasé por su lado, él me devolvió el saludo y mi compañero y yo entramos al campo de entrenamiento. Varios aspirantes a marines se entrenaban para ser admitidos en el cuerpo, jóvenes aspirantes que debían pasar unas pruebas preliminares antes de poder ser reconocidos como hombres y no como niños.
También había marines entrenando entre ellos para mejorar sus habilidades, luchaban con los sables, algunos tenían armas específicas como yo que tenía mis espadas, arco y cuchillos. Al fondo había soldados instruyendose en artillería, cargaban los rifles y disparaban a una buena distancia hacia dianas. Pensé que éste lugar no necesitaría presentación, mas como buen guía me vi en la obligación de decirle algo.
-Y esto caballero, es el campo de entrenamiento. Como podrá ver en todo momento hay soldados entrenando y adiestrándose, hay muchos aspirantes que desean también ser aceptados, todos ellos vienen aquí a instruirse. Y como puede comprobar el paso está restringido a los civiles, para evitar accidentes. Se puede entrar por donde hemos entrado nosotros o bien a través del interior del cuartel, pues tiene una entrada trasera que viene directa aquí. Como puede ver, el campo es bastante ámplio, bien preparado para cualquier número de soldados que deseen entrenar.
León Zaid
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Estaba contento por ver como el joven marine se mostraba sorprendido y feliz de haberle echado un cable en este día de hoy, me alegró a decir verdad bastante. Era un tipo bastante peculiar, hasta ahora había conocido a personas que trataban de imponer con su sola presencia, personas demasiado extrovertidas, que se la daban de importantes, o que intentaban superar en inteligencia al resto, por lo que encontrar un joven sonriente y de sus características me resultaba cuanto menos interesante, sin duda no le quitaría el ojo de encima.
Pronto comenzamos a caminar por el lugar observando el entorno que nos rodeaba, empezando por los jardines del cuartel, todos eran preciosos, dejando que las tonalidades verdes destacasen sobre el resto, y varias rosas y flores silvestres decorando el lugar. Pudimos divisar un pequeño pueblo, del cual deduje que era una residencia para los marines que trabajasen en ese dicho cuartel, algo similar a Enies Loby, mi hogar actual.
Sin embargo un parque de los que estuvimos visitando era algo peculiar, tenía carteles gubernamentales prohibiendo la entrada a civiles rasos, y en la entrada un soldado vigilaba de que no entrase nadie que no debiese hacerlo. Me preguntaba que era aquello, sin embargo pronto pude obtener una respuesta, era un campo de entrenamiento.
En el campo de entrenamiento multitud de jóvenes entrenaban y hacían diversos ejercicios, al parecer supervisados por auténticos marines de mayor rango, con lo que pronto deduje que se trataba de unas pruebas de acceso para entrar en la marina, era normal viendo que algunos no eran capaces de superar pruebas bastantes fáciles a mi parecer incluso antes de haberme metido en el cuerpo. Kimura procedió a explicarme lo que deduje, con algunos detalles más, y ante esto asentí sonriente, me sentía feliz al ver a jóvenes entrenando y luchando por sus objetivos a pesar de tener solo unos años más que ellos.
- Ya veo, me gusta este lugar... el entrenamiento físico es indispensable sea cual sea tu estilo de combate o tu lugar, incluso para un tirador, tener un buen físico es imprescindible...
Comencé a caminar observando algunas pruebas y sonreí a medida que observaba los ojos de los más novatos hacia mi, se preguntaban quien era haciendo teorías sobre mi cargo, algo que realmente me hizo gracia. Acto seguido miré a Kimura con una sonrisa de oreja a oreja y le guiñé un ojo, para al instante andar hacia el campo con una soberana paz interior y guardando la compostura.
- Buenos días soldados, mi nombre es León, y soy miembro de la Chiper Pol, la agencia gubernamental. Mi rango y mi ocupación sin embargo son de alto secreto. Realmente no debería siquiera pararme a hablar con ustedes, pero veros entrenar me llenó en espíritu y quisiera darles algunos consejos.
Me coloqué de brazos cruzados y miré a los ojos a todos los chicos, observando cada gesto en su rostro, y lo que parecía leerse en estos.
- Seguir vuestros sueños, vuestras ambiciones, y jamás os desviéis del camino que hay que seguir para cumplir estos. Siempre hay alguien mejor dispuesto a cumplir el mismo sueño que tenéis vosotros, y si no os ponéis a vuestro plan las veinticuatro horas al día, jamás podréis cumplirlos. ¿Creéis que alguno de los almirantes logró su objetivo descansando cuando estaban un poco cansados? ¿O que no daban el 100% de lo que podían dar a la hora de entrenar? No voy a retasar más vuestro entrenamiento, pero si queréis cumplir vuestros objetivos, darlo todos chicos, solo así lograreis una mínima posibilidad de lograrlo.
Una vez dichas estas palabras me giré sobre mi mismo encaminándome a la salida con una sonrisa dirigida hacia Kimura.
- ¿Nos vamos ya Kimura Hayate?
Pronto comenzamos a caminar por el lugar observando el entorno que nos rodeaba, empezando por los jardines del cuartel, todos eran preciosos, dejando que las tonalidades verdes destacasen sobre el resto, y varias rosas y flores silvestres decorando el lugar. Pudimos divisar un pequeño pueblo, del cual deduje que era una residencia para los marines que trabajasen en ese dicho cuartel, algo similar a Enies Loby, mi hogar actual.
Sin embargo un parque de los que estuvimos visitando era algo peculiar, tenía carteles gubernamentales prohibiendo la entrada a civiles rasos, y en la entrada un soldado vigilaba de que no entrase nadie que no debiese hacerlo. Me preguntaba que era aquello, sin embargo pronto pude obtener una respuesta, era un campo de entrenamiento.
En el campo de entrenamiento multitud de jóvenes entrenaban y hacían diversos ejercicios, al parecer supervisados por auténticos marines de mayor rango, con lo que pronto deduje que se trataba de unas pruebas de acceso para entrar en la marina, era normal viendo que algunos no eran capaces de superar pruebas bastantes fáciles a mi parecer incluso antes de haberme metido en el cuerpo. Kimura procedió a explicarme lo que deduje, con algunos detalles más, y ante esto asentí sonriente, me sentía feliz al ver a jóvenes entrenando y luchando por sus objetivos a pesar de tener solo unos años más que ellos.
- Ya veo, me gusta este lugar... el entrenamiento físico es indispensable sea cual sea tu estilo de combate o tu lugar, incluso para un tirador, tener un buen físico es imprescindible...
Comencé a caminar observando algunas pruebas y sonreí a medida que observaba los ojos de los más novatos hacia mi, se preguntaban quien era haciendo teorías sobre mi cargo, algo que realmente me hizo gracia. Acto seguido miré a Kimura con una sonrisa de oreja a oreja y le guiñé un ojo, para al instante andar hacia el campo con una soberana paz interior y guardando la compostura.
- Buenos días soldados, mi nombre es León, y soy miembro de la Chiper Pol, la agencia gubernamental. Mi rango y mi ocupación sin embargo son de alto secreto. Realmente no debería siquiera pararme a hablar con ustedes, pero veros entrenar me llenó en espíritu y quisiera darles algunos consejos.
Me coloqué de brazos cruzados y miré a los ojos a todos los chicos, observando cada gesto en su rostro, y lo que parecía leerse en estos.
- Seguir vuestros sueños, vuestras ambiciones, y jamás os desviéis del camino que hay que seguir para cumplir estos. Siempre hay alguien mejor dispuesto a cumplir el mismo sueño que tenéis vosotros, y si no os ponéis a vuestro plan las veinticuatro horas al día, jamás podréis cumplirlos. ¿Creéis que alguno de los almirantes logró su objetivo descansando cuando estaban un poco cansados? ¿O que no daban el 100% de lo que podían dar a la hora de entrenar? No voy a retasar más vuestro entrenamiento, pero si queréis cumplir vuestros objetivos, darlo todos chicos, solo así lograreis una mínima posibilidad de lograrlo.
Una vez dichas estas palabras me giré sobre mi mismo encaminándome a la salida con una sonrisa dirigida hacia Kimura.
- ¿Nos vamos ya Kimura Hayate?
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El miembro del gobierno mundial parecía alegre al observar a los marines entrenando y a los futuros marines preparándose para las pruebas. Le pude observar mirando con detenimiento ciertas pruebas realizadas por los reclutas, algunos murmuraban a escondidas y miraban por el rabillo del ojo a León, eso me hizo gracia, seguramente ni se podían imaginar que fuese un miembro del gobierno mundial, hasta que él mismo lo dijo cuando comenzó a dirigirles unas palabras a los que allí se hallaban a mitad de su entrenamiento.
Les habló con gran cordialidad, demostrando una seriedad tan solo hallada en altos cargos y gente que se toma su trabajo con real interés y agrado, y ese hombre parecía gustarle lo que hacía, no era sino acto de admiración que sus palabras no fueron con otra intención sino la de animar a los reclutas y tratar de guiarles por el buen camino con tan solo unas pequeñas palabras, que a decir verdad fueron muy acertadas.
Muchos marines nada terminar esas palabras le realizaron el saludo militar, puede que no fuera un alto cargo marine, pero aún así era un miembro del gobierno mundial, y hay que ser respetuoso con esta gente, lo cual no me hizo más que pensar en otro error por mi parte, pues cuando le conocí lo primero que se me ocurrió fue estrecharle la mano, y no saludarle como es debido, ahora ya era tarde para ser cortés en ese aspecto, por suerte León era un tipo amable que tal vez esas cosas no le importaban, o tal vez no era un alto cargo, pero eso ahora mismo no importaba lo más mínimo.
-¿Nos vamos ya Kimura Hayate?
-Por supuesto León Zaid. Pero antes quisiera saber qué es lo que le agradaría visitar. Permítame adelantarle que fuera del cuartel ya poco hay que visitar, está el pueblo, donde viven los marines que trabajan en este cuartel, así como un buen número de civiles. También hay una biblioteca pública abierta a cualquier persona que more la isla o que se adentre, además de eso tan solo está el bosque y el puerto, donde hay algún que otro comerciante y tal vez barcos mercantes.
Entonces le señalé la entrada trasera del cuartel general, el cual daba directamente a ese campo de entrenamiento al cual habíamos accedido por otra entrada distinta.
-Por otra parte dentro puede visitar las instalaciones, ya sea el gimnasio para actividad física individual, la biblioteca militar, donde se recolectan ciertos informes de baja clasificación, los que poseen una clasificación especial son guardados en la sala del capitán, quien es el único que tiene acceso a ellos, y no se si llegaría a acceder a que usted les echase un vistazo siquiera, ya le cuesta aceptar a los almirantes y vice-almirantes cuando le piden algún informe. Por otra parte está el comedor, la cocina y los cuartos de aquellos que no poseen vivienda en la isla, tal como yo. Y que recuerde en éste momento no hay nada más... Bueno si, la sala de conferencias donde se nos informa de las últimas noticias de los mares, piratas más conocidos y peligrosos, hechos acontecidos en nuestro mar y algunos de los hechos ocurridos en el mar del paraíso y el nuevo mundo, además también se les convoca ahí a los marines para asignarles misiones.
Me quedé aguardando una respuesta mientras miraba a León Zaid, él era quien debía realizar el informe, no sabía cuánto tiempo tendría ni lo que necesitaría obsevar con mayor urgencia, tal vez la mejor opción sería la de dejar el pueblo para el final, así si necesitaba marcharse rápidamente al acabar le podía acompañar al puerto. Pero obviamente era el Cypher Pol quien debía decidir su próximo destino.
Les habló con gran cordialidad, demostrando una seriedad tan solo hallada en altos cargos y gente que se toma su trabajo con real interés y agrado, y ese hombre parecía gustarle lo que hacía, no era sino acto de admiración que sus palabras no fueron con otra intención sino la de animar a los reclutas y tratar de guiarles por el buen camino con tan solo unas pequeñas palabras, que a decir verdad fueron muy acertadas.
Muchos marines nada terminar esas palabras le realizaron el saludo militar, puede que no fuera un alto cargo marine, pero aún así era un miembro del gobierno mundial, y hay que ser respetuoso con esta gente, lo cual no me hizo más que pensar en otro error por mi parte, pues cuando le conocí lo primero que se me ocurrió fue estrecharle la mano, y no saludarle como es debido, ahora ya era tarde para ser cortés en ese aspecto, por suerte León era un tipo amable que tal vez esas cosas no le importaban, o tal vez no era un alto cargo, pero eso ahora mismo no importaba lo más mínimo.
-¿Nos vamos ya Kimura Hayate?
-Por supuesto León Zaid. Pero antes quisiera saber qué es lo que le agradaría visitar. Permítame adelantarle que fuera del cuartel ya poco hay que visitar, está el pueblo, donde viven los marines que trabajan en este cuartel, así como un buen número de civiles. También hay una biblioteca pública abierta a cualquier persona que more la isla o que se adentre, además de eso tan solo está el bosque y el puerto, donde hay algún que otro comerciante y tal vez barcos mercantes.
Entonces le señalé la entrada trasera del cuartel general, el cual daba directamente a ese campo de entrenamiento al cual habíamos accedido por otra entrada distinta.
-Por otra parte dentro puede visitar las instalaciones, ya sea el gimnasio para actividad física individual, la biblioteca militar, donde se recolectan ciertos informes de baja clasificación, los que poseen una clasificación especial son guardados en la sala del capitán, quien es el único que tiene acceso a ellos, y no se si llegaría a acceder a que usted les echase un vistazo siquiera, ya le cuesta aceptar a los almirantes y vice-almirantes cuando le piden algún informe. Por otra parte está el comedor, la cocina y los cuartos de aquellos que no poseen vivienda en la isla, tal como yo. Y que recuerde en éste momento no hay nada más... Bueno si, la sala de conferencias donde se nos informa de las últimas noticias de los mares, piratas más conocidos y peligrosos, hechos acontecidos en nuestro mar y algunos de los hechos ocurridos en el mar del paraíso y el nuevo mundo, además también se les convoca ahí a los marines para asignarles misiones.
Me quedé aguardando una respuesta mientras miraba a León Zaid, él era quien debía realizar el informe, no sabía cuánto tiempo tendría ni lo que necesitaría obsevar con mayor urgencia, tal vez la mejor opción sería la de dejar el pueblo para el final, así si necesitaba marcharse rápidamente al acabar le podía acompañar al puerto. Pero obviamente era el Cypher Pol quien debía decidir su próximo destino.
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Escuché seriamente sus opciones meditando que podía ver en cada una de ellas, a decir verdad había campado por mis anchas hasta ahora, y todo lo observado era de una alta calidad, desconocía el resto de instalaciones en el Grand Line, pero esta base no tenía mucho que enviar a las instalaciones de Enies Loby, era enorme y disponía de multitud de lugares interesantes que visitar, pero además disponía de grandes prados verdes alrededor, un sitio útil, interesante y bello.
- Visitar más sitios sería aburrido, todo está en orden tal y como esperaba, sin embargo me falta una cosa más por conocer de este lugar, y lo más importante...
Comencé a caminar por el lugar hasta llegar al supervisor de las actividades que se estaban llevando allí, un anciano con gesto simpático. Al hombre le tendí la mano presentándome nuevamente ante él, revelando en esta ocasión mi posición, el CP8. Acto seguido le plantee una sugerencia que tras meditarlo durante unos instantes acabó aceptando de buena gana, alegando que sería interesante para los jóvenes que estaban en el sitio, y más aún para él.
Al parecer mis habilidades y mi porcentaje del 100% de éxito en mis misiones había llegado a sus oídos, con lo cuál tenía curiosidad sobre mi persona. Una vez que tuve su permiso me dirigí nuevamente a los jóvenes sonriendo.
- Disculpen que les moleste nuevamente, pero su supervisor me acaba de dar permiso para realizaros una series de demostraciones en combate, de manera que todos podáis contemplar como sería una lucha de miembros del gobierno ya formados. Por favor, si es tan amable, que venga conmigo el señor Kimura Hayato. Desconozco sus habilidades, y él las mías, con lo que esto podría ser una perfecta simulación de combate real, dos oponentes que no saben nada el uno del otro se encuentran cara a cara.
Esperé a que Kimura se acercase hasta estar frente a mi y sonreí amablemente para continuar con la explicación.
- Cuando se obtiene un alto poder de batalla sabes calcular el poder del oponente, de manera en la cual puedes saber si es un rival peligroso para ti, o no. En este caso el señor Kimura es un formidable combatiente, sin embargo aún está empezando en su camino como profesional y tiene una gran desventaja frente a mi. Esto no quiere decir que yo vaya a ganarle por tener más poder que él, puesto que si resultase que fuese más inteligente, y audaz que yo, dato que desconozco, podría derrotarme siguiendo una buena estrategia. El poder, la fuerza, y todas las capacidades que se puedan llevar a cabo son sumamente importante, pero no aseguran la victoria, un simple error puede costar la vida, y si tu oponente es más inteligente que tu, se asegurará de que cometas dicho error, pudiendo acabar con tu vida independientemente de la diferencia que haya entre ambos.
Alcé la mano señalando a un marine con alabarda y otro con espada, indicándoles que se acercasen a Kimura para tener un combate de tres contra uno.
- Ahora estamos en un tres contra uno, según puedo percibir sigo siendo más capacitado que los tres, pero recordar, que la estrategia juega un papel muy importante en el combate, si unen sus cabezas de la manera correcta podrían pillarme con la guardia baja y acabar conmigo. Otra cosa que quisiera explicaros es porqué cogí a un hombre con una espada, y otro con una alabarda como acompañantes de Kimura, veréis, cada estilo de combate tiene sus puntos fuertes, pero también sus puntos negativos, hoy veréis como se combate con la espada, y con la guadaña, además de otros dos estilos de combates que aún no sabéis, el mío y el de nuestro amigo Kimura.
Sonreí desafiante tendiendo una mano en la distancia a Kimura como gesto que le invitaba a comenzar el pequeño duelo en este combate.
- Hable con sus compañeros y proceda por favor, les brindo el primer golpe a ustedes.
No quería parecer arrogante, pero lo estaba pareciendo y lo sabía, solo deseaba que Kimura no se lo tomase a mal. Kimura tenía un enorme potencial, más aún no lo llevó al máximo y en este combate deseaba que mejorase con creces, y no solo él, sino también los nuevos aspirantes. Contemplar un combate bueno siempre era importante para motivarse, y si había elegido estos dos acompañantes para Kimura era porque superaban ligeramente su nivel de poder y él mismo crecería mucho con semejante reto por delante.
- Kimura, despierta esa bestia que tienes dormida dentro de ti, o haré que se despierte a base de golpes. - Pensé sonriendo de lado mirándolo fijamente a los ojos desde la distancia prudencial antes del combate.
- Visitar más sitios sería aburrido, todo está en orden tal y como esperaba, sin embargo me falta una cosa más por conocer de este lugar, y lo más importante...
Comencé a caminar por el lugar hasta llegar al supervisor de las actividades que se estaban llevando allí, un anciano con gesto simpático. Al hombre le tendí la mano presentándome nuevamente ante él, revelando en esta ocasión mi posición, el CP8. Acto seguido le plantee una sugerencia que tras meditarlo durante unos instantes acabó aceptando de buena gana, alegando que sería interesante para los jóvenes que estaban en el sitio, y más aún para él.
Al parecer mis habilidades y mi porcentaje del 100% de éxito en mis misiones había llegado a sus oídos, con lo cuál tenía curiosidad sobre mi persona. Una vez que tuve su permiso me dirigí nuevamente a los jóvenes sonriendo.
- Disculpen que les moleste nuevamente, pero su supervisor me acaba de dar permiso para realizaros una series de demostraciones en combate, de manera que todos podáis contemplar como sería una lucha de miembros del gobierno ya formados. Por favor, si es tan amable, que venga conmigo el señor Kimura Hayato. Desconozco sus habilidades, y él las mías, con lo que esto podría ser una perfecta simulación de combate real, dos oponentes que no saben nada el uno del otro se encuentran cara a cara.
Esperé a que Kimura se acercase hasta estar frente a mi y sonreí amablemente para continuar con la explicación.
- Cuando se obtiene un alto poder de batalla sabes calcular el poder del oponente, de manera en la cual puedes saber si es un rival peligroso para ti, o no. En este caso el señor Kimura es un formidable combatiente, sin embargo aún está empezando en su camino como profesional y tiene una gran desventaja frente a mi. Esto no quiere decir que yo vaya a ganarle por tener más poder que él, puesto que si resultase que fuese más inteligente, y audaz que yo, dato que desconozco, podría derrotarme siguiendo una buena estrategia. El poder, la fuerza, y todas las capacidades que se puedan llevar a cabo son sumamente importante, pero no aseguran la victoria, un simple error puede costar la vida, y si tu oponente es más inteligente que tu, se asegurará de que cometas dicho error, pudiendo acabar con tu vida independientemente de la diferencia que haya entre ambos.
Alcé la mano señalando a un marine con alabarda y otro con espada, indicándoles que se acercasen a Kimura para tener un combate de tres contra uno.
- Ahora estamos en un tres contra uno, según puedo percibir sigo siendo más capacitado que los tres, pero recordar, que la estrategia juega un papel muy importante en el combate, si unen sus cabezas de la manera correcta podrían pillarme con la guardia baja y acabar conmigo. Otra cosa que quisiera explicaros es porqué cogí a un hombre con una espada, y otro con una alabarda como acompañantes de Kimura, veréis, cada estilo de combate tiene sus puntos fuertes, pero también sus puntos negativos, hoy veréis como se combate con la espada, y con la guadaña, además de otros dos estilos de combates que aún no sabéis, el mío y el de nuestro amigo Kimura.
Sonreí desafiante tendiendo una mano en la distancia a Kimura como gesto que le invitaba a comenzar el pequeño duelo en este combate.
- Hable con sus compañeros y proceda por favor, les brindo el primer golpe a ustedes.
No quería parecer arrogante, pero lo estaba pareciendo y lo sabía, solo deseaba que Kimura no se lo tomase a mal. Kimura tenía un enorme potencial, más aún no lo llevó al máximo y en este combate deseaba que mejorase con creces, y no solo él, sino también los nuevos aspirantes. Contemplar un combate bueno siempre era importante para motivarse, y si había elegido estos dos acompañantes para Kimura era porque superaban ligeramente su nivel de poder y él mismo crecería mucho con semejante reto por delante.
- Kimura, despierta esa bestia que tienes dormida dentro de ti, o haré que se despierte a base de golpes. - Pensé sonriendo de lado mirándolo fijamente a los ojos desde la distancia prudencial antes del combate.
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Las palabras del miembro del gobierno mundial me dejaron un tanto desconcertado, parecía que estaba todo en orden pero todavía quería comprobar algo, que según decía era lo más importante. Comenzó a caminar en dirección al instructor de combate de los soldados, un hombre anciano que antaño había sido uno de los mejores luchadores de éste cuartel, pero que ya la edad ha causado tales estragos en su cuerpo que ha hecho que no sea más que un pobre anciano. Sabría defenderse, pero no tendría nada que hacer contra un soldado experimentado, por lo que no está capacitado para la guerra. Mas su sabiduría en combate es lo que le ha llevado a esa posición de instructor. Un tipo realmente majo, severo y sobretodo experimentado. No había en el cuartel mejor opción para instructor que él.
Sin embargo por más que me extrañó, y aunque no alcanzaba a escuchar lo que hablaban entre ellos, me vino a la mente que tal vez buscaría ver el rendimiento de los soldados en algún tipo de exhibición, o tal vez alguna demostración de combate real. Me puse a mirar a los soldados, muchos ya tenían su experiencia, había soldados con más rango que yo, otros que no eran más que reclutas recientes, e incluso civiles que se preparaban para las pruebas de acceso a la marina, pruebas de resistencia física y reflejos sobre todo. Era un buen cuartel con enseñanzas variadas, soldados equilibrados, no expertos en un campo concreto, pero bien equilibrados en general.
La conversación entre León Zaid y el anciano y respetable instructor finalizó, y el cypher pol se aproximó nuevamente a donde estaba anteriormente, me extrañó observar la sonrisa en el rostro del instructor. Comenzó a hablar a los reclutas alzando la voz nuevamente como ya lo había hecho anteriormente, yo me mantuve nuevamente al margen escuchando cada palabra que salía de su boca. En efecto deseaba realizar unas demostraciones de combate real por lo que parece, había fallado en parte en mi teoría, ya que había pensado que pondría a los soldados a combatir entre ellos, pero en lugar de eso él mismo haría una demostración de habilidades.
Pero me sentí un tanto extrañado cuando me llamó a que le acompañase. ¿Deseaba que hiciera yo la exhibición con él? En parte me sentía halagado, y en parte me sentía extrañamente aterrado. Una exhibición hacia todos los soldados del cuartel marine, un rango tan bajo como yo, cuando había entrenando gente más poderosa y con más rango que yo mismo. No entendía el por qué León me llamaba a mí y no a otros marines que se les veía más cualificados.
En cuanto continuó sus palabras entendí el por qué no quería que simulasen el combate real los propios soldados entre ellos, es lógico, nadie conoce el estilo de pelea del miembro del gobierno, y él no conoce el estilo de combate de ningún otro miembro de aquí. Eso hace que el combate tenga mayor credibilidad, sea más realista en cuanto a lo que los soldados nos podemos encontrar en una misión cualquiera. Admirable decisión. Realmente se nota que es un tipo inteligente, y con un buen carácter.
Me aproximé a él, le saludé con un gesto militar sonriendo.
-Será un placer señor.
León continuó con su discurso, al parecer no había terminado. Ahora admiraba mi nivel de poder, aun a diferencia de que yo no era nadie allí, ni siquiera me conocían más que cuatro personas con las que me había cruzado en el cuartel de vez en cuando y había tenido la ocasión de hablar en los campos de entrenamiento o incluso en el comedor, pero nada más, y el cypher pol decía que podría ser un buen guerrero, solo que no he hecho más que empezar. Me sentí realmente halagado que alguien en su puesto me dijese algo así. No conocía su rango concreto, pero si sabía que pertenecía al gobierno mundial, y tenía aspecto de ser poderoso.
En su mismo discurso afirmó que no todo es la fuerza, también es necesaria una estrategia de combate, y esa es una gran verdad, hasta ahora tan solo conseguí avanzar evitando ir a saco, siempre tratando de desgastar al enemigo desde la lejanía hasta que no se puede evitar ir cuerpo a cuerpo. Es la estrategia más básica, pero al fin y al cabo es una estrategia, mientras que si vas cuerpo a cuerpo tanto pierde tu enemigo como pierdes tú también.
Entonces llamó a otros dos soldados, uno llevaba una lanza alabarda y otro iba como yo, a espada. León dijo que ahora fuera un tres contra uno. Afirmaba que aún así su poder seguía siendo mayor que el de nosotros tres, pero que eso no debía de importar en absoluto, lo importante es la estrategia. Desenfundé mi espada. No, desenfundé las dos, la espada maestra y la espada plateada, sujetando la plateada con la mano izquierda y la maestra con la derecha. Cada uno de los nuevos soldados llamados se pusieron a mi lado, el de la alabarda, un hombre algo más robusto que yo, a mi izquierda, el soldado de la espada tenía uns constitución similar a la mía. No conocía a ninguno de ellos, jamás había hablado con ellos ni sabía nada respecto a ellos, tan solo que eran superiores a mí.
El hombre de la alabarda era el rango mayor, por lo que tenía la palabra en cuanto a ese confrontamiento. León nos incitó a luchar, no sin antes tenderme una mano y decirnos que hablemos entre nosotros. Nos dejaba dar el primer golpe.
-Habrá que ser serios -comencé a hablar en voz baja.
De pronto mi sonrisa se desvaneció de mi rostro casi de un soplo, me quedé observando a León Zaid, su postura, su mano tendida hacia mí, completamente quieto, plantado allí delante de nosotros, dejándonos golpear primero. En una exhibición ésto podría significar dos cosas, o está nervioso o busca lanzar un contraataque al primer golpe, y no creo que ese hombre esté nervioso delante de simples soldados marines.
Le observé fijamente y entonces comencé a hablar con mis compañeros, sin darme cuenta de que el tipo de la alabarda había estado estirando músculos para comenzar el combate.
-No deberíamos golpear primero. Caeremos en un...
-No -comenzó el tipo más robusto con un deje de arrogancia-. El Cypher pol nos brinda una oportunidad, no hay que dejarla escapar. ¡Rodeadle! -alzó la voz.
No estaba convencido de hacer eso, pero él se separó hacia la izquierda y el otro tipo hacia la derecha, parecía que entre ellos si se conocían, pero yo no tenía ni idea de qué planearían hacer. Pero no me quedé quieto, fruncí el ceño en gesto de desagrado, pero al fin y al cabo era una orden de un soldado superior, aunque apenas lo fuera no dejaba de ser un superior mío, y el combate comenzaría en breve, no tenía tiempo para hacer nada más ni intentar hablar ni nada, por lo que directamente hice lo mismo que los otros dos, nos colocamos en una formación triangular rodeando a León Zaid y a la orden del soldado de la alabarda nos lanzamos los tres desde las tres direcciones, ellos a atacar y posiblemente a matar, yo en cambio estaba seguro de que trataría un contraataque por lo que cargué hacia adelante, pero con la guardia en alto y los sentidos puestos en sus manos y pies. No quería recibir un golpe humillante tan rápidamente, así que avancé, con que pudiera entretenerle yendo de frente, los otros dos lograrían hacerle algo.
Tan solo esperaba que no resultase gravemente dañado, algo me decía que el robusto marine tenía cierto odio acumulado, era peor que un león estreñido, su cara tenía todas las venas marcadas.
Sin embargo por más que me extrañó, y aunque no alcanzaba a escuchar lo que hablaban entre ellos, me vino a la mente que tal vez buscaría ver el rendimiento de los soldados en algún tipo de exhibición, o tal vez alguna demostración de combate real. Me puse a mirar a los soldados, muchos ya tenían su experiencia, había soldados con más rango que yo, otros que no eran más que reclutas recientes, e incluso civiles que se preparaban para las pruebas de acceso a la marina, pruebas de resistencia física y reflejos sobre todo. Era un buen cuartel con enseñanzas variadas, soldados equilibrados, no expertos en un campo concreto, pero bien equilibrados en general.
La conversación entre León Zaid y el anciano y respetable instructor finalizó, y el cypher pol se aproximó nuevamente a donde estaba anteriormente, me extrañó observar la sonrisa en el rostro del instructor. Comenzó a hablar a los reclutas alzando la voz nuevamente como ya lo había hecho anteriormente, yo me mantuve nuevamente al margen escuchando cada palabra que salía de su boca. En efecto deseaba realizar unas demostraciones de combate real por lo que parece, había fallado en parte en mi teoría, ya que había pensado que pondría a los soldados a combatir entre ellos, pero en lugar de eso él mismo haría una demostración de habilidades.
Pero me sentí un tanto extrañado cuando me llamó a que le acompañase. ¿Deseaba que hiciera yo la exhibición con él? En parte me sentía halagado, y en parte me sentía extrañamente aterrado. Una exhibición hacia todos los soldados del cuartel marine, un rango tan bajo como yo, cuando había entrenando gente más poderosa y con más rango que yo mismo. No entendía el por qué León me llamaba a mí y no a otros marines que se les veía más cualificados.
En cuanto continuó sus palabras entendí el por qué no quería que simulasen el combate real los propios soldados entre ellos, es lógico, nadie conoce el estilo de pelea del miembro del gobierno, y él no conoce el estilo de combate de ningún otro miembro de aquí. Eso hace que el combate tenga mayor credibilidad, sea más realista en cuanto a lo que los soldados nos podemos encontrar en una misión cualquiera. Admirable decisión. Realmente se nota que es un tipo inteligente, y con un buen carácter.
Me aproximé a él, le saludé con un gesto militar sonriendo.
-Será un placer señor.
León continuó con su discurso, al parecer no había terminado. Ahora admiraba mi nivel de poder, aun a diferencia de que yo no era nadie allí, ni siquiera me conocían más que cuatro personas con las que me había cruzado en el cuartel de vez en cuando y había tenido la ocasión de hablar en los campos de entrenamiento o incluso en el comedor, pero nada más, y el cypher pol decía que podría ser un buen guerrero, solo que no he hecho más que empezar. Me sentí realmente halagado que alguien en su puesto me dijese algo así. No conocía su rango concreto, pero si sabía que pertenecía al gobierno mundial, y tenía aspecto de ser poderoso.
En su mismo discurso afirmó que no todo es la fuerza, también es necesaria una estrategia de combate, y esa es una gran verdad, hasta ahora tan solo conseguí avanzar evitando ir a saco, siempre tratando de desgastar al enemigo desde la lejanía hasta que no se puede evitar ir cuerpo a cuerpo. Es la estrategia más básica, pero al fin y al cabo es una estrategia, mientras que si vas cuerpo a cuerpo tanto pierde tu enemigo como pierdes tú también.
Entonces llamó a otros dos soldados, uno llevaba una lanza alabarda y otro iba como yo, a espada. León dijo que ahora fuera un tres contra uno. Afirmaba que aún así su poder seguía siendo mayor que el de nosotros tres, pero que eso no debía de importar en absoluto, lo importante es la estrategia. Desenfundé mi espada. No, desenfundé las dos, la espada maestra y la espada plateada, sujetando la plateada con la mano izquierda y la maestra con la derecha. Cada uno de los nuevos soldados llamados se pusieron a mi lado, el de la alabarda, un hombre algo más robusto que yo, a mi izquierda, el soldado de la espada tenía uns constitución similar a la mía. No conocía a ninguno de ellos, jamás había hablado con ellos ni sabía nada respecto a ellos, tan solo que eran superiores a mí.
El hombre de la alabarda era el rango mayor, por lo que tenía la palabra en cuanto a ese confrontamiento. León nos incitó a luchar, no sin antes tenderme una mano y decirnos que hablemos entre nosotros. Nos dejaba dar el primer golpe.
-Habrá que ser serios -comencé a hablar en voz baja.
De pronto mi sonrisa se desvaneció de mi rostro casi de un soplo, me quedé observando a León Zaid, su postura, su mano tendida hacia mí, completamente quieto, plantado allí delante de nosotros, dejándonos golpear primero. En una exhibición ésto podría significar dos cosas, o está nervioso o busca lanzar un contraataque al primer golpe, y no creo que ese hombre esté nervioso delante de simples soldados marines.
Le observé fijamente y entonces comencé a hablar con mis compañeros, sin darme cuenta de que el tipo de la alabarda había estado estirando músculos para comenzar el combate.
-No deberíamos golpear primero. Caeremos en un...
-No -comenzó el tipo más robusto con un deje de arrogancia-. El Cypher pol nos brinda una oportunidad, no hay que dejarla escapar. ¡Rodeadle! -alzó la voz.
No estaba convencido de hacer eso, pero él se separó hacia la izquierda y el otro tipo hacia la derecha, parecía que entre ellos si se conocían, pero yo no tenía ni idea de qué planearían hacer. Pero no me quedé quieto, fruncí el ceño en gesto de desagrado, pero al fin y al cabo era una orden de un soldado superior, aunque apenas lo fuera no dejaba de ser un superior mío, y el combate comenzaría en breve, no tenía tiempo para hacer nada más ni intentar hablar ni nada, por lo que directamente hice lo mismo que los otros dos, nos colocamos en una formación triangular rodeando a León Zaid y a la orden del soldado de la alabarda nos lanzamos los tres desde las tres direcciones, ellos a atacar y posiblemente a matar, yo en cambio estaba seguro de que trataría un contraataque por lo que cargué hacia adelante, pero con la guardia en alto y los sentidos puestos en sus manos y pies. No quería recibir un golpe humillante tan rápidamente, así que avancé, con que pudiera entretenerle yendo de frente, los otros dos lograrían hacerle algo.
Tan solo esperaba que no resultase gravemente dañado, algo me decía que el robusto marine tenía cierto odio acumulado, era peor que un león estreñido, su cara tenía todas las venas marcadas.
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