Me desperté flotando... ¿Flotando? ¿Qué había pasado el día anterior? Hacía mucho que no veía a Yazori y más aún que no bebía... Aunque aquello último puede que no fuera verdad. Al fin y al cabo hace años que soy alcohólico, y la gente a la que he llegado a conocer me ha impulsado más en ese camino... Pero volvamos a lo importante. Parecía que aquel estado de paz y calma interior que tenía en mi mente se había transmitido a la sala... O al menos mi cuerpo flotaba también. Sin duda la noche anterior debía haber sido una buena noche, de esas para recordar que nadie recordaba. "Ey, ¿Recuerdas aquella noche en que no te acuerdas de nada?", dijo mi mente, recordándome lo penoso que sonaba aquello.
-¡Eco!- grité, y pude escuchar cómo en las paredes reverberaba, rebotando cual transmisión de energía ondulatoria u onda, penetrando en mis oídos con un insistente "co"-. ¡Cojones! ¡Este sitio mola!- aunque repentinamente caí en la realidad. No veía puertas, ni ventanas de ningún tipo. No sabía dónde estaba ni recordaba nada. ¿Qué hacía allí?
Por mi mente pasó la fugaz idea de que fuera un poder de Akuma no mi, aunque en verdad me parecía un poco estúpido encerrar a un hombre borracho en una habitación antigravitacional. ¿Era necesario? Más bien se veía un intento de demostración de poder que otra cosa, pero tenía un truco. Había luz hacia un lado y algo así como oscuridad hacia el otro. Era sabido por todos que había que ir hacia la luz, pero yo no soy esa clase de personas. Vamos, que me gusta más lo oscuro. Y Pudiendo volar, ¿Para qué iba a preocuparme de nada? Me envolví en fuego, de manera que tenía más luz, y con acopio de fuerzas comencé a usar el geppou que había aprendido durante mi instrucción en Ennies Loby. Al ser un centro antigravitatorio el salto iba sabe dios en qué dirección, pero esperaba que hacia el suelo. Al fin y al cabo estamparme contra el suelo sería menos doloroso a menor altura. El centro tiraba de mi, cada vez con más fuerza, aunque pude comprobar cómo el campo no era uniforme, pues tiraba en ciertos puntos más de mí, por lo que seguramente habría anuladores en ciertas zonas. Anuladores que sería tan fácil quebrar como simplemente congelarlos o quemarlos, pero de momento quería llegar hasta abajo, y así iba, pasito va, pasito viene, saltando en sabe Flubber qué dirección, aprovechando el impulso de nuevas fuentes gravitatorias para ello.
Evidentemente yo no era científico, pero la biblioteca del templo Sentoki y las charlas con Dexter mientras compartimos casa eran bastante fructíferas en ese aspecto. Si no había fondo simplemente reventaría uno de esos chismes y escaparía por el boquete. Por suerte llevaba mi vieja espada conmigo. Podría enfrentarme a lo que fuera.
-¡Eco!- grité, y pude escuchar cómo en las paredes reverberaba, rebotando cual transmisión de energía ondulatoria u onda, penetrando en mis oídos con un insistente "co"-. ¡Cojones! ¡Este sitio mola!- aunque repentinamente caí en la realidad. No veía puertas, ni ventanas de ningún tipo. No sabía dónde estaba ni recordaba nada. ¿Qué hacía allí?
Por mi mente pasó la fugaz idea de que fuera un poder de Akuma no mi, aunque en verdad me parecía un poco estúpido encerrar a un hombre borracho en una habitación antigravitacional. ¿Era necesario? Más bien se veía un intento de demostración de poder que otra cosa, pero tenía un truco. Había luz hacia un lado y algo así como oscuridad hacia el otro. Era sabido por todos que había que ir hacia la luz, pero yo no soy esa clase de personas. Vamos, que me gusta más lo oscuro. Y Pudiendo volar, ¿Para qué iba a preocuparme de nada? Me envolví en fuego, de manera que tenía más luz, y con acopio de fuerzas comencé a usar el geppou que había aprendido durante mi instrucción en Ennies Loby. Al ser un centro antigravitatorio el salto iba sabe dios en qué dirección, pero esperaba que hacia el suelo. Al fin y al cabo estamparme contra el suelo sería menos doloroso a menor altura. El centro tiraba de mi, cada vez con más fuerza, aunque pude comprobar cómo el campo no era uniforme, pues tiraba en ciertos puntos más de mí, por lo que seguramente habría anuladores en ciertas zonas. Anuladores que sería tan fácil quebrar como simplemente congelarlos o quemarlos, pero de momento quería llegar hasta abajo, y así iba, pasito va, pasito viene, saltando en sabe Flubber qué dirección, aprovechando el impulso de nuevas fuentes gravitatorias para ello.
Evidentemente yo no era científico, pero la biblioteca del templo Sentoki y las charlas con Dexter mientras compartimos casa eran bastante fructíferas en ese aspecto. Si no había fondo simplemente reventaría uno de esos chismes y escaparía por el boquete. Por suerte llevaba mi vieja espada conmigo. Podría enfrentarme a lo que fuera.
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