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Condiciones: Probabilidad de muerte
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Si Rainbow gana, obtendrá la guitarra de Miden (Lady Black)
Si Arribor pierde, será apresado
Características del combate: En cuanto empieza el combate, acaba de caer una fuerte ventisca. Y no parece que el tiempo vaya a dejar mucha tregua. Es primera hora de la mañana y aún está un poco oscuro, y con el cielo encapotado.
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Realmente odiaba el frío. No es que le incomodase caminar por la nieve, hundiéndose hasta la rodilla a cada paso; no es que le molestase el vaho que expulsaba cada vez que exhalaba; ni que de vez en cuando se topase con algún oso polar que intenta devorarle y se viese obligado a ocultarse o patearlo lejos; el problema eran los incómodos y constantes estornudos que le provocaba aquel maldito clima. Se veía incapaz de impedirlo, por lo que no le quedaba otra opción más que resignarse y maldecir en voz alta su mala suerte. La única parte buena, era que si movía su sangre un poco más rápido evitaba congelarse y acabar perdiendo algún dedo. Estaba deseando llegar a algún lugar donde poder refugiarse de aquel clima infernal. No era la primera vez que se encontraba en una isla así, de hecho vivió en una durante varios meses, pero de eso hacía años y parecía que ya no estaba acostumbrado.
Por suerte, el universo decidió premiarle por su perseverancia y por el mal rato que le había hecho pasar. No tenía claro cuanto tiempo llevaba andando en la nieve, y no podía hacerse una idea de qué hora era ya que el Sol permanecía oculto permanentemente entre las nubes, pero a lo lejos acabó encontrando un pueblo habitado. Desde su posición podía ver varias columnas de humo que indicaban que allí podría encontrar un refugio y algo para calentarse. Eso fue motivación suficiente para echar a correr por el terreno nevado ignorando el frío y sin fijarse siquiera en el gran lago que había al lado del pueblo. Curiosamente no estaba congelado, aunque en realidad era mejor no haberlo visto. Seguramente se olvidaría de su habilidad y su incapacidad para nadar y se lanzaría de cabeza con tal de calentarse.
Una vez llegó al pueblo, un intenso olor a comida invadió sus fosas nasales y le guió hacia una amplia casa cubierta de nieve de la que salía una columna de humo. Sin prestar atención a las miradas extrañas de la gente que se cruzaba y sin pararse a pensar en lo extraño que era que alguien viviese en esa clase de sitio, llegó hasta la casa y entró pateando la puerta con fuerza. En el interior había un hombre sordo, pues no se enteró de que Arribor había atravesado la puerta de su casa. El pirata se acercó a la olla de la que procedía el olor y antes de que el hombre se girase se la llevó como si nada. Mientras paseaba por la calle, dando buena cuenta de la comida caliente, se preguntaba si alguien allí tendría un barco o materiales para arreglar el que él había robado y que había estado a punto de hundirse en la costa de esa isla invernal. En cualquier caso, sería el futuro Arribor quien se preocupase de eso.
Por suerte, el universo decidió premiarle por su perseverancia y por el mal rato que le había hecho pasar. No tenía claro cuanto tiempo llevaba andando en la nieve, y no podía hacerse una idea de qué hora era ya que el Sol permanecía oculto permanentemente entre las nubes, pero a lo lejos acabó encontrando un pueblo habitado. Desde su posición podía ver varias columnas de humo que indicaban que allí podría encontrar un refugio y algo para calentarse. Eso fue motivación suficiente para echar a correr por el terreno nevado ignorando el frío y sin fijarse siquiera en el gran lago que había al lado del pueblo. Curiosamente no estaba congelado, aunque en realidad era mejor no haberlo visto. Seguramente se olvidaría de su habilidad y su incapacidad para nadar y se lanzaría de cabeza con tal de calentarse.
Una vez llegó al pueblo, un intenso olor a comida invadió sus fosas nasales y le guió hacia una amplia casa cubierta de nieve de la que salía una columna de humo. Sin prestar atención a las miradas extrañas de la gente que se cruzaba y sin pararse a pensar en lo extraño que era que alguien viviese en esa clase de sitio, llegó hasta la casa y entró pateando la puerta con fuerza. En el interior había un hombre sordo, pues no se enteró de que Arribor había atravesado la puerta de su casa. El pirata se acercó a la olla de la que procedía el olor y antes de que el hombre se girase se la llevó como si nada. Mientras paseaba por la calle, dando buena cuenta de la comida caliente, se preguntaba si alguien allí tendría un barco o materiales para arreglar el que él había robado y que había estado a punto de hundirse en la costa de esa isla invernal. En cualquier caso, sería el futuro Arribor quien se preocupase de eso.
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Miden estaba tocando las cuerdas de su guitarra con delicadeza. El frío apenas le dejaba sentir las cuerdas bajo las yemas de los dedos. Recogió la botella de sake que había dejado a su lado y se la llevó a la boca. Maldita sea, aquel líquido infernal era lo único que le hacía entrar en calor en aquella isla del demonio. Ni siquiera recordaba cómo había llegado hasta allí. Se supone que debería estar en el Nuevo Mundo, cazando piratas novatos que se creen superiores a lo que son.
- Meh... será mejor que busque algo para llenar el buche. -sus tripas rugieron, como secundándolo.
Se colocó su guitarra en la espalda y empezó a caminar por la calle helada. Frente a él, a lo lejos, un hombre con un caldero de comida iba paseando tranquilamente. La gente lo miraba con extrañeza. Tal vez aquella comida fuera lo que necesitaba.
- Eh, tú... -le hizo un gesto al tiempo que se acercaba- Dame un poco de esa comida, estoy hambriento. -de pronto, el cazador se detuvo, cuando aún estaba algo lejos-. Espera un segundo... -murmuró para sí, al tiempo que sacaba un montón de papeles doblados y empezó a hojearlos uno tras otro. Tardó poco en encontrar el que buscaba. Arribor Neus. Un pirata bastante interesante, con una recompensa aún más interesante. Si lo entregaba a la marina, posiblemente se redimiera por el tipo al que le había robado aquella botella de sake -Hey, amigo ¿podrías dejarme un poco de tu comida? Estoy bastante hambriento y ese cocido parece delicioso.
El cazador agarró su guitarra y empezó a tocar una melodía. Era una canción que le gustaba especialmente a Miden. Sin embargo, estaba rasgueando las cuerdas de una forma bastante extraña, realizando movimientos bastante extraños con los dedos. Cualquier músico más o menos conocedor del tema podría saber que aquellas posiciones extra no emitían ningún sonido, sino que simplemente eran florituras añadidas.
- Como ves, podemos compartir eso mientras amenizo la velada con mi guitarra. -sonrió el cazador. Dado que no sabía la reacción que tendría Arribor, activó su haki de visión, esperando a que respondiera a su propuesta.
- Meh... será mejor que busque algo para llenar el buche. -sus tripas rugieron, como secundándolo.
Se colocó su guitarra en la espalda y empezó a caminar por la calle helada. Frente a él, a lo lejos, un hombre con un caldero de comida iba paseando tranquilamente. La gente lo miraba con extrañeza. Tal vez aquella comida fuera lo que necesitaba.
- Eh, tú... -le hizo un gesto al tiempo que se acercaba- Dame un poco de esa comida, estoy hambriento. -de pronto, el cazador se detuvo, cuando aún estaba algo lejos-. Espera un segundo... -murmuró para sí, al tiempo que sacaba un montón de papeles doblados y empezó a hojearlos uno tras otro. Tardó poco en encontrar el que buscaba. Arribor Neus. Un pirata bastante interesante, con una recompensa aún más interesante. Si lo entregaba a la marina, posiblemente se redimiera por el tipo al que le había robado aquella botella de sake -Hey, amigo ¿podrías dejarme un poco de tu comida? Estoy bastante hambriento y ese cocido parece delicioso.
El cazador agarró su guitarra y empezó a tocar una melodía. Era una canción que le gustaba especialmente a Miden. Sin embargo, estaba rasgueando las cuerdas de una forma bastante extraña, realizando movimientos bastante extraños con los dedos. Cualquier músico más o menos conocedor del tema podría saber que aquellas posiciones extra no emitían ningún sonido, sino que simplemente eran florituras añadidas.
- Como ves, podemos compartir eso mientras amenizo la velada con mi guitarra. -sonrió el cazador. Dado que no sabía la reacción que tendría Arribor, activó su haki de visión, esperando a que respondiera a su propuesta.
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Una comida realmente buena, si señor. Tal vez fuera porque a esas alturas y con una temperatura tan absurdamente baja, cualquier alimento por encima de los cero grados le sentaba tan bien como una ducha caliente, pero igualmente le sabía bien. Poco a poco fue notando como entraba en calor y, tras robar un grueso abrigo que alguien había dejado tirado en un tendedero con ropa, pudo concentrarse por fin en buscar un puerto. Durante su caminata por las calles nevadas casi podía notar las miradas de extrañeza de la gente que se cruzaba. Parecía que no hubiesen visto en su vida a alguien comiendo e incluso más de uno se apartó al verle acercarse. Sin embargo no tardó en encontrar a alguien que llamaba la atención incluso más que él.
Justo delante frente a él apareció un tipo pelirrojo con lo que parecía ser una guitarra a la espalda. No habría destacado demasiado de no ser porque su cara daba a entender que pasaba su tiempo libre quemando cosas. Solo de mirarlo daba la impresión de que iba a saltarle al cuello y comerle, aunque, como de costumbre, para Arribor ese tipo de cosas era poco más que estupideces. El pirata se detuvo simplemente porque ese rarito se le puso en medio y escuchó con poco interés lo que le decía. El pelirrojo hablaba sobre que le diese parte de su comida mientras él tocaba la guitarra, cosa que empezó a hacer sin razón aparente. ¿Estaría loco de verdad? Lo parecía porque la tocaba como si no tuviese ni idea. No es que el fuera un experto, pero sí que conocía algo sobre guitarras y no recordaba que esos movimientos tan raros sirviesen para nada. Por ese motivo decidió ignorarlo.
Sin mediar palabra, Arribor pasó por su lado como si nada y siguió su camino. No tenía ningún asunto con ese guitarrista tan extraño y poco le interesaba su estridente música. Aun así había algo que le había llamado la atención. A pesar de que aquel tipo parecía no saber tocar, su guitarra parecía buena y tal estuviera mejor en sus manos. Le habría gustado llevársela pero él no era un ladrón, exceptuando algún robo de comida ocasional. Entonces se le ocurrió que tal vez le interesase un cambio. Cuando ya se había alejado varios metros, se dio la vuelta y llamó al pelirrojo.
-Oye, tengo una idea. Te doy lo que queda en la olla a cambio de tu guitarra, ¿qué te parece? Tampoco parece que sepas tocarla muy bien, así que no pierdes nada ¿no te parece? -No es que fuera un trato muy justo, especialmente porque ya casi no quedaba nada que intercambiar por su instrumento, pero había que probar. Con un poco de suerte colaría y podría llevarse consigo algo muy interesante; después solo tendría que robar otra olla. Aunque no estaba muy seguro de como iba a meterla en el saco donde guardaba las cosas.
Justo delante frente a él apareció un tipo pelirrojo con lo que parecía ser una guitarra a la espalda. No habría destacado demasiado de no ser porque su cara daba a entender que pasaba su tiempo libre quemando cosas. Solo de mirarlo daba la impresión de que iba a saltarle al cuello y comerle, aunque, como de costumbre, para Arribor ese tipo de cosas era poco más que estupideces. El pirata se detuvo simplemente porque ese rarito se le puso en medio y escuchó con poco interés lo que le decía. El pelirrojo hablaba sobre que le diese parte de su comida mientras él tocaba la guitarra, cosa que empezó a hacer sin razón aparente. ¿Estaría loco de verdad? Lo parecía porque la tocaba como si no tuviese ni idea. No es que el fuera un experto, pero sí que conocía algo sobre guitarras y no recordaba que esos movimientos tan raros sirviesen para nada. Por ese motivo decidió ignorarlo.
Sin mediar palabra, Arribor pasó por su lado como si nada y siguió su camino. No tenía ningún asunto con ese guitarrista tan extraño y poco le interesaba su estridente música. Aun así había algo que le había llamado la atención. A pesar de que aquel tipo parecía no saber tocar, su guitarra parecía buena y tal estuviera mejor en sus manos. Le habría gustado llevársela pero él no era un ladrón, exceptuando algún robo de comida ocasional. Entonces se le ocurrió que tal vez le interesase un cambio. Cuando ya se había alejado varios metros, se dio la vuelta y llamó al pelirrojo.
-Oye, tengo una idea. Te doy lo que queda en la olla a cambio de tu guitarra, ¿qué te parece? Tampoco parece que sepas tocarla muy bien, así que no pierdes nada ¿no te parece? -No es que fuera un trato muy justo, especialmente porque ya casi no quedaba nada que intercambiar por su instrumento, pero había que probar. Con un poco de suerte colaría y podría llevarse consigo algo muy interesante; después solo tendría que robar otra olla. Aunque no estaba muy seguro de como iba a meterla en el saco donde guardaba las cosas.
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¿Que no sabía tocar bien? Aquel chico no tenía ni idea de música. Miden sonrió de forma siniestra, al tiempo que variaba el ritmo, a uno mucho más animado. Una serie de sonidos empezaron a sonar a su alrededor, al tiempo que una nueva melodía surgía de su guitarra.
-Sonic bomb-. Todas las florituras que había estado haciendo no habían sido simples adornos, sino que tenían un cometido. Miden había empezado a emitir una serie de ondas ultrasónicas al ambiente al realizar estos movimientos, de forma continua y cada vez más rápida, y con aquella melodía estaba dando el toque final. El desdichado pirata que tenía enfrente no habría sido capaz de oírlas, pero el cazador había logrado acumular energía sónica a su alrededor con esta técnica. Y al haberla cargado durante todo el tiempo que había durado la melodía, había saturado de energía toda el área circundante. Y acababa de detonarla de golpe, en uno de sus ataques más característicos.
Sencillamente, el cuerpo del pirata había estado sometido a unas vibraciones extremadamente potentes, pero él no lo había notado, y con aquella liberación de energía, las sentiría de golpe. Seguramente el impacto sónico sería suficiente para destrozarle por dentro, dada la cercanía al cazador. Y ese no sería el único efecto. Las ondas sonoras acumuladas y liberadas emitirían una onda energética tal que posiblemente destrozarían algunas de las casas de los alrededores si no estaban sólidamente construidas.
- Soy un genio de la guitarra, amigo. -sonrió el tipo, mientras las ondas energéticas se expandían por doquier, destrozándolo todo a su paso. Los efectos en el cuerpo del pirata podían llegar incluso a ser letales, debido a la enorme cantidad de sonido que había estado acumulando durante la primera melodía.
Sonic Bomb: Hotel California + Yesterday is dead and gone [AMF]
Al tiempo que la energía era detonada, el músico seguía tocando con un ritmo enloquecido la canción, mientras su guitarra se transformaba en su mano, pasando a tomar la forma de una especie de rifle. Miden sonrió de forma macabra mientras murmuraba:
- Señor, acoge a este pecador en tu reino. -mientras lo hacía, dos balas supersónicas salieron disparadas del cañón del arma. Eran proyectiles compuestos principalmente por energía sónica condensada, y estaban imbuidos con haki armadura. Aquellas balas eran tan potentes que podían llegar a perforar una plancha de acero de diez centímetros con un simple disparo, y el haki en el que iban imbuidas sólo hacía empeorar la situación para el desdichado pirata al que iban dirigidas. Si impactaban, posiblemente pudieran llegar a destrozarle huesos y músculos con facilidad. Ambas iban dirigidas al pecho, al esternón, por lo que un impacto directo seguramente fuera letal.
Rock bullet: Octava de diferencia (Do-do) + Haki armadura lvl 2 [AID]
-Sonic bomb-. Todas las florituras que había estado haciendo no habían sido simples adornos, sino que tenían un cometido. Miden había empezado a emitir una serie de ondas ultrasónicas al ambiente al realizar estos movimientos, de forma continua y cada vez más rápida, y con aquella melodía estaba dando el toque final. El desdichado pirata que tenía enfrente no habría sido capaz de oírlas, pero el cazador había logrado acumular energía sónica a su alrededor con esta técnica. Y al haberla cargado durante todo el tiempo que había durado la melodía, había saturado de energía toda el área circundante. Y acababa de detonarla de golpe, en uno de sus ataques más característicos.
Sencillamente, el cuerpo del pirata había estado sometido a unas vibraciones extremadamente potentes, pero él no lo había notado, y con aquella liberación de energía, las sentiría de golpe. Seguramente el impacto sónico sería suficiente para destrozarle por dentro, dada la cercanía al cazador. Y ese no sería el único efecto. Las ondas sonoras acumuladas y liberadas emitirían una onda energética tal que posiblemente destrozarían algunas de las casas de los alrededores si no estaban sólidamente construidas.
- Soy un genio de la guitarra, amigo. -sonrió el tipo, mientras las ondas energéticas se expandían por doquier, destrozándolo todo a su paso. Los efectos en el cuerpo del pirata podían llegar incluso a ser letales, debido a la enorme cantidad de sonido que había estado acumulando durante la primera melodía.
Sonic Bomb: Hotel California + Yesterday is dead and gone [AMF]
Al tiempo que la energía era detonada, el músico seguía tocando con un ritmo enloquecido la canción, mientras su guitarra se transformaba en su mano, pasando a tomar la forma de una especie de rifle. Miden sonrió de forma macabra mientras murmuraba:
- Señor, acoge a este pecador en tu reino. -mientras lo hacía, dos balas supersónicas salieron disparadas del cañón del arma. Eran proyectiles compuestos principalmente por energía sónica condensada, y estaban imbuidos con haki armadura. Aquellas balas eran tan potentes que podían llegar a perforar una plancha de acero de diez centímetros con un simple disparo, y el haki en el que iban imbuidas sólo hacía empeorar la situación para el desdichado pirata al que iban dirigidas. Si impactaban, posiblemente pudieran llegar a destrozarle huesos y músculos con facilidad. Ambas iban dirigidas al pecho, al esternón, por lo que un impacto directo seguramente fuera letal.
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Solo necesitó un segundo, solo un segundo para saber que uno de los dos acabaría mal parado. Nada más ver la siniestra sonrisa en el rostro del pelirrojo algo en su interior se puso a parpadear, una pequeña luz de alarma que le indicaba que debía prepararse. Había tenido esa misma expresión bastantes veces como para reconocer a un loco sanguinario cuando lo veía. Sin embargo, casi no le dio tiempo a reaccionar. Activó su Haki de manera instintiva sabiendo que se avecinaba un ataque, aunque no fue lo suficientemente rápido como para frenarlo. Sin previo aviso, una súbita explosión invisible arrasó la zona, lanzándole por los aires y destrozando varias casas de los alrededores. Era como si la propia explosión se hubiese producido justo a su alrededor, como si el propio aire fuese su atacante.
Arribor voló varios metros y cayó sobre la nieve, rodando al mismo tiempo que los restos de lo que antes eran casas volaban por doquier. No entendía qué demonios acababa de ocurrir pero no le importaba demasiado, aquel tipo era ahora su enemigo y moriría sin importar la clase de poder que tuviera. El pirata se rehizo rápidamente y se incorporó lentamente, ignorando el dolor sordo que le asaltaba cuando vio como un par de proyectiles se aproximaban a toda velocidad. Por suerte logró esquivar uno de ellos, más que nada porque perdió el equilibrio y no llegó a darle, pero el segundo impactó de lleno en su hombro izquierdo, ya herido por el impacto anterior haciéndole caer de nuevo tras intentar detenerlo en vano.
Durante unos segundos se tomó su tiempo para pensar. Fue repasando mentalmente su cuerpo, teniendo conciencia de sus heridas. Lo cierto era que le dolía todo y tenía varias heridas sangrantes por el torso y las extremidades, además de que un fragmento de la olla que sujetaba se había clavado en su abdomen y su brazo izquierda estaba roto por encima de la muñeca por haber intentado frenar el maldito proyectil. Aparte de eso no sabía si tenía alguna otra herida grave aunque no le importaba demasiado, había sido un ataque tan extraño como demoledor y estaba ansioso por machacar a aquel tipo. El hombre sin corazón sonrió divertido mientras hacía fluir su sangre a mayor velocidad por su sistema circulatorio, de forma que ganaría tanto fuerza como velocidad, y se levantó lentamente. Ninguna se sus múltiples heridas sangraba, ni siquiera cuando se extrajo el trozo de la olla bruscamente salió de él una gota de sangre. Solo brotó cuando él quiso que lo hiciera.
-Vaya... -comenzó a decir mientras se crujía el cuello bruscamente y se quitaba la nieve de encima. -Eso ha sido muy interesante, creo que no hace falta que te diga que ya no te daré de comer. -durante unos segundos, su sangre fue fluyendo desde una de las heridas de su brazo hasta su puño derecho, creando una serie de púas en sus nudillos. Luego sonrió de forma demencial y visualizó la muerte del guitarrista. -Bien, me toca.
En ese momento usó su técnica Matabaki, con la que llegaría a la altura de su rival en menos de un par de segundos, sin contar la velocidad extra que le proporcionaba la velocidad a la que hacía circular su sangre, triplicando su rapidez y permitiéndole colocarse frente al pelirrojo en un parpadeo. No usaría un ataque demasiado elaborado, al menos no hasta que se desquitara por el golpe inesperado que acababa de recibir. Estaba cabreado y quería liberar su frustración antes de empezar a hacer florituras con su habilidad, por lo que le soltaría un ataque básico pero potente, aumentado por el impulso que llevaba y por la rapidez a la que circulaba su sangre. Simplemente cargó su puño derecho con su Haki más fuerte, incluyendo las púas de sangre con las que aumentaría la fuerza del golpe y preguntándose si podría volarle la cabeza a base de golpes. Luego, esforzándose por ignorar el dolor proveniente de sus heridas, miró a los ojos de su presa y soltó un derechazo con todas sus fuerzas.
Derechazo + púas de sangre + Kyokutan´na pawa + Haki armadura Nivel 2 [AMF]
Arribor voló varios metros y cayó sobre la nieve, rodando al mismo tiempo que los restos de lo que antes eran casas volaban por doquier. No entendía qué demonios acababa de ocurrir pero no le importaba demasiado, aquel tipo era ahora su enemigo y moriría sin importar la clase de poder que tuviera. El pirata se rehizo rápidamente y se incorporó lentamente, ignorando el dolor sordo que le asaltaba cuando vio como un par de proyectiles se aproximaban a toda velocidad. Por suerte logró esquivar uno de ellos, más que nada porque perdió el equilibrio y no llegó a darle, pero el segundo impactó de lleno en su hombro izquierdo, ya herido por el impacto anterior haciéndole caer de nuevo tras intentar detenerlo en vano.
Durante unos segundos se tomó su tiempo para pensar. Fue repasando mentalmente su cuerpo, teniendo conciencia de sus heridas. Lo cierto era que le dolía todo y tenía varias heridas sangrantes por el torso y las extremidades, además de que un fragmento de la olla que sujetaba se había clavado en su abdomen y su brazo izquierda estaba roto por encima de la muñeca por haber intentado frenar el maldito proyectil. Aparte de eso no sabía si tenía alguna otra herida grave aunque no le importaba demasiado, había sido un ataque tan extraño como demoledor y estaba ansioso por machacar a aquel tipo. El hombre sin corazón sonrió divertido mientras hacía fluir su sangre a mayor velocidad por su sistema circulatorio, de forma que ganaría tanto fuerza como velocidad, y se levantó lentamente. Ninguna se sus múltiples heridas sangraba, ni siquiera cuando se extrajo el trozo de la olla bruscamente salió de él una gota de sangre. Solo brotó cuando él quiso que lo hiciera.
-Vaya... -comenzó a decir mientras se crujía el cuello bruscamente y se quitaba la nieve de encima. -Eso ha sido muy interesante, creo que no hace falta que te diga que ya no te daré de comer. -durante unos segundos, su sangre fue fluyendo desde una de las heridas de su brazo hasta su puño derecho, creando una serie de púas en sus nudillos. Luego sonrió de forma demencial y visualizó la muerte del guitarrista. -Bien, me toca.
En ese momento usó su técnica Matabaki, con la que llegaría a la altura de su rival en menos de un par de segundos, sin contar la velocidad extra que le proporcionaba la velocidad a la que hacía circular su sangre, triplicando su rapidez y permitiéndole colocarse frente al pelirrojo en un parpadeo. No usaría un ataque demasiado elaborado, al menos no hasta que se desquitara por el golpe inesperado que acababa de recibir. Estaba cabreado y quería liberar su frustración antes de empezar a hacer florituras con su habilidad, por lo que le soltaría un ataque básico pero potente, aumentado por el impulso que llevaba y por la rapidez a la que circulaba su sangre. Simplemente cargó su puño derecho con su Haki más fuerte, incluyendo las púas de sangre con las que aumentaría la fuerza del golpe y preguntándose si podría volarle la cabeza a base de golpes. Luego, esforzándose por ignorar el dolor proveniente de sus heridas, miró a los ojos de su presa y soltó un derechazo con todas sus fuerzas.
Derechazo + púas de sangre + Kyokutan´na pawa + Haki armadura Nivel 2 [AMF]
- Aclaración:
- Lo pongo como AMF porque aunque no sea muy elaborado, la fuerza es mi punto fuerte (un poco redundante pero cierto xD) y va potenciado con varias cosas.
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El cuerpo salió disparado hacia atrás por la explosión sónica, y una de las balas le logró golpear en el hombro al pirata. Miden escuchó un sonido de algo romperse. Estaba cargando otra andanada de balas para rematar al desafortunado hombre. Su guitarra empezó a liberar algunas notas sueltas, que empezaron a formar una melodía según vibraban en el aire.
Según la melodía avanzaba, el otro hombre se levantó. No parecía sangrar por ninguna herida. Aquello era verdaderamente extraño. Pero sangrase o no, estaba claro que estaba herido. Arribor dijo que no iba a invitarle a comer. Miden torció una sonrisa más macabra que la anterior.
- No necesito que me invites. Con tu cabeza puedo pagarme cien banquetes. -la canción estaba llegando a su culmen. En apenas un instante, el pirata se movió la distancia que los separaba, y dirigió su puño hacia la cabeza del cazador, que ahora parecía estar envuelto en una especie de puño americano con púas. El cazador rasgueó la última nota del solo, disonante y completamente devastadora. Un montón de balas, recorriendo la escala de arriba a abajo, directas al abdomen del pirata.
Escala cromática: crescendo (Haki armadura lvl 2) [AMF]
Al mismo tiempo, trató de moverse hacia un lado, pero el golpe le dio a la altura del esternocleidomastoideo. Aquel golpe dejó sin respiración al cazador, que debido al impacto giró el cuerpo ciento ochenta grados y cayó a cuatro patas. Por instinto, se convirtió en ondas sónicas, y se alejó varias decenas de metros en apenas un par de segundos. Ni de lejos llegaba a la velocidad del propio sonido, pero era una velocidad envidiable igualmente.
- Uffff... bonito directo -el hombre se rehizo, con el cuello bastante maltratado. Tenía cuatro perforaciones que sangraban con intensidad en el cuello-. Pero disfrútalo, porque es el último que me vas a dar.
Dicho esto, su cuerpo se volvió completamente etéreo, y empezó a moverse a toda velocidad, rebotando a toda velocidad entre los edificios, y volando por el aire a varios metros de altura. El sonido, como onda que era, era capaz de propagarse a grandes velocidades por cualquier medio físico. Pese a que aún no lograba alcanzar una velocidad igual a la de los sonidos naturales, sí que podía imitar sus demás características en forma etérea. De aquella forma, se aseguraba una defensa casi invencible. Y si la cosa se ponía fea, siempre tenía la opción de huir. Aunque no haría falta. Empezó a acumular energía en los dedos, lanzando ondas sónicas en una especie de cúpula imaginaria que estaba delimitando con los movimientos. El número de decibelios empezó a aumentar poco a poco, aunque por el momento no resultaba un problema para Arribor, ni en realidad, para nada de lo que hubiera en su interior. De todos modos, si el pirata no encontraba una forma de librarse pronto de la cúpula, posiblemente su cuerpo acabara sucumbiendo a las ondas, que literalmente reventarían su cuerpo.
- ¿Qué harás ahora, sin-sangre? -su voz resonó por toda la cúpula.
Según la melodía avanzaba, el otro hombre se levantó. No parecía sangrar por ninguna herida. Aquello era verdaderamente extraño. Pero sangrase o no, estaba claro que estaba herido. Arribor dijo que no iba a invitarle a comer. Miden torció una sonrisa más macabra que la anterior.
- No necesito que me invites. Con tu cabeza puedo pagarme cien banquetes. -la canción estaba llegando a su culmen. En apenas un instante, el pirata se movió la distancia que los separaba, y dirigió su puño hacia la cabeza del cazador, que ahora parecía estar envuelto en una especie de puño americano con púas. El cazador rasgueó la última nota del solo, disonante y completamente devastadora. Un montón de balas, recorriendo la escala de arriba a abajo, directas al abdomen del pirata.
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Al mismo tiempo, trató de moverse hacia un lado, pero el golpe le dio a la altura del esternocleidomastoideo. Aquel golpe dejó sin respiración al cazador, que debido al impacto giró el cuerpo ciento ochenta grados y cayó a cuatro patas. Por instinto, se convirtió en ondas sónicas, y se alejó varias decenas de metros en apenas un par de segundos. Ni de lejos llegaba a la velocidad del propio sonido, pero era una velocidad envidiable igualmente.
- Uffff... bonito directo -el hombre se rehizo, con el cuello bastante maltratado. Tenía cuatro perforaciones que sangraban con intensidad en el cuello-. Pero disfrútalo, porque es el último que me vas a dar.
Dicho esto, su cuerpo se volvió completamente etéreo, y empezó a moverse a toda velocidad, rebotando a toda velocidad entre los edificios, y volando por el aire a varios metros de altura. El sonido, como onda que era, era capaz de propagarse a grandes velocidades por cualquier medio físico. Pese a que aún no lograba alcanzar una velocidad igual a la de los sonidos naturales, sí que podía imitar sus demás características en forma etérea. De aquella forma, se aseguraba una defensa casi invencible. Y si la cosa se ponía fea, siempre tenía la opción de huir. Aunque no haría falta. Empezó a acumular energía en los dedos, lanzando ondas sónicas en una especie de cúpula imaginaria que estaba delimitando con los movimientos. El número de decibelios empezó a aumentar poco a poco, aunque por el momento no resultaba un problema para Arribor, ni en realidad, para nada de lo que hubiera en su interior. De todos modos, si el pirata no encontraba una forma de librarse pronto de la cúpula, posiblemente su cuerpo acabara sucumbiendo a las ondas, que literalmente reventarían su cuerpo.
- ¿Qué harás ahora, sin-sangre? -su voz resonó por toda la cúpula.
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