El nuevo miembro [Krauser/Steve]

El día estaba tranquilo en el cuartel del Norte. Apenas había nubes, el Sol golpeaba el sitio con fuerza, eran las diez de la mañana y todos parecían tranquilos. En el interior del cuartel se hallaba el líder de la flota especial conocida como La Élite. Estaba en una sala pequeña, dónde tan solo había una cama, una mesa y varias estanterías llenas de libros. En el centro estaba el marine, sentado en una silla mientras observaba unos documentos.

- Maldita sea, estoy harto de estas misiones tan fáciles.

Dijo de repente mientras suspiraba, llevaba sus vendajes puestos, y portaba solamente su pantalón negro. No llevaba la camiseta puesta, dejando ver su musculoso cuerpo, sus armas estaban echadas en la cama junto a su capa de Almirante. Últimamente estaba bastante ocupado con tanta misión y tanto combate de entrenamiento con los más jóvenes, pero así era la vida de un marine, trabajo y trabajo por todos lados. Estaba en su cargo por algo, debido a lo trabajador que era y a sus buenas habilidades, dignas de estar en su puesto. Durante mucho tiempo tan solo usó su espada para defenderse, pero aprendió a mejorar las habilidades de su fruta del diablo, la cual era la habilidad de la niebla.

Pegó un nuevo suspiro, tachando con un lápiz, varios hombres de la carpeta, pues eran criminales que otros marines ya habían cazado antes. Se alegraba de ello, pero cada día aparecían nuevos enemigos y eso era una enorme complicación. Su flota era muy pequeña debido a que muchos habían desaparecido, tan solo eran tres ahora, estaba pensando en eliminar aquella flota e ir por libre. A no ser que más hombres entraran en su equipo, todos se iban a la brigada disciplinaria, al parecer ese equipo tenía mucho éxito.

Krauser continuaba observando sus informes de forma tranquila. Su mirada estaba fija en ellos, no tardó mucho en sacar su guía de referencia. Una pequeña libreta negra con letras rojas, muchos marines usaban objetos cyborgs y demás, pero el demonio de la niebla prefería usar lápiz y papel. Tras varios segundos escuchó como la puerta se abría, levantó la mirada de forma tranquila para ver quién era la persona.

Pudo ver a un chico, de pelo rubio y de cuerpo bien formado. En ese momento no caía haberle visto antes, era la primera vez que tenía frente a sus ojos un recluta así de buenas. Conocía a los sargentos y demás oficiales del cuartel del Norte, ese chico debía ser nuevo o tal vez era un alto mando de otro cuartel de cualquier mar. De repente el chico habló, al parecer no sabía que tenía delante al Almirante, cuando nombró a John, el castaño alzó la ceja derecha. De modo que su amigo el teniente se acordaba de él, eso le hizo sonreír de lado, cosa que no se pudo notar debido a los vendajes. No tardó mucho en levantarse de su sitio y observar al joven que tenía frente a sus ojos.

- De modo que mi viejo amigo me manda recuerdos. Almirante Samegure a tu servicio chico, yo soy el hombre que andas buscando.

Dijo de repente mientras señalaba a su cama, dónde se podía ver la capa perfectamente. No entendía que hacía el chico allí, su colega no se había tomado la molestia de viajar y quizás lo había usado de mensajero. Por otro lado no parecía un simple ciudadano, debía de ser un marine también.

Estaba algo nervioso, observe que el hombre me estaba mirando de arriba a abajo. Parecia que conocia a john, a lo cual este me respondio. Tras escuchar su nombre me empecé a reir de una forma exagerada, el chico se habia quedado sorprendido al ver que habia encontrado tan facilmente al hombre que andaba buscando.

-Vera, john me pidio que le diera esta nota

Dijo el chico cogiendo su bolsa de viaje así sacando de ella un sobre con una carta. Este se acerco lentamente y se la ofreció. En la carta ponia sobre lo que estubó haciendo durante este tiempo, tambien nombraba a steve comunicandole que era un buen muchacho, dedicado al trabajo y sobre todo con un corazón lleno de pasión y determinación.

-Como vera soy un nuevo recluta de la marina, mi nombre es Steve, Steve fox y mi entrenador me pidió que le diera esto en cuanto le viera. No quiero que se enfade y venga  a darme un tirón de orejas.

Dijo el chico sonriendo mientras aún sujetaba la carta esperando a que el almirante krauser la cogiera.

El chico se acercó ahora al marine entregándole una nota, este la tomó de forma tranquila mientras la examinaba. Decía todo lo que el teniente había estado haciendo en ese tiempo, además recomendaba al chico, eso le hizo soltar una leve carcajada. Ese capullo no solo venía en persona a saludarle, además había mandado a un joven marine que parecía tener un brillante futuro. El almirante dejó la carta en la mesa y se acercó al chico despacio mientras le observaba de forma tranquila y sencilla. Después escuchó su hombre y demás, entrecerró los ojos y le colocó la mano en el hombro con toda confianza hablándole como si le conociera de toda la vida.

- Bueno chico estás en el cuartel del Norte. Tu camino acaba de empezar, además has tenido un buen entrenador, llegados a este punto podrías ir solo o elegir una flota dónde trabajar. Hay muy buenas, la mía se llama La Élite, por el momento somos tres debido a que muchos de mis hombres han desaparecido, pero puedes elegir la que quieras.

Algo pasaba, el Almirante parecía un amigo en lugar de un superior, o al menos así se comportaba. Muchos hablaban de Krauser como un asesino sin piedad de sangre fría y un tipo de lo más siniestro y cruel. La gente hablaba demasiado, aquel hombre no era como lo pintaban, su sentido de la justicia era noble y no le gustaban los rangos. Por eso pese a su posición, trataba a todos por igual tuvieran el rango que tuvieran, ahora se quedó observando al chico en busca de una respuesta por su parte.

Tras unos momentos, el Almirante escuchó las palabras del joven. Iba a ser el primer hombre en bastante tiempo, eso le hizo sonreír de lado. Por el momento había un espadachín, una tiradora, un hombre que usaba artilugios muy raros y un asesino. Ahora habría un nuevo individuo más, se dirigió a su mesa, tomando su libreta roja y en ese momento se sentó en la cama, en ella había un espadón casi tan grande como una persona, era increíble que el marine pudiera usar eso. Sacó el lápiz y se quedó mirando al chico de forma tranquila mientras se acomodaba y le señalaba la silla para que se sentara.

- Quiero que me respondas a las siguientes preguntas chico. Dime tu nombre, tus habilidades (Profesiones) tu mejor arma. Lo que más te gusta hacer en una batalla, tu edad, el tipo de entrenamiento que sueles tener. Lo qué estarías dispuesto a hacer a las órdenes de un almirante, tu opinión sobre la marina y la justicia. Además de que me respondas sobre tus sueños y metas que tratas de lograr.

Una vez hubo dicho aquello, dirigió su mirada al chico mientras se ponía serio esta vez. Quería saber cada una de aquellas preguntas, la información le ayudaría a saber qué tipo de persona tenía delante de sus ojos. Confiaba en él y además John era un buen tipo, si le había recomendado él, significaba que el chico tenía talento. La verdadera prueba iba a venir después, por el momento solo iba a tener que responder las preguntas, después iba a tener que enfrentarse a una pequeña prueba que el marine solía poner y que muy pocos lograban pasar. Por no decir que ninguno lo había conseguido hasta el momento.

Las palabras del chico llegaron a los oídos del marine, por fin un luchador en su equipo, hacía muchísimo que no tenía uno, que narices, era el primer luchador de su banda. El mismísimo Krauser dominaba algunas artes del cuerpo a cuerpo pero estaba más centrado en sus armas de filo. Su visión de la justicia era muy razonable, había tipos buenos y había tipos malos. Curioso para las órdenes y además tenía unos sueños simples y no muy ambiciosos. Eso provocó que el marine sonriera de lado mientras apuntaba todo en su guía de referencia, después de aquello soltó la libreta y se quedó sentado en la cama mientras ahora sonreía de lado mirándole a los ojos de forma tranquila y calmada.

- Vamos Steve, muéstrame tu fuerza, lánzame el golpe más poderoso que tengas, esta es tu prueba. Vas a hacerlo, la condición es que debes hacerme sangrar, si no lo consigues, no estarás dentro chico. Por otro lado puedes negarte a esta orden y entrar como si nada, la segunda opción parece fácil pero nunca podrás ascender y serás un recluta toda la vida. ¿Qué harás chicos? Golpearas a un compañero inocente o te quedaras como recluta de por vida… tienes cinco segundos para elegir, ahora no tienes a un Almirante delante, tienes a un recluta como tú.

La prueba podía parecer algo macabra, estaba pidiéndole que le golpeara e intentara hacerle sangrar para pasar, o que pasara gratis y se quedara como un recluta de por vida. La situación era difícil y el marine estaba dispuesto a todo, esta era la prueba que nadie pasaba. Ahora el chico podía ser el primero con su decisión o ser una víctima más, llegaba el momento de la diversión

El chico escucho atentamente al almirante krauser a lo cual este esbozo una sonrisa. Le estaba poniendo una pequeña prueba y habia dos salidas. La primera era golpearle e hacerle sangrar. La segunda es tan solo levantarme y negar el combate. Era una propuesta un tanto loca, pero claro en ese momento solo se me vino una respuesta ala cabeza.

-Señor, en la vida no existe un camino facil, es tan solo un mero engaño que se hacen algunas personas.

Dijo el chico cuando se levantoo lentamente este poniendose en guardia, levanto ambos brazos adelantando la deracha e pegando la izquierda en su costado. Este tomo la posición de combate y estaba listo para pelear.
Este rapidamente solto un jab de izquierda que se dirigía hacia la cara del almirante, acto seguido inclino su rodilla derecha e giro su tobillo de dicha pierna como si se tratara de pisar un chicle para así poder agacharse preveniendo un ataque del almirante. [AM]

El chico sin duda alguna tenía agallas, iba a golpear al almirante sin pensárselo, aquello solo provocó una cosa. Una larga y amplia sonrisa sádica en el rostro del castaño, el cual observaba atentamente la postura de combate del rubio. Sus palabras le hicieron asentir levemente, pese a que no podría entrar, se iba a arriesgar a golpearle. Si no conseguía hacerle sangre, iba a lamentarlo seguramente, de repente tomó su postura y lanzó aquel golpe. El marine se quedó quieto en todo momento, el golpe impactó con fuerza en su rostro haciendo un sonido de impacto increíble. El silencio reinó de repente en aquella habitación durante unos segundos, de repente pudo verse el rostro del almirante envuelto en un color negro metálico, había usado su haki se armadura para parar el golpe.

Por supuesto no estaba sangrando ni nada parecido, no era un Almirante por nada, su nivel y fuerza eran asombrosos. Ahora se levantó observando al chico, no iba a atacarle, él no era así con los suyos y sin duda habría preferido quedarse de recluta para siempre. Aunque aquello era una mentira, si el chico se retiraba, habría ascendido directamente a sargento, aún así se impresionó por su valor. Había tratado de golpearle sin miedo alguno, ahora el marine soltó un suspiro mientras entornaba los ojos.

- Chico no me has hecho sangrar, puedes irte.

Dijo con un tono serio observando una pared y con ambas manos en los bolsillos, sin embargo después de unos segundos sonrió de lado volviendo a alzar la voz de forma más tranquila pero sin mirar al chico.

- Pese a que hubiera preferido otra respuesta y has suspendido la prueba, ese valor me ha gustado. Muchos se van sin responder a nada y se buscan otra flota, a partir de mañana formas parte de La Élite chico. Enhorabuena.

Krauser soltó un pequeño suspiro al escucharle, tenía razón, el demonio habría elegido la otra opción sin duda alguna, las siguientes palabras del rubio hicieron cerrar los ojos al castaño. Tras unos momentos este comenzó a hablar de forma calmada y tranquila.

- Había una vez un recluta, sus padres fueron asesinados por salvarle. Solo le quedaba servir a los demás en busca de la paz. Se unió a la brigada del Almirante Karl, no tardó mucho en ser el segundo oficial. El muy loco se fue tiempo después a formar su propio equipo con su idea de la justicia, todos le tildaban de loco por ese acto. Además su aspecto y sus asesinatos no ayudaban a catalogarlo como buena persona, este chico siguió su consciencia, a díe de hoy se le conoce como al Almirante Krauser.

Dicho eso sonrió con calma y caminó hasta la puerta, abrió esta despacio deslizando su mano por el pomo y después volvió a alzar la voz de forma suave y tranquila.

- Sigue tan solo lo que tu corazón te diga chico. Lo has hecho bien.

Tras aquellas palabras el marine se fue de la sala.