Byakuro Kyoya
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- Respuesta a::
Bya miró a su imoto, visiblemente turbada y detuvo sus movimientos de entrenamiento. No esperaba una reacción así por parte de la pirata. Era muy directa. Lo cual no quería decir que le desagradase. Su rostro enrojeció visiblemente ante la situación, y dijo con una voz angelical:
- No sé si sabré sacarle el mismo partido que tú, imoto... -dicho esto, clavó en el suelo arenoso el bastón tridente. Estaba algo cansada, Aki había tardado bastante en llegar hasta allí, pese a que desde la ciudad no había una gran distancia. Claro, que bien podía haber sido que aquella espera le hubiera parecido mayor.
Sintió cómo su otra presencia desaparecía a lo lejos. Ahora tenía pleno control sobre sus ilusiones, y podría volver a su cuerpo original, pero algo le decía que hacer aquello sería estropear aquel momento. Y aquel cuerpo que tenía ahora no estaba nada mal. Era delgado, pero con unas curvas suaves que le daban una silueta menuda y bonita. Su pelo seguía del mismo color, al igual que sus ojos, y aún tenía su característica marca bajo el ojo izquierdo. En aquel cuerpo, era un poco más baja que en su cuerpo de hombre, lo que le daba un aspecto frágil e indefenso. Klaus estaba en la arena, observando la escena con su apacible indiferencia sempiterna. Bya lo miró y se puso en cuclillas a su lado, murmurándole al camaleón:
- Klaus, sé bueno y ve a estar con su dragón -el camaleón gruñó-. No seas así... -Bya hizo un par de pucheros, que en su nuevo rostro de mujer le hacían parecer una niña pequeña. Esta vez el camaleón se dio media vuelta y empezó a caminar al lugar del que había llegado Aki.
Bya se levantó y observó a su imoto. Ciertamente aquel cuerpo era un espectáculo para la vista. Y no solo para la suya. Cualquier curioso que pasara por cerca de la playa las vería a las dos. Frunció el ceño levemente, y sintió como tanto ella como su imoto se volvían invisibles a ojos ajenos. Sin embargo, entre ellas seguían pudiendo verse. No era mala idea ser discretos. Al fin y al cabo, la chica que tenía en frente valía sus buenos setenta y pico millones de berries. Y eso en Jaya era una recompensa a tener en cuenta. Si alguien la veía, la cosa podía complicarse... bastante. Con cierto temblor en la voz, la cazadora miró a Aki y le dijo:
- Bu-bueno... explícame cuáles son esas otras... aplicaciones. -en ese momento, su semblante de inocencia cambió levemente. Bajo la máscara de completa indefensión que había mostrado hasta entonces con aquel cuerpo, asomaba una sonrisa que, si bien no llegaba a perversa, sí que era por lo menos pícara.
Aki D. Arlia
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Volví a examinarla con una sonrisa. Pese a que era una ilusión ahora teníamos la misma altura, y esa sensación de igualdad me agradaba. Además, era completamente adorable en esa forma. Todavía era capaz de reconocerle en el pelo y los ojos. Todavía tenía esa peculiar marca bajo uno. Además por mucha cara tierna que pusiera seguía delatándole su mirada de lujuria. Lucía frágil, aunque sus pechos no eran pequeños, y por cómo hacia antes las katas, tampoco era débil. Aunque si que parecía algo confundida. Seguramente por el cambio de cuerpo. Pero en resumen, era un bombón.
Uno delicioso...que estaba dispuesta a zamparme.
Nunca había ocultado mi gusto por las mujeres, y ya que él no había vuelto a su físico, supuse que no le importaba que sucediera de esta manera. La observé tratando de convencer a Klaus de que fuera con mi dragoncito, pero el reptil se hacía de rogar. Byakura con pucheros era adorable. Me di cuenta entonces de que estábamos en una playa, cualquiera podría vernos...pero ella estaba entrenando desnuda cuando llegué. Probablemente habrá tomado medidas para que no fuéramos descubiertas. Mi sonrisa se acentuó, y mis ojos relucieron con picardía al escucharla. Ponía cara de niña buena, pero era obvio que no lo era. Me acerqué y posé una mano en la cintura, mientras le decía al oído:
-Estaré encantada de ello...Byakura.
Notaba mi pelo haciéndole cosquillas en el cuello. Afiancé mi agarre y la atraje hacia mí, juntándonos. Con la otra mano le cogí suavemente la mejilla y apartándola me incliné hasta besar su cuello.
Uno delicioso...que estaba dispuesta a zamparme.
Nunca había ocultado mi gusto por las mujeres, y ya que él no había vuelto a su físico, supuse que no le importaba que sucediera de esta manera. La observé tratando de convencer a Klaus de que fuera con mi dragoncito, pero el reptil se hacía de rogar. Byakura con pucheros era adorable. Me di cuenta entonces de que estábamos en una playa, cualquiera podría vernos...pero ella estaba entrenando desnuda cuando llegué. Probablemente habrá tomado medidas para que no fuéramos descubiertas. Mi sonrisa se acentuó, y mis ojos relucieron con picardía al escucharla. Ponía cara de niña buena, pero era obvio que no lo era. Me acerqué y posé una mano en la cintura, mientras le decía al oído:
-Estaré encantada de ello...Byakura.
Notaba mi pelo haciéndole cosquillas en el cuello. Afiancé mi agarre y la atraje hacia mí, juntándonos. Con la otra mano le cogí suavemente la mejilla y apartándola me incliné hasta besar su cuello.
Byakuro Kyoya
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Bya sintió un escalofrío cuando la boca de Aki entró en contacto con su cuello. Sus labios suaves rozándole la piel, era una sensación que podía igualar con pocas cosas. En cierto modo, aquella era la primera vez que una mujer le besaba el cuello. Sentía la calidez de Aki junto a su cuerpo, algo agradable y que en ese instante no cambiaría por nada. Soltó un ligero quejido placentero. El cuello era uno de sus puntos débiles, y aquel beso era como un pistoletazo de salida.
Rodeó la cintura de su imoto con ambos brazos, pasando los dedos por la suave piel de Aki. Su cuerpo era una delicia para el tacto y la vista, quería saber si también lo sería para los restantes sentidos. Paseó la punta de las uñas por la piel de la espalda de Aki lentamente, dibujando círculos y formas redondeadas con la punta de los dedos, mientras apretaba levemente, sin llegar a dejar marcas siquiera de su paso por aquel lugar. Sentía los pechos de Aki junto a los suyos, redondeados y perfectos.
- Ngh... -dejó escapar mientras se mordía el labio inferior y apartaba levemente el pelo rojo de su acompañante con la mano derecha. Tenía un olor delicado, y un tacto sedoso, algo extraño tras el combate que habían tenido hacía un rato. Sin prisa pero sin pausa, acercó su boca a la oreja de Aki y la agarró con los labios, bajando hasta el lóbulo, del que tiró con suavidad antes de soltar.
Su ojo de iluminó con un tono rojo. Sentía la respiración de Aki a su lado, los latidos de su corazón, y un ligero temblor en su cuerpo, apenas imperceptible. Ahora que la tenía tan cerca de sí, pudo ver con claridad diáfana sus ojos azules como el cielo, expresivos y brillantes. También le pareció notar una pequeña marca en el cuello de la chica, parcialmente oculta por el pelo.
- Etto... yo... -titubeando, acercó su rostro lentamente al de la chica. Y cuando apenas quedaban unos milímetros para que sus rostros se tocasen, posó sus labios sobre los de ella, apretando con una ligera presión. En su interior, Byakuro ardía como una llamarada, como un hierro incandescente. No, ahora no era Byakuro. Ahora él era ella. Bya había tomado el control. Ella y Aki lo tenían atrapado. Y le gustaba.
Rodeó la cintura de su imoto con ambos brazos, pasando los dedos por la suave piel de Aki. Su cuerpo era una delicia para el tacto y la vista, quería saber si también lo sería para los restantes sentidos. Paseó la punta de las uñas por la piel de la espalda de Aki lentamente, dibujando círculos y formas redondeadas con la punta de los dedos, mientras apretaba levemente, sin llegar a dejar marcas siquiera de su paso por aquel lugar. Sentía los pechos de Aki junto a los suyos, redondeados y perfectos.
- Ngh... -dejó escapar mientras se mordía el labio inferior y apartaba levemente el pelo rojo de su acompañante con la mano derecha. Tenía un olor delicado, y un tacto sedoso, algo extraño tras el combate que habían tenido hacía un rato. Sin prisa pero sin pausa, acercó su boca a la oreja de Aki y la agarró con los labios, bajando hasta el lóbulo, del que tiró con suavidad antes de soltar.
Su ojo de iluminó con un tono rojo. Sentía la respiración de Aki a su lado, los latidos de su corazón, y un ligero temblor en su cuerpo, apenas imperceptible. Ahora que la tenía tan cerca de sí, pudo ver con claridad diáfana sus ojos azules como el cielo, expresivos y brillantes. También le pareció notar una pequeña marca en el cuello de la chica, parcialmente oculta por el pelo.
- Etto... yo... -titubeando, acercó su rostro lentamente al de la chica. Y cuando apenas quedaban unos milímetros para que sus rostros se tocasen, posó sus labios sobre los de ella, apretando con una ligera presión. En su interior, Byakuro ardía como una llamarada, como un hierro incandescente. No, ahora no era Byakuro. Ahora él era ella. Bya había tomado el control. Ella y Aki lo tenían atrapado. Y le gustaba.
Aki D. Arlia
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Mi sonrisa se ensanchó al oír su quejido. Nunca imaginé que nuestra lucha pudiera acabar así. Pero al observar sus suaves curvas...decidí que no estaba tan mal. De hecho, si este era el pago por perder, igual debería perder más a menudo. La joven que antes era Byakuro me abrazó y se entretuvo acariciándome, arañándome suavemente la espalda. Suspiré, que delicia. Era relajante, y a la vez sólo me daban más ganas de saltar encima de ella.
Noté sus suaves labios juguetear con mi oreja. Reprimí un gemido, era demasiado sensible ahí. Estábamos pegadas la una a la otra y sin tardanza rodeé sus caderas con mis manos. La acaricié, disfrutando de la cercanía. Su olor era delicioso, embriagaba mis sentidos. Pero yo también quería jugar. Abrí la boca, pero Bya me interrumpió. Posó sus labios contra los mios y no aguanté más que unos segundos.
La acerqué todavía más a mí, si es que eso era posible. Lamí sus labios con mi lengua y me abrí paso dentro de su boca, jugueteando. Nos separé y mordí con cuidado su labio inferior. La mano que no la sujetaba se dirigió hacia su pecho y con suavidad lo acarició. Sonriendo entonces, traviesa, le puse la zancadilla y la acompañé en la caída. No dejé que tocara el suelo, yo misma la posé. Le sonreí abiertamente antes de lanzarme a su cuello. Yo no fui delicada. Estaba hirviendo, y aunque lo pareciera, ella no era una damisela delicada, y dudaba mucho que fuera su primera vez. Lamí el punto donde su cuello y su hombro se unían justo antes de morderlo con lujuria.
Inclinada encima de ella, me sentía en el paraíso.
Noté sus suaves labios juguetear con mi oreja. Reprimí un gemido, era demasiado sensible ahí. Estábamos pegadas la una a la otra y sin tardanza rodeé sus caderas con mis manos. La acaricié, disfrutando de la cercanía. Su olor era delicioso, embriagaba mis sentidos. Pero yo también quería jugar. Abrí la boca, pero Bya me interrumpió. Posó sus labios contra los mios y no aguanté más que unos segundos.
La acerqué todavía más a mí, si es que eso era posible. Lamí sus labios con mi lengua y me abrí paso dentro de su boca, jugueteando. Nos separé y mordí con cuidado su labio inferior. La mano que no la sujetaba se dirigió hacia su pecho y con suavidad lo acarició. Sonriendo entonces, traviesa, le puse la zancadilla y la acompañé en la caída. No dejé que tocara el suelo, yo misma la posé. Le sonreí abiertamente antes de lanzarme a su cuello. Yo no fui delicada. Estaba hirviendo, y aunque lo pareciera, ella no era una damisela delicada, y dudaba mucho que fuera su primera vez. Lamí el punto donde su cuello y su hombro se unían justo antes de morderlo con lujuria.
Inclinada encima de ella, me sentía en el paraíso.
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Bya sintió como Aki jugueteaba con su lengua, de forma sensual antes de separar sus bocas. Su imoto le mordió el labio inferior con suavidad, y Bya sintió una leve presión, apenas una caricia en su pecho. Soltó el aire de los pulmones en un suave quejido, mientras un fuerte rubor ascendía hasta sus mejillas y sus ojos se cerraban involuntariamente. En ese instante, sintió como perdía el equilibrio y caía de espaldas, aunque sin brusquedad. Sentía la cálida arena contra su cuerpo desnudo, y veía a Aki sobre ella, sonriendo.
La cazadora sintió como la lengua de la pelirroja pasaba por la piel de su cuello, cerca de la clavícula. Su reacción a eso fue algo brusca, pero necesitaba hacerlo. Rodeó con brazos y piernas a su imoto, aferrándose a ella, buscando la suavidad y el calor de su piel, queriendo fusionarse con ella, buscando la unión de sus dos cuerpos desnudos sobre la arena. Al igual que Aki, ella estaba ardiendo, y no precisamente por el sol o la arena bajo ambas. El calor provenía de dentro, era una sensación de pertenencia, de sumisión completa y absoluta hacia Aki.
- Imoto... -logró articular, con la respiración entrecortada-. Soy tuya. -su respiración estaba acelerada, y los latidos de su corazón resonaban como un tambor marcando un pasodoble en su pecho.
Sus manos buscaron afanosamente, descendiendo lentamente hacia las caderas de la pirata, arañando con suavidad. Mientras tanto, su boca buscaba, inquieta, la de su compañera. Quería beber de ella, sentirse plena a su lado. Lo necesitaba. Sin embargo, su fuerza parecía haberse desvanecido. En aquel momento, ni su fruta era útil. Se sentía a merced del placer. Ahora, estaba en manos de su imoto, y ciertamente no le importaba lo más mínimo.
La cazadora sintió como la lengua de la pelirroja pasaba por la piel de su cuello, cerca de la clavícula. Su reacción a eso fue algo brusca, pero necesitaba hacerlo. Rodeó con brazos y piernas a su imoto, aferrándose a ella, buscando la suavidad y el calor de su piel, queriendo fusionarse con ella, buscando la unión de sus dos cuerpos desnudos sobre la arena. Al igual que Aki, ella estaba ardiendo, y no precisamente por el sol o la arena bajo ambas. El calor provenía de dentro, era una sensación de pertenencia, de sumisión completa y absoluta hacia Aki.
- Imoto... -logró articular, con la respiración entrecortada-. Soy tuya. -su respiración estaba acelerada, y los latidos de su corazón resonaban como un tambor marcando un pasodoble en su pecho.
Sus manos buscaron afanosamente, descendiendo lentamente hacia las caderas de la pirata, arañando con suavidad. Mientras tanto, su boca buscaba, inquieta, la de su compañera. Quería beber de ella, sentirse plena a su lado. Lo necesitaba. Sin embargo, su fuerza parecía haberse desvanecido. En aquel momento, ni su fruta era útil. Se sentía a merced del placer. Ahora, estaba en manos de su imoto, y ciertamente no le importaba lo más mínimo.
Aki D. Arlia
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Mi calor aumentaba, me notaba húmeda y sudorosa, y se me pegaba el pelo a la cara. Era incómodo. Iba a recogérmelo cuando oí a Bya debajo de mí. Sus palabras me sorprendieron, quiero decir, al fin y al cabo me había pegado una paliza no hacía mucho. Aunque las tornas habían cambiado. Esbocé una sonrisa.
-Ya lo se.
Pero eso no iba a repetirse de momento. Podía ver la lujuria en sus ojos, seguramente reflejo de la mía propia. Podía notar su corazón aletear en su pecho a toda velocidad. El mío le iba a la zaga. Reclamó mi boca y le di lo que pedía. Volví a sumergirme en sus cálidos labios con deseo. Mis manos se volvieron valientes y se apropiaron de sus pechos. Los apretaron con suavidad y disfrutaron su tacto moviéndolos con deleite. Pellizcaron con travesura un pezón que ya llevaba un rato despierto.
Más. Echaba fuego. Acaricié su vientre y volví a morderle el cuello. Chupé hasta dejar una pequeña marca, sin remordimientos. La joven me buscaba sin cesar, provocando que nos rozáramos y volviéndome loca. Decidí hacerla delirar algo más, buscar su límite. El mío cerca. No dejaba de jadear y suspirar. Todo era demasiado excitante.
Moví mi mano, acariciándole el muslo, cerca de la entrepierna. Cerca, mas cerca. Y entonces, justo antes de tocarla ahí, me incorporé. Y me moví dejando una rodilla entre sus piernas. Presioné con suavidad, no quería hacerle daño. Mientras tanto, me recogí el pelo en una coleta. Algunos mechones se soltaron, pero no me paré.
Agarré su mano y con suavidad la lleve a mi pecho. Con la otra volví a acariciarle el pezón, levemente. Y me incliné sobre ella. Y le mordí la oreja, el lóbulo. Y, sonriendo, caliente y sonrojada, le interrogué:
-¿Qué es lo que quieres, Bya? Pídemelo...y tal vez te lo dea.
-Ya lo se.
Pero eso no iba a repetirse de momento. Podía ver la lujuria en sus ojos, seguramente reflejo de la mía propia. Podía notar su corazón aletear en su pecho a toda velocidad. El mío le iba a la zaga. Reclamó mi boca y le di lo que pedía. Volví a sumergirme en sus cálidos labios con deseo. Mis manos se volvieron valientes y se apropiaron de sus pechos. Los apretaron con suavidad y disfrutaron su tacto moviéndolos con deleite. Pellizcaron con travesura un pezón que ya llevaba un rato despierto.
Más. Echaba fuego. Acaricié su vientre y volví a morderle el cuello. Chupé hasta dejar una pequeña marca, sin remordimientos. La joven me buscaba sin cesar, provocando que nos rozáramos y volviéndome loca. Decidí hacerla delirar algo más, buscar su límite. El mío cerca. No dejaba de jadear y suspirar. Todo era demasiado excitante.
Moví mi mano, acariciándole el muslo, cerca de la entrepierna. Cerca, mas cerca. Y entonces, justo antes de tocarla ahí, me incorporé. Y me moví dejando una rodilla entre sus piernas. Presioné con suavidad, no quería hacerle daño. Mientras tanto, me recogí el pelo en una coleta. Algunos mechones se soltaron, pero no me paré.
Agarré su mano y con suavidad la lleve a mi pecho. Con la otra volví a acariciarle el pezón, levemente. Y me incliné sobre ella. Y le mordí la oreja, el lóbulo. Y, sonriendo, caliente y sonrojada, le interrogué:
-¿Qué es lo que quieres, Bya? Pídemelo...y tal vez te lo dea.
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Aquellos movimientos con las manos en sus muslos, y el posterior contacto con la rodilla. La cazadora iba a acabar volviéndose completamente loca. Soltó un leve gemido, y entonces escuchó la pregunta de Aki. ¿Que qué quería? La respuesta a aquella pregunta estaba clara.
- Te quiero... a ti. Ngh... -sintió como su mano había sido llevada al pecho de Aki, suave y redondeado. Y el delicado mordisco de Aki la elevó a los cielos.
Su espalda se arqueó ligeramente, separándose del lecho arenoso. Y entonces decidió que iba a hacer que Aki se volviera loca de verdad. Quería ser su muñeca, quería que su imoto la hiciera suya. Y si para eso necesitaba un empujoncito, se lo iba a dar.
- Hazme... tuya, imoto. Quiero que... me hagas lo que quieras... -soltó otro gemido, algo más fuerte que el anterior, y de su cuerpo cubierto en sudor empezó a salir un vapor, apenas visible, que llenó el aire alrededor de ambas. De olor dulce y suave, entró en las fosas nasales de la cazadora. Sintió como todo lo que sentía se acrecentaba. Se encontraba con los sentimientos a flor de piel. Cada contacto, cada caricia, cada beso, la hacía alcanzar un estado de éxtasis absoluto. Su cuerpo estaba caliente, y sentía como estaba en un punto de no retorno. Pasara lo que pasara allí, aquel había sido el primer día del resto de su vida. Y se alegraba de que fuera con aquella chica.
Enroscó las piernas alrededor de la pierna de Aki, mientras con la mano apretaba el pecho de su imoto. En un suave movimiento, apartó la cara de Aki y se sentó, quedando su cara a la altura del vientre de la pelirroja. Paseó la lengua por él, jugueteando con su ombligo, y saboreando cada ápice de ella. El sabor y el olor de la pirata, unido a las feromonas del ambiente. El placer recorría todo su cuerpo, y sintió como su cuerpo respondía de forma natural a aquellos estímulos.
Sin embargo, la que llevaba las riendas era Aki. Bya la miró a los ojos, se mordió el labio inferior con inocencia y se volvió a recostar en la arena. Iba a entregarse en cuerpo y alma a Aki.
- Te quiero... a ti. Ngh... -sintió como su mano había sido llevada al pecho de Aki, suave y redondeado. Y el delicado mordisco de Aki la elevó a los cielos.
Su espalda se arqueó ligeramente, separándose del lecho arenoso. Y entonces decidió que iba a hacer que Aki se volviera loca de verdad. Quería ser su muñeca, quería que su imoto la hiciera suya. Y si para eso necesitaba un empujoncito, se lo iba a dar.
- Hazme... tuya, imoto. Quiero que... me hagas lo que quieras... -soltó otro gemido, algo más fuerte que el anterior, y de su cuerpo cubierto en sudor empezó a salir un vapor, apenas visible, que llenó el aire alrededor de ambas. De olor dulce y suave, entró en las fosas nasales de la cazadora. Sintió como todo lo que sentía se acrecentaba. Se encontraba con los sentimientos a flor de piel. Cada contacto, cada caricia, cada beso, la hacía alcanzar un estado de éxtasis absoluto. Su cuerpo estaba caliente, y sentía como estaba en un punto de no retorno. Pasara lo que pasara allí, aquel había sido el primer día del resto de su vida. Y se alegraba de que fuera con aquella chica.
Enroscó las piernas alrededor de la pierna de Aki, mientras con la mano apretaba el pecho de su imoto. En un suave movimiento, apartó la cara de Aki y se sentó, quedando su cara a la altura del vientre de la pelirroja. Paseó la lengua por él, jugueteando con su ombligo, y saboreando cada ápice de ella. El sabor y el olor de la pirata, unido a las feromonas del ambiente. El placer recorría todo su cuerpo, y sintió como su cuerpo respondía de forma natural a aquellos estímulos.
Sin embargo, la que llevaba las riendas era Aki. Bya la miró a los ojos, se mordió el labio inferior con inocencia y se volvió a recostar en la arena. Iba a entregarse en cuerpo y alma a Aki.
Aki D. Arlia
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Sus palabras me dejaron satisfecha. "Por supuesto que te haré lo que me plazca".-Pensé. Tan solo quería hacerla rabiar un poquito. Me gustaba jugar, ¿Qué había de malo en ello? Al parecer mucho. Me puse alerta cuando el aire cambió. Tensa, me incliné sobre Bya para taparla y protegerla si se diera el caso. Nuestros pezones se rozaban e intenté no distraerme demasiado.
Tardé un par de segundos en darme cuenta de que era un gesto inútil, ya que el tenue vapor salía de ella. Fruncí el ceño, no entendía nada. Pero pronto lo supe. Comencé a notar la piel más sensible y la cabeza embotada. Me pasé la lengua por los labios, que de repente estaban secos. Lo veía todo algo más brillante y el olor de la feminidad de Bya llegó hasta mi. Me encendí y noté que me había ido calentando poco a poco en los últimos segundos. La imagen de la jovencita desnuda y jadeante debajo de mi me hizo estallar.
Llevé mis manos desde sus pechos a sus muñecas, las cuales sujeté con firmeza, pasando antes las yemas de mis dedos por el largo de sus brazos. La miré a los ojos, esos ojos que eran suyos y a una vez los de Byakuro. Y la desee más.
-¿Afrodisíaco?-Susurré. -Eso no ha estado bien. Eres una chiquilla impaciente. Pero yo tengo la solución a eso. Sujétalas así, hasta que no lo aguantes más. O me apartaré de ti.
Tenia sus muñecas juntas, y sus manos agarrándose la una a la otra, la presa perfecta. Aunque la amenaza era vacía, nada me habría apartado de ella en este instante. Y esta vez no hubo jueguecitos previos. Volví a hincar l rodilla en su entrepierna y lw asesté un mordisco en el cuello. Dejé un leve beso en el lugar y ataqué su boca, no sus labios, en un beso apasionado. Pero lo terminé pronto y bajé mas, hasta poder besar sus pechos. Me recreé con su tacto y su sabor y les di suaves mordisquitos a los pezones. Intenté abarcarlos, primero con la mano y luego con la boca. Entretenido, aunque imposible. Yo misma estaba ardiendo y dejé uno de mis pechos al alcance de sus labios.
-Ten. A ver que puedes hacer.
Le dije mientras sonreía. Sensualmente, me lamí un dedo mientras la miraba a los ojos, segura de que estaría teniendo pensamientos interesantes. Aunque no habría hecho falta. Cuando llevé mi mano a su entrepierna, estaba empapada, como era natural. Comencé a acariciarla suavemente, de arriba abajo.
-¿Qué te parecen las nuevas sensaciones? Aunque yo creo que tu cuerpo habla por si solo...je.
Tardé un par de segundos en darme cuenta de que era un gesto inútil, ya que el tenue vapor salía de ella. Fruncí el ceño, no entendía nada. Pero pronto lo supe. Comencé a notar la piel más sensible y la cabeza embotada. Me pasé la lengua por los labios, que de repente estaban secos. Lo veía todo algo más brillante y el olor de la feminidad de Bya llegó hasta mi. Me encendí y noté que me había ido calentando poco a poco en los últimos segundos. La imagen de la jovencita desnuda y jadeante debajo de mi me hizo estallar.
Llevé mis manos desde sus pechos a sus muñecas, las cuales sujeté con firmeza, pasando antes las yemas de mis dedos por el largo de sus brazos. La miré a los ojos, esos ojos que eran suyos y a una vez los de Byakuro. Y la desee más.
-¿Afrodisíaco?-Susurré. -Eso no ha estado bien. Eres una chiquilla impaciente. Pero yo tengo la solución a eso. Sujétalas así, hasta que no lo aguantes más. O me apartaré de ti.
Tenia sus muñecas juntas, y sus manos agarrándose la una a la otra, la presa perfecta. Aunque la amenaza era vacía, nada me habría apartado de ella en este instante. Y esta vez no hubo jueguecitos previos. Volví a hincar l rodilla en su entrepierna y lw asesté un mordisco en el cuello. Dejé un leve beso en el lugar y ataqué su boca, no sus labios, en un beso apasionado. Pero lo terminé pronto y bajé mas, hasta poder besar sus pechos. Me recreé con su tacto y su sabor y les di suaves mordisquitos a los pezones. Intenté abarcarlos, primero con la mano y luego con la boca. Entretenido, aunque imposible. Yo misma estaba ardiendo y dejé uno de mis pechos al alcance de sus labios.
-Ten. A ver que puedes hacer.
Le dije mientras sonreía. Sensualmente, me lamí un dedo mientras la miraba a los ojos, segura de que estaría teniendo pensamientos interesantes. Aunque no habría hecho falta. Cuando llevé mi mano a su entrepierna, estaba empapada, como era natural. Comencé a acariciarla suavemente, de arriba abajo.
-¿Qué te parecen las nuevas sensaciones? Aunque yo creo que tu cuerpo habla por si solo...je.
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Aki se había dado cuenta de las feromonas. Bya sonrió levemente. La había pillado por sorpresa. Ella deslizó las manos desde sus pechos hasta sus muñecas, pasando antes por los brazos, provocándole a la cazadora un intenso escalofrío que le hizo estremecerse por completo. Le juntó las muñecas, y le dijo que si las separaba, se alejaría. Bya no pudo más que asentir, mordiéndose el labio. Creó unas esposas alrededor de sus muñecas, y la llave para abrirlas sobre su vientre desnudo. El mordisco que vino después fue atroz. Todo su cuerpo se revolvió en una especie de oleada de frío y calor. Cuando Aki se separó dejando un beso en el lugar, Bya suspiró con dificultad. Sentía su cuerpo estallar, era como si la piel no fuera un envoltorio suficiente, como si quisiera salirse de sí misma. Y entonces le llegó el turno a su boca. Aki atacó como un depredador, besándola apasionadamente. Bya no podía más que responder tan bien como podía, pero en aquella situación, su cuerpo apenas podía mantenerse bajo control. Aki bajó hasta su pecho con la boca, tentándola, jugando. Manos y boca, trabajando al unísono para provocar estallidos de éxtasis. Era como una sucesión de pequeños infartos, pero no por ello era desagradable. Al contrario, Bya nunca había sentido algo así antes.
Vio ante ella el contorno redondeado del pecho de su imoto. Trató de chupar de su pezón, mordisqueando con los dientes. Pasó la lengua por él, con ansias. Y entonces sintió cómo Aki la tocaba. Si antes habían estallidos, aquello había sido una enorme explosión. Sintió cómo no se podía controlar, y de no ser por las esposas, posiblemente habría agarrado a Aki y... no sabía lo que podría hacerle. Su cuerpo temblaba, como la llama de una vela en la brisa. Y ciertamente, su cuerpo era una llama, ardiente, temblando y queriendo más para mantenerse incandescente.
- Mi... cuerpo. Ngh... -empezó a respirar de forma entrecortada mientras los dedos de Aki se paseaban a su antojo por su entrepierna-. Te... te... ngh... quiero, imoto -podría tratar de forcejear, pero la situación se lo impedía. Tenía la visión nublada, por lo que cerró los ojos. Sentía el olor de Aki, su cuerpo, el calor que desprendía. El ojo de la cazadora, bajo el párpado había adquirido un tono carmesí. Había perdido el control de su cuerpo, y se había entregado al placer, esperando más-. Más... más, por favor. -logró pronunciar entre sus rápidos esfuerzos por respirar.
Vio ante ella el contorno redondeado del pecho de su imoto. Trató de chupar de su pezón, mordisqueando con los dientes. Pasó la lengua por él, con ansias. Y entonces sintió cómo Aki la tocaba. Si antes habían estallidos, aquello había sido una enorme explosión. Sintió cómo no se podía controlar, y de no ser por las esposas, posiblemente habría agarrado a Aki y... no sabía lo que podría hacerle. Su cuerpo temblaba, como la llama de una vela en la brisa. Y ciertamente, su cuerpo era una llama, ardiente, temblando y queriendo más para mantenerse incandescente.
- Mi... cuerpo. Ngh... -empezó a respirar de forma entrecortada mientras los dedos de Aki se paseaban a su antojo por su entrepierna-. Te... te... ngh... quiero, imoto -podría tratar de forcejear, pero la situación se lo impedía. Tenía la visión nublada, por lo que cerró los ojos. Sentía el olor de Aki, su cuerpo, el calor que desprendía. El ojo de la cazadora, bajo el párpado había adquirido un tono carmesí. Había perdido el control de su cuerpo, y se había entregado al placer, esperando más-. Más... más, por favor. -logró pronunciar entre sus rápidos esfuerzos por respirar.
Aki D. Arlia
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La joven bajo mi cuerpo vibraba. Lamí una gota de sudor que bajaba entre sus pechos y suspiré. Froté mi entrepierna contra su muslo sin dejar de acariciarla suavemente. Reprimí un gemido, yo también estaba demasiado...
¿Eso era una llave? Aparté la mano de su entrepierna y la cogí con incredulidad. Era grande y algo pesada. Parecía de latón, y antigua. Una mirada me reveló que se había tomado mi petición al pie de la letra. Y reconozco que verla ahí, encadenada y sudorosa, caliente y con el pecho subiendo y bajando a toda velocidad, hizo que me diera un vuelco el corazón. Toda clase de cosas acudieron a mi cabeza, y no pensaba desoírlas. Me cambié de mano la llave, y apoderámdome de su pecho con los labios, devolví mi mano a su entrepierna. Oír sus gemidos mientras la acariciaba me calentaba más que ninguna otra cosa. Y precisamente el volumen de sus gemidos había delatado su punto débil. Así que volví a posar mis labios a centímetros de su cuello. Jadeé en su oído mientras mi mano no cesaba en sus caricias, buscando...
-Creo que esto te gustará, Bya...
A la vez que hundía calculadamente mis dientes en su cuello, mis dedos más abajo presionaron su clítoris. Disfruté de su reacción, pero no dejé de tocarle. Le soplé al oído.
-Libérate si gustas, pero solo puedes hacerlo...después de venirte. Y la llave...me la quedo.
Sonriendo, descendí hasta que mi cabeza quedó entre sus muslos. Le besé encima de su entrepierna. Olía a ella y estaba deseando probarla. Le guiñé un ojo mientras le acariciaba el vientre con la llave, para que adivinase lo que venía. Y acto seguido, comencé a pasear mi lengua por su intimidad.
¿Eso era una llave? Aparté la mano de su entrepierna y la cogí con incredulidad. Era grande y algo pesada. Parecía de latón, y antigua. Una mirada me reveló que se había tomado mi petición al pie de la letra. Y reconozco que verla ahí, encadenada y sudorosa, caliente y con el pecho subiendo y bajando a toda velocidad, hizo que me diera un vuelco el corazón. Toda clase de cosas acudieron a mi cabeza, y no pensaba desoírlas. Me cambié de mano la llave, y apoderámdome de su pecho con los labios, devolví mi mano a su entrepierna. Oír sus gemidos mientras la acariciaba me calentaba más que ninguna otra cosa. Y precisamente el volumen de sus gemidos había delatado su punto débil. Así que volví a posar mis labios a centímetros de su cuello. Jadeé en su oído mientras mi mano no cesaba en sus caricias, buscando...
-Creo que esto te gustará, Bya...
A la vez que hundía calculadamente mis dientes en su cuello, mis dedos más abajo presionaron su clítoris. Disfruté de su reacción, pero no dejé de tocarle. Le soplé al oído.
-Libérate si gustas, pero solo puedes hacerlo...después de venirte. Y la llave...me la quedo.
Sonriendo, descendí hasta que mi cabeza quedó entre sus muslos. Le besé encima de su entrepierna. Olía a ella y estaba deseando probarla. Le guiñé un ojo mientras le acariciaba el vientre con la llave, para que adivinase lo que venía. Y acto seguido, comencé a pasear mi lengua por su intimidad.
Byakuro Kyoya
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Dios, aquello era gloria. Simplemente gloria. Y lo que venía era mejor, aunque pareciese algo imposible. Su cuerpo vibraba con lujuria cuando sintió humedad en la pierna. Apretó levemente con ella, justo cuando la boca de su imoto se posaba en el cuello y su mano seguía con los movimientos continuados. Escuchó decir algo a Aki, que aquello le iba a gustar. ¿Y todo lo anterior no? Si había algo mejor, iba a estallar. Empezaba a sentir como sus ingles estaban empapadas. Y entonces Aki la mordió en el cuello, como un vampiro, apretando lo justo para provocarle otro escalofrío con el consiguiente espasmo. Y al mismo tiempo, una sensación en su entrepierna. Algo que nunca antes había sentido. Una quintaesencia del placer. Era como una descarga eléctrica recorriendo cada célula de su cuerpo. Pegó un pequeño grito ahogado por los gemidos que le siguieron. Su imoto le dijo que podría liberarse tras acabar, pero no antes. Y la llave se la quedaría.
Aki no dejó de tocarla. Poco a poco la cabeza de la pirata bajó hasta sus piernas. Sintió como los cabellos rojizos de Aki le rozaban el pecho y el vientre en el camino. La mano de Aki se quedó a medio camino, acariciandole el vientre. Y entonces, la lengua de la joven pelirroja pasó por sus partes. Bya no lo aguantó más. Gritó. Si tuviera los ojos abiertos, el derecho habría brillado con una intensidad nunca vista antes. Empezó a sentir como algo dentro de ella se revolvía, un impulso creciente. No entendía lo que era, pero lo suponía.
- Por-por favor... -gimió-. Creo que... -la lengua tocándole en aquel lugar tan sensible era como un toque divino, una inspiración, una elevación a los cielos. Si Bya pudiera quedarse con una sensación de toda su vida pasada hasta el momento, sin duda, sería esa. No era comparable a nada que hubiera vivido. Todo su cuerpo agonizaba con aquella placentera tortura, con aquel sinvivir que le daba la vida. El impulso crecía por momentos, y no tardaría en ser superior a Bya, pero la chica no podía hablar, tan solo soltar gemidos cada vez más fuertes y agudos.
Aki no dejó de tocarla. Poco a poco la cabeza de la pirata bajó hasta sus piernas. Sintió como los cabellos rojizos de Aki le rozaban el pecho y el vientre en el camino. La mano de Aki se quedó a medio camino, acariciandole el vientre. Y entonces, la lengua de la joven pelirroja pasó por sus partes. Bya no lo aguantó más. Gritó. Si tuviera los ojos abiertos, el derecho habría brillado con una intensidad nunca vista antes. Empezó a sentir como algo dentro de ella se revolvía, un impulso creciente. No entendía lo que era, pero lo suponía.
- Por-por favor... -gimió-. Creo que... -la lengua tocándole en aquel lugar tan sensible era como un toque divino, una inspiración, una elevación a los cielos. Si Bya pudiera quedarse con una sensación de toda su vida pasada hasta el momento, sin duda, sería esa. No era comparable a nada que hubiera vivido. Todo su cuerpo agonizaba con aquella placentera tortura, con aquel sinvivir que le daba la vida. El impulso crecía por momentos, y no tardaría en ser superior a Bya, pero la chica no podía hablar, tan solo soltar gemidos cada vez más fuertes y agudos.
Aki D. Arlia
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La oí gritar y abrí los ojos, levantando la cabeza. El suyo estaba brillando con fuerza, la misma con la que ella estaba gimiendo. A mi cara asomó la sonrisa satisfecha de un felino. Me encantaba tener la habilidad de poder descontrolarla así solo con mi cuerpo. Seguí lamiendo. Sabía ligeramente salado, y muy especiado. Delicioso. Jugoso. Pero me apetecía pasar a palabras mayores. Al oírla ensanché mi sonrisa y le susurré mientras volvía a posar dos dedos en su entrepierna.
-Tranquila. Se lo que necesitas. Respira.
"Si puedes."- Añadí mentalmente. Con cuidado, contrariando a mi cuerpo acelerado, introduje un dedo en su interior. Ella no había experimentado nunca nada así, creía, y prefería ir con cuidado. Lo moví adelante y atrás, hasta estar segura de que se había acostumbrado.
Entonces lo saqué y mirándola a los ojos me lo llevé a la boca con una expresión de lujuria inenarrable. Acto seguido sonreí y le introduje dos dedos, esta vez de golpe. Los moví en su interior buscando su placer, mientras acariciaba su clitoris con mi lengua. Ella cada vez gemía más, estaba cerca. Cogí la llave y la acerqué a su entrada. Dudé si avisarla, pero decidí que no hacía falta. Estaba suficientemente mojada, sabía que no le haría daño. Y estaba fría, ese contraste iba a ser interesante. La introduje lentamente, al principio. Pronto aceleré y me subí sobre su cuerpo para besarla con fiereza, devorándole la boca y mordiéndole los labios. También por su cuello y su oreja me dejé caer, sin descuidarlos. No paré hasta sentirla acabar en mis manos. Aguardé y me separé con delicadeza. Tenía unos segundos hasta que se recuperara.
Me aparté medio metro y comencé a acariciarme los pechos, sentada en la arena. Quería mi parte. Iba a provocarla.
-¿Sabes, Bya? Algunas mujeres, tan solo se encienden más tras acabar. Me pregunto si serás de esas...
Bajé mi mano hasta mi entrepierna, rozándome y dando un suspiro de placer. Le miré a los ojos, retándola.
-Tranquila. Se lo que necesitas. Respira.
"Si puedes."- Añadí mentalmente. Con cuidado, contrariando a mi cuerpo acelerado, introduje un dedo en su interior. Ella no había experimentado nunca nada así, creía, y prefería ir con cuidado. Lo moví adelante y atrás, hasta estar segura de que se había acostumbrado.
Entonces lo saqué y mirándola a los ojos me lo llevé a la boca con una expresión de lujuria inenarrable. Acto seguido sonreí y le introduje dos dedos, esta vez de golpe. Los moví en su interior buscando su placer, mientras acariciaba su clitoris con mi lengua. Ella cada vez gemía más, estaba cerca. Cogí la llave y la acerqué a su entrada. Dudé si avisarla, pero decidí que no hacía falta. Estaba suficientemente mojada, sabía que no le haría daño. Y estaba fría, ese contraste iba a ser interesante. La introduje lentamente, al principio. Pronto aceleré y me subí sobre su cuerpo para besarla con fiereza, devorándole la boca y mordiéndole los labios. También por su cuello y su oreja me dejé caer, sin descuidarlos. No paré hasta sentirla acabar en mis manos. Aguardé y me separé con delicadeza. Tenía unos segundos hasta que se recuperara.
Me aparté medio metro y comencé a acariciarme los pechos, sentada en la arena. Quería mi parte. Iba a provocarla.
-¿Sabes, Bya? Algunas mujeres, tan solo se encienden más tras acabar. Me pregunto si serás de esas...
Bajé mi mano hasta mi entrepierna, rozándome y dando un suspiro de placer. Le miré a los ojos, retándola.
Byakuro Kyoya
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El clímax. La apoteosis. Su cuerpo no respondió, y sintió como empapaba las manos de Aki. Había llegado a un punto en el que lo sentía todo y nada. Sabía que Aki estaba allí, sobre ella, dándole todo. Y la sentía, besándola, devorando cada centímetro de su cuerpo desnudo y empapado. Su sabor acre, su tacto suave. Pero al mismo tiempo, estaba tan saturada de sensaciones y estímulos, que colapsaba. Su cuerpo no había aguantado más la presión y había cedido. Se sentía tocando el cielo con la punta de los dedos, y al instante siguiente, desprotegida, vulnerable, y sola. Aki se había separado de ella. No sentía frío, su cuerpo hervía por dentro y por fuera. Cuando su respiración dejó de tener un ritmo exagerado y su corazón dejó de latir desbocado, se incorporó, quedando sentada. Ante ella estaba Aki, tocándose del mismo modo que la había tocado a ella, dejándose llevar por el placer. Pero algo en su mirada le decía que no le llegaba con eso. Aki la quería a ella. Quería que ella le hiciera lo que había padecido. Con lentitud, Bya cogió la llave y se liberó de las esposas. Cuando las esposas cayeron en la arena, su cuerpo ya no tenía las sensuales curvas femeninas de Bya.
- Imoto... -se crujió el cuello con cuidado-. Te aseguro que estoy más encendido que nunca -Byakuro sonrió con lujuria. Su cuerpo desnudo ahora era el de un hombre. Se acercó a ella, y de un leve empujón la hizo tumbarse. Le agarró las piernas con las manos, y tras ponerse de rodillas, se inclinó sobre sus ingles y empezó a pasear la lengua alegremente por ella-. He sido tuyo... pero ahora tú eres mía. -al terminar de hablar, acercó su lengua a la entrepierna de ella y la movió rápidamente arriba y abajo. Era parecido a lo que había hecho ella antes, y si sentía lo mismo que él había sentido, debía estar muriendo por dentro, en una exquisita agonía.
- Podría provocarte el mayor orgasmo de tu vida con una ilusión... pero creo que así es más divertido -dijo mientras se apartaba levemente y se colocaba a la altura de ella. Mientras hablaba, su mano izquierda bajaba por el cuerpo de la chica, deslizándose hasta sus ingles, y la derecha se quedaba en la zona del pecho, acariciándolo con suavidad-. ¿No crees? -su ojo brilló con un color rojo como la sangre, y acercó su boca a la de Aki, mordiéndole con suavidad los labios.
- Imoto... -se crujió el cuello con cuidado-. Te aseguro que estoy más encendido que nunca -Byakuro sonrió con lujuria. Su cuerpo desnudo ahora era el de un hombre. Se acercó a ella, y de un leve empujón la hizo tumbarse. Le agarró las piernas con las manos, y tras ponerse de rodillas, se inclinó sobre sus ingles y empezó a pasear la lengua alegremente por ella-. He sido tuyo... pero ahora tú eres mía. -al terminar de hablar, acercó su lengua a la entrepierna de ella y la movió rápidamente arriba y abajo. Era parecido a lo que había hecho ella antes, y si sentía lo mismo que él había sentido, debía estar muriendo por dentro, en una exquisita agonía.
- Podría provocarte el mayor orgasmo de tu vida con una ilusión... pero creo que así es más divertido -dijo mientras se apartaba levemente y se colocaba a la altura de ella. Mientras hablaba, su mano izquierda bajaba por el cuerpo de la chica, deslizándose hasta sus ingles, y la derecha se quedaba en la zona del pecho, acariciándolo con suavidad-. ¿No crees? -su ojo brilló con un color rojo como la sangre, y acercó su boca a la de Aki, mordiéndole con suavidad los labios.
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Oí las esposas caer al suelo y Byakuro me miró a los ojos. Sabía que iba a pasar, pero aún así me ruboricé y me dieron ganas de cerrar las piernas. Al no llevar yo las riendas me sentía un poco expuesta. Y a él se lo notaba más comodo en su forma legítima. Más seguro de si mismo. Eso no me ayudaba. Pero al oírle hablar solté una carcajada y me relajé. Más o menos.
Me solté el pelo mientras venía hacia mí. Así al menos podría esconderle mi cara. Él no perdió el tiempo. Llegó y de un suave empujón me tumbó en ls arena. Lo siguiente que sentí fue placer, en lo más profundo de mi. Gemí sin recato, lo necesitaba. Jadeé y suspiré mientras notaba su lengua pasearse a gusto por mi intimidad. El placer me embotaba la cabeza y aguzaba mis sentidos.
Entonces me dejó y quedé palpitante, ardiente y deseosa. Su boca se posó en la mía mientras sus manos jugueteaban por mi cuerpo. Le devolví el beso y los mordiscos con pasión. Notaba la cara roja y el cuerpo sudoroso. Alargué una mano y la posé en su cadera mientras le sonreía acelerada.
-Puede que ahora sea tuya por un rato, pero no cuentes con que me quede quieta como una muñequita.
Me solté el pelo mientras venía hacia mí. Así al menos podría esconderle mi cara. Él no perdió el tiempo. Llegó y de un suave empujón me tumbó en ls arena. Lo siguiente que sentí fue placer, en lo más profundo de mi. Gemí sin recato, lo necesitaba. Jadeé y suspiré mientras notaba su lengua pasearse a gusto por mi intimidad. El placer me embotaba la cabeza y aguzaba mis sentidos.
Entonces me dejó y quedé palpitante, ardiente y deseosa. Su boca se posó en la mía mientras sus manos jugueteaban por mi cuerpo. Le devolví el beso y los mordiscos con pasión. Notaba la cara roja y el cuerpo sudoroso. Alargué una mano y la posé en su cadera mientras le sonreía acelerada.
-Puede que ahora sea tuya por un rato, pero no cuentes con que me quede quieta como una muñequita.
Byakuro Kyoya
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- No espero eso de tí... si no recuerdo mal, imoto, eres toda una gata salvaje. -Byakuro se separó de ella de nuevo, volviendo a deslizarse hacia la parte baja de su cuerpo.
Seguía jugueteando con ella, y deseaba que aquel juego no terminase. Empezó a lamer con fruición el clítoris de ella, mientras introducía un dedo en el interior de ella. Primero despacio, penetrando con cuidado de no hacer daño. Luego, aún más lentamente, lo retiró, para volver a meterlo, con cuidado. Sentía humedad, mucha humedad. Tras un par de tanteos, probó a meterlo y sacarlo a mayor velocidad, para ver si lograba arrancarle algún gemido. Sentía como ella ardía bajo él.
Con una sonrisa que tenía un toque lascivo, probó a hacer lo mismo con dos dedos. Mientras tanto, seguía lubricando con la lengua. Aquello era entretenido, pero le apetecía probar otra cosa. Se detuvo de pronto y se levantó, dejándola en el suelo, desnuda y desprotegida. Y entonces, una copia idéntica a él se materializó a su lado. Ambos chicos miraron a Aki en el suelo arenoso, y sonrieron a la par.
- Bien, imoto... nos toca. -dijeron a la vez, con lo que sus voces adquirieron un extraño efecto esterofónico.
Uno se colocó sobre ella, a un lado de su cuerpo, y la empezó a besar como si no hubiera mañana, buscando con avidez toda la esencia de la chica. Su lengua no era tímida, sino que se abría paso, entrelazándose con la de ella. El otro chico se tumbó sobre ella, con delicadeza, y clavó sus codos en la arena a ambos lados de la pirata. Con una sonrisa lujuriosa, llevó la mano a la parte baja de su cuerpo, y se la acarició. Luego, con cuidado, acercó su pene a ella, y lo movió insistentemente de arriba a abajo. Su sonrisa se ensanchó. Aki estaba a su merced.
- Bien... ¿quieres que siga, imoto? -la miró arqueando una ceja, al mismo tiempo que el Byakuro que la besaba se apartaba un poco para dejarla hablar... si es que podía. Ella le había dado guerra, él tampoco iba a contenerse lo más mínimo.
Seguía jugueteando con ella, y deseaba que aquel juego no terminase. Empezó a lamer con fruición el clítoris de ella, mientras introducía un dedo en el interior de ella. Primero despacio, penetrando con cuidado de no hacer daño. Luego, aún más lentamente, lo retiró, para volver a meterlo, con cuidado. Sentía humedad, mucha humedad. Tras un par de tanteos, probó a meterlo y sacarlo a mayor velocidad, para ver si lograba arrancarle algún gemido. Sentía como ella ardía bajo él.
Con una sonrisa que tenía un toque lascivo, probó a hacer lo mismo con dos dedos. Mientras tanto, seguía lubricando con la lengua. Aquello era entretenido, pero le apetecía probar otra cosa. Se detuvo de pronto y se levantó, dejándola en el suelo, desnuda y desprotegida. Y entonces, una copia idéntica a él se materializó a su lado. Ambos chicos miraron a Aki en el suelo arenoso, y sonrieron a la par.
- Bien, imoto... nos toca. -dijeron a la vez, con lo que sus voces adquirieron un extraño efecto esterofónico.
Uno se colocó sobre ella, a un lado de su cuerpo, y la empezó a besar como si no hubiera mañana, buscando con avidez toda la esencia de la chica. Su lengua no era tímida, sino que se abría paso, entrelazándose con la de ella. El otro chico se tumbó sobre ella, con delicadeza, y clavó sus codos en la arena a ambos lados de la pirata. Con una sonrisa lujuriosa, llevó la mano a la parte baja de su cuerpo, y se la acarició. Luego, con cuidado, acercó su pene a ella, y lo movió insistentemente de arriba a abajo. Su sonrisa se ensanchó. Aki estaba a su merced.
- Bien... ¿quieres que siga, imoto? -la miró arqueando una ceja, al mismo tiempo que el Byakuro que la besaba se apartaba un poco para dejarla hablar... si es que podía. Ella le había dado guerra, él tampoco iba a contenerse lo más mínimo.
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Me estaba volviendo loca con esa lentitud. Su lengua era rápida, pero me penetraba dw manera exasperantenente lenta. Tení ganas de decirle que no iba a romperme, pero pensé que tal vez buscaba justo eso Así que suspiré y traté de relajsrme. Pronto aceleró y por mas que traté de aguantarlo, un gemido escapó de entre mis labios. Era bueno. Llevé una mano a su cabeza y le acaricié el pelo con suavidad. Pero entonces se apartó.
Y de repente eran dos, dos copias idénticas que me miraban con lascivia. Abrí mucho los ojos, sorprendida. Pasado el sobresalto sonreí. Les dejé actuar primero.
Uno vino y empezó a deborar mis labios. Le respondí encantada, con los nervios a flor de piel. De reojo, mientras le besaba, vi al otro Byakuro acariciandose a si mismo. Esa imagen me encendió más de lo que estaba dispuesta a reconocer, pero cuando me preguntó si estaba preparada, le dije que no con una amplia sonrisa.
Rodé en el poco espacio que tenía, sobre mi misma. Me escabullí jasta quedar a cuatro patas. Chasqueé los dedos y una cola y orejas de tigre se materializaron en mi cuerpo. Mas util que cualquier disfraz, ya que ganaba agilidad...y lo que me importaba, mis sentidos ganarían mucho. Me pregunté si le...les gustaría. ¿Me había llamado gata, no? Toma felino...Como tal me estiré hasta dejar mi culo en pompa. Apoyé perezosamente los brazos en la arena, ignorando el fuego en mi cuerpo y les miré batiendo las pestañas mientras sonreía.
-Ahora si. Ven. Venid. Si queréis. Si podéis.
Mi cola de tigre se agitó y reprimí una carcajada, aguardando a ver que hacían
Y de repente eran dos, dos copias idénticas que me miraban con lascivia. Abrí mucho los ojos, sorprendida. Pasado el sobresalto sonreí. Les dejé actuar primero.
Uno vino y empezó a deborar mis labios. Le respondí encantada, con los nervios a flor de piel. De reojo, mientras le besaba, vi al otro Byakuro acariciandose a si mismo. Esa imagen me encendió más de lo que estaba dispuesta a reconocer, pero cuando me preguntó si estaba preparada, le dije que no con una amplia sonrisa.
Rodé en el poco espacio que tenía, sobre mi misma. Me escabullí jasta quedar a cuatro patas. Chasqueé los dedos y una cola y orejas de tigre se materializaron en mi cuerpo. Mas util que cualquier disfraz, ya que ganaba agilidad...y lo que me importaba, mis sentidos ganarían mucho. Me pregunté si le...les gustaría. ¿Me había llamado gata, no? Toma felino...Como tal me estiré hasta dejar mi culo en pompa. Apoyé perezosamente los brazos en la arena, ignorando el fuego en mi cuerpo y les miré batiendo las pestañas mientras sonreía.
-Ahora si. Ven. Venid. Si queréis. Si podéis.
Mi cola de tigre se agitó y reprimí una carcajada, aguardando a ver que hacían
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Byakuro arqueó una ceja ante aquel movimiento. Así que forma híbrida. Bueno, más exotismo. La copia se desmaterializó.
- ¿Poder? ¿Querer? ¿Bromeas? -el cazador se colocó de rodillas tras ella, y despacito, extremadamente despacio, como jugando con la impaciencia de ella, la empezó a penetrar. Una vez estuvo completamente dentro de ella, empezó a salir con la misma lentitud-. Ahora verás, gatita. -dicho esto, realizó el mismo movimiento, pero a una velocidad una micra mayor.
Y así, repetidas veces, llegando lo más adentro que podía. Cada vez a una velocidad un poco mayor. Estaba disfrutando de aquello, mucho. Era una forma completamente diferente de tener sexo, sin duda alguna. Mientras lo hacía, un tentáculo de arena se deslizó sobre las manos de Aki, atrapándolas. Si quería podía liberarse, pero ya que él había estado esposado, qué menos que esposarla a ella también.
- Si quieres, libérate. No te lo impediré. Pero cuando lo hagas, me detendré, me levantaré... -la penetró lo máximo que pudo- y me iré. -le guiño un ojo y sonrió.
La velocidad y la fuerza de las embestidas iba en aumento progresivamente. Mientras tanto, con las manos le acariciaba la espalda y los senos. Se sentía cómodo, pese a que su imoto fuera ahora un híbrido. En realidad, aquello solo lo excitaba más. Su ojo derecho brillaba con intensidad.
- Cuando quieras que pare... -soltó un suave suspiro- házmelo saber. -su boca se torció en una sonrisa ligeramente retorcida. En cuanto ella quisiera acabar, él haría el truco final.
- ¿Poder? ¿Querer? ¿Bromeas? -el cazador se colocó de rodillas tras ella, y despacito, extremadamente despacio, como jugando con la impaciencia de ella, la empezó a penetrar. Una vez estuvo completamente dentro de ella, empezó a salir con la misma lentitud-. Ahora verás, gatita. -dicho esto, realizó el mismo movimiento, pero a una velocidad una micra mayor.
Y así, repetidas veces, llegando lo más adentro que podía. Cada vez a una velocidad un poco mayor. Estaba disfrutando de aquello, mucho. Era una forma completamente diferente de tener sexo, sin duda alguna. Mientras lo hacía, un tentáculo de arena se deslizó sobre las manos de Aki, atrapándolas. Si quería podía liberarse, pero ya que él había estado esposado, qué menos que esposarla a ella también.
- Si quieres, libérate. No te lo impediré. Pero cuando lo hagas, me detendré, me levantaré... -la penetró lo máximo que pudo- y me iré. -le guiño un ojo y sonrió.
La velocidad y la fuerza de las embestidas iba en aumento progresivamente. Mientras tanto, con las manos le acariciaba la espalda y los senos. Se sentía cómodo, pese a que su imoto fuera ahora un híbrido. En realidad, aquello solo lo excitaba más. Su ojo derecho brillaba con intensidad.
- Cuando quieras que pare... -soltó un suave suspiro- házmelo saber. -su boca se torció en una sonrisa ligeramente retorcida. En cuanto ella quisiera acabar, él haría el truco final.
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-No bromeo.- Me reí.- Sólo te crispo un poquito.
Hice un mohín fingido cuando la copia se fue.
-Que mal, le echaré de menos...tendrás que entretenerme.
Moví las caderas para incitarle, y un segundo despues me tenía atrapada. Comenzó a penetrarme despacio, muy despacio. Mentalmente, se lo agradecí. Noté como me iba llenando más y más, y entonces comenzó a retroceder. Así una y otra vez. El placer me llegaba en plácidas olas. Era denso, intenso, y me hacía suspirar una y otra vez.
Noté algo en las manos. Al girar la cabeza, las vi atrapadas en la arena. Oí la voz de Byakuro. Sonreí. La idea de estar atrapada con el encima no me disgustaba.
-Vaya, vaya...¿Quien te habra...dado esa...idea?
Había ido acelerando, y me costó decir la frase de un tirón. Empecé a jadear sin poder evitarlo. Noté sus manos en mis pechos y el placer, la fricción, derretirme por dentro. Quise llevarme una mano a la boca tan pronto se me escapó un gemido, pero sabía lo que eso significaría. El siguió y siguió y yo ya no era dueña de mis sentidos. Le sentía adentro, muy adentro. Perdí el control y mis orejas y mi cola se desvanecieron. Aterricé con la melena en la arena y cuando me pidió que le avisase si deseaba parar, me eché hacia atrás y le miré. Estaba completamente roja, el pelo despeinado me tapaba algo la cara y pequeños jadeos salían de mi sin que pudiera hacer nada.
-N-no pares...dame...dame más...Por favor...
Hice un mohín fingido cuando la copia se fue.
-Que mal, le echaré de menos...tendrás que entretenerme.
Moví las caderas para incitarle, y un segundo despues me tenía atrapada. Comenzó a penetrarme despacio, muy despacio. Mentalmente, se lo agradecí. Noté como me iba llenando más y más, y entonces comenzó a retroceder. Así una y otra vez. El placer me llegaba en plácidas olas. Era denso, intenso, y me hacía suspirar una y otra vez.
Noté algo en las manos. Al girar la cabeza, las vi atrapadas en la arena. Oí la voz de Byakuro. Sonreí. La idea de estar atrapada con el encima no me disgustaba.
-Vaya, vaya...¿Quien te habra...dado esa...idea?
Había ido acelerando, y me costó decir la frase de un tirón. Empecé a jadear sin poder evitarlo. Noté sus manos en mis pechos y el placer, la fricción, derretirme por dentro. Quise llevarme una mano a la boca tan pronto se me escapó un gemido, pero sabía lo que eso significaría. El siguió y siguió y yo ya no era dueña de mis sentidos. Le sentía adentro, muy adentro. Perdí el control y mis orejas y mi cola se desvanecieron. Aterricé con la melena en la arena y cuando me pidió que le avisase si deseaba parar, me eché hacia atrás y le miré. Estaba completamente roja, el pelo despeinado me tapaba algo la cara y pequeños jadeos salían de mi sin que pudiera hacer nada.
-N-no pares...dame...dame más...Por favor...
Byakuro Kyoya
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Le pedía más. Y él se lo iba a dar. Se apartó un mechón de pelo que tenía pegado en la frente y sin dejar de moverse, se concentró. Pensaba utilizar las ilusiones con un fin bastante interesante. Mientras se movía rítmicamente, empezó a crear una ilusión de calor en su miembro, un efecto de calor que pronto transformó en un efecto de frío. Y así fue variando la temperatura, en altibajos de diferentes frecuencias.
Ella había adoptado la forma humana. Su piel suave y tersa relucía con el sudor, y su cuerpo incitaba al disfrute de toda ella. El cazador estaba llegando al clímax. Sabía que podía aguantar indefinidamente empleando su fruta para aumentar su resistencia, pero ciertamente no quería. Quería acabar, y a ser posible, con ella. Un momento de unión entre ambos. La excitación iba en aumento, y los gemidos de ella no hacían más que acrecentar las ganas del cazador de acabar. El calor y el frío seguían sus variaciones, tratando de estimular a su imoto.
- Te doy... todo lo que tengo... Aki. -gimió Byakuro, mientras sentía como se acercaba peligrosamente al clímax.
Su cuerpo le pedía terminar ya. Miró a su imoto, frente a él, y con una sonrisa, mezcla de la lujuria y el placer que sentía, se vino dentro de ella. Al mismo tiempo que lo hacía, sentía como todas sus fuerzas lo abandonaban. Pero aquello no era todo. Iba a darle un gran final. Por si acaso no fuera suficiente, concentró todas sus ilusiones en darle a Aki una simple sensación. Una sensación tan primitiva y salvaje como el placer puro. Con sus ilusiones creó una sensación de placer, y se la dió a Aki. Sería como si hubiera juntado el placer conjunto de tres orgasmos, y lo hubiera recibido de golpe. Tras eso, Byakuro se aferró a ella. Estaba empapado, y sentía sus piernas húmedas y pegajosas, pero estaba feliz.
Se separó con delicadeza de ella y se tumbó en la arena, agotado y exhausto por el esfuerzo. Sentía los latidos acelerados de su corazón palpitando en la sien, y sus pulmones ardían, exigiendo un aire que su respiración parecía no poder dar. Seguramente con la fruta habría podido aguantar más, pero lo importante no era la cantidad, sino la calidad. Además, si se había quedado con ganas, podrían quedar en otra ocasión. Se sintió cansado y vulnerable. Miró a Aki y sonrió, con una expresión de felicidad plena. Le hizo un gesto para que se acercara, quería besarla otra vez, antes de que la magia del momento se desvaneciera.
- Imoto... te quiero mucho. -logró decir, entre jadeos.
Ella había adoptado la forma humana. Su piel suave y tersa relucía con el sudor, y su cuerpo incitaba al disfrute de toda ella. El cazador estaba llegando al clímax. Sabía que podía aguantar indefinidamente empleando su fruta para aumentar su resistencia, pero ciertamente no quería. Quería acabar, y a ser posible, con ella. Un momento de unión entre ambos. La excitación iba en aumento, y los gemidos de ella no hacían más que acrecentar las ganas del cazador de acabar. El calor y el frío seguían sus variaciones, tratando de estimular a su imoto.
- Te doy... todo lo que tengo... Aki. -gimió Byakuro, mientras sentía como se acercaba peligrosamente al clímax.
Su cuerpo le pedía terminar ya. Miró a su imoto, frente a él, y con una sonrisa, mezcla de la lujuria y el placer que sentía, se vino dentro de ella. Al mismo tiempo que lo hacía, sentía como todas sus fuerzas lo abandonaban. Pero aquello no era todo. Iba a darle un gran final. Por si acaso no fuera suficiente, concentró todas sus ilusiones en darle a Aki una simple sensación. Una sensación tan primitiva y salvaje como el placer puro. Con sus ilusiones creó una sensación de placer, y se la dió a Aki. Sería como si hubiera juntado el placer conjunto de tres orgasmos, y lo hubiera recibido de golpe. Tras eso, Byakuro se aferró a ella. Estaba empapado, y sentía sus piernas húmedas y pegajosas, pero estaba feliz.
Se separó con delicadeza de ella y se tumbó en la arena, agotado y exhausto por el esfuerzo. Sentía los latidos acelerados de su corazón palpitando en la sien, y sus pulmones ardían, exigiendo un aire que su respiración parecía no poder dar. Seguramente con la fruta habría podido aguantar más, pero lo importante no era la cantidad, sino la calidad. Además, si se había quedado con ganas, podrían quedar en otra ocasión. Se sintió cansado y vulnerable. Miró a Aki y sonrió, con una expresión de felicidad plena. Le hizo un gesto para que se acercara, quería besarla otra vez, antes de que la magia del momento se desvaneciera.
- Imoto... te quiero mucho. -logró decir, entre jadeos.
Aki D. Arlia
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De repente, empecé a notar calor, mucha calor, dentro de mi. Gemí por el brusco cambio de temperatura, pero antes de que fuera demasiado empezó a hacer frío. Suspiré, jadeé y me incliné contra Byakuro, acompasándome a sus movimientos, buscando la liberación.
Estaba demasiado caliente, las sensaciones se sucedían y yo estaba cada vez más alto. Más y más. Mas colorada, mas jadeante, más cerca. Mas necesitada. Iba a acabar pronto si Byakuro no paraba. Y no paró. Le oí decirme algo y empecé a notar que se venía dentro de mí. La sola sensación me llevó al borde y sentí que me corría.
Entonces algo ocurrió, porque no acabó ahí, en vez de ir a menos, el placer y las sensaciones se multiplicaron, revelándome mil puntos sensibles en mi cuerpo que desconocía. Me mordí el labio al darme cuenta de que llevaba un rato gimiendo y cuando terminé de ver las estrellas, caí derrengada sobre la arena.
Me di unos segundos para tratar de regular mi corazón y abrir los ojos. Sin fuerzas para levantarme, rodé cual croqueta hasta encontrar a Byakuro (o mas bien chocar contra él, me negaba a abrir los ojos) y me acurruqué a su lado.
Oí lo que me decía y sonreí, aunque no le respondí. No quería dar lugar a malentendidos. Abrí por fin los ojos e inclinándome encima suya, deposité un beso suave como una pluma en su frente. Al volver a tumbarme le di otro en la mejilla.
-Te aconsejo que digas algo o que me obligues a moverme...estoy tan a gusto que temo quedarme dormida.
Encogida sobre mi misma, con la melena esparcida, parecía uns pelotita roja.
Estaba demasiado caliente, las sensaciones se sucedían y yo estaba cada vez más alto. Más y más. Mas colorada, mas jadeante, más cerca. Mas necesitada. Iba a acabar pronto si Byakuro no paraba. Y no paró. Le oí decirme algo y empecé a notar que se venía dentro de mí. La sola sensación me llevó al borde y sentí que me corría.
Entonces algo ocurrió, porque no acabó ahí, en vez de ir a menos, el placer y las sensaciones se multiplicaron, revelándome mil puntos sensibles en mi cuerpo que desconocía. Me mordí el labio al darme cuenta de que llevaba un rato gimiendo y cuando terminé de ver las estrellas, caí derrengada sobre la arena.
Me di unos segundos para tratar de regular mi corazón y abrir los ojos. Sin fuerzas para levantarme, rodé cual croqueta hasta encontrar a Byakuro (o mas bien chocar contra él, me negaba a abrir los ojos) y me acurruqué a su lado.
Oí lo que me decía y sonreí, aunque no le respondí. No quería dar lugar a malentendidos. Abrí por fin los ojos e inclinándome encima suya, deposité un beso suave como una pluma en su frente. Al volver a tumbarme le di otro en la mejilla.
-Te aconsejo que digas algo o que me obligues a moverme...estoy tan a gusto que temo quedarme dormida.
Encogida sobre mi misma, con la melena esparcida, parecía uns pelotita roja.
Byakuro Kyoya
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Byakuro sonrió, y apartó un mechón de pelo de Aki. Estaba preciosa, pese al pelo revuelto y la piel empapada en sudor.
- Descansa, imoto... yo te protegeré. -la miró con una sonrisa de felicidad y al mismo tiempo de tristeza. Todo había acabado. Seguramente aquello no se repitiera nunca. Siempre podría volver a pedírselo, pero aun cuando ella aceptara, jamás sería lo mismo.
La cubrió con sus brazos y le dio un leve beso en la mejilla, al tiempo que la tapaba con una manta de arena que en el acto se transformó en un edredón de plumas. La arena bajo ellos adquirió una consistencia suave, como un colchón de plumón. Miró a Aki una última vez, antes de cerrar los ojos. Seguían protegidos por el campo de invisibilidad, por lo que estaban a salvo, y después de aquello, ambos se merecían un buen descanso.
- Aki... -murmuró en un susurro- recuerda que siempre puedes contar conmigo. No me importa que recompensa haya por tu cabeza. Aún si tengo que destruir la misma prisión de Impel Down, yo te protegeré. -el cazador tomó aire, la besó en la mejilla una última vez, y se acercó a ella para dormir.
- Descansa, imoto... yo te protegeré. -la miró con una sonrisa de felicidad y al mismo tiempo de tristeza. Todo había acabado. Seguramente aquello no se repitiera nunca. Siempre podría volver a pedírselo, pero aun cuando ella aceptara, jamás sería lo mismo.
La cubrió con sus brazos y le dio un leve beso en la mejilla, al tiempo que la tapaba con una manta de arena que en el acto se transformó en un edredón de plumas. La arena bajo ellos adquirió una consistencia suave, como un colchón de plumón. Miró a Aki una última vez, antes de cerrar los ojos. Seguían protegidos por el campo de invisibilidad, por lo que estaban a salvo, y después de aquello, ambos se merecían un buen descanso.
- Aki... -murmuró en un susurro- recuerda que siempre puedes contar conmigo. No me importa que recompensa haya por tu cabeza. Aún si tengo que destruir la misma prisión de Impel Down, yo te protegeré. -el cazador tomó aire, la besó en la mejilla una última vez, y se acercó a ella para dormir.
Aki D. Arlia
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Noté su brazo rodearme e inconscientemente me giré hacia el calor. Sonreí mientras le oía hablar. Sin duda, agradecía conocer a alguien capaz de hacer tanto ppr mi. Confiaba en él. No dejaría que me hicieran nada. Noté la arena moverse y poco despues edredones y plumón nos rodeaban. Era casi imposible no dormirse así...de hecho, Byakuro pronto se durmió. Adormilada, susurré también aunque no pudiera oírme:
-Supongo que tu no necesitas que te protejan...pero si alguna vez me necesitas para algo, ya sea hablar, dar un paseo o hasta luchar, vendré con gusto.
Acto seguido, caí rendida.
Desperté, nunca supe si pasaron minutos u horas, pero desperté de golpe, alarmada.
-¡CETUS! Mierda, mierda...
No sabía cuanto tiempo había pasado desde que lo había dejado con Klaus en aquel árbol. Me levanté y salí corriendo desnuda por la playa hasta encontrarlos. La imagen era tierna. Ellos también dormían. Cetus tenía un ala por encima de Klaus. Por el frío, imaginé. Aunque ambos ersn reptiles...que raro. Acaricié a mi dragoncito con el dedo, y el inconscientemente se frotó contra el, pero no despertó.
-Menos mal, estás bien...
-Supongo que tu no necesitas que te protejan...pero si alguna vez me necesitas para algo, ya sea hablar, dar un paseo o hasta luchar, vendré con gusto.
Acto seguido, caí rendida.
Desperté, nunca supe si pasaron minutos u horas, pero desperté de golpe, alarmada.
-¡CETUS! Mierda, mierda...
No sabía cuanto tiempo había pasado desde que lo había dejado con Klaus en aquel árbol. Me levanté y salí corriendo desnuda por la playa hasta encontrarlos. La imagen era tierna. Ellos también dormían. Cetus tenía un ala por encima de Klaus. Por el frío, imaginé. Aunque ambos ersn reptiles...que raro. Acaricié a mi dragoncito con el dedo, y el inconscientemente se frotó contra el, pero no despertó.
-Menos mal, estás bien...
Byakuro Kyoya
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Byakuro sintió como Aki se movía de su lado. Se levantó corriendo y fue hacia el árbol donde estaba su dragón con Klaus. Byakuro sonrió al verla a lo lejos con los dos reptiles. Con una de sus ilusiones, creó un par de alas en Klaus, y con otra, un par de alas en su propia espalda. Recogió sus cosas. Ya no quedaba rastro del lecho que habían compartido. El cazador se elevó en el aire. Klaus lo alcanzaría pronto. Se dirigió al horizonte, murmurando para sí:
- Nos volveremos a ver, imoto. Permanece a salvo. Tienes mi vibre card. -sonrió para sí-. Te estaré vigilando. -entonces, su ojo se iluminó con un tono rojo, y el cazador salió disparado hacia el océano, perdiéndose en la lejanía.
- Nos volveremos a ver, imoto. Permanece a salvo. Tienes mi vibre card. -sonrió para sí-. Te estaré vigilando. -entonces, su ojo se iluminó con un tono rojo, y el cazador salió disparado hacia el océano, perdiéndose en la lejanía.
Byakuro: Excitante aunque sencillo, sin ostentaciones: 8,5 pollapuntos sobre 10.
Aki: Sublime, aunque en ocasiones fuerzas un poco. 9 pollapuntos sobre 10.
Aki: Sublime, aunque en ocasiones fuerzas un poco. 9 pollapuntos sobre 10.
Rylanor
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