Krauser y Minato contra la Brigada (Parte I)

VS

-Que magnífica mañana

El sol brillaba en el cielo sin apenas una sola nube que lo ocultase y el viento se agitaba suavemente, haciendo que un descanso a la sombra del mástil que sujeta el puesto vigía y la vela mayor fuese lo más placentero que se pudiera realizar en aquel lugar. Me había despertado con ganas de entrenar, hasta me había equipado con todas mis armas. El arco se cruzaba por mi torso y por encima del carcaj que contenía cinco flechas, al ambos lados de mi cintura estaban sujetas en el cinturón las dos espadas, que curiosamente eran muy parecidas, estando la espada plateada en la parte derecha de mi cintura. Por último en un pequeño arnés tenía los cuchillos que obtuve por cortesía del joven Albert. Todavía me preguntaba dónde diablos podría haberse metido ese chico.

Nada mas salí a cubierta la suave brisa me embriagó, enamorándome casi al instante de aquella mañana. ¿Por qué destruirla lanzando espadazos y sudor al aire? Habría sido un desperdicio con aquél magnífico día. Con ese clima lo que hay que hacer es una buena barbacoa, o incluso darse un baño tranquilo y relajado con los camaradas. Hasta se me ocurrió sugerir la idea a los compañeros, tal vez les agradaría pasar un buen día relajados y haciendo una barbacoa, al fin y al cabo que yo sepa hoy no hay nada que hacer.

De pronto mi relajación se volvió turbia nada más escuchar un grito procedente del exterior del barco. Una voz llamaba al almirante Karl, al líder y creador de esta gran flota marine que es la Brigada Disciplinaria. No sabía sus intenciones, pero por su tono tenían pinta de ser hostiles. Retar a un almirante. ¿Quién demonios sería tal loco?

Me levanté y observé que nuestra camarada Kazu salía y se dirigía hacia la pasarela de desembarque. Al momento salió Gajeel, quien le siguió. No lo dudé un instante, nada más verlos a ambos bajar me levanté y me dirigí hacia la pasarela de desembarque para seguirlos a ambos. y apoyarlos en caso de que se diese algún conflicto hostil. Todavía no había alcanzar a observar quienes estaban debajo cuando escuché la voz de la joven pelirroja pronunciando los nombres del almirante Krauser y el comodoro Minato. Por un momento enmudecí. Eran ellos quienes estaban lanzando tal ofensiva. ¿Pero por qué? Ahora no me cabía la menor duda de que tenían malas intenciones en contra de Lion D. Karl.

Redfox, después de que Kazu hablase, dijo unas palabras como de una fiesta. Maldito Gajeel, parecía que no se había enterado de lo tenso de la situación. La tranquilidad y relajación desapareció de mi cuerpo, ahora en mí se puso la seriedad y tensión propias de un combate. No lo deseaba, acabaría siendo humillado, pero si querían herir al almirante Karl no podía estar quieto, aunque supiera que no tengo ninguna oportunidad, al fin y al cabo es mi superior directo y estoy bajo sus órdenes.

Llegando por detrás de Gajeel comencé a hablarles a ambos, el almirante y el comodoro.

-Con todos mis respetos, pero si desean ver al almirante Karl creo que estas no son las mejores formas de hacerlo. Esto parece un ataque frontal por vuestra parte, y si vuestro objetivo es el almirante Karl, la Brigada Disciplinaria está en vuestro camino. No permitiré que le hagáis ningún daño al almirante.

Nada más terminar me había puesto al lado de Kazu y con la mano derecha sujetaba la empuñadura de la espada maestra, con la izquierda sujetaba la vaina para mantenerla firme. Comenzaba a sudar, sentía escalofríos. ¿Dónde diablos me había metido? ¿Por qué diantres estaba haciendo esa locura de enfrentarme a ellos dos directamente? Tampoco tenía la certeza de que mis camaradas pensasen igual que yo, en cuyo caso me hallaría solo contra ellos.

Si, la palabra correcta es temor. Me sentía indudablemente atemorizado, Tenía la certeza de que esos dos tipos eran lo suficientemente poderosos como para acabarme en un solo golpe. Pero por más miedo que tenía también notaba un calor interno que me instaba a continuar con mi propósito, a hacer lo que mi mente y cuerpo creían lo correcto. Si, estaba jodidamente aterrado, pero eso no impediría que lo diese todo por el almirante Karl, líder de la Brigada Disciplinaria. Mi segunda familia.

Las palabras que mis superiores estaban diciendo realmente me resultaban convincentes. Al fin y al cabo es un almirante quien quiere ver a otro, los protocolos son para los rangos menores mientras que si se los saltan los altos cargos no suele ocurrir nada nunca. Sus amenazas parecían bastante propias, parecía que se sentían indignados de que nos interpusiéramos en su camino, nosotros que no somos más que los más bajos peldaños de la jerarquía, parecía que realmente no tenían intenciones hostiles contra el almirante, pero aun así había algo que me hacía desconfiar. Tal vez fueron las palabras del comodoro Minato insistiendo en que si hacía falta utilizarían la fuerza.

El comodoro tras decir unas palabras desapareció de mi vista, cuando quise darme cuenta estaba avanzando directamente y una increíble velocidad hacia Kazu. Mis ojos apenas pudieron verlo, por lo que no pude siquiera reaccionar a tiempo. No supe que estaba haciendo, pero si supe que hubo un instante que lo ví justamente enfrente de mí. Por acto reflejo desenfundé la espada maestra dando un corte horizontal hacia adelante, pero tan solo corté el aire. El comodoro ya había desaparecido.

Había dicho que tendría que utilizar la fuerza, y eso no me gustaba lo más mínimo, estaba seguro de que caería en un solo instante si me cogían desprevenido, aunque teniendo tal alto cargo lo más seguro es que ni aunque esté atento a todos sus movimientos logre aguantar y salir de aquella. En el mejor de los casos tan solo me dejarían KO y seguirían hacia adelante. En el peor de los casos prefería no pensar ni siquiera.

Aquél acto reflejo destapó mis emociones, estaba completamente tenso y en el momento que desenfundé mi espada mi rostro se sumió en el temor, había cometido una enorme estupidez, que era lanzar una ofensiva contra un superior, aunque tan solo haya sido en defensa propia. El mal ya estaba causado, si algo me iba a ocurrir no sería muy tarde.

De pronto el almirante se puso rumbo al ataque. Los ojos se me abrieron como platos a la vez que pensaba en que todo acabaría allí mismo. Se le veía que iba directo a por Gajeel, el muy bocazas se había convertido en el centro de atención por sus palabras. Kazu se dio cuenta y salió en su ayuda lanzando su capa al almirante. Pensé en obedecer las órdenes de mi superior el comodoro. Siguiendo sus órdenes aprovecharía ese ataque del almirante y el contraataque de mis dos compañeros para intentar lanzarle un golpe sorpresivo al comodoro. Si había alguien a quien tal vez pudiéramos hacerle algo ésta sería el comodoro, aunque esta muy complicado el asunto, al fin y al cabo yo no soy más que un jefe de flota menor, hay muchos puestos entre nosotros, y obviamente no es solo el título, si no el poder.

Aprovechando mientras Gajeel era impactado y preparaba su contraataque yo únicamente me lancé contra el comodoro, debía darlo todo, por lo que no solo lucharía con la espada maestra aferrada en mi mano derecha, si no que también desenfundé la espada larga plateada que tenía en recuerdo a mi familia. Era desleal atacar a un superior de esa forma, pero ahora eran obvias sus intenciones hostiles en contra de la brigada y del almirante Karl. Mi deber era protegerle, o hacerle ganar algo de tiempo. Por más que supiera que no estaba al nivel, era mi deber.

No dije una palabra, tan solo me lancé de un salto hacia adelante con ambas espadas, con la espada maestra ejecutaba un corte horizontal a la altura de su torso, de derecha a izquierda. En el mismo movimiento lanzaba una estocada con la espada plateada. Si tenía una oportunidad esa era esta, y solo tendría una. Tenía que centrarme bien y no fallar, por lo que traté también de despistar un poco. En caso de que me viese primero vería la espada de la estocada ir hacia su estómago, un poco por debajo de la espada maestra, pero estando cerca la desviaría hacia su pierna derecha.


Si lograba herirle la pierna no podría utilizar esa gran velocidad, o por lo menos se vería bastante mermada aunque fuera por un rato, lo suficiente para planear otro contraataque. Debía estar atento a todo movimiento, por lo que estuve mirándole directamente a la cara, buscando sus ojos, si veía hacia donde miraba tal vez podría preveer algo sus movimientos, aunque lo viera como lo viese sabía que no tenía posibilidades de salir de aquella impune.

Mi temor y nerviosismo cada vez iba a más, pero como si se tratase de un fuego interior algo me impulsaba a seguir hacia adelante, mi deber como miembro de la brigada disciplinaria era con mis superiores directos, y aunque me vea en mitad de un enfrentamiento como ese, mi prioridad es mi jefe, en éste caso el almirante Karl.

Tras ese ataque, tanto si conseguía darle como si no tan solo daría unos pasos hacia mi derecha, tratando de no perderle de vista.

-Por más que desee evitar conflicto comodoro, mi deber es con mi superior directo, el almirante Karl. Y ustedes nos están atacando directamente. Esto ya no se puede evitar.