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Akuma no mi
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- Ya se lo digo señor, esas drogas no son nuestras… nos las han colado entre las mercancías… por favor deje que nos vayamos.
Kogáto tomó al hombre que le hablaba por la cabeza, era un tipo de pelo castaño claro y de ojos verdes, de complexión delgada y vestía ropas de mercader. El tipo acabó con la cabeza pegada al suelo con violencia mientras cerraba los ojos, el agente tomó sus manos con fuerza colocándole unas esposas. El agente llevaba el pelo corto como de costumbre, pese a aquellos años que habían pasado, tan solo había aumentado un poco su musculatura. Llevaba su traje negro con su corbata y su camisa blanca por dentro, sus zapatos relucían como siempre, en su espalda portaba su guadaña blanca, la cual iba atada a su muñeca por una cadena de acero.
- A callar ciudadano, no me interesan tus lloriqueos. Los traficantes que usan negocios de tapadera no son algo que me interese mucho.
Mientras decía eso, hizo un gesto a dos hombres que le acompañaban, eran simples CP2. Él por su parte ya había ascendido a CP6 y había mejorado sus habilidades. Los otros dos tomaron al tipo empezando a llevárselo a un barco cercano al muelle, ambos estaban trajeados, uno era rubio y de ojos azules mientras que el otro era pelirrojo de ojos verdes. Kogáto estaba ahora en la playa, mirando al mar mientras sonreía de lado por haber cumplido un trabajo más, el haber metido una bolsa en el negocio de ese inocente, le iba a suponer una felicitación y una misión realizada con éxito. Era increíble la sangre fría que tenía aquel tipo, los otros dos agentes llevaban con él bastante ya. Ellos ahora entraron al barco, el moreno comenzó a caminar de forma tranquila dispuesto a irse del lugar.
Kogáto tomó al hombre que le hablaba por la cabeza, era un tipo de pelo castaño claro y de ojos verdes, de complexión delgada y vestía ropas de mercader. El tipo acabó con la cabeza pegada al suelo con violencia mientras cerraba los ojos, el agente tomó sus manos con fuerza colocándole unas esposas. El agente llevaba el pelo corto como de costumbre, pese a aquellos años que habían pasado, tan solo había aumentado un poco su musculatura. Llevaba su traje negro con su corbata y su camisa blanca por dentro, sus zapatos relucían como siempre, en su espalda portaba su guadaña blanca, la cual iba atada a su muñeca por una cadena de acero.
- A callar ciudadano, no me interesan tus lloriqueos. Los traficantes que usan negocios de tapadera no son algo que me interese mucho.
Mientras decía eso, hizo un gesto a dos hombres que le acompañaban, eran simples CP2. Él por su parte ya había ascendido a CP6 y había mejorado sus habilidades. Los otros dos tomaron al tipo empezando a llevárselo a un barco cercano al muelle, ambos estaban trajeados, uno era rubio y de ojos azules mientras que el otro era pelirrojo de ojos verdes. Kogáto estaba ahora en la playa, mirando al mar mientras sonreía de lado por haber cumplido un trabajo más, el haber metido una bolsa en el negocio de ese inocente, le iba a suponer una felicitación y una misión realizada con éxito. Era increíble la sangre fría que tenía aquel tipo, los otros dos agentes llevaban con él bastante ya. Ellos ahora entraron al barco, el moreno comenzó a caminar de forma tranquila dispuesto a irse del lugar.
Ichimura Hachiro
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Velocidad
Agilidad
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Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
El ex-samurai echó la cabeza hacia atrás mientras bebía de su botella de sake y dio un leve suspiro tras tragar. Para la mayoría de ciudadanos era "invisible" en aquel momento. Incluso si alguno alzaba la mirada y se fijaba en los tejados pensaría que se trataba de un simple viajero vagabundo. Estaba en uno de los edificios cercanos al puerto, recostado sobre la chimenea. Se había envuelto en un manto gris y bebía de su botella, con un sombrero kasa ocultando su rostro. Una suave brisa acarició su pálida piel y agitó los mechones de pelo que le asomaban. Miro al cielo. Unas pocas nubes se desplazaban lentamente. ¿Que se sentiría siendo una nube solitaria, viajando por el cielo sin preocupaciones, dependiendo únicamente de la fuerza del viento? "El viento es también mi único acompañante en este viaje" Bajó la botella de sake y observó el puerto.
- Es un día tranquilo y pacífico. Casi parece que el propio mundo toca la melodía de la muerte. Pues alguien no pasará de hoy.
Entonces lo vio. Llevaba un tiempo siguiéndole la pista. Era un hombre al que había visto hacía tiempo asesinando a sangre fría a gente inocente. No conocía sus razones exactas, pero había descubierto recientemente que era agente del CP. Debería mantener su identidad en secreto o pasaría a convertirse en un criminal buscado por lo que iba a hacer aquel día. Esperó a que terminase con el arresto, mientras introducía la mano bajo su manto. En el pasado no hubiese recurrido al asesinato, pero ya no era un honorable samurai. Era un mero ronin demasiado apegado a la vida para quitársela por el deshonor de haber sido derrotado y permitir la muerte de su familia. Sus métodos estaban más próximos a los de un ninja, pues no siempre respetaba el bushido, y a menudo recurría a tácticas demasiado ladinas y traicioneras para un samurai. Sacó su flauta, se levantó y saltó a la calle, ralentizando su caída con su poder ligeramente. Cayó al suelo causando el sonido característico de las sandalias de madera, y se giró hacia el agente. Este aun estaba esposando al otro. Se apoyó contra la pared y fingió ser un simple vagabundo, tocando su instrumento.
Su ataque sería letal. Como músico, tenía el poder de generar ondas sonoras. Sin embargo estas no tenían el potencial de causar daño real aun, hacían poco más que empujar. Pero Shun dominaba el viento, y eso le permitía potenciar aquel poder increíblemente. Comenzó a tocar una bellísima melodía, mientras hacía que con su viento se levantara una suave brisa que iría creciendo de intensidad hasta convertirse en un viento de fuerza moderada. Nada sospechoso. Era algo habitual en una zona costera. Su objetivo no sospecharía que estuviese ocurriendo nada raro. Tras eso comenzaría a crear pequeños remolinos de viento con una fuerza mínima, como los que se generan a veces en días fríos y hacen girar en círculos las hojas caídas. Algo tampoco sospechoso. Y cuando su rival estuviese a pocos metros de él, crearía, controlando el viento con su música, uno de esos remolinos. Pero sería mucho más veloz y el viento sería cortante. Un ataque letal e invisible dado que era viento. Aunque su rival sobreviviera, no tendría motivos para pensar que había sido él, y podría rematarlo por la espalda. Dirigiría los cortes a la yugular, a las pantorrillas, y por si acaso a los músculos de brazos y piernas para cortarle los tendones e incapacitarlo.
- Es un día tranquilo y pacífico. Casi parece que el propio mundo toca la melodía de la muerte. Pues alguien no pasará de hoy.
Entonces lo vio. Llevaba un tiempo siguiéndole la pista. Era un hombre al que había visto hacía tiempo asesinando a sangre fría a gente inocente. No conocía sus razones exactas, pero había descubierto recientemente que era agente del CP. Debería mantener su identidad en secreto o pasaría a convertirse en un criminal buscado por lo que iba a hacer aquel día. Esperó a que terminase con el arresto, mientras introducía la mano bajo su manto. En el pasado no hubiese recurrido al asesinato, pero ya no era un honorable samurai. Era un mero ronin demasiado apegado a la vida para quitársela por el deshonor de haber sido derrotado y permitir la muerte de su familia. Sus métodos estaban más próximos a los de un ninja, pues no siempre respetaba el bushido, y a menudo recurría a tácticas demasiado ladinas y traicioneras para un samurai. Sacó su flauta, se levantó y saltó a la calle, ralentizando su caída con su poder ligeramente. Cayó al suelo causando el sonido característico de las sandalias de madera, y se giró hacia el agente. Este aun estaba esposando al otro. Se apoyó contra la pared y fingió ser un simple vagabundo, tocando su instrumento.
Su ataque sería letal. Como músico, tenía el poder de generar ondas sonoras. Sin embargo estas no tenían el potencial de causar daño real aun, hacían poco más que empujar. Pero Shun dominaba el viento, y eso le permitía potenciar aquel poder increíblemente. Comenzó a tocar una bellísima melodía, mientras hacía que con su viento se levantara una suave brisa que iría creciendo de intensidad hasta convertirse en un viento de fuerza moderada. Nada sospechoso. Era algo habitual en una zona costera. Su objetivo no sospecharía que estuviese ocurriendo nada raro. Tras eso comenzaría a crear pequeños remolinos de viento con una fuerza mínima, como los que se generan a veces en días fríos y hacen girar en círculos las hojas caídas. Algo tampoco sospechoso. Y cuando su rival estuviese a pocos metros de él, crearía, controlando el viento con su música, uno de esos remolinos. Pero sería mucho más veloz y el viento sería cortante. Un ataque letal e invisible dado que era viento. Aunque su rival sobreviviera, no tendría motivos para pensar que había sido él, y podría rematarlo por la espalda. Dirigiría los cortes a la yugular, a las pantorrillas, y por si acaso a los músculos de brazos y piernas para cortarle los tendones e incapacitarlo.
Aki no Senritsu - Saigo no Uta: Shi (Melodía de Otoño - Última Canción: Muerte) [AMF]
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