Byakuro Kyoya
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Byakuro sentía como sus pies se hundían en la nieve a cada paso que daba. Klaus estaba en su hombro, tiritando, con un abrigo de invierno con forro polar doble. El propio Byakuro llevaba un mono de cuerpo completo, de color blanco, con doble forro polar para protegerse del frío. Completaba su atuendo con un par de gafas reflectantes de color naranja. La nieve no dejaba de caer. Había elegido un mal día para llegar a la isla. Aunque según parecía, allí todos los días eran así. Cualquier día era malo para ir a aquella isla, en consecuencia.
Llegó a un pueblo semioculto tras unas colinas de nieve amontonada. Algunas personas estaban en la calle, abrigadas con todo tipo de ropajes. Un niño pasó corriendo con un perro blanco y negro. El animal parecía estar a gusto en aquel clima tan frío. El niño reía mientras su mascota corría a su lado, ladrando con alegría. El cazador vio una edificación que parecía ser una taberna. Entró en el edificio. El interior era de madera, y un agradable calor procediente de una serie de braseros distribuidos por toda la sala invitaba a recostarse en uno de los sillones del lugar y relajarse. Byakuro se quitó la capucha y empezó a desabrocharse el mono, para dejar ver la ropa que llevaba debajo: una camiseta negra y lisa, y unos pantalones blancos con motivos militares. Las sempiternas cadenas colgando de la cintura y sus queridas botas. Klaus se desembutió de su abrigo y empezó a desentumecer sus patitas.
El lugar estaba bastante lleno. El chico se dirigió a la barra. Un hombre joven, con el pelo recogido en una coleta y los ojos grises lo saludó. Parecía ser el encargado.
- Buenas... -dijo el cazador-. Querría tomarme una buena taza de chocolate caliente.
- Por supuesto. -le respondió el hombre, dirigiéndose a una puerta tras él. Byakuro logró ver que al otro lado había una cocina de aspecto industrial. Mientras esperaba por su chocolate, el cazador se giró, y apoyó los codos en la barra, observando el lugar.
Llegó a un pueblo semioculto tras unas colinas de nieve amontonada. Algunas personas estaban en la calle, abrigadas con todo tipo de ropajes. Un niño pasó corriendo con un perro blanco y negro. El animal parecía estar a gusto en aquel clima tan frío. El niño reía mientras su mascota corría a su lado, ladrando con alegría. El cazador vio una edificación que parecía ser una taberna. Entró en el edificio. El interior era de madera, y un agradable calor procediente de una serie de braseros distribuidos por toda la sala invitaba a recostarse en uno de los sillones del lugar y relajarse. Byakuro se quitó la capucha y empezó a desabrocharse el mono, para dejar ver la ropa que llevaba debajo: una camiseta negra y lisa, y unos pantalones blancos con motivos militares. Las sempiternas cadenas colgando de la cintura y sus queridas botas. Klaus se desembutió de su abrigo y empezó a desentumecer sus patitas.
El lugar estaba bastante lleno. El chico se dirigió a la barra. Un hombre joven, con el pelo recogido en una coleta y los ojos grises lo saludó. Parecía ser el encargado.
- Buenas... -dijo el cazador-. Querría tomarme una buena taza de chocolate caliente.
- Por supuesto. -le respondió el hombre, dirigiéndose a una puerta tras él. Byakuro logró ver que al otro lado había una cocina de aspecto industrial. Mientras esperaba por su chocolate, el cazador se giró, y apoyó los codos en la barra, observando el lugar.
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Rose llevaba viajando sola en un barco durante más de una semana, sin darse cuenta se había separado de sus nakamas por asuntos que incluso a ella misma le costaba reconocer. ¿El motivo? Algo difícil de explicar, pero tenía que ver con sus pesadillas, quizás huir de ellas o... buscarles una solución aunque iba a serle difícil.
Chispitas le acompañaba en esta nueva aventura, estaba subido en su hombro comiendo alguna que otra pipa en su diminuta boca. Era la única compañía que había tenido desde hacía unas semanas. Adoraba a su mascota, siempre fiel aunque un poco revoltosa, daba mordisquitos muy tiernos cuando se enfadaba. En fin, todo una ricura.
En cuanto el barco llegó a Karakuri, Rose sintió como su piel se erizaba por el frío helado de la nieve, así que se transformó en su forma completa para poder llegar a un sitio donde al menos pudiese tener calma y relajarse un poco. Sabía que un café muy calentito le serviría de mucho. En cuanto llegó a una calle un poco alejada de lo que sería el centro la pelirroja volvió a ser humana para así no asustar a la gente. Lo que menos quería ahora era verse metida en líos, pues desde que había dejado de ser shichibukai se había convertido en un blanco fácil por la recompensa que tenía.
En aquella calle encontró una taberna y abrió la puerta lentamente, parecía un lugar agradable para descansar. Hacia unas esquinas había unos sillones con mesas, ella se acercó hasta allí y se sentó, el camarero un rato después vino a preguntarle lo que quería a lo que ella respondió un café muy calentito. En cuanto se lo trajeron comenzó a saborearlo y disfrutarlo. La gente parecía amable ¿serían todos así?
Chispitas le acompañaba en esta nueva aventura, estaba subido en su hombro comiendo alguna que otra pipa en su diminuta boca. Era la única compañía que había tenido desde hacía unas semanas. Adoraba a su mascota, siempre fiel aunque un poco revoltosa, daba mordisquitos muy tiernos cuando se enfadaba. En fin, todo una ricura.
En cuanto el barco llegó a Karakuri, Rose sintió como su piel se erizaba por el frío helado de la nieve, así que se transformó en su forma completa para poder llegar a un sitio donde al menos pudiese tener calma y relajarse un poco. Sabía que un café muy calentito le serviría de mucho. En cuanto llegó a una calle un poco alejada de lo que sería el centro la pelirroja volvió a ser humana para así no asustar a la gente. Lo que menos quería ahora era verse metida en líos, pues desde que había dejado de ser shichibukai se había convertido en un blanco fácil por la recompensa que tenía.
En aquella calle encontró una taberna y abrió la puerta lentamente, parecía un lugar agradable para descansar. Hacia unas esquinas había unos sillones con mesas, ella se acercó hasta allí y se sentó, el camarero un rato después vino a preguntarle lo que quería a lo que ella respondió un café muy calentito. En cuanto se lo trajeron comenzó a saborearlo y disfrutarlo. La gente parecía amable ¿serían todos así?
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Una figura entró en el local. Byakuro tardó poco más de un par de segundos en reconocerla. Le había dado una vibre card, claro que se acordaba de ella. Era Rose, la ex-shichibukai. Aquello era interesante. Si la entregaba, la recompensa sería jugosa. Parecía que la mujer no lo había reconocido, o al menos, lo había ignorado y se había sentado en un sillón. Byakuro sonrió.
- Su chocolate, señor. -le dijo el encargado, dándole una humeante taza llena de bebida marrón y deliciosa. Byakuro agarró el recipiente con una mano y su bastón con la otra. Se dirigió al sillón donde estaba la chica, por detrás, para que ella no lo viera, y se inclinó sobre su cabeza, con una sonrisa dibujada en su cara. Apoyó el bastón y bebió un breve sorbo del chocolate.
- Buenos días, preciosa. ¿Te acuerdas de mí? -le preguntó afablemente a la pirata, mientras rodeaba el sillón para sentarse en uno al lado de ella, para disfrutar del chocolate y de la compañía de la mujer. Klaus soltó un gruñido cuando el cazador se dejó caer en el asiento.
El chico dejó la taza en la mesa, y se apoyó con ambos codos en el reposabrazos del sillón, mirando a la chica a su lado. Si aún conservaba su vibre card, el papel debía estar tratando de moverse hacia él en alguno de los bolsillos de Rose. El cazador observó el hámster de la chica, que en ese momento estaba masticando una semilla. Que mono. Aunque, por supuesto, no tanto como Klaus.
- Su chocolate, señor. -le dijo el encargado, dándole una humeante taza llena de bebida marrón y deliciosa. Byakuro agarró el recipiente con una mano y su bastón con la otra. Se dirigió al sillón donde estaba la chica, por detrás, para que ella no lo viera, y se inclinó sobre su cabeza, con una sonrisa dibujada en su cara. Apoyó el bastón y bebió un breve sorbo del chocolate.
- Buenos días, preciosa. ¿Te acuerdas de mí? -le preguntó afablemente a la pirata, mientras rodeaba el sillón para sentarse en uno al lado de ella, para disfrutar del chocolate y de la compañía de la mujer. Klaus soltó un gruñido cuando el cazador se dejó caer en el asiento.
El chico dejó la taza en la mesa, y se apoyó con ambos codos en el reposabrazos del sillón, mirando a la chica a su lado. Si aún conservaba su vibre card, el papel debía estar tratando de moverse hacia él en alguno de los bolsillos de Rose. El cazador observó el hámster de la chica, que en ese momento estaba masticando una semilla. Que mono. Aunque, por supuesto, no tanto como Klaus.
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Un café caliente era lo que necesitaba desde hacía un buen rato, ahora estaba a gusto. Se acomodó en el sillón y apoyó su espalda sobre el blando asiento. Al lado de ella se encontraba un ventanal en donde poco a poco se iba acumulando la nieve. A ratos miraba por ella para ver si encontraba algo interesante, aunque lo único que se podía observar era a niños corriendo como si nada. Le parecía extraño, como casi todas las cosas de ese lugar.
Seguía bebiendo su café cuando de repente notó un susto cuando apareció tan de repente, levantó su vista rápidamente sobre y con su pregunta hizo reflexionar a la pelirroja. Aquella persona le resultaba conocida... ¿pero de qué? Apartó la mirada pensando pero nada se le venía a la mente, sabía que había tenido un encuentro pero nada lograba recordar.
Chispitas estaba en su hombro como siempre, aunque en unos segundos saltó a la mesa en donde siguió comiendo. Rose lo cogió y lo sostuvo en su mano sonriendo para él y acariciándolo. Pero gracias a aquel camaleón recordó todo, se había enfrentado en un combate con aquel hombre y por mala suerte había perdido. No le gustaba rememorar momentos como aquellos por eso. -Si... más o menos... sé que tuvimos un encuentro hace algún tiempo pero no me acuerdo de tu nombre- respondió mirándolo con duda, de repente en uno de sus bolsillos notó que vibraba algo, puso su mano por encima para evitar que vibrase y sonrió - La vibre card que me regalaste se emociona al verte- dijo mientras bebía su café y observaba al camaleón. Le gustaba ese animalito. Le llamaba mucho la atención, no estaba acostumbrada a ver camaleones con las personas todos los días.
Seguía bebiendo su café cuando de repente notó un susto cuando apareció tan de repente, levantó su vista rápidamente sobre y con su pregunta hizo reflexionar a la pelirroja. Aquella persona le resultaba conocida... ¿pero de qué? Apartó la mirada pensando pero nada se le venía a la mente, sabía que había tenido un encuentro pero nada lograba recordar.
Chispitas estaba en su hombro como siempre, aunque en unos segundos saltó a la mesa en donde siguió comiendo. Rose lo cogió y lo sostuvo en su mano sonriendo para él y acariciándolo. Pero gracias a aquel camaleón recordó todo, se había enfrentado en un combate con aquel hombre y por mala suerte había perdido. No le gustaba rememorar momentos como aquellos por eso. -Si... más o menos... sé que tuvimos un encuentro hace algún tiempo pero no me acuerdo de tu nombre- respondió mirándolo con duda, de repente en uno de sus bolsillos notó que vibraba algo, puso su mano por encima para evitar que vibrase y sonrió - La vibre card que me regalaste se emociona al verte- dijo mientras bebía su café y observaba al camaleón. Le gustaba ese animalito. Le llamaba mucho la atención, no estaba acostumbrada a ver camaleones con las personas todos los días.
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- Bueno... la verdad es que hace un tiempo que no te veía. Por suerte, aún conservas esa vibre card -sonrió, dando un sorbo a su café. Estaba calentito y delicioso-. Me alegro de ver a una chica tan guapa como tú en un lugar como este.
La verdad es que entre el chocolate caliente y la mujer que tenía al lado, el chico empezaba a tener bastante calor. Decidió que le vendría bien tumbarse un rato.
- Bueno, me gustaría quedarme a charlar, pero creo que me voy a ir a alguna de las habitaciones que hay en este lugar. Si quieres, puedes venir para... charlar con más tranquilidad. -le guiñó un ojo y se dirigió a la barra, donde dejó dinero para pagar las consumiciones de los dos. Se dirigió a las escaleras y le hizo un gesto a la pelirroja para que la acompañase. Si iba con él, sería divertido. Y si no... pues una verdadera lástima. Cuando se habían encontrado la primera vez, había sentido curiosidad por ella. Recordó como había estado a punto de desnudarla. Se preguntó que tipo de encantos ocultaría una chica como aquella. Sonrió para sí. Con un poco de suerte, podría descubrirlos.
- Klaus, vamos a ver que tal son las habitaciones. -el cazador subió por las escaleras y entró en la primera habitación. Un cuarto pequeño, pero acogedor, con una cama grande y cómoda. La cosa pintaba bien. El cazador arqueó una ceja. Pintaba muy bien. Se sentó en la cama, quitándose la camiseta. Maldito chocolate, le había dado mucho calor.
La verdad es que entre el chocolate caliente y la mujer que tenía al lado, el chico empezaba a tener bastante calor. Decidió que le vendría bien tumbarse un rato.
- Bueno, me gustaría quedarme a charlar, pero creo que me voy a ir a alguna de las habitaciones que hay en este lugar. Si quieres, puedes venir para... charlar con más tranquilidad. -le guiñó un ojo y se dirigió a la barra, donde dejó dinero para pagar las consumiciones de los dos. Se dirigió a las escaleras y le hizo un gesto a la pelirroja para que la acompañase. Si iba con él, sería divertido. Y si no... pues una verdadera lástima. Cuando se habían encontrado la primera vez, había sentido curiosidad por ella. Recordó como había estado a punto de desnudarla. Se preguntó que tipo de encantos ocultaría una chica como aquella. Sonrió para sí. Con un poco de suerte, podría descubrirlos.
- Klaus, vamos a ver que tal son las habitaciones. -el cazador subió por las escaleras y entró en la primera habitación. Un cuarto pequeño, pero acogedor, con una cama grande y cómoda. La cosa pintaba bien. El cazador arqueó una ceja. Pintaba muy bien. Se sentó en la cama, quitándose la camiseta. Maldito chocolate, le había dado mucho calor.
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El encuentro había sido demasiado casual, quizás preparado por cosas del destino, algo en lo que creía la pelirroja fuertemente. El café estaba demasiado caliente, por no decir hirviendo y digamos que la temperatura del local no era especialmente baja, pero si todo se mezcla luego cosas buenas o malas pasan después.
Al ver que el chico se alejaba se quedó pensativa sobre los datos de las habitaciones que le había dado la pelirroja pensó que a lo mejor no era mala idea. Terminó su café un par de minutos después y puso a Chispitas en el suelo, el pequeñín andaría por todo el edificio suelto y en cuanto le silbase volvería aparecer así que no era problema para ella.
Subió siguiendo los mismos pasos que el chico para ver en donde se encontraba y en cuanto llegó a la primera planta comenzó a respirar. Gracias a su akuma tenía el olor de las personas para encontrarlas así que siguió rastreando hasta que llegó a una habitación, abrió la puerta lentamente y la volvió a cerrar y allí se encontraba el joven, sin camiseta. Tenía un buen cuerpo. Rose tan solo llevaba su camiseta de tirantes y sus pantalones cortos, ya que su cazadora de cuero la había dejado en el sillón.
Se acercó lentamente a él y no se sentó a su lado, se quedó en pie de brazos cruzados. Tenía curiosidad por conocer mejor a la persona que una vez la dejó inconsciente, ya que de la otra vez poco había hecho. Rara era la vez en la que un hombre llamaba la atención de la pelirroja, pero esta vez él si lo había conseguido - Tanto frío no es demasiado bueno... - dijo con una sonrisa pícara.
Al ver que el chico se alejaba se quedó pensativa sobre los datos de las habitaciones que le había dado la pelirroja pensó que a lo mejor no era mala idea. Terminó su café un par de minutos después y puso a Chispitas en el suelo, el pequeñín andaría por todo el edificio suelto y en cuanto le silbase volvería aparecer así que no era problema para ella.
Subió siguiendo los mismos pasos que el chico para ver en donde se encontraba y en cuanto llegó a la primera planta comenzó a respirar. Gracias a su akuma tenía el olor de las personas para encontrarlas así que siguió rastreando hasta que llegó a una habitación, abrió la puerta lentamente y la volvió a cerrar y allí se encontraba el joven, sin camiseta. Tenía un buen cuerpo. Rose tan solo llevaba su camiseta de tirantes y sus pantalones cortos, ya que su cazadora de cuero la había dejado en el sillón.
Se acercó lentamente a él y no se sentó a su lado, se quedó en pie de brazos cruzados. Tenía curiosidad por conocer mejor a la persona que una vez la dejó inconsciente, ya que de la otra vez poco había hecho. Rara era la vez en la que un hombre llamaba la atención de la pelirroja, pero esta vez él si lo había conseguido - Tanto frío no es demasiado bueno... - dijo con una sonrisa pícara.
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- ¿Frío? -sonrió el cazador al ver a la chica entrar en el cuarto-. Yo estoy ardiendo ahora mismo. No sé que le han echado al maldito chocolate, pero mi cuerpo parece una estufa -la miró de pies a cabeza-. ¿Y vas a quedarte ahí de pie, o quieres sentarte? -dicho esto, dio un par de golpecitos en la cama, a su lado, invitándola a tirarse con él.
Mientras hacía todo esto, movió con la mano izquierda su bastón, a una distancia de un par de metros. El vínculo entre dueño y arma era tal que lograba moverlo sin tocarlo. Apoyó el arma en la puerta y empujó hasta cerrarla. Así no los molestarían.
- Bien, si mal no recuerdo, eres una gata -dijo el chico, y se sonrojó al instante-. No me malinterpretes, quiero decir que tienes la capacidad de convertirte en un felino. -el rubor llenaba su cara, dándole un aspecto tímido-. Pero yo también tengo mis... trucos. -dicho esto, de un chasquido, la ropa de la chica empezó a aflojarse, soltándose las tiras de los hombros y desabrochando los botones del pantalón. El cazador sonrió de forma igualmente pícara-. Y te aseguro... -continuó- que se me da bien soportar el frío del invierno -su sonrisa se ensanchó, mientras observaba la reacción de la joven-. Tengo formas de mantenerme en calor.
Mientras hacía todo esto, movió con la mano izquierda su bastón, a una distancia de un par de metros. El vínculo entre dueño y arma era tal que lograba moverlo sin tocarlo. Apoyó el arma en la puerta y empujó hasta cerrarla. Así no los molestarían.
- Bien, si mal no recuerdo, eres una gata -dijo el chico, y se sonrojó al instante-. No me malinterpretes, quiero decir que tienes la capacidad de convertirte en un felino. -el rubor llenaba su cara, dándole un aspecto tímido-. Pero yo también tengo mis... trucos. -dicho esto, de un chasquido, la ropa de la chica empezó a aflojarse, soltándose las tiras de los hombros y desabrochando los botones del pantalón. El cazador sonrió de forma igualmente pícara-. Y te aseguro... -continuó- que se me da bien soportar el frío del invierno -su sonrisa se ensanchó, mientras observaba la reacción de la joven-. Tengo formas de mantenerme en calor.
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Rose seguía escuchando todo lo que le decía, que si frío, que si una gata... todo muy interesante, pero ella seguía de pie todavía hasta que sintió que su ropa comenzaba a desabrocharse. -¿Co-como lo ha hecho? - pensó para si misma quedándose boquiabierta. Era muy listo, pero Rose no iba a quedarse atrás. Decidió dejar su ropa como estaba y no volver a tocarla ya que no sabía que truco pudiese volver a usar.
Cuando mencionó de la gata, esta levanto su mano y la transformó en una garra negra para enseñársela. Volvió a hacerla humana y se puso las manos detrás de ella sonriendo. Le encantaba poder transformar partes de su cuerpo por si solas.
La pelirroja accedió a sentarse a su lado, y se cambió de postura poniéndose detrás a la vez que pasaba sus brazos por el cuello del chico. Se acercó al oído y le susurró - ¿ah sí? Entonces deberías compartir ese calor... ¿no crees? - A su vez transformó sus manos en garras y ahora el estaba rodeado y no podía moverse. -Es malo ser avaricioso... a las gatas no les gusta eso...-.
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Byakuro sintió cómo la chica le agarraba por el cuello, rodeándolo con sus manos, que de pronto transformó en garras, mientras le susurraba, exigiéndole el compartir el calor.
- Así que a las gatas no les gusta... -la observó con una sonrisa torcida-. ¿Y qué es lo que les gusta a las gatitas? ¿Me lo podrías enseñar? -le rodeó el cuello con los brazos, para que ella tampoco escapara, y tiró con delicadeza de ella, hasta que sus labios estuvieron a punto de rozarse-. Estoy impaciente por aprender.
Entonces, con un movimiento rápido de ojos del cazador, la ropa de la chica empezó a soltarse del todo. El pantalón se bajó hasta la altura de las rodillas, mostrando la ropa interior de la mujer, y la camiseta de asas salió disparada contra una pared.
- Oh, tal vez tengas frío así... -dijo el chico, dejando vagar su mirada por las curvas de Rose-. Bueno, eso se puede arreglar -no había acabado de pronunciar estas palabras, cuando la luz de la habitación disminuyó hasta una luminosidad tenue, y sobre ellos dos apareció una manta gruesa y calentita, que los tapó a ambos-. Así mejor, ¿no crees? -el cazador estaba empezando a tener un calor inaguantable, y aquella situación estaba aumentando aquella sensación. Sonrió.
- Bueno... gatita -cerró los ojos, esperando a ver el movimiento de su acompañante-. Te toca.
- Así que a las gatas no les gusta... -la observó con una sonrisa torcida-. ¿Y qué es lo que les gusta a las gatitas? ¿Me lo podrías enseñar? -le rodeó el cuello con los brazos, para que ella tampoco escapara, y tiró con delicadeza de ella, hasta que sus labios estuvieron a punto de rozarse-. Estoy impaciente por aprender.
Entonces, con un movimiento rápido de ojos del cazador, la ropa de la chica empezó a soltarse del todo. El pantalón se bajó hasta la altura de las rodillas, mostrando la ropa interior de la mujer, y la camiseta de asas salió disparada contra una pared.
- Oh, tal vez tengas frío así... -dijo el chico, dejando vagar su mirada por las curvas de Rose-. Bueno, eso se puede arreglar -no había acabado de pronunciar estas palabras, cuando la luz de la habitación disminuyó hasta una luminosidad tenue, y sobre ellos dos apareció una manta gruesa y calentita, que los tapó a ambos-. Así mejor, ¿no crees? -el cazador estaba empezando a tener un calor inaguantable, y aquella situación estaba aumentando aquella sensación. Sonrió.
- Bueno... gatita -cerró los ojos, esperando a ver el movimiento de su acompañante-. Te toca.
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Sus labios estuvieron a punto de rozarse con tan solo un movimiento. Rose sentia los brazos de el chico alrededor de su cuello también. En unos segundos notó que su ropa toda caía y aunque intentase agarrarla era imposible. Se había quedado solamente en ropa interior otra vez.
Tenía que pensar algun método lo suficientemente bueno para superarlo a él, pero iba a estar difícil. Estando solamente con la ropa interior Rose recibió un escalofrío en señal del frío cuando de pronto una manta la cubrio por encima incluyendolo a él. Y a su pregunta asintió con la cabeza.
El calor debajo de aquella manta era sofocante, sus manos volvieron a ser humanas y poco a poco se volvieron pequeñas y suaves como el tacto de su piel. Le soltó y se revolvió en la cama para volver a su lado. -Así que quieres que te enseñe lo que les gusta a las gatitas eh... que impaciente...- dicho eso se acercó a él mirándole con sus profundos ojos azules a los suyos y le besó acariciando su cuello durante unos minutos. Hasta que se separó. Sonrió y se quedó en frente de el.
Tenía que pensar algun método lo suficientemente bueno para superarlo a él, pero iba a estar difícil. Estando solamente con la ropa interior Rose recibió un escalofrío en señal del frío cuando de pronto una manta la cubrio por encima incluyendolo a él. Y a su pregunta asintió con la cabeza.
El calor debajo de aquella manta era sofocante, sus manos volvieron a ser humanas y poco a poco se volvieron pequeñas y suaves como el tacto de su piel. Le soltó y se revolvió en la cama para volver a su lado. -Así que quieres que te enseñe lo que les gusta a las gatitas eh... que impaciente...- dicho eso se acercó a él mirándole con sus profundos ojos azules a los suyos y le besó acariciando su cuello durante unos minutos. Hasta que se separó. Sonrió y se quedó en frente de el.
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Byakuro sintió un leve escalofrío cuando ella lo besó. Las suaves manos de ella estaban rozando su cuello, y sentía como se le estaba poniendo la piel de gallina. Pasó una pierna sobre ella, y le pasó una mano por el pelo rojo como las hojas en otoño. Sus lenguas jugueteaban una con la otra. El cazador cerró los ojos, dejándose llevar lentamente por aquellas caricias.
Rodeó con una mano la cintura de la chica, acercándola a él. Sentía su corazón latiendo en el pecho, casi desbocado. Le clavó las uñas en la espalda, pero sin llegar a apretar con fuerza, y empezó a subir la mano por ella, hasta llegar a la altura de los hombros. Cuando volvió a bajar, encontró el cierre del sujetador, pero decidió pasar de largo y no quitárselo. Aún no. Sonrió y ella dejó de besarle, separándose, quedándose frente a él, mirándolo. La mirada del chico era profunda, con ambos ojos de color violeta. Para aquellas cosas no tenía que hacer uso de su fruta, así que su ojo derecho permanecía de color normal.
- No está nada mal -dejó salir un suspiro de entre sus labios-. Aunque creo que puedes hacerlo mejor. -la picó con un tono malicioso y provocativo, con ganas de incitarla. Sus ojos relampaguearon, mientras bajaba su mano hacia el vientre el ella, pasando por cerca del ombligo, y dirigiéndose a la cadera. La posó allí, mientras con un breve impulso, rodaba hasta colocarse sobre ella. Se inclinó y la mordió delicadamente en el cuello, bajando hacia los hombros, probando la suavidad de su piel.
- Vaya... empiezo a tener bastante calor. -sonrió mientras se separaba levemente-. Esta manta hace bien su trabajo.
Rodeó con una mano la cintura de la chica, acercándola a él. Sentía su corazón latiendo en el pecho, casi desbocado. Le clavó las uñas en la espalda, pero sin llegar a apretar con fuerza, y empezó a subir la mano por ella, hasta llegar a la altura de los hombros. Cuando volvió a bajar, encontró el cierre del sujetador, pero decidió pasar de largo y no quitárselo. Aún no. Sonrió y ella dejó de besarle, separándose, quedándose frente a él, mirándolo. La mirada del chico era profunda, con ambos ojos de color violeta. Para aquellas cosas no tenía que hacer uso de su fruta, así que su ojo derecho permanecía de color normal.
- No está nada mal -dejó salir un suspiro de entre sus labios-. Aunque creo que puedes hacerlo mejor. -la picó con un tono malicioso y provocativo, con ganas de incitarla. Sus ojos relampaguearon, mientras bajaba su mano hacia el vientre el ella, pasando por cerca del ombligo, y dirigiéndose a la cadera. La posó allí, mientras con un breve impulso, rodaba hasta colocarse sobre ella. Se inclinó y la mordió delicadamente en el cuello, bajando hacia los hombros, probando la suavidad de su piel.
- Vaya... empiezo a tener bastante calor. -sonrió mientras se separaba levemente-. Esta manta hace bien su trabajo.
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Notaba como sus manos la rozaban por su espalda. Le encantaba ese pequeño juego que ambos habían creado poco a poco y sobre todo, estaba ansiosa para saber hasta donde llegaría. Ella seguía sonriendo aún después de besarle. Aquella manta daba demasiado calor, sobre todo a Rose, pensó si rebajar algo la temperatura con su akuma y por si fuera poco crear poco crear algo de pequeños hielitos que brillaban pero no, lo dejaría todo en manos de aquella manta hasta que todo acabase, o bueno, hasta que él decidiese.
Rose caería tarde o temprano en esa respuesta tan pícara. Y cuando iba a tratar de responderle se le cortaron las palabras cuando notó un suave mordisco en el cuello. No iba a mentir, los besos en el cuello eran una de sus debilidades y le hacían parecer indefensa. Cerró los ojos durante el tiempo que duró y luego los volvió a abrir lentamente. Se dio la vuelta lentamente y se acercó hasta apoyarse sobre sus piernas quedando a tan solo unos centímetros de separación de todo el cuerpo. -Ahora seguro que habrá mas calor que nunca- dijo sonriendo. Se acercó a su cuello besándolo y luego el torso a la vez que acariciaba a sus hombros y su espalda. Se encontraba sobre él e iba recostándose poco a poco. Sus besos pasaban del cuello un lado a otro hasta tal punto que ya no había separación entre ellos. El calor había aumentado el doble y su respiración era extasiada, sus latidos habían aumentado el doble.
Rose caería tarde o temprano en esa respuesta tan pícara. Y cuando iba a tratar de responderle se le cortaron las palabras cuando notó un suave mordisco en el cuello. No iba a mentir, los besos en el cuello eran una de sus debilidades y le hacían parecer indefensa. Cerró los ojos durante el tiempo que duró y luego los volvió a abrir lentamente. Se dio la vuelta lentamente y se acercó hasta apoyarse sobre sus piernas quedando a tan solo unos centímetros de separación de todo el cuerpo. -Ahora seguro que habrá mas calor que nunca- dijo sonriendo. Se acercó a su cuello besándolo y luego el torso a la vez que acariciaba a sus hombros y su espalda. Se encontraba sobre él e iba recostándose poco a poco. Sus besos pasaban del cuello un lado a otro hasta tal punto que ya no había separación entre ellos. El calor había aumentado el doble y su respiración era extasiada, sus latidos habían aumentado el doble.
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El cazador sonrió con picardía y una chispa de lujuria. Más calor que nunca. Le gustaba como sonaba aquello. Miró a los ojos a la pelirroja, mientras ella iba recostándose sobre su cuerpo. Sintió sus pechos a través del sostén, y su piel ardiendo.
- ¿Estás segura de que quieres seguir con este calor? -el chico arqueó una ceja y chasqueó los dedos. El cierre del sujetador de ella se soltó de golpe, y la lencería salió disparada hacia el aire. Ella estaba completamente desnuda sobre él.
El joven paseó la mano por la espalda de ella. Había visto la reacción de la pirata al morderla en el cuello. Valía la pena probar de nuevo. Acercó su boca y apretó levemente con los dientes. Luego, fue paseando su boca por el cuello de la joven, y empezó a juguetear con su lengua, succionando y dejando pequeñas marcas rojizas. Mientras tanto, con ambas manos, empezó a acariciarle los senos a la mujer, con lentitud, presionando levemente. En aquella posición, sentía el corazón desbocado de la pelirroja contra su pecho desnudo. Era, en cierto modo, excitante. Aspiró su aroma. Olía dulce, como el chocolate caliente en una noche fría, y estaba con el cuerpo empapado en sudor. Algo que, de hecho, no desagradaba al cazador. Sonrió mientras bajaba su mano lentamente hasta la cintura de ella, y mientras con la otra acariciaba el cuello de la joven, con su boca buscaba los labios de ésta, desesperado por beber de ellos.
- ¿Qué pasa? ¿Eres una gatita domesticada, o una tigresa salvaje? -sonrió lascivamente Byakuro.
- ¿Estás segura de que quieres seguir con este calor? -el chico arqueó una ceja y chasqueó los dedos. El cierre del sujetador de ella se soltó de golpe, y la lencería salió disparada hacia el aire. Ella estaba completamente desnuda sobre él.
El joven paseó la mano por la espalda de ella. Había visto la reacción de la pirata al morderla en el cuello. Valía la pena probar de nuevo. Acercó su boca y apretó levemente con los dientes. Luego, fue paseando su boca por el cuello de la joven, y empezó a juguetear con su lengua, succionando y dejando pequeñas marcas rojizas. Mientras tanto, con ambas manos, empezó a acariciarle los senos a la mujer, con lentitud, presionando levemente. En aquella posición, sentía el corazón desbocado de la pelirroja contra su pecho desnudo. Era, en cierto modo, excitante. Aspiró su aroma. Olía dulce, como el chocolate caliente en una noche fría, y estaba con el cuerpo empapado en sudor. Algo que, de hecho, no desagradaba al cazador. Sonrió mientras bajaba su mano lentamente hasta la cintura de ella, y mientras con la otra acariciaba el cuello de la joven, con su boca buscaba los labios de ésta, desesperado por beber de ellos.
- ¿Qué pasa? ¿Eres una gatita domesticada, o una tigresa salvaje? -sonrió lascivamente Byakuro.
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La pirata asintió sonriendo a su pregunta. Notaba sus manos acariciándole su espalda. Sus dulces besos. Rose no podía evitar reírse alguna que otra vez con sus juegos de besos, con tanta coordinación. De pronto notó como su sujetador desaparecía quedándose desnuda sobre el, lo que la hacía acercarse más a él. Aquellas caricias por su cuerpo hacían sentir a Rose más excitada, al igual que aquellos besos o mordiscos en el cuello. Ese pequeño juego de calor y a la vez burla estaba desatando una pasión que poco a poco iba a ser controlada.
Beso por allí, beso por allá. Había algo que le atraía demasiado en los labios de aquel chico. Una sensación que no había descubierto con ningún otro. Ella a la vez bajó sus manos sobre el abdomen de él hasta llegar al pantalón y desabrochar un poco, pero sin quitarlo. Ante su pregunta le miró a los ojos y se acercó a su oído -Puedo ser las dos cosas... pero... ¿es que acaso no me vas a enseñar ningún truco más?- respondió haciendo aparecer su cola rodeándolo por la cintura a la vez que tiraba de su pantalón hasta media pierna dejándole ver su ropa interior y después se recostaba sobre él con las manos sobre su cuello y le seguía besando en busca de su boca. En busca de esos labios que ella tanto ansiaba. Su excitación y respiración cada vez aumentaban más y el calor era mayor, pero quería seguir, no quería separarse.
Beso por allí, beso por allá. Había algo que le atraía demasiado en los labios de aquel chico. Una sensación que no había descubierto con ningún otro. Ella a la vez bajó sus manos sobre el abdomen de él hasta llegar al pantalón y desabrochar un poco, pero sin quitarlo. Ante su pregunta le miró a los ojos y se acercó a su oído -Puedo ser las dos cosas... pero... ¿es que acaso no me vas a enseñar ningún truco más?- respondió haciendo aparecer su cola rodeándolo por la cintura a la vez que tiraba de su pantalón hasta media pierna dejándole ver su ropa interior y después se recostaba sobre él con las manos sobre su cuello y le seguía besando en busca de su boca. En busca de esos labios que ella tanto ansiaba. Su excitación y respiración cada vez aumentaban más y el calor era mayor, pero quería seguir, no quería separarse.
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- ¿Quieres trucos? -sonrió el chico-. Toma trucos... -el cuerpo del chico empezó a desprender un vapor rosado, de dulce olor. Era un gas compuesto mayormente por feromonas sexuales, y su principal efecto era el de un potente afrodisíaco. En cuanto ella respirase aquello, se volvería mucho más sensible a los estímulos. Sintió como Rose le bajaba los pantalones de golpe hasta las rodillas, empezaba a estar terriblemente caliente. Aquella chica estaba poniéndolo al borde de una pérdida de control. Empezó a besarle, con pasión, desesperada. Él respondió al ataque. Sus lenguas jugueteaban, en un baile de pareja entre ambas bocas. El tiempo pasaba con cuentagotas, mientras él acariciaba su piel empapada en sudor con ambas manos. Poco a poco, fue descendiendo hasta su cintura y sus caderas, y más aún, llegando casi a sus ingles. Las acarició con lentitud, como picándola, pero sin llegar nunca a la zona crítica. El olor dulce de las feromonas se mezclaba con el del sudor de ambos en el aire, en una delicia para los sentidos.
Las pupilas de Byakuro se dilataban, y su ojo derecho empezó a adquirir una fuerte tonalidad roja. Acercó sus labios a la oreja de ella, y tras mordisquearle el lóbulo, le susurró, en medio de un ligero jadeo contenido:
- Venga, gatita... muéstrame lo salvaje que eres... -inmediatamente pasó su lengua, deslizándola hacia abajo, hacia el cuello de la pirata, y una vez llegó, apretó los dientes con cuidado de dejar una leve marca rojiza en él.
Las pupilas de Byakuro se dilataban, y su ojo derecho empezó a adquirir una fuerte tonalidad roja. Acercó sus labios a la oreja de ella, y tras mordisquearle el lóbulo, le susurró, en medio de un ligero jadeo contenido:
- Venga, gatita... muéstrame lo salvaje que eres... -inmediatamente pasó su lengua, deslizándola hacia abajo, hacia el cuello de la pirata, y una vez llegó, apretó los dientes con cuidado de dejar una leve marca rojiza en él.
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Aquel aroma... sin duda la había confundido mucho. Ya no se encontraba igual, tenía una sensación de como si la estuviesen poseyendo. Levantó su cabeza quedándose a tan solo un par de centímetros de él. Se sentía mareada y como débil pero a la vez como si no quisiera despegarse del joven. Su cola desapareció sutilmente debido a esa debilidad. Agarró su cabeza a medida que le acariciaba el pelo suavemente y después notaba algún que otro mordisco. Tras eso lo acercó hacia ella sin soltarlo. Sus trucos estaban creando un juego con demasiada excitación que tarde o temprano tendría que estallar. Rose disfrutaba saboreando los besos de su piel algo con lo que ella solía hacer lo mismo para el.
Se acercó a su oído en voz muy baja y fue tirando de el por su cuello hasta ella quedar bajo él. -Yo también quiero... que me muestres tu lado... salvaje...- decía mientras besaba su cuello y sonreía con cierta burla. Sentía el peso del chico sobre ella pero no le importaba, desde hacía un par de minutos olvidaba todo lo que la rodeaba para centrarse solo en él. Sus manos recorrían aquel cuerpo desde el cuello hasta la cadera, varias y repetidas veces con cierta lentitud pero suavidad. Ya no podía más, su corazón se había acelerado demasiado y su calor era inevitable de aguantar.
Se acercó a su oído en voz muy baja y fue tirando de el por su cuello hasta ella quedar bajo él. -Yo también quiero... que me muestres tu lado... salvaje...- decía mientras besaba su cuello y sonreía con cierta burla. Sentía el peso del chico sobre ella pero no le importaba, desde hacía un par de minutos olvidaba todo lo que la rodeaba para centrarse solo en él. Sus manos recorrían aquel cuerpo desde el cuello hasta la cadera, varias y repetidas veces con cierta lentitud pero suavidad. Ya no podía más, su corazón se había acelerado demasiado y su calor era inevitable de aguantar.
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¿Quería ver su lado salvaje? Vaya si lo iba a ver. Byakuro se llevó la mano a la boca y metió el dedo índice entre sus labios. Luego, lo sacó y llevó la mano directamente a la entrepierna de la chica. Con delicadeza, la acarició lentamente, estimulándola. Sentía humedad. Si normalmente aquella era una zona sensible, con las feromonas, Rose debía estar explotando de placer con aquel simple gesto. Una vez el dedo se hubo asegurado de recorrer la zona en cuestión, Byakuro lo introdujo en el interior de la chica, mientras mordisqueaba los pechos de la joven.
- ¿Quieres lado salvaje? -con la mano libre, agarró por las muñecas a la pelirroja, y creó un par de esposas con las que las amarró entre sí. La llave descansaba en la mesilla de noche, al lado de ambos-. Si te intentas liberar, me levantaré y me iré de aquí. Tú eliges. -le dijo, con una sonrisa dibujada en sus labios.
Mientras proseguía con su acompasado movimiento de dedos, con la mano de las esposas empezó a juguetear con el pelo de ella. Se recolocó encima de su cuerpo femenino y le mordió con dulzura el labio inferior. La provocación terminó en un largo y apasionado beso, en el que exploró con su lengua la boca de ella. Éxtasis, mientras ambos se encontraban en aquella muestra de entrega mutua. Byakuro empezó a acelerar el ritmo con la mano progresivamente, hasta que sintió que ella no iba a aguantar más. Entonces, la sacó con lentitud y le susurró:
- No... aún no. -en su sonrisa pícara se pudieron ver sus blancos dientes, y sus ojos relampagueando con la lujuria del momento.
- ¿Quieres lado salvaje? -con la mano libre, agarró por las muñecas a la pelirroja, y creó un par de esposas con las que las amarró entre sí. La llave descansaba en la mesilla de noche, al lado de ambos-. Si te intentas liberar, me levantaré y me iré de aquí. Tú eliges. -le dijo, con una sonrisa dibujada en sus labios.
Mientras proseguía con su acompasado movimiento de dedos, con la mano de las esposas empezó a juguetear con el pelo de ella. Se recolocó encima de su cuerpo femenino y le mordió con dulzura el labio inferior. La provocación terminó en un largo y apasionado beso, en el que exploró con su lengua la boca de ella. Éxtasis, mientras ambos se encontraban en aquella muestra de entrega mutua. Byakuro empezó a acelerar el ritmo con la mano progresivamente, hasta que sintió que ella no iba a aguantar más. Entonces, la sacó con lentitud y le susurró:
- No... aún no. -en su sonrisa pícara se pudieron ver sus blancos dientes, y sus ojos relampagueando con la lujuria del momento.
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Ella no habia mostrado aun su lado salvaje. El si. Se sentia comoda y su punto de excitacion era tal que a veces se le escapaba algun gemido por lo que le estaba haciendo el chico. En cuanto notó algo pesado en las manos vio que eran unas esposas ¿otro truco mas? ¿Acaso no tenian fin? Despues escucho su comentario. No queria que se fuese pero tampoco estar esposada. Estab[/color]a atrapada bajo el y no tenia escapatoria. - Qué-quédate...- dijo entre tartamudeos hacia el. El placer la acolarraba hasta que finalmente cesó.
Cerró sus ojos lentamente y los volvió a abrir mirando hacia arriba. Luego se miró sus manos e intentó tirar de las esposas. Estaban muy seguras. Rose sentía calor y su respiración se había agitado demasiado, no seria nada raro que se le escuchase latir el corazón. Ella queria hablar pero sentia como si estuviese sin palabras. -¿Cuanto... mas me vas a tener asi? - En el fondo le estaba empezando a gustar aquel juego de lujuria que habian creado poco a poco los dos. En cuanto notó que se había liberado de el movio sus piernas encogiendolas y alejandose sin separar la vista de sus ojos hasta tocar el respaldo de aquella cama. Le sonrió con una sonrisa pícara. Quería ver lo próximo que le hiciera.
Cerró sus ojos lentamente y los volvió a abrir mirando hacia arriba. Luego se miró sus manos e intentó tirar de las esposas. Estaban muy seguras. Rose sentía calor y su respiración se había agitado demasiado, no seria nada raro que se le escuchase latir el corazón. Ella queria hablar pero sentia como si estuviese sin palabras. -¿Cuanto... mas me vas a tener asi? - En el fondo le estaba empezando a gustar aquel juego de lujuria que habian creado poco a poco los dos. En cuanto notó que se había liberado de el movio sus piernas encogiendolas y alejandose sin separar la vista de sus ojos hasta tocar el respaldo de aquella cama. Le sonrió con una sonrisa pícara. Quería ver lo próximo que le hiciera.
Byakuro Kyoya
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- ¿Quieres que me quede? -sonrió-. Está bien.
El chico se separó lentamente de ella y se quitó con lentitud lo que le quedaba de ropa, hasta quedar tan desnudo como ella. Ahora estaban iguales. Detrás de Rose, una forma difusa se creó, y fue adquiriendo volumen y forma, hasta ser una copia exacta de Byakuro. Ambos chicos le sonrieron de una forma nada inocente.
- Vaya... tenemos una chica atrapada aquí... ¿Qué podíamos hacer con ella? -sus voces sonaban al unísono, produciendo un extraño efecto.
Uno de ellos, el de la cabecera, se inclinó sobre ella y empezó a morderle el cuello, para luego subir hasta la oreja y acabar devorándole los labios con pasión. El otro fue mucho más allá. Desnudo como estaba, agarró los pies de la chica y tiró con lentitud de ellos, para obligarla a estirarse sobre la cama de nuevo. Cuando lo logró, se colocó sobre ella, cara a cara, y comenzó a penetrarla con lentitud y parsimonia. Sonrió, al tiempo que la copia le mordía en el cuello de nuevo, lo justo como para dejarle una pequeña marca rojiza.
Byakuro empezó a moverse a mayor velocidad, de forma casi imperceptible, aumentando el ritmo muy poco a poco, pero en una progresiva aceleración.
El chico se separó lentamente de ella y se quitó con lentitud lo que le quedaba de ropa, hasta quedar tan desnudo como ella. Ahora estaban iguales. Detrás de Rose, una forma difusa se creó, y fue adquiriendo volumen y forma, hasta ser una copia exacta de Byakuro. Ambos chicos le sonrieron de una forma nada inocente.
- Vaya... tenemos una chica atrapada aquí... ¿Qué podíamos hacer con ella? -sus voces sonaban al unísono, produciendo un extraño efecto.
Uno de ellos, el de la cabecera, se inclinó sobre ella y empezó a morderle el cuello, para luego subir hasta la oreja y acabar devorándole los labios con pasión. El otro fue mucho más allá. Desnudo como estaba, agarró los pies de la chica y tiró con lentitud de ellos, para obligarla a estirarse sobre la cama de nuevo. Cuando lo logró, se colocó sobre ella, cara a cara, y comenzó a penetrarla con lentitud y parsimonia. Sonrió, al tiempo que la copia le mordía en el cuello de nuevo, lo justo como para dejarle una pequeña marca rojiza.
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Seguía mirándole a el y de repente apareció otro igualito detrás suya ¿era un clon? Sus voces eran iguales. Sonreían. Ella los miraba al uno y al otro para ver que hacían. Y cuando iba a hablar sintió como la copia le comenzaba a besar el cuello y volvía a saborear aquellos labios de los que no quería despegarse. Después vio como el chico tiraba de sus pies y ella volvía a recostarse sobre la cama. Después sintió como su cuerpo era aplastado por su cuerpo.
Por un lado sus labios seguían devorando a la copia. Pero ella miró a los ojos al verdadero en cuanto vio que la iba penetrando poco a poco. Dejó de besar al otro y pasó sus brazos por alrededor de su cuello. Sentía la aceleración en su cuerpo, notaba que el corazón se le salía del pecho y aquella velocidad la hacía sentir más extasiada que nunca. No quería que el parase. Ella comenzaba a sudar y en su cara podía apreciarse algo de rojez. -No-no pares...- dijo entre algún gemido. No quería soltarse de el. Con una mano acariciaba su pelo y con otra su espalda. -No-no pares...- Volvió a repetir en voz baja y casi suspirando una y otra vez.
Por un lado sus labios seguían devorando a la copia. Pero ella miró a los ojos al verdadero en cuanto vio que la iba penetrando poco a poco. Dejó de besar al otro y pasó sus brazos por alrededor de su cuello. Sentía la aceleración en su cuerpo, notaba que el corazón se le salía del pecho y aquella velocidad la hacía sentir más extasiada que nunca. No quería que el parase. Ella comenzaba a sudar y en su cara podía apreciarse algo de rojez. -No-no pares...- dijo entre algún gemido. No quería soltarse de el. Con una mano acariciaba su pelo y con otra su espalda. -No-no pares...- Volvió a repetir en voz baja y casi suspirando una y otra vez.
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Byakuro no se detuvo, continuó aumentando el ritmo, progresivamente, mientras su cuerpo aumentaba de temperatura y luego se enfriaba. Todo su cuerpo cambiaba de temperatura, de calor a frío, de frío a calor. T mientras tanto, no dejaba de moverse continuamente, atacándola para que soltara aquellos exquisitos sonidos por su boca. Notaba el cuerpo de la chica en éxtasis. Estaba con la cara roja, y con sus manos le acariciaba en la cabeza y la espalda. La copia desapareció con un chasquido, y Byakuro besó a Rose con intensidad y pasión desatadas. El calor, el fuego ardía en su interior, para dar paso a un glaciar. Aquellos cambios de temperatura iban coordinados con los movimientos que realizaba el cazador. Estaba llegando a su límite. Su cuerpo iba a aguantar poco tiempo a aquel ritmo, por lo que decidió terminar con una traca final. En el momento en el que se vino, combinó todas sus ilusiones en una única. Hizo que la chica experimentase una sensación, en concreto el placer derivado de un total de cinco orgasmos en uno único. Si aquello no la rendía al placer, nada lo haría. Byakuro sintió como descargaba en ella, y como al mismo tiempo todas las fuerzas le abandonaban de golpe. Su sien palpitaba. Se apoyó en ella, desfallecido y derrotado, perdiéndose entre sus labios, mientras el olor a ella lo invadía. Un sueño intenso empezó a invadirlo. Pero el siguió agarrándose a la consciencia en aquel beso largo y cálido. En un momento que sus labios se separaron, logró decir a duras penas:
- Ha... ha sido... -dejó salir un suspiro de su boca, antes de volver a devorarle la boca con ternura.
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Frío. Calor. Frío. Calor. Todo el rato se podía sentir eso durante un buen tiempo. Sus movimientos iban cesando poco a poco. Rose estaba agotada y estiró su cabeza sobre la almohada. Su melena pelirroja estaba completamente alborotada. Su respiración volvió poco a poco a ser pausada y su corazón había dejado de acelerarse. Miró al frente y veía a Byakuro recostado sobre ella. Le seguía acariciando a la cabeza aunque los besos se interponían entre ellos, aún así su comentario la había echo sonreír a pesar de besarla. Largos e intensos, cálidos, con los sabores que ambas personas buscaban. Separarse de ellos no lo quería pero debía hacerlo, si no estaría así un largo tiempo indefinido.
Tras un buen rato así, lo apartó levemente hacia un lado y ella se levantó. Comenzó a vestirse, con su ropa interior y después su ropa normal hasta que quedó como al principio. Una vez estuvo lista se acercó a él y mirándole a los ojos soltó unas palabras -Nos volveremos a ver-. Le guiñó un ojo y salió sonriendo por la puerta. Ahora tendría que irse y seguir su camino. Aunque tenía ese presentimiento de que sabía que le volvería a ver. Pronto. Muy pronto.
Tras un buen rato así, lo apartó levemente hacia un lado y ella se levantó. Comenzó a vestirse, con su ropa interior y después su ropa normal hasta que quedó como al principio. Una vez estuvo lista se acercó a él y mirándole a los ojos soltó unas palabras -Nos volveremos a ver-. Le guiñó un ojo y salió sonriendo por la puerta. Ahora tendría que irse y seguir su camino. Aunque tenía ese presentimiento de que sabía que le volvería a ver. Pronto. Muy pronto.
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