Byakuro Kyoya
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Byakuro llegó de nuevo a aquella isla. Había sido el sitio donde había conocido a Aki, su pequeña imoto. Era una isla de grandes recuerdos. Los altos edificios se recortaban en el cielo nocturno, y la luz de cientos de focos iluminaban el cielo. El chico caminaba entre la gente trajeada, como una especie de bicho raro. Los ejecutivos vestidos con chaqueta y corbata, y las mujeres con vestidos de noche se le quedaban mirando con una mezcla de curiosidad y aversión absolutas. A él no le importaba. Sabía que la gente de aquel lugar odiaba la vestimenta que él llevaba. El cazador iba vestido con una chaqueta de cuero de color negro, unos pantalones desgarrados de tela vaquera, y unas botas de caña alta, de color negro también. Colgado del cinturón, un par de pequeñas cadenas metálicas. En el cuello y en los brazos, una serie de correas de cuero, ceñidas al cuerpo, pero sin llegar a oprimir. En la mano derecha, su anillo familiar, y en la izquierda, su bastón, con el que iba haciendo pequeñas florituras. En la cabeza del chico, Klaus descansaba, observando a la gente que pasaba a su lado, con maletines y mucha prisa.
El chico llegó a encrucijada de calles. Los carteles luminosos destelleaban, anunciando el nuevo modelo de Den-Den Mushi que acababa de salir al mercado, el nuevo I-Mushi S4. El ambiente, de una noche de verano, estaba algo cargado, pero sin llegar a ser estresante. Hacía calor, pero sin llegar a agobiar al cazador. Con su mano libre, el chico desabrochó la cremallera de su chaqueta, y se sentó en un banco a ver la gente pasar. En aquella ciudad siempre era de noche, y las personas nunca dejaban de moverse de un sitio a otro, en una frenética carrera de negocios inacabados, tratos inconclusos y compra y venta de todo tipo de mercancías, algunas de dudosa legalidad. El cazador suspiró, extendiendo los brazos por el respaldo del banco. Frente a él, en un banco igual, un par de jóvenes se estaban dando muestras bastante explícitas de cariño, devorándose el uno al otro. Él, un empresario, con el traje de oficina, ella, una chica que bien podía ser su secretaria. Klaus bajó de la cabeza y se puso a hacer equilibrios en el respaldo del banco. Byakuro lo miró con una sonrisa y sacó una bolsita de malvaviscos del interior de su chaqueta. Se llevó uno a la boca y lo saboreó con ganas. Esperaba pasar una noche entretenida, y quería ver qué era capaz de ofrecerle aquella ciudad.
El chico llegó a encrucijada de calles. Los carteles luminosos destelleaban, anunciando el nuevo modelo de Den-Den Mushi que acababa de salir al mercado, el nuevo I-Mushi S4. El ambiente, de una noche de verano, estaba algo cargado, pero sin llegar a ser estresante. Hacía calor, pero sin llegar a agobiar al cazador. Con su mano libre, el chico desabrochó la cremallera de su chaqueta, y se sentó en un banco a ver la gente pasar. En aquella ciudad siempre era de noche, y las personas nunca dejaban de moverse de un sitio a otro, en una frenética carrera de negocios inacabados, tratos inconclusos y compra y venta de todo tipo de mercancías, algunas de dudosa legalidad. El cazador suspiró, extendiendo los brazos por el respaldo del banco. Frente a él, en un banco igual, un par de jóvenes se estaban dando muestras bastante explícitas de cariño, devorándose el uno al otro. Él, un empresario, con el traje de oficina, ella, una chica que bien podía ser su secretaria. Klaus bajó de la cabeza y se puso a hacer equilibrios en el respaldo del banco. Byakuro lo miró con una sonrisa y sacó una bolsita de malvaviscos del interior de su chaqueta. Se llevó uno a la boca y lo saboreó con ganas. Esperaba pasar una noche entretenida, y quería ver qué era capaz de ofrecerle aquella ciudad.
Drakcerna Kazu
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Akuma no mi
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Una hermosa isla en la que rebosaba por donde quier el alma de la elegancias y las fiestas. Nunca había estado yo en esta isla, pero era el siguiente objetivo de visita o mas bien para encontrar un sitio tranquilo a donde tomar algunos tragos. Por aquellas calles pasaba entre la muchedumbre, cada uno de ellos me miraban con mala cara de arriba a abajo. Era yo, una joven de 21, de un hermoso pelirrojo que le sujetaba su cinta de pelo negra con tribales. Tenia una sudadera negra de momento desabrochada para airearse del agobio que se encontraba entre aquellas miradas. Mostraba por debajo de aquella sudadera una camisa de tiranas de color blanca y llevaba unos pantalones vaqueros con unas botas. De una piel morena y de ojos marrones de un color miel. En sus manos llevaba unos guantes que solo se veía los dedos e rodeando sobre su cintura una riñonera en la que viaja su mascota. Sobre su hombro soportaba el peso de su mochila de viaje.
Caminaba por las calles como podía esquivando a las personas para no chocar, a veces entrecerraba los ojos por la molestia de algunos carteles demasiado llamativos y molesto para la vista de la iluminación. Justo cuando llegue a una pequeña encrucijada por donde apenas cruzaba personas, opte por pasar por hay por evitar el agobio que había y de la calor que hacia por toda la humanidad que pasaba en tan solo una simple calle. Pasaba por un pequeño camino vacío, por cada paso que daba, aparecía alguien trajeado con prisas y hablando por el den den mushi. -Si que de elegante iban todas estas personas- pensaba justo pasando por una pareja de reojo que no paraba de mostrar una pasión ardiente entre ellos que le mire por unos segundos de reojo, e seguí caminando ignorando un poco. Cuando de pronto... Kaze un pequeño Hurón, salio disparado de mi riñonera dirección de un banco, a donde se encontraba un hombre sentado e un camaleón haciendo equilibrio por el respaldo. Kaze se dirigió directamente a aquel animal. -¡eh! se puede saber que planeas- kaze salto al respaldo, por lo visto tenia curiosidad por aquel anima que lo olisqueaba e lamia, mientras que yo me acercaba para cogerlo. No me fiaba si podría cazar a aquella criatura que creo que era de aquel hombre. -Lo.. lo siento, es que a veces va a su bola- me puse algo nerviosa mirando al hombre, no sabia que podría decirme al respeto de mi hurón. Cogí en brazos a Kaze e lo mantuve evitando que volviera a imitar a aquella criatura. Suspire al momento, a veces el pequeño hurón se agitaba mucho entre mis brazos. Me sentía preocupada por si le molesto al hombre, tanto que la pareja que no paraba de meterse el lote, se marcho algo molesta por el escándalo de tan solo unos segundo. -Para ya...- Miraba al hurón angustiada.
Caminaba por las calles como podía esquivando a las personas para no chocar, a veces entrecerraba los ojos por la molestia de algunos carteles demasiado llamativos y molesto para la vista de la iluminación. Justo cuando llegue a una pequeña encrucijada por donde apenas cruzaba personas, opte por pasar por hay por evitar el agobio que había y de la calor que hacia por toda la humanidad que pasaba en tan solo una simple calle. Pasaba por un pequeño camino vacío, por cada paso que daba, aparecía alguien trajeado con prisas y hablando por el den den mushi. -Si que de elegante iban todas estas personas- pensaba justo pasando por una pareja de reojo que no paraba de mostrar una pasión ardiente entre ellos que le mire por unos segundos de reojo, e seguí caminando ignorando un poco. Cuando de pronto... Kaze un pequeño Hurón, salio disparado de mi riñonera dirección de un banco, a donde se encontraba un hombre sentado e un camaleón haciendo equilibrio por el respaldo. Kaze se dirigió directamente a aquel animal. -¡eh! se puede saber que planeas- kaze salto al respaldo, por lo visto tenia curiosidad por aquel anima que lo olisqueaba e lamia, mientras que yo me acercaba para cogerlo. No me fiaba si podría cazar a aquella criatura que creo que era de aquel hombre. -Lo.. lo siento, es que a veces va a su bola- me puse algo nerviosa mirando al hombre, no sabia que podría decirme al respeto de mi hurón. Cogí en brazos a Kaze e lo mantuve evitando que volviera a imitar a aquella criatura. Suspire al momento, a veces el pequeño hurón se agitaba mucho entre mis brazos. Me sentía preocupada por si le molesto al hombre, tanto que la pareja que no paraba de meterse el lote, se marcho algo molesta por el escándalo de tan solo unos segundo. -Para ya...- Miraba al hurón angustiada.
Byakuro Kyoya
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Byakuro miraba aburrido aquella pareja. Sin duda aquel hombre iba a pasar una buena noche. El chico se llevó otro malvavisco a la boca, pensativo. Había considerado el buscar algún casino y ponerse a ganar dinero fácil con sus ilusiones, pero se estaba demasiado cómodo en aquel banco. Tal vez más tarde lo hiciera.
En ese momento vio una sombra corriendo hacia él. Una sombra peluda que saltó al banco y empezó a olisquear a Klaus y a darle pequeños lametones. Una chica pelirroja se acercó y agarró a la bolita peluda, que resultó ser un hurón. Empezó a reprenderlo y a pedirle disculpas a Byakuro por el comportamiento de su mascota. El chico sonrió con despreocupación. La pareja se había ido, tal vez a un lugar más íntimo.
- No te preocupes, si a Klaus no le importa -sonrió de forma encantadora-. Además, ese hurón es mono -cerró los ojos y se llevó un malvavisco a la boca-. Me llamo Byakuro. -el cazador se levantó y extendió la mano para estrechársela a ella.
El cazador la analizó con la mirada, rápidamente. Parecía joven y atlética, por la ropa que llevaba. Tal vez fuera interesante encontrarse a alguien de fuera de aquella ciudad. Incluso tal vez aquella fuera su oportunidad de pasarlo bien aquella noche en la ciudad. De un gesto rápido recogió su bastón y su bolsa y dejó que Klaus se le encaramase al hombro y posteriormente a la cabeza.
- Es una noche aburrida, y la gente de por aquí no la mejora. -le dijo a la chica mientras empezaba a caminar-. Vamos a ver si podemos animarla. -concluyó, con una sonrisa pintada en la cara y un tono casi infantil.
En ese momento vio una sombra corriendo hacia él. Una sombra peluda que saltó al banco y empezó a olisquear a Klaus y a darle pequeños lametones. Una chica pelirroja se acercó y agarró a la bolita peluda, que resultó ser un hurón. Empezó a reprenderlo y a pedirle disculpas a Byakuro por el comportamiento de su mascota. El chico sonrió con despreocupación. La pareja se había ido, tal vez a un lugar más íntimo.
- No te preocupes, si a Klaus no le importa -sonrió de forma encantadora-. Además, ese hurón es mono -cerró los ojos y se llevó un malvavisco a la boca-. Me llamo Byakuro. -el cazador se levantó y extendió la mano para estrechársela a ella.
El cazador la analizó con la mirada, rápidamente. Parecía joven y atlética, por la ropa que llevaba. Tal vez fuera interesante encontrarse a alguien de fuera de aquella ciudad. Incluso tal vez aquella fuera su oportunidad de pasarlo bien aquella noche en la ciudad. De un gesto rápido recogió su bastón y su bolsa y dejó que Klaus se le encaramase al hombro y posteriormente a la cabeza.
- Es una noche aburrida, y la gente de por aquí no la mejora. -le dijo a la chica mientras empezaba a caminar-. Vamos a ver si podemos animarla. -concluyó, con una sonrisa pintada en la cara y un tono casi infantil.
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