¡Eh, tú, esa era mi presa! (Privado Alex Drachen e Isma Harken)

La brisa del mar siempre había encantado a Alex. Era fresca y leve y tenía un olor a sal muy agradable. De no ser por los graznidos de una vieja y amargada gaviota y las disputas de algún beodo grosero el viaje en barco habría sido maravilloso. Pero no se podía tener todo en esta vida. La nave atracó en el puerto. Jamás había visitado esta isla, pero le habían asegurado que aquí podría encontrar a ese hombre. "Un hombre ladino, bien vestido, con sombrero y muy mujeriego." Sí, había llegado a esta isla. Ya habían pasado más de cinco días desde que empezaron a buscarlo y el cazador se sentí un poco ridículo siguiendo a un criminal de "pasiones". Pero Isma no se sentía bien persiguiendo a gente más peligrosa.

Qué remedio, no había más opción que aceptar. La paga no era buena y el otro cazador era buen compañero. Raro en este trabajo pues solían ser gente egoísta que evitaba a los compañeros para repartirse todas las ganancias y solo hacían equipo para atrapar presas más grandes. Alex repasó una vez más los delitos cometidos mientras desembarcaban. "Evitó tres bodas robando la flor de las novias, obligó a cuatro mujeres a ser adúlteras y trató de conquistar sin supuesto éxito más de tres veces a una mujer noble". Parecía una broma, pero la condena no sería tan graciosa para él. Seguramente lo condenaran a estar un par de meses entre los barrotes por comportamiento indecente y escándalo público si no podía pagarse el billete para salir de la cárcel.

Pero no podrían juzgarlo por mucho más. Después de todo no había "dañado" a nadie más que a unos cuantos maridos. Crímenes estúpidos y criminal a la altura de dichas faltas. Alex suspiró y ordenó al lobo que lo siguiera. La isla era grande y había una cantidad ingente de lugares donde encontrar al hombre. Aunque algo le decía que no era muy difícil, solo debía encontrar el lugar con las mujeres más hermosas para dar con él. Podrían pedir a una atractiva señorita que los acompañara y les ayudara, pero seguramente se lo tomaría a mal. Sí, en su cabeza tampoco sonaba exactamente decente. Aunque sus intenciones no eran esas para nada. Podrían preguntar si había alguna boda pronto. Dado el historial de pobre diablo podría ser un buen comienzo.

-Vayamos a la ciudad más cercana, allí podremos empezar a buscar pistas- Le señaló a su compañero.

El lobo que siempre viajaba junto a él olisqueó el aire. no hacía falta ser una criatura de olfato desarrollado para darse cuenta de que olía a abono reciente. No carecía de lógica que una isla donde había tanto cultivo oliera así, pero al cazador no le agradaba. Con suerte en la zona más urbanizada el olor desaparecería o, al menos, no sería tan fuerte. y, de no ser así, siempre podían refugiarse en algún edificio o bañarse en perfumes. Su estómago, que había rugido buena parte del trayecto, parecía callarse ante el hedor. Genial, ahora también se le había quitado el hambre. pocas veces se había arrepentido tanto de aceptar un trabajo como en ese momento. Si no salía bien hablaría seriamente con Isma. ¿Qué clase de cazador de recompensas no se atrevía a cazar criminales de verdad?

El camino se extendía a lo largo y se podían ver inmensas colinas y bosques de robles. Era un lugar hermoso, aunque el aire era demasiado húmedo para el gusto del cazador. Pero debía aguantarse. La primera ciudad a la que llegaron tenía un tamaño impresionante. Había escuchado algo sobre aquella isla pero... se habían quedado cortos los rumores. Parecía sacada de un libro antiguo, era de estilo medieval tanto en construcción como en población. Los campesinos rondaban de aquí para allá con ropajes antiguos. El lugar empezaba a gustare más, siempre le hizo gracia el mundo medieval y este encajaba a la perfección con lo que conocía de él. Después de todo, aunque el trabajo no mereciera la pena, podrían hacer algo de turismo.

Sí, definitivamente no era tan mal sitio. Aunque el olor a estiércol seguí siendo un problema. La calle estaba mal pavimentada y casi era mejor andar pro el campo, aunque tampoco había queja sobre ello. Alex estaba fascinado y había olvidado los problemas. Se había centrado tanto en esa belleza de ciudad que casi había olvidado por qué estaban ahí. El criminal. Observó la zona y buscó sitios donde pudiera estar el rufián. A simple vista... podían ser cientos de ellos. Genial, sería muy fácil dar con él de esa forma. Decidió que la mejor forma de actuar era primero informarse y después escoger el camino a tomar. Si seguía su idea de las bodas quizás dieran con alguna pista importante y se ahorraran un tiempo demasiado valioso como para desperdiciarlo.

-Disculpe, ¿podría indicarnos si hay algún iglesia o templo cercano donde se celebren bodas?- Preguntó a una mujer que pasaba por allí.

Se giró y miró a los dos cazadores muy extrañada con cierto desagrado. ¿Qué estaba pasando allí? Alex hizo lo propio y miró a Isma antes de mirarse a sí mismo. No había nada extraño. Solo eran dos hombres que preguntaban por un lugar donde se oficiaran bodas. ¿Qué había de... cierto, era realmente sospechoso. Y el hecho de que fuera un lugar estancado en la edad media explicaba por qué la mujer hizo ese gesto de desaprobación. Habría intentado solucionarlo, peor se temía conseguir todo lo contrario si trataba de hacerlo. Suspiró y repitió la misma pregunta añadiendo "de hombres y mujeres" al final de la pregunta. Se sentí idiota haciendo eso, pero ahora lo miraban con otra cara y hasta se dignaban a responderle. Las primeras impresiones desaparecían.

El cazador agradeció la ayuda cuando la mujer le señaló la iglesia más cercana. Al parecer había dos solo en esa ciudad. Con suerte el criminal había decidido quedarse en esta y no buscar en otras. De lo contrario podrían estar días e incluso semanas buscándolo. Avanzó en pos del edificio que le había señalado y, cuando llegó, se estaba oficiando una ceremonia. Se escuchaba al sacerdote en el interior pero las puertas estaban cerradas. No había ventanas normales por las que mirar. Los cristales de esos ventanales siempre impedían ver el interior. Si hubieran entrado habrían llamado demasiado la atención y espantado al Don Juan de haber estado allí. Lo mejor era esperar a que la boda terminara y comprobar si aquel hombre se encontraba entre los presentes.

-Esperemos a que salgan. Quizás nos ahorramos más trabajo del que pensábamos en un principio- Le sugirió a Isma.

Isma parecía creer que la opción de Alex era la más viable por ahora, ya que aceptó de inmediato y no puso ninguna pega. Aunque, realmente... nunca ponía pegas. El cazador mayor no sabía si era por la falta de experiencia del pequeño o pro su cobardía. Aunque le gustaba en cierto forma que no lo contradijera. Estaba acostumbrado a actuar por sí mismo bajo sus propios criterios y se habría molestado si alguien hubiera estado constantemente llevándole la contraria. Aunque también era cierto que dos cabezas piensan más que una y que con la ayuda de otra persona quizás los planes de Alex fuesen mejore o, al menos, siempre tuvieran resultado óptimos. El intercambio de ideas y propuestas podía ser bueno siempre y cuando no afectara de forma negativa a su trabajo.

La ceremonia podía tardar horas, sabía de bodas que habían durado incluso cinco horas seguidas de misa. La suya, por suerte, fue más bien corta y con un banquete muy largo. Pero sonaron las campanas que marcaban el final de la ceremonia y el comienzo de un nuevo enlace. Ahora no tardarían en salir. Los dos cazadores esperaron pacientemente a que las puertas se abrieran y prepararon el "ataque". Finalmente el criminal salía entre el gentío. Estaba hablando con la pareja, quizás felicitándolos. A juzgar pro su insistencia y por el hecho de que la boda había seguido adelante no había conseguido su propósito. Pero ahora lo tenían en su punto de mira y era el momento de actuar. Isma dijo algo y ambos salieron corriendo tras él, pero no se iba a dejar pillar.

-¡Que no se escape!- Gritó Alex.

Aquel tipo no sería peligroso pero era realmente rápido. Su cuerpo ligero y sus prendas poco pesadas le permitían correr a gran velocidad. Además carecía de armas o herramientas que dificultaran su carrera. Pero Alex estaba acostumbrado a las persecuciones y no podrían vencerlo de esa forma. Al menos no ese hombre. Las callejuelas pro las que corría se volvían más angostas y se estrechaban. El cazador no podía utilizar la Gura Gura porque los seísmos dañarían a todos los civiles que había por la zona. Maldita suerte. Si pudiera hacer una sola vibración se solucionaría todo, pero era imposible. Sin embargo acortaban la distancia poco a poco y ya estaban a tres metros de su presa. No podría seguir escapando por mucho más tiempo.

-¡Recaudadores de impuestos! ¡Me siguen los recaudadores de impuestos!- Gritó el perseguido.

¿Qué? ¿Qué quería decir? Debía estar de broma. Entre él y los dos cazadores se creó un muro humano en cuestión de segundos. Alex intentó pasar pero era imposible y los edificios demasiado altos como para escalarlos. Lo estaban perdiendo y si giraba en alguna callejuela no podrían dar con él. Era su mejor oportunidad y se les estaba escapando frente a sus narices. No podía ser... Alex gritó a la gente para que se apartaran, pero los habían tomado por verdaderos recaudadores de impuestos y poco faltaba para que intentaran lincharlos. ¿Tan altos eran las tasas para que se lo tomaran de esa forma? Aquel tipo había sido inteligente y su maniobra había funcionado. Pero todavía no había terminado. Se agachó poniéndose frente al gentío y de espaldas a su compañero.

-Isma, salta sobre mí y alcánzalo, yo te sigo- Le pidió.

Empezaron a perseguirlo por todo el pueblo. No lo conocían y eso les dificultaba el trabajo, por no mencionar que el prófugo escogía caminos bastante estrechos y que dificultaban su carrera. No obstante aquel hombre parecía más entrenado en seducir damas que en correr, pues poco a poco acortaban la distancia entre ellos. En un momento tiró algunas cajas pero no les frenarían. Las saltaron como si nada y continuaron corriendo. Era gracias a Alex que el inexperto cazador se atreciera a perseguir a aquel criminal, si no fuese por él, seguramente le hubiese dejado huir, fingiendo que no era lo suficiente rápido como para atraparlo. E incluso aún así era extraño que se atreviese a continuar.

A pocos metros de su objetivo, este utilizó una táctica que ninguno esperaban. Los tachó de recaudadores de impuestos y los ciudadanos les bloquearon el paso como una marabunta. ¿Realmente podían creerse algo así sin más? No les dejaban explicarse y mucho menos pasar. Por no mencionar que de un momento a otro podrían ponerse agresivos. Algo le decía a Isma que aquellas personas pagaban más de lo que les gustaría y serían ellos los que cargarían con la culpa. Alex intentó pasar, pero era imposible. No dañaría a unos inocentes, así que no usó la fuerza y mucho menos su poder, con el cual podría apartar a todos los civiles de un solo golpe. Sin embargo se agachó y dijo a su compañero que saltara sobre él.

-(¿¡Estás loco!?)- Pensó él, imaginando lo mal que podría salir aquel plan. Suspiró y empezó a correr para hacerle caso. No había de otra. -(Vamos Isma, tu puedes...)- Intentaba animarse a sí mismo para hacerlo y tras varios pasos, saltó sobre su espalda, se agachó y cogió buen impulso para pasar a toda aquella gente por encima.

Se elevó más de lo que esperaba y consiguió sobrevolar a aquellas personas que le miraban asombradas. Pero no era momento para sentirse el centro de atención. Aterrizó en el suelo como pudo y empezó a correr nuevamente. En cuestión de segundos volvería a coger el ritmo y con suerte no habría más percances. -¡Detente!.- Gritó, viendo como hacía caso omiso a su orden. -¿¡Acaso crees que alguien haría caso a semejante estupidez!?- Gritó él, mirando hacia atrás. -Pues también es verdad...- Dándose cuenta la tontería que había hecho. Era una idiotez pensar que alguien se detendría si se lo pidieses. Ningún criminal quería ser encerrado por las buenas, a no ser que estuviese cansado de huir o buscase redimirse.

-¡Vamos! ¡Seguir corriendo es una tontería! ¡Te acabarás cansando!- Insistió el cazador, aunque era él el que empezaba a sentirse exhausto tras semejante carrera. -¡Tengo la esperanza de que te canses tu antes!- Continuó el otro. Aquello empezaba a parecer una broma, pero ambos tenían muy claro su objetivo.

Isma obedeció y corrió hacia Alex para impulsarse en su espalda y saltar sobre el gentío. "Voló" varios metros y superó la barrera humana para dedicarse a seguir a aquel criminal. El mayor se preocupaba en cierta forma, pues el menor no era dado al combate. Aunque, por suerte, el Casanova al que perseguían tampoco era muy ducho en lo que a luchar se refería. Pero no podía dejarlo solo por mucho tiempo. Intentó buscar una manera de pasar, pero no había forma, aquellas personas eran inamovibles. Con una vibración podría apartarlos, pero también podría herirlos. No era algo que pudiera hacer a la ligera. Y, si fallaba, las repercusiones serían realmente nefastas. No había otra solución, dar un rodeo le haría perder demasiado tiempo y a su objetivo.

-Lo siento- Se disculpó.

Pisó el suelo y extendió un temblor leve que descolocó la barrera e hizo que los desiquilibrados "defensores" cayeran al suelo como fichas de dominó. No había sido peligroso y mucho menos letal. Era posible que, de haber un ancianito, se hubiera hecho daño en la cadera. Pero nada irreparable. Ahora era su momento, la hora de pasar. Corrió entre todo el gentío tratando de no pisar a nadie. Pero alguien agarró su pierna haciendo que acabara de bruces contra el suelo. Se liberó del agarre y siguió corriendo mientras se limpiaba el polvo de la cara. So se hubiera tratado de una historia cómica se hubiera encontrado una boñiga en la trayectoria de su caída. Eso habría sido muy divertido para todos, sin duda, menos para él.

¿Había perdido de vista a su compañero? Sí, no era capaz de encontrarlo con la mirada y, junto a él, también había perdido al criminal. Había una infinidad de callejuelas por las que podrían haberse escurrido. No escuchaba nada fuera de lo normal aunque, en cierto momento, parecía haber escuchado la discusión entre perseguidor y perseguido. Al ser su única pista para encontrar a ambos decidió seguir el origen del sonido. No era algo muy claro, pero servía más que quedarse quieto esperando a que todo se solucionara solo. No era propio de él y no lo iba a ser ahora. Las calles seguían sin pavimentar, pero el olor a estiércol había cesado hacía un rato. Alex agradecía poder respirar mientras corría sin ahogarse por el hedor a heces.

Antes de llegar a su objetivo chocó contra algo. Un hombre bastante grande, que lo superaba en unos diez centímetros aproximadamente, que lo miró con desdén. Junto a él había un grupo de seis personas más. No tenían buena pinta y podría tratarse de gente peligrosa. Alex podría haber intentado detenerlos, pero debía encontrar a Isma antes y, mientras no supiera nada sobre ellos, no podía detenerlos sin pruebas. Ellos siguieron su camino después de insultar al cazador y este se marchó por donde creía que debía ir. Cuantas ganas tenía de haber hecho que se tragaran sus palabras... si encontraba a Isma pronto y se encargaban del Don Juan volvería a "hablar" con ellos para enseñarles los modales que parecían no poseer.

Corrían y corrían pero ni el cazador lo atrapaba ni el pirata se dejaba capturar. Era un no parar, eso si no fuese por la piedra que se cruzó en medio de Isma. Tropezó, cayendo al suelo de bruces mientras el hombre se alejaba aún más, riéndose por la torpeza del castaño y porque ahora ya no podría alcanzarle. -¡Estúpida sea mi mala suerte!- Exclamó este, agarrando la piedra y tirándola hacia el delincuente, con tanta fortuna que le dio en toda la cabeza. Este cayó inconsciente al acto por semejante golpe. Era bastante débil a decir verdad. -Ostia... pues va a ser que no es tan mala.- Añadió.

Rápidamente Isma se puso encima de aquel hombre. Aprovechó para darle un par de collejas por hacerle correr tanto, aunque estaba noqueado. Miró a su alrededor, buscando algo con lo que inmovilizarle, pero no había nada. -Joder, ya podría llevar una cuerda, unas esposas o a ver algunas lianas por ahí.- Dijo este, quedándose encima por si despertaba. No tenía ningún objeto que le ayudase así que tendría que usar su propio cuerpo.

Ahora solo tenía que esperar a que llegase su compañero, aunque... ¿Cómo iba a saber donde estaba? Se llevó las manos a la cabeza y se lamentó desesperado. Debería haber dejado un rastro de migas o un camino de piedrecitas. Quizás unas simples pisadas servirían, pero no tenía la suficiente fuerza como para dejar su pie marcado en la tierra cuando era dura. Quizás un den den mushi le vendría de perlas, aunque tampoco sabría decirle donde estaba. Era todo campo e indicarle sería difícil. Lo mejor era una vibre card, desde luego. Que les indicaría la posición de cada uno. Pero no la tenían.

-¡Salte de encima, becerro!- Gritó enfadado el delincuente. -¡Ahora eres tú el que exige cosas estúpidas! ¿¡Acaso creers que te voy a dejar ir después de lo que me ha costado pillarte!?- Decía Isma alterado. -Cierto... todavía no entiendo porque se dicen estas estupideces en momentos como este. Supongo que es algo que sale sin más.- Añadió el hombre, iniciando así una conversación con su captor. -Sí, será eso. Son cosas que no se piensan. Es casi instintivo, como quitar la mano del fuego cuando te quemas ¿No?- Continuó Isma. -Sí... o como acostarse con mujeres casadas o impedir bodas ajenas- Intentó colarla en un buen momento. -Sí... espera ¡No!- Y casi lo consigue. Pero era algo demasiado difícil.

-(Espero que Alex pueda encontrarme... Como tenga que volver solo ni si quiera voy a saber llegar otra vez al pueblo.)- Pensaba preocupado el cazador.

¿Cómo iba a encontrar a Isma y al criminal "caza" mujeres? Los había perdido de vista por culpa de la marabunta de gente y no había rastros en el suelo que le permitieran encontrar una señal o un camino. Su intuición no era la mejor y su oído tampoco era cosa del otro mundo. Y, por desgracia o pro suerte debido al abono, su olfato tampoco era peculiar. No había forma humana de encontrarlos, pero tampoco se podía quedar quieto. Y mucho menos después de haber perjudicado a aquella gente peus, seguramente, estarían buscándolo para un linchamiento público. Nunca le había gustado la palabra "linchar". Y mucho menos cuando iba referida a su persona. No terminaba de llevarse bien con el dolor y prefería evitarlo aun cuando fuera para gusto y disfrute de la población.

Echó a correr, como ya había pensado, era algo estúpido quedarse quieto y así al menos podría tratar de hallarlos de alguna forma. Si se habían parado por algún motivo terminaría topándose con ellos. o eso esperaba pues era la única esperanza en la que confiaba ahora mismo. Cruzó varias calles y miró en varios edificios. Siempre cabía la posibilidad de que la persecución hubiera terminado en alguna edificación. O que el criminal estuviera escondido y, aunque sonara increíble, también podría ser que Isma fuera el que estuviera escondido. No sería la primera vez que ocurría algo así. Lamentablemente. Era un cazador de lo más curioso, pero no de los mejores en el trabajo. Ni si quiera de los más decentes. Por dios, era de los peores que Alex había visto.

Pero tenía mucha suerte, eso era innegable. Aquel torpe y cobarde cazador de recompensas contaba con una alianza muy jugosa con el azar y muchas veces lo ayudaba aun cuando él no se daba ni cuenta. Si se dedicara al juego quizás tendría más futuro, pero a Alex no le importaba mucho a qué se dedicara. Aunque... se había visto envuelto en todo esto por su culpa. Qué demonios, claro que le importaba. Perseguir a un idiota trajeado pro conquistar mujeres en vez de capturar criminales peligrosos de verdad. Lo que hacía uno a veces pro... ¿por qué? ¿Por amistad? ¿Por pena? Casi no conocía al chico, pero le inspiraba confianza y había querido ayudarlo. Que idiota parecía a veces cuando hacía tonterías como esta. Pero así era él. Escuchó unos gritos.

-Isma, ¡ya voy- Dijo alzando la voz.

Los gritos parecían los de su compañero y había alguien más, por lo que dedujo que sería el Don Juan al que estaban persiguiendo. No podía ser de otro modo. La carrera que tomó fue dirigida hacia el origen de los gritos. Estaban en una calle cercana, por lo que no fue muy difícil dar con ellos. Isma estaba sobre el hombre, lo cual fue una sorpresa. ¿De verdad había tomado la iniciativa y había logrado atraparlo? Alex sonrió casi orgulloso por ello y se acercó a ambos. Sacó la esposas que solía llevar en el cinturón para atrapar al hombre y llevárselo cuando alguien más entró en escena. El tipo con el que se había chocado antes y unos cuantos hombres más. Se giró y pudo verlos. Eso sí que era suerte, habían atrapado al hombre y ahora podía encargarse de ellos.

-¿Tú otra vez? Mira qué bien. Ahora podremos matar a ese imbécil y darte una lección a ti- Dijo el hombre.