León Zaid
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Akuma no mi
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Desde lo más alto de un rascacielos observaba esta enorme ciudad, una ciudad con una tecnología impresionante, casi comparable con una isla que recién acababa de visitar, para mi gusto era demasiado tecnológica, mientras que esta era perfecta, sin embargo había una plaga, una enorme, estaba infectadas de bandidos, atracadores, y un sin fin de ratas de la sociedad dispuestas a obrar egoistamente contra quien fuese solo para beneficiarse ellos mismos, sin importar nada la ley.
Para bajar el nivel de criminalidad me habían llamado a mi, pero no como miembro del Chiper Pol, sino como un pirata, algo que me pareció sumamente extraño, pero que iba a hacer gustosamente. Solo debía de vaciar el gatillo con la lista de criminales que me diesen y cobraría un pequeño pellizco de dinero, era perfecto.
A medida que bajaba por las escaleras del edificio abandonado fui modificando mi cuerpo lentamente para no causar ningún daño grave que fuese un error fatal para mi, un simple error y mi cara sería completamente otra, aunque lo que más temía no era eso, sino saber si podría recomponerla o no. Pelo corto, facciones más finas y cuadradas eran algunos de los rasgos más vistosos de mi aspecto como pirata, aunque en esta ocasión parecía un cazador por el encargo que me habían hecho, algo bastante curioso pues pronto tendría esa identidad nueva, la de un perfecto cazador.
Ya completada la pequeña metamorfosis salí del edificio por un escueto callejón y para mi sorpresa me topé con un par de matones con navaja apuntando mientras me exigían dinero. Yo ante esto solo pude reír a carcajadas, lo cuál provocó que ambos matones tratasen de apuñalarme, consciente de esto usé el tekkai para endurecer el cuerpo al mismo tiempo que el haki armadura, provocando que las navajas se doblasen al impactar contra mi, acto seguido cogí sus cabezas con fuerza tirándolas al suelo lo suficiente como para dejar el suelo lleno de sus sangres.
Estaban notablemente heridos y lastimados, pero no habían muerto, tal y como quería. Acercándome a estos encendí un cigarro riendo un poco recordando que en la otra isla reina de la tecnología estaba prohibido, casi prefería este lugar lleno de ratas callejeras.
- Oe, oe, ¿Ya? ¿No dais para mas diversión?- Pregunté encogiéndome de hombros.
Me agaché hasta estar a la altura de uno de estos y apagué mi cigarro con el contacto con su cara, provocando una quemadura considerable en la mejilla derecha de este individuo.
- Iros ahora mismo, buscar a vuestro jefe, y decirle que esté aquí en dos horas. Si no cumples el cometido te buscaré por esta maldita ciudad, te perseguiré sin que lo sepas hasta ver donde viven tus seres queridos, y empezaré a matarlos lentamente mientras tu te quedas observándolos atado a una mesa y con la boca literalmente cosida... ¿Me entiendes?...
Me levanté caminando hacia un bar cercano encendiendo un nuevo cigarro con una nueva sonrisa en mi rostro.
- No me falles inútil, o te arrepentirás. - Dije exhalando una gran cantidad de humo mientras cruzaba la carretera para entrar posteriormente en el bar de enfrente.
Para bajar el nivel de criminalidad me habían llamado a mi, pero no como miembro del Chiper Pol, sino como un pirata, algo que me pareció sumamente extraño, pero que iba a hacer gustosamente. Solo debía de vaciar el gatillo con la lista de criminales que me diesen y cobraría un pequeño pellizco de dinero, era perfecto.
A medida que bajaba por las escaleras del edificio abandonado fui modificando mi cuerpo lentamente para no causar ningún daño grave que fuese un error fatal para mi, un simple error y mi cara sería completamente otra, aunque lo que más temía no era eso, sino saber si podría recomponerla o no. Pelo corto, facciones más finas y cuadradas eran algunos de los rasgos más vistosos de mi aspecto como pirata, aunque en esta ocasión parecía un cazador por el encargo que me habían hecho, algo bastante curioso pues pronto tendría esa identidad nueva, la de un perfecto cazador.
...
Ya completada la pequeña metamorfosis salí del edificio por un escueto callejón y para mi sorpresa me topé con un par de matones con navaja apuntando mientras me exigían dinero. Yo ante esto solo pude reír a carcajadas, lo cuál provocó que ambos matones tratasen de apuñalarme, consciente de esto usé el tekkai para endurecer el cuerpo al mismo tiempo que el haki armadura, provocando que las navajas se doblasen al impactar contra mi, acto seguido cogí sus cabezas con fuerza tirándolas al suelo lo suficiente como para dejar el suelo lleno de sus sangres.
Estaban notablemente heridos y lastimados, pero no habían muerto, tal y como quería. Acercándome a estos encendí un cigarro riendo un poco recordando que en la otra isla reina de la tecnología estaba prohibido, casi prefería este lugar lleno de ratas callejeras.
- Oe, oe, ¿Ya? ¿No dais para mas diversión?- Pregunté encogiéndome de hombros.
Me agaché hasta estar a la altura de uno de estos y apagué mi cigarro con el contacto con su cara, provocando una quemadura considerable en la mejilla derecha de este individuo.
- Iros ahora mismo, buscar a vuestro jefe, y decirle que esté aquí en dos horas. Si no cumples el cometido te buscaré por esta maldita ciudad, te perseguiré sin que lo sepas hasta ver donde viven tus seres queridos, y empezaré a matarlos lentamente mientras tu te quedas observándolos atado a una mesa y con la boca literalmente cosida... ¿Me entiendes?...
Me levanté caminando hacia un bar cercano encendiendo un nuevo cigarro con una nueva sonrisa en mi rostro.
- No me falles inútil, o te arrepentirás. - Dije exhalando una gran cantidad de humo mientras cruzaba la carretera para entrar posteriormente en el bar de enfrente.
Angeline Labelle
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La noche se cernía sobre esa ciudad que había alcanzado pocos días antes. Ese mismo día había comido en un precioso hotel, pero las cosas fueron mal y no pude pagarlo, así que tuve que salir huyendo y quedarme vagando por los callejones. El tiempo no era nada del otro mundo, habían caído algunas gotas de agua anteriormente, pero se mantenía una temperatura constante y agradable, lo mismo hablando en términos de humedad. Yo, por otro lado, vestía un pantalón vaquero azul con muchas zonas rayadas, una camisa blanca y una pequeña chaqueta de cuero de color negro. El peinado como siempre, más despeinado que peinado y que decir de la cara, llevaba un día muy mal, de calle en calle y encontrándome siempre con gente encargada del hotel, no sabía como lo hacía, pero siempre acababa topándome con ellos.
Parecía ser que la ciudad era una total urbe tecnológica, pues tenían hasta proyectores en casi todos los bares y por la calle, la gente iba con una especie de auriculares, otros con ropas muy extrañas, nada convencional. No tenía nada que hacer en la ciudad y se me ocurrió ir a visitar la zona oscura de la que tantos se alejan, se supone que esta llena de piratas y criminales, será de lo más divertido, pensé. Una vez me encaminé en esa dirección, cogí uno de los libros que había robado el día anterior en una de esas carisimas librerías futuristas, era más bien una recopilación de la historia de esa ciudad, algo que me llamaba bastante, pues pasó de ser una civilización de prehistóricos a estar controlada por alta tecnología y que mejor aún, por mujeres.
Las mujeres, por otro lado, ocupaban el noventa por ciento de la población, o eso es lo que parecía, controlaban hasta el más mínimo de los puestos y no se les veía limpiando en un bar por ejemplo, eso era trabajo de hombres. Estaba todo muy extraño, pero no me importaba, yo venía a pasar un buen rato y no me importaba si el criminal que cazaba fuera mujer u hombre, para el caso, es lo mismo, los dos son criminales.
Una vez alcancé una de esas oscuras partes de la ciudad, pude observar a un grupo de hombres siendo pateados o perdiendo un combate, me acerqué con cierto recelo y miré atentamente que es lo que estaba sucediendo. Un hombre de pelo corto y con cierta cara de pirata se encontraba acabando con ellos, no sabía si tomármelo como un criminal o como una persona normal, así que decidí empezar con buen pie, saludándole.
-Buenas noches, que le trae por aquí señor, no creo que esta manada de criminales le sirva para pasar la noche, tengo entendido que criminales más fuertes merodean por estas oscuras calles.-Dije mostrando una sonrisa siniestra a la vez que me acercaba hacia la poca luz que iluminaba la calle.
Esperando su respuesta, cogí uno de mis kunais y empecé a juguetear con él moviendolo entre mis dedos, en un momento inesperado me corté sin darme cuenta y lo guardé al instante para que no pareciera tonto. No era un buen bufón y tampoco un buen acróbata, eso solo lo hacía para pasar el rato y parecer algo más siniestro, cosa que pocas veces funcionaba, pero que por extrañas razones, lo seguía intentando. El joven no parecía pertenecer a ese lugar, más bien, parecía buscar algo, al igual que yo.
- Ropa y cuerpo, cabe destacar que sigue siendo hombre en este pasado:
Parecía ser que la ciudad era una total urbe tecnológica, pues tenían hasta proyectores en casi todos los bares y por la calle, la gente iba con una especie de auriculares, otros con ropas muy extrañas, nada convencional. No tenía nada que hacer en la ciudad y se me ocurrió ir a visitar la zona oscura de la que tantos se alejan, se supone que esta llena de piratas y criminales, será de lo más divertido, pensé. Una vez me encaminé en esa dirección, cogí uno de los libros que había robado el día anterior en una de esas carisimas librerías futuristas, era más bien una recopilación de la historia de esa ciudad, algo que me llamaba bastante, pues pasó de ser una civilización de prehistóricos a estar controlada por alta tecnología y que mejor aún, por mujeres.
Las mujeres, por otro lado, ocupaban el noventa por ciento de la población, o eso es lo que parecía, controlaban hasta el más mínimo de los puestos y no se les veía limpiando en un bar por ejemplo, eso era trabajo de hombres. Estaba todo muy extraño, pero no me importaba, yo venía a pasar un buen rato y no me importaba si el criminal que cazaba fuera mujer u hombre, para el caso, es lo mismo, los dos son criminales.
Una vez alcancé una de esas oscuras partes de la ciudad, pude observar a un grupo de hombres siendo pateados o perdiendo un combate, me acerqué con cierto recelo y miré atentamente que es lo que estaba sucediendo. Un hombre de pelo corto y con cierta cara de pirata se encontraba acabando con ellos, no sabía si tomármelo como un criminal o como una persona normal, así que decidí empezar con buen pie, saludándole.
-Buenas noches, que le trae por aquí señor, no creo que esta manada de criminales le sirva para pasar la noche, tengo entendido que criminales más fuertes merodean por estas oscuras calles.-Dije mostrando una sonrisa siniestra a la vez que me acercaba hacia la poca luz que iluminaba la calle.
Esperando su respuesta, cogí uno de mis kunais y empecé a juguetear con él moviendolo entre mis dedos, en un momento inesperado me corté sin darme cuenta y lo guardé al instante para que no pareciera tonto. No era un buen bufón y tampoco un buen acróbata, eso solo lo hacía para pasar el rato y parecer algo más siniestro, cosa que pocas veces funcionaba, pero que por extrañas razones, lo seguía intentando. El joven no parecía pertenecer a ese lugar, más bien, parecía buscar algo, al igual que yo.
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El humo ascendía hacia los cielos una vez que salía de mis labios y este humo pronto se desvanecería, una lástima que algo tan bello pronto se desvaneciese entre los cielos disipándose, sin dejar rastro alguno de su existencia más que en mis propios pulmones. Quizás sonase extraño, pero era así, el único rastro de la belleza de ese montón de humo se encontraba grabado en el interior de mis pulmones.
-Buenas noches, que le trae por aquí señor, no creo que esta manada de criminales le sirva para pasar la noche, tengo entendido que criminales más fuertes merodean por estas oscuras calles- Dijo una voz masculina bastante cerca de mi.
Una sonrisa se dibujó en mi rostro al tiempo que giraba la cabeza para observarlo directamente, intentando reconocerlo de alguna manera que no resultaba efectiva, jamás había visto una persona así. Pelo naranja, y un aspecto digno del lugar donde nos encontrábamos, bien podría ser uno de los que viven aquí cometiendo todo tipo de crímenes, sin embargo sus palabras decían lo contrario, me hacía pensar que él no era alguien propio de esta isla.
- Para hacer una buena tortilla a veces tienes que partir unos cuantos huevos caballero, les acabo de ordenar que traigan a toda su gente a este lugar, por lo que no le recomiendo que esté aquí mucho tiempo.
El ambiente estaba bastante tenso a decir verdad, algo me decía que el peligro estaba bastante cerca, corriendo hacia mi, y ese joven iba a verse involucrado. Necesitaba ser algo distante y tenso para ver si eso lo ahuyentaba de aquí, pelear contra un gran grupo era peligroso independientemente de lo superior que fuese mi nivel de combate con respecto a estos, más aún si no uso mi arma preferida, pero por si esto no fuese poco, el tener a un turista aquí me iba a complicar las cosas aún más, dudo que pudiese protegerlo tranquilamente, aunque tampoco es que estuviese seguro de que no fuese un delincuente más que me trataba de engañar haciéndose el despistado, no podía bajar la guardia con él.
Acto seguido contuve una pequeña risa al ver como se había causado una herida él solo con lo que parecía un kunai, pude deducir entonces que él era un luchador, como yo, pero que por desgracia no tenía aún la experiencia necesaria para combatir contra una gran multitud o un oponente mucho más fuerte que él.
- No bromeo, será mejor que se largue o resultará herido. Me han contratado para limpiar la basura de este lugar y es justo lo que pretendo hacer.
Una nueva calada y el cigarro había muerto en mis labios, por fortuna el fumar tanto aún no me había pasado factura, el día que comience a hacerlo será cuando deba de ponerme las pilas en mi vida, no tenía intención de llegar a viejo usando el cuerpo tal y como lo estoy usando, sería un infierno, prefería arder con toda la juventud que podía alcanzar hasta convertirme en cenizas blancas, ser un viejo no era mi estilo precisamente.
Un fuerte viento se levantó entonces, y él viento traía un olor bastante desagradable, a podrido, las cloacas no estaban precisamente limpias, al contrario que el resto de la ciudad, un dato que me pareció extremadamente extraño, ¿Por qué un lugar tan limpio tenía las cloacas llenas de suciedad?. Nada más hacerme la pregunta obtuve una respuesta clara en mi cabeza, algo les impedía limpiarlas, y ese algo solo podía ser una cosa, las ratas de esta sociedad, los criminales vivían bajo la ciudad, entre la basura, los escombros y los desechos, un lugar idóneo para las ratas.
Reflexionado sobre esto miré nuevamente al joven de pelo naranja suspirando, preguntándome porqué seguía aquí. Mientras lo hacía saqué de mi bolsillo derecho un cigarro que deposité sobre mi labio inferior para al instante prenderlo con el mechero que había sacado de mi bolsillo izquierdo, estaban aproximándose los criminales, podía notarlo, y efectivamente venían desde los subsuelos de la ciudad, las cloacas. Reí levemente y miré al joven de pelo naranja.
- Lo siento, pero es demasiado tarde para que huyas, ya están aquí. Pero al menos sabes pelear ¿No es así pequeño? - Pregunté burlón al tiempo que caminaba hasta la pared del edificio más cercano apoyándome en este.
Desconocía las infraestructuras de la ciudad, al contrario que los enemigos, por lo que lo más seguro era mantener mis espaldas a salvo apoyándola contra el muro y mirando de cerca la primera alcantarilla que tenía a la vista, iban a salir por ahí, o al menos unos cuantos. Al menos habían llegado antes de lo que les dije, por lo que no tendría que esperarles mucho.
- ¿Sabrás pelear muchacho? - Me pregunté en mis pensamientos en referencia al joven de pelo naranja, no tenía escapatoria y tendría que unirse a la pelea, una lástima, estaba en el peor momento en el peor lugar posible de la isla.
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El joven tenía unas peinado algo despeinado y llevaba un camiseta descuidada, aunque no parecía según sus palabras mostrar ningún signo de hombre desordenado. Según sus expresas palabras, les había ordenado a esos desgraciados que traigan a todas las personas de ese lugar, eso se iba a poner muy complicado tras esa frase. No creía que eran pocas las personas que vivían en esa ciudad, y que decir de los criminales que poblaban esa parte, era peligroso quedarse con el, pero lo haría, no tenía más remedio y además me picaba la curiosidad por conocer su estilo de lucha. No tardó mucho en pasar lo de mi corte con el kunai y el joven río por unos segundos y el joven me intentó convencer de que me fuera, cose que no haría, tenía bastantes ganas de ver lo que iba a acontecer.
-No pienso irme de aquí, tengo ganas de ver de que son capaces estos bastardos y además quiero ver su estilo de lucha. No soy tan débil como parece, aunque si algo torpe por lo que habrás visto, lo mio no es pasar por chulo, soy bastante torpe intentándolo.-Dije con una media sonrisa y terminé en una carcajada después de hablar sobre mi torpeza.
El hombre estaba fumando y se notaba que no era la primera vez, pues parecía llevar mucho tiempo haciendolo, aunque intentara ocultarlo, no cualquiera es capaz de echar de esa manera el humo. Era un mal vicio, pero no me afectaba en lo más mínimo si otro fumaba a mi alrededor, es más, no me importaba. Lo que a mi no me afectara directamente, no era necesario buscarle una forma de contrarrestarlo, pensaba interiormente. Mis pensamientos, sin embargo fueron espantados por un fuerte viento que vino hacia nosotros desde las alcantarillas, el olor era horrible y además con mi olfato de felino, lo sentí con más fuerza todavía, tapé mi nariz con toda la prisa del mundo y miré hacia una de las alcantarillas con total sorpresa, no sabía lo que iría a pasar, pero no parecía ser nada bueno.
Los criminales ya se estaban aproximando y el hombre por fin me dijo que ya era demasiado tarde para irme, tampoco pensaba hacerlo aún así. Preguntó si era capaz de pelear. ¿Cómo podía haberme preguntado algo así, a caso aparentaba ser un total imbécil en la lucha? Mis pensamientos giraban entorno a esa pregunta y a su frase, no podía creer que creyera que era un estúpido y se lo iría a demostrar en ese mismo momento.
Tomé tres de mis shurikens y concentré mi energía en estos, se volvieron de color amarillos y los lancé hacia un grupo de criminales que venían por mi costado izquierdo. Al impactar dos criminales cayeron al suelo y el otro shuriken creó una explosión al tocar el suelo que hizo que el tercer criminal cayera a un costado y chocara contra los dos cuerpos, al parecer sin vida de sus compañeros. Eso debía demostrarle que no era tan débil como parecía, aunque no estaba seguro de haber hecho lo correcto, pues ya le estaba enseñando una pequeña muestra de mis ataques, lo que le podría dar una gran ventaja si llegara a luchar contra él, aunque de momento no lo veía necesario, estaba confiando más de lo que debía.
-Y bien, ¿ahora sigo pareciéndote débil señor?-Pregunté con una sonrisa completa y sin ninguna segunda intención, era divertido poder luchar al lado de alguien, esto me había pasado hace mucho, cuando luchaba al lado del joven peliverde, Midorima y desde entonces no volví a hacer el mismo acto de fe confiando en alguien que no conocía por completo y ayudando con enemigos también desconocidos.
Esperé las palabras del hombre mientras me ponía también contra una pared para vigilar la misma alcantarilla que estaba mirando este, se oían ruidos y de golpe salieron de esta unos cuantos hombres vestidos de bandidos y con algunas armas pesadas entre sus manos, algunos tenían bates de metal y otros poseían lo que parecían ser pistolas, aunque no estaba del todo seguro si eran normales o modificadas, puesto que esos diseños parecían demasiado futuristas y no había visto algo parecido nunca, solo quedaba esperarse y observar cuales serían sus primeros ataques, actuaría en función del hombre pelinegro que se encontraba conmigo.
-Vaya vaya, así que si que vinieron al final, bueno, así será más divertido. ¿No cree?-Dije sonriendo mientras miraba por un segundo al hombre de mi derecha, que consideraba ya un compañero.-Oh, se me olvidó añadir que me llaman Kryword, me gustaría conocer su nombre si no le importa, es más bien para saber a quién tengo el placer de dirigirle la palabra.-Añadí seguidamente con la intención de conocer con quien me encontraba hablando, por si en un futuro lo volvía a ver.
-No pienso irme de aquí, tengo ganas de ver de que son capaces estos bastardos y además quiero ver su estilo de lucha. No soy tan débil como parece, aunque si algo torpe por lo que habrás visto, lo mio no es pasar por chulo, soy bastante torpe intentándolo.-Dije con una media sonrisa y terminé en una carcajada después de hablar sobre mi torpeza.
El hombre estaba fumando y se notaba que no era la primera vez, pues parecía llevar mucho tiempo haciendolo, aunque intentara ocultarlo, no cualquiera es capaz de echar de esa manera el humo. Era un mal vicio, pero no me afectaba en lo más mínimo si otro fumaba a mi alrededor, es más, no me importaba. Lo que a mi no me afectara directamente, no era necesario buscarle una forma de contrarrestarlo, pensaba interiormente. Mis pensamientos, sin embargo fueron espantados por un fuerte viento que vino hacia nosotros desde las alcantarillas, el olor era horrible y además con mi olfato de felino, lo sentí con más fuerza todavía, tapé mi nariz con toda la prisa del mundo y miré hacia una de las alcantarillas con total sorpresa, no sabía lo que iría a pasar, pero no parecía ser nada bueno.
Los criminales ya se estaban aproximando y el hombre por fin me dijo que ya era demasiado tarde para irme, tampoco pensaba hacerlo aún así. Preguntó si era capaz de pelear. ¿Cómo podía haberme preguntado algo así, a caso aparentaba ser un total imbécil en la lucha? Mis pensamientos giraban entorno a esa pregunta y a su frase, no podía creer que creyera que era un estúpido y se lo iría a demostrar en ese mismo momento.
Tomé tres de mis shurikens y concentré mi energía en estos, se volvieron de color amarillos y los lancé hacia un grupo de criminales que venían por mi costado izquierdo. Al impactar dos criminales cayeron al suelo y el otro shuriken creó una explosión al tocar el suelo que hizo que el tercer criminal cayera a un costado y chocara contra los dos cuerpos, al parecer sin vida de sus compañeros. Eso debía demostrarle que no era tan débil como parecía, aunque no estaba seguro de haber hecho lo correcto, pues ya le estaba enseñando una pequeña muestra de mis ataques, lo que le podría dar una gran ventaja si llegara a luchar contra él, aunque de momento no lo veía necesario, estaba confiando más de lo que debía.
-Y bien, ¿ahora sigo pareciéndote débil señor?-Pregunté con una sonrisa completa y sin ninguna segunda intención, era divertido poder luchar al lado de alguien, esto me había pasado hace mucho, cuando luchaba al lado del joven peliverde, Midorima y desde entonces no volví a hacer el mismo acto de fe confiando en alguien que no conocía por completo y ayudando con enemigos también desconocidos.
Esperé las palabras del hombre mientras me ponía también contra una pared para vigilar la misma alcantarilla que estaba mirando este, se oían ruidos y de golpe salieron de esta unos cuantos hombres vestidos de bandidos y con algunas armas pesadas entre sus manos, algunos tenían bates de metal y otros poseían lo que parecían ser pistolas, aunque no estaba del todo seguro si eran normales o modificadas, puesto que esos diseños parecían demasiado futuristas y no había visto algo parecido nunca, solo quedaba esperarse y observar cuales serían sus primeros ataques, actuaría en función del hombre pelinegro que se encontraba conmigo.
-Vaya vaya, así que si que vinieron al final, bueno, así será más divertido. ¿No cree?-Dije sonriendo mientras miraba por un segundo al hombre de mi derecha, que consideraba ya un compañero.-Oh, se me olvidó añadir que me llaman Kryword, me gustaría conocer su nombre si no le importa, es más bien para saber a quién tengo el placer de dirigirle la palabra.-Añadí seguidamente con la intención de conocer con quien me encontraba hablando, por si en un futuro lo volvía a ver.
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Por muchas insistencias que tuve con que se marchase no sirvió de nada, finalmente llegaron los matones y no me había desecho del chaval, desde luego eso me complicaría las cosas.
Al fin llegaron unos pocos criminales, perfecto, ahora solo debía de esperar a que llegasen todos y hablar con estos, desde luego la propuesta que iba a hacerles les interesaría y provocaría el efecto que tanto deseaba, pero para mi mala suerte el chico atacó a estos matándolos instantáneamente, un golpe bastante curioso a decir verdad que me daba una idea de que no era tan débil como parecía jugando antes con sus armas, pero me había fastidiado el plan de hablar con estos sin necesidad de pelear más.
- Desde luego no eres tan débil como pareces, pero si idiota... ahora tendremos que pelear contra todos estos. - Le respondí sonriente sacando del cinto de mi espalda una pistola eléctrica.
- ¿Quieres diversión? Felicidades, la acabas de conseguir. - Acto seguido me tiré a un lado soltando el cigarro y disparando a un tipo que iba a atacarle por su lado ciego mientras me miraba, de forma que conseguía dejarlo electrocutado en el suelo.
Sin detenerme me reincorporé cambiando de pistolas a las pistolas realmente mortales y disparé a cada lado del callejón para evitar que ninguno se me acercase unas cuantas balas piricas seguidas, provocando que algunos de estos muriesen al instante mientras el fuego quemaba sus ropas y cuerpo quemando a quien se acercase. Rápido cambié a balas triples y disparé al azar 9 balas prácticamente hacia donde estaba la aglomeración con idea de dañar a varias personas, consiguiendo con esto que cayesen al suelo ya fuesen muertos o heridos hasta 27 personas, perfecto. [A.F] Haki Armadura 3
- Eh, gatito asustadizo. - Dije refiriéndome al chico torpe del Kunai.- ¿Podrás igualar esto? No podemos dejar a ni uno solo con vida ¿Está claro? - Expliqué riendo a carcajadas como un auténtico loco.
La cosa estaba poniéndose realmente seria, ninguno era rival para mi o mi compañero, pero eran un número demasiado grande de rivales, y al estar el joven a mi lado no podía desatar todo mi potencial, quien vea eso debe morir, y sinceramente, no quería matar al chico, me había caído bien aunque mis palabras no lo demostrasen totalmente. En la cima de los edificios había más matones que comenzaron a lanzar piedras hacia nosotros para tratar de dañarnos, de golpear alguna de estas en la cabeza de alguno quizás correríamos verdadero peligro de morir.
- ¡Cuidado con tu cabeza! ¡Nos lanzan piedras y apuntan a nuestras preciosas cabezas! - Grité a mi compañero mientras me colocaba con idea de disparar desde donde estaba a los de arriba a continuación.
Al fin llegaron unos pocos criminales, perfecto, ahora solo debía de esperar a que llegasen todos y hablar con estos, desde luego la propuesta que iba a hacerles les interesaría y provocaría el efecto que tanto deseaba, pero para mi mala suerte el chico atacó a estos matándolos instantáneamente, un golpe bastante curioso a decir verdad que me daba una idea de que no era tan débil como parecía jugando antes con sus armas, pero me había fastidiado el plan de hablar con estos sin necesidad de pelear más.
- Desde luego no eres tan débil como pareces, pero si idiota... ahora tendremos que pelear contra todos estos. - Le respondí sonriente sacando del cinto de mi espalda una pistola eléctrica.
- ¿Quieres diversión? Felicidades, la acabas de conseguir. - Acto seguido me tiré a un lado soltando el cigarro y disparando a un tipo que iba a atacarle por su lado ciego mientras me miraba, de forma que conseguía dejarlo electrocutado en el suelo.
Sin detenerme me reincorporé cambiando de pistolas a las pistolas realmente mortales y disparé a cada lado del callejón para evitar que ninguno se me acercase unas cuantas balas piricas seguidas, provocando que algunos de estos muriesen al instante mientras el fuego quemaba sus ropas y cuerpo quemando a quien se acercase. Rápido cambié a balas triples y disparé al azar 9 balas prácticamente hacia donde estaba la aglomeración con idea de dañar a varias personas, consiguiendo con esto que cayesen al suelo ya fuesen muertos o heridos hasta 27 personas, perfecto. [A.F] Haki Armadura 3
- Eh, gatito asustadizo. - Dije refiriéndome al chico torpe del Kunai.- ¿Podrás igualar esto? No podemos dejar a ni uno solo con vida ¿Está claro? - Expliqué riendo a carcajadas como un auténtico loco.
La cosa estaba poniéndose realmente seria, ninguno era rival para mi o mi compañero, pero eran un número demasiado grande de rivales, y al estar el joven a mi lado no podía desatar todo mi potencial, quien vea eso debe morir, y sinceramente, no quería matar al chico, me había caído bien aunque mis palabras no lo demostrasen totalmente. En la cima de los edificios había más matones que comenzaron a lanzar piedras hacia nosotros para tratar de dañarnos, de golpear alguna de estas en la cabeza de alguno quizás correríamos verdadero peligro de morir.
- ¡Cuidado con tu cabeza! ¡Nos lanzan piedras y apuntan a nuestras preciosas cabezas! - Grité a mi compañero mientras me colocaba con idea de disparar desde donde estaba a los de arriba a continuación.
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Al joven pelinegro pareció no gustarle del todo mi ataque, aunque dijo que no era débil, afirmó que era tonto, algo que me disgustó bastante pero no le di demasiada importancia, pues esa situación se había puesto más complicada de lo que esperaba. Diversión era lo que íbamos a tener seguidamente, pues muchos más criminales salían de todos los rincones a nuestro alrededor. Vi al joven saltar con una pistola extraña en la mano y disparando detrás de mi, donde se encontraba un bastardo que estaba a punto de hacerme trizas, me asusté de eso y rodé dando una voltereta hacia adelante, por extraño que parezca, una bala pasó por encima de mi en ese momento y la esquivé con esa estúpida voltereta.
Había que ponerse serio y miré al pelinegro para ver que estaba a punto de hacer, en unos momentos empezó a disparar usando dos pistolas a todos lados y consiguió matar a un total de veintisiete enemigos, algo increíble y casi insuperable, de no ser porqué me encantaban las distancias y más si estas me permitían usar mi arma favorita, mi búmeran. Tomé este arma de mi espalda y lo tiré con fuerza en dirección a varios matones que se encontraban en los edificios y que el joven pelinegro había confirmado que nos estaban atacando con piedras. El búmeran estaba cubierto de ondas de choque y todas las piedras que se le toparon en el camino acabaron cayendo como polvo, poco después y durante su vuelo llegó a pasar por al lado de los piratas y al ver eso, estos gritaron mirándome y diciendo que mi puntería era pésima. Esbocé una media sonrisa de satisfacción y vi como por detrás de ellos volvía el búmeran, cortándoles todo el cuerpo de torso para arriba.
-Veamos, no creo ser capaz de igualar la cantidad de enemigos que eres capaz de derrotar, pero si que puedo igualar la fuerza con que lo haces. Pero pensemos claro y lógico, por qué demonios estamos intentando combatir por quién mata más cuando debemos eliminarlos a todos, no importa cuantos matemos, parece que vendrán más, habrá que cortar este problema de raíz.-Dije sonriendo mientras tiraba el búmeran hacia uno de los edificios, al chocar contra uno de los pilares del edificio, este cayó sobre una de las alcantarillas, eso era el principio, ahora necesitábamos tapar cada una de esas ratoneras.
-Yo me ocuparé de tapar esas ratoneras si me cubres la espalda, muchas gracias por todo, admito que ha sido un poco tonto por mi parte atacar tan descaradamente. Pero quién sabe, quizás así sea más fácil que aparezcan los que están tras este asunto tan maloliente.-Añadí tras las anteriores palabras sonriendo y preparándome para tirar otro de mi búmeran ante la señal de que el me protegiera. Estaba empezando a confiar en el, que aunque me había insultado, me estaba cayendo bien y quién sabe, igual después de esto podríamos entablar una amistado o simplemente una alianza, todo quedaba en las manos del destino. Volví a mi forma humana tras eso y miré alrededor, los enemigos seguían saliendo de las tres alcantarillas que no estaban tapadas.
Había que ponerse serio y miré al pelinegro para ver que estaba a punto de hacer, en unos momentos empezó a disparar usando dos pistolas a todos lados y consiguió matar a un total de veintisiete enemigos, algo increíble y casi insuperable, de no ser porqué me encantaban las distancias y más si estas me permitían usar mi arma favorita, mi búmeran. Tomé este arma de mi espalda y lo tiré con fuerza en dirección a varios matones que se encontraban en los edificios y que el joven pelinegro había confirmado que nos estaban atacando con piedras. El búmeran estaba cubierto de ondas de choque y todas las piedras que se le toparon en el camino acabaron cayendo como polvo, poco después y durante su vuelo llegó a pasar por al lado de los piratas y al ver eso, estos gritaron mirándome y diciendo que mi puntería era pésima. Esbocé una media sonrisa de satisfacción y vi como por detrás de ellos volvía el búmeran, cortándoles todo el cuerpo de torso para arriba.
- Media sonrisa de Kry:
-Veamos, no creo ser capaz de igualar la cantidad de enemigos que eres capaz de derrotar, pero si que puedo igualar la fuerza con que lo haces. Pero pensemos claro y lógico, por qué demonios estamos intentando combatir por quién mata más cuando debemos eliminarlos a todos, no importa cuantos matemos, parece que vendrán más, habrá que cortar este problema de raíz.-Dije sonriendo mientras tiraba el búmeran hacia uno de los edificios, al chocar contra uno de los pilares del edificio, este cayó sobre una de las alcantarillas, eso era el principio, ahora necesitábamos tapar cada una de esas ratoneras.
-Yo me ocuparé de tapar esas ratoneras si me cubres la espalda, muchas gracias por todo, admito que ha sido un poco tonto por mi parte atacar tan descaradamente. Pero quién sabe, quizás así sea más fácil que aparezcan los que están tras este asunto tan maloliente.-Añadí tras las anteriores palabras sonriendo y preparándome para tirar otro de mi búmeran ante la señal de que el me protegiera. Estaba empezando a confiar en el, que aunque me había insultado, me estaba cayendo bien y quién sabe, igual después de esto podríamos entablar una amistado o simplemente una alianza, todo quedaba en las manos del destino. Volví a mi forma humana tras eso y miré alrededor, los enemigos seguían saliendo de las tres alcantarillas que no estaban tapadas.
León Zaid
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fuerza
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Akuma no mi
Varios
Todos los sucesos se estaban sucediendo con gran rapidez, por fortuna mi compañero no era un estorbo, al contrario, servía de ayuda en esta lucha contra tantos enemigos. Puede que estos sean simples moscas pesadas que no podrían derrotarnos ni en mil años, sin embargo, el gran número que tenían a su favor era lo realmente complicado, ya que con un simple descuido acabaríamos siendo heridos.
El joven que me acompañaba provocó la caída de un edificio sobre una boca de alcantarilla, frenando así toda posibilidad de que viniesen más miembros desde allí, sin embargo aún quedaban tres aperturas por donde seguían viniendo las moscas, estaba realmente harto de esta situación y gustoso la acabaría si no tuviese a mi lado a un testigo como mi compañero, el cuál podía descubrir mi identidad, eso sería fatal, tendría que matarlo.
- Es una buena idea esa de cubrir la salida con el edificio chaval- Dije con una pequeña sonrisa al tiempo que me dirigía a una alcantarilla y la tapaba con la pierna disparando a mi alrededor. Por mucho que empujasen desde dentro de los alcantarillados no iban a poder levantar mi pierna, lamentablemente para ellos mi fuerza era mayor que la que podían crear dos o tres moscas empujando la tapa. - Sin embargo, en mi misión estaba que tuviese los mínimos daños posibles en el lugar, y me acabas de joder algunos miles de berris. Comprende que te odie un poco ahora. - Le reproché riendo un poco para que entendiese que no era tan importante como parecía por mis palabras.
Desde luego, si el joven quería demostrarme su fuerza con derrumbar el edificio, lo había logrado, no cualquiera puede hacer eso, pero las consecuencias eran demasiado importantes. Además, solo por hacer eso ya podría tener recompensa por su cabeza de llegar a reportar sus acciones.
Observé en ese instante como desde el tejado de otro edificio nos lanzaron tres objetos, que personalmente me encantaban, pero odiaba que me lanzasen, tres granadas. Por suerte venían a mi dirección, los pobres condenados de allí arriba no sabían que podía detenerlas, acción que realicé al instante en dos de ellas, pero no en la tercera, la cuál cogiéndola al vuelo la metí dentro de la alcantarilla que había bajo mis pies. Al instante, un estallido resonó debajo de la tapa, sin duda todos los que estuviesen ahí acababan de perder la vida.
Guardando las otras dos granadas en mi bolsillo me acerqué a mi compañero. Este se envalentonó por la situación, proponiendo un plan. Me gustaba que los jóvenes tomasen iniciativa, era una buena señal, serían capaces de enfrentar un momento improvisado, pero no iba a dejar que la siguiese en esta ocasión.
- Lo lamento chico, pero tengo un plan mejor... cubre mis espaldas mientras voy a las dos alcantarillas que hay delante, cuando entre en la segunda, cuenta hasta siete, y entra tu también.
Lo correcto hubiese sido esperar su respuesta, pero quizás el obtener tanta fuerza en los últimos años me había vuelto algo arrogante, con lo que marché sin escucharlo hacia mi objetivo, la alcantarilla de la derecha. Vacié mi cargador de balas triples en mis cercanías y en los alrededores de la alcantarilla, para una vez llegado ahí sacar una granada activandola de nuevo y tirándola dentro. Al instante tapé la salida y volví a sentir ese pequeño temblor bajo mis pies, había muchos muertos ahí debajo, y eso en cierto modo me gustaba.
Sin perder más tiempo entré en la última alcantarilla, y aprovechando que el chico tardaría unos segundos solté todos mis hilos con filo afilado y los moví por todo el interior, desmembrando y decapitando a todo ser vivo que había allí. 4 segundos tardé en completar dicha acción y esperé a la llegada de mi compañero. Una vez hecho solté fuera la última granada y tapé la salida de esta alcantarilla.
- Si todo va bien... - Dije guardando una pequeña pausa en la cuál resonó la explosión de fuera. - Todos están muertos...
Dicho esto me dejé caer en el suelo, apoyando mi espalda en la pared. No es que estuviese demasiado cansado, pero como ahora no había peligro, era mejor estar al 100% para nuestro próximo movimiento. Miré a mi compañero y sonreí al tiempo que sacaba un cigarro de mi chaqueta y le prendía fuego en mis labios. Dejé que el humo entrase en mis pulmones, sintiendo una gran paz y tranquilidad, para acto seguido soltar el humo y comenzar a hablar un poco con el chico manteniendo la mirada fija y perdida en uno de los cadáveres que ahí había.
- Siéntate y descansa... has hecho un buen trabajo... - Saqué mi paquete de tabaco y lo extendí hacia él. - ¿Quieres un poco? - Pregunté apoyando mi cabeza en la pared dando una nueva calada al cigarro. - Allí delante... habrá más de estos, y algunos tipos más fuertes... ¿Deseas seguir? - Pregunté mirando esta vez fijamente a sus ojos para que viese que me lo tomaba muy en serio, pero tampoco con mal humor o de forma amenazante. - Si no te ves capacitado, o no quieres verte involucrado más en esto, es mejor que dedicas aquí y ahora, te diré como puedes salir de forma segura y listo, nunca nos volveremos a ver.
El joven que me acompañaba provocó la caída de un edificio sobre una boca de alcantarilla, frenando así toda posibilidad de que viniesen más miembros desde allí, sin embargo aún quedaban tres aperturas por donde seguían viniendo las moscas, estaba realmente harto de esta situación y gustoso la acabaría si no tuviese a mi lado a un testigo como mi compañero, el cuál podía descubrir mi identidad, eso sería fatal, tendría que matarlo.
- Es una buena idea esa de cubrir la salida con el edificio chaval- Dije con una pequeña sonrisa al tiempo que me dirigía a una alcantarilla y la tapaba con la pierna disparando a mi alrededor. Por mucho que empujasen desde dentro de los alcantarillados no iban a poder levantar mi pierna, lamentablemente para ellos mi fuerza era mayor que la que podían crear dos o tres moscas empujando la tapa. - Sin embargo, en mi misión estaba que tuviese los mínimos daños posibles en el lugar, y me acabas de joder algunos miles de berris. Comprende que te odie un poco ahora. - Le reproché riendo un poco para que entendiese que no era tan importante como parecía por mis palabras.
Desde luego, si el joven quería demostrarme su fuerza con derrumbar el edificio, lo había logrado, no cualquiera puede hacer eso, pero las consecuencias eran demasiado importantes. Además, solo por hacer eso ya podría tener recompensa por su cabeza de llegar a reportar sus acciones.
Observé en ese instante como desde el tejado de otro edificio nos lanzaron tres objetos, que personalmente me encantaban, pero odiaba que me lanzasen, tres granadas. Por suerte venían a mi dirección, los pobres condenados de allí arriba no sabían que podía detenerlas, acción que realicé al instante en dos de ellas, pero no en la tercera, la cuál cogiéndola al vuelo la metí dentro de la alcantarilla que había bajo mis pies. Al instante, un estallido resonó debajo de la tapa, sin duda todos los que estuviesen ahí acababan de perder la vida.
Guardando las otras dos granadas en mi bolsillo me acerqué a mi compañero. Este se envalentonó por la situación, proponiendo un plan. Me gustaba que los jóvenes tomasen iniciativa, era una buena señal, serían capaces de enfrentar un momento improvisado, pero no iba a dejar que la siguiese en esta ocasión.
- Lo lamento chico, pero tengo un plan mejor... cubre mis espaldas mientras voy a las dos alcantarillas que hay delante, cuando entre en la segunda, cuenta hasta siete, y entra tu también.
Lo correcto hubiese sido esperar su respuesta, pero quizás el obtener tanta fuerza en los últimos años me había vuelto algo arrogante, con lo que marché sin escucharlo hacia mi objetivo, la alcantarilla de la derecha. Vacié mi cargador de balas triples en mis cercanías y en los alrededores de la alcantarilla, para una vez llegado ahí sacar una granada activandola de nuevo y tirándola dentro. Al instante tapé la salida y volví a sentir ese pequeño temblor bajo mis pies, había muchos muertos ahí debajo, y eso en cierto modo me gustaba.
Sin perder más tiempo entré en la última alcantarilla, y aprovechando que el chico tardaría unos segundos solté todos mis hilos con filo afilado y los moví por todo el interior, desmembrando y decapitando a todo ser vivo que había allí. 4 segundos tardé en completar dicha acción y esperé a la llegada de mi compañero. Una vez hecho solté fuera la última granada y tapé la salida de esta alcantarilla.
- Si todo va bien... - Dije guardando una pequeña pausa en la cuál resonó la explosión de fuera. - Todos están muertos...
Dicho esto me dejé caer en el suelo, apoyando mi espalda en la pared. No es que estuviese demasiado cansado, pero como ahora no había peligro, era mejor estar al 100% para nuestro próximo movimiento. Miré a mi compañero y sonreí al tiempo que sacaba un cigarro de mi chaqueta y le prendía fuego en mis labios. Dejé que el humo entrase en mis pulmones, sintiendo una gran paz y tranquilidad, para acto seguido soltar el humo y comenzar a hablar un poco con el chico manteniendo la mirada fija y perdida en uno de los cadáveres que ahí había.
- Siéntate y descansa... has hecho un buen trabajo... - Saqué mi paquete de tabaco y lo extendí hacia él. - ¿Quieres un poco? - Pregunté apoyando mi cabeza en la pared dando una nueva calada al cigarro. - Allí delante... habrá más de estos, y algunos tipos más fuertes... ¿Deseas seguir? - Pregunté mirando esta vez fijamente a sus ojos para que viese que me lo tomaba muy en serio, pero tampoco con mal humor o de forma amenazante. - Si no te ves capacitado, o no quieres verte involucrado más en esto, es mejor que dedicas aquí y ahora, te diré como puedes salir de forma segura y listo, nunca nos volveremos a ver.
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