(Pasado) (privado) La llama y la gema

-No se escapará - Ese era el único pensamiento de la chica en aquel momento, aunque ninguno que la viera podría haberla diferenciado de una bestia cualquiera persiguiendo a su presa.

A pesar de encontrarse en una isla bastante tranquila y poblada en toda su zona costera, signo claro de la presencia de hostales y buenos restaurantes, nada de eso le servía a alguien de su clase social, que sobrevivía como podía, y menos e un día en el que, por una u otra razón, las calles de la ciudad más cercana a su posición estaban desiertas. Es por eso que, tras haberse pasado toda la mañana recorriendo dicha ciudad, buscando un punto de aglomeración de gente como un mercadillo, sin éxito, acabo viendo la caza como su única forma de no morir de hambre ese día.

Tras dejar la ciudad, extrañamente desierta en la que se hallaba, se adentro en el denso bosque que se extendía varios kilómetros frente a sus ojos. El bosque era bastante denso, lo que causaba que las telas azules que componían parte de su conjunto y su pelo, el cual le llegaba por debajo de la cintura, se enganchara de vez en cuando con alguna rama, atrasando su paso. Aquello le resultaba estresante, era incapaz de avanzar con comodidad, y así sería imposible conseguir algo que llevarse a la boca.

Sin pensárselo dos veces, tras haber aguantado apenas durante media hora el ir "enredándose" por ese bosque, decidió que su mejor opción sería un "cambio de look". Una vez encontró un lugar que le pareció seguro para sus pertenencias,
se deshizo de las prendas de ropa azul que la cubrían, además de quitarse las botas (por su manía de ir descalza) y soltarse el cabello , guardando los coleteros y las botas, envueltos en las prendas azules, y quedando solo con su mono verde, de pantalón corto y sin mangas ni tirantes, sujeto con un cinturón en el que llevaba sus dagas y las cintas atadas a su muslo y sus tobillos.

Tras guardar sus escasas pertenencias, empezó a avanzar con mayor sigilo, y rapidez, sus pasos podrían recordar a los de un elegante felino, aunque eso era algo normal, y como felina que era, comenzó a ir saltando con agilidad de rama en rama, observando así mejor el terreno.

—  Lo encontré. —  Murmuró, al  alcanzar a ver un conejo de color pardo oscuro. Pero, por muy felina que fuera, la torpeza seguía siendo uno de sus fallos, y el estar demasiado concentrada, pensando en comida, no pudo evitar que su anterior sigilo se echara a perder al pisar mal, en un punto "frágil" de la rama, causando un sonoro chasquido antes de romperse, lo que hzo que el conejo echara a correr.

-MALDICIÓN, ¡NO HUYAS!- Pensó mientras se transformaba en Puma. Si, ella era una de esas personas odiadas por el mar, una usuaria de Akuma, y como tal, su "pecado", el que la forzaron a cometer, le había concedido  el don de convertirse en aquel magnífico felino de pelaje rojizo y ojos azulados.

La persecución fue rápida y breve, o al menos eso debería haber sido, pero en algunos casos el tamaño importa, y este era uno de esos. Tras apenas cuarto de hora corriendo tras el condenado animal, creía estar a punto de atraparlo, pero este, al dirigirse hacia un llano, encontró con cabello rojizo y un parche en el ojo a su salvador, escurriéndose por entre las piernas del chico, que se encontraba de espaldas, realizando lo que aparentaba ser un calentamiento previo o un estiramiento para realizar o finalizar algún entrenamiento o practica.

Nada más alcanzó el claro por el que había huido aquella maldito ratón de capo, se topo de bruces con el joven de espaldas, y lo peor era que no podía frenar, al haber realizado un amplío salto con intención de atrapar a su presa.

-NO NO NO, ¿POR QUÉ?- Esas fueron las palabras que resonaron en su cabeza.
—¡Apártate! — Gritó la chica, que había logrado por lo menos deshacer su transformación antes de clavarle sus garras por error.

La suave brisa hacía mecerse con delicadeza sus mechones escarlata, libres en aquel momento de la banda que solía sujetar su melena. Se encontraba de pie, con los ojos cerrados, tanto el bueno como el del parche, disfrutando de aquella cómoda situación. La temperatura era agradable, ni frío ni calor, perfecta para poder estar en manga corta sin problema alguno. Una bolsa reposaba a los pies del chico, donde llevaba sus pertenencias, junto a su katana, clavada en el suelo.

Llevaba varios días en aquella isla, disfrutando de las comidas típicas del lugar, curioseando las calles del poblado costero y divirtiéndose, cómo no, con las jóvenes y atractivas chicas de la zona. Sin embargo, aquel día estaba siendo completamente diferente. Las calles estaban desérticas, como si la isla llevase abandonada durante años, aunque el ruido que se podía escuchar proveniente de las casas delataba esta situación.

Puesto que no parecía que fuese a poder obtener ningún tipo de entretenimiento en el pueblo, decidió salir a explorar un poco, llegando hasta el prado en el que se encontraba. "Tal vez estaría bien hacer algo de ejercicio, llevo mucho sin practicar" pensó al tiempo que abría los ojos y se disponía a comenzar su entrenamiento.

Empezó a calentar tranquilamente. Brazos, piernas, cintura... Sin embargo, algo le perturbó. Comenzó a escuchar ruido proveniente de su espalda, desde el bosque. "Algún animal" pensó, por lo que no le dio mayor importancia y siguió a lo suyo. Fue entonces cuando el pequeño conejo pasó a toda velocidad por entre sus piernas. Alzó una ceja y de repente escuchó una voz femenina a su espalda, diciéndole que se apartara. Se giró y observó entonces a una joven con el pelo naranja y algunas ligeras prendas de ropa, lo que le dio tiempo antes de que se precipitase sobre él.

- Kami-e -susurró, haciendo que su cuerpo se volviera mucho más ágil y flexible.

Se apartó de la trayectoria de la chica, lo justo para no colisionar con ella al tiempo que la sujetaba con un brazo a la altura de la cintura, impidiendo así que se estrellase contra el suelo. La ayudó a incorporarse y se apartó un poco para verla mejor.

- ¿Estás bien? Tienes que ir con más cuidado -comenzó el pelirrojo, en un tono amable y dibujando una ligera sonrisa en su rostro.

"Vaya, ¿qué tenemos aquí?" pensaba al tiempo que le echaba un vistazo de arriba a abajo disimuladamente. Ahora pudo observar con detenimiento los atributos físicos de la chica, que era bastante atractiva, aunque parecía ser algo más joven que él. Su ojo esmeralda se posó en sus ojos violeta.

- ¿A dónde ibas con tanta prisa? -preguntaría una vez le hubiese respondido, con curiosidad por saber cuál era el motivo por el que casi había sido aplastado.

Cerró los ojos, en el momento que parecía apunto de chocarse con el chico, abriéndolos acto seguido, perpleja, topándose con los de este, el cual había logrado no solo apartarse, evitando ser derribado, sino que había logrado detener su caída, sujetándola por su brazo izquierdo.

Se quedo mirándole en shock unos segundos, intentando explicarse como aquel joven, algo más mayor que ella había logrado esquivarla.Esos reflejos no son normales.

Fue sacada de sus pensamientos por la voz de el chico, cuyo cabello tenía un color semejante al de ella y que la estaba mirando con la misma cara de sorpresa.

—¿Estas bien? Tienes que ir con más cuidado. ¿A dónde ibas con tanta prisa?— Le había preguntado el chico  sonriendo.

—E-Estoy bien, gracias.— Dijo algo nerviosa por el susto de hace un momento, pero tratando de sonreír, al tiempo que se colocaba un poco su alborotado cabello, echándolo hacia atrás y dejando solo dos mechones enmarcando su rostro con su flequillo, que cubrían levemente el tatuaje en su pecho.

—Ah, iba a... ¡Maldición el conejo!— Dice recordando su presa y mirando en la dirección por donde había huido.

A saber donde se habrá escondido ahora... Pensó decaída, algo normal al no haber conseguido nada que llevarse a la boca.

—Adiós a mi comida.— Murmuró sentándose en el suelo agotada y mirando al chico de un ojo verde y el otro escondido con reproche y algo de curiosidad a la vez.

Alzó una ceja ante su respuesta. "¿Comida? Es que acaso estaba... ¿Cazando?". Echó un vistazo a sus pertenencias. Llevaba algunas dagas, pero no era capaz de plantearse la imagen de alguien corriendo tras un conejo para cazarle, aunque en cualquier caso aquella chica no parecía alguien corriente. Al ver que le miraba con reproche, se rascó la nuca, sonriendo levemente.

- Perdona, no era mi intención.

Acto seguido se apartó un poco de ella y fue hacia su pequeña bolsa. La abrió, metiendo la mano en su interior y, tras buscar un poco, sacó algunos panecillos y unos trozos de carne,envueltos en papel de plata, comida que se había traído para pasar el día. Cerró la bolsa de nuevo y fue con ella, ofreciéndoselo.

- Ten. No es gran cosa, pero al menos saciará tu apetito, estoy seguro -dijo sonriente, esperando a que la chica cogiese la comida.

Después de eso se sentaría en el suelo, con las piernas cruzadas, esperando que ella también se sentase con él a charlar un poco. Lo cierto era que la chica podría ser su único medio aquel día para no morirse de aburrimiento. Parecía simpática y, bueno, quien sabe... Tal vez pudieran divertirse un poco. Aún era pronto para saberlo. Se estiró, haciendo que varios huesos de la espalda le sonasen y echó un vistazo en la dirección en la cual se había ido el conejo cuando se percató de que ni siquiera se había presentado.

- Perdona mis modales. Me llamo Kusanagi Yu, mucho gusto -dijo al tiempo que la miraba y le tendía la mano- Dime, ¿eres de por aquí?

No parecía ser de aquella isla, pero quería asegurarse. Todas las chicas que había visto en aquel lugar no tenían el más mínimo parecido a ella, y sus rasgos eran bastante distintos. Más fuertes que los de ella.

—Perdona, no era mi intención.— Esa fue la respuesta que dio el chico a su comentario sobre la comida, mirándola extrañado.

¿Qué le habrá sorprendido tanto? Se preguntó mientras le miraba dirigirse a una bolsa de la cual saco varios trozos de pan y carne, de un aroma agradable (sobretodo teniendo un olfato gatuno y un hambre feroz), los cuales ofreció amablemente a la chica.

—Ten, no es gran cosa pero al menos saciará tu apetito.— Dijo al tiempo que le tendía aquella comida, que, si a él le parecía humilde, ella vio como un autentico festín.

A pesar de su hambre, tardó un poco en aceptar, más no era el momento  para preocuparse por otros, cosa que su estomago le recordó al momento de tener la comida frente a ella. con una amplía sonrisa y los ojos iluminados como los de una niña tomó entre sus manos lo ofrecido por el chico.

—¡Muchas gracias!— Exclamó antes de dar un primer mordisco a uno de los trozos de pan.—¡Delicioso!— Siguió comiendo mientras observaba al chico, el cual se había sentado al lado suya.

—Perdona mis modales, me llamo Kusanagi Yu, mucho gusto.— Se presentó tendiéndole su mano, al tiempo que le preguntaba sobre su procedencia. La chica, dedicando una cálida sonrisa a su benefactor, tomó su mano y, tras terminar de comer, se presentó apropiadamente.

—Mi nombre es Akane Murasaki, encantada Kusanagi Yu. — Respondió al tiempo que apretaba su mano.—Y no soy de aquí, de echo llegue hace un par de días. Podría decirse que soy una nómada.—

Sonrió al ver que aceptaba la comida y que le estrechaba la mano. Alzó una ceja ante su presentación, algo sorprendido. "Vaya. ¿Alguien tan joven una nómada? Eso no se ve todos los días" pensó mientras esbozaba una ligera sonrisa. Aparte de lo ofrecido a la chica, contaba con algunos trozos más de comida, los cuales sacó y comenzó a comer, pues estaba hambriento.

- Y dime, Akane -comenzó, tras tragar el primer bocado- ¿Qué te ha traído a esta isla?

El chico esperó a que ella respondiese, al tiempo que un soplido de viento algo más fuerte mecía su pelo con suavidad. Tenía bastante interés por saber cosas de ella, sobretodo en cuáles eran las habilidades que poseía, pues si había intentado cazar un conejo debía de tener bastante velocidad y fuerza, aunque a primera vista no lo aparentase.

Le parecía divertido la forma que había tenido de expresarse ante el ofrecimiento de comida. Parecía una chica bastante inocente, aunque no quería sacar conclusiones antes de tiempo.

Tras terminar la comida se dispondría a continuar la conversación con la joven y tal vez la ayudase a atrapar al conejo, como compensación por haberle fastidiado la "caza". Estaba seguro de que la chica se sorprendería un poco cuando viese sus capacidades, por lo que rió un poco para sí mismo.

- ¿Sería descortés preguntar de dónde vienes? -preguntó, curioso, en su habitual actitud amable- Tengo curiosidad por saber qué podría impulsar a una chica como tú a abandonar el hogar y recorrer mundo.

Tras presentarse, siguió comiendo con tranquilidad. Noto que el chico también se dispuso a acompañarla, sacando otra ración de comida para él. Siendo esta hora del día supongo que él también tiene hambre. Pensó dando un par de bocados más a su comida.

El chico, tras probar su alimento también le preguntó:—Y dime, Akane, ¿qué te ha traído a esta isla?— La chica supuso que era por simple curiosidad que, seguramente ella también habría tenido en su lugar. Entendía que su joven edad y su apariencia causaran esa clase de intrigas.

—Nada realmente en especial, solo estaba de paso. Cómo mucho, podría decirse que por obtener algunos suministros antes de continuar mi camino— Dicho esto, continuó comiendo sin darle relevante importancia al asunto. Mientras comían, su cabello era mecido por la brisa que soplaba.

Tras oír su respuesta el chico volvió a preguntarla, educadamente: —¿Sería descortés preguntar de dónde vienes?Tengo curiosidad por saber qué podría impulsar a una chica como tú a abandonar el hogar y recorrer mundo.—

La pregunta, que debería serla algo normal y fácil de responder para cualquiera, le llego de sopetón a la chica, aunque trato de ocultarlo con su típica máscara, la cual engañaría hasta a la persona más suspicaz.

—No lo sé realmente. Por consecuente ¡, no es como si hubiera abandonado nada.— Dijo forzándose a esbozar una sonrisa algo triste.—Casi se podría decir que es todo lo contrario. No abandoné mí hogar, sino que lo estoy buscando.—

Al acabar esa frase, trató de cambiar de tema, preguntándole a él.— Y tú, Kusanagi Yu-san, ¿ eres nativo de esta isla, o estas aquí por algo en concreto?— Preguntó con el mismo tono alegre que había usado antes al presentarse.

Escuchó con atención a la chica mientras le respondía. Al parecer tan solo se encontraba de paso por aquel lugar, cosa que cuadraba en los esquemas que se había montado el pelirrojo: tal como sospechaba, no era nativa de la isla. Sin embargo, algo le provocó cierta sospecha ante la respuesta a su segunda pregunta. Casi como un destello fugaz, había percibido algo extraño en su sonrisa, que parecía algo triste. ¿Tal vez había tocado un tema delicado?

- Perdona si te ha incomodado la pregunta, no quería molestarte -se disculpó, tratando de enmendar su error si es que estaba en lo cierto.

Tras eso la chica pareció volver a su actitud anterior de nuevo, preguntándole en ese caso a él por su procedencia y los motivos que le habían llevado hasta aquel lugar. No tenía inconveniente en hablarle sobre su isla natal, aunque aquello le hiciera recordar cosas que no quería. Pese a ello, su expresión no cambió en absoluto, que siendo amable y tranquila.

- No, no soy de este mar -comenzó el pelirrojo- Nací en Ferelia, una isla situada en el West Blue. Y a decir verdad, no estoy aquí por nada en particular. Los días que llevo por esta zona se podrían tomar como unas vacaciones -sonrió, ladeando levemente la cabeza.

Tras aquello se incorporó rápidamente de un salto, impulsándose con ambas manos en el suelo. Ya había terminado de comer y aquello junto al agradable clima comenzaba a hacer que le entrase sueño, por lo que decidió moverse un poco. Se estiró, haciendo que su camisa se levantase un poco, dejando a la vista sus marcados abdominales. Pese a no ser extremadamente musculoso, el chico tenía una complexión atlética, bastante definida. Uno de los puntos que le daban mayor atractivo a los ojos de los demás.

Una vez alivió la tensión de su espalda se hizo sonar el cuello y fue a por la bolsa y su katana. Acto seguido volvió junto a la chica de cabello cobrizo, ofreciéndole la mano para ayudarla a levantarse.

- ¿Te apetece dar un paseo por la zona? Me gustaría conocer un poco más la isla y... La verdad es que recorrerla solo es bastante más aburrido. ¿Qué me dices?

Mantuvo la mirada en sus ojos púrpura, con una amplia y encantadora sonrisa mientras esperaba su respuesta. Aquello era, como no, parte de su plan para ganarse su confianza y tal vez conseguir algo más de ella, aunque por el momento le valía con su compañía. Era agradable. Y una opción muchísimo mejor a la de estar solo.

Tras su respuesta el chico, con un rostro algo preocupado, se disculpó, como si le preocupara haber dicho o preguntado algo indebido.
—No te preocupes, no es nada importante.— Respondió amablemente.

Tras esto, el chico le comento que se encontraba ahí de vacaciones y le ofreció el ir a explorar la zona juntos. En verdad, era una opción mejor que la de andar por ahí sola.

Tras levantarse y recoger sus cosas, la bolsa en la que debía llevar sus pertenencias y de donde había sacado la comida, y una katana envainada en una funda de color negro.

?Por que alguien que esta solo de vacaciones llevaría un arma?.... y aun sin estarlo... Pensó observando de como el chico se acercaba, ofreciéndole su mano con una sonrisa, quizá demasiado amable.

—Esta bien, puedo sola.— Dijo envolviéndole la sonrisa, mientras se levantaba, con un movimiento de sus piernas, sin necesidad de apoyar las manos en el suelo. Aún si no lo aparentaba, la chica poseía una fuerza y elasticidad superior a la propia de los humanos normales.—Me encantará pasear contigo.—

Tras levantase, quitó de su ropa una leve capa de polvo, que había manchado su ropa al sentarse.

Se puso a la altura del chico para echarse a andar con el cuando recordó que había dejado atrás sus cosas.MIERDA,¡ SE ME HABÍA OLVIDADO! Bueno.... supongo que estarán bien pero.... Soltó una risa nerviosa.

—Podrías esperarme un momento. He dejado un par de cosas atrás.... Volveré en unos quince minutos..— Dijo mirándole con cara de "la he liado".

Sonrió ante la respuesta afirmativa de la joven, la cual se puso en pie sin tomar su mano, ayudándose únicamente de sus piernas. "Vaya, parece que tenemos una chica orgullosa" pensó sin quitarle el ojo de encima... Nunca mejor dicho. Esperó a que terminase de sacudir su ropa y, tras colocar la pequeña bolsa en su cinturón y ajustar la katana en su cintura, se dispuso a ponerse en marcha.

- Bien, vamos entonces -dijo en un tono alegre.

Caminaron unos pocos metros antes de detenerse. Al parecer la chica había olvidado algunas cosas, dios sabe donde, y quería ir a recogerlas antes de empezar el paseo. El pelirrojo asintió mirándola y se cruzó de brazos.

- Claro, no hay problema. Te esperaré aquí mismo. Pero no tardes, ¿eh? -le dedicó una amable sonrisa tras responderla cordialmente.

Una vez la chica marchase, Kusanagi volvería a sentarse sobre el suelo mientras la esperase. Activó la visión térmica de su ojo, oculto bajo el parche, observando en la lejanía la forma colorida de la chica perdiéndose en el interior del bosque. "¿Por qué habrá dejado las cosas allí?" se preguntaba al tiempo que desactivaba la visión térmica. Esa chica tenía algo que hacía sospechar al pelirrojo. Lo mejor sería esperar un poco para ganarse su confianza y tal vez así averiguar algo más de ella.

- Las chicas misteriosas son las más interesantes de cazar -dijo para sí mismo, esbozando una sonrisa divertida.

El chico no pareció molestarse por su petición de ir a por sus cosas, y tampoco preguntó si quería que la acompañara, ya que eso los atrasaría bastante, al no poder trasformarse o, mejor dicho, no querer ser vista por el transformada en bestia.

Se adentro corriendo en el bosque unos cincuenta metros, aún en su forma humana, como precaución para no ser descubierta. Una vez se hubo alejado lo que ella consideró una distancia apropiada y prudente, tomó impulso, para seguir avanzando ya transformada en puma, al volver a apoyarse en el suelo, esta vez con sus cuatro patas.

No tardó mucho en alejarse, al haber comido tenía fuerzas renovadas, llegando a casi doblar su velocidad anterior. No tardó mucho en llegar a donde se rompió la rama en la que avisto el conejo. Se acordó entonces del chico -¿Me estará esperando de verdad?- Se pregunta para sus adentros.-Seguramente sí, parecía muy animado con lo de que le acompañara para "inspeccionar" la zona.

No tardaría mucho en reconocer su propio aroma. En lo alto de un árbol seco y hueco, en una cavidad de este, se encontraban sus pertenencias, una capa que le llegaba hasta la cadera, que se agarraba por encima de su pecho, sin cubrir sus brazos u hombros, una tela que tendía a agarrar a su cinturón cubriendo sus piernas, del color de la capa y sus botas y coleteros. No eran especialmente valiosos, pero era lo único que tenía. Deshizo su transformación y trepo a por sus pertenencias.

Una vez recuperado todo de su escondite, se enfundó las botas y se recogió el pelo en una sola cola, llevando el resto de cosas en la tela, que estaba usando a modo de bolsa. -Quizá pueda recoger frutas y guardarlas aquí.- Pensó antes de volver a su forma de bestia y repetir el camino de vuelta con el chico.


Habrían pasado menos de veinte minutos cuando la chica casi había vuelto.Se encontraba a apenas unos metros de salir a la llanura, lo sabía por el aroma del chico, un olor muy agradable que le resultaba fácil de percibir. Se detuvo en seco para volver a su forma humana, no quería asustarle o no ser reconocida. Una vez de vuelta a la normalidad salió corriendo en su dirección.
— Kusanagi-san, ya regresé.—

La forma de la chica era cada vez más y más pequeña para su ojo cyborg. Una vez pasados los 50 metros que tenía como rango máximo de visión dejó de percibir su temperatura, desapareciendo por completo ante sus ojos. El chico suspiró y miró hacia el despejado cielo. "Se ha adentrado mucho. Me pregunto si de verdad tiene pensado volver o simplemente quería escabullirse" pensaba, con la mirada perdida.

El pelirrojo decidió confiar en ella. A fin de cuentas no le había parecido mala gente, tal vez algo cerrada, pero poco más. Sacó un pequeño cuadernillo de su bolsa junto a un negro lapicero, dispuesto a dibujar algo mientras la esperaba. Así el tiempo se pasaría más rápido. Pretendía hacerle un pequeño retrato a la chica, tal vez para dárselo más tarde. Había memorizado su rostro, lo cual no era demasiado difícil, así que no le resultaría un gran problema visualizarla y plasmar su imagen sobre el papel.

Pasaron los minutos mientras el dibujo se iba desarrollando poco a poco, trazo a trazo y linea a linea. Habrían pasado cerca de unos 15 minutos cuando ya había terminado el dibujo de Murasaki. Como siempre no le parecía gran cosa, aunque para cualquiera que lo viese sería una auténtica obra de arte, casi como una foto. Cerró el cuaderno y lo guardó de nuevo en la bolsa junto al lapicero. "¿Le quedará mucho?". Volvió a activar su visión térmica y miró en la dirección en que había ido. Al principio no vio nada, pero de repente una forma felina comenzó a acercarse en su dirección.

- Será un animal persiguiendo algo... -pensó en voz alta.

Fue en ese momento cuando, para su sorpresa, el animal adoptó forma humana. Una forma muy... Familiar. Segundos después, la chica salía de la maleza, portando nuevas prendas y bolsas con ella. El chico trató de no mostrar su asombro mientras se volvía a poner en pie y le dedicaba una amable sonrisa.

- Perfecto, pongámonos en marcha entonces -dijo en su habitual tono alegre.

Comenzó a andar a un paso que no le costase seguir a la chica. Aunque visto lo visto... ¿Le costaría a ella seguirle? ¿O le costaría a él? "Parece que tenemos una gatita. Esto se pone cada vez más interesante".

Cuando salió de la maleza vio al chico que se encontraba sentado en el suelo, mirando en la dirección de la que venía ella. -¿Ha oído mis pasos?- Se preguntaba algo sorprendida por la rápida respuesta del chico, el cual le sonreía alegre desde el suelo antes de levantarse con intención de empezar el paseo.

-Claro, vayamos.- Respondió, poniéndose rápidamente a su altura. Procuró andar más despacio que de costumbre, para no aparentar sospechosa a sus ojos, ya que muchos pensarían -¿Cómo puede esa niña andar tan rápido?- Aunque no era una niñita igualmente, que la tratarán como a alguien pequeño y débil la molestaba.

¿Y, qué has estado haciendo mientras esperabas, Kusanagi-san? No le habré hecho esperar mucho, ¿verdad?  Preguntó algo preocupada por si no había sido lo bastante rápida.

Caminaba con una sonrisa recorriendo su rostro mientras la chica le seguía de cerca, a un ritmo tranquilo. "¿Acaso trata de guardar las formas? Qué mona..." pensó el chico, conteniendo una ligera risa mientras la miraba. A lo lejos se podía comenzar a ver una colina que se alzaba bastante.

- Tranquila, no ha sido mucho -respondió en un tono amable- He estado entretenido haciéndote un dibujo. Aunque tendrás que esperar al final del día si quieres verlo -concluyó con una alegre risita.

Tras aquello aceleró un poco el paso, tratando de picarla y forzarla a aumentar su ritmo; ansioso por ver hasta donde podrían llegar sus capacidades. Tal vez con algo de suerte pudiese desafiarla a un combate amistoso, tras sonsacarle sus habilidades "felinas". No le costaba seguir un buen ritmo. Los años de entrenamiento le habían dado un cuerpo capaz de soportar aquel tipo de cosas sin mayores problemas.

- Dime Murasaki, ¿qué te parece si subimos a aquella colina? -le preguntó señalando la cima de esta- Seguro que desde ahí se tiene una vista preciosa de la isla. ¿Qué me dices?

Le dedicó una amplia sonrisa mientras esperaba su respuesta.

Apenas habían empezado a pasear hacia unos minutos, sin embargo el chico había empezado a acelerar el ritmo considerablemente, cosa que no le molestaba ya que así podía caminar con más naturalidad. Lo que no entendía era la sonrisa que el chico parecía intentar contener. -¿Qué será tan graciosos? ¿Quizá haya hecho algo vergonzoso?- Se preguntaba a si misma mientras avanzaban un poco más, llegando a divisar una colina bastante alta.

"- Tranquila, no ha sido mucho. He estado entretenido haciéndote un dibujo.-" Respondió el chico a su anterior preocupación de sí le había hecho esperar demasiado.

-¿Un dibujo? Puedo....- El chico la paró en seco al decirle que sí quería verlo debía esperar hasta el final del día. Su curiosidad y su poca paciencia harían de esa frase una tortura para ella hasta ver el dibujo, a no ser que su despiste la salvara. -No es justo- Dijo poniendo una mueca bastante cómica, frunciendo el ceño al tiempo que hinchaba las mejillas.

Estaba segura de que al chico su reacción se le hizo bastante divertida, sin embargo cambio de tema, quizá para evitar que ella no pudiera insistir, señalando la colina cuya cumbre apenas habían divisado un par de minutos antes, prendiéndole subir a la cima para observar el paisaje.

Era una idea que a la chica agrado, ya que hacer ejercicio para subir no le era un problema, y no solo por sus poderes. Sus capacidades físicas, superiores a las de los humanos comunes eran lo único que podría agradecer a los que la mantuvieron reclusa para unos fines tan atroces.

-Claro, seguro que la vista es preciosa desde arriba.- Respondió alegre.

Asintió satisfecho por su respuesta y prosiguió con el ascenso, sin bajar el ritmo. Le resultaba divertido apreciar que, tal y como había supuesto en un principio, aquello le pondría las cosas más fáciles. Caminar al ritmo anterior parecía incomodarle, tal vez por estar acostumbrada a llevar velocidades mayores incluso cuando simplemente daba un paseo. Sí, probablemente fuese ese el motivo. En cualquier caso al pelirrojo no le molestaba, de hecho estaba bastante acostumbrado por los continuos entrenamientos a los que era sometido casi todos los días que pasaba en los cuarteles.

- Sí, lo será. Aunque no creo que lo sea más que la joya que tengo al lado -dijo mirándola de reojo, con naturalidad. Un piropo improvisado con el que esperaba animar y alagar a la chica un poco más- Venga, ya queda poco.

Aceleró un poco más el ritmo, comenzando casi a correr a un ritmo bajo. La pendiente se iba suavizando poco a poco a medida que llegaban hasta la cima, un lugar donde la única compañera que tendrían sería la verde hierba que poblaba la colina. Se situó en el punto más alto y dejó caer las cosas al suelo al tiempo que se estiraba, abriendo los brazos en cruz y soltando un pequeño quejido mientras aliviaba la tensión de su espalda. Tras tomarse unos pocos segundos para esto se dispuso a disfrutar de la obra de arte que se presentaba ante sus ojos, y esta vez no se trataba de la chica. El Sol había comenzado a esconderse en el horizonte bajo el azulado manto que formaba el mar, cubriendo el cielo de un tono anaranjado, con pequeños manchones rojos en forma de nubes. La brisa era suave y amenizaba  la estancia en aquel lugar, por encima de todo, como si hubiesen alcanzado la cúspide del mismísimo cielo. Como dioses. La pequeña aldea podía verse fácilmente desde allí. Los comerciantes habían comenzado a recoger sus puestos y las madres llamaban a sus retoños para que volviesen a casa después de un largo día jugando.

- Espectacular, ¿no crees? -susurró sin apartar la mirada de aquella visión, guardando las manos en los bolsillos del pantalón- ¿No te parece que merecería la pena dar tu vida por proteger sitios como este? -inquirió con una leve sonrisa, casi inapreciable.

Llegaron con un paso algo más rápido a la cima, como si intentarán dar el último empujón en una carrera, aunque el ritmo había sido muy leve en opinión de la chica, pero agradable al fin y al cabo.

El observar el paisaje desde la cima causó que un sonido de asombro surgiera de los labios de la pelirroja. No había observado nunca una imagen tan bella aunque sin duda le era nostálgica, como el primer amanecer que puedo disfrutar tras haber llevado a la rebelión a sus compañeros y escapado del oscuro y frío lugar en el que vivió su infancia. A pesar de ello, los distintos tonos de naranja y rojo que parecían enormes llamas ante sus ojos, iluminando la oscuridad del cielo antes de consumirse no fueron lo que más llamo la atención de la chica, ni tampoco la aldea que parecía haber vuelto a la vida por la tarde, ya que a la mañana no había visto a nadie. Sus ojos se habían fijado en otro punto, en el océano o mejor dicho en el horizonte donde cielo y mar se unía.

"¿No te parece que merecería la pena dar tu vida por proteger sitios como este?" La pregunta llegó por sorpresa a la chica, que seguía con la mirada perdida en alguno de sus recuerdos. Quizá se refiriera a lugares de esa belleza paisajista, aunque lo más lógico sería hablar de los lugares pacíficos, donde todos parecían felices. Pero, ¿Qué sabía ella sobre aquello?

-Kusanagi-san...Yo no se decir que merece o no ser protegido. Las personas, la tierra, un país...Por lo que no puedo responder a eso. ¿De qué se deben proteger? Son cosas que no entiendo.- Hizo una pausa. -Pero si tuviera que proteger algo sería lo que considero importante.- ¿Qué consideraba importante ella? Era una pregunta sin respuesta también para la chica de orbes violetas, la cual se había quedado esperando la respuesta del pelirrojo.

Escuchó con atención sus palabras, aún sin desviar la mirada de tan alegre espectáculo para los sentidos. La pregunta que le lanzó fue algo que hizo que se quedase pensativo un instante, inapreciable, justo antes de que su mirada se ensombreciese. "¿De qué se deben proteger?" Apretó levemente los puños en el interior de los bolsillos mientras trataba de escoger las palabras adecuadas para responder aquella pregunta. Esperó con tranquilidad a que terminase antes de volver su mirada a ella.

- Deben ser protegidos de aquellos que viven por y para hacer el mal, o de aquellos que solo buscan su propio beneficio incluso si ello afecta negativamente a otros -hizo una ligera pausa- No hablo solo de criminales, pues a lo largo de toda mi vida he comprendido que no todos los que van en contra de la ley tienen mal corazón... Así como que no todos los que se autodenominan "defensores del orden" poseen un corazón fiel a estos principios -De nuevo otra pausa, esta más prolongada, mientras alzaba la mirada al cielo- Las mayores injusticias se han cometido por proteger aquello que uno mismo creía importante. Ya que... ¿Qué puede resultarle importante a alguien? Sus pertenencias, su visión del mundo, su familia... Pero, a veces, incluso tus padres pueden equivocarse.

Cerró los ojos, tratando de calmarse antes de que su voz comenzara a quebrarse. Aquel tema le recordaba demasiado a su familia, que combatía ahora en el bando revolucionario. "Una guerra nunca será la solución." Tomó aire, inspirando profundamente antes de soltarlo todo en un pesado suspiro, volviendo a sonreír amablemente antes de abrir los ojos, ya mucho más tranquilo y habiendo apartado aquellos pensamientos de su mente.

- Siento haberte dado la charla. A veces comienzo a hablar y me dejo llevar -dijo mientras se rascaba la nuca, algo avergonzado- En cualquier caso, deberíamos ir volviendo al pueblo. No falta mucho para que anochezca y probablemente pronto vengan a recogerme...

-No te disculpes. Tú lo ves desde tus vivencias...Lo siento si te traje un mal recuerdo.- Dijo mientras le revolvía el pelo antes de disponerse a levantarse para dar unos paso en dirección a la pendiente por la que deberían volver. -Yo no puedo luchar por una familia o un deseo...- Murmuró para si misma, como si realizase un pequeño monologo, olvidándose por un momento de que estaba en compañía del pelirrojo.-La razón por la que yo peleo es para evitar que los que tiene poder puedan seguir robando el futuro a los que no lo tienen. No hablo de ricos y pobres, ni de los que gobiernan y los gobernados en sí....- Paró al darse cuenta de que estaba hablando de más.

Volteó para dedicarle una sonrisa, esperando su reacción a sus palabras. Era la primera vez que le hablaba a alguien tanto sobre ella. No le preocupaba que la delatara al gobierno, habían pasado dos años desde que escapo del laboratorio. Quizá ya se habían olvidado de ella. -Sabes, la razón de que sea una nómada es que nunca tuve un hogar que recuerde...Tengo amnesia y no recuerdo nada hasta los nueve años...lo primero que recuerdo...- Dudo si continuar ya que había comenzado a temblar por recordar aquello.- Fue despertarme en una celda en un laboratorio lleno de hombres de blanco y marines.- Un par de lagrimas surcaron sus mejillas mientras aún sonreía. Quiso seguir contándole pero no era capaz, por lo que se limito a secar sus mejillas intentando ocultar lo evidente mientras se ponía otra vez en camino. -Bueno, ¿nos vamos?- Preguntó con un tono alegre.

El pelirrojo miró a la chica de orbes púrpura, sin perder ni un solo detalle de su expresión tras cada sílaba pronunciada, como un baile de matices que dejaban entrever una personalidad fuera de lo común. Fuerte y a la vez frágil... Como un diamante. "Un diamante con brillos violáceos" pensó, mirándola con un semblante serio. "Pelear contra aquellos que robaban la libertad de los demás", una causa muy similar a la suya, con la diferencia de que él trataba de hacerlo de forma interna en lo que probablemente era la institución más corrupta del mundo. "Aunque eso quiere decir una cosa... Es una enemiga del gobierno." Por suerte no había llegado a decirle que él mismo era un agente. Probablemente aquello le habría sido premiado con la desconfianza de la pelirroja, así como con su odio y, tal vez, una respuesta violenta. Estuvo aún más seguro de ello tras sus últimas palabras.

- Entiendo entonces por qué peleas por esa meta -respondió al tiempo que una pequeña ráfaga de viento les alcanzaba, meciendo el cabello cobrizo de ambos al acariciarles- Pero... ¿Sabes? No todo ese mal forma parte de un solo bando, ni de un solo tipo de personas -suspiró y se acercó hasta ella, inclinándose levemente para ponerse a su altura, dejando sus rostros a escasos centímetros- No todos los marines son malvados... Tampoco los revolucionarios ni los piratas. Tenlo en cuenta en el futuro, si alguna vez te enfrentas a alguien -dicho esto se acercó a su oído- No todos los miembros de la ley tenemos mal corazón.

Se separó para ver su expresión y le dedicó una brillante media sonrisa al tiempo que hacía un amago de guiñarle el ojo, gesto que quedó un tanto extraño al llevar este puesto un parche. Se dio prisa en recoger sus cosas para, antes de que le diese tiempo a reaccionar, salir volando con su geppou en dirección al puerto a una velocidad considerable. La chica probablemente se encontrase en shock pero, justo antes de que hiciese nada, una hoja de papel con un retrato más que logrado descendía flotando frente a ella, con un pequeño texto en el reverso.

Sigue tu ideal de justicia. Espero que volvamos a vernos... Gatita. - Kus