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Drago Kasov
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Me infiltré en un barco de la marina haciéndome pasar por recluta y por lo que pude escuchar mientras limpiaba la cubierta con una fregona con el mango pringoso, que nos dirigíamos hacia una isla la cual la conocen como "El País del Puente en Construcción". No tenía ni la remota idea de qué era esa isla pero tenía pensado encontrar algún libro interesante u otra cosa.
Cuando ya logramos divisarla me quedé atónito, ¡era un puente de verdad! Me empecé a poner un poco nervioso porque no sabía donde me estaba metiendo. Miré hacia todos lados y las caras de los reclutas estaban recaídas. Un frío nos empezó a azotar de lleno y una ráfaga de viento meneó el barco de izquierda a derecha. Corrí a proa vi a un submarino alejarse de aquel lugar. No había visto nunca ningún submarino real, solo los había leído en libros y la verdad que lo describían bastante bien. Llegamos hasta ponernos horizontal a unos de los pilares del puente donde unas escalinatas nos esperaba para subir. Ayudé a colocar un trozo de madera que ayudaba a acceder a esas escaleras.
-¡RECLUTAS!- dijo la voz ronca- ¡SUBID Y COLOCAROS POR ESTA ZONA DEL PUENTE A VIGILAR A LOS PRISIONEROS QUE SALEN DEL BARCO, YAAA!
Todos empezamos a subir por aquellas escalinatas hasta pisar el suelo del puente. Numerosas personas encadenadas una detrás de otra estaban moviéndose en masa arrastrando trozos gigantes de hierro que se veían de poca calidad hacia la parte oeste en la cual al fondo no se veía absolutamente nada. Aproveché que casi todos los marines estaban concentrados en los nuevos presos para deshacerme de aquel disfraz y tirarlo al mar.
Iba caminando por el puente hasta que, por sus pintas, parecía ser el capataz de aquel lugar me detectó y fijó su mirada en mí.
-¿Qué haces merodeando por aquí, criajo? ¿Te has escapado de esos del submarino? Ven conmigo, hay alguien en la sala de descanso de aquel submarino.
No sabía de lo que estaba hablando aquel hombre pero le seguí el juego y nos dirigimos a una pequeña sala donde había tan solo una mesa, una máquina de bebidas que ni tenía las luces encendidas y un par de sillas, en una de ellas había alguien sentado que tenía un cabello negro azabache que le caía por la espalda.
Cuando ya logramos divisarla me quedé atónito, ¡era un puente de verdad! Me empecé a poner un poco nervioso porque no sabía donde me estaba metiendo. Miré hacia todos lados y las caras de los reclutas estaban recaídas. Un frío nos empezó a azotar de lleno y una ráfaga de viento meneó el barco de izquierda a derecha. Corrí a proa vi a un submarino alejarse de aquel lugar. No había visto nunca ningún submarino real, solo los había leído en libros y la verdad que lo describían bastante bien. Llegamos hasta ponernos horizontal a unos de los pilares del puente donde unas escalinatas nos esperaba para subir. Ayudé a colocar un trozo de madera que ayudaba a acceder a esas escaleras.
-¡RECLUTAS!- dijo la voz ronca- ¡SUBID Y COLOCAROS POR ESTA ZONA DEL PUENTE A VIGILAR A LOS PRISIONEROS QUE SALEN DEL BARCO, YAAA!
Todos empezamos a subir por aquellas escalinatas hasta pisar el suelo del puente. Numerosas personas encadenadas una detrás de otra estaban moviéndose en masa arrastrando trozos gigantes de hierro que se veían de poca calidad hacia la parte oeste en la cual al fondo no se veía absolutamente nada. Aproveché que casi todos los marines estaban concentrados en los nuevos presos para deshacerme de aquel disfraz y tirarlo al mar.
Iba caminando por el puente hasta que, por sus pintas, parecía ser el capataz de aquel lugar me detectó y fijó su mirada en mí.
-¿Qué haces merodeando por aquí, criajo? ¿Te has escapado de esos del submarino? Ven conmigo, hay alguien en la sala de descanso de aquel submarino.
No sabía de lo que estaba hablando aquel hombre pero le seguí el juego y nos dirigimos a una pequeña sala donde había tan solo una mesa, una máquina de bebidas que ni tenía las luces encendidas y un par de sillas, en una de ellas había alguien sentado que tenía un cabello negro azabache que le caía por la espalda.
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-Tu cretino este golfillo harapiento es de tu submarino hediondo , no permitiré que husmee por aquí.- dijo el capataz.
Casi me llegó a tirar dentro de aquel antro dónde las dos bombillas colgantes del techo empezaron a parpadear después del portazo que dio para cerrar la puerta. Estaba solo con el aquel hombre de cabello azabache que le caía por la espalda. Vi que dirigió su mirada hacia mí.
-Bueno, osease que tu eres el que va a ser mi compañero. Bien permiteme presentarme soy Bleyd, Bleyd Master. Mi mision es resolver esta crisis de hierro en mal estado. Tu te vienes conmigo, entre otras cosas por que del submarino Octubre Rojo solo baje yo así que o eres un esclavo fugado o eres un polizón. No me importa cual de las dos seas pero si quieres salir de aquí como un hombre libre pégate a mi y disimula. Si completamos este trabajo repartiré el dinero contigo a partes iguales. Lo primero que tenemos que hacer es esperar a mi compañero.-
Parece ser que su nombre era Bleyd Master, no me lo llegué a creer, ¿que se creía aquel tipo al haberme llamarme polizón? Me parecía el típico tío en el que no puedes confiar. De repente, un sonido punzante empezó a sonar y aquel hombre movió su brazo derecho hacia su bolsillo, yo rápidamente movilicé mi brazo derecho hasta mi daga y me preparaba por si sacaba algún arma. Era un simple Den Den Mushi que sacó por lo que me tranquilicé y empecé a reflexionar sobre lo que me había dicho.
-Dame un momento chico. Si dígame...... si aja .... bien recibido cambio y cierro.
Bien parece que no tendré compañero así que tu seras mi refuerzo, ahora vamos a salir de aquí, investigaremos el hierro que acaba de llegar en un barco de la marina a ver si vemos el problema, después ya miraremos una linea de acción.¿Estas conmigo chico?
No podía hacer otra cosa, si lo ayudaba podría salir de aquel lugar, pero no me hacía ninguna gracia tener que colaborar con ese tipo. Vi a Bleyd colocarse el casco de su armadura completa... El tema me estaba empezando a sacar de quicio pero tuve que colaborar con él sino me la quería ver con la marina.
-Soy Dick, estaré contigo pero ten claro que no confío en ti, no quiero que te acerques a mí.- dije con un tono de voz frío mientras él se colocó su casco. Me hice la idea de que tal vez tenía que luchar y me tiré del cinturón de la daga para pegarla más a mi cuerpo y sentirme más seguro.
Casi me llegó a tirar dentro de aquel antro dónde las dos bombillas colgantes del techo empezaron a parpadear después del portazo que dio para cerrar la puerta. Estaba solo con el aquel hombre de cabello azabache que le caía por la espalda. Vi que dirigió su mirada hacia mí.
-Bueno, osease que tu eres el que va a ser mi compañero. Bien permiteme presentarme soy Bleyd, Bleyd Master. Mi mision es resolver esta crisis de hierro en mal estado. Tu te vienes conmigo, entre otras cosas por que del submarino Octubre Rojo solo baje yo así que o eres un esclavo fugado o eres un polizón. No me importa cual de las dos seas pero si quieres salir de aquí como un hombre libre pégate a mi y disimula. Si completamos este trabajo repartiré el dinero contigo a partes iguales. Lo primero que tenemos que hacer es esperar a mi compañero.-
Parece ser que su nombre era Bleyd Master, no me lo llegué a creer, ¿que se creía aquel tipo al haberme llamarme polizón? Me parecía el típico tío en el que no puedes confiar. De repente, un sonido punzante empezó a sonar y aquel hombre movió su brazo derecho hacia su bolsillo, yo rápidamente movilicé mi brazo derecho hasta mi daga y me preparaba por si sacaba algún arma. Era un simple Den Den Mushi que sacó por lo que me tranquilicé y empecé a reflexionar sobre lo que me había dicho.
-Dame un momento chico. Si dígame...... si aja .... bien recibido cambio y cierro.
Bien parece que no tendré compañero así que tu seras mi refuerzo, ahora vamos a salir de aquí, investigaremos el hierro que acaba de llegar en un barco de la marina a ver si vemos el problema, después ya miraremos una linea de acción.¿Estas conmigo chico?
No podía hacer otra cosa, si lo ayudaba podría salir de aquel lugar, pero no me hacía ninguna gracia tener que colaborar con ese tipo. Vi a Bleyd colocarse el casco de su armadura completa... El tema me estaba empezando a sacar de quicio pero tuve que colaborar con él sino me la quería ver con la marina.
-Soy Dick, estaré contigo pero ten claro que no confío en ti, no quiero que te acerques a mí.- dije con un tono de voz frío mientras él se colocó su casco. Me hice la idea de que tal vez tenía que luchar y me tiré del cinturón de la daga para pegarla más a mi cuerpo y sentirme más seguro.
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Noté que se extrañó por mi respuesta y pareció molestarle.
-Muy bien muchacho pero escúchame atentamente, este trabajo es importante, probablemente nos metamos en líos y quiero tener a alguien que me guarde las espaldas, yo cuidare de ti, si tu cuidas de mi. Están en juego unos 30 millones por persona, eso hacen un total de 60. Los tíos estos del puente están desesperados por que un parón en la construcción, o que el puente se hunda seria su final.--
Mmmm... parece ser que dio en el clavo. Aquel hombre parecía decidido en lo que hablaba, por lo que mi idea de que fuera no fuera una persona de fiar se rebajó. 30 millones... podría hace bastantes cosas con ese dinero, parece ser un trabajo fácil, cuidarnos mutuamente pero no podré tolerar que se acerque mucho a mí... no tolero que se acerquen mucho a mí porque sino... me encierro en mi mismo y no puedo expresarme adecuadamente y podría influir en mis actos.
Me fijé en su mirada y me estaba analizando de arriba a abajo.
-Umm, sin armaduras, delgado, flojucho, no usas armas visibles. Por lo que puedo apreciar tu no eres un guerrero, tienes pinta de ser mas un picaruelo, no te ofendas he tenido compañeros que eran la ostia. Podían tumbar a un gigante de una pedrada con su honda. Si estas de acuerdo me gustaría que me dijeras tus puntos fuertes. Los míos son reventar cosas.-
¿Picaruelo? Este tío ya me está empezando a poner nervioso, no soporto a los tíos así, pero bueno tendré que hacer un esfuerzo para salir de esta. Levantó su espada enorme hacia arriba para hacerme ver que se creía que tenía más fuerza que yo, que cabeza hueca.
- Lucho con mi daga- dije mientras la desvainaba y se la enseñaba durante unos segundos y la volví a guardar.
-Bueno cuando estés listo partiremos a nuestro primer objetivo, hablar con los marines sobre el hierro defectuoso. Hemos de averiguar de donde narices procede el hierro que traen en mal estado. Espero que hablen si no tal vez tengamos que abrirnos paso a ostias hasta su capitán a ver si tiene documentos o algo importante que arroje luz sobre este asunto. ¿Tu que opinas? ¿algún otro punto de vista?
- Creo que prefiero matar a tener que conversar con alguno de esos indeseados, si quieres puedes armar un alboroto mientras yo busco si tiene documentos sobre el asunto de esos hierros que te interesan o directamente se lo pregunto al capitán "amablemente"-
Como este cabeza hueca me meta en su alboroto, me veré en un aprieto, no me gusta tener que luchar cuerpo a cuerpo por cosas no importantes.
-Muy bien muchacho pero escúchame atentamente, este trabajo es importante, probablemente nos metamos en líos y quiero tener a alguien que me guarde las espaldas, yo cuidare de ti, si tu cuidas de mi. Están en juego unos 30 millones por persona, eso hacen un total de 60. Los tíos estos del puente están desesperados por que un parón en la construcción, o que el puente se hunda seria su final.--
Mmmm... parece ser que dio en el clavo. Aquel hombre parecía decidido en lo que hablaba, por lo que mi idea de que fuera no fuera una persona de fiar se rebajó. 30 millones... podría hace bastantes cosas con ese dinero, parece ser un trabajo fácil, cuidarnos mutuamente pero no podré tolerar que se acerque mucho a mí... no tolero que se acerquen mucho a mí porque sino... me encierro en mi mismo y no puedo expresarme adecuadamente y podría influir en mis actos.
Me fijé en su mirada y me estaba analizando de arriba a abajo.
-Umm, sin armaduras, delgado, flojucho, no usas armas visibles. Por lo que puedo apreciar tu no eres un guerrero, tienes pinta de ser mas un picaruelo, no te ofendas he tenido compañeros que eran la ostia. Podían tumbar a un gigante de una pedrada con su honda. Si estas de acuerdo me gustaría que me dijeras tus puntos fuertes. Los míos son reventar cosas.-
¿Picaruelo? Este tío ya me está empezando a poner nervioso, no soporto a los tíos así, pero bueno tendré que hacer un esfuerzo para salir de esta. Levantó su espada enorme hacia arriba para hacerme ver que se creía que tenía más fuerza que yo, que cabeza hueca.
- Lucho con mi daga- dije mientras la desvainaba y se la enseñaba durante unos segundos y la volví a guardar.
-Bueno cuando estés listo partiremos a nuestro primer objetivo, hablar con los marines sobre el hierro defectuoso. Hemos de averiguar de donde narices procede el hierro que traen en mal estado. Espero que hablen si no tal vez tengamos que abrirnos paso a ostias hasta su capitán a ver si tiene documentos o algo importante que arroje luz sobre este asunto. ¿Tu que opinas? ¿algún otro punto de vista?
- Creo que prefiero matar a tener que conversar con alguno de esos indeseados, si quieres puedes armar un alboroto mientras yo busco si tiene documentos sobre el asunto de esos hierros que te interesan o directamente se lo pregunto al capitán "amablemente"-
Como este cabeza hueca me meta en su alboroto, me veré en un aprieto, no me gusta tener que luchar cuerpo a cuerpo por cosas no importantes.
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Me estaba haciendo la idea de que seguramente tendría que conseguir información y estaba pensando en cómo hacerlo. Me estaba imaginando un plano de cómo estaba el puente actualmente, de los puestos de vigilancia que observé cuando desembarqué y tal.
-Ehy, ehy, para el carro, me parece bien que odies a la marina, pero no quiero que me pongan un wanted eso es malo para los negocios. Mira mantente cerca de mi, yo creare una distracción y tu aprovechas para colarte en el camarote del capitán, registrarlo entero a ver que puedes averiguar. Supongo que no he de decirte que si ves algo de valor te lo quedes.
Pero no mates a nadie ¿de acuerdo?, dales una paliza déjalos sin conocimiento. pero nada de sangre. si dieran la alarma duraríamos menos que un caramelo en la puerta de un colegio. Ahora vamos a por esa distracción. Sigueme-
-Buena idea-me pareció acertado el plan a seguir, pensándolo bien, me había pasado un poco diciendo que mataría a todos los marines allí presentes, creo que Bleyd tenía razón en ese aspecto, un wanted sería bastante malo, claro está, si a uno le pillan...
Se dispuso a salir y yo me coloqué detrás suya, era prácticamente imposible que algún marine se percatara de mi presencia ya que estaba siendo escondido por el cuerpo de Bleyd. Abrió la puerta y se dispuso a dirigirse hacia un pelotón dirigido por su sargento, yo aproveché que nadie miraba y fui corriendo hacia una estructura muy grande de hierro y me oculté en él. Un alboroto se produjo y unas numerosas risas se manifestaron. Observé por una rejilla de la pieza que los marines que vigilaban el paso para acceder al barco se volvieron hacia la bulla. Aproveché el despiste para entrar al barco, justo cuando iba a bajar a hacia los camarotes por la rampilla, escuché un vocerrío.
-SOLDADOS DETENGAN A ESE HOMBRE- pareció que las órdenes del sargento no eran bien recibidas ya que su grupo se reía de él.
Cuando bajé las escaleras y llegué a la zona de los camarotes, divisé claramente el del capitán al fondo, con el símbolo de la marina en la puerta. Fui sigilosamente y afinando el oído por si escuchaba cualquiera extrañeza pero no distinguí nada por lo que deduje que estaba completamente solo allí. Fui a abrir la puerta pero permanecía cerrada, saqué mi daga, coloqué la punta en la cerradura y con un gesto audaz con mi muñeca logré que se abriera.
El camarote se veía lujurioso, resaltaban las dos ventanas que daban al mar, las paredes eran de un amarillo fuerte, había una mesa de escritorio de madera de pino y una silla que se veía muy cómoda de un tono magenta. En él había un plano del puente con indicaciones que no entendía. Me puse a merodear por allí pero no encontraba nada. Todo eran planos e indicaciones de compras. Tras un buen rato me iba a dar por vencido pero una idea surgió en mi cabeza. Me acerqué lentamente al escritorio y levanté levemente el plano. Mis sospechas eran ciertas, allí se encontraba un papel amarillento con dos firmas en el pie de la página. Con solamente echarle un vistazo ya supuse lo que podría ser una gran indicación para encontrar el problema al hierro. Ponía acerca de un punto de encuentro para comprar una gran cantidad de hierro que se lo habían dejado bastante barato. Decían que aquel hierro no era de tan buena calidad como otros pero servía perfectamente. También concluyendo la lectura se encontraba una amenaza un tanto indiscreta. Lo guardé entre mi ropa y salí del barco.
Bleyd se encontraba hablando con un hombre, pareció ser un oficial. Me coloqué detrás de la pieza de hierro mientras le hacía un gesto para que supiera que estaba allí y que había encontrado algo.
-Ehy, ehy, para el carro, me parece bien que odies a la marina, pero no quiero que me pongan un wanted eso es malo para los negocios. Mira mantente cerca de mi, yo creare una distracción y tu aprovechas para colarte en el camarote del capitán, registrarlo entero a ver que puedes averiguar. Supongo que no he de decirte que si ves algo de valor te lo quedes.
Pero no mates a nadie ¿de acuerdo?, dales una paliza déjalos sin conocimiento. pero nada de sangre. si dieran la alarma duraríamos menos que un caramelo en la puerta de un colegio. Ahora vamos a por esa distracción. Sigueme-
-Buena idea-me pareció acertado el plan a seguir, pensándolo bien, me había pasado un poco diciendo que mataría a todos los marines allí presentes, creo que Bleyd tenía razón en ese aspecto, un wanted sería bastante malo, claro está, si a uno le pillan...
Se dispuso a salir y yo me coloqué detrás suya, era prácticamente imposible que algún marine se percatara de mi presencia ya que estaba siendo escondido por el cuerpo de Bleyd. Abrió la puerta y se dispuso a dirigirse hacia un pelotón dirigido por su sargento, yo aproveché que nadie miraba y fui corriendo hacia una estructura muy grande de hierro y me oculté en él. Un alboroto se produjo y unas numerosas risas se manifestaron. Observé por una rejilla de la pieza que los marines que vigilaban el paso para acceder al barco se volvieron hacia la bulla. Aproveché el despiste para entrar al barco, justo cuando iba a bajar a hacia los camarotes por la rampilla, escuché un vocerrío.
-SOLDADOS DETENGAN A ESE HOMBRE- pareció que las órdenes del sargento no eran bien recibidas ya que su grupo se reía de él.
Cuando bajé las escaleras y llegué a la zona de los camarotes, divisé claramente el del capitán al fondo, con el símbolo de la marina en la puerta. Fui sigilosamente y afinando el oído por si escuchaba cualquiera extrañeza pero no distinguí nada por lo que deduje que estaba completamente solo allí. Fui a abrir la puerta pero permanecía cerrada, saqué mi daga, coloqué la punta en la cerradura y con un gesto audaz con mi muñeca logré que se abriera.
El camarote se veía lujurioso, resaltaban las dos ventanas que daban al mar, las paredes eran de un amarillo fuerte, había una mesa de escritorio de madera de pino y una silla que se veía muy cómoda de un tono magenta. En él había un plano del puente con indicaciones que no entendía. Me puse a merodear por allí pero no encontraba nada. Todo eran planos e indicaciones de compras. Tras un buen rato me iba a dar por vencido pero una idea surgió en mi cabeza. Me acerqué lentamente al escritorio y levanté levemente el plano. Mis sospechas eran ciertas, allí se encontraba un papel amarillento con dos firmas en el pie de la página. Con solamente echarle un vistazo ya supuse lo que podría ser una gran indicación para encontrar el problema al hierro. Ponía acerca de un punto de encuentro para comprar una gran cantidad de hierro que se lo habían dejado bastante barato. Decían que aquel hierro no era de tan buena calidad como otros pero servía perfectamente. También concluyendo la lectura se encontraba una amenaza un tanto indiscreta. Lo guardé entre mi ropa y salí del barco.
Bleyd se encontraba hablando con un hombre, pareció ser un oficial. Me coloqué detrás de la pieza de hierro mientras le hacía un gesto para que supiera que estaba allí y que había encontrado algo.
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Bleyd no tardó en darse cuenta de mi presencia allí y concluyó su conversación con aquel marine con un apretón de manos. Se acercó rápidamente a mí mientas me podía en pie, por su actitud pude deducir que estaba un tanto ansioso por saber sobre mi investigación.
-Bueno déjame empezar, yo se de que mina se esta extrayendo el hierro que viene defectuoso. ¿que es lo que tienes tu?.-dijo bleyd.
Mira por donde, aquel cabeza hueca había conseguido algo de información útil sobre su tema, me dejó, la verdad, que sorprendido. Sin embargo, creía que lo que yo había informado lo iba a dejar completamente atónito ya que saber que esta información pertenece al capitán del navío... era bastante chocante.
-Primero y antes que todo las distancias-me separé unos pasos de él-Logré infiltrarme correctamente en el navío y entrar al camarote del capitán sin que nadie sospechara nada, todos estuvieron concentrados en tu papel. Buscando por el aposento encontré ésto debajo de unos planos del puente- Saqué el trozo de papel amarillento con los datos en él de entre mis ropas y se los cedí a Bleyd.
Creía que no hacía falta que explicara nada más, fui claro y conciso en todo lo que le expuse. Pensaba que se iba a quedar totalmente sorprendido cuando observara el contenido de aquel pedazo amarillento.
-Bueno déjame empezar, yo se de que mina se esta extrayendo el hierro que viene defectuoso. ¿que es lo que tienes tu?.-dijo bleyd.
Mira por donde, aquel cabeza hueca había conseguido algo de información útil sobre su tema, me dejó, la verdad, que sorprendido. Sin embargo, creía que lo que yo había informado lo iba a dejar completamente atónito ya que saber que esta información pertenece al capitán del navío... era bastante chocante.
-Primero y antes que todo las distancias-me separé unos pasos de él-Logré infiltrarme correctamente en el navío y entrar al camarote del capitán sin que nadie sospechara nada, todos estuvieron concentrados en tu papel. Buscando por el aposento encontré ésto debajo de unos planos del puente- Saqué el trozo de papel amarillento con los datos en él de entre mis ropas y se los cedí a Bleyd.
Creía que no hacía falta que explicara nada más, fui claro y conciso en todo lo que le expuse. Pensaba que se iba a quedar totalmente sorprendido cuando observara el contenido de aquel pedazo amarillento.
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Observé su expresión y para mi parecer no parecía ser de una grata sorpresa. Empecé a pensar que el contenido de aquel trozo amarillento era falso o demasiado antiguo.
- Esta muy bien, buen trabajo, es una lastima que la fecha de venta fue hace dos meses. El marine me dijo que estaba investigando el hierro en mal estado, supongo que encontraste una de las pistas que habían seguido para encontrar al culpable.
Creo que nuestra mejor baza es ir a las minas en donde se extrae todo el hierro. no esta muy lejos de aquí. En submarino llegaríamos en unas cuantas horas, que me dices ¿te apetece embarcarte conmigo en un viaje por mar?-
Lo que pensaba, bajé mi cabeza y cerré los puños fuertemente. ¿Cómo no pude fijarme en la fecha? Tal vez por la emoción pasó por desapercibido. ¿Ir a las minas de donde se extrae el hierro? La verdad que nunca había leído sobre minas y tampoco las había visto en mi vida. Supuse que sería un buen pasatiempo y además podría ayudar a aquel pobre cabeza hueca, que por cierto había conseguido mejor información que yo, me fastidiaba un poco. ¿Montar en submarino? Los libros hasta ahora leídos se harían realidad si lograra sumergirme en él mar mediante ese transporte. Estaba decidido.
-Acepto.-dije rotundamente. La experiencia será única y además ayudaré a solucionar le problema de esta persona.
- Esta muy bien, buen trabajo, es una lastima que la fecha de venta fue hace dos meses. El marine me dijo que estaba investigando el hierro en mal estado, supongo que encontraste una de las pistas que habían seguido para encontrar al culpable.
Creo que nuestra mejor baza es ir a las minas en donde se extrae todo el hierro. no esta muy lejos de aquí. En submarino llegaríamos en unas cuantas horas, que me dices ¿te apetece embarcarte conmigo en un viaje por mar?-
Lo que pensaba, bajé mi cabeza y cerré los puños fuertemente. ¿Cómo no pude fijarme en la fecha? Tal vez por la emoción pasó por desapercibido. ¿Ir a las minas de donde se extrae el hierro? La verdad que nunca había leído sobre minas y tampoco las había visto en mi vida. Supuse que sería un buen pasatiempo y además podría ayudar a aquel pobre cabeza hueca, que por cierto había conseguido mejor información que yo, me fastidiaba un poco. ¿Montar en submarino? Los libros hasta ahora leídos se harían realidad si lograra sumergirme en él mar mediante ese transporte. Estaba decidido.
-Acepto.-dije rotundamente. La experiencia será única y además ayudaré a solucionar le problema de esta persona.
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Bleyd pareció un tanto animado y sacó su Den Den Mushi y llamó a alguien para que nos recogiera. Al rato un submarino salió del agua y apareció ente los barcos de los marines. El submarino era bastante grande y de un tono azul marino. Se abrió la escotilla y unas escaleras te dirigían hacia el interiro.
-Veras Dick el Octubre Rojo es de la clase Typhoon, equipado con un revolucionario sistema silencioso de propulsión magnetohidrodinámica, el cual lo hace invisible a cualquier sonar, gracias a ello podremos acercarnos a la isla sin tener percances.-dijo Bleyd.
La verdad que me sentía un poco estúpido ya que no entendía sobre clases de submarinos. El cabeza hueca, la verdad, me estaba dejando gratamente sorprendido. En mis libros mencionaban a los submarinos y lo describían como eran superficialmente, pero no decían nada acerca de las clases de estos. Sobre la propulsión también es nuevo, al verdad que estaba aprendiendo con el hombre este. Por lo visto el sistema era silencioso por lo que no se escucharía casi nada cuando nos empezamos a mover ni tampoco molestaríamos a los animales marinos. Me introduje en el submarino y bajé las escaleras. Bleyd se quedó cerrando la escotilla y noté que nos empezamos a mover. Los pasillos eran estrechos de un tono grisáceos y unas esterillas en el suelo blancas. Había puertas cada tres pasos y parecían ser entradas a los camarones. En la tercera puerta a la izquierda, Bleyd se detuvo y abrió. Era una habitación con cuatro literas que se veían bastante cómodas. Para mi desgracia, no había ninguna ventana por la que se pudiera ver el exterior.
-Aquí podrás descansar hasta que lleguemos, tenemos alrededor de un par de horas de viaje. Si quieres puedes pasear por el submarino. Pero no toques nada.-
Claro que me gustaría pasear por el submarino pero estaba un poco cansado debido a mi infiltración en la marina y el problema del hierro. Me eché en la litera de abajo y me puse a mirar hacia arriba. La puerta se cerró y los pasos se iban alejando. Estaba en un transporte totalmente desconocido. No sabía como me iba armado de valor para adentrarme allí, pero ya no podía echar para atrás. Tras recapacitar un rato abrí la puerta levemente y asomé la cabeza. No vi a nadie por el pasillo. Fui hacia donde había escuchado los pasos de Bleyd alejarse y me encontré con el puente de mando el cual estaba repleto de gente y lo divisé conversando con un hombre que parecía ser el capitán del submarino o algo parecido. No quería interrumpir por lo que me quedé allí parado observando. Nadie se percató de mi presencia. Echando un vistazo, divisé una cristalera que se podía ver el fondo marino. Fui inconscientemente hacia él, apoyé mis dos manos en el espejo y observé como nos movíamos por el mar. Peces de todas clases se movían a nuestro alrededor, atravesábamos muros de corales sin problemas... la verdad que era flipante.
Un muchacho joven vestido con un mono azul oscuro se acercó a mí. Su pelo era corto y de color negro.
-Supongo que estás aquí porque habrás ayudado a Bleyd, gracias de antemano.-tenía una voz atronadora y amable. La verdad que parecía buen chico.
Seguí mirando el fondo marino.
-¿Chico de pocas palabras, eh?-rió--Conocía así uno cuando era pequeño-se dio la vuelta apoyándose con la espalda en la cristalera.-La verdad que era buen chico pero no se comunicaba con nadie por lo que estaba en su propia burbuja... chico, no sigas por ese camino, te arrepentirás.-Su rostro infundía honestidad y verdad. No parecía ser el típico muchacho que miente, pero como decían en los libros: "NUNCA TE DEBES FIAR DE LAS APARIENCIAS".
Seguí mirando el fondo marino y decidí responder a aquel tipo. -Nunca debes malgastar tus palabras, no digo que lo estés haciendo, pero deberías medirtelas de vez en cuando.-dije secamente y sin desviar mi mirada mientras escuché al muchacho reírse.
-Eres buen tipo, estarás bien con nosotros, te lo aseguro, encantado.-dijo mientras se retiraba hacia donde estaba Bleyd ya que giré mi rostro para visualizar su trayectoria. Ya mismo llegaríamos, lo supe porque escuché a un par de trabajadores del submarino conversar y por lo visto no quedaba mucho. Me giré sobre mi mismo, regresé al camarote sin equivocarme y me estiré en la litera inferior.
-Veras Dick el Octubre Rojo es de la clase Typhoon, equipado con un revolucionario sistema silencioso de propulsión magnetohidrodinámica, el cual lo hace invisible a cualquier sonar, gracias a ello podremos acercarnos a la isla sin tener percances.-dijo Bleyd.
La verdad que me sentía un poco estúpido ya que no entendía sobre clases de submarinos. El cabeza hueca, la verdad, me estaba dejando gratamente sorprendido. En mis libros mencionaban a los submarinos y lo describían como eran superficialmente, pero no decían nada acerca de las clases de estos. Sobre la propulsión también es nuevo, al verdad que estaba aprendiendo con el hombre este. Por lo visto el sistema era silencioso por lo que no se escucharía casi nada cuando nos empezamos a mover ni tampoco molestaríamos a los animales marinos. Me introduje en el submarino y bajé las escaleras. Bleyd se quedó cerrando la escotilla y noté que nos empezamos a mover. Los pasillos eran estrechos de un tono grisáceos y unas esterillas en el suelo blancas. Había puertas cada tres pasos y parecían ser entradas a los camarones. En la tercera puerta a la izquierda, Bleyd se detuvo y abrió. Era una habitación con cuatro literas que se veían bastante cómodas. Para mi desgracia, no había ninguna ventana por la que se pudiera ver el exterior.
-Aquí podrás descansar hasta que lleguemos, tenemos alrededor de un par de horas de viaje. Si quieres puedes pasear por el submarino. Pero no toques nada.-
Claro que me gustaría pasear por el submarino pero estaba un poco cansado debido a mi infiltración en la marina y el problema del hierro. Me eché en la litera de abajo y me puse a mirar hacia arriba. La puerta se cerró y los pasos se iban alejando. Estaba en un transporte totalmente desconocido. No sabía como me iba armado de valor para adentrarme allí, pero ya no podía echar para atrás. Tras recapacitar un rato abrí la puerta levemente y asomé la cabeza. No vi a nadie por el pasillo. Fui hacia donde había escuchado los pasos de Bleyd alejarse y me encontré con el puente de mando el cual estaba repleto de gente y lo divisé conversando con un hombre que parecía ser el capitán del submarino o algo parecido. No quería interrumpir por lo que me quedé allí parado observando. Nadie se percató de mi presencia. Echando un vistazo, divisé una cristalera que se podía ver el fondo marino. Fui inconscientemente hacia él, apoyé mis dos manos en el espejo y observé como nos movíamos por el mar. Peces de todas clases se movían a nuestro alrededor, atravesábamos muros de corales sin problemas... la verdad que era flipante.
Un muchacho joven vestido con un mono azul oscuro se acercó a mí. Su pelo era corto y de color negro.
-Supongo que estás aquí porque habrás ayudado a Bleyd, gracias de antemano.-tenía una voz atronadora y amable. La verdad que parecía buen chico.
Seguí mirando el fondo marino.
-¿Chico de pocas palabras, eh?-rió--Conocía así uno cuando era pequeño-se dio la vuelta apoyándose con la espalda en la cristalera.-La verdad que era buen chico pero no se comunicaba con nadie por lo que estaba en su propia burbuja... chico, no sigas por ese camino, te arrepentirás.-Su rostro infundía honestidad y verdad. No parecía ser el típico muchacho que miente, pero como decían en los libros: "NUNCA TE DEBES FIAR DE LAS APARIENCIAS".
Seguí mirando el fondo marino y decidí responder a aquel tipo. -Nunca debes malgastar tus palabras, no digo que lo estés haciendo, pero deberías medirtelas de vez en cuando.-dije secamente y sin desviar mi mirada mientras escuché al muchacho reírse.
-Eres buen tipo, estarás bien con nosotros, te lo aseguro, encantado.-dijo mientras se retiraba hacia donde estaba Bleyd ya que giré mi rostro para visualizar su trayectoria. Ya mismo llegaríamos, lo supe porque escuché a un par de trabajadores del submarino conversar y por lo visto no quedaba mucho. Me giré sobre mi mismo, regresé al camarote sin equivocarme y me estiré en la litera inferior.
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Me desperté de mi corto descanso. Estaba con mis brazos cruzados en mi nuca y mirando hacia la cama superior. Estaba sujeta por 6 barras metálicas en horizontal de color cobrizo y estaban bastante frías, algo normal para barras de metales. Con ayuda del trasero me coloqué senado en la cama cuando escuché la puerta abrirse. Apareció Bleyd con lo que parecía ser un plato con carne verduras,ensalada y no sabía que era unos trozo de pastel oscuro, tal vez sería chocolate pero no estaba seguro. Me cedió aquel plato y Bleyd salió de la habitación. No me dio tiempo a articular ninguna palabra.
La verdad que la comida olía bastante bien. Era una mezcla de olores bastante compleja y bien elaborada. Parecían tener un buen cocinero en el submarino. Cogí los cubiertos de plásticos y empecé a cortar la carne. Para ser un cuchillo flexible cortaba bastante bien y fácil. Pinché el trozo de carne y lo envolví en la ensalada para coger alguna hoja ya que me gustaba aquel sabor. La carne era roja, poco hecha como se debe comer una buena carne. Los buenos cocineros elaboran la carne así, los que la pasan demasiado son los que no son expertos en el tema. Estos datos los leí en un libro, la verdad no tenía ni idea, a mí me gustaba bastante como estaba. Cuando terminé la carne con verduras y la ensalada me dispuse a probar aquel pastel. Estaba blando y muy jugoso para ser un pastel. El sabor a chocolate lo caracterizaba. Me terminé el pastelito en tres bocados. Después divisé una especie de magdalena con pepitas de lo que parecía ser chocolate de nuevo. La cogí y la desenvolví de su plástico y le di un bocado. Realmente rica. Tras terminar y limpiarme los labios con al servilleta, salí del a habitación con la bandeja.
Vi a Bleyd que se le veía discutiendo con un miembro de allí que tenía unas gafas triangulares, la verdad bastante características. Me acerqué a él y no se si me vio pero me paré a los dos metros de él
-Est...esto Bleyd. Gracias por la comida, estaba realmente rica-pude articular todas las palabras sin ningún problemas. Alcé un poco mis brazos con la bandeja para hacerle observar que no sabía que hacer con ella y que supiera que me lo había comido absolutamente todo y no había dejado nada. Le estaría agradecido ya que fue amable.
La verdad que la comida olía bastante bien. Era una mezcla de olores bastante compleja y bien elaborada. Parecían tener un buen cocinero en el submarino. Cogí los cubiertos de plásticos y empecé a cortar la carne. Para ser un cuchillo flexible cortaba bastante bien y fácil. Pinché el trozo de carne y lo envolví en la ensalada para coger alguna hoja ya que me gustaba aquel sabor. La carne era roja, poco hecha como se debe comer una buena carne. Los buenos cocineros elaboran la carne así, los que la pasan demasiado son los que no son expertos en el tema. Estos datos los leí en un libro, la verdad no tenía ni idea, a mí me gustaba bastante como estaba. Cuando terminé la carne con verduras y la ensalada me dispuse a probar aquel pastel. Estaba blando y muy jugoso para ser un pastel. El sabor a chocolate lo caracterizaba. Me terminé el pastelito en tres bocados. Después divisé una especie de magdalena con pepitas de lo que parecía ser chocolate de nuevo. La cogí y la desenvolví de su plástico y le di un bocado. Realmente rica. Tras terminar y limpiarme los labios con al servilleta, salí del a habitación con la bandeja.
Vi a Bleyd que se le veía discutiendo con un miembro de allí que tenía unas gafas triangulares, la verdad bastante características. Me acerqué a él y no se si me vio pero me paré a los dos metros de él
-Est...esto Bleyd. Gracias por la comida, estaba realmente rica-pude articular todas las palabras sin ningún problemas. Alcé un poco mis brazos con la bandeja para hacerle observar que no sabía que hacer con ella y que supiera que me lo había comido absolutamente todo y no había dejado nada. Le estaría agradecido ya que fue amable.
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Un miembro de la tripulación un poco más bajito que yo y con una cresta de una altura de tres dedos con las puntas rojizas se acerca a mí y amablemente me retira la bandeja de mis brazos y se dirige hacia una habitación en el ala oeste donde yo supongo que está la cocina. Bleyd, tras conversar con el señor que estaba hablando se acerca a mí y me informa sobre que ya mismo llegaremos a la isla a la que nos dirigimos y que me vaya preparando para desembarcar. Yo, abrí los los brazos haciéndole saber que estaba ya listo. Se aleja de mí y lo veo trastear con una caja de madera. Yo mientras, seguía observando el mar en el cual la luz era más clara que antes. Se dedujo de ello que estábamos saliendo a la superficie. Un ruido extraño me sobresaltó, mire extrañado a mi alrededor y ninguno presentaba ninguna actitud extraña. De repente, se escuchó a Bleyd reclamándome en el puente de mando. Me giro rápidamente y veo a Bleyd colgando el micrófono. Me acerco a él y me anuncia que la mina se sitúa a una distancia de un kilómetro de la costa y no será, en un primer momento, peligrosa.
Subimos por las escaleras y saltamos a la orilla. La arena estaba caliente, sería por el radiante sol. Parecía como si estuviéramos en otro lugar completamente distinto. En el puente el tiempo era triste y aquí yacía un radiante sol. Bleyd bajó del submarino con la misma caja con la que estaba trasteando antes y la puso en la arena. Parecía que estaba preparando el equipo. Observé que un camino de tierra prácticamente despejado el cual seguramente sería el que nos llevaría hacia la mina. Teníamos que resolver aquel problema, más bien dicho tenía él que resolver pero encima que me trató tan bien, no debo defraudarlo.
-Si quieres que te ayude Bleyd, no dudes en decírmelo. De antemano, muchas gracias por la hostilidad en el submarino-hice un gesto con la cabeza, como una reverencia.
Observaba que la puerta del submarino seguía abierta pero nadie salía. Tal vez aquella misión la procesaríamos nosotros. La verdad que tendrían bastante fe en Bleyd por muy cabeza hueca que pareciera.
Subimos por las escaleras y saltamos a la orilla. La arena estaba caliente, sería por el radiante sol. Parecía como si estuviéramos en otro lugar completamente distinto. En el puente el tiempo era triste y aquí yacía un radiante sol. Bleyd bajó del submarino con la misma caja con la que estaba trasteando antes y la puso en la arena. Parecía que estaba preparando el equipo. Observé que un camino de tierra prácticamente despejado el cual seguramente sería el que nos llevaría hacia la mina. Teníamos que resolver aquel problema, más bien dicho tenía él que resolver pero encima que me trató tan bien, no debo defraudarlo.
-Si quieres que te ayude Bleyd, no dudes en decírmelo. De antemano, muchas gracias por la hostilidad en el submarino-hice un gesto con la cabeza, como una reverencia.
Observaba que la puerta del submarino seguía abierta pero nadie salía. Tal vez aquella misión la procesaríamos nosotros. La verdad que tendrían bastante fe en Bleyd por muy cabeza hueca que pareciera.
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Bleyd de encaminó hacia el camino adyacente y a mí me tocó el otro. Mis ojos se acostumbraron a la oscuridad rápidamente ya que de pequeño me gustaba andar por las calles oscuras y conseguía diferenciar la gran mayoría de objetos sin necesidad de luminaria. Empecé a avanzar hacia el ruido de los picos de los mineros golpeando la dura piedra. Mientras más me adentraba, la acción de respirar se dificultaba. Era síntoma de que estaba descendiendo. Por los suelos yacía algún que otro casco blanco. Los raíles por donde pasaba la vagoneta para llevar al exterior el mineral se veía oxidada. La verdad que por ahora, aquella mina parecía estar en malas condiciones.
Mis pasos se escuchaban por todo el túnel. Me sentía incómodo escuchando el eco. Tras caminar unos minutos después de separarme de Bleyd, aparecieron algunos faroles colocados en los lados tanto derechos como izquierdos consiguiendo iluminar la totalidad del trayecto. El olor de aquel lugar tenía que ser nocivo, trabajar de minero tendría que ser un trabajo realmente agotador y difícil. Estaba a punto de comprobarlo.
-¿¡Quién anda ahí!?-dijo una voz. De repente un hombre con un pico paró mi travesía.-¿Quién eres?
-Vengo para observar el problema del hierro que hay.
Aquel hombre hizo muecas con su cara, no entendía muy bien lo que yo estaba diciendo.
-Vamos, te llevaré a donde se extrae el hierro. Que yo sepa, no hay ningún problema.
Iba tras aquel atlético minero con sus ropas totalmente manchada de manchas negras, como si se hubiera revolcado por el suelo. De repente chifló y salieron de un pequeño túnel donde se escuchaban potentemente las picas los 10 trabajadores que estaban allí metidos. Tanto padres de familias como chavales de 20 años se presentaron. El hombre del pico al que me encontré dijo que se llamaba Fale y era el responsable de esa cuadrilla de mineros. La mayoría de ellos estaban con rostros serios y parecían estar realmente agotados.
-¡¡A TRABAJAR!!-
El supervisor con su grito impuso su autoridad y todos se colaron en el túnel. Empezó a salir un hombre ya mayor cargado con una mochila de montañero. Allí llevaba el metal y lo puso en el vagón. Tras él salieron 5 mas y el vagón se llenó por completo. El supervisó me hizo un gesto con la mano para que me acercara y observara el mineral. Eran trozos, en su mayoría cuadrados o rectángulos irregulares. Yo no entendía de hierro por lo que le dije que si podría acompañarme para reencontrarme con Bleyd y que el dijera si era de buena calidad o no. Llegamos al punto donde nos separamos y nos pusimos a esperarlo.
Mis pasos se escuchaban por todo el túnel. Me sentía incómodo escuchando el eco. Tras caminar unos minutos después de separarme de Bleyd, aparecieron algunos faroles colocados en los lados tanto derechos como izquierdos consiguiendo iluminar la totalidad del trayecto. El olor de aquel lugar tenía que ser nocivo, trabajar de minero tendría que ser un trabajo realmente agotador y difícil. Estaba a punto de comprobarlo.
-¿¡Quién anda ahí!?-dijo una voz. De repente un hombre con un pico paró mi travesía.-¿Quién eres?
-Vengo para observar el problema del hierro que hay.
Aquel hombre hizo muecas con su cara, no entendía muy bien lo que yo estaba diciendo.
-Vamos, te llevaré a donde se extrae el hierro. Que yo sepa, no hay ningún problema.
Iba tras aquel atlético minero con sus ropas totalmente manchada de manchas negras, como si se hubiera revolcado por el suelo. De repente chifló y salieron de un pequeño túnel donde se escuchaban potentemente las picas los 10 trabajadores que estaban allí metidos. Tanto padres de familias como chavales de 20 años se presentaron. El hombre del pico al que me encontré dijo que se llamaba Fale y era el responsable de esa cuadrilla de mineros. La mayoría de ellos estaban con rostros serios y parecían estar realmente agotados.
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Bleyd apareció y me contó que en los pisos inferiores parecía ser que algo o alguien estropeaba al hierro extraído. Yo le conté que en la mina habían 10 hombres trabajando y extrajeron el hierro que estaba en la vagoneta. Le presenté al supervisor y este le empezó a explicar a él que no había ningún problema con el hierro, que se acercara al a vagoneta y que cogiera las piedras y viera el mismo que están en perfecto estado. Yo no entendía nada sobre el tema por lo que no podía opinar, por eso mismo se me había ocurrido llevar al controlador hasta él y que se explicara. El supervisor mencionó que en los pisos inferiores eran donde había más actividad y también que costaba respirar para el que no estuviera acostumbrado a las minas. Lo dijo en un tono como si pareciera que ocultaba algo. Le eché un vistazo de arriba a bajo y se le veía sereno. Seguramente se lo había preparado de antemano. Estaba seguro, allí ocurría algo. Cuando Bleyd examinara aquel hierro recién extraído íbamos a descender a los pisos inferiores para entender lo que pasaba.
Antes de entrar a la mina me estaba haciendo la idea de que si hubiera cualquier problema con el hierro sería por deficiencia del territorio, del yacimiento. Ahora estaba empezando a tener en cuenta una nueva alternativa. Estaba sospechando de aquel supervisor, no me estaba dando una buena impresión. Tal vez en los niveles inferiores se llevara a cabo cualquier tipo de "jugarreta" para conseguir que el hierro se vea igual pero fabricado con otro tipo de material que no es hierro. Claro está, todo esto eran especulaciones mías. Lo más seguro es que estarían haciendo trabajar más horas de lo permitido a los trabajadores y por lo tanto no rendían bien por lo tanto tenía como consecuencia un producto menos valioso y eficaz. Bleyd se empezó a acercar a la vagoneta y comenzó a echar un vistazo. Yo le iba a cubrir la espalda si el supervisor hiciera algún gesto extraño para disponer a atacarle o intentar huir.
Antes de entrar a la mina me estaba haciendo la idea de que si hubiera cualquier problema con el hierro sería por deficiencia del territorio, del yacimiento. Ahora estaba empezando a tener en cuenta una nueva alternativa. Estaba sospechando de aquel supervisor, no me estaba dando una buena impresión. Tal vez en los niveles inferiores se llevara a cabo cualquier tipo de "jugarreta" para conseguir que el hierro se vea igual pero fabricado con otro tipo de material que no es hierro. Claro está, todo esto eran especulaciones mías. Lo más seguro es que estarían haciendo trabajar más horas de lo permitido a los trabajadores y por lo tanto no rendían bien por lo tanto tenía como consecuencia un producto menos valioso y eficaz. Bleyd se empezó a acercar a la vagoneta y comenzó a echar un vistazo. Yo le iba a cubrir la espalda si el supervisor hiciera algún gesto extraño para disponer a atacarle o intentar huir.
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Parece ser que aquel hierro era de muy mala calidad ya que se desintegraba con solo tocarlo. Mientras bajábamos al segundo piso, escuchamos súplicas de ayuda. Emprendimos la marcha hasta la voz y nos encontramos a un minero con el brazo ensangrentado. Bleyd me pidió que lo llevara al piso de arriba y eso me dispuse a hacer. El minero era un joven de unos 20 años, con una camiseta blanca raída y unos pantalones azul marino con los bajos rotos y un calzado el cual, yo diría que era inapropiado para estar dentro de una mina. Llegamos a la parte superior y el supervisor había desaparecido. Una vez allí, lo coloqué en el suelo y fui corriendo donde se extrajo el hierro. Allí, supliqué un trozo de ropa para intentar cortar el flujo de sangre que salía de su brazo y así conseguir que no se desangrara. Un amable anciano minero se rajó su camiseta y me dio el trozo. Junto a dos más fuimos corriendo hasta el hombre herido. Le cogí el brazo derecho y divisé su herida en la parte del codo, tal vez un desprendimiento de piedras y alguna afilada le hubiera cortado. Le coloqué la venda y la até fuertemente a pesar de los gritos de desesperación del minero por que parara. Cuando terminé, resopló y pareció encontrarse algo mejor respecto a la situación que se encontraba en antaño. Les hice gestos a los otros dos mineros los cuales entendieron a la perfección mi mensaje, que cuidaran de aquel hombre. Me puse en pie ya que me encontraba agachado a una distancia de un metro del minero y comencé a descender. Una vez allí, encontré a Bleyd un poco más avanzado hablando con un minero, parecía ser el compañero del herido y tal vez le estuviera pidiendo explicaciones. Me acerqué y los dos se quedaron mirándome mientras yo esperaba a que Bleyd dijera lo que nos tocaba hacer.
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