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Cuan extraño era el mundo. Llevaba levantado varias horas, meditando en los acontecimientos recientes, en aquel balcón de una posada, pensando que hacía escasas semanas me había encontrado con un familiar, lo cual era extraño porque pensaba que ninguno de ellos disfrutaba de los juegos, pero eso no era más que una suposición, ya que hacía muchos años que no los veía, más o menos desde el día en que nací, había sido criado de la bondad de unos pocos y mi propia capacidad para aprender ¿absurdo, verdad?
El sol estaba saliendo por el horizonte, era difícil ver su ascenso, y algo llamo mi atención, el chico yacía sobre la cama, moviéndose como si estuviera teniendo una pesadilla extraña, que le atormentaba constantemente, así que me acerqué hasta la cama, para poner la manta, que había lanzado por los aires de una patada, de nuevo sobre su cuerpo. Le mire a la cara, parecía un angelito, pero por desgracia eso desaparecía cuando se despertaba, ya que era un autentico demonio, no paraba de hacer bromas y molestar a la gente. Quizás el hecho de que fuera mi hermano pequeño me hacía ser un poco más benevolente con él y dejarle pasar unas cuantas bromas.
Me levante de la cama, en la que estaba sentado, y me dirigí a la puerta, seguía pensando en todo lo que había pasado, el pequeño me había dicho que nuestra madre seguía viva, algún día la visitaría, pero me extrañaba más el caso de mi padre, tras haber investigado sobre él, descubrí varias cosas sobre él, era un hombre de pelo blanco, que ejercía el cargo de capitán pirata y era uno de los mayores enemigos del Gobierno Mundial, realmente no tenía ni idea de quién era, pues me había pasado la vida en medio de la nada. Tenía una carta con su nombre, estaba dentro de mi bolsillo, no la había abierto, cada vez que lo intentaba pasaba algo y en cierta manera lo agradecía, ya que no me sentía capaz de leer quien era el desalmado que me había dejado en medio de una isla desierta…
Mientras andaba por la calle, me calé el sombrero hasta las cejas, hacía un relente mañanero el cual casi no me dejaba pensar debido al frio que estaba pasando. Y por serendipia, ya que estaba buscando un pequeño oasis de paz en el que descansar para leer la nota, me lo encontré. Era Shi, un antiguo “compañero” y estaba junto a una mujer que… los dos parecían felices, lo que me hizo esbozar una sonrisa, al menos no era tan tonto como pensaba y aunque no se quitara la máscara tan a menudo, se podía descifrar esto por sus gestos corporales. Puede que no fuera un buen momento para molestarlos, pero me acerqué a ellos, haciendo un gesto a Shi cuando estuve cerca.
-¿Qué tal? Hace un buen tiempo que no nos vemos ¿Cómo van tus planes?-Le pregunté a Shi, mientras le miraba a la máscara.-Oh, ¿y tu quién eres?-Le pregunté a la mujer rubia, con un tono amable mientras cerraba los ojos.-
El sol estaba saliendo por el horizonte, era difícil ver su ascenso, y algo llamo mi atención, el chico yacía sobre la cama, moviéndose como si estuviera teniendo una pesadilla extraña, que le atormentaba constantemente, así que me acerqué hasta la cama, para poner la manta, que había lanzado por los aires de una patada, de nuevo sobre su cuerpo. Le mire a la cara, parecía un angelito, pero por desgracia eso desaparecía cuando se despertaba, ya que era un autentico demonio, no paraba de hacer bromas y molestar a la gente. Quizás el hecho de que fuera mi hermano pequeño me hacía ser un poco más benevolente con él y dejarle pasar unas cuantas bromas.
Me levante de la cama, en la que estaba sentado, y me dirigí a la puerta, seguía pensando en todo lo que había pasado, el pequeño me había dicho que nuestra madre seguía viva, algún día la visitaría, pero me extrañaba más el caso de mi padre, tras haber investigado sobre él, descubrí varias cosas sobre él, era un hombre de pelo blanco, que ejercía el cargo de capitán pirata y era uno de los mayores enemigos del Gobierno Mundial, realmente no tenía ni idea de quién era, pues me había pasado la vida en medio de la nada. Tenía una carta con su nombre, estaba dentro de mi bolsillo, no la había abierto, cada vez que lo intentaba pasaba algo y en cierta manera lo agradecía, ya que no me sentía capaz de leer quien era el desalmado que me había dejado en medio de una isla desierta…
Mientras andaba por la calle, me calé el sombrero hasta las cejas, hacía un relente mañanero el cual casi no me dejaba pensar debido al frio que estaba pasando. Y por serendipia, ya que estaba buscando un pequeño oasis de paz en el que descansar para leer la nota, me lo encontré. Era Shi, un antiguo “compañero” y estaba junto a una mujer que… los dos parecían felices, lo que me hizo esbozar una sonrisa, al menos no era tan tonto como pensaba y aunque no se quitara la máscara tan a menudo, se podía descifrar esto por sus gestos corporales. Puede que no fuera un buen momento para molestarlos, pero me acerqué a ellos, haciendo un gesto a Shi cuando estuve cerca.
-¿Qué tal? Hace un buen tiempo que no nos vemos ¿Cómo van tus planes?-Le pregunté a Shi, mientras le miraba a la máscara.-Oh, ¿y tu quién eres?-Le pregunté a la mujer rubia, con un tono amable mientras cerraba los ojos.-
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No... Quiero seguir durmiendo... Todavía es muy tempranooo. No hacía otra cosa más que quejarme, pero estaba cansada del día anterior y... no voy a recordar todo lo que pasó. Solo sé que Shi me estaba despertando para salir de la posada en la que estábamos. Abrí los ojos lentamente y lo primero que vi fue su máscara, no pude evitar sonreír aunque luego me giré y me cubrí con las mantas. No quería salir, estaba demasiado cómoda allí debajo. Un olor me hizo destaparme. Tabaco... Seguro que Shi ya había estado fumando sin que yo me diese cuenta. Finalmente me levanté y me metí en el baño. Me arreglé un poco el pelo y me lavé la cara para despejarme. Allí me quedé mirándome en el espejo. Había cambiado demasiado, ahora era otra persona.
En cuanto me preparé salí de la posada junto a Shi. A mi lado echaba en falta a Yoru, que era quien me ayudaba alguna vez y el que me hacía compañía. Había tiendas y todo tipo de lugares de ocio. Me apetecía pararme en todas para pasar el rato. -¿Cuando me vas a regalar algo?- Le pregunté a Shi. Quería un regalo, hacía tiempo que no tenía nada e iban siendo horas de que me lo diese. Además con todo tipo de tiendas estoy segura de que sería capaz de encontrar uno. -Quiero que me sorprendas, no es tan difícil. -Dije poniéndole ojitos y dándole un beso en la mejilla. Quería un regalo, y por mis ovarios esta noche lo tendría.
A medida que avanzábamos a nuestro frente vi a un chico con sombre y de traje negro, por los lados se podía ver que su pelo era verde. Se acercó hasta nosotros y saludó a Shi, se conocían de algo pues hablaron de sus cosas como amigos y luego me preguntó a mi. -Yo soy Kaede Cohen. - Respondí con una sonrisa, a todo esto Shi se despidió y se fue a comprar mi regalo dejándome con aquel muchacho.- ¿Y tú quién eres? -Tenía bastante curiosidad.
En cuanto me preparé salí de la posada junto a Shi. A mi lado echaba en falta a Yoru, que era quien me ayudaba alguna vez y el que me hacía compañía. Había tiendas y todo tipo de lugares de ocio. Me apetecía pararme en todas para pasar el rato. -¿Cuando me vas a regalar algo?- Le pregunté a Shi. Quería un regalo, hacía tiempo que no tenía nada e iban siendo horas de que me lo diese. Además con todo tipo de tiendas estoy segura de que sería capaz de encontrar uno. -Quiero que me sorprendas, no es tan difícil. -Dije poniéndole ojitos y dándole un beso en la mejilla. Quería un regalo, y por mis ovarios esta noche lo tendría.
A medida que avanzábamos a nuestro frente vi a un chico con sombre y de traje negro, por los lados se podía ver que su pelo era verde. Se acercó hasta nosotros y saludó a Shi, se conocían de algo pues hablaron de sus cosas como amigos y luego me preguntó a mi. -Yo soy Kaede Cohen. - Respondí con una sonrisa, a todo esto Shi se despidió y se fue a comprar mi regalo dejándome con aquel muchacho.- ¿Y tú quién eres? -Tenía bastante curiosidad.
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Al parecer Shi, tras hablar conmigo un poco y decirme que volvería en un rato, se fue, supongo que era porque tendría cosas que hacer, así que me quede con la chica, que era más o menos de mi misma altura, que decía llamarse Kaede Cohen, le sonreía de forma amable, pues aunque no la conociera de nada, parecía agradable. Cuando me pregunto quién era, me lleve una mano al cinturón, introduciendo un dedo dentro de este por la sorpresa que me había causado, parece que el maldito Shi no le había contado ante este hecho, suspiré, pensando si sería solo una pequeña distracción o algo más.
-Mi nombre es Ryuta, hace un tiempo que conozco a Shi por… creo que eso debería contártelo él, fue un viaje extraño.-Dije, acompañando de una risa corta y leve, llevándome la mano libre con un movimiento rápido, para aguantarme el sombrero.-Estoy dando una vuelta por el lugar, ya que Shi se ha ido ¿Te interesa acompañarme?-Le pregunté antes de ponerme en marcha, aunque como no habíamos empezado a movernos, aproveche para hacerle una pregunta, con la que abrir conversación.-Ya que mi viejo amigo no creo que me lo cuente, ¿cómo es que os conocisteis? Si no es molestia la pregunta, claro.-Solté, mientras, esta vez sí, empezaba a andar, esperando que Kaede me acompañase, si no, siempre podría seguir con el plan inicial y abrir el sobre.
En mis ensoñaciones propias de alguien que casi no ha dormido, debido a temas del pasado, me pregunté la reacción que tendría mi padre el momento en el que se diera cuenta de que estaba ahí, me preocupaba tanto por eso, que me giré a Kaede, sin dejar de caminar y le miré a la cara.
-Dime, aunque no te conozca de casi nada, pero… ¿Cómo era tu familia? Es… tengo problemas con un asunto familiar y… bueno, creo que necesito hablar con alguien de esto.-Lo dije en tono bajo, ciertamente me daba vergüenza hablar de eso con una desconocida, pero tenía que desquitarme, y por desgracia, ella era la única que tenía cerca para hacerlo.
-Mi nombre es Ryuta, hace un tiempo que conozco a Shi por… creo que eso debería contártelo él, fue un viaje extraño.-Dije, acompañando de una risa corta y leve, llevándome la mano libre con un movimiento rápido, para aguantarme el sombrero.-Estoy dando una vuelta por el lugar, ya que Shi se ha ido ¿Te interesa acompañarme?-Le pregunté antes de ponerme en marcha, aunque como no habíamos empezado a movernos, aproveche para hacerle una pregunta, con la que abrir conversación.-Ya que mi viejo amigo no creo que me lo cuente, ¿cómo es que os conocisteis? Si no es molestia la pregunta, claro.-Solté, mientras, esta vez sí, empezaba a andar, esperando que Kaede me acompañase, si no, siempre podría seguir con el plan inicial y abrir el sobre.
En mis ensoñaciones propias de alguien que casi no ha dormido, debido a temas del pasado, me pregunté la reacción que tendría mi padre el momento en el que se diera cuenta de que estaba ahí, me preocupaba tanto por eso, que me giré a Kaede, sin dejar de caminar y le miré a la cara.
-Dime, aunque no te conozca de casi nada, pero… ¿Cómo era tu familia? Es… tengo problemas con un asunto familiar y… bueno, creo que necesito hablar con alguien de esto.-Lo dije en tono bajo, ciertamente me daba vergüenza hablar de eso con una desconocida, pero tenía que desquitarme, y por desgracia, ella era la única que tenía cerca para hacerlo.
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El extraño se llamaba Ryuta. Un nombre bonito a decir verdad. Shi no me había hablado de sus amigos, era muy reservado en ese tema, sobre todo con su pasado, algo que no quería revelarme, pero quizás con el tiempo conseguiría que me lo explicase para ayudarle o al menos intentarlo. El muchacho me ofreció a que le acompañase a dar una vuelta. Miré hacia atrás y levanté mis hombros. No tenía nada mejor que hacer y así podía conocerle mejor. Me acerqué a él y le respondí la pregunta. -Pues fue algo extraño, yo había entrado a una taberna de Shellstown la cual estaba llena de gente miserable. El estaba allí y... me ayudó con unos piratas que me molestaban... -Sonreí levemente y paré de hablar. Me había sonrojado con solo recordarlo. - Tras aquello surgió todo lo que tenemos en común y viajamos juntos. Creía que lo sabrías si eres su amigo.
El muchacho me miró y yo aparté la mirada. No me gustaba mantenerme fija en los ojos de la gente, me hacía sentir incómoda. Supuestamente el tenía un problema con su familia y me había preguntado por la mía. Me aparté de él. No acostumbraba a hablar de ella e intentar recordar me hacía sentir mal o a veces, acabar llorando. -Pues yo no conocí a mi familia. Nunca la vi, tengo escuchado historias sobre mi madre... pero nunca supe si eran ciertas o meras leyendas que se inventaban los aldeanos. Desde pequeña crecí sola en un bosque, rodeada de animales hasta los 6 años cuando una anciana me acogió por estar... herida. Intenté averiguar cosas sobre mis padres pero nadie sabía nada y yo, yo solo era una niña abandonada a la que le tenían miedo. -Una lágrima cayó de mi rostro pero la sequé rápidamente con la mano y miré al cielo. Sabía que no debía recordar eso, me afectaba demasiado. - ¿Y tú? ¿Por qué quieres saber sobre mi familia? ¿Acaso tu problema tiene que ver con la mía?
El muchacho me miró y yo aparté la mirada. No me gustaba mantenerme fija en los ojos de la gente, me hacía sentir incómoda. Supuestamente el tenía un problema con su familia y me había preguntado por la mía. Me aparté de él. No acostumbraba a hablar de ella e intentar recordar me hacía sentir mal o a veces, acabar llorando. -Pues yo no conocí a mi familia. Nunca la vi, tengo escuchado historias sobre mi madre... pero nunca supe si eran ciertas o meras leyendas que se inventaban los aldeanos. Desde pequeña crecí sola en un bosque, rodeada de animales hasta los 6 años cuando una anciana me acogió por estar... herida. Intenté averiguar cosas sobre mis padres pero nadie sabía nada y yo, yo solo era una niña abandonada a la que le tenían miedo. -Una lágrima cayó de mi rostro pero la sequé rápidamente con la mano y miré al cielo. Sabía que no debía recordar eso, me afectaba demasiado. - ¿Y tú? ¿Por qué quieres saber sobre mi familia? ¿Acaso tu problema tiene que ver con la mía?
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Oí su relato, me pude fijar como la chica se sonrojaba, era mona y en cierto modo sabía porque Shi estaba con ella. Cuando dijo lo de que lo sabría si era su amigo, no pude soltar una pequeña risa, hacía tanto que no me lo encontraba, que lo raro era que se acordara de mi cara. Y entonces me di cuenta de que, quizás no debería haberle preguntado a la chica sobre su pasado, a veces tenía muy poco tacto y eso se reflejaba en que la había hecho llorar, puede que no tuviera idea de eso, pero tenía parte de la culpa por preguntar, así que empecé a hacer movimientos, haciendo aspavientos absurdos con los brazos y tartamudeando.
-Lo siento, de verdad… No tendrías que haberme hablado de tu familia si no querías.-Le dije, con un tono triste mientras seguía haciendo aspavientos.-¿Tu familia? No, no te pregunté porque tuviera relación contigo, aunque he de decirte que yo tampoco conocí a mis padres. O eso pensaba hasta hace poco, descubrí que tenía un hermano pequeño, que mi madre estaba viva, al igual que mi padre y, bueno, la verdad, es que hace poco conseguí saber quién era…-Paré un segundo, para mirar hacia el cielo, mientras sacaba el sobre.-Bueno, más bien, esta aquí, no lo he abierto todavía ¿Absurdo, verdad? Tan cerca de saber quién es mi padre y, por miedo, no lo he abierto.-Sonreía de forma triste, la melancolía se había apoderado de mi cuerpo mientras seguía caminando por la calle.-
Miraba el sobre, que ahora sostenía con ambas manos, tenía que abrirlo ¿pero cuándo? ¿Quién sería mi padre? Me mordía el labio inferior, ¿debería o…? Suspiré, era una decisión que me marcaría y no pude evitar preguntar en alto, aunque no demasiado, lo suficiente para que me oyera Kaede.
-¿Crees que debería?-Le pregunté, aunque esta vez no le miraba a la cara, pues no podía quitar mis ojos del sobre.
-Lo siento, de verdad… No tendrías que haberme hablado de tu familia si no querías.-Le dije, con un tono triste mientras seguía haciendo aspavientos.-¿Tu familia? No, no te pregunté porque tuviera relación contigo, aunque he de decirte que yo tampoco conocí a mis padres. O eso pensaba hasta hace poco, descubrí que tenía un hermano pequeño, que mi madre estaba viva, al igual que mi padre y, bueno, la verdad, es que hace poco conseguí saber quién era…-Paré un segundo, para mirar hacia el cielo, mientras sacaba el sobre.-Bueno, más bien, esta aquí, no lo he abierto todavía ¿Absurdo, verdad? Tan cerca de saber quién es mi padre y, por miedo, no lo he abierto.-Sonreía de forma triste, la melancolía se había apoderado de mi cuerpo mientras seguía caminando por la calle.-
Miraba el sobre, que ahora sostenía con ambas manos, tenía que abrirlo ¿pero cuándo? ¿Quién sería mi padre? Me mordía el labio inferior, ¿debería o…? Suspiré, era una decisión que me marcaría y no pude evitar preguntar en alto, aunque no demasiado, lo suficiente para que me oyera Kaede.
-¿Crees que debería?-Le pregunté, aunque esta vez no le miraba a la cara, pues no podía quitar mis ojos del sobre.
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Ya me había calmado un poco desde lo que le había contado sobre mi familia. En verdad no es que tuviese problemas en contar mi pasado, pero simplemente me dolía recordarlo. Solo espero el día en poder hablar sobre ese tema sin sentir nada. Espero que ese día no esté muy lejos.
-No pasa nada. No es tu culpa. - Tomé una pausa y sonreí. El chico tenía algo de razón. ¿Por qué seguir esperando? No todo el mundo tenía la oportunidad de saber quién era su padre. Me parecía estúpido esperar y más por un tema como ese. Si fuese yo, ya la habría abierto hace mucho. Estiré un poco la cabeza hacia arriba y miré el cielo. Ojalá a mi me enviasen cartas así para saber sobre mis padres. Ojalá...
-Deberías abrirla. Es lo mejor que puedes hacer. Eso o quemarla. - Dije sonriendo. Lo de quemarla lo dije por romper un poco el hielo y porque me gustaba ver arder cosas. - Aunque te recomiendo abrirla si quieres saber sobre tu familia. - Tomé una pausa y me crucé de brazos. - Eres bastante afortunado. - Le miré de arriba abajo y noté que estaba nervioso. - Oh vamos, ábrela ya. - Solté mientras alzaba mi mano en señal de rapidez mientras reía. - Y bien ¿qué pone?
-No pasa nada. No es tu culpa. - Tomé una pausa y sonreí. El chico tenía algo de razón. ¿Por qué seguir esperando? No todo el mundo tenía la oportunidad de saber quién era su padre. Me parecía estúpido esperar y más por un tema como ese. Si fuese yo, ya la habría abierto hace mucho. Estiré un poco la cabeza hacia arriba y miré el cielo. Ojalá a mi me enviasen cartas así para saber sobre mis padres. Ojalá...
-Deberías abrirla. Es lo mejor que puedes hacer. Eso o quemarla. - Dije sonriendo. Lo de quemarla lo dije por romper un poco el hielo y porque me gustaba ver arder cosas. - Aunque te recomiendo abrirla si quieres saber sobre tu familia. - Tomé una pausa y me crucé de brazos. - Eres bastante afortunado. - Le miré de arriba abajo y noté que estaba nervioso. - Oh vamos, ábrela ya. - Solté mientras alzaba mi mano en señal de rapidez mientras reía. - Y bien ¿qué pone?
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