Gidarta Sautama, el Ciudadano modelo

Exp:
0

Nivel:
1

Alineamiento:
Legal bueno.

Nombre:
Gidarta Sautama

Apodo:
Botas de seda, debido a una anécdota de su pasado con unas botas de cuero, un baño caliente y un par de ovejas esquiladas.

Edad:
38 años.

Sexo:
Varón.

Raza:
Humano.

Rango social:
Muy pobre, casi indigente.

Profesiones:
Alternatvo y triple Domador.

Akuma no mi:

Kasu Kasu no mi:

Descripción estilo de lucha:
-Nombre: Improvisación de mierda (Juego de palabras, lamento lo malsonante que es)
-Ejecución: Gid es, en resumidas cuentas, un inútil y pobre torpe. Carece de cualquier habilidad marcial y no sabe golpear. A penas logra mover los brazos con soltura por lo que es incapaz de propinar un puñetazo correctamente. Las patadas... digamos que su peso impide que las piernas tengan libre albedrío en el combate. Además desconoce cualquier estilo de lucha y lo más parecido que puede hacer es esquivar o bloquear golpes. Aunque con resultados comúnmente nefastos. La única solución que halló a dicho problema fue el uso de su fruta. A diferencia de su cuerpo, por suerte o por desgracia, tiene un control increíble de su fruta y puede manejarla con una soltura envidiable. Es capaz de realizar movimientos y acciones que no puede hacer normalmente. Llega a realizar llaves repugnantes, inmovilizaciones desagradables y golpes asqueroso que dejan a los rivales sin opciones. Además tiene la ventaja de que el olor nauseabundo de su fruta distrae a los enemigos para poder "eliminarlos" con facilidad.

Descripción física:
Gidarta es un hombre recio y rudo de aspecto feroz. Su cuerpo tiene una altura de 1'68 metros, por lo que es bastante más bajo que la media. Es muy ancho, por culpa de su metabolismo horrible, y se ve bastante grueso. Tiene cicatrices por el cuerpo provocadas por él mismo a causa de su torpeza. Sus ojos son de un colo marrón oscuro y grandes. Carecen de brillo y dan un aspecto intimidatorio. Su barba incipiente, por mucho que se afeite o la rasure, aumenta el miedo que produce su tosca y desagradable cara. Sus ropajes son sencillos, lleva un chaleco de piel mal confeccionado por su querida madre y unos pantalones que heredó de su abuelo. Se cuenta que en el pasado eran rojos y que el tiempo los deterioró hasta ese aspecto. Siempre lleva una vaina a la cintura con un mango de cuchillo... sin cuchillo. Es un recuerdo muy preciado para él y no lo desenvaina para que la gente no lo tome por estúpido. Lleva un caso curioso para ocultar su calvicie que heredó de su bisabuelo. Su cuerpo es peludo y viste sus pies con unas botas de cuero sin tratar. Un cinturón de tela mantiene altos los pantalones y sostiene una bolsa pequeña que lleva a la espalda. Porta brazaletes de metal que casi no ofrecen protección. Tiene las manos grandes y llenas de cayos a causa de los años trabajando como leñador. Su nariz es anormalmente grande y redonda pero sus labios, por el contrario, son pequeños y nada carnosos. Es, lo que podría llamarse, un hombre feo.

Imágenes:

Descripción psicológica:
Gidarta es un hombre bueno y leal. Siempre cumple las normas y fue educado de forma que el altruismo es su principal forma de actuar. Siempre se preocupa por los demás antes que por él mismo hasta el punto de darle una barra de pan a una rata que vea en la calle aun cuando él se muere de hambre. Sin embargo su bondad no le hace atraer a la gente. Es terriblemente introvertido, pero le encanta rodearse de personas y hablar con ellos cuando se siente capaz. Debido a su aspecto rudo y al silencio que mantiene hasta superar su fobia a la comunicación, la gente lo teme y le rehuye. Es algo contradictorio para él ya que quiere hablar con todo el mundo y llevarse bien con cualquiera pero, al mismo tiempo, desea que nadie le hable para no pasar vergüenza. Es humilde y agradable, siempre atribuye sus méritos a otros ya que él no se considera hábil para lograr las cosas y cree que no consigue nada solo. No siente odio por nada, aunque hay algunas cosas que le desagradan y, sin embargo, le encantan un millón de cosas. Es incapaz de ponerse serio ya que los nervios le atacan en casi cualquier situación. Es muy respetuoso y todo un caballero. Le encantan los animales y se siente muy identificados con ellos. Cuando asusta a la gente se siente culpable y se pone triste, sentimiento al que puede llegar con suma facilidad. Tiene una imagen de sí mismo muy mala y su autoestima está por los suelos, aunque le importa más bien poco.

Gustos:
La verdura, guisada, al vapor, cruda, cocinada sea como sea es algo que adora. La salsa de soja siempre es buen acompañante para su plato favorito, las verduras salteadas. Hacer ejercicio físico es una de sus aficiones, aunque debido a su corpulencia le es algo difícil. Le gustan mucho las mujeres, aunque es respetuoso y nada mujeriego. La ropa suelta y cómoda le agrada muchísimo. Los animales le encantan, nunca ha tenido muchos amigos humanos pero los animales siempre le han acompañado. Por algún motivo que desconoce, posiblemente por su fruta, adora en secreto los olores fuertes y desagradables. El ballet y la ópera, así como los musicales, son una de sus pasiones. Le gusta que su ropa esté limpia y suave además de las noches invernales y frías ne las que te puedes tapar con cálidas y pesadas mantas. Le gusta la gente en general y entablar charlas por muy difícil que sea para él. Sentirse rodeado de grandes grupos, aunque le pone nervioso, es algo que adora. Ver campos de cultivo y observar a los granjeros que los trabajan siempre le ha agradado, también imaginarse a sí mismo en ese trabajo. Tejer y hacer puntillo son dos de sus aficiones. Le encanta, hasta el punto de adorar, el trabajo en cualquier tipo de cultivo a excepción de la tala.

Desagrados:
La comida. Odia comer y, si por él fuera, no comería nunca. Todo tipo de carne le resulta desagradable, ya que solo le gusta la verdura y la fruta. La gente que desprecia a los demás es igual de despreciable para él, aunque sea incapaz de mostrar un sentimiento tan negativo. Su metabolismo, no le gusta nada ser tan ancho a pesar del ejercicio físico y la dieta correcta. Su barba incipiente que no se va por mucho que la afeite. No le gusta nada el maltrato animal, aunque detesta igual el maltrato en general hacia cualquier tipo de ser vivo. Los criminales le dan miedo por lo que tampoco le gustan. Detesta sentirse feo o tener baja autoestima, cosa que le hace sentir triste y entrar en un círculo vicioso porque tampoco le gusta ese sentimiento. El combate es totalmente despreciable para él en cualquier expresión de la palabra, no le gusta luchar, competir ni discutir, tiende a evitarlo en la medida de lo posible. Los problemas y acertijos complicados se le resisten y le hacen sentir idiota, cosa que también le desagrada. No le gusta nada la prepotencia ya que es un tipo de discriminación hacia el resto por ser "inferiores". Las críticas destructivas son innecesarias y dañinas en su opinión, por lo que es algo que detesta. No le gusta todo aquel que odie su trabajo o que trabaje sin pasión por lo que hace.

Habilidades:
Tejer, coses, hacer ganchillo, su habilidad con las agujas no es increíble pero se le da bien para tener unas manos tan grandes y rudas. El trato con animales es uno de sus puntos fuertes y lo conoce casi todo sobre ellos. Se le da muy bien adiestrar y entenderse con casi todo tipo de criaturas. La ópera es algo en lo que es casi tan bueno como en la danza clásica. La cocina de verduras, ya sea al vapor, sofritas, cocidas, o cualquier tipo de cocina con ellas es fácil para él. Es muy observador y capta detalles de los que otros no se percatan. Aunque no estudió demasiado sabe leer y lo hace bastante rápido. Es muy bueno con la medicina animal, así como la veterinaria, y se ha dedicado siempre que a podido a curar a esas bellas criaturas. Tiene una gran habilidad para imaginar escenas que jamás podrían ocurrir. Tiene facilidad para contar números y cosas a simple vista. Sabe mantenerse callado y, aunque le encante hablar, tiene habilidad para permanecer en silencio. Se ata los cordones de las botas con suma sencillez. Arar la tierra y todo lo que tenga que ver con el cultivo de verduras y otras plantas es algo muy fácil para él, casi mecánico. Tiene mucha habilidad para hacer el ridículo. Aunque no es algo bueno del todo...

Torpeza:
Socializar no es su fuerte, aunque le encanta se le da fatal entablar conversaciones. Las matemáticas y la física se le resisten muchísimo. Algo que le escama y con lo que no tiene habilidad alguna es la tala. A pesar de ser el oficio familiar desde generaciones, no es nada bueno en ello y es incapaz de cortar bien un solo árbol. Es muy torpe a la hora de combatir y a penas es capaz de realizar movimientos marciales, mucho menos reaccionar como un luchador haría. La caza, la pesca y cualquier acción que intervenga negativamente en la vida animal la detesta y la hace mal. Habla muchísimo, pero mal. Es incapaz de hacer frases cultas o discursos convincentes. Nunca ha intentado confeccionar zapatos ni pretende hacerlo alguna vez en su vida, pero está totalmente seguro de que es incapaz de hacerlo y que, si lo intentara, los resultados serían nefastos. Ir de compras es un punto flaco que arrastra desde pequeño ya que siempre es engañado por los vendedores y se lleva lo más caro que pueda permitirse aun cuando no lo necesite. Ser serio o plantar cara, los nervios y el miedo no le ayudan en ello. Investigar, aunque no es tonto tampoco es inteligente y no tiene dotes de detective. Tampoco se le dan bien los juegos de azar.

Banda:
Ninguna

Armas:
Un hacha familiar.

Historia:
Cuenta una vieja leyenda o, mejor dicho, contaba una vieja tediosa que en un pueblo humilde del South Blue nació un niño con un futuro prometedor. Un niño que estaría destinado a grandes hazañas, que elevaría su pueblo a lo más alto y el cual tendría un nombre que sería recordado eternamente. Pues justo en el pueblo de al lado nació Gidarta. Gid era un niño fuerte y sano, aunque algo pasadito de peso. Aquello no cambió con el tiempo pues su complexión gruesa lo acompañó toda su vida incluso hasta el momento actual. Su familia era pobre, aunque con un legado importante. Eran los leñadores de su isla y desde el primero de los Sautama hasta el último se dedicó a ese oficio. El chico aprendía todo sobre las hachas y los árboles desde que tuvo edad para conocer sobre la profesión. Nunca fue un niño muy popular, por lo que sus amigos eran tan solo los animalitos que descubría por la isla. A pesar de eso no fue infeliz ni padeció una infancia triste o anormal. Para él era buena. La adolescencia, sin embargo, no fue tan agradable. El acné lo acosó sin piedad y su cuerpo sufrió cambios que lo aterrorizaron. Aunque un día se hizo tremendamente popular. Con quince años participó en una fiesta. A día de hoy no recuerda muy bien lo que ocurrió, pero ese día se convirtió en un hombre acompañado por una mujer, dos ovejas y un baño caliente.

Aunque no fue buena la fama que obtuvo. Por algún motivo referido a su calzado y, posiblemente, a la ropa interior de aquella pobre pastora, empezaron a llamarlo Botas de Seda. No volvieron a invitarlo a una fiesta y se sintió tremendamente desdichado. Aunque al cabo de un tiempo conoció a alguien que le ayudó a olvidarlo. Meliodas llegó a su isla poco después de un año y se hicieron muy buenos amigos. De hecho, era su único amigo humano y nunca supo el por qué de aquella amistad. Gidarta no era alguien atractivo ni interesante, pero Meliodas siempre le acompañaba y le alegraba el día. Gid empezó a trabajar como leñador a sus dieciocho años, pero era nefasto. Tras unos cuantos años se vio obligado a desistir y romper la tradición familiar. Nunca volvió a saber del trabajo ni a intentarlo. Y, aunque nunca lo confirmaron, sus padres se sintieron realmente decepcionados. Temeroso de ser una deshonra para sus padres y una vergüenza para sus antepasados, decidió marcharse de allí. Aunque no preguntó ni lo esperaba, Meliodas decidió marcharse con él asegurando que ahora sería el Pecado de la Gula y que pertenecería a su banda. Gidarta se negó en rotundo, pero su amigo nunca aceptó la negación y siempre confirmó que eran compañeros.

Intentaron conseguir un barco y grandes fortunas así como gloria e imperios. Pero solo hallaron un bote y vendieron casi todas sus pertenencias para conseguir menos de mil berries. Por no tener ya no tenían ni hogar, pero eso no los entorpecería ni evitaría que empezaran su aventura. Y así se embarcaron en una barca rumbo a mares desconocidos y derechos a conquistar tierras y mujeres. De no ser porque Gidarta no quería tierras ni se atrevía a hablar con mujeres. Es posible que el hecho de que la barca se les hundiera antes de llegar a la primera isla también fuera un aliciente para no obtener territorios y fama. Pero eso tampoco fue lo suficientemente duro como para entorpecer sus ganas de viajar. Llegaron a nado, después de horas dándole a los brazos, hasta una isla cercana. Allí debieron vivir unos meses. No tenían intención de volver a hacerse a la mar con un barquita. Trabajaron casi como esclavos, aunque sin cadenas y con un sueldo indecentemente "corriente", en una plantación de algodón. Tras ese lapso de tiempo consiguieron el dinero para alquilar un barco y poder retomar su búsqueda.

Poco después después de empezar de nuevo sus andadas, fueron atacados por famoso criminales. Meliodas, que siempre conservó un aspecto infantil, recibió una paliza tal que su cuerpo quedó en estado de parálisis durante días. Lo peor no fue ese coma temporal, si no que uno de los criminales utilizó algún tipo de poder para convertirlo en un niño. No cambió desde entonces. Siguieron juntos, pues eran amigos inseparables y Gidarta se sentía culpable por el estado de su amigo. Otro día de sus aventuras los sorprendió con algo increíble. Cultivando un campo de patatas se toparon con un tubérculo extraño y apetecible. Gid se lo comió sin pensárselo dos veces. Podría haber sido venenoso o peligroso por x motivos, pero lo hizo de todas formas. Aquello fue una bendición o una maldición, no estaba seguro, pero lo dotó de los poderes del diablo. Se podría haber tratado de la poderosa fruta de los terremotos pero no, era una fruta de mierda... literalmente. Aunque le costó entender aquel poder, lo dominó con facilidad. Intentó esconderlo, pero por una razón u otra siempre se veía obligado a mostrarlo. Normalmente por culpa de Meliodas.

Parecía que la desgracia los perseguía pues fueron, una vez, confundidos con un terrible pirata a causa de la akuma de... desperdicios. Gidarta tenía poderes similares a un criminal que poseía una fruta de fango o algún elemento similar. Cuan dura fue aquella persecución pues apenas pudieron dormir durante semanas y fueron capturados a pesar de ello. El calabozo se antojaba pequeño e incomodo, aunque habían estado en situaciones peores. Pasaron dos semanas más hasta que comprobaron que el pirata fangoso se encontraba libre. Con unas disculpas a desgana soltaron a Meliodas y a Gidarta y les permitieron marcharse con el aviso de no delinquir. Que agradecido se sentía Gid... estaba pensando en delinquir y el aviso le alentó a no hacerlo... no, lo cierto es que fue una estupidez, pero no le dio importancia. Se añadieron como tripulantes en un barco de la Marina y limpiaron a fregona toda la nave para pagarse el viaje. Los llevaron hasta su isla natal. De nuevo estaban en su inicio, algo que consiguió terminar su historia a pesar de todo lo que se habían esforzado. Habían pasado muchas cosas y habían vivido de todo, pero habían llegado al final de su travesía.

Aunque no era cierto del todo. Gidarta tuvo que volver al hogar de su familia y trabajar, de nuevo, como leñador. No duró dos días, pues se arrepintió profundamente y fue en busca de su amigo. Cuando lo encontró le rogó que se marcharan e intentaran, incluso, huir de nuevo en bote. Al rubio le convenció la idea de alguna forma y aceptó. Esta vez el bote no se hundió y les permitió avanzar algo en aquel enorme mundo que los esperaba. Desde entonces viajaron sin detenerse en un lugar en concreto mientras buscaban miembros para la banda de su amigo. Eran nómadas, podría decirse, y dormían, además de comer, con lo poco que tenían o ganaban en sus viajes. Aunque rara vez podían permitirse cenas opulentas o, incluso, decentes. Más de una noche se fuero na dormir con el estómago vacío o con un solo mendrugo de pan como cena. Aunque a Gidarta no le desagradaba del todo aquella vida pues se sentía más unido al mundo y a la naturaleza. Sin sueños de grandeza o grandes metas, continuaron sus aventuras hasta día de hoy. Siguen buscando a esos miembros de la banda, pero siempre juntos y con alegría.

Mar de origen:
South Blue

Pertenencias:
Su ropa, su hacha y su mascota.

Sueños:
Encontrar su lugar en el mundo y que nadie sea discriminado. Tener una gran familia de animales y personas y una enorme granja donde cuidarlos así como cultivar verduras varias.

Referido por:
Alex Drachen