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Descubriendo el placer de la música [Privado-Ren] Empty Descubriendo el placer de la música [Privado-Ren] {Dom 22 Mar 2015 - 21:56}

Era un día cálido, soleado y sin una sola nube en el cielo. Por las calles muchas mujeres caminaban tranquilamente con ropas ligeras, y algunas ligeras de ropa. ¿En qué isla estaba? Tenía que visitarla más a menudo, menudo espectáculo. Los días que había sacado para escaquearse del trabajo iban a estar muy aprovechados allí, pero sin duda cualquier momento en que mirara al suelo sería tiempo derrochado. Menudas bellezas... Rubias, morenas, pelirrojas; de más o menos pecho; altas y bajas; caras redondas y ovaladas, y, obviamente, pecas. ¿Podía haber algo más sensual que una cara llena de aquellos delicados lunares anaranjados? Pocas cosas, pero estaba seguro de que si existía estaría en aquel lugar, y pensaba descubrirlo, pero lo primero era tomarse un descanso. El viaje había sido agotador, y había oído que las playas del lugar eran el mejor espectáculo vislumbrable.

"Eso tengo que verlo yo", decía su mente mientras conducía sus pasos hacia la costa, a ritmo tranquilo, sin pausa pero sin prisa, así como caminaba él por la vida. Las espadas aquel día no colgaban de su cinturón, y su pantalón habitual, negro como la noche, se veía sustituido por unas bermudas de cálido color naranja. Aquello, sumado a sus sandalias y su camisa azul celeste, completamente abierta, le daba un aspecto bastante turístico, sólo magnificado por sus gafas de ahumado, aquel día morado oscuro, y un Panamá de paja con cinta negra. Nadie esperaría que bajo esa apariencia se encontrara él, o más bien, nadie podría asociarlo a lo que habitualmente era, con lo que la gente se sentiría menos cohibida. Aún se acordaba de aquella chiquilla que huyó de él al saber que era Marine, y no le agradaba perder conquistas por un maldito pájaro azul. ¿Qué culpa tendría él?

Pisó una capa de arena blanca, y notó sus pies hundirse ligeramente. Comenzó a caminar sobre ella, sintiendo cómo el olor a sal inundaba sus pulmones. Era muy agradable, y hasta se atrevió a rozar la costa y mojarse los pies. Era una sensación agradable, aunque sentía un cosquilleo debilitante mientras se mantenía ahí. Era erótico en cierto modo, sentir los mil lametones simultáneos del agua revoltosa en su cuerpo. Ojalá pudiera sumergirse en aquella sensación, pero moriría. Lentamente se separó de la línea de agua y se dejó caer sobre la arena. Ambos extremos quedaban a merced de la gravedad, dejando ver su pecho, fibroso y menudo, algo extraño en gente de su altura, pero que, por lo que había comprobado, le daba un aspecto delicado que atraía a muchas mujeres. ¿Tal vez aquel fuera un buen día para tener experiencias nuevas en aquella isla? Podía estar seguro de que así sería.

Cerró los ojos, y se cubrió la cara con el sombrero. No dormía, pero era agradable tumbarse sin más en una playa.
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Descubriendo el placer de la música [Privado-Ren] Empty Re: Descubriendo el placer de la música [Privado-Ren] {Vie 27 Mar 2015 - 14:09}

-Salgo hija, voy a aprovechar el sol para comprar algunos libros. Clama el maestro. –De acuerdo voy a la costa a broncearme, no me esperes. Parecía que ambos adoraban lo bello de un día de verano. El astro posado en lo más alto, apenas finas hebras albinas acompañaban el carmesí del cielo. Una mañana-tarde para darle rienda suelta al ocio y alejarse un poco del estrés rutinario. El viejo ya había salido y la joven se preparaba para estar a tono con el vicio de aquella isla. Llegaron a ella en la noche cansina de ayer y lograron presenciar el alto nivel de deseo que dejaban los jóvenes por doquier.

La tenor preparaba su belfo de un carmesí tan intenso como un rubí en bruto. Mientras el asfalto de las calles hacía juego con el delineado de sus ojos. Solo faltaba una cosa, la ropa. Elegiría una ropa muy provocativa  un bikini pequeño y un sostén que dejara vigorosos sus pechos. El juego perfecto una tanguita tan diminuta que levantaría el delirio de muchos hombres en las calles, acompañada de un sostén de aro que levanto sus hermosas tetas; todo en tono blanco con lunares negros. Una badana, roja con tribales blancos, cuidaría su cabello del rey que estaba imponente. –Perfecto!!! Afirmo, mientras contemplaba la colosal cola en el espejo de la posada. Y fue asi que salio camino a la playa, sin preocuparse mucho de su forma de vestir. En esa isla todas las jóvenes iban muy ligeras de ropas…

El lugar era un espectáculo. Grandes medanos mostraban el inicio de una arena tan fina como la harina, tal vez de las mejores playas de este lado del mundo. Apenas un sendero, entre ellos, daba lugar a la costa mas cristalina y de mar manso que jugaban con lo placentero del lugar. Miles de sombrillas multicolores y jóvenes apuestos dejaron a la chica un poco avergonzada por su soledad.  Ruborizo un poco sus mejillas, y se sentó detrás de una pareja de jóvenes que regalaban sus hormonas con cada beso. Tomo un poco de aceite de coco y se comenzó a pasar por la cara brazos y piernas. Deleito suavemente el vicio de sus pechos y se acaricio el abdomen lentamente. Pero no tenia quien le pasara el aceite por la espalda y ella odiaba las marcas desparejas. Se paro, miro alrededor, pero eran todos casales en celo. Tomo sus cosas y camino por la playa, tal vez algún hidalgo le prestara sus manos para terminar de untarla.

Pasaron 20 minutos y lo único que se podía apreciar eran parejas que regalaban deseo y pintaban la costa como algo muy terrenal. Hasta que sus ojos divisaron un apuesto muchacho solo con una botella en la mano. La verdad era hermoso, y la joven se calentó con el simple hecho que aquel pusiera sus manos sobre ella. No le quitaba los obres de encima, no quería perder su oportunidad. Esto la hizo tropezar con dos piernas tan fuertes como robles. Callo sobre una silueta muy definida y primorosa. Apoyo sus grandes senos sobre la cara de un joven. Le pareció muy bonito y la verdad tumbado en la arena no la había visto. –Lo siento, le dijo ruborizándose un poco y sin sacar sus tetas de su vista. Mordio su labio inferior y espero respuesta de tan bonito candidato. –Me parece llevas mucha ropa. Intento romper la situación vergonzosa en la que se encontraba.
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Descubriendo el placer de la música [Privado-Ren] Empty Re: Descubriendo el placer de la música [Privado-Ren] {Vie 27 Mar 2015 - 16:31}

De repente algo cayó sobre él, y se sobresaltó. Quitó las manos de su nuca y descubrió su rostro, quitándose el sombrero. ¿Lo que tenía delante eran dos enormes pechos? Sin duda lo parecían, y su propietaria sonreía mordiéndose el labio, rojo como cereza madura, con cierta picardía. En sus ojos se veía el universo, oscuro en los párpados, que hacían a sus ojos carmesí resaltar más, casi absorberlo sin siquiera pretenderlo. Su cabello azul caía en cascada sobre el pecho que, tras los ahumados violáceos, veía con total definición. Había tenido un golpe de suerte, nunca mejor dicho.

-Me parece llevas mucha ropa- dijo, sin apartarse y, al parecer, sin intención alguna de hacerlo, aunque estaba algo ruborizada. "Pobre", pensó momentáneamente, hasta que se dio cuenta de que algo comenzaba a tomar fuerza en él, y en sus bermudas un bulto iba surgiendo, y se avergonzó ligeramente al pensar que aquello chocase contra el vientre de la muchacha posada sobre él. Sin embargo entendió, por otro lado, la forma de sobrellevar la vergüenza de aquella princesa de colores de fantasía.

Se retiró lentamente las gafas y apartó con gran esfuerzo la vista de aquellos pechos, tratando de contemplar los ojos de aquella joven mujer. Azul contra rojo, las miradas chocaron, y Al no sabía si debía sentirse avergonzado o excitado, aunque la segunda opción era, sin lugar a dudas, mucho más acorde con la situación. Dejó las gafas en la arena y, poco a poco, acercó las manos a la cintura de la muchacha, dejándolas vagar libres por sus costados. Llegó a los hombros con una sonrisa, y lentamente descendió de nuevo, pasando tan sólo las yemas de los dedos, arañando suavemente algunos puntos con una fracción de las uñas, deteniéndose nuevamente donde inició el recorrido.

-¿Demasiada ropa?- dijo, superponiéndose al pánico con lo que llegó a ser casi una carcajada-. Así tienes más para desnudar, y yo más tiempo para contemplarte antes de que seas mía.

Seguramente si la muchacha no hubiera sido tan loca, tan segura, tan sensual en sus palabras no habría dicho eso, pero se alegraba de haberlo dicho. Subió la mano derecha por la espalda de la desconocida, rozando cada centímetro de su columna con el dedo índice, como quien oscila por una cuerda de guitarra o violín, y posó la palma en su nuca, sintiendo el calor que acumulaban aquellos cabellos azules, el calor que ella desprendía. Bajó la mano izquierda hasta la cadera y le rozó una nalga mientras hacía lenta fuerza para acercar la cara de aquella mujer caída del cielo a sus labios, tratando de darle un beso. ¿Sabría a cereza, como pensaba en un primer momento? En el fondo de su corazón deseaba que supiera a sal y limón, tal vez con algo de azúcar, pero el aroma que desprendía era a música. Le encantaba la música, y aquella chica parecía una partitura con sujetador a lunares, aunque pronto sería música desnuda en compás de tres por cuatro sin silencio. "¿Allegro o Andante? Tú decides", se planteó, pero aún le faltaba una cosa por saber.

-¿Tienes nombre o te tengo que llamar Milagro?
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Descubriendo el placer de la música [Privado-Ren] Empty Re: Descubriendo el placer de la música [Privado-Ren] {Sáb 28 Mar 2015 - 15:55}

Fuertes hebras amarillas y una mirada tan firme y penetrante la dejaron doblegada y aun más avergonzada. Puedo sentirse tocada por los obres añiles que arremetieron contra su delantera.  Y luego en un momento infinito se fundieron como dos enamorados. Se sentía tan atraída hacia el rubio que apenas se percato de su virilidad, un hermoso momento fue sentir un bulto rozando su vientre.  Se sintió decida eso la hizo mojar su bikini, estaba muy alterada. Quería sentir dentro semejante regalo envuelto en bermudas. Todos sus agujeros comenzaron a llorar por tan suculento y erguido momento.  

Su bikini quedo completamente empapada cuando lo pudo sentir. Dos manos jugando a cazarla, a tocarla, ha hacer del momento algo tierno. Su semblante quedo totalmente a tono con sus ojos y poco a poco fue erizando su piel. Puedo balbucear tímidos gemidos cerro un momento los ojos y se entrego al momento de aquellas manos pintar en su lienzo. Esto era lo que la joven anhelaba hace mucho tiempo, sentirse asi de mimada y apartarse de la tan notoria soledad. Este era un plus sentiría la virilidad del rubio, quería saborear su sexo, quería ser enaltecida en el cielo y bajar al infierno. Se sentía una guarra, querría tomar los tan codicioso labios y hacerlos suyos.  Sentía como sus manos recorrían su piel de durazno, quería ya que su mano tocar su lugar mas húmedo, quería tener sexo con aquel apuesto muchacho.

-Me llamo Ren. Afirmo mirando sus labios. Pedían un beso desenfrenado para decorar el lugar, y llenar todo con el encanto del deseo. Y fue vencida por semejante embrujo. Tomo sus labios como suyos y rozó con su bikini en la erección del hidalgo.  Quería ser una puta en ese momento, sentirse penetrada delante de todos quería verlo venirse en su boca. Pero se conformo con el bello perfume de su piel. Muy agitada y si vueltas –¿Y si vamos a un lugar mas intimo? Hoy no me espera nadie. Le regalo con una leve carcajada enamorada y cómplice. -Sigo pensando que es mucha ropa mi rey.
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Descubriendo el placer de la música [Privado-Ren] Empty Re: Descubriendo el placer de la música [Privado-Ren] {Sáb 28 Mar 2015 - 18:49}

Aquello que empezó como un tímido epílogo a una historia de vergüenza tornó un relato de pasión sin desenfreno. Los labios de aquella mujer se antojaban deliciosos y cálidos, blandos y húmedos a cada momento, únicos en cada beso, distintos a cada instante y a la vez iguales, como si fueran versos de un poema recitado de boca en boca. Era una sensación pura, hermosa al tiempo que placentera, y única a pesar de ser ya conocida. Si había que describirla con una palabra se quedaría con especial, pero, ¿Podía no serlo? Una mujer caída repentinamente sobre él, y una sonrisa sobre dos pechos casi tan hermosos como la tez de su dueña, pícara y sensual. Sólo de pensarlo sentía la necesidad de conocerla más a fondo, de hablar con ella, de escuchar mil historias mientras se derretía por probar sus labios de miel y derretirla con una canción a capela que era cosa de dos.

Poco a poco, mientras sus manos deslizaban, la esbelta figura cambió su postura, quedando la erección que sufría lejos de aquel vientre, y muy cerca de algo que deseaba con fuerza. Podía sentir la humedad entre sus muslos a través de la tela del pantalón, y por un momento se descontroló. Tensó las manos y arañó sin darse cuenta por allí donde acabaron posadas, dejando sin querer pequeños surcos blancos en la bronceada piel de su improvisada acompañante.

-Me llamo Ren- dijo, finalmente. "Ren, un nombre precioso", dijo su mente, mientras dibujaba en su mente cada cabello de la muchacha con aquellas tres letras, y se dio cuenta de que llenaban su cuerpo. Por todas partes la palabra perfección asomaba, y por su boca un dulce son acompasaba los latidos de su corazón que palpitaba, reflejándose ligeramente en los pechos que lo tenían atrapado-. ¿Y si vamos a un lugar mas intimo? Hoy no me espera nadie- una risa casi inocente acompañó la proposición más indecente que una mujer hermosa podía hacer, y sintió por un momento su corazón volcar. Era aún más perfecta de lo que parecía-. Sigo pensando que es mucha ropa mi rey.

"Uy", pensó, de nuevo llevado por el deseo de tomarla allí mismo, y levantó levemente la cintura, tratando de presionarla ligeramente, sólo para que sintiera cuánto ardía en él el deseo de poseerla, de ser parte de ella y, al mismo tiempo, ser todo suyo. Tenía ganas de tomarla, de besar cada centímetro de su jugosa anatomía y libar de aquella flor cual abeja. Quería posarse como mariposa sobre su delicado alelí, alimentado del maná que le otorgaban aquellos ojos carmesíes.

-Ren...- Dijo aquel nombre con un deje romántico, como quien recita un poema de un solo verso y sílaba. Escucharlo era hermoso, pero decirlo era igual de bello. Al mismo tiempo, era casi gracioso que su nombre significara "Nombre", pero tenía un componente abstracto que lo hacía único. Seguramente fuera cosa de la mujer que ostentaba aquel nominativo-. Suena casi mágico. Tanto tu nombre como lo que me dices. ¿Dónde has estado toda mi vida?

Hundió la cara en su cuello, y pasó la punta de la lengua suavemente por él, soplando después. Se sorprendió besando el mentón de su pareja de baile, para sumirse de nuevo en besar cada palmo de su cuello lentamente. Se llamaba Ren, era un nombre perfecto. Era ren, una mujer perfecta. Había conocido a Ren, ¿Lo haría partícipe de aquella perfección? Lentamente acercó su boca al oído de ésta, dejando un leve susurro antes de utilizar su fuerza para intentar dar vuelta a la situación, quedar él encima.

-Dime dónde quieres estar y lo haré nuestro palacio, musa.

Si había logrado dejarla a ella en posición vulnerable besaría su ombligo y el espacio entre sus pechos, para terminar devolviendo sus labios a donde pertenecían. La boca de Ren...
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