¿Nos conocemos? [Pasado][Privado]

Al parecer la palabra "taberna" estaba escrita para siempre en la frente de Alice o algo por el estilo. Le tocaba trabajar de nuevo en un lugar de mala muerte en el reino de Dawn, cerca de la costa. Era asqueroso pero necesitaba hacer algo. Y era al mismo tiempo buscar el dinero y también una excusa, una tapadera para estar allí. Miró a su alrededor sostenido una bandeja en el hueco del codo y otra en la mano. Primero la mesa de la derecha, luego la del fondo, después a la izquierda... Olía a humo de tabaco, a mucho alcohol, a serrín con el que estaba cubierto el suelo, a vómito. Un poco de todo.

Era difícil ir esquivando las manos de los borrachos y más todavía sus piropos que llegaban a ofensivos. Eso además de un niño pequeño, que a saber que hacía ahí, pero no paraba de molestarlos, haciendo que su humor empeorase. "Sigh. Que horror." Aunque en realidad Ally ya estaba acostumbrada a todo eso y apenas lo notaba.

Cuando acabó de servir, volvió a la barra y dejó las bandejas. Después salió a la calle. "No me viene mal un poco de aire fresco." Aunque... tanteó en sus bolsillos hasta dar con una cajetilla de tabaco y la miró durante un rato. Nah, no era bueno que siguiera acumulando malos hábitos. Justo cuando lo hacía un hombre de pelo verde entró al bar y sacó al niño para pegarle un capón. El niño se fue y el hombre volvió a entrar. Alice lo siguió. "Parece que se acaba mi descanso."

Se puso detrás de la barra y le dedicó una mirada que esperaba que no fuera demasiado seria. En el fondo tenía su corazoncito. En el fondo. Muy en el fondo.

-Mi turno ya está acabando pero como veo que no hay nadie por aquí... -miró a su alrededor en busca de alguno de sus compañeros. -Dime, ¿qué quieres tomar?

Oyó a duras penas lo del coñac por encima del ruido del ambiente y también lo de su hermano. Ya le parecía que aquel chico era demasiado joven para ser su padre pero en fin, las apariencias engañan a veces. Se rió un poco. No podía evitarlo, los niños y los animales se abrían paso mucho más rápido a su corazón.

-No pasa nada, es un chiquillo adorable. Aunque seguro que a ese hombre -señaló al grandullón del que se burlaba antes el niño- no le hizo tanta gracia. Ahora te pongo el coñac.

Se dio la vuelta y empezó un pequeño baile por los que ya se podían considerar sus dominios. Cogió un vaso de cristal de mediano tamaño, aunque lo propio y bonito sería servirlo en una copa, y lo miró atentamente. Por más que ella limpiara, y les dijera a los demás que hicieran, no servía de nada. Puso los ojos en blanco y cogió un trapo de un cajón, para, acto seguido, ponerse a frotar. Lo escudriñó otra vez. No es que estuviera demasiado limpio pero había mejorado. Lo dejó en la barra y cogió la botella de la estantería que había detrás de esta. Llenó el vaso hasta más o menos la mitad. Todos sus movimientos demostraban que había llevado a cabo la misma acción una y otra vez...

-Aquí lo tienes -le avisó deslizándolo sobre la sucia superficie de madera hacia él.

Se inclinó apoyando los codos sobre el mostrador y su barbilla sobre sus manos. Sabía que la mayoría de los que pasaban por allí no sólo querían bebida, también conversación y a ella le gustaba escucharlos a todos, hacerse una idea de cómo eran sus vidas, cómo se comportaban según qué situaciones, cómo eran algunos lejanos lugares que todavía no había visitado y que le gustaría explorar.

-Y bien... ¿qué te trae por aquí, peliverde?

Aunque pudiera parecer cómico lo dijo con una voz y expresión totalmente seria. Alice seguía teniendo un carácter bastante frío por lo general. La aparición de una de las otras camareras en la puerta la distrajo un momento y la hizo levantar la vista. Se supone que se acababa su turno pero... podía esperar.

Vio como bebía despacio, con los ojos cerrados y saboreándolo, no sin antes observar durante un tiempo el contenido del vaso que sostenía en la mano. Tras el segundo sorbo ya empezaba a ponerse un poco rojo. Bueno, ya iba a ser la hora de comer pero todavía era un poco pronto para empezar a beber en serio. Aunque se notaba que a los que ya estaban sentados a las mesas les importaba bien poco. ´Se quedó pensativa. "Así que buscando a tu padre... ¿eh? Eso me suena de algo." Hizo sin querer una pequeña mueca de dolor sin saber si pasaría desapercibida o no. Lo pensó demasiado tarde pero tampoco le importó demasiado. Siguió con el resto de las preguntas.

-No vas desencaminado, viajo mucho y sólo llevo un mes aquí. Me muevo por curiosidad de conocer otros lugares entre otras razones. -Todo lo decía mientras lo miraba seria, todavía apoyada en sus codos y con las manos bajo su barbilla. -Y lo de tu pelo... bueno es curioso. No es que se vea todos los días -dijo rompiendo un poco la coraza y sonriendo. Parecía que su capacidad para tratar por la gente mejoraba por momentos.

Su compañera, una chica rubia y que llevaba una ropa quizás demasiado ajustada caminaba por la taberna saludando a los parroquianos habituales. Se fijó en ella un rato. Caminaba moviendo mucho las caderas de manera sugerente, por todo el local, dando pequeños saltitos, moviendo el pelo a un lado y al otro y parpadeando para que se fijaran en sus largas pestañas. Desde luego era su antítesis completamente y sin duda hacía el "trabajo" mejor que ella. O al menos simulaba tener más ganas. Llegó por fin hasta la barra.

-¿Qué, guapa? ¿No te vas a casa? -dijo sonriente. Un punto a su favor es que sí que era maja y buena compañera. Alice le sonrió abiertamente.

-Sí, ya me va tocando irme. Bueno peliverde, creo que me voy a comer -pasó por su lado y se inclinó para susurrarle un pequeño consejo. -Aquí se bebe bien pero por el bien de tu estómago la comida mejor no probarla. Me encargaría de eso pero no me dejan ni entrar en la cocina...

Se dirigió con calma a la puerta. ¿Prisa? ¿Qué era eso? No valía la pena correr, ni tenía un sitio al que quisiera ir por el momento. La verdad es que se aburría demasiado, quizás no fuera mala idea entrenar o algo así pero le daba tanta pereza...

Antes de que a Alice le diera tiempo ni a recorrer la mitad de distancia hasta la puerta escuchó a su espalda un "espera" y el sonido de las monedas tintineando en la barra. Se ve que había tenido en cuenta su consejo y había decidido salir de allí antes de que le empezaran a rugir demasiado las tripas.

-Buena elección -murmuró de forma casi imperceptible para ella misma, sin esperar que el chico la escuchara.

Este caminó a su lado, a su ritmo mientras le preguntaba si conocía un lugar donde comer. Ella se puso a pensar sin responder todavía. Parecía ignorarlo pero en realidad sólo estaba en su mundo, buscando una respuesta para aquella pregunta.

-Hmmmmm sé de un sitio, aunque tardaremos un poco en llegar...

Pasó por el umbral de la puerta que el peliverde sujetaba para ella. Muy caballeroso, no como otros muchos de por aquí. Ally oyó su pregunta sobre cómo se había hecho la cicatriz y se puso seria, algo propio de ella. No le gustaba recordar, o quizás le gustaba demasiado pero se sentía frustrada cuando no era capaz. Y es que perder de su memoria diez años de su vida... Bueno, qué más daba. Tampoco podía recordar la sensación de haberlos perdido, ¿no? Aunque el tiempo en que se había hecho la cicatriz no había sido malo.

-Sí, podríamos decir que fue una especie de accidente culinario. O al menos sucedió en una cocina -era extraño oírle decir eso sin bromear y con voz seria. Ella sólo sonreía, pero costaba que se riera. -Sígueme, anda. -Se giró un momento y sonrió. -Por cierto, me llamo Alice Turner, o Ally, como prefieras. Creo que se nos ha olvidado presentarnos.

Se sentía tan de buen humor que no parecía ella. "Arrastró" al chico por multitud de calles, en las que cualquiera se perdería. No llevaba allí demasiado tiempo pero ya tenía un buen mapa mental de la ciudad. A veces atajaba por estrechos callejones y otras veces no les quedaba más remedio que meterse en la multitud de gente que pasaba por ciertas calles. Al fin, en una vía más o menos tranquila había un restaurante normalito y no muy lleno a aquellas horas. Alice entró como si fuera su casa y se sentó en una de las mesas de madera sin barnizar, a la espera de que los atendieran. Le sonrió al chico.

-Bueno, ¿y qué quieres comer?

Se quedó embobada mirando un cuadro por encima de la cabeza de Ryuta; así era como le había dicho que se llamaba. El dibujo mostraba lo típico, una especie de velero azotado por enormes olas y fuertes ráfagas de viento, al tiempo que un rayo cruza el nublado cielo. Casi podía imaginarse allí, era como si oyera perfectamente el trueno. Retumbaba en sus oídos. El crujido de la madera ya desgastada por el embate de muchos viajes. El agua que la rodeaba, entraba por su boca y su nariz...

No, espera. Alice centró la mirada de nuevo en Ryuta, observando con atención sus rasgos como si le fueran a decir algo más de él aparte de lo que veía, buscando la manera de interrumpir el silencio incómodo que se cernía sobre ellos. No sabía por qué pero empezaba a intuir por qué la gente no solía estar cómoda con ella. Y es que nunca se molestaba en llenar el vacío con su voz y frases estúpidas sobre el tiempo que hacía o lo bonito que era aquel sitio.

-Perdón, ¿qué has dicho? Me distraje un poco -se echó a reír como si nada hubiera pasado. Las pesadillas nunca se iban del todo. -Ah sí, que por qué me quedo allí. Bueno, normalmente mis empleos no duran mucho porque me acabo moviendo de isla así que por qué no. No es algo que me importe demasiado. Además la que llama la atención es mi compañera y no me suelen dar trabajo en cualquier sitio por mi aspecto. La cicatriz impone y eso -dijo mientras señala su mejilla. -Supongo.

El camarero llegó por fin y les preguntó qué querían.

-Pollo con patatas, por favor. Y agua para mí. ¿Qué quieres tú Ryu?

Un flash pasó por su mente. Lo había llamado así como diminutivo pero le recordó inmediatamente al Ryu de su pasado. Desde luego no sabía hacer otra cosa que vivir mirando atrás y llevar la melancolía en vena. Casi era parte de su ADN ya.

-En fin... -empezó mientras notaba como sus tripas ya empezaban a quejarse- ¿de dónde vienes y a dónde irás ahora? Me dijiste no sé qué de que buscabas a tu padre...

¿Me estaba mirando o…? Se había quedado distraída durante un rato, mirando hacía donde yo estaba y por un segundo pensé que me miraba a mí, pero no era así, pues estaba observando con sumo detalle un cuadro que había en una pared detrás de mi posición y que para ella quedaría más fácil de estudiar de esa manera que girando el torso casi por completo, en un movimiento exagerado como el que había hecho yo. Tras un rato observando el cuadro, una obra sencilla sobre un barco en medio del mar, que estaba bastante bien dibujado pero no despertaba algo en mí que quisiera seguir escudriñándolo como Ally lo hacía, me giré de nuevo, esperando por un camarero para volver a pedir dado que ella estaba ausente cuando se lo dije.

Así pues, volvió en si al cabo de un rato, respondiendo a mi pregunta de por qué se quedaba allí, era alguien que no se estaba quieto así que se ganaba la vida como podía cuando podía, una actividad que no había visto mucho en mis andanzas, pero que sin lugar a dudas, se podía hacer muy entretenido.

-¿Para comer? Si te lo dije antes… Que poder de concentración más grande el tuyo-le dije a ella, bromeando sobre su pequeña elipsis mirando al cuadro- Carne, me da igual el tipo.-le hable al camarero esta vez, que se fue tras haber apuntado lo pedido en una pequeña libreta-

Un pequeño lapso, en el que volví a juguetear con una pequeña hebra de un material oscuro que salía desde mi palma y se entrelazaba por mis dedos de manera complicada, cuando oí a Ally, levanté la cabeza para mirarle a la cara cuando me hablaba, una pregunta bastante interesante de responder, así que sonreí levemente, de manera casi imperceptible, antes de empezar a contarle.

-¿De dónde vengo? Mmmm… creo que mi isla natal no tiene nombre así que no podría decirte de donde vengo, a menos que quedes satisfecha con un nombre inventado o el del mar, que podría darte unos cuantos años para encontrarla, si no ha sido tragada por la furia del mar de una vez por todas.-dije bromeando, me costaba mucho ponerme serio con ese tema, y si lo hiciera acabaríamos comiendo en con vistas al cielo-¿A dónde voy? Ahora mismo, no tengo ni idea de adónde voy, estoy persiguiendo a una sombra de mi pasado, un intento por saber que hacer antes de dar el próximo paso, pero esta sombra es esquiva, y prefiere rehuirme.-aunque no lo quisiera mi voz se había tornado un poco melancólica y mi mirada se había fijado en las hebras que aun recorrían mis dedos, deshaciendo estas-Mi padre… esa sombra huidiza… Aunque bueno, no es cuestión de ponerse a pensar en cosas que aún no han acabado, y todavía me faltan muchas aventuras por realizar, antes de encontrar a mi padre-dije con intención de no volver a ese tema, además de que ya había venido el camarero con la comida-

Lo dicho. No sabía por qué se estaba alterando tanto por un simple cuadro como para olvidarse de lo que dijera hacía tan sólo unos minutos. Pero es que invocaba algo que permanecía profundamente dormido dentro de ella y que no quería despertar. O que por lo menos pensaba que no quería.

-Lo siento, es que...

Cerró los ojos y sacudió un poco la cabeza. Después sonrió, como tratando de alejar malos pensamientos de su cabeza.

-¿Sabes? Yo también busco a mis padres, bueno, mis orígenes en general -dijo con un hilo de voz, muy muy débil. -A veces me dan ganas de abandonar... ellos parecen muy huidizos como el tuyo, pero al final siempre sigo con mi camino, por alguna razón.

No siguió por ahí. El tono del chico le dejaba claro que prefería evitar ese tema de conversación y ella no insistiría, pero le había caído bien y quería ser sincera. Además, pensaba que quizás se sintiera mejor al saber que no era el único en aquella situación. ¿Estaría tomándose demasiadas confianzas? No podía olvidar que se acababan de conocer, al fin y al cabo.

Un camarero llegó por fin con sus platos pero Alice bajó la vista hasta el suyo, mientras no dejaba de crujirse los dedos, como hacía siempre que estaba nerviosa. Era una de esas manías que se podían malinterpretar fácilmente (daba la impresión de que estaba de mala leche hasta que le miraban a la cara), y que debería dejar para no fastidiarse los dedos más. Pero es que no aprendía.  

-Que aproveche, Ryu -acortó su nombre tomando confianzas de nuevo, aunque en fin, él mismo había expresado que podía hacerlo sin problema. Ryu... era el nombre de otra persona muy importante para ella que se había desvanecido hace mucho tiempo. Lo curioso era que ambos tenían esa personalidad que asociaba con la de un hermano.

Se puso a comer en silencio sin ser capaz de desembarazarse de todas las ideas que cruzaban su cabeza como en una tormenta. ¿Qué isla era la siguiente en la lista?

Parecía apenada por haber preguntado, y en cierto modo sentí un ligero malestar por esto, pero no podía evitar que mi pasado fuera algo que me afectara de tal manera. Suspiré, intentando arreglar un poco el ambiente, que se había tornado un poco extraño, aunque sin éxito. Al menos me había contado un poco de ella, y aliviaba saber que se encontraba en una situación algo parecida.

Chasquidos sonaban en el lugar, un sonido que se oía más que al resto de todo lo allí presente, que penetraban en mi mente, ahora ausente, mientras esperaba por la comida. Clac, clac, clac, clac… un chasquido mas y te juro que tiro la mesa por la ventana, quería gritarle eso, aunque quizás sería de mal gusto y no estaba del mejor humor posible para tratar con alguien que me estuviera molestando, aunque fuera indirectamente. Intenté calmarme y al cabo de un rato noté como había parado, porque la comida había llegado a la mesa. Un trozo de carne, bastante hecho, estaba en mi plato. El olor de este era suculento, y te podía hacer salivar solo con su aspecto.

-Buen provecho, Ally. Ten cuidado de que no esté envenenada.-dije a tono de broma, intentando relajar un poco más el ambiente, aún un poco tenso por la conversación de antes-

Le di un mordisco a la carne, notando su sabor inundando mi paladar, bastante sabroso, como se preveía a primera vista. Me espacie de nuevo, mientras terminaba de comer el trozo de carne. Miré a la chica de nuevo, esperando a que esta acabara para empezar a hablar.

-Bueno, creo que debo irme, ha sido un placer comer aquí contigo, pero en el barco no creo que esperen por mí y hay algo que no podría permitirme perder si ese barco parte.-decía mientras me levantaba y con una sonrisa me despedía de la mujer, emprendiendo rumbo al puerto-

Afortunadamente Alice paró de crujirse los dedos sin llegar a darse cuenta de que podía estar molestando al chico haciendo eso. En lugar de seguir pareciendo intimidante y destrozarse las manos, se rió al oír las palabras de Ryuta. Por lo menos parecía que haberse animado un poco ahora que habían dejado el tema de sus padres. Desde luego para ella también era algo en lo que pensar mucho tiempo pero prefería no hablarlo con cualquiera.

-Por la pinta que tiene y por tu cara de placer no parece que importara mucho si está envenenada -expresó en referencia a la comida.

Después de eso volvió al silencio que solía acompañarla siempre. Era de esas personas que prefería hablar si había algo que mereciera la pena decir y aquel no era el caso. Así que le tocó a Ryu romper el silencio de nuevo, esta vez para despedirse. Vaya, que tarde se había hecho. "Al menos hemos pasado un buen rato entretenidos con nuestros dilemas familiares." Pero era una pena que se fuera, se sentía cómoda con el chico y no era algo que le pasara a menudo.

-Sí, quizás yo también debería irme. Cuida de tu hermanito -dijo con una sonrisa, pero él ya estaba un poco lejos y lo más probable era que no la oyera.

Se levantó, pagó la comida y se fue del local. Las calles seguían rebosando actividad pero se escapó de nuevo por las menos transitadas a paso lento. Era una chica sin prisa, siempre lo fuera. " Sigh." Ya era hora de que se fuera a recoger sus cosas y se largara de la isla en un barco cualquiera también. Allí no estaba lo que buscaba y aunque el tiempo no apremiara, prefería seguir su camino.

No supo hasta más tarde que se había cruzado con alguien que podía jugar un papel importante en su vida. Alguien de su propia sangre y que compartía el propósito de la búsqueda con ella. Una pena...