Bandido en Shellstown (Privado) [Albert y Flea]

Si mi chalupa elegía los lugares a los que iba, este podría ser el menos indicado. Andando por el mar, como quien no quiere la cosa, yo, Grohl D. Flea, podía ver la Base Marine de Shellstown a lo lejos. Dotes de navegación no tenía, por lo que siempre dejaba que mi chalupa me indique el camino. Bajé lo poco que tenía del bote, que eran mis espadas y poco más. Y salí del puerto, entrando en la ciudad, en busca de comida, o sangre humana.

Mi estómago rugía al igual que una Mantícora. Hablando de este ser, en el que yo me convertía cuando lo deseaba, hace mucho que no veía a un usuario de Zoan Mitológica al igual que yo. Tenía muchas ganas de ver en qué otros animales podía transformarse la gente, y cuántas bestias mitológicas había actualmente. Dejé de pensar en eso y me dirigí a una taberna bastante cerca del muelle, donde dejé mi chalupa. Había un cartel que decía "La mejor taberna del East Blue" lo cual yo corregí para mis adentros, pensando que la Taberna Gold Roger de mi ciudad natal, Loguetown, era la mejor que había en dicho mar, y porqué no, la mejor que había en los mares Blue.

Pedí algo rápido. Una hamburguesa con queso y un vaso de cerveza. Terminé de comer rápido, pues estaba muerto del hambre. Pedí la cuenta, y eran 500 Berries. ¿500 Berries? Qué ladrones. No estaba dispuesto a pagar 500 Berries por una hamburguesa pequeña y un vasito minúsculo de cerveza.

No pienso pagar toda esta pasta - le dije al mozo - puedo darte la quinta parte, que es lo que en verdad vale - le ofrecí. Me dijo que lo iba a hablar con el dueño del lugar, a ver qué le parecía. Cuando volvió, me dijo que su jefe no podía aceptar la oferta, por lo que tiré el vaso de cerveza al piso, y me comencé a parar para irme, muy enojado, gritando - ¡Ladrones! ¡Ladrones! Ya verán cuando los atrape - Gritaba incansablemente.

Me fui, frustrado. Fue ahí cuando unos camareros me comenzaron a seguir, para ganarse mi quinientos Berries. Me había cansado de palabrerías, así que saqué mis espadas y les corté los brazos a uno y las piernas a otro. "Que Dios los bendiga" pensé, y me escapé corriendo, buscando más aventuras. No podía estar paseando como si nada, pues había una enorme Base Marine, a la cual le gustaría tener entre sus celdas a uno de los criminales más buscados del mundo, como yo. Tenía que recordar que mi cara ahora era conocida en todo el mundo, y con eso debía cargar.

Nada mas llegar de nuevo a la marina, intenté que me asignaran en la flota del actual Almirante de Flota, Minato. Éste aceptó mi unión a su flota,  lo primero que hizo fue mandarme a Shelllstown para realizar mis servicios como marine. Esa misma tarde, un barco pequeño tripulado por un hombre que parecía de todo menos marine, nos llevó a mi y unos cuantos novatos a aquella isla. Por el camino nos comentaron los trabajos que podíamos hacer allí. En aquel barco pude hacer un "amigo".

Marine: ¿Enserio vienes de una familia rica? Yo siempre he sido de los barrios bajos, nunca me podía imaginar que alguien de tu especie pudiese apuntarse en la marina.
Albert: ¿Porqué te has metido en la marina?
Marine: Siempre he querido ser de ayuda en cualquier cosa, por eso me alisté aquí. ¿Tu porque estas aquí?
Albert: Supongo que lo mismo que tu. Hace tiempo que estoy en la marina, pero no he hecho muchas cosas, ahora quiero encontrar el porque estoy aquí.
Marine: Mira, ya llegamos.

1 mes y medio después...
Aquel día era especial, era la primera vez que me habían dado vacaciones, era simplemente unos días de permiso que iba a aprovechar para cocinar y hacer invenciones. Claro esta que los experimentos los iba a hacer en un restaurante que había allí. Esa mañana me llamaron para que fuese a la sala donde el jefe de zona me esperaba, me acompañaron dos compañeros míos con quienes me había juntado con ellos para hacer unas cuantas misiones en Shellstown. Tras acompañarme ellos se fueron dejándome solo en una puerta muy grande.

Observé los dibujos que habían pintados en la puerta, eran unos símbolos extraños que no entendía. Cuando volví al mundo real, empujé la puerta. Entré, encontrándome nada más entrar a una persona sentada en un sillón que parecía muy cómodo detrás de una mesa de madera muy bien cuidada. Cuando me vio me hizo acercarme y sentarme en una silla que había pegada en la pared, se notaba que era algo vieja.

Jefe: Hace un mes y medio el almirante de flota me envió una carta diciéndome que ibas a venir. Si te digo al verdad no esperaba mucho de ti Albert, pero en éste tiempo me has hecho cambiar de opinión rotundamente. Quiero obsequiarte con unos días de permiso donde harás lo que quieras, pero eso si, no podrás hacer nada como marine. Este permiso empieza ahora mismo. Puedes marchar.

Salí de la sala, con intención de ir a mi habitación para coger todas mis pertenencias y los cuchillos que me servirían para cocinar, además de los de kairoseki. Tras coger todo salí de allí adentrándome en el pueblo, cogiendo una calle donde la gente tenía prohibido el paseo a una hora concreta. Todo estaba según lo planeado, un día soleado, tiendas de comida abiertas todo el día y dinero para comprar, podría decir que era el mejor día entre todos los demás.

Llegué a la plaza central donde estaban todos los comercios, la gente paseaba tranquilamente por la calle con cestas y demás. Acercándome a la frutería pude ver a un hombre fuerte, se veía que no era de allí. En verdad parecía un mendigo que pedía dinero para comer o para beber cerveza hasta perder el conocimiento. Me acerqué a él.

Albert: Tienes pinta de no tener dinero para comer, estas de suerte, tengo días libres, y voy a cocinar cosas. Puedes venirte y probar cosas. Tu seguro que necesitas comer y yo necesito a alguien que pruebe la comida que hago. Si aceptas te espero dentro de un rato en el restaurante.

Datos:

Seguí caminando, preocupado por mi persona, puesto que temía que me persiguiera la Marine por haber herido a esos dos tipos. Trataba de moverme sigilosamente por las calles más oscuras y suburbanas de Shellstown, pero con el fuerte sol que había era imposible. Activé mi Kenbunshoku Haki para poder saber si había gente siguiéndome, pero nada, por suerte para mí, nadie iba tras de mí, por lo que seguí caminando, casi en puntas de pie, y casi sin respirar. De hecho activé mi Dash Point, una forma mucho más pequeña y sigilosa, que me permitía correr a altas velocidades, y me dirigí hacia el puerto para volver a mi chalupa e irme de la ciudad sin dejar rastro... O eso tenía planeado.

Lo cierto es que no sabía controlar la velocidad que la Forma Rumble me permitía, por lo que curiosamente terminé muy cerca del bar al que había ido antes. Esta vez entré en mi forma híbrida. A decir verdad, pocas personas sabían que era un hombre mantícora, por lo que entrando así no me reconocerían. La verdad era que necesitaba algunos billetes, pues no podría seguir vagando de un lado al otro robando comida de diversos bares. Tenía ganas de volver a mi isla natal, Loguetown, pero había sido destruida en mil pedazos debido a los sucesos de hace tres años, cuando se ejecutó a la Yonkou Katrina Belatona. Tenía ganas de tomar una bebida fuerte en la taberna Gol D. Roger, pero no, ya no existía, se había volatilizado completamente, y yo como un debilucho sin poder hacer nada al respecto.

Pude ver a un hombre, Albert se llamaba según mi ojo cyborg, mientras que según mi lente verde al que le había puesto Scouter de nombre, me decía que era un bajo cargo de la Marine. Agradezco a Leonel que me haya hecho ese objeto, el cual está conectado a la base de datos de la Armada, lo que me permite ver información de quien estoy enfocando. Ese tal Albert se encontraba hablándole a un mendigo. Traté de pasar disimuladamente por detrás suyo, pero supuse que ya me había visto, por lo que desistí. Lo que le decía al demacrado hombre sin nada para comer parecía que me lo comentaba a mí. Estaba en la misma situación que ese pobre hombre, con la única diferencia de que no vale quinientos veinticinco millones de Berries como yo, por lo que no es ningún problema para él entrar a un bar y pedir comida. Me fijé a ver si el Marine aquel me reconocía.

- Si vos gustáis podéis invitarme a mí también - le dije, con el tono más respetuoso que pude. -. Estoy ansioso por probar vuestra comida.

Luego de su posible respuesta, me acomodé el cabello, actuando como si me hubiera dormido inmediatamente después de bañarme se me haya pasado el peinarme. También guardé mi banda roja, dejando ver una linda cicatriz que atraviesa toda mi frente, y parte de mi ojo, ocupado ahora por mi ojo cyborg. Me coloqué un guardapolvo blanco con las mangas cortadas, que siempre llevaba conmigo por si las dudas, y me lo coloqué. Saqué uno de mis brazos y le tendí la mano para estrecharla.

- Axl, mucho gusto - mentí. -. ¿Qué comida nos prepararás?