[PASADO][PRIV. HINORI MARKOV Y NAGATO] Entrada al desierto

Acababa de desembarcar en Arabasta. Nanohana, una pequeña ciudad que se encontraba justo en el puerto. Estaba repleta de gente y mercaderes, todo parecía muy activo y a pesar del calor sofocante que hacía en aquella isla la gente no paraba de correr de un lado para otro. Me despedí de los pescadores que me habían traído hasta aquí, muy ambles ellos pues no pidieron nada a cambio después de la experiencia que tuvieron que soportar. Caminé por las calles fijándome en los puestos que había, la mayoría vendía perfumes y pocas cosas de interés para mí.

Encontré una pequeña sombra entre dos edificios que podía resguardarme del calor un rato pues a pesar de no llevar mucha ropa el sol pegaba tan fuerte que te abrasaba la piel. Me senté apoyándome en la pared mientras sacaba un libro de mi mochila. Este sitio estaba bien para descansar y leer un rato apartado de los demás. Retiré el polvo al libro con un soplo y le pasé la mano, era antiguo pero los libros antiguos escondían las mejores historias. "El corsario negro" el título me sonaba de algo pues estaba seguro de haberlo leído ya, aún así comencé mi lectura sumiéndome en el libro y olvidando que sucedía a mi alrededor.

El calor del desierto era horrible, por el sitio caminaba una figura que vestía con una camiseta de tirantes de color naranja, por dentro portaba un sujetador negro. Además llevaba unos pantalones morados y unas sandalias, su pelo era largo y moreno, el color de sus ojos blanco como la nieve, se trataba de Hinori Markov. Estaba por la zona esperando a que los demás de la tripulación estuvieran listos para partir del lugar, mientras se estaba dando una vuelta. El lugar estaba lleno de mercaderes y demás, la verdad es que era un buen sitio para estar. La pirata se acercó ahora a una tienda donde estaban haciendo helados, sonrió de forma amplia y se acercó despacio al puesto, alzando la voz para que el hombre que estaba al otro lado la pudiera escuchar y atenderla.

- ¡Perdone póngame un helado de vainilla por favor!

Aquel tipo que era ya algo mayor, de cabellera canosa y ojos rojizos, le dio el helado y la chica pagó unos cuantos berries tranquilamente. Después empezó a caminar por el lugar tomandose su delicioso helado de forma tranquila, dando algunos suspiros de vez en cuando y silbando de forma tranquila.

Continuaba con mi lectura absorto en los papeles, enganchado como un buen libro debe hacer. A pesar de encontrarme en una buena sombra donde corría el aire el calor seguía siendo insoportable. Dejé un segundo el libro en el suelo, apoyado de manera que no pudiera perder la pagina, y me quité la chaqueta mientras miraba el fondo de la calle y la gente que pasaba por allí. Una vez estuve en manga corta resoplé notando mas fresco, me apetecía dar una vuelta.

Marqué la hoja por la que me encontraba con una pequeña doblez y lo guardé, acto seguido cogí mi chaqueta y levantándome a la vez que me estiraba bostecé. Salí del callejón despreocupado pensando en mis cosas y el libro cuando choqué con una muchacha de pelo moreno y ojos blancos que disfrutaba de un helado. El choque fue con tal mala suerte que el helado cayó al suelo. Miré el helado en el suelo y luego a ella. Había sido idiota, eso me pasaba por no estar atento de lo que hacía.

-Discúlpame, no se en que estaba pensando y no te vi...

La morena caminaba por el lugar tranquilamente mientras iba pensando en sus cosas, daba lamidas a aquel delicioso helado que se estaba comiendo, el sabor era delicioso y lo disfrutaba al usar su lengua lo más rápido posible debido a que el Sol se lo estaba derritiendo. Sin fijarse mucho, notó como un choque contra ella y de repente perdió el equilibrio cayendo de culo al suelo, lo peor fue su querido helado, el cual también había sido víctima de la arena de la isla y ahora estaba irrecuperable. Soltó un suspiro para después levantarse despacio y sacudir sus ropas con ambas manos, se había manchado un poco de polvo, pero nada que no se quitara sacudiendo, después de eso escuchó una voz. Se fijó en que había sido el causante de que su deliciosa merienda acabara en el suelo, después de escuchar cómo se disculpaba entendió que no era un mal tipo y que lo había hecho sin querer.

- Bueno ya que te has disculpado supongo que no importa, ya le pediré más dinero a mi capitán para comprarme otro.

Dijo ahora suspirando y soltando una tranquila sonrisa, observando ahora al peliblanco de forma tranquila, metió ambas manos en los bolsillos y se fijó en sus vestimentas, no reconocía que tipo de persona podía ser. Tal vez un cazador o un simple ciudadano de aquella isla del calor, ahora se pasó la mano derecha por la frente, limpiando un poco de sudor que tenía debido a la calor tan terrible que había en la zona.

Me sentía fatal por lo del helado, era cierto que yo era un psicópata o al menos así me conocían en la banda, pero la pobre chica no tenía la culpa. Había sido yo que al ir atontado pensado en mis cosas ni si quiera la había visto. Debía compensarla, siempre metiendo la pata y demás, nunca iba a cambiar. Me sentía completamente idiota. Los libros me atontan por completo y es algo que no puedo evitar.

-Me siento fatal de verdad... Lo siento mucho, encima con este calor. ¿Qué te parece si me dejas invitarte a uno para disculparme?

Sonreí pues era lo mínimo que podía hacer por ella, encima con este calor abrasador que no perdonaba ni un descuido y hacía todo lo posible por quemarte. Era insoportable y seguro que con un helado se estaba mejor, además a mi también me estaba apeteciendo uno y era una buena escusa para no tomarlo solo.