El clima es bueno, la noche es joven y en las luminosas calles de Casino Island hay muchos berries moviéndose en todas dirección, listos y dispuestos de caer en los bolsillo de alguien con la suficiente destreza para diferenciar el azar de la inteligencia, ¿y porque no?, la astucia.
Ahí es donde entra el joven e intrépido Leonel, situado en una de las tantas mesas de póker que albergan los llamativos edificios de este alegre islote que bajo la manta nocturna brilla como una segunda luna sobre el reflejo del ancho mar, acompañado de dos hermosas y curvilíneas muchachitas, bebía alegremente celebrando su incesante “suerte” que se había mantenido inmutable y constante a lo largo de la noche, lo cual podía ser peligroso, los dueños de esta clase de establecimiento se alimentan y respiran dinero, lo cual los lleva a castigar severamente cualquier movimiento truculento entre sus pasillos, y siendo sinceros, creo que ya nos imaginamos la verdad, el comandante revolucionario estaba haciendo abuso de las habilidades otorgados por el fruto del diablo para inclinar la balanza levemente hacia sus bolsillos, al llegar fue precavido, nada de apuestas altas, manos simples, soltar unas cuantas fichas de vez en cuanto para no parecer invencible, pero la adrenalina sube a medida que la montaña de fichas incrementa de tamaño, y junto con las damas atraídas por el constante éxito del tirador la ambición se acurrucaba junto a su hombro dispuesta a mover sus manos para incrementar la apuesta, y mientras este rincón de la mesa la alegría y la abundancia avivaban el fuego de los pecados capitales en el resto de la mesa se inundaba en la envidia y desesperación de ver su dinero volar a los brazos de un tipo que no paraba de ganar, y claro la banca que miraba con desconfianza las manos del peliazul, pero se trataba de un profesional, sus trucos eran realizados con tal sutileza y velocidad que el ojo común no podría divisarlos ni bajo la más plena concentración.
Full de Reyes señores… lamento su pérdida señores
Vociferó el Comandante Racovich mientras abrazaba el pozo de fichas ubicado al centro de la mesa, riendo y celebrando podía ver como un par de incautos se retiraban de la mesa al borde de la banca rota. -Vez lo bueno que es tu campeón mi musa de los ojos verdes? Dame un poco de azúcar para celebrar mi suerte- exclamó sonriente Leonel mientras se escabullía hasta el cuello de la deslumbrante rubia que se apegaba a su brazo derecho para celebrar cada mano en la que el monto del astuto hombre aumentaba un poco más. Mientras se agasajaba mordisqueando el suave cuello de su ambiciosa acompañante a sabiendas que ella estaba sustrayendo de la mesa una que otra de sus fichas, Leonel pudo distinguir a la distancia como un guardia del recinto ponía en evidencia la sospechosa racha de buena suerte de la que el joven estaba gozando. La situación comenzaba a ser peligrosa. – ¡Dame cartas!- alegó Leo presionando al dealer., recibió un 3 de corazones y un 6 de pica, los entendidos en el juego la reconocerán como una pésima mano, miró dudoso su mano e hizo una suave gesto, que simulara a una mueca de falsa seguridad, y realizó una apuesta suave. Así mismo las rondas pasaron y Leonel movió los hilos para que el poso se agrandara lo suficiente y sus oponentes más habilidosos se mantuvieran en juego, desafiándolos con la miradas, invitándolos a confiar en su propia suerte, al mirar a la mesa era claro que Leonel no tenía ni siquiera un par que respaldara sus importantes apuestas, y en su última oportunidad de aumentar el pozo Leonel se quedó mirando sus naipes pensativo, esperando el momento exacto, a los pocos segundos un par de sombras se acomodaron tras de él, fingiendo que aún no tenía conocimiento de ello el astuto tirador igualó la apuesta incrementando así el pozo lo más que pudo –¡Pago por ver!- agregó fingiendo preocupación para luego sentir la mano de un corpulento sujeto posarse en su hombro izquierdo.
-Buenas noches caballero – dijo el grandulón mientras en la mesa culminaba la partida – ¿podemos hablar un momento?-. Agregó
¡CARAJO!, Fue la única respuesta del revolucionario que arrojaba su terrible mano a la mesa furioso por haber perdido tan alta suma de dinero. Luego volteó a mirar al empleado del casino que venía probablemente a interrogarlo y preguntó, -¿es necesario que sea ahora señor?, solo unas manos más sé que puedo recuperar mi racha- exclamó astutamente marcando su voz con cierta desesperación.
Tal como esperaba el astuto espía de la revolución el hombre percatándose de la situación asumió que solo se trataba de un simple bastardo con suerte, de los que abunda en lugares así –No señor, no será necesario, continúe su juego y hágale saber a la camarera si necesita algo de beber- dijo sonriente el musculoso de elegante traje, Leonel se despidió haciendo un gesto de agradecimiento con la cabeza y retomó el juego.
Había perdido casi 30.000 berries, y una de las muchachas se alejó de su lado. Un precio justo a cambio de todas las ganancias que podría generar durante el resto de la noche, siempre y cuando no ocurrieran más incidentes como este.
Luego de un par de juegos más el peliazul tomó sus fichas y acompañado de su rubia despampanante decidió ir en busca de una mesa más abundante en fichas, y en jugadores altaneros
Ahí es donde entra el joven e intrépido Leonel, situado en una de las tantas mesas de póker que albergan los llamativos edificios de este alegre islote que bajo la manta nocturna brilla como una segunda luna sobre el reflejo del ancho mar, acompañado de dos hermosas y curvilíneas muchachitas, bebía alegremente celebrando su incesante “suerte” que se había mantenido inmutable y constante a lo largo de la noche, lo cual podía ser peligroso, los dueños de esta clase de establecimiento se alimentan y respiran dinero, lo cual los lleva a castigar severamente cualquier movimiento truculento entre sus pasillos, y siendo sinceros, creo que ya nos imaginamos la verdad, el comandante revolucionario estaba haciendo abuso de las habilidades otorgados por el fruto del diablo para inclinar la balanza levemente hacia sus bolsillos, al llegar fue precavido, nada de apuestas altas, manos simples, soltar unas cuantas fichas de vez en cuanto para no parecer invencible, pero la adrenalina sube a medida que la montaña de fichas incrementa de tamaño, y junto con las damas atraídas por el constante éxito del tirador la ambición se acurrucaba junto a su hombro dispuesta a mover sus manos para incrementar la apuesta, y mientras este rincón de la mesa la alegría y la abundancia avivaban el fuego de los pecados capitales en el resto de la mesa se inundaba en la envidia y desesperación de ver su dinero volar a los brazos de un tipo que no paraba de ganar, y claro la banca que miraba con desconfianza las manos del peliazul, pero se trataba de un profesional, sus trucos eran realizados con tal sutileza y velocidad que el ojo común no podría divisarlos ni bajo la más plena concentración.
Full de Reyes señores… lamento su pérdida señores
Vociferó el Comandante Racovich mientras abrazaba el pozo de fichas ubicado al centro de la mesa, riendo y celebrando podía ver como un par de incautos se retiraban de la mesa al borde de la banca rota. -Vez lo bueno que es tu campeón mi musa de los ojos verdes? Dame un poco de azúcar para celebrar mi suerte- exclamó sonriente Leonel mientras se escabullía hasta el cuello de la deslumbrante rubia que se apegaba a su brazo derecho para celebrar cada mano en la que el monto del astuto hombre aumentaba un poco más. Mientras se agasajaba mordisqueando el suave cuello de su ambiciosa acompañante a sabiendas que ella estaba sustrayendo de la mesa una que otra de sus fichas, Leonel pudo distinguir a la distancia como un guardia del recinto ponía en evidencia la sospechosa racha de buena suerte de la que el joven estaba gozando. La situación comenzaba a ser peligrosa. – ¡Dame cartas!- alegó Leo presionando al dealer., recibió un 3 de corazones y un 6 de pica, los entendidos en el juego la reconocerán como una pésima mano, miró dudoso su mano e hizo una suave gesto, que simulara a una mueca de falsa seguridad, y realizó una apuesta suave. Así mismo las rondas pasaron y Leonel movió los hilos para que el poso se agrandara lo suficiente y sus oponentes más habilidosos se mantuvieran en juego, desafiándolos con la miradas, invitándolos a confiar en su propia suerte, al mirar a la mesa era claro que Leonel no tenía ni siquiera un par que respaldara sus importantes apuestas, y en su última oportunidad de aumentar el pozo Leonel se quedó mirando sus naipes pensativo, esperando el momento exacto, a los pocos segundos un par de sombras se acomodaron tras de él, fingiendo que aún no tenía conocimiento de ello el astuto tirador igualó la apuesta incrementando así el pozo lo más que pudo –¡Pago por ver!- agregó fingiendo preocupación para luego sentir la mano de un corpulento sujeto posarse en su hombro izquierdo.
-Buenas noches caballero – dijo el grandulón mientras en la mesa culminaba la partida – ¿podemos hablar un momento?-. Agregó
¡CARAJO!, Fue la única respuesta del revolucionario que arrojaba su terrible mano a la mesa furioso por haber perdido tan alta suma de dinero. Luego volteó a mirar al empleado del casino que venía probablemente a interrogarlo y preguntó, -¿es necesario que sea ahora señor?, solo unas manos más sé que puedo recuperar mi racha- exclamó astutamente marcando su voz con cierta desesperación.
Tal como esperaba el astuto espía de la revolución el hombre percatándose de la situación asumió que solo se trataba de un simple bastardo con suerte, de los que abunda en lugares así –No señor, no será necesario, continúe su juego y hágale saber a la camarera si necesita algo de beber- dijo sonriente el musculoso de elegante traje, Leonel se despidió haciendo un gesto de agradecimiento con la cabeza y retomó el juego.
Había perdido casi 30.000 berries, y una de las muchachas se alejó de su lado. Un precio justo a cambio de todas las ganancias que podría generar durante el resto de la noche, siempre y cuando no ocurrieran más incidentes como este.
Luego de un par de juegos más el peliazul tomó sus fichas y acompañado de su rubia despampanante decidió ir en busca de una mesa más abundante en fichas, y en jugadores altaneros
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