Cacería de Staffers - Empanadilla VS. Roy

VS.

Condiciones:
-Experiencias Normales de Reto.
-Sin Salto de turno.
-Fichas tal cual están en este momento.
-La batalla será a Rendición o a K.O.
-En cualquier isla, que no beneficie a ninguno de los dos.
-Sin muertes pero con cicatrices y amputaciones.

Escenario: Cactus Island es una isla con varias montañas con forma de cactus, con las espigas que en realidad son lápidas. Estas montañas no fueron exploradas completamente, por lo que no se sabe cómo se pueden subir estas montañas. Antiguamente fue conocida como "Isla Saboten". Esta ciudad da la bienvenida a los piratas, les da de comer y celebra su llegada. Primera isla que da a la bienvenida a los llegados a Grand Line.

Comienza el retado, Alex.

Roy lvl 38 y Alex lvl 68.

El doctor amarró dejó el barco amarrado en el muelle del pueblo de cazadores de recompensas. Le apetecía una empanadilla de atún. Se crujió uno a uno los nudillos antes de saltar al puerto. En aquel lugar había un montón de tabernas y pubs, seguro que en alguno de ellos tenían empanadillas.

- Mmmm... que hambre... -murmuró el doctor, caminando por la calle tranquilamente, maletín en mano. Tal vez fuera por su gabardina negra, tal vez fuera por su capa negra o tal vez fuera por su enorme maletín negro, pero el caso es que algo llamaba la atención de la gente del lugar que llegaba a fijarse en su presencia. Y no, era imposible que fuera el hecho de que a su alrededor hubiera una extraña neblina.

El hombre entró en la primera taberna que encontró, dirigiéndose a la barra sin llamar la atención. En cuanto el barman se dio cuenta de su llegada (casi tres minutos después de entrar por la puerta) se dirigió hacia él.

- Buenos días, señor mío. ¿Desea tomar algo? -le preguntó, algo nervioso ante la mirada imperturbable del doctor.
- Una empanadilla de atún. -respondió él, con un tono a medias entre la sequedad y la petición formal.
- Una... e-empanadilla... ya. -el barman se dirigió a la puerta de la cocina, mientras el doctor se ponía a observar el lugar. A su alrededor sentía auras. La mayoría de ellas eran débiles, pero había alguna que podía llegar a considerarse decentemente fuerte. Incluso alguna que podría llegar a ser un cazador, según Derian. Bueno, lo suyo era ahora más bien una relación formal, la verdad. Él era feliz hasta que el vampiro lo metió en su tripulación. estúpido egomaníaco. Aunque tenía que agradecerle los conocimientos que había obtenido gracias a él. Sin duda, aquello no dejaba de haber sido de utilidad. Vio un vaso de agua cerca de él. Lo agarró y sacó una pastilla negra de su maletín, que echó en el. La píldora se deshizo rápidamente, provocando una efervescencia, para terminar por desaparecer, como si nunca hubiera estado allí. Que bonito era el arte de preparar venenos.

Una pequeña barca solitaria en la cual un hombre remaba en sentido de las agujas del reloj  haciendo que se formaran ondas en el mar se podía ver acercándose a una isla, Cactus Island. La Luna iluminaba aquella preciosa noche, el cielo estaba limpio, es decir, sin ninguna estrella a la vista, tampoco se podía escuchar ningún ruido, algunas luces de bares o casas alumbraban la isla. El hombre se aproximaba cada vez mas a un paso lento y sin pausa. Las luciérnagas rondaban alrededor de el alumbrándole el camino, como si quisieran que llegase a aquel lugar.

El hombre llevaba una camiseta roja con su chaqueta negra de cuero, pero esta vez estaba cubierta por una túnica por las temperaturas de ese día, sus armas estaban a su lado por si cualquier cosa apareciera de repente.

El castaño por fin podía pisar tierra, la primera impresión que se llevo es que no había nadie por las calles y la niebla daba un toque más tenebroso a la noche, las farolas de cada esquina estaban encendidas. Roy dejo la barca a manos del Señor, más tarde se las apañaría para poder volver al mar, aunque ese era el menor de los problemas, ahora solo le interesaba un lugar donde comer y poder dormir, era lo único que pedía.

-Bueno, vamos a ver…- dijo Roy mientras entraba en una taberna de la zona la cual parecía vieja, la puerta hizo un ruido molesto al abrirse, los tornillos deberían de estar oxidados, dejo la túnica en una percha y miró a ver quién se encontraba en aquel lugar. El ambiente estaba bajo, un lugar perfecto para el chico al cual no le gusta los lugares con mucha gente y ruido, solo se podía ver dos mesas ocupadas, en una de ellas se encontraban varios viejos jugando a las cartas y en la otra una pareja en la cual el hombre quería llevarse a su novia a su casa a hacer un par de cosas, podría ser por el exceso de copas o por cualquier cosa, pero eso fue lo que pensó Roy. También se encontraba un hombre en la barra con una gabardina negra. El lugar era húmedo y las paredes formadas de madera estaban siendo comidas por termitas.

Roy cogió una silla y la puso al lado de una mesa esperando a que el camarero le atendiese de inmediato.

El doctor sintió una presencia entrando en el lugar. Sin ni tan siquiera girarse, vio que aquella persona superaba el poder de los que allí dentro se encontraban. Sus labios se separaron, musitando:

- Interesante... -la persona que entró se fue hacia una mesa, y el doctor pudo verlo pasando cerca. Era un joven de pelo oscuro, vestido con una especie de chaqueta negruzca y una camiseta roja. No parecía tener un nivel de fuerza muy elevado. Era posible incluso que el doctor lograse vencerlo en una pelea.

Un ruido leve al lado del chico hizo que se saliera de sus pensamientos. El barman había llegado y le acababa de servir la empanadilla. Delicioso alimento divino. En ese momento, el doctor vio cómo el barman agarraba el vaso de agua y se disponía a dar un largo trago, sediento. El doctor empezó a contar en silencio para sí mismo.



En ese instante, el hombre del otro lado de la barra se desplomó, inerte y con los ojos en blanco. El doctor permaneció inalterable ante aquella escena, saboreando la empanadilla. Sin embargo, el resto de personas parecieron darse cuenta de la muerte del hombre. Los viejos habían dejado de jugar a las cartas, y la pareja había dejado de meterse mano mutuamente. Un grito femenino sonó en el local, proferido por la mujer. El doctor se giró hacia ella y se llevó el índice a la boca, indicando que se callase. Pero la mujer no parecía dispuesta a hacerlo. Sin duda, una lástima...

- Cloric bomb. -murmuró el doctor. Una fuerte explosión de cloro surgió de su cuerpo, golpeando a los allí presentes. Seguramente todos ellos aspirasen el gas, se mareasen y empezaran a verlo todo nublado. Tras dar el último bocado a la empanadilla, el médico se levantó, dispuesto a eliminar a aquellos testigos de su experimento.

Spoiler: