Dulces, dulces, piratas, dinero, piratas [Privado, Hitomi y Low]

Así que me encontraba en Shellstown, una isla con una gran base marine donde ellos controlaban el pueblo y los pueblerinos creían que ellos eran sus héroes que los protegía de los bandidos o piratas que querían conquistarlo. Me acercaba mediante un barco que muy amablemente me acepto como pasajera en mi anterior destino, era un barco que transportaba materiales, oro, plata... con lo que harían materiales para protegerse. Por fin pude pisar tierra firme en el puerto donde había un gran bullicio por la gente que descarga pescados, así que deje el puerto para dirigirme a las calles.

Los paseos estaban llenos de gente, pero la mayoría serian turistas que venían a ver la base o comer en las tabernas, también habían familias que venían a visitar a sus pariente o cualquier cosa. Seguía caminando cuando pase por al lado de una tienda repleta de vestidos, me quede mirando los vestidos que tenían en el escaparate y después mi dinero, no tenia suficiente para comprarme algo, pero si para algo que comer. En la siguiente calle parecía haber un mercado, así que me dirigí a mirar que podía encontrar por ahí.

Tras doblar la calle se podía ver un montón de personas mirando los productos que estaban ofreciendo, pase para mirar los puestos que se encontraban allí, ninguno me llamaba la atención, pero uno que estaba medio escondido que no era nada parecido a los demás ya que tenía las maderas pintadas de colores llamativos y era una anciana la que llevaba su tienda, me hacer que a mirar lo que vendía, cogí una manzana dulce y le di dos Berries, no tenia nada mas y la señora no pareció importarle. Me aleje de todo aquel ruido y fui a sentarme en un banco que se encontraba al lado de una armería, ya estaba feliz, ahora tenia que buscar dinero.

-Maldito dinero... Si tuviera me podría ir de este sucio lugar ocupado por marines.
Me repetía a cada hora que pasaba en esa sucia isla.
Shelltown es una isla comandada por marines y allí vivo yo. ¿Irónico? Puede. Pero era la isla más cercana a la mía y no podía hacer otra cosa que venir aquí y dejar aquella tierra deshabitada. Desde que me adentré en aquella isla me prometí el no montar ningún desastre y aguantarlos pasara lo que pasara.

Para conseguir dinero y sustento trabajaba en un bar de poca monta, el cual no me proporcionaba el dinero o la satisfacción que esperaba. Lo único que conseguía eran más ganas de irme de allí y dejar atrás a los marines. Pero algo tenía que hacer para conseguir el dinero que me llevaría a cumplir mi objetivo: cazar piratas malvados.
¿Qué me podría haber pasado para aceptar aquel trabajo? No tenía idea ninguna de lo que me habría pasado por la cabeza para aceptarlo. Seguramente podría haber sido el querer mejorar mis dotes de cocinero pero para nada me servía ya que no cocinaba yo.

Pasaban los meses allí, aguantando borrachos, sirviendo platillos y aburriéndome hasta terminar la jornada. Aunque poco me importaba ya que no tenía a nadie esperándome o nadie con quien divertirme. Sin más, esperaba a que me pagaran maldiciendo a los dueños.

Seguia comiendo aquella manzana, cuando una niña sé sentó a mi lado, ella vestia unos trapos sucios, su precioso pelo acabache estaba lleno de barro, por un momento decidi dejarla alli e marcharme, pero despues recorde que yo tambien habia vivido aquello. La niña me miraba con aquellos grandes ojos azules, mire el poco de dinero que tenia y se lo di, al igual que mi dulce, nada era mejor que ver la sonrisa de un niño. Me levante de su lado y me diriji a un cuartel marine que estaba por ahi cerca.

Al llegar los marines me dieron la bienvenida, a lo que yo pase de ellos y me diriji a los carteles de se busca, tendria que cazar a alguno ya que entonces me aburriria un montón en está isla. Pude leer uno, Jan por un precio de 30 millones por su cabeza, me di la vuelta y le diriji la palabra a alguno de ellos:

-Este se encuentra aquí - le dije con voz fria, y afirmandolo.

-Asi es señorita, pero tenga cuidado si va a por él- las ultimas palabras que me dijo no me importaban y ya me encontraba fuera, tenia que buscar un lugar alto donde pueda ver todo el pueblo,

Llegaba la tarde y me echaron del bar. ¿Razón? Ni idea. Me fui corriendo, con ganas de dar un paseo por la montaña. No sé la razón de esto, pero tenía muchas ganas. Salí corriendo y fui rampa arriba hacia el pico.

De camino me estuve entreteniendo con los pequeños arbustos llenos de bayas, algunos animalitos tales como conejos y cervatillos y claramente, mi presa. Era la zona de paso de los marines. No podías dar 3 pasos sin ver a ninguno. Te era totalmente imposible. Y como tal, no podía matar a ninguno. Si lo hacía, seguro me veía alguien y me tachaban de criminal.

Solamente pensaba en marines, era mi única dedicación en las horas muertas. ¿Qué estaba haciendo con mi vida? Podría estar haciendo amigos, buscando mujeres o en un bar. Pero no, estaba camino a lo alto de una montaña, por la tarde y con ganas homicidas hacia los marines.

Estaba ensimismado en mis pensamientos que casi me caigo de lo alto de la montaña al llegar. Era un acantilado precioso que daba lugar a vistas hacia un respladeciente y hermoso mar.