Revancha de espadas: Al VS Kiseki Parte II

Límite de tiempo : Sin fecha límite.

Escenario : Pancu Island, habitada por un solo pueblo que se autodenominan “Asichi” que en un lenguaje antiguo significa “Moradores del bambú”, la entrada a cualquier persona ajena a esta tribu [que no comparta lazo sanguíneo] esta prohibida a menos que alguien de la misma tribu les extienda una invitación formal.



Condiciones :
-Sin nomenclaturas.
-Combate amistoso.
-En la playa de Pancu

La playa era bastante diferente al resto de la isla. De arenas doradas y un calor casi erótico no se podía comparar a la brisa fresca que viajaba entre el bambú. Sin embargo prefería aquel ambiente, era más agradable, y el sonido del mar lo relajaba. Además, la arena bajo los pies siempre era relajante. Era un lugar perfecto para visitar con pareja, revolcarse mientras subía la marea, esas cosas. Aunque tras la presentación de la mujer no pudo evitar pensar que la había malinterpretado. "Normal, no hay mucha gente que quiera tirarse a alguien que le a atacado con una espada".

-Encantado, Dakiseki- dijo, con una risa. Si quería darle un nombre falso le parecía bien, la verdad era que le gustaban las aventuras anónimas-. Yo me llamo Al Naion. Sospecho que lo de ir a un lugar más despejado no era una declaración, ¿No?

Sonrió momentáneamente, agarrando el arma con una sola mano, y se concentró para congelar el agua que hubiera a su alrededor, incluida la que flotaba en el aire. Era una situación entre romántica y cómica, con miles de reflejos arco iris en el aire y chocando con la arena, aunque con la desventaja de que el ambiente se enfrió, y una sección de mar. A veces era un poco bruto.

-Mi revancha, Dakiseki- suspiró un momento, y cargó contra la mujer con un par de cortes, que liberaron onda, formando una cruz similar a la que ella dibujó, o trató de dibujar, minutos antes.

"Nombre falso, novio falso... Me pregunto si lo que hay bajo las vendas son dos globos rellenos de gelatina", pensó tras ver cómo su ataque era esquivado sin más y una onda de luz se esparcía por los miles de microcristales helados que había entre ellos, generando arcos más potentes, y una disgregación prismática del color que Al no entendía en absoluto. Al fin y al cabo no se le daba bien la física; era más de matemáticas y dibujo. Pero lo que sí entendía era que todo aquello era bastante bello.

-Para no ser liberal cualquiera diría que das más ambiente a la cita, princesa- dijo, sin desatender la situación, bloqueando con el arma los restos de la onda que le había lanzado. Sin duda era una mujer poderosa. ¿Podría soportar un ataque flanqueado? Siendo usuaria de la Logia de Luz podría esquivarlo, pero si la usara haría muy aburrido el juego.

Pateó el suelo, y tomó su forma de polvo de hielo, suspendido y veloz, y se dirigió hacia la mujer. Pero había un secreto, y era que todo el hielo que volaba entre los dos se uniría a la tormenta, haciendo que doce nubes de ventisca se cruzaran en ella. ¿El truco? El capitán se desplazaba entre cada nube instantáneamente, moviéndose entre la fría conexión que mantenía cada partícula, para finalmente aparecer a su espalda hecho de hielo, tratando de rozar su cuello con un frío dedo. ¿El misterio? El verdadero cuerpo material aparecería casi al instante delante, tratando de dejar el dorso del arma posado en su hombro, rozando su cuello con el filo. Así, tal vez, con la sorpresa del hielo en su cuello, podría darla por derrotada ya.

Parecía que se había dejado vencer, pero no le importaba. Ya le demostraría en otro momento que podía derrotarla sin mayor complicación. ¿Lo estaba invitando a luchar más allá, en el agua? Sonaba bien, sin duda. Comenzó a caminar sobre la superficie, que se helaba a sus pies, y creó una pasarela hasta unos cuarenta metros de distancia de la playa, donde una plataforma bastante grande de hielo, de unos veinte metros de radio se generó sin mucha dificultad.

Había ganado. Qué bien sentaba eso a la autoestima. Sonrió.

Hojas actualizadas.