La trágica historia de los demonios y... [Privado-Pasado] (Kasma & Low)

Viajaba en un barco robado con anterioridad, donde tenía trabajando como esclavos a cinco marineros. Podía nadar para llegar a la próxima isla, pero me resultaba más satisfacctorio ver trabajar a aquellos malditos humanos. Llevaban un logo extraño, así como una gaviota. Vestían ropajes blancos con unos pañuelos azules al cuello. Ponía algo como...¿Marino? No sabía lo que era, por lo que le pregunté a uno de ellos.

-Tú, ven aquí...- Le dije.- ¿Qué es ese patético símbolo de tu camisa?

El chico, que tenía el pelo rubio agachó la cabeza, no quería decirmelo...

-¡QUÉ RESPONDAS PATÉTICO HUMANO!- Le dije a la vez que le azotaba una fuerte parata en la cara, haciendo que cayese de espaldas al suelo.

Seguido, me acerqué, y agachándome delante de él, lo cogí de la camisa y lo levanté.-¿Vas a decirmelo?- Le dije a la vez que le chupaba con la punta de la lengua la sangre que caía de su ojo rostro abajo.

El chico seguía sin hablar, por lo que lo cogí de la cabeza con ambas manos, y se la estampé contra la cubierta del barco, dejándolo inconsciente. Tras eso, me giré y miré a otro de los marineros, y tras echarle una mirada fría me acerqué a él andando con aires de grandeza.

Ese día, ese preciso día tenía trabajo en Hargeon. Tenía que ir a examinar la isla para ver si estaban aquellos 2 seres que contaban las leyendas. Era todo mentira, seguro. Pero los ricachones eran especiales.

Hargeon era una isla con pocos marines a sus anchas, iba a estar muy tranquilo. Todo terminaría tranquilamente, estando solo. Mis amigos no querían venir, estaban asustandos... Miedicas. Me tendría que enfrentar a todo un día solo, aburrido y sin nada que hacer.

Nada más salir de Shellstown, ya en alta mar, me encontré con un barco de aspecto Marine. Podría aprovechar que estaban en mitad del mar, incomunicados y matarlos a todos. Me acerqué sigilosamente y miré desde lejos para ver la cubierta y sus tripulantes. Solamente vi un tritón y algunos marines. El tritón no llevaba traje, así que sería seguramente un abordaje a los marines y los estaba esclavizando.

Me monté en aquel barco de un salto y vi aquel tritón. Era muy distinto de mí. ¿Pero hay residía la gracia, no? Tenía varios marines trabajando para él y uno inconsciente en el suelo. Le habría dado una paliza.

Le miré a los ojos y con una voz intimidante dije:

-¿Qué haces aquí?

Me acerqué al hombre, el cual estaba totalmente horrorizado por lo que le había hecho a su compañero. Me tronaba los dedos a la vez que me acercaba a él. Fueron unos instantes de nerviosismo. Cuando estuve lo suficientemente cerca, lo levante en peso usando mi amplia fuerza, y una vez lo tuve elevado por encima de mi cabeza, le formulé la siguiente pregunta:

-¿Qué coñ* significa ese símbolo?

De repente, algo se escuchó a mis espaldas. Sin soltar al marine me giré, y lo miré a los ojos. Me hizo esta pregunta: ¿Qué haces aquí? Me quedé callado unos segundos, me indignaba que alguien, el cual se había infiltrado en mi barco robado me preguntase eso. Lancé al tipo al agua, y seguidamente me acerqué al que había llegado después.

-¿Yo? Yo soy el salvador de este mundo, hijo de dios...- Hice una breve pausa.- ¡YO SOY LA LUZ QUE ILUMINARÁ TU CAMINO!- Concluí.

Tenía los brazos elevados, tal y como lo hacían los profetas de la antigüedad. Esperaba una respuesta impaciente de aquel chico, por lo que añadió:

-¿Vendrás conmigo?

Nada más decir aquellas palabras tiró al agua al marine. En cuanto me dí cuenta de ello le grité:

-¿Qué cojo*** haces?

Era extraño ver un gyojin por estos lares, con marines como esclavos y encima montado en un barco. No se me hacía del todo normal el ir en barco, al menos a mí por el hecho de tener la capacidad de ir más rápido y cómodo nadando.

A continuación me daba una pregunta:

-¿Vendrás conmigo?

No estaba seguro de que quería. ¿Dinero? ¿Poder? ¿Fama? ¿O simplemente una secta?

-Chico... ¿Qué quieres? Quizás me lo pienso, pareces interesante.

Me acerqué a aquel hombre, aún con el marine en la mano. Le miré a la cara con unos ojos temerarios y me dispuse a esperar una respuesta.

-¿Qué quiero? ¿Qué, qué quiero? Yo no necesito nada, soy el hijo de una divinidad, un dios encarnado, lo tengo todo en mí, pero... pero hay algo que no puedo conseguir yo solo, necesito personas, gyojins, humanos, gigantes... Ellos harán de este plan la apocalipsis, harán que esta religión sea universal, sea... histórica.- Hice una breve pausa.- Harán de esta religión... ¡LA MEJOR!-Antes de concluir añadí.- ¿Qué me dices..? Tu y yo trabajando juntos, seríamos inmortales, divinidades unidas... Sé que eres un gyojin, y eso me gusta...

Esperaba con ansia la respuesta de aquel tipo, jamás nadie se había interesado tanto en mi secta como él, y quería hacer de nosotros algo grande, algo capaz de hacer temblar la tierra... Sabía que si conseguía a aquel gyojin como socio conseguiría que mi mensaje recorra cada hemisferio, cada rincón del Grand Line, era un buen trato. Yo podría decirle localizaciones de algo o alguien, y él a cambio, propagar mi doctrina por todos los mares...

Le alcé una ceja, a la vez que le ofrecía una mano, esperaba su respuesta, la intriga me recorría por dentro, no podía esperar más...

No sé ni porque le había preguntado... Solamente me soltó un montón de parrafadas sin sentido diciendo que era un Dios, que conmigo seríamos invencibles y otras cosas por el estilo. No quería insultarle, podría volverse loco y matarme. Pero algo tendría que hacer para que me olvidara.

-No quiero unirme a tu... ¿secta? Yo solamente creo en la religión de la caballerosidad. Prefiero estar solo. Y el ser gyojin o no me da totalmente igual.

Era fuerte si podía haber esclavizado un barco entero de marines, se podría volver majara y empezar a atacarme. Pero, ¿qué iba a hacer si lo hacía? Si me metía en el agua, vendría a atacarme. Y aunque yo fuera más rápido podría terminar pillándome. Tenía que calmarlo.

-Mira, puede que tu secta tenga futuro. Te ayudaré en algo. Una sola cosa. Pide lo que quieras que no tenga que ver con matar inocentes o me meta recompensa. ¿Vale?

El gyojin me dijo que no quería unirse a mi secta, aunque eso era ya algo de esperar. No le iba a hacer daño, si atacase a todos los que me rechazaban la ofrenda probablemente estaría muerto, o sin tiempo para nada, pero esa no era la cuestión en aquel momento. De repente, para mi sorpresa, me dijo que me ayudaría en algo, y eso era algo que me gustaba.

-Chaval, ¿quieres ayudarme?- Le dije.- Verás, en aquella isla hay una leyenda, una leyenda que trata sobre dos demonios, pero... ¿Todo mal tiene recompensa no?- Hice una pequeña pausa.- ¿Te hace echar un ojo a aquella isla?- Concluí.

De esa forma, mandé a uno de los marines de los pocos que quedaban vivos, o al menos conscientes, a poner rumbo a la isla, el cual obedeció sin rechistar. Me senté sobre un barril, y seguido comencé a hablar con el chico:

-Puedes hacer lo que quieras, si vienes nos repartiremos la recompensa, y si no, pues solamente tienes que saltar al mar, tu elijes.

Seguido, la tripa me rugió, por lo que me acerqué al marine desmayado. Estaba tendido en el suelo. Le puse en pie en el pecho, y cogiéndolo de una pierna con mi brazo izquierdo, se la arranqué, aquello era mejor que un muslito de pollo, por lo que comencé a comérmelo.

-Jummm... Esto está riquísmo... ¿Quieres un poco?- Le dije ofreciéndole.

¿Ir hacia la isla que decían que ocupaban los demonios? ¿Por qué no? Podría ser divertido y podríamos ganar bastante dinero. Supongo que aceptaría.

-Bueno, pued...¿¡Qué haces?! - El otro gyojin había arrancado una pierna al marine para posteriormente, comérsela. ¿En qué pensaba? Yo no comería humanos, son mi familia, la verdad.

-No, no quiero. Y si te ayudo, te impongo una condición... Nada de comer humanos.

El hecho de que fueran marines no calmaba nada aquella situación. Eramos mitad pez, mitad humano. Así que comer peces o humanos lo veía muy raro y hasta como canibalismo.

Tendría que aguantar a este loco hasta terminar el trabajo en Hargeon, la isla de los 2 demonios. Quizás hasta nos podríamos hacer amigos. Pero no es que me hiciera mucha ilusión hacerme amigo de un miembro de una secta que come humanos...

Al parecer al gyojin no le hizo mucha gracia que comiera, pero es que... ¡Tenía hambre! Bueno, daba igual, la verdad es que aquel tipo me había caido bien.

-Lo siento tío, no quería hacerte sentir mal.- Le dije a la vez que dejaba la mordisqueada pierna junto al cuerpo del marine.

Me puse en pie, y me dirigí hasta la sala de mandos del barco. Allí, tenía varias cositas ''que había tomado prestadas''. Cogí un mapa, y volví a salir a la cubierta. Con una mano, puse un barril entre el otro gyojin y yo, y desplegué el mapa sobre él.

-Nosotros estamos aquí.- Dije a la vez que señalaba un punto costero.- Y según la leyenda, los demonios se encuentran en una cueva por aquí.- Dije ahora señalando casi el centro del mapa.- Bueno colega, si vamos a ser socios por un rato, deberemos saber nuestro nombre ¿no?- Hice una pequeña pausa.- Yo, soy Haroka Hoyte, pero puedes llamarme Haroka.- Dije a la vez que le mostraba la mano para estrecharla.- Perdona lo de antes, en ocasiones... Me pongo nervioso.- Concluí

De repente, pude ver como el barco se estrellaba contra un rompeolas de la isla, por lo que haciéndole una señal al otro gyojin, salté al agua, esperaba que me siguiese.

Me respetó y dejó aquella pierna en otro lado. No era una bonita estampa, pero me sentía bien por el hecho de que nos respetábamos el uno al otro. Se fue durante un momento y vino con distintos equipos de navegación. Desplegó un mapa y me dijo a donde deberíamos ir. Acto seguido me pidió mi nombre y me dio la mano.

-Ah, encantado. Low... - Nos habíamos estampado contra un rompeolas.

El otro gyojin salió nadando del barco haciendo gestos para que lo siguiera. Preferí seguirlo sin rechistar y llegamos a bordear toda la isla entera para subir por la parte más bien posicionada. La verdad es que superaba en velocidad a aquel gyojin. Parecía ser muy rápido en el mar. Quizás, cuando volviera a casa, mirara a que tipo de pez pertenecía.

Subimos a la isla y le pregunté:

-¿Dónde estamos? ¿Esto es Hargeon?

Esperé respuesta, caminando lentamente hacia la maleza de aquella isla.

El chico hacía llarmarse Low, o al menos eso entendí. Aquel chico nadaba rápido, me las tuve que apañar para conseguir seguirle el ritmo. Llegamos hasta la isla, estaba llena de vegetación por todos lados.

-Si no se mal, el tesoro debería encontrarse en una montaña con una forma peculiar, una carabela... Allí, deberíamos entrar por los ojos, es decir dos cuevas, para posteriormente encontrar el mapa final...

Podía haber dificultades en el viaje, pero sabía que aquel tipo era fuerte, lo notaba, pero yo también lo era. Antes de comenzar a andar, me descolgué mi cantimplora. Me acerqué a la orilla del mar, y cogiéndola con la mano derecha, la llené de agua. Aquello me ayudaría, ya que me daría opción de usar mis poderes.

No había un camino específico, por lo que le dije a Low:

-No hay camino colega, elije tú por donde crees que deberíamos ir.

Decía de entrar a uno de las 2 cuevas que conformaban la montaña de la isla. Allí se suponía que se encontraba el mapa que nos daría la clave para hacer todo. Era complicado, pues la manera de llegar allí era inexistente. Ningún camino y con una cuesta muy pronunciada que era difícil de subir.

Planeando el camino, el otro gyojin fue a llenar una cantimplora al mar. ¿Para qué? Sabía que éramos mejores en el agua contra otros contrincantes como humanos o en general, mamíferos. Pero con esa cantidad, no podría hacer nada.

Se acercó y me preguntó por donde ir. Me empezaba a caer bien, me respetaba y yo hacía lo mismo.

-Pues bueno... ¿Qué tal todo recto y ya? Dudo que pase algo por ir por otro lado. Y si encontramos algún enemigo, lo tumbamos ¿vale?

Dicho esto, nos pusimos a caminar totalmente recto hacia lo alto de la montaña.

El chico decía de ir por el centro, tal vez fuera la mejor opción. Aquel chico, Low, parecía saber lo que se hacía, confiaría en él.

-Vayamos pues, no tenemos nada que perder.- Le dije.

Probablemente si nos adentrábamos en el bosque encontráramos la montaña o por el contrario, la consiguiesemos divisar. De repente, tuve una idea, la cual decidí comentar a Low:

-Low, pienso que tardaríamos menos yendo por encima de los árboles, tendriamos una mejor visión de la zona.- Le comenté.

Sin saber que diría Low me acerqué a un árbol, y usando mi fuerza, me colgué de una rama. Me impulsé con los pies para quedar colgado, y posteriormente haciendo una gran fuerza con los brazos y tronco, me puse en pie sobre la rama. Posteriormente, flexioné las rodillas, y volví a saltar a otra rama, y después a otra... Así, hasta que llegué a la copa.

Había unas vistas fantásticas, podía divisar una fantástica y majestuosa sierra, adornada con cientos si no miles de árboles.

-Hay una sierra cerca.- Le dije a la vez que me tambaleaba para mantener el equilibrio.- Creo que estamos cerca.- Concluí

Mi compañero optó por subir por los árboles, cosa que yo no podía hacer.

-Pues... es que no tengo mucho equilibrio ni soy demasiado ágil. ¿Tú me crees ágil con esta altura? Es más, te propongo algo. A ver quien llega antes a la ladera de la montaña ¿vale?

Era simplemente una proposición que, si aceptaba, le obligaría a ir lo más veloz posible. A mí igual, así llegaríamos lo más pronto posible. Fuera del agua era muy torpe, en gran parte por mi altura, así que tenía las de perder.

-Te espero a la ladera. Si no te encuentro, grito tu nombre y ya ¿Ok?

Se veía que me quería decir unas palabras, pero no le dejé. Eché a correr lo más rápido posible en dirección a la sierra, dejándolo atrás en un momento. Quizás llegara el primero y todo.

Al momento, Low salió corriendo dirección a la sierra, me había prupuesto una carrera y siquiera había hecho al cuenta atrás, eso era trampa.

-¡Ya!- Grité a la vez que me retorcía dos dedos de la mano izquierda.

Crack.

Ambos dedos se habían partido, dolía muchísimo, pero conseguí ahogar el grito mordiéndome uno de los dedos fracturados. Mis afilados dientes hicieron que la sangre comenzase a emanar del nudillo, perfecto. Cuando me hice al dolor de los dedos, me los acerqué a la nariz, aquelló me estimularía (Blood Adrenaline). Tras eso, me arranqué un trozo de mi cinta, la cual llevaba a modo de cinturón. Me lié los dedos, bloqueandolos parcialmente, pero permitiendo que saliese un poco de sangre. Era poca, pero me servía, y por suerte era imposible que me desangrase con tan poca de esta.

Me notaba estimulado, lleno de energía. Impulsándome con un pie, salté a otro árbol, y después al siguiente, y al próximo. Me movía bastante más rápido que antes (30%), y lo notaba, me desplazaba a una gran velocidad. En unos pocos minutos me puse en la ladera de la montaña, la cual estaba un poco más desolada de árboles. Llevaba algunas partes de mis sandalias astilladas, por no decir que algunas inclusive rotas.

No conseguía encontrar a mi compañero, y la verdad, no creía que fuera capaz de esconderse en algún lugar, su tamaño era enorme. Yo medía una altura considerable, pero aquel hombre era un coloso. Imbuyendo mi espinilla en haki, le di una fuerte patada a un árbol cercano, partiendo a este. Usando el tronco que se había partido, lo puse a modo de banco, y me senté encima a esperar que Low apareciese, aunque quizás ya hubiese avanzado...

Nada más salir, allá a los 20 segundos, escuché un crujido. Seguramente hubiera sido una rama ya que vi al otro gyojin correr a una velocidad impresionante, dirección a la colina. Había perdido ya. Aunque claro, era de esperar, era muy lento en tierra.

Tardé en llegar unos 15 minutos aproximadamente, rodeado del piar de los pájaros, corretear de animales silvestres y el rugir de fieras. Nada más vislumbrar luz y el finalizar de los árboles, me encontré con un tronco tirado en el suelo y a mi compañero tumbado en él. Levanté una mano, salí de la maleza y dije en tono amistoso:

-Parece que has ganado, oye. ¿Empezamos ya a subir o... - Observé que sus dedos estaban rotos y salía sangre de ellos. - ¿¡Qué te ha pasado!? Ven aquí que lo cure.

No es que tuviera muchos conocimientos acerca de medicina, mas sabía que con simples hojas de los árboles podía taparle totalmente la herida y hacer que sus dedos volvieran a estar rectos para que con el tiempo sanaran.

Tras 5 minutos o así, Low apareció. Al verlo aparecer levanté la cabeza, y me senté sobre el tronco. El chico saludó como buen compañero, al parecer sabía perder, cosa que yo n... que yo también.

-¿Comenzamos a subir no?- Le dije.

Me puse en pie y me di media vuelta. Di dos pasos cuando mi compañero hablo: -¿¡Qué te ha pasado!? Ven aquí que lo cure. Me lo había vendado, pero la verdad, no hacia mucho efecto. Haciendo caso a lo que me decía mi compañero, le deje el dedo, al parecer me lo curaría. Mi compañero me lió ambos dedos en hojas del bosque, aquello mejoró el estado de los huesos, lo notaba.

-Gracias colega, los tenía fracturados.- Dije.- Démonos prisa, está oscureciendo el cielo.- Le dije a la vez que señalaba el cielo, unas nubes se habían posado encima. Le hice una señal de que me siguiese, parecía que iba a empezar una tormenta, aquello no me gustaba, no me llevaba demasiado bien con los rayos.

Comencé a correr, y empecé a escalar la montaña como podía. Me valía de un brazo y mis dos piernas, gracias a dios, es decir, a mí, era un gyojin y tenía gran fuerza, y la fractura de mis dedos me había proporcionado velocidad y agilidad, e incluso más fuerza.

Al poco tiempo conseguí llegar a una cueva, elevada unos metros sobre la parte baja de la montaña. Parecía grande, pues no conseguía ver el final, esperaría a Low.

-He encontrado una cueva, démonos prisa.- Le grité.

El chico me dijo de escalar toda la montaña, pues arriba del todo debía estar la cueva que buscábamos. Íbamos a tener que escalar bastante, así que me crují los nudillos, haciendo un fuerte crujido.

-Vale. Avanza primero, voy a ver una cosa.

Le dejé subiendo la montaña y mientras la rodeaba un poco, encontré una entrada un poco menos inaccesible, mas al fin y al cabo una entrada. Me agaché, di un buen salto y empecé a escalar con todas mis ganas, llegando a la zona alta en menos de dos minutos. Era un agujero pequeñito, por el cual me iba a costar mucho avanzar, pero podía ir agachado y no habría problema alguno.

Las paredes estaban muy húmedas, el techo se iba abriendo a cada pequeño paso y el propio suelo parecía ir cuesta abajo. Al final terminó por dejarme una gran gruta marina, por la que avancé recto y que iba subiendo gradualmente. El camino era largo y se bifurcaba, mas siempre iba recto. Al final, encontré lo que era una salida y una pequeña bolsita tirada en el suelo así que la cogí y la abrí. Se encontraban unas preciosas monedas de oro, las cuales deberían subir su precio en berrys. Iríamos a medias y solucionado.

Seguí caminando y llegué a subir tanto que entré en una especie de 2º piso, en el cual me encontré a mi compañero caminando.

-Al final he hecho un camino para nada. Anda, toma.

Saqué la mitad de las monedas de la bolsa y las guardé en mi bolsillo, tirando a sus manos la bolsita con las sobrantes.

Llegué a la cuevecita en poco tiempo. Cuando estuve con los pies bien plantados sobre el suelo, decidí echar un vistazo a Low, pero... ya no estaba. No quería pensar mal, pero parecía que me había dejado solo. Puede que me hubiese hablado, pero ni me di cuenta. Decidí esperar un rato, probablemente llegase de un momento a otro, por lo que me senté en el suelo.

Del techo colgaban varias estalactitas, debía andarme con ojo si no quería darme. A decir verdad, aquella cueva era muy bonita, todo estaba ''decorado'' con rocas de distintos tamaños, colores y formas, aquello le daba un toque más único a aquel espacio.

Al poco, apareció mi compañero. De un bolsa sacó, ¿monedas?, para después lanzarme la bolsa con algunos berries dentro. La cogí de milagro, no me esperaba aquel gesto.

-¿Dónde has estado Low? ¿De dónde has sacado esto?- Le pregunté.- Bueno, da igu...

A sus espaldas a apareció un animal, un gran animal para ser exactos. Era un tigre de color blanco, y media varios metros de más que yo. Comenzó a correr hacia mí, parecía enfadado... Se llevó por delante todas las estalactitas, junto a unos cuantos cortes en la parte superior de la cabeza, adiós a la belleza de aquel lugar. No tenía nada en contra de los animales, es más, me gustaban, pero si uno me atacaba no me iba a quedar de brazos cruzados. Intenté suavizar el golpe enviando ondas de choque, pero antes de darme tiempo a elevar el brazo el animal me embistió. Salí volando, aunque bueno, no era la primera vez, y tal vez tampoco la última.

EL TIGRE:

Me agarré a una estalagmita como pude, pero esta se partió, y llegué a las afueras de la cueva. Me enganché en un saliente, la verdad, había visto pasar mi vida por delante de mis ojos. Todo dependía de lo que hiciese Low, él era mi única esperanza por el momento.

-Low, acaba con él, pero ten cuidado, su piel puede ser valiosa...- Le dije.

Notaba un intenso dolor en el hombro, y era que aquel movimiento había sido demasiado brusco, tanto que se podría haber llegado a fracturar, o en su defecto, a desencajar...

Nada más caer la bolsa en sus manos y entonar unas cortas y pocas palabras, apareció un tigre de piel blanca, de los que pertenecían a mitos y leyendas. Aunque más que un tigre parecía un elefante, era del tamaño de uno aproximadamente. En un momento, mi compañero había sido embestido y sacado de la cueva con rasguños y seguramente algo roto, así que ni el animal era pacífico ni débil. Me dijo de tener cuidado con lo que sea, mas no escuché la frase entera cuando salí corriendo hacia él con la mano en el mango de la espada cubierta por la vaina de esta.

La desenvainé, me acerqué y salté todo lo que pude, llegando a agarrarme a la cintura del tigre y pudiendo subirme a sus lomos y por ende a su cabeza. El animal no paraba de hacer movimientos rápidos para que me cayera, mas no desistía y seguía avanzando hacia su cráneo. El tigre lanzaba rugidos y arañazos sin resultado alguno hasta que llegué a su cabeza y con la espada en la mano derecha, me levanté cuidadosamente para no caerme en ese punto e intenté clavar la espada verticalmente lo más profundo que pude. El cráneo estaba muy duro, pero eso no pudo evitar que la espada traspasara la carne, el hueso y llegar hasta lo que suponía que era su cerebro.

En cuanto lo hice, el animal hizo un movimiento extraño y me lanzó de su lomo, tirándome contra el techo y dándome contra una estalactita pequeña pero afilada. Esto dio como resultado una herida en el costado que no tardó en sangrar. Por suerte, no había dado con la espalda, de otra manera hubiera muerto en el momento. Caí al suelo y me retorcí un poco por la herida y, tapándola con la mano, me levanté a duras penas para ver como el animal se pegaba cabezazos contra la pared y el techo y luego caer al suelo.

Ignoré al animal por el momento y miré mi herida. Con los recursos que tenía, me era imposible hacer nada para evitar la hemorragia, así que cogí la bandolera y la até a la altura de la herida para no perder demasiada. Me acerqué a mi compañero el cual tenía el hombro fracturado al parecer, a lo que le tendí la mano y le propiné una sonrisa.

-Anda, no me seas quejica.

El chico acabó con el tigre, para posteriormente acercarse a ayudarme.

-Anda, no me seas quejica.- Me dijo.

Me apostaba cualquier cosa a que aquel gyojin no sabía lo que era tener un hombro en aquel estado, me era casi imposible mover el brazo izquierdo. Me cogí con usando el otro brazo a la mano de mi compañero, el cual me ayudó a subir nuevamente a la cueva.

Me miré el hombro, estaba inflamado. Aquello no parecía fracturado, si no desencajado, por lo que intenté volvérmelo a encajar con un brusco movimiento. Me cogí el brazo izquierdo con el derecho, y di un fuerte y rápido tirón hacia arriba, con la intención de colocarlo en su sitio, y que el dolor cesase, o por el contrario, al menos se rebajase.

-Arrgggghhh!!!!- Grité.

Se me saltaron lágrimas incluso, aquel dolor era indescriptible, atroz, voraz... Creo que pocas cosas me habían dolido tanto como aquello, seguramente si estuviese roto... Si era así, no serviría de mucho en aquella ocasión, simplemente sería un estorbo.

-¿Estás seguro de querer continuar?- Le pregunté.- Solo seré un estorbo en este estado...- Concluí.

No sabía cual sería la respuesta del chico, pero entonces recordé una cosa, la bolsa con monedas de oro... Aquello me daría dinero sin duda si encontraba a un buen postor. Comencé a rebuscar entre todas las estalactitas, pero no encontraba nada, se había perdido.

De repente, noté un bulto en el bolsillo de mi pantalón, por lo que me llevé la mano a este. Era algo pesado, algo... ¡LA BOLSA! La bolsa había estado conmigo en todo momento, pero probablemente se hubiesen caido varias monedas...

El chico parecía tener el hombro totalmente roto, hasta el punto de siquiera poder recuperarse con ''facilidad'. Intentó pegar un tirón de éste para que se recolocara, pero ni eso sirvió. Es más, solamente le proporcionó dolor totalmente innecesario y un mal momento. Él pensaba que lo podría dejar allí, a su suerte y continuar yo solo sin problema. Pero bien sabía que mi mente no me iba a dejar hacerlo, me iba a carcomer por dentro además de que quería tratarle como él me había tratado.

Acto seguido, antes de yo responderle, se puso nervioso y empezó a rebuscar entre todos sus bolsillos, intentando encontrar algo en concreto. Momentos después, sacó la bolsita que le di, con sus monedas dentro. Ignoré lo que hizo a continuación y, mirando hacia otro lado, le dije:

-¿Tú lo harías si cambiáramos de papeles? Además... tú eres el que me ha traído aquí. Encárgate de tu responsabilidad. - Me agaché delante suya, poniéndome de rodillas - Si quieres, te puedo llevar a la espalda. No me fío de lo que te pueda pasar en tu estado actual.