Astor Longdale
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El aire a las afueras del Cuartel no era ni de cerca el mismo que se respiraba en otros puntos de la isla. Ese edificio era un cúmulo de distintos olores entre los que se unían el sudor, lentejas recién hechas, humo de tabaco y vísceras provenientes de la sala quirúrgica de emergencias, siempre ocupada. Astor odiaba esa parte de estar en la Marina, al igual que odiaba que le interrumpieran su hora del té.
Esa tarde se producirían ambas cosas. El Marine estaba cruzando el portón de entrada del Cuartel para aprovechar su descanso cuando una voz se hizo en el ambiente: — ¡Longdale, Astor Longdale! — Un muchacho de unos veinte años se acercó al adulto tan exhausto como sudoroso; daba la sensación de que acababa de terminar algún tipo de entrenamiento. Astor se giró para recibir sus noticias: — Le llaman. El capitán le requiere en su despacho — y, después de realizar el saludo militar, se adentró nuevamente en el edificio.
El Marine resopló y echó una mirada a las plantas superiores, donde se localizaba su despacho. Tan sereno como él mismo y lidiando con que tendría que retrasar el té para otro momento, subió por las escaleras de la entrada y continuó por los pasillos hasta la siguiente, y la siguiente, y la siguiente escalinata de madera. El recibidor que continuaba hacia el despacho del Capitán estaba decorado con sillones, una mesita central y un par de cuadros sobre las paredes. Tenía esa imagen tan grabada en la cabeza que había llegado hasta aborrecerla. Evitó seguir pensando en el tiempo —que naturalmente seguía corriendo— y se sentó en una de las butacas a esperar a que le dieran permiso de entrada.
Esa tarde se producirían ambas cosas. El Marine estaba cruzando el portón de entrada del Cuartel para aprovechar su descanso cuando una voz se hizo en el ambiente: — ¡Longdale, Astor Longdale! — Un muchacho de unos veinte años se acercó al adulto tan exhausto como sudoroso; daba la sensación de que acababa de terminar algún tipo de entrenamiento. Astor se giró para recibir sus noticias: — Le llaman. El capitán le requiere en su despacho — y, después de realizar el saludo militar, se adentró nuevamente en el edificio.
El Marine resopló y echó una mirada a las plantas superiores, donde se localizaba su despacho. Tan sereno como él mismo y lidiando con que tendría que retrasar el té para otro momento, subió por las escaleras de la entrada y continuó por los pasillos hasta la siguiente, y la siguiente, y la siguiente escalinata de madera. El recibidor que continuaba hacia el despacho del Capitán estaba decorado con sillones, una mesita central y un par de cuadros sobre las paredes. Tenía esa imagen tan grabada en la cabeza que había llegado hasta aborrecerla. Evitó seguir pensando en el tiempo —que naturalmente seguía corriendo— y se sentó en una de las butacas a esperar a que le dieran permiso de entrada.
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Súplicas y falsas promesas no paraban de resonar detrás. Había perdido demasiado tiempo capturando al desdichado hombre y mi objetivo era el cuartel más cercano para entregarlo e ir a por otro más. La brisa golpeaba contra mi cara suave, casi imposible distinguirla de una caricia normal. Me encontraba sentado encima de la barandilla del barco, observando cómo nos acercábamos hacia el puerto de forma veloz. Dirigí la mano hacia delante, jugueteando con los dedos y aplastando el cuartel. "Qué fácil sería de esta forma destruir las cosas" pensé mientras volvía a apoyar mis desnudas manos en la madera. Hice fuerza con el brazo izquierdo, volteándome en el aire para caer tras un giro fino de pie, tras un "alehop". Me llevé al criminal encima del hombro y salté hacia el agua ignorando los gritos dementes del capturado. "Soy usuario, ¡y tú también! Nos ahogarás!" pero sus palabras carecían de sentido. Unas plataformas de luz aparecieron a mis pies, y con total coordinación, avancé a pequeños saltos hacia la isla en sí.
Aterricé y dejé con delicadeza al piratucho en el suelo, llevándome las manos a las caderas y mirando preocupado hacia el cuartel. ¿Por dónde podía entrar? Suspiré indignado y volví a agarrar al hombre, esta vez pataleando para liberarse de mi agarre. Pero era inútil, claro. Era mucho más fuerte que él y todo intento sería en vano. Tras una pequeña caminata hasta el cuartel, golpeé hacia la puerta, esta vez tirando el criminal al suelo, y grité mi nombre en alto. "Soy Dark Satou, el actual señor de la caza. Abridme, traigo un estúpido" exclamé mientras dirigía mi mirada hacia arriba, parecía no recibir respuesta. Pateé la puerta y arrastré al pirata de la chaqueta, lanzándolo hacia dentro y cruzándome de brazos. "¿Quién me va a atender?" pregunté de forma retórica, ya que me encontraba solo en el recibidor del cuartel. ¿Por qué no había nadie por ahí?
Aterricé y dejé con delicadeza al piratucho en el suelo, llevándome las manos a las caderas y mirando preocupado hacia el cuartel. ¿Por dónde podía entrar? Suspiré indignado y volví a agarrar al hombre, esta vez pataleando para liberarse de mi agarre. Pero era inútil, claro. Era mucho más fuerte que él y todo intento sería en vano. Tras una pequeña caminata hasta el cuartel, golpeé hacia la puerta, esta vez tirando el criminal al suelo, y grité mi nombre en alto. "Soy Dark Satou, el actual señor de la caza. Abridme, traigo un estúpido" exclamé mientras dirigía mi mirada hacia arriba, parecía no recibir respuesta. Pateé la puerta y arrastré al pirata de la chaqueta, lanzándolo hacia dentro y cruzándome de brazos. "¿Quién me va a atender?" pregunté de forma retórica, ya que me encontraba solo en el recibidor del cuartel. ¿Por qué no había nadie por ahí?
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Astor apoyó los codos sobre sus rodillas, un tanto impaciente. Juraría que llevaba ahí sentado entre veinte, tal vez treinta minutos, y ya comenzaba a erizársele el pelo de la nuca en mala señal. Al Marine le dio la sensación de que todo aquello estaba desierto de verdad, por lo que no dudó un instante en levantarse y acercarse a la puerta del despacho. Chocó los nudillos contra la madera y esperó durante unos instantes a recibir respuesta, y sin embargo se vio obligado a repetir la acción una y dos veces más. El despacho estaba vació y la cerradura de la puerta, echada.
Ya está. No tenía nada más que hacer allí. Supuso que sería el único despacho que cerraba a esa hora, tal vez por algún imprevisto o tal vez sólo por innecesidad de trabajo. De cualquier manera, Astor comenzó a avanzar la escalinata de madera a la par que daba vueltas a lo que... e, inesperadamente —después del público que había dentro del edificio— una voz se hizo en el ambiente. Era masculina, no demasiado mayor, y provenía del recibidor principal. El Marine no tardó en descender pisos hasta detenerse a cinco escalones del suelo.
Eran un muchacho y un hombre; el segundo estaba bastante intranquilo. ¿Cazador y presa? A Astor le produjo una sensación irritante el encontrarse con los ojos del hombre que yacía sobre el suelo, por lo que no pudo evitar realizar un comentario: — Cada vez son más fáciles de atrapar, ¿eh? — musitó dirigiéndose al muchacho pero sin quitarle el ojo al criminal, y a la par que terminaba de descender los escalones giró el rostro para encontrarse con el del joven: — Tendrás que subir con su cabeza a cuestas. No hay nadie por aquí.
Ya está. No tenía nada más que hacer allí. Supuso que sería el único despacho que cerraba a esa hora, tal vez por algún imprevisto o tal vez sólo por innecesidad de trabajo. De cualquier manera, Astor comenzó a avanzar la escalinata de madera a la par que daba vueltas a lo que... e, inesperadamente —después del público que había dentro del edificio— una voz se hizo en el ambiente. Era masculina, no demasiado mayor, y provenía del recibidor principal. El Marine no tardó en descender pisos hasta detenerse a cinco escalones del suelo.
Eran un muchacho y un hombre; el segundo estaba bastante intranquilo. ¿Cazador y presa? A Astor le produjo una sensación irritante el encontrarse con los ojos del hombre que yacía sobre el suelo, por lo que no pudo evitar realizar un comentario: — Cada vez son más fáciles de atrapar, ¿eh? — musitó dirigiéndose al muchacho pero sin quitarle el ojo al criminal, y a la par que terminaba de descender los escalones giró el rostro para encontrarse con el del joven: — Tendrás que subir con su cabeza a cuestas. No hay nadie por aquí.
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Mi paciencia se agotaba por instantes. Había tenido la decencia de hacer el favor de esperar un rato más, pero nadie dignaba en presentarse ante mí. Me apoyé en la pared mientras el hombre, ya cansado de gritar y llorar cesaba su llanto. Logré cerrar los ojos ligeramente disfrutando el silencio hasta que unos pasos, seguidos de una voz algo grave y de tono cansado, hizo una pregunta sarcástica. Reaccioné abriendo los ojos de forma rápida y le dirigí la mirada, pero éste no cruzaba la suya conmigo, miraba al criminal que había a mi lado. Me recompuse mientras estiraba los brazos y esbocé una sonrisa tras una breve carcajada hacia el hombre. De aspecto maduro, alto, y con tez pálida. Una persona mayor (notable por sus rasgos físicos) y de tez algo pálida, volvió a levantar la mirada, pero esta vez hacia mis ojos. Le miré fijamente y afirmé con la cabeza hacia su petición. Agarré el hombre y lo volví a cargar por cuarta vez, esta vez para dirigirse hacia la parte alta del cuartel. Un sin fin de escaleras de madera, estaba de por medio hacia el despacho. Lo único en lo que podía fijarme era en la larga melena azabache del hombre.
Llegamos hacia el pasillo que se encontraba delante de la puerta del despacho, y aproveché para acercarme a uno de los sillones y colocar al preso ahí. Me agaché a su altura y le dirigí una mirada seria mientras levantaba de forma amenazante mi labio, enseñándole un colmillo. Sus llantos volvieron a cesar y miró hacia mi figura asustado. "Bueno, este ya estará callado un buen rato" exclamé mientras agarraba impulso para ponerme una vez más de pie y me giraba hacia el hombre de larga cabellera. Me acerqué hacia este y dirigí una mirada no muy discreta; parecía ser un alto rango de la marine, o por lo menos, la gente de su edad lo era. ¿Qué haría allí? No parecía tener cara de muy buenos amigos, pero eso a mí no me incumbía para nada. Estaba ahí para entregar al hombre que me habían pedido, pero me extrañaba en cierta parte que no hubiera nadie. Ya llevábamos un rato y tras cesar el pique contra la puerta, bajé la mirada y suspiré.
-Vamos a ver. ¿Qué hace usted aquí solo? -Le pregunté, con un tono de voz cansado- Me gustaría entregarlo, claro. Ahora que estamos aquí, ¿qué hacemos?
Llegamos hacia el pasillo que se encontraba delante de la puerta del despacho, y aproveché para acercarme a uno de los sillones y colocar al preso ahí. Me agaché a su altura y le dirigí una mirada seria mientras levantaba de forma amenazante mi labio, enseñándole un colmillo. Sus llantos volvieron a cesar y miró hacia mi figura asustado. "Bueno, este ya estará callado un buen rato" exclamé mientras agarraba impulso para ponerme una vez más de pie y me giraba hacia el hombre de larga cabellera. Me acerqué hacia este y dirigí una mirada no muy discreta; parecía ser un alto rango de la marine, o por lo menos, la gente de su edad lo era. ¿Qué haría allí? No parecía tener cara de muy buenos amigos, pero eso a mí no me incumbía para nada. Estaba ahí para entregar al hombre que me habían pedido, pero me extrañaba en cierta parte que no hubiera nadie. Ya llevábamos un rato y tras cesar el pique contra la puerta, bajé la mirada y suspiré.
-Vamos a ver. ¿Qué hace usted aquí solo? -Le pregunté, con un tono de voz cansado- Me gustaría entregarlo, claro. Ahora que estamos aquí, ¿qué hacemos?
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El muchacho recogió al criminal del suelo con una mueca un tanto cansada —después de todo parecía que él mismo lo había transportado a cuestas hasta el cuartel— tras oír la sugerencia del Marine y, para que pudiera pasar, éste se hizo a un lado avanzando unos segundos más tarde a las espaldas del cazador. Subieron las continuas escalinatas en una conversación en la que sólo se oían los pasos de ambos hombres y los gemidos del criminal. Astor podía prever con sólo mirarle a los ojos que no había hecho cosas buenas, después de todo llevaba consigo unas pintas de avaricioso y estúpido que le llegaban hasta la coronilla. En algún que otro momento al Marine se le escapaban murmullos de frases tipo: 'redimirás tus pecados en esta vida'; 'aún no ha llegado la hora, estúpido'; 'el Señor podrá apiadarse pero no lo harán las personas con las que te encuentres'. Sin duda cualquiera podría pensar que ese viejo necesitaba urgente atención psiquiátrica, pero no era más que un judío con ansias de cumplir lo que prometió.
El muchacho se detuvo en un pasillo similar al del despacho del Capitán de Astor, luego colocó al criminal en una de las butacas del recibidor y a la par que se agachaba para cruzar una rápida mirada con él, Astor le maldecía con otra un tanto más severa. Pasaron unos instantes antes de que el muchacho se volviera hacia Astor con un par de cuestiones que necesitaba resolver, sin embargo Astor sólo estaba dispuesto a ofrecerle una de las soluciones: — Juraría que tú, siendo cazador, tendrías la respuesta a esa última pregunta — el Marine se volvió hacia la entrada de un largo pasillo — sin embargo y suponiendo el precio por la cabeza de ese saco de huesos voy a facilitarte el trayecto y la dirección. ¿Puede caminar?
El muchacho se detuvo en un pasillo similar al del despacho del Capitán de Astor, luego colocó al criminal en una de las butacas del recibidor y a la par que se agachaba para cruzar una rápida mirada con él, Astor le maldecía con otra un tanto más severa. Pasaron unos instantes antes de que el muchacho se volviera hacia Astor con un par de cuestiones que necesitaba resolver, sin embargo Astor sólo estaba dispuesto a ofrecerle una de las soluciones: — Juraría que tú, siendo cazador, tendrías la respuesta a esa última pregunta — el Marine se volvió hacia la entrada de un largo pasillo — sin embargo y suponiendo el precio por la cabeza de ese saco de huesos voy a facilitarte el trayecto y la dirección. ¿Puede caminar?
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El marine parecía maldecir y decir palabras extrañas a cada momento, las cuales ignoraba con cierta dificultad. Sí, era un pirata despreciable, solo había que verle. ¿Pero ese comportamiento? Debía diferenciar trabajo entre lo personal. Me dio carta libre a actuar y decidí mirar una vez más al pirata. Lo cargué por encima del brazo y solté una patada a la puerta con mi pierna draconiana para hacerla caer hacia atrás con fuerza bruta. Tiré al pirata hacia delante y me agaché al son para esquivar dos espadas a la altura de mi cuello. Bendito haki de observación automatizado. Me giré y comencé a correr, había sentido una presencia gigante. Demasiado gigante. Intenté agarrar al moreno con mi brazo draconiano y, si se dejaba, romper la ventana para salir con el Geppou. Si no, solo tendría que seguirme, claro. Una vez estábamos fuera, un kraken rompió la base y después observó hacia nosotros. Teníamos que... Hacer algo. Podría contra el kraken solo, pero no podría mantener las plataformas de luz en el hombre a la vez que mantenía las mías si estábamos luchando. Llevé la mano a mi cara preocupado y saqué mi Saijo, preparándome para el combate.
-Muévete por el cielo libremente, viejo. Iré generando plataformas de luz al son -Le advertí mientras miraba fijamente al Kraken. Solo tenía que confiar en un desconocido.
-Muévete por el cielo libremente, viejo. Iré generando plataformas de luz al son -Le advertí mientras miraba fijamente al Kraken. Solo tenía que confiar en un desconocido.
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El muchacho siguió la dirección que Astor indicaba tirando abajo la puerta que conducía hacia el pasillo, luego todo sucedió en un mismo instante: El asqueroso saco de huesos que antes se encontraba a cuestas del cazador ahora estaba distanciado de él y con un arma de defensa sobre las manos. Atacó dos veces, ambas intentos fallidos, y Dios lo bendijera de estar junto a un luchador experimentado. El cazador salió corriendo en dirección contraria tirando de la manga del Marine en señal de que algo no iba del todo bien: una bestia gigante acababa de atacar la base y al parecer no se conformaba sólo con eso. A ambos desconocidos les dio el tiempo suficiente como para salir a través la ventana cagando leches, pero para su sorpresa allí fuera no sólo les esperaba naturaleza y animales silvestres — ¿Qué cojones están haciendo estos bichos en el cuartel..? — el Marine murmuró casi para sus adentros y seguidamente oyó la sugerencia de su acompañante, así puestos desenvainó su Berserk y caminó cuesta arriba sobre las plataformas de luz del muchacho. ¿Una Akuma No Mi, eh? No era, sin duda, un crío cualquiera.
Una vez a cinco metros de la bestia y sobre la última platafora, se dispuso a saltar hacia el horrendo y desfigurado rostro del Kraken a la par que colocaba la espada en posición diagonal. Cuando llegó el momento deslizó el arma de derecha a izquierda de forma bruta realizando una finta lo más profunda posible. La bestia gimió y se tambaleó unos instantes mientras Astor caía a la superficie, después dio la sensación de que aquello sólo había sido un pequeño rasguño para el pequeño bebé.
Una vez a cinco metros de la bestia y sobre la última platafora, se dispuso a saltar hacia el horrendo y desfigurado rostro del Kraken a la par que colocaba la espada en posición diagonal. Cuando llegó el momento deslizó el arma de derecha a izquierda de forma bruta realizando una finta lo más profunda posible. La bestia gimió y se tambaleó unos instantes mientras Astor caía a la superficie, después dio la sensación de que aquello sólo había sido un pequeño rasguño para el pequeño bebé.
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El hombre se lanzó hacia la gran bestia sin ningún indicio de titubear. Eso era admirable, pero tampoco debía suicidarse de ninguna forma. Alzó uno de sus tentáculos y ondeé la mano dibujando una onda de luz que salió disparada hacia el tentáculo, cortándolo de la forma más delicada al son de una de mis carcajadas cortas. Bajé con pequeños brincos y me quedé al lado del hombre, pegándole varias palmadas en la espalda y endurenciendo mi brazo draconiano con haki de armadura. Levanté el antebrazo y paré sin ni siquiera moverme otro de los tentáculos del Kraken, para después agarrarlo con el otro brazo e impulsarme haciendo una especie de balanceo. Le solté un puñetazo a la altura del ojo y agarré mi Saijo, dispuesto a darle el golpe final. Pero eso había sido aburrido para la grandeza del ser mitológico. Volví a saltar y colocarme a la altura del moreno.
-Te toca -Dije, con cierto tono sarcástico.
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Astor observó desde el suelo la floritura que el muchacho realizaba con una mano y que acababa en un perfecto desmembramiento para desgracia del Kraken. Después sólo se limitó a finalizar la maniobra con un puñetazo y finalmente descender. Cayó junto a Astor, quien estaba a punto de guardar la espada después de suponer que esos ataques habrían sido suficientes como para asustar a la bestia, sin embargo no pudo resistir su invitación a finiquitar el trabajo. Aprovechó que tenía el cuerpo del Kraken a pocos metros para rebanarle la piel en brutas fintas diagonales que pintaron el cuadro de lo que acabó pareciendo una red deportiva. Después de eso la bestia no hizo más que tambalearse de forma tosca a medida que su cuerpo se teñía de un denso rojo escarlata al igual que la maleza de la superficie en la que se apoyaba. Ya no había más Kraken, ya no había más drama.
Astor se giró para encontrarse con el muchacho de la luz y seguidamente buscó con la mirada al criminal que minutos antes lo acompañaba: — ¿Se te ha escapado la mascota? — Cuestionó, suponiendo que también podría haberse escondido detrás de alguna pared a causa del miedo; después de todo tenían delante a una bestia gigante y dos más dentro del Cuartel.
Astor se giró para encontrarse con el muchacho de la luz y seguidamente buscó con la mirada al criminal que minutos antes lo acompañaba: — ¿Se te ha escapado la mascota? — Cuestionó, suponiendo que también podría haberse escondido detrás de alguna pared a causa del miedo; después de todo tenían delante a una bestia gigante y dos más dentro del Cuartel.
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El hombre accedió a finiquitar el monstruo, y así hizo. Con unas ágiles fintas y bastante facilidad, cercenó al Kraken con habilidad y falta de tacto. Suspiré y, tras sus palabras, me acordé del cazador y las dos personas que faltaban. Tenía razón, sin duda. Pero el cuartel había acabado destrozado y no era plan buscar por ahí. Seguramente habrían muerto entre los escombros, así que me dediqué a focalizar mi mantra para localizarlos lo más rápido posible. Solo había sobrevivido uno, y era justamente el que estaba huyendo en dirección hacia el bosque. Miré una vez más al robusto hombre y, riéndome por dentro, me llevé la mano al tobillo y me agaché con cara dolorida.
-¿Puede usted perseguirlo por mí? -Rogué con voz débil- Me he torcido el tobillo tras atacar al Kraken. Al caer, exactamente. -Aclaré.
-¿Puede usted perseguirlo por mí? -Rogué con voz débil- Me he torcido el tobillo tras atacar al Kraken. Al caer, exactamente. -Aclaré.
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Astor observó al muchacho, que se sujetaba el tobillo con ambas manos mientras colocaba una mueca de incomodidad. El Marine arqueó las cejas con algo de incredulidad ya que no iba a acceder a su petición después de haber perdido por completo su hora de descanso por la misma persona: un cazador desconocido que acababa de echar por tierra la recompensa por a captura de un pirata. ¿Y qué más, invitarlo a comer? Astor siempre había repudiado esos actos ciudadanos de buena fe, por lo que no dudó un solo instante en contestar: —Es tu hombre, muchacho, no el mío — le observó con el semblante más quieto que las rocas de una cascada a medida que hablaba arrastrando las palabras —. Y te aconsejo tensar ese tobillo antes de tengas que levantarte.
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Le miré molesto y tras refunfuñar, pasé la mano por todo mi cuerpo, transformándome en luz y llegando en cuestión de medio segundo hasta donde estaba el criminal. Le agarré del cuello de forma violenta e hice fuerza para lanzarlo por el aire. Me elevé a su altura y lo pateé hacia los pies del hombre, dejando un boquete cerca de él. Bajé suspirando y miré hacia los ojos del marine. "Me desentiendo. Ya que usted no quiere cooperar, y no hay cuartel, ¿algo habrá que hacer, no? Tendrá que reportar de la destrucción... O yo qué sé." exclamé mientras miraba al pirata inconsciente. Me crucé de brazos y miré hacia el cielo intentando pensar algo. El próximo cuartel estaba a una isla de distancia, y tendría que llevarlo hacia allá. "Acompáñeme al próximo cuartel para informar" le advertí mientras observaba las ruinas. Después proseguí mi marcha hacia el velero, el cual estaba atracando ya a la isla y subí hacia este. Si quería acompañarme, bien por él, si no, ya informaría yo del cuartel. Aunque no era mi obligación como cazador, claro.
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Astor se cruzó de brazos en lo que el muchacho iba tan tajantemente hacia su pirata, como si el dolor de tobillo nunca antes hubiera existido. Una vez estuvo de vuelta sugirió que ambos fueran a entregar al criminal y de paso a reportar lo sucedido al Cuartel General de la isla más cercana, que no estaría a más de tres o cuatro kilómetros. El Marine suspiró: — De acuerdo, iremos hasta la próxima isla en mi barco. Daré informe de lo sucedido y allí nos explicarán qué demonios estaban haciendo esas criaturas en la base — finalizó la frase echando un ojo a lo que antes era una bonita edificación que ahora sólo se resumía en ruinas — Además, es probable que haya algún herido o muerto — recordó entonces el rostro del recluta que le informó que le requerían en el despacho del Capitán — En ese caso no podemos tardar demasiado.
Ambos se dirigieron al puerto a un paso un tanto acelerado para desgracia del criminal, quien jadeaba a causa de las heridas y del cansancio, después de todo no es que hubiera sido una trayectoria aburrida. Al Marine se le pasó por la cabeza que tal vez pudiera ofrecerle algo de agua, sin embargo la idea se difuminó en cuanto volvieron a cruzarse sus miradas: ''valiente pirata, recibirás lo que te mereces.''
El puerto estaba lleno de gente: barcos de mercancía descargando a una velocidad increíble antes de volver a partir, familias despidiéndose de otras familias, individuos perdidos, nómadas en busca de algo de caridad y comida caliente, excursionistas... Al Marine le dio la sensación de estar parado en el puerto de Shellstown. Después de una rápido examen del entorno se acercó a su vehículo amarrado al puerto y se subió al mismo tiempo que el muchacho embarcaba en su velero junto con su criminal. Después de eso ambos iniciaron rumbo por separado hacia la próxima isla.
Ambos se dirigieron al puerto a un paso un tanto acelerado para desgracia del criminal, quien jadeaba a causa de las heridas y del cansancio, después de todo no es que hubiera sido una trayectoria aburrida. Al Marine se le pasó por la cabeza que tal vez pudiera ofrecerle algo de agua, sin embargo la idea se difuminó en cuanto volvieron a cruzarse sus miradas: ''valiente pirata, recibirás lo que te mereces.''
El puerto estaba lleno de gente: barcos de mercancía descargando a una velocidad increíble antes de volver a partir, familias despidiéndose de otras familias, individuos perdidos, nómadas en busca de algo de caridad y comida caliente, excursionistas... Al Marine le dio la sensación de estar parado en el puerto de Shellstown. Después de una rápido examen del entorno se acercó a su vehículo amarrado al puerto y se subió al mismo tiempo que el muchacho embarcaba en su velero junto con su criminal. Después de eso ambos iniciaron rumbo por separado hacia la próxima isla.
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El hombre de avanzada edad acabó cediendo a mi idea, y eso era bueno en cierta parte. Necesitaba una prueba física de que no era el culpable de destrozar el cuartel. Los cazadores no caíamos bien de primeras a los marines, y era la mejor opción que podía elegir en aquel momento. No podía simplemente retroceder e ir hacia algún otro lugar, debía llegar, entregar el pirata, y acabar con aquello. Cada uno se subió a su barco y nos dirigimos hacia el puerto más cercano, a varios kilómetros de distancia. Tras desembarcar, nos volvimos a reunir y proseguimos nuestra marcha hacia el cuartel más cercano, ignorando y esquivando a la gente que se presenciaba ante nosotros. "¿Ese no es el señor de la caza?" "¿Con quién va acompañado, quién será?" palabras carentes de sentido, muy fáciles de ignorar.
-Usted conoce la zona mejor que yo. Yo llevo solo unos años viviendo en los mares de abajo y no tengo ni puta idea de dónde están las cosas. ¿Vamos al cuartel?
-Usted conoce la zona mejor que yo. Yo llevo solo unos años viviendo en los mares de abajo y no tengo ni puta idea de dónde están las cosas. ¿Vamos al cuartel?
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Astor resopló ante el comentario del muchacho y le adelantó unos cuantos metros. Se conocía la ubicación de los Cuarteles Generales de la mayor parte de los cuatro Blues, después de todo habían sido casi cuarenta años trabajando en el mismo lugar.
Comenzaron la trayectoria desde el puerto y fueron progresando a través de un pequeño pueblo en el que todos conocían a todos. La única desventaja de todo aquello era que los rumores pasaban de boca en boca y acababan mucho más intensificados que en sus inicios.
Llegaron hasta una edificación blanca y azul de la que hondeaba una gran bandera con el símbolo Marine. Fuera de la base habían bastantes reclutas merodeando y ocupando sus puestos en horario de trabajo. Astor entró primero y seguidamente entraron el muchacho y el criminal; lo primero que hizo fue dirigirse hacia un hombre que vestía la típica indumentaria de capitán. Le susurró un par de palabras a medida que señalaba con la cabeza al pirata y al muchacho, unos instantes después el capitán ordenó a dos cabos que se hicieran con el criminal y se lo llevaran para identificarlo a otra habitación. Astor se acercó al muchacho entre que el Capitán conversaba con otro uniformado: — Te darán la recompensa que te corresponde en breves, luego tendrás que acompañarme arriba para dar parte de lo sucedido — realizó el comentario observando el ajetreo que había dentro de la sala, luego volvió la visa al cazador —. Luego, se acabó.
Comenzaron la trayectoria desde el puerto y fueron progresando a través de un pequeño pueblo en el que todos conocían a todos. La única desventaja de todo aquello era que los rumores pasaban de boca en boca y acababan mucho más intensificados que en sus inicios.
Llegaron hasta una edificación blanca y azul de la que hondeaba una gran bandera con el símbolo Marine. Fuera de la base habían bastantes reclutas merodeando y ocupando sus puestos en horario de trabajo. Astor entró primero y seguidamente entraron el muchacho y el criminal; lo primero que hizo fue dirigirse hacia un hombre que vestía la típica indumentaria de capitán. Le susurró un par de palabras a medida que señalaba con la cabeza al pirata y al muchacho, unos instantes después el capitán ordenó a dos cabos que se hicieran con el criminal y se lo llevaran para identificarlo a otra habitación. Astor se acercó al muchacho entre que el Capitán conversaba con otro uniformado: — Te darán la recompensa que te corresponde en breves, luego tendrás que acompañarme arriba para dar parte de lo sucedido — realizó el comentario observando el ajetreo que había dentro de la sala, luego volvió la visa al cazador —. Luego, se acabó.
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Logramos llegar al cuartel tras la charla con el moreno, y no teníamos que avanzar mucho más. Una vez entregado el pirata y cobrada mi recompensa, la miré con cierto anhelo y le solté la bolsa a la persona mayor por la causa de los conflictos que se habían generado y los pagos por si había perdido algo, realmente. Suspiré y avancé de tal forma que me iba sin decir nada, pero aproveché para girarme y mirarle a los ojos. "Dark Evans Satou. Dudo que nos volvamos a ver, pero ha sido un placer combatir un kraken con un viejo." reí y continué avanzando, yo tenía 43 años y también estaba viejo, pero no tenía la apariencia de uno. Llegué hasta el velero y embarqué para dirigirme a mi próximo destino. No lo hacía por el dinero, lo hacía por limpiar un poquito el mundo. No podrían hacerlo los otros, así que ese peso caía para Lupus Custos, nuestro gremio.
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