[Pasado][Nagato, Murasaki y Akagami] Me pareció ver un lindo gatito...

Árboles, árboles y más árboles... Eso era todo lo que había en aquella isla sin contar, claro está, la enorme montaña que se alzaba en lo más profundo del bosque. Apenas había comenzado el día, y eso significaba un sol resplandeciente en el cielo. Las nubes eran escasas, aunque las que había eran de un considerable tamaño, el suficiente como para poder adoptar distintas formas en las mentes de aquellos que se entretuviesen a mirarlas. No hacía un frío excesivo, pero sí que había cierto viento que tal vez podría causar dicha sensación en los lugares con sombra... Aunque al pelirrojo no le afectaba, pues no sentía aquello.

Estaban en Nanami, una isla deshabitada e invadida al completo por árboles allá donde alcanzase la vista. Tal vez fuese un buen lugar donde ir de acampada, pero poco más. El interés que se podría tener en aquella isla era nulo. Sin embargo, era el lugar donde habían decidido reunirse. Nagato había hablado con el pelirrojo sobre una joven que conoció durante sus viajes, la cual parecía poseer ciertas... Habilidades fuera de lo común. Supuso que querría referirse a los poderes de alguna Akuma no mi, por lo que no le preguntó al respecto. Por lo general eran Naram, Lanxerot o él mismo quienes se encargaban de buscar nuevos miembros. Aún así, que Nagato se fijase en alguien y lo propusiese como nuevo miembro no era algo muy común. Se fiaba de su criterio, y por ello había accedido a reunirse con la chica.

- Murasaki, ¿eh? -dijo para sí mismo, echando un vistazo al espeso bosque al tiempo que pisaban tierra- Espero que no me decepcione. El viaje ha sido largo y no me gustaría perder el tiempo que ha requerido.

Esto último lo dijo casi como una advertencia hacia su compañero, pues le había interrumpido durante la hora de comer. ¿Acaso ese chico no aprendía nunca...? Sí, sin duda habría represalias si la chica no le convencía, cosa que el peliblanco seguramente sabía de antemano. Esperó a que su compañero estuviese listo. Portaba su vestimenta común, pero aquella vez su capa blanca había sido sustituida por otra más oscura: negra por fuera y naranja intenso por dentro, con un broche dorado a la altura del hombro izquierdo y que solo cubría una mirad de su torso. Era notablemente más corta que la anterior, pues llegaba poco más abajo de la cintura.

- Espero que no lleve mucho tiempo. Tengo hambre -dijo serio, lanzándole una feroz mirada a su compañero, con la luz del sol reflejándose en sus anaranjados iris, lo cual le daba una apariencia más intimidante.

Off:

Tantas indirectas en tan pocas palabras y ni si quiera la había visto. Confiaba plenamente en que ella daría más que la talla para sorprender a Akagami pues si lo hizo conmigo seguro que con él también. Aunque no podía quitarse la idea de la cabeza de que seguro el medio dragón se las arreglaría para que acabara invitándole a alguna comida. Era un pozo sin fondo y parecía que siempre tenía hambre. Más le valía a ella agradecérmelo más tarde. Posiblemente me dejara todo el dinero que llevaba y no era mucho.

Saqué mi monedero y miré la cantidad que llevaba. Acto seguido miré a Akagami y me dio un escalofrío. por un momento noté que incluso el monedero temblaba. Lo cerré y miré de nuevo a mi capitán. -Haremos una cosa, si la chica te agrada me invitas a comer. Si no... pues ya lo sabes- Dije para darle algo de gracia al asunto. Así por lo menos mi monedero no pasaría tanto miedo. Bueno sea como fuere teníamos que esperar allí hasta que ella llegara por lo que hacer alguna broma no estaba de más.

Salió del denso bosque en dirección a la playa este de esta. Apenas había llegado a esta un par de días atrás, citada por Nagato, un hombre que conoció tiempo atrás y que le agrado bastante, cuyo sueño era el de ser pirata, o al menos, eso le dijo a ella. Aunque nunca esperó que este se pusiera en contacto con ella. ¿Qué quería? Eso era lo que iba a averiguar.

Fuera lo que fuera, de todas formas necesitaba parar en algún lugar para obtener víveres para su viaje, por lo que aprovecho el pasar por una isla con tan extensos bosques para cazar y recoger alguna fruta, las cuales llevaría después a la pequeña barca que empleaba para viajar y que milagrosamente había sobrevivido.

A eso se dedicó los días que estuvo esperando al encuentro que se efectuaría en apenas unas horas. Tiempo que aprovechó para cazar por última vez antes de marcharse.

Al salir del bosque, una extensa playa de arenas blancas se extendió frente a sus ojos, la cual dejaba paso al profundo mar. Sobre aquel horizonte azul pudo vislumbrar las siluetas de dos hombres, así como una embarcación al fondo. Por el aroma de estos, el cual se mezclaba con el olor salado de la suave brisa, pudo identificar a Nagato, sin embargo el olor del otro joven no lo conocía.

Se acercó a ellos con cautela. llevaba entonces solo su mono puesto, junto con su cinturón. la capa y la tela que sujetaba a su cinturón las había usado para "empaquetar" sus víveres. Llevaba además un conejo, colgando de las orejas, el cual acababa de cazar, aunque tenía en su cuello unas extrañas marcas, casi parecían dejadas por una bestia. La chica tenía el labio levemente manchado con sangre.

Se acercó alerta, aunque mostrando una pequeña sonrisa, quizás por haber pasado mucho tiempo desde que vio al chico. Al ponerse a su altura, ojeo a ambos de forma disimulada, antes de separar sus labios para lo que debería ser una presentación, aunque la chica fue más directa de lo que se esperaría cualquiera.

-¿Qué queríais de mí?- Preguntó sin llegar a decir su nombre, supuso que no hacía falta, y viendo que el hombre estaba acompañado supuso que era más que una simple visita.

La propuesta de su compañero le pareció interesante y, aunque la verdad fuese que no llevaba nada de dinero encima, siempre podía pedirle a Naram que "crease" algunos berries. Si ganaba se daría un buen festín y si perdía también, pero no saldría de su bolsillo. Era, simplemente, un plan perfecto. Asintió pues ante su propuesta y se cruzó de brazos, observando los lindes del bosque. Parecía que tendrían que esperar allí hasta que la chica apareciera. Se sentó en el suelo, con las piernas cruzadas al igual que los brazos, cerrando los ojos. No dormía, solo meditaba un poco. Pronto sintió una presencia extraña acercándose.

Al abrir los ojos se topó con la imagen de una chica, con el pelo anaranjado y ropas sencillas, aproximándose hacia ellos. Caminaba despacio, como si se estuviese manteniendo alerta. Ante aquello no pudo evitar sorprenderse. No eran muchas las personas que actuaban de esa forma. Se confiaban al reconocer a alguien conocido, pese a que estuviese rodeado de personas ajenas a ellas. Aquello era una muestra de imprudencia absoluta, pues tal vez tu "amigo" resultase no serlo tanto. No estaba mal como primera impresión, aunque tendría que ver mucho más para aceptar el ingreso en la banda.

Se incorporó del suelo y mantuvo su mirada fija en ella mientras terminaba de acercarse. Pudo entonces fijarse con mayor claridad en que llevaba un conejo sujeto de las orejas, al parecer cazado por ella misma, así como que un fino hilo de sangre descendía desde la comisura de sus labios. "Eso no le haría ninguna gracia a Rito. Menos mal que no está aquí, o tendría que golpearla" pensaba, recordando la obsesión de la chica por los conejos. Supuso que era normal, pues ella era uno también... Más o menos. La frase de la chica le fue indiferente. Él mismo no era alguien demasiado educado, así que no le causaba sensación alguna que la cazadora de conejos no se presentase.

Sin añadir nada le echó un vistazo de arriba a abajo mientras se movía a su alrededor, queriendo observar cada detalle. Era algo más bajita que él. Delgada, pero parecía poseer una fuerza considerable, así como una gran agilidad. Sin duda las tendría, pues en el caso contrario no habría sido capaz de atrapar ese conejo. Aún así, a simple vista no parecía alguien demasiado fuera de lo común, por lo que supuso que aquello que le llamó tanto la atención a su compañero estaba aún por verse. Una vez terminó de analizarla volvió al mismo sitio de antes.

- ¿Es ella? -le preguntó mirándole de reojo- No parece mucha cosa -añadió, volviendo su mirada a la chica. Quería ver cómo reaccionaría.

Akagami aceptó, era raro que me aceptara este tipo de juegos así que alguna treta estaría tramando. Eso no valía, como se le ocurriera hacerme trampas... Suspiré y le miré mientras se sentaba de brazos cruzados. -¿Cansado?- Pregunté algo burlón, era imposible que lo estuviera pues habíamos llegado hace poco y no habíamos hecho nada que pudiera cansarle. Aunque si tenía hambre podías dar por hecho que también estaría cansado.

Después de algo esperando apareció ella. Sus ojos violeta que siempre le acababan dejando perplejo, los cueles no había olvidado. Sonrió, había cambiado algo pues ahora parecía una fiera cazadora y cuando la había conocido cualquiera diría que acabaría siendo así. Observó el conejo atado y un escalofrío recorrió al recordar a la coneja y lo que hacía por los conejos. Mejor que ese conejo se quedé aquí... De lo contrario la cosa empezaría mal. Claro está, si a Akagami le pareciera bien que se uniera.

-Hacía mucho que no nos veíamos, has cambiado un poco a verdad.- Dije intentando romper el hielo entre todos. Ellos dos estaban muy tensos y eso no me agradaba nada. -Te presento al capitán de los Red Demon's, Akagami- Le señalé con una mano. -Hace no demasiado me uní a ellos como su historiador junto con otros...- Un pequeño escalofrío me recorrió la espalda de nuevo. -Otros compañeros.Los conocí después de que nos separáramos tu y yo. Y...bueno...- Hice una pequeña pausa y tragué saliva. -Pensé que como viajabas sola querrías unirte a nosotros también. He tenido que convencerlo para venir aquí y dice que será él quien te juzgue. Espero que les demuestres lo que tu eres. - Cada vez que ella estaba por ahí parecía que mi humor cambiara. Seguro que Akagami ya estaba pensando alguna broma. O simplemente en que quería irse a comer. ¿Quién sabe?

Miro al chico que estaba "dando una vuelta" al rededor suya, como si fuese un crítico buscando fallos. Eso le molestaba, sin embargo no dijo nada, esperaría a ver que ocurría. La verdad era que aquel chico tenía un olor que le recordaba a cierto lagarto que conoció tiempo atrás, aunque parecía distinto también, como si su olor fuera más fuerte y otros olores, a parte de el de reptil, se desprendieran de él, como el del azufre. -¿Qué es ese olor...?- Se preguntaba para sus adentros.

Sus pensamientos y su mirada, fija en el joven de cabello rojo, cuya actitud por alguna razón le molestaba bastante, se desviaron hacia Nagato, el cual comenzó a dirigirse a ella con algo de nerviosismo, seguramente por la tensa situación.

Tras escuchar lo que le tenía que decir, comenzó su respuesta. -No creo haber sido la única que ha cambiado, después de todo tú también pareces algo distinto- Dijo esbozando una leve sonrisa, la cual no se podía diferenciar entre la sinceridad o la farsa.- Y me alegra ver que lograste encontrar una tripulación a la que unirte como querías-  Miró entonces al susodicho capitán. -Sin embargo, no veo una razón por la que unirme, a parte de que se nota que tú capitán no esta especialmente interesado. En mi opinión, ahora mismo esta pensando más en devorar un suculento trozo de carne que en si yo valgo o no la pena como miembro.-Esto último lo dijo algo irritada, aunque guardando las formas, como le habían enseñado tiempo atrás. "mostrar tus emociones aveces era signo de debilidad", o al menos eso pensaba ella.

Lo que le molestaba de aquello era que había notado  a la legua que sus palabras eran verdad. Los ojos del chico, en los cuales se fijo por primera vez con detenimiento, recordaban demasiado a los de un depredador hambriento, mirada que había observado en bastantes ocasiones ya.

Akagami alzó una ceja mientras miraba a la chica. Se mostraba segura, aunque parecía haberse alterado un poco ante sus palabras. "Tal vez consiga que muestre los dientes" pensaba conteniendo una pequeña risa, manteniendo su rostro inexpresivo. Le echó un último vistazo de arriba a abajo y comenzó a sopesar su respuesta. Estaba claro que su comentario anterior se confirmaba, no parecía gran cosa, pero como siempre las apariencias engañaban. Sentía una extraña fuerza manar de ella y, antes de comenzar a hablar, su mirada se quedó clavada en los ojos púrpura de la joven.

- Todo lo contrario. Si no estuviese interesado ni siquiera me habría molestado en venir -comenzó- Comprenderás que tengo cosas bastante mejores que hacer. Pero me fío del criterio de mi compañero y por ello estoy aquí -esbozó una ligera sonrisa, alzando la cabeza y mirándola con superioridad- Y sí, la verdad es que algo de hambre sí tengo. Pero puede que eso lo solucione Nagato pronto.

Miró de reojo al peliblanco y volvió a mirarla a ella rápidamente. Tenía curiosidad por saber qué tipo de cosas sabría hacer. Sus habilidades, sus intereses, su forma de actuar ante distintas situaciones y, por supuesto, sus objetivos. Su reacción algo hostil no le molestó. En parte, le recordaba un poco a él, pues probablemente habría respondido del mismo modo en su lugar. Suspiró suavemente y volvió a cuestionarla.

- Murasaki era, ¿no? -se estiró, como si no le estuviera dando demasiada importancia al asunto- ¿Qué clase de cosas sabes hacer? Quiero decir... En el hipotético caso de que te incluya en nuestra familia, tendrías cosas que hacer. Obviamente no vas a quedarte ganduleando todo el día. Eso es cosa mía -bromeó, aunque su tono de voz era tan serio que casi parecía que lo había dicho de verdad- Y mucho más importante aún: ¿Por qué y para qué vives?

Su penetrante mirada siguió clavada en los ojos de la chica, esperando, tal vez con algo de curiosidad, su respuesta. ¿Tendría algún objetivo en particular? ¿O simplemente pretendía vivir la vida, viajando de un sitio a otro? Puede que incluso tuviera metas complejas o casi imposibles de alcanzar. "Los mejores sueños son los inalcanzables" pensaba mientras se volvía a cruzar de brazos.

- ¿Y bien?

Parecía que la relación entre ambos no había empezado nada bien. Los dos se analizaban de una manera que pareciera estar buscando por donde atacar. No me gustaba ni un pelo como podía salir aquello. -Sabes que yo no me fijaría en nadie que no pudiera impresionarme.- Dije zanjando el primer tema ya que parecía insistir en que no tenía nada en especial. Tal vez ni si quiera lo mostrara aquí pero confiaba en que ella le acabará dando una razón.

-Recuerdo que me dijiste que viajabas sola. Sola no podrás llegar muy lejos, se que tal vez prefieras la soledad pero es muy posible que el estar con otra gente como tú sea bueno. Y que te voy a decir. Quieras o no les coges cariño por muy payasos que sean.- Dije totalmente convencido de mis palabras pues no podría haber descrito mejor a la banda, "payasos", pero a pesar de eso se podía contar con ellos. -Puede que Akagami sea un poco idiota y solo piense en comer pero si ha venido hasta aquí es por que cree en que puedas impresionarle. Soy el más serio de por allí...-

la pregunta de Akagami me pilló por sorpresa. "¿Qué sabes hacer?" Por un momento pensé que la iba a golpear pero prosiguió preguntando el qué podría ofrecer en el barco. También era cierto que a lo mejor yo me había cegado por el hecho de pensar que nos vendría bien en la banda pero luego si no sabía hacer nada no sería muy útil. Siempre se le puede enseñar pero no es lo mismo. En ese momento tragué saliva nervioso. Ahora si que no estaba seguro del todo.

-Ya veo.- Dijo con un tono indiferente. - En verdad no me vendría mal el estar en un barco mayor en lugar a donde suelo ir...- Pensó, sintiendo cierta frustración por aquello.

-Si no supiera hacer nada estaría muriéndome de hambre por alguna isla o ciudad, ¿o no?- Respondió la chica en  un tono algo brusco.-Hasta ahora me he ganado la "vida" cazando y como cantante y bailarina, yendo de lugar en lugar, recolectando también información que me pudiera ser de interés. Y podría ayudar al mantenimiento del barco.- Dijo eso último refiriéndose a la limpieza y demás, quizás no supiera cocinar, pero lo básico de labores domésticas de alguna forma u otra lo recordaba, quizá ayudaba a su madre en el pasado, un pasado perdido.

-Y, en cuanto a mis objetivos.- Miro a los ojos al pelirrojo, de una forma casi fiera. No tenía nada en contra de él ni nada de eso, simplemente su actitud se volvía esa al hablar o pensar  en  su pasado u objetivos. - No tengo un sueño, ni nada por el estilo, que hacer realidad. Pero hay algo que quiero lograr, destruir este gobierno. Destruir todo lo relacionado con esos poderes que arrebatan todo...Tsk...Ypara eso volverme más fuerte.- Su rostro era una mezcla de determinación, rabia y algo de dolor.

Escuchó con atención todo lo que le decía, analizando la información y pensando tareas que se le podrían designar una vez estuviese a bordo. Si era capaz de encargarse de la manutención del barco, tal vez podría ponerla bajo las órdenes de Naram. Al fin y al cabo era quien se encargaba de que todo funcionase y estuviese a punto para cualquier eventualidad. O incluso podría llegar a servirles para conseguir víveres. Sin embargo, la parte que más le llamó la atención sobre sus habilidades fue la de cantante y bailarina. Los viajes solían ser bastante apagados en los momentos de calma y... ¿Qué era, al fin y al cabo, una banda pirata sin cantos? Bien era cierto que el pelirrojo poseía una voz excepcional, pero no era muy dado a cantar. Tal vez la chica pudiera ocupar el puesto de músico.

Iba a preguntarle de nuevo, pero decidió esperar a que terminase por explicarle sus metas. A medida que iba escuchándola una sonrisa se dibujaba poco a poco en el rostro del pelirrojo, al principio pequeña, pero feroz tras terminar, mostrando sus dientes que eran algo más afilados de lo normal. ¿Una enemiga del gobierno mundial? Nadie podría ser más adecuado para unirse al joven dragón que un anti-sistema. Sin duda con ello se había ganado al chico en gran parte, aunque aún no estaba decidido.

- Y dime, chica rebelde -dijo en un tono algo burlón, pero que denotaba curiosidad en cada una de sus palabras- ¿Qué podría hacer alguien como tú para enfrentarse al Gobierno Mundial? Es una meta tan peligrosa como inalcanzable. Personas mucho más fuertes que tú y que yo lo han intentado con anterioridad y han fracasado -su expresión se volvió a tornar seria y su mirada más brillante- Pese a todo ello, con el riesgo de una muerte casi segura... ¿Estarías dispuesta a luchar hasta desfallecer?

Esperó su respuesta con ansia, deseando que fuese afirmativa. Sin duda la chica tenía valor y su mirada era tan fiera que podía verse con claridad que no bromeaba con aquellas palabras. Sabía que todos los miembros de la banda le seguirían hasta la muerte en el caso de que decidiera enfrentarse directamente al gobierno, pero hasta ese momento ninguno de ellos tenía aquello como meta principal salvo, tal vez, Rito. Alguien con esa decisión inquebrantable podría ser un aliado potencialmente poderoso para su causa.

Sabía limpiar, eso era útil pero ya teníamos a Rito, total no sabía hacer otra cosa. Pero cantar y bailar, por favor sí. Algo de cultura nunca viene mal, el hecho de pasarse las horas o leyendo o a palos con Ryan por que me ha hecho trampas en algún juego llegaban a ser aburridos. Un cantante nos vendría genial aunque verla bailar... No me lo perdería. Miré hacia mi capitán el cual parecía asentir como si le gustar lo que escuchaba. Parecía que por fin algo convencía a este tío. Estaba muy bien que tuviera esas escamas que paraban todo pero era duro hasta por dentro.

La última vez que había hablado con ella sus sueños no eran nada especial pues parecía que no tenía ni rumbo. En cuanto escuché esas palabras que salían de su boca sonreí y pude fijarme en que mi compañero hacía lo mismo. Este loco deseaba ver arder el gobierno con todas sus ganas y tenía claro que nosotros le seguiríamos. Pero si además compartía el sueño con ella estaba seguro que entraría en la banda. No había nada que se lo pudiera impedir, bueno, el conejo que llevaba colgando no ayudaría lo más mínimo.

Solté una pequeña risotada, me alegraba. Acababa de demostrar al capitán que podía fiarse de mí. Miré hacia el horizonte donde se encontraba nuestro barco a lo lejos. -Entonces, ¿podemos irnos preparando para marchar?- Dije seguro de mis palabras. No cabía duda que el sueño de la chica acababa de dar en el clavo. Además había argumentado el hecho de que si sabía hacer cosas por todo el tiempo que había sobrevivido sola. Estaba claro el veredicto. Y si se negaba iba a dejar sin comer al dragón un par de días por cabezota.

Dejo caer el conejo muerto en el suelo, quizá con algún motivo que ellos no entenderían, quizá por simple frustración o porque le vino en gana. El último comentario de Nagato parecía indicar la aprobación de Akagami, su capitán, de que ella se uniera a su tripulación. Sin embargo nada estaba decidido aún, ¿o sí? En verdad, necesitaba hacerse más fuerte para enfrentar al sistema y, si el chico pensara como ella, un aliado no le vendría mal, sin embargo, la última pregunta de aquel hombre la molesto :"Pese a todo ello, con el riesgo de una muerte casi segura... ¿Estarías dispuesta a luchar hasta desfallecer?" Le preguntó, como si dudara de su convicción.

-Aún sí muriese, no dudaría en luchar para destruirlo por completo.- Su rostro era distinto a lo habitual, muy contrario a su típica sonrisa y amabilidad. Aquel pelirrojo estaba despertando a la bestia que había en ella, sin embargo, en cierta forma parecía que tenían puntos en común. -La pregunta sería, ¿tú te atreverás a ir en contra de el gobierno?- Preguntó fijando sus ojos violetas en los ojos anaranjados del chico.

Su sonrisa aumentó de tamaño ante su respuesta. Sus ojos delataban una convicción férrea, inquebrantable. "Así que... Así son las cosas, ¿eh?" pensó sin apartar su mirada de la de ella. Durante su vida había aprendido que si no eras fuerte era casi imposible llegar a nada. Sin embargo, también aprendió una última cosa: la fuerza de la voluntad de una persona es mayor que la del ejército más grande. Ya solo quedaba una cosa por comprobar y aquella chica acababa de dar el primer paso. Le acababa de poner a prueba.

- Nagato -dijo en un tono tranquilo, aún mirando a Murasaki- Apártate un poco.

Esperó a que su compañero tomase cierta distancia, pues esperaba que entendiese lo que estaba a punto de hacer. No había nadie en el mundo que poseyese un deseo mayor que el de él a enfrentarse al Gobierno Mundial. ¿Tal vez no estuviese convencida de que fuera en serio? ¿O puede que incluso dudara de su poder? Dio unos pasos hacia atrás, creando cierta distancia entre ambos, sin siquiera pestañear mientras lo hacía y con la mirada clavada en la de ella.

- ¿Que si me atreveré, dices? -respondió en un tono serio, al igual que su expresión.

Frunció el ceño y su cuerpo comenzó a cambiar. Su tamaño empezó a aumentar progresivamente, al tiempo que su piel brillaba... No, no era eso. Escamas de un dorado intenso como el del oro puro comenzaron a recubrir cada palmo de su piel. Sus ojos se volvieron más brillantes mientras que su rostro se alargaba. Los dientes se volvieron mucho más afilados y grandes, mientras que manos y pies se convirtieron en enormes garras. Una cola y dos alas emergieron de la parte posterior de su cuerpo. Mientras tanto, no había dejado de crecer y crecer. Tras unos segundos su transformación había finalizado.

El Dragón Dorado se mostraba ante ella, posado en el suelo son las cuatro extremidades, la cabeza alta sobre ellos y las alas extendidas, haciéndole aparentar incluso más grande de lo que era. Aquella sería una prueba para la chica. ¿Temblaría de miedo? ¿O tal vez huyese? Eso estaba apunto de comprobar. Se inclinó, dejando su cabeza frente al cuerpo de la chica, mostrándole sus dientes. Sus ojos se quedaron posados en ella.

- Dime, chica. ¿Crees que bromeo? -preguntó, con una voz muchísimo más grave que la que tenía hacía unos instantes.

Me aparté como me había indicado. Sabía lo que iba a hacer a pesar de nunca haberle visto transformado en forma completa. Poco a poco fue transformando cada una de sus extremidades y haciendo surgir la cola ante los ojos de la chica. Yo también observaba atónito la transformación justo a su lado. Imponía un miedo a cualquiera que lo miraba, esas escamas que reflejaban la luz del sol, esas garras y colmillos capaces de desgarrar cualquier cosa y la gran envergadura. Temible como enemigo pero un gran aliado.

Sonreí cuando pude verla del todo completa, no tenía desperdicio. Invoqué un gran toku hollow que salió del suelo comenzando a elevarme hasta la altura del dragón más o menos. Me crucé de brazos y observé como intimidaba a la chica. Tampoco debería pasarse con ella pero es cierto que debía medir sus miedos y lo dispuesto que estaría a superarlos. Casi se podría considerar una demon. Miré mi mano, la cual llevaba marcada con fuego por el pacto con Akagami. Se sentía como si ardiera todavía, ¿sería por estar cerca del dragón? ¿O solo era por que de verdad sentía que pertenecía a ella?

Miró a la bestia delante suya, casi sonriendo. -¿Con qué esta es su respuesta?- Pensó mientras se acercaba al hocico del dragón, el cual parecía haber agachado levemente la cabeza exclusivamente para mirarla. En verdad era una criatura fascinante, pero no le temía, más bien le guardaba algo de respeto por su fuerza.

Se acercó al animal de doradas alas, con paso firme, decidida a demostrarle su determinación. -Ya entiendo por que olías así.- Dijo casi riendo un poco, no esperaba que aquel hombre tuviera esa habilidad ten sorprendente, de hecho, pensaba que sería algo así como un cocodrilo o un caimán, pero esta criatura mitológica era mil veces mejor.

Había llegado ya a estar frente a él, pudiendo sentir su cálido aliento, cuando comenzó a hablar de nuevo. -Lamento decirte que mis poderes no son tan increíbles como los tuyos.Sin embargo, si de verdad estas dispuesto a ir contra el gobierno, dejaré mi vida y mi fuerza a tú disposición.- Concluyó la chica sin dejar de mirarle fijamente a los ojos.

Miró con detenimiento a Murasaki. Le sorprendía la entereza que estaba demostrando al acercarse hacia él. O estaba loca o tenía más valor que la mitad de las personas que había conocido durante sus viajes. Escuchó atentamente su respuesta, sonriendo por dentro. Al tenerla más cerca pudo captar fácilmente en ella un olor bastante peculiar. ¿Un gato? El aroma se parecía bastante. Debía de poseer los poderes de una zoan. Esperó a que terminase de hablar antes de volver a la normalidad, tardando apenas unos segundos. La recorrió de nuevo con la mirada y esbozó una ligera sonrisa.

- La verdad es que no esperaba que fueses a reaccionar así -alzó la cabeza levemente- Tienes coraje, chica.

Sin duda acababa de demostrar que tenía más que merecido un puesto dentro de su banda... O mejor dicho, de su familia. Pues, al final, eran sus seres más cercanos y queridos, pese a no poseer ningún lazo de sangre. Se habían convertido en sus hermanos y hermanas, puede que incluso hijos, aunque aún era demasiado joven como para hacerse llamar "padre".

- Bien, si estás dispuesta a seguirme hasta el final, entonces solo queda una última cosa por hacer.

Le mostró la palma de la mano, sin apartar la mirada de los ojos púrpura de la joven. Durante unos pocos segundos no pasó absolutamente nada, pero pronto comenzaron a surgir leves llamas alrededor de su mano, las cuales se fueron intensificando poco a poco. Aquello se había convertido en una especie de proceso de iniciación desde que el anterior capitán, Mikoto, había fundado los Red Demons. Todos y cada uno de ellos llevaban la marca. Algunos en el brazo, otros en la mano... Incluso en la espalda.

- Si quieres formar parte de nosotros, deberás llevar sobre tu piel nuestro orgullo. Mostrarte al mundo como un Demonio Rojo más -dijo haciendo un gesto con la otra mano hacia Nagato, señalando la mano donde quedó marcado por sus llamas, tiempo atrás- Ahora debes decidir. ¿En qué lugar la lucirás?

Era una prueba de lealtad y compromiso con la banda. La última antes de completar aquel vínculo.

Miró durante unos segundos la manos del chico, apartando la vista en dirección a Nagato durante unos segundos, al ser este señalado, y volviendo a fijar sus ojos en él.
-Ya veo, esa será la prueba de que seré fiel a seguirte, ¿no?- Le miró sonriendo. Aquello demostraría si se fiaba de él lo suficiente para marcarles de por vida en su piel, y no solo eso, también le daría algo más en la vida, algo así como lo que no tenía derecho a querer, un futuro y una familia.

La chica alzó su mano derecha, llevándola hasta el brazo extendido de Akagami, agarrándole por la muñeca para llevar su mano en llamas hasta la zona superior de su pecho, la cual no se encontraba tapada por su ropa ni por su pelo, donde se veía algo similar a un tatuaje, un mal recuerdo que,sin embargo, había guiado su vida hasta entonces.

Situó la mano del chico justo en el centro de esa marca, sintiendo como la marca ardía y se iba fijando a su piel. -A partir de ahora...me comprometo a seguirte en tú camino y determinación...Akagami- Dijo con la respiración algo agitada, sin apartar del lugar de la marca la mano del joven. -Dejo en tus manos mí destino.-

No apartó la mirada de los ojos púrpura de la chica de cabellos rojizos mientras la marca se iba adhiriendo a su piel. ¿Qué sería aquel tatuaje que llevaba en el pecho? ¿Algo importante de su pasado? Fuera lo que fuese lo había dejado atrás. Los recuerdos que conllevaran ese símbolo fueron sustituidos por la promesa de otros nuevos junto a la marca de los Red Demons. Mantuvo la mano sobre su piel durante unos segundos más antes de separarla. No había mostrado dolor, ni siquiera había podido escuchar un solo quejido. Acababa de convertirse en un miembro más de aquella alocada familia, y para el pelirrojo supondría que cuidaría de ella incluso anteponiendo su vida a la de él, como cualquiera de los otros.

- Bienvenida entonces a los Red Demons -dijo como toda respuesta, con una ligera sonrisa mientras retrocedía unos pasos.

La banda había vuelto a crecer y, con ello, su poder. Había logrado reclutar a buenos tripulantes y poseía una fe ciega en ellos, incluso en la joven puma. Había comenzado el atardecer y el Sol comenzaba a sumergirse a lo lejos bajo las aguas del East Blue. El cielo adoptó un tono anaranjado, reflejado por los cabellos de ambos pelirrojos e incluso por los del peliblanco. Se giró, pasando al lado de Nagato.

- Recuérdame que te debo una comida -dijo en voz baja.

Volvió la mirada al mar, visualizando a lo lejos su navío, que comenzaba a aproximarse hacia la costa tras haberse alejado. La bandera negra con el Jolly Roger carmesí ondeaba con la brisa mientras se alzaba orgullosa en el punto más alto de la nave. Giró levemente la cabeza hacia un lado, en dirección a Murasaki, mirándola de reojo con una ligera sonrisa y haciéndole un gesto con la mano para que se acercase.

- Ven, es hora de que conozcas a tu nueva familia.

"Ven, es hora de que conozcas a tú nueva familia." ¿Una familia? Hacía tiempo que no pensaba en tener una. ¿De verdad estaría bien? Bueno, fuera como fuese, ya había tomado esta decisión. Tomó sus escasas pertenencias. Dejando lo cazado, ya que su nuevo capitán le advirtió que a una de sus compañeras no le agradaría ver a sus presas, una pena pues algunos de los conejos cazados tenían buena pinta, pero la familia iba primero, ¿no?


Frunció levemente el ceño mirando al horizonte, debido a sus sensibles ojos, el sol de frente le irritaba la vista más de lo normal, para un humano al menos. A pesar de ese gesto fruncido, se vislumbraba una sonrisa en su rostro.

Cuando llegaron al barco, tras ir en el bote en que Nagato y Aka habían llegado a donde estaba ella, los miembros de la tripulación fueron apareciendo, para dar la bienvenida a su capitán y conocerla a ella. -Estoy en casa.- Pensó la chica.