Steve
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Akuma no mi
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Límite de tiempo : Sin fecha límite.
Escenario : Karakura, la isla posee una gran variedad de vegetación rodeando al centro de la ciudad, dónde se ubica la única ciudad de la isla en la cima de una gran montaña que sirve de protección a la ciudad. La vegetación más destacable de la isla es la medicinal.
Turnos :
- Número aleatorio (1,2) : 1
2 - Empieza Lowell.
Condiciones :
-Reto totalmente amistoso, sin cicatrices, amputaciones o muerte.
-Isla sin ventajas para los users.
-Sin saltos de turno.
-Roleo normal, con Nomenclaturas.
Fausto D Himura
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Fausto se encontraba divagante por una isla nueva, por lo que observaba era un lugar nuevo y para él, inhóspito, por donde fuese que observara no encontraba ni una sola persona, pero al menos la mañana comenzaba y el sol se mantenía en lo alto de los cielos con un suave resplandecer, aquel que hace que tu piel se sienta cómoda al armonizar con aquella briza helada la cual con suavidad soplaba, tan solo se movía un poco la cabellera de hilos de plata de Fausto, el cual entre suspiro observa todo el trayecto recorrido desde del risco de una monta.
-Vaya que lugar tan agradable. Muraba Fausto mientras que en mente imágenes indeseables empezaban a pasar como película en cine, solamente que esta no era el más deseado estreno que podía añorar nuestro protagonista, en cambio se trataba de aquella película de terror en la cual los espectadores salían corriendo de sus asientos ¿Pero que recuerdo puede ser tan espantoso? Preguntaran, pues responderé que aquel que arrastra a cuesta desde el día de su memorable boda, aquel recuerdo de su hermosa Melisa la cual el imaginaba flotante frente a sus narices, posando y sonriendo invitándolo a bailar de una pieza, una que repetía de manera incesante en su memoria.
-¡Basta! Exclama el muchacho antes de dar aquel paso que lo llevaría a una caída libre, parece que todo era una jugarreta de su mente traviesa, la cual cruelmente jugaba con los sentidos de Fausto. Aquel enojo que se dibujaba en la cara de nuestro inestable amigo lo llevara a posiblemente descargar frustración con lo primero que se atraviese por su camino ¿Qué? No se sabe, pero lo que si se puede dar fe es que no tendrá condescendencia con aquel que cruce su camino.
-Vaya que lugar tan agradable. Muraba Fausto mientras que en mente imágenes indeseables empezaban a pasar como película en cine, solamente que esta no era el más deseado estreno que podía añorar nuestro protagonista, en cambio se trataba de aquella película de terror en la cual los espectadores salían corriendo de sus asientos ¿Pero que recuerdo puede ser tan espantoso? Preguntaran, pues responderé que aquel que arrastra a cuesta desde el día de su memorable boda, aquel recuerdo de su hermosa Melisa la cual el imaginaba flotante frente a sus narices, posando y sonriendo invitándolo a bailar de una pieza, una que repetía de manera incesante en su memoria.
-¡Basta! Exclama el muchacho antes de dar aquel paso que lo llevaría a una caída libre, parece que todo era una jugarreta de su mente traviesa, la cual cruelmente jugaba con los sentidos de Fausto. Aquel enojo que se dibujaba en la cara de nuestro inestable amigo lo llevara a posiblemente descargar frustración con lo primero que se atraviese por su camino ¿Qué? No se sabe, pero lo que si se puede dar fe es que no tendrá condescendencia con aquel que cruce su camino.
Lowell
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-Que pesadez... - Pensaba en mi cabeza mientras caminaba.
Trabajaba como mercenario y como tal, me mandaban misiones aburridas y tontas por igual. Pero aquel dinero que me daban me venía bien, demasiado bien. Lo necesitaba lo más rápido posible. Hoy me tocaba ir de expedición a Karakura y recoger distintas plantas medicinales y que las investigaran. Quizás podía ser aburrido, pero era mucho mejor que otros trabajos que había tenido hasta la fecha.
Iba solo, sin mis amigos ya que estaban en otro trabajo a la vez. Iba a todas las distintas islas nadando ya que era más rápido y los barcos me intranquilizaban, no eran mi elemento. Tras una espera, terminé llegando a la isla designada, Karakura. Solamente tendría que coger las plantas y dejarlas en un barco para que se las llevaran.
Nada más llegar, me encontré un espeso bosque. Era normal ya que era la conocida isla de la vegetación. Sin más, me perdí en aquella densa naturaleza hasta llegar al punto de no saber si era de día o de noche. Llegué a salir del bosque tras bastante tiempo y me di cuenta de que el día seguía en su punto más alto.
Vi una figura humana, seguramente de un hombre. Nada me importaba así que seguí mi camino pasando delante de él.
Trabajaba como mercenario y como tal, me mandaban misiones aburridas y tontas por igual. Pero aquel dinero que me daban me venía bien, demasiado bien. Lo necesitaba lo más rápido posible. Hoy me tocaba ir de expedición a Karakura y recoger distintas plantas medicinales y que las investigaran. Quizás podía ser aburrido, pero era mucho mejor que otros trabajos que había tenido hasta la fecha.
Iba solo, sin mis amigos ya que estaban en otro trabajo a la vez. Iba a todas las distintas islas nadando ya que era más rápido y los barcos me intranquilizaban, no eran mi elemento. Tras una espera, terminé llegando a la isla designada, Karakura. Solamente tendría que coger las plantas y dejarlas en un barco para que se las llevaran.
Nada más llegar, me encontré un espeso bosque. Era normal ya que era la conocida isla de la vegetación. Sin más, me perdí en aquella densa naturaleza hasta llegar al punto de no saber si era de día o de noche. Llegué a salir del bosque tras bastante tiempo y me di cuenta de que el día seguía en su punto más alto.
Vi una figura humana, seguramente de un hombre. Nada me importaba así que seguí mi camino pasando delante de él.
Fausto D Himura
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Sumergido aun en la melancolía de la muerte de su amada Fausto observaba aun desde aquel risco un lugar hermoso realmente, era un ambiente verde totalmente, no se observaban más que arboles los cuales frondosos permanecían firmes ante cualquier circunstancia, a plena apreciación se podía percibir que el tiempo que llevaban inerte en aquellas tierra era lo suficiente como para haber visto al agua nacer, sus tallos duros se desnudaban para la vista de cualquiera, mientras que el en lo alto empezaba a resplandecer con más poder, deslumbraba con facilidad la vista de Fausto el cual entrecerraba los ojos para esforzar su vista mientras cambiaba su mirar al mar – Cuan bello lugar. Pensaba guiado por la soledad.
De un momento a otro las aves comenzaron a revolotear con ánimos, surcando los cielos de manera libre mientras modelaban a la vista de Fausto, casi se podría decir que entendían aquel sentimiento y solo jugueteaban a su vista para animarle los ánimos, pero quizás no existía forma alguna de hacerlo, su corazón permanecía en un completo caos en cuanto amor se refería, la impotencia invadía en forma de ira, en su mente aun permanecía aquel inicuo pensamiento de sangre.
Al voltear Fausto solo observo como frente a él se ubicaba una pared de la montaña a unos 5 metros, mientras que decorado por los alrededores una gran vegetación conformada por grama en el suelo y helecho guindando de la pendiente, los pocos animales que veían eran 2 conejos que se escondían entre las rocas que desperdigadas ocupaban el espacio, además de un venado que entre risa Fausto bautizo como “Bambi” vaya que si estaba desesperado por despejar aquella impotencia que lo acompañaba. Pero sin existo alguno este se volteo para seguir contemplando la majestuosidad del creador.
De un momento a otro un ruido a captado la atención de sus oídos, al partir de una rama, algo debía estar próximo para haber logrado distinguir ese sonido - ¿Quién será el que hoza interrumpir este momento – Se preguntaba mientras fruncía el ceño, no era una cara de muchos amigos la que cargaba dibujada Fausto, el cual atento se mantenía a las expectativas de lo que vendría.
De entre los arboles Salió un joven de aspecto extraño incluso desafiante para los gustos de Fausto el cual no se encontraba en su mejor momento, el solo veía y detallaba cada centímetro de su cuerpo dando cuenta que ni siquiera se trataba de un humano, aunque tenía bastante parecido a uno, se trataba de un gyojin, son criaturas extraña de habilidades asombrosas, tienen una fuerza mayor a la de los humanos como por lo menos unas 10 veces o al menos así había leído entre sus incontables libros, además se destacaba la capacidad en el agua y de respirar como humanos y como peces, vaya que si se trataba de una criatura exótica, pero maldito el dia en que la suerte decidió cruzarla en el camino de este bipolar.
Llevaba un atuendo un poco llamativo, parecía mercenario con esos harapos, pantalones de rebeldes con correas por donde vieras, una franelilla blanca y además de ello una especia de poncho que tapaba parte de sus hombros y tórax, otra de las cosas que podían notarse a simple vista era esos trapos que cubrían sus brazos, incluso manos y una cabellera dorada pero opaco. Para Fausto no parecía mas que una amenaza andante, además si aunamos a ello la gran rabia de este personaje no quedaba destino diferente al enfrentamiento.
Así que en el momento en el que sus caminos se cruzan y quedan próximos frente a frente – Creo que alguien de tu estirpe no puede estar rondando esta zona – Sin dudas las palabras de Fausto desbordaban aquella rabia que se anidaba en su corazón, incluso cualquier tipo que no lo conociera percataría de este tono, aunque este siempre orgulloso intentaba escudarse atrás de aquel escudo que era su sonrisa algo perturbadora.
No había necesidad de continuar dialogando, los dos podían darse cuenta que esto no sería algo amistoso, al contrario se desataría una feroz batalla, además se notaba su espada confirmaba que era un mercenario pues contaba con una gran espada gigante y este quizás sería el gran problema que tendría, pero que importaba estaba dispuesto a arriesgar todo por descargarse. Un hombre herido es capaz de cualquier cosa.
Sacando a relucir su gran oz sin nombre Fausto se pone en posición ofensiva, no quería atacar sin antes darle tiempo al sujeto de reaccionar, después de todo entre su ira permanecía la semilla de lo justo y recto. Desabotonando el primer botón de su gabardina este lanzo su gran estocada, se impulsaba con sus pies para llegar en cuestión de segundo al lugar de su enemigo, era feroz pero no idiota, sabía muy bien que cuanto a fuerzas no se compararían sus armas, pero en inteligencia quien sabe, asi que decidió jugar los dado y lanzar un amague dando vuelta justo al frente de su enemigo usando su Oz le llegaría fácilmente, pero sin duda a nadie lastimaría con este ataque, sus verdadera intenciones era captar su atención para bajo sus propios pies abrir una puerta que lo llevaría a las espaldas de su rival, claro aun dando vueltas, después de todo sería muy difícil esquivar ese ataque que llevaba por objetivo acertar a la coyunturas de sus rodillas.
Corte a las coyunturas de las rodillas. -AIF
De un momento a otro las aves comenzaron a revolotear con ánimos, surcando los cielos de manera libre mientras modelaban a la vista de Fausto, casi se podría decir que entendían aquel sentimiento y solo jugueteaban a su vista para animarle los ánimos, pero quizás no existía forma alguna de hacerlo, su corazón permanecía en un completo caos en cuanto amor se refería, la impotencia invadía en forma de ira, en su mente aun permanecía aquel inicuo pensamiento de sangre.
Al voltear Fausto solo observo como frente a él se ubicaba una pared de la montaña a unos 5 metros, mientras que decorado por los alrededores una gran vegetación conformada por grama en el suelo y helecho guindando de la pendiente, los pocos animales que veían eran 2 conejos que se escondían entre las rocas que desperdigadas ocupaban el espacio, además de un venado que entre risa Fausto bautizo como “Bambi” vaya que si estaba desesperado por despejar aquella impotencia que lo acompañaba. Pero sin existo alguno este se volteo para seguir contemplando la majestuosidad del creador.
De un momento a otro un ruido a captado la atención de sus oídos, al partir de una rama, algo debía estar próximo para haber logrado distinguir ese sonido - ¿Quién será el que hoza interrumpir este momento – Se preguntaba mientras fruncía el ceño, no era una cara de muchos amigos la que cargaba dibujada Fausto, el cual atento se mantenía a las expectativas de lo que vendría.
De entre los arboles Salió un joven de aspecto extraño incluso desafiante para los gustos de Fausto el cual no se encontraba en su mejor momento, el solo veía y detallaba cada centímetro de su cuerpo dando cuenta que ni siquiera se trataba de un humano, aunque tenía bastante parecido a uno, se trataba de un gyojin, son criaturas extraña de habilidades asombrosas, tienen una fuerza mayor a la de los humanos como por lo menos unas 10 veces o al menos así había leído entre sus incontables libros, además se destacaba la capacidad en el agua y de respirar como humanos y como peces, vaya que si se trataba de una criatura exótica, pero maldito el dia en que la suerte decidió cruzarla en el camino de este bipolar.
Llevaba un atuendo un poco llamativo, parecía mercenario con esos harapos, pantalones de rebeldes con correas por donde vieras, una franelilla blanca y además de ello una especia de poncho que tapaba parte de sus hombros y tórax, otra de las cosas que podían notarse a simple vista era esos trapos que cubrían sus brazos, incluso manos y una cabellera dorada pero opaco. Para Fausto no parecía mas que una amenaza andante, además si aunamos a ello la gran rabia de este personaje no quedaba destino diferente al enfrentamiento.
Así que en el momento en el que sus caminos se cruzan y quedan próximos frente a frente – Creo que alguien de tu estirpe no puede estar rondando esta zona – Sin dudas las palabras de Fausto desbordaban aquella rabia que se anidaba en su corazón, incluso cualquier tipo que no lo conociera percataría de este tono, aunque este siempre orgulloso intentaba escudarse atrás de aquel escudo que era su sonrisa algo perturbadora.
No había necesidad de continuar dialogando, los dos podían darse cuenta que esto no sería algo amistoso, al contrario se desataría una feroz batalla, además se notaba su espada confirmaba que era un mercenario pues contaba con una gran espada gigante y este quizás sería el gran problema que tendría, pero que importaba estaba dispuesto a arriesgar todo por descargarse. Un hombre herido es capaz de cualquier cosa.
Sacando a relucir su gran oz sin nombre Fausto se pone en posición ofensiva, no quería atacar sin antes darle tiempo al sujeto de reaccionar, después de todo entre su ira permanecía la semilla de lo justo y recto. Desabotonando el primer botón de su gabardina este lanzo su gran estocada, se impulsaba con sus pies para llegar en cuestión de segundo al lugar de su enemigo, era feroz pero no idiota, sabía muy bien que cuanto a fuerzas no se compararían sus armas, pero en inteligencia quien sabe, asi que decidió jugar los dado y lanzar un amague dando vuelta justo al frente de su enemigo usando su Oz le llegaría fácilmente, pero sin duda a nadie lastimaría con este ataque, sus verdadera intenciones era captar su atención para bajo sus propios pies abrir una puerta que lo llevaría a las espaldas de su rival, claro aun dando vueltas, después de todo sería muy difícil esquivar ese ataque que llevaba por objetivo acertar a la coyunturas de sus rodillas.
Corte a las coyunturas de las rodillas. -AIF
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Características
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Fortaleza
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Destreza
Precisión
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Quería evadir todo contacto humano con aquel hombre, mas se empezó a volver loco. Al parecer me analizó, me miró con mala cara y le cambió la faceta para tener una más sádica y asesina. Me insultaba por el hecho de ser un gyojin... Eso no se lo perdonaba. Sacó lo que me parecía su arma, una hoz.
Se levantó y cogió su hoz, preparado para atacar. Me dejó un momento para prepararme, se notaba que quería luchar. Solté la espada de entrenamiento en el suelo ya que él no podía cogerla, no se notaba fuerte. Saqué la otra espada de su funda, la puse de manera aerodinámica hacia atrás y me preparé para correr. Miré hacia arriba para determinar su posición, pero no encontraba rastro de él. Había desaparecido.
Aprovechando la posición, corrí a ver donde se encontraba. ¡Estaba a mi espalda! O era muy rápido o tenía lo que llamaban ''akuma no mi''. Era muy extraño ver como se esfumaba y aparecía en otros lados en escasos segundos. ¿Cómo le podía vencer? Iba a ser harto complicado.
Preparé la espada, la puse por su parte contundente y la cogí la mano izquierda. Un simple golpe certero me serviría. A la altura de mi cintura estaba y a una altura considerable del suelo. Me alejé unos pasos mientras pensaba todo esto, para tener más espacio de reacción.
Salí a la carrera espada en mano y cuando ya iba acercándome a él, hice un amago de corte, solté la espada y la cogí con la otra mano, para después darle un golpe con la parte afilada de la espada en el hombro derecho.
Corte en el hombro derecho [AIF]
Se levantó y cogió su hoz, preparado para atacar. Me dejó un momento para prepararme, se notaba que quería luchar. Solté la espada de entrenamiento en el suelo ya que él no podía cogerla, no se notaba fuerte. Saqué la otra espada de su funda, la puse de manera aerodinámica hacia atrás y me preparé para correr. Miré hacia arriba para determinar su posición, pero no encontraba rastro de él. Había desaparecido.
Aprovechando la posición, corrí a ver donde se encontraba. ¡Estaba a mi espalda! O era muy rápido o tenía lo que llamaban ''akuma no mi''. Era muy extraño ver como se esfumaba y aparecía en otros lados en escasos segundos. ¿Cómo le podía vencer? Iba a ser harto complicado.
Preparé la espada, la puse por su parte contundente y la cogí la mano izquierda. Un simple golpe certero me serviría. A la altura de mi cintura estaba y a una altura considerable del suelo. Me alejé unos pasos mientras pensaba todo esto, para tener más espacio de reacción.
Salí a la carrera espada en mano y cuando ya iba acercándome a él, hice un amago de corte, solté la espada y la cogí con la otra mano, para después darle un golpe con la parte afilada de la espada en el hombro derecho.
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