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[Privado Akashi y Rebeka] Alcohol, póker y apuestas. Empty [Privado Akashi y Rebeka] Alcohol, póker y apuestas. {Dom 12 Abr 2015 - 23:44}

La luna brillaba con una fuerza interesante ese día. Akashi estaba viendo la gran ciudad que estaba al frente de él. Las luces de todos los edificios brillaban con fuerza, incluso, lograba ver algunos fuegos artificiales. ”Supongo que podré pasear tranquilamente”  pensaba mientras sentía que tanto Asuna como Hayate estaban en sus habitaciones. Si tardaba poco, no los iba a preocupar, ¿Qué demonios? Era el capitán y tenía mayor libertad que los otros. De un solo salto llegó a tierra firme. Con las manos en sus bolsillos fue que empezó a caminar con calma por la calles de la ciudad. Todo estaba en orden, y el sonido de los fuegos artificiales explotando en el cielo, no resultaba molesto.

– ¿Qué puedo hacer en esta isla? – dijo susurrando. Estaba aburrido de hacer siempre lo mismo. Al parecer, era costumbre que al pisar una isla, todo terminara en una lucha. Ya sea contra idiotas que se quisieran pasar de listos con Asuna,  porque trataban de lastimar a Hayate, o la razón más común, lo insultaban. Estúpidas escorias que nunca aprenderían su lugar en el mundo. Suspiró de forma pesada mientras esperaba que no pasara nada de lo que ya se estaba acostumbrando.

Akashi observó un gran casino. Era de lujo, enorme y con luces que dejaban ciego a cualquiera que lo viera. ”Puede ser interesante” No dudó un solo instante y decidió entrar. Tenía el dinero suficiente para apostar un par de veces, y aparte, era bueno en el póker. Aprendió viendo como jugaba su padre contra sus estúpidos amigos, quienes apostaban cosas ridículas. Desde esclavos, hasta partes de sus enormes casas, su padre ganaba siempre. Aunque ganar un par de esclavos nuevos u otra casa no importaba mucho. Sus amigos no tardaban en volver a tener más cosas de las mismas y así se armaba un círculo vicioso de apuestas que al final, no tenían sentido. El ambiente dentro del casino era bueno. En el centro, la atracción principal, una gran mesa de póker. Akashi caminó con decisión hacía aquel lugar. Miró unos segundos la partida actual, sus oponentes prometían un poco de diversión. Se sentó en una de las dos sillas que quedaban libres, todos lo miraron extrañados. Incluso uno de ellos, se rió. De ser otro lugar y porque quería escapar de su estúpida monotonía, no habría dudado en darle una paliza.

– En vez de reír, deberían jugar. Escorias. – dijo mientras su ojo dorado brillaba con fuerza. Todos guardaron silencio y las cartas no tardaron en llegar a su poder. Sonrió de medio lado, nuevamente, iba a ganar. Apostó todo lo que tenía, unas diez fichas de las más altas, y sin titubear, fue que de un solo movimiento despejó todas sus cartas. – He ganado ¿verdad? – se dibujó una sonrisa al ver la cara de enfado de todos los otros jugadores, incluso, el “árbitro” estaba sorprendido. Le había salido a la primera, una escalera real. Suspiró de forma pesada y se levantó de la silla.

– ¿Acaso nadie puede divertirme un rato? No son más que basuras, todos. – dijo mientras se volvía a sentar. Se cruzó de brazos esperando algo divertido, total, los otros jugadores se habían ido. ”Insectos”  pensó mientras se cruzaba de brazos.
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[Privado Akashi y Rebeka] Alcohol, póker y apuestas. Empty Re: [Privado Akashi y Rebeka] Alcohol, póker y apuestas. {Lun 13 Abr 2015 - 1:45}

Los reflejos blancos de la luna acariciaron la mirada vivaz de la escritora. Tumbada en la cama, mirando la ventana abierta en aquella noche hermosa la invadía una sensación de infinita paz. Lentamente movía los brazos creando pequeñas olas en el edredón de plumas, dando aleves patadas en el mullido colchón mientras pestañeaba una y otra vez, aún sumergida en un estado de semiinconsciencia. ¿Qué hora era? ¿Ya tan tarde? Podía ver la luna desde su ventana, y bajo ella innumerables luces de indecibles colores iluminaban el suelo. ¿Cómo no había despertado aún? Momentáneamente el dorado de sus ojos se avivó, y apartó con un movimiento la colcha, dejando al amparo de la brisa nocturna su desnudo cuerpo.

El pie derecho en el suelo, y tras él el izquierdo. La curvatura de su espalda se hizo prominente cuando las piernas tomaron posición recta, y sin ropa, observó hipnotizada la escena. Era una noche romántica, de estrellas en el firmamento y música suave en la puerta de los locales. Había parejas por las calles dándose abrazos y besos, contando historias de azúcar y sal con cada paso, a cada caricia. No descartaba escribir un relato sobre sus aventuras en aquella isla, pero aún no había vivido ninguna. Con un gesto perezoso estiró los brazos, juntando los codos en la espalda y dejando que toda su anatomía crujiera al unísono, como una cadena de engranajes perfectamente sincronizada.

-Aish- gimió involuntariamente al sentir aquello. Era tan placentero que rozaba el éxtasis acariciando su vientre tras aquello. Se sentía liberada, y su cuerpo dorado, bajo la inquisitiva mirada de la luna se mostraba blanco y puro. Pero, por mucho que deseara pasar la noche contemplando el cielo añil, era una mujer joven y necesitaba divertirse. Aventuras, alcohol, caricias e inspiración esperaban más allá de la puerta de su habitación, pero para seguir prorrogando su estancia en el lugar debía atender cierto negocio que pagaba su habitación y, básicamente, su vida mientras estuviera en la isla-. Poker.

Aquella era la palabra, el juego y el secreto de mantener el tren de vida que sería inviable para una persona normal. Aquel juego de apuestas y miradas era perfecto para una persona cuyo único gesto involuntario era gemir de placer, y una buena manera de ganar dinero analizando los tics nerviosos de la gente. Un parpadeo, un guiño, un rascón o un fruncimiento de ceño y estaba lista para hacerse con todo. Con aquellos pensamientos, decidida a ganar, tenía preparada un arma bastante básica, pero que hasta ahora funcionaba. Esperaba que aquella noche no la abandonara.

Abrió el armario y dejó sobre la cama un conjunto de lencería de encaje. La parte inferior no era sino blanca con encaje negro y algún que otro lacito, mientras que el sostén era negro de encaje blanco, sin tiras. Vistió la ínfima pieza de tela, pasando sus piernas por ella y, casi por magnetismo, ésta se fijó a sus caderas. "Ahora tú", pensó mientras sonaba el choque de la goma elástica contra su piel, agarrando el sostén con una mano y colocándoselo con una agilidad de la que habitualmente no era consciente. Sólo restaba la última pieza del puzzle.

Era negro como la noche, y con él parecía una diosa. Espalda al aire y pliegue quebrado, escote de pico y tira en el cuello. Al espejo estaba hermosa, y sus pechos palpitaban bajo el vestido mientras cada centímetro de sus curvas gritaba por una caricia. Estaba hermosa, tan sólo le faltaban los zapatos y un par de complementos.

El vestido:

Salió de la habitación con un brazalete de marfil y un bolso de noche, con unos veinte mil berries en fichas, lista para gastar y ganar, y bajó del hotel al casino cuan rápido pudo. Si se hacía demasiado tarde la gente estaría tan borracha que no se sentaría a la mesa por muy hermosa mujer que se encontrara en ella, pero tuvo suerte.

Una mesa con crupier y un pelirrojo sentado, espantando gente por una buena mano. "Inocentes", pensaba mientras se acercaba al muchacho, que estaba de espaldas a ella, y rozaba con un par de dedos su chaqueta. Parecía el típico niño bien con demasiado dinero, y ella era una niña sin dinero que necesitaba bienes. Y aquello era una mesa de poker. ¿Había mejor escenario para practicar una partida de verdad?

-Buenas noches, señor- dijo, moviéndose con naturalidad hacia la posición enfrentada con el niño bien, y tomando asiento-. Tal vez sea hora de que juegues con una pareja de verdad.

Con aquella bravuconería, un par de curiosos se acercaron a mirar, y algunos se sentaron a la mesa. Mientras la mujer de cabellos dorados mantenía fija la mirada en el hombre de fuego la mesa se iba llenando de apostadores con  más cara de demasiado dinero que de suficiente habilidad. Sin embargo, había algo en el chico de en frente que la tenía cautivada. Dejó el bolso sobre la mesa e hizo un decoroso gesto para sentarse mostrando el escote de manera elegante y discreta, dejando de mirarlo cuando los pechos entraban en el ángulo de visión.

-¿Apuesta mínima, crupier?- dijo con resolución y una sonrisa pícara-. Estoy deseando que me lo den todo.
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[Privado Akashi y Rebeka] Alcohol, póker y apuestas. Empty Re: [Privado Akashi y Rebeka] Alcohol, póker y apuestas. {Lun 13 Abr 2015 - 3:45}

Estuvo a poco de irse. Al parecer, nadie tenía los huevos de enfrentarlo en una simple partida de póker. Akashi estaba perdiendo la paciencia, la mera idea de irse era fuerte ”Como supuse, estos idiotas no sirven para nada”  pensó mientras que su dedo índice se movía de manera rápida, golpeando levemente su brazo derecho. La idea de salir de la monotonía se esfumaba con el viento, y de nada había servido vestirse tan elegante. Su traje negro y aquella corbata a juego, de nada estaban funcionando. Se estaba por ir, cuando sintió un leve roce en su espalda y una voz de una mujer, desafiándolo. ”Interesante”

Se sentó al frente de él. Era… ¿Bonita? No, quedaba corta esa expresión ¿Hermosa? Se podía acercar, pero la mejor definición era que ella era bella. Su pelo era dorado, al igual, que sus ojos. Estaba vestida con un elegante vestido negro. ¿Sería una niña buena millonaria? Podía ser pero ¿qué más daba? Era diferente al resto de idiotas que se iban acercando a la mesa, desprendía algo que ninguno de ellos tenía, seguridad y confianza. Algo que sin dudas, solo le traía más curiosidad sobre cómo sería aquella hermosa señorita. La mesa se iba llenando de curiosos, aunque, seguramente estaban allí solo para ver a su contrincante. Escuchó la propuesta ¿Apuesta mínima? Ni en su mejor sueño, él siempre apostaba todo, aunque, podía hacer una excepción. Su acompañante tenía algo que le interesaba y quería descubrirlo. Y de nada serviría si ganaba de inmediato.

– ¿Quieres que te den todo pero apuestas lo mínimo? Interesante. – tomó una leve pausa mientras llevaba un par de todas sus fichas. Unas cinco negras, y otras dos blancas. – Entonces ¿Crees que puedes divertirme aunque sea un poco? ¿O solo hablas por hablar? – su voz era tranquila. Sonreía de manera divertida, llegando a ser algo picara, sus ojos miraban directo a los de ella. Inclusive, el dorado, brillaba un poco más. Se estaba emocionando de a poco. – Yo nunca he perdido… No en póker. Perdón, nunca he perdido en nada. – su tono fue arrogante, pero, poco importaba. Era la verdad, en su historial, no había ninguna derrota en este juego de apuestas. Y ni siquiera había una derrota en algo… Akashi era invencible.

El crupier no tardó mucho en repartir las cartas. El juego estaba a nada de empezar, y en el ambiente se sentía. Aunque, estaba haciendo mucho calor ¿La tensión? ¿La emoción? ¿O era la presencia de aquella chica que le estaba haciendo arder por dentro? Podía ser una combinación de ambas, la respuesta estaba al frente de él.  Con una seña hizo que trajeran una botella de champagne con dos copas. Puso una para cada uno y las llenó con el alcohol.

– Mi nombre es Akashi ¿Y el tuyo? Quiero saber el nombre de la valiente mujer que quiere enfrentarme. – dijo mientras bebía un poco de aquel líquido. Su mirada no se había apartado en ningún momento de su compañera. Era hora de ver si de una vez por todas, lograba divertirse a lo grande.
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[Privado Akashi y Rebeka] Alcohol, póker y apuestas. Empty Re: [Privado Akashi y Rebeka] Alcohol, póker y apuestas. {Lun 13 Abr 2015 - 19:56}

Un murmullo  a su alrededor, pero no le interesaba. Gente mirando su escote, otros tantos señalando la espada menuda de la mujer y charlando sobre su cabello. Ella sólo quería saber más de la partida, y a juzgar por cómo avanzaba, no iba a ser precisamente barata. "Perfecto", pensó mientras las ciegas se sentaban a la izquierda del crupier, que barajaba con maestría y preparaba el tapete para una partida de Texas Hold'em. Era perfecto, pues depender del jugador frente a ella más que de la propia suerte la beneficiaba en demasía. Trató de ocultar su sonrisa como un rubor por la atenta mirada del elegante pelirrojo, que parecía interesado por su comentario, y respondía en consecuencia de una forma que, en un momento, pareció casi críptica.

– Yo nunca he perdido… No en póker. Perdón, nunca he perdido en nada- valientes palabras en medio de una partida de poker, la verdad. ¿De verdad nunca habría perdido en nada? Ese "en" podía ser premeditado o, de forma más desafortunada, estaba queriendo decir algo más profundo, más secreto y desconocido. ¿Podía ser lo que estaba sospechando? Qué sorpresa se llevaría, de ser así.

Un camarero llegaba con aquellas palabras, y le tendió una copa. Era un líquido ambarino, con olor a alcohol y un par de pedazos de fruta en el interior. ¿Qué sería?

-De ese caballero, señorita- susurró con educación, y Rebeka torció el gesto con cierta curiosidad-. Porque esta noche está deslumbrante.

-Gracias- respondió con su sonrisa más inocente al hombre que la había invitado, y repitió lo mismo en un susurro al trabajador que la servía, y, al parecer, se deleitaba examinando su pecho con cierta discreción-. Pero no la suficiente- terminó por decir, y ante la duda del camarero, se irguió y besó su mejilla, susurrando una última cosa a su oído- Ya no hay más propina.

Miró de nuevo al pelirrojo, que se presentaba como Akashi. A él también le habían traído bebida, o la tenía ahí sin que ella se fijara, y deseaba conocer el nombre de la mujer que aquel día lo iba a dejar sin dinero. Sonrió tímidamente mientras lo miraba con intensidad y el crupier comenzaba a repartir. Dos vueltas y tres cartas boca arriba, y su sonrisa se volvía traviesa sin decir palabra mientras recogía sus dos cartas y las ponía contra su pecho, sin mirarlas.

-Mi nombre es Rebeka, Akashi- dijo, contemplando la mesa. Ocho personas más, lo que dejaba diecinueve cartas en la baraja. Era cuestión de saber qué cartas tenía Akashi en aquel momento-. Mientras te enfrentas a mí, ya que no has apartado la mirada de mi cara- humedeció los labios con la lengua, formando una perfecta "o", terminando con la sonrisa que esperaba mantener durante toda la velada-. Tenemos un As de Picas en la mesa, un siete de tréboles y un cuatro de picas también. ¿Tienes una buena mano o esta noche vas a ser mío, Akashi?

Miró su mano, finalmente, y sonrió momentáneamente con fervor, y volvió en un instante a su expresión serena. Era una mano de mierda, pero era feliz con ello. Un diez de corazones y un dos de diamantes. No podía entrar al juego si no era con alegría, ya que las cartas no ayudaban. Pero bueno, su alegría por recibir "tan buenas cartas" no animaría a sus competidores a luchar con ahínco. Si nadie tenía un dos de picas o un tres seguramente pensarían que ella llevaba una escalera de color, lo que, de momento, era la mano plausible que ganaría la partida. Era imposible llevar poker, y la escalera real sin un príncipe, rey o reina en la mesa era del todo inviable.

Junto al pelirrojo una persona frunció el ceño dos veces, manteniendo una expresión turbada. ¿Malas cartas? Perfecto.

-Bailemos juntos- dijo, pestañeando momentáneamente, tratando de distraerlo más de lo que parecía-. ¿Quieres hacer esto un poco más interesante?

La partida comenzaba, y la apuesta mínima eran cien berries. "Noche joven", se dijo, y cuando llegó su momento dejó una ficha de mil con la mano izquierda. ¿Cuántos dejarían la ronda en aquel momento?
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[Privado Akashi y Rebeka] Alcohol, póker y apuestas. Empty Re: [Privado Akashi y Rebeka] Alcohol, póker y apuestas. {Lun 13 Abr 2015 - 23:26}

Pegó un suspiro. Sus cartas seguían boca abajo, no las iba a ver. Tenía una buena idea para hacer todo esto mucho más divertido. Escuchó con atención la respuesta de su compañera que se presentaba como Rebeka. Sonrió de manera tranquila al escuchar el comentario si iba a ser suyo ”Ya desearías que así fuera”  pensó con calma mientras trataba de analizar la situación. Al parecer, los otros rivales de la mesa, tampoco tenían buenas manos. De hecho, un idiota se delató al fruncir dos veces su ceño. Un novato, e inclusive, la chica se había dado cuenta y no dudó en hablarle para distraerlo aun más. ”Es inteligente, esto será divertido”  El golpe de gracia vino cuando ella aumentó la apuesta de cien a mil berries de golpe. Con eso, logró que de los seis otros rivales, cuatro se bajaran, entre ellos, el que estaba a su lado. Cobardes. En total, solo quedaban cuatro.

– Oh, ¿Ser tuyo? Ya te gustaría, Rebeka. – respondió mientras agarraba diez fichas de mil. Iba a subir la emoción. Y entonces de un golpe las dejo en la mesa, ese fue el golpe final, los otros que quedaban se rindieron de golpe. Ahora, si su compañera no se rendía con ellos (que lo dudaba mucho) las cosas serían más interesante. Con eso, la primera parte de su idea estaba completa. Un juego entre él y Rebeka. Un uno contra uno, intenso, tensionado y caluroso. Y donde no tenía intención de perder. – Aumentaré la apuesta y lo haré más interesante. Si logras ganarme, seré tuyo por esta noche. – hizo una leve pausa mientras tomaba un poco más de aquel licor. Se tragó la fruta sin cuidado, y dejó apenas un poco. – En cambio, si pierdes, tú serás mía. – Akashi solo estaba jugando. El póker se jugaba de dos formas distintas, de forma psicológica y también, con suerte. Si no tenía la última, siempre podía inducir a su rival a equivocarse. Era hora de apostar de verdad, se tenía confianza de que iba a ganar. Y si no ganaba la partida, quizás, tan solo quizás, se podría divertir aun más… Rebeka se mostraba misteriosa, y le pedía a gritos que revelara aquellos misterios.

Akashi de un solo golpe, sin pensarlo, sin dudar, con fuerza y con confianza dio vuelta sus cartas. Las dos volaron como el viento, mientras tanto, sonreía y no le apartaba la vista a su compañera. Sus ojos estaban clavados en los suyos. Miró la mesa, la combinación de su mano eran un ocho de diamantes y un seis de pica. Ahora solo faltaba el movimiento de su rival, aunque, con esa mano dudaba ganar. ”Creo que me apresuré mucho, demonios… Bueno, no importa.”  se dijo mientras ahora se cruzaba de brazos y miraba con cierto toque tentador a Rebeka.

– Entonces, ¿cuáles son tus cartas, Rebeka? ¿Me has ganado? ¿Seré tuyo o tú serás mía en esta velada especial? – dijo manteniendo la sonrisa. No tener controlada la situación le agradaba. Por primera vez, desde hace años, que no se sentía así de emocionado. Al tenerlo todo (y para él nada a la vez) asegurado le aburría. Tener la victoria en el bolsillo siempre era aburrido. Y ahora que todo estaba en la incertidumbre, era mucho más divertido. ¿Con qué lo iba a sorprender su hermosa rival? Las ganas de saberlo iban en aumento.
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