Astor Longdale
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Había niebla por todas partes, un aire espeso y blanquecino en el que se perdían todas las figuras inmersas en él. El frío recorría cada centímetro de la isla enloquecidamente calando hasta los huesos de cada uno de sus habitantes. El bosque en invierno era majestuoso: los colores saturados de los árboles, la tierra, las flores silvestres y los ríos eran cubiertos por pulcras capas de nieve blanca que hacían del paisaje una unificación. Un ejército de aves migratorias surcó el cielo formando una pirámide en dirección al mar. Astor las observó inquieto desde algún punto de la isla de Rishiri, retomando segundos más tarde su camino hacia el centro. Caminaba cargando con el pesar de la nieve enterrándole las botas a la atura del tobillo y la capa del traje creando una senda al tiempo que avanzaba.
Rishiri era hoy su centro de operaciones. Cargos superiores le habían enviado a investigar a un miembro del cipher pol que se creía infiltrado en la base. El susodicho llevaba trabajando con ellos alrededor de dos años y últimamente estaban saliendo a la luz pequeños encuentros con miembros de la revolución. Sin embargo esa vez no iba a trabajar solo; estaba esperando la llamada de un hombre de la Marina que le acompañaría a entrevistar le. Irritado por la tardanza abrió el saco blanco que le abrigaba el cuerpo para sacar un den den mushi y marcar los dígitos que le encontrarían con la voz de su compañero. El aparato de pintas grotescas — que lucía un gran bigote de color azabache decorando la parte superior de sus labios en la que a su misma vez presidía una napia de tamaño relevante— comenzó a emitir continuas señales de transmisión a medida que el viejo Marine avanzaba por la pendiente hacia el centro de la isla. Se detuvo al recibir respuesta. Acercó el den den mushi a su rostro y comenzó a hablar: — Soy Longdale. Estoy entrando al centro de la isla. — Cada palabra acababa convertida en vaho y desvaneciéndose en el aire después de ser recibida por el hombre que se encontraba al otro lado del teléfono. Hubo un pequeño hiatus antes de que éste contestara en el que Astor dirigió la mirada al tramo de camino que le quedaba por recorrer, después, una segunda voz rompió el silencio dentro del entorno.
Rishiri era hoy su centro de operaciones. Cargos superiores le habían enviado a investigar a un miembro del cipher pol que se creía infiltrado en la base. El susodicho llevaba trabajando con ellos alrededor de dos años y últimamente estaban saliendo a la luz pequeños encuentros con miembros de la revolución. Sin embargo esa vez no iba a trabajar solo; estaba esperando la llamada de un hombre de la Marina que le acompañaría a entrevistar le. Irritado por la tardanza abrió el saco blanco que le abrigaba el cuerpo para sacar un den den mushi y marcar los dígitos que le encontrarían con la voz de su compañero. El aparato de pintas grotescas — que lucía un gran bigote de color azabache decorando la parte superior de sus labios en la que a su misma vez presidía una napia de tamaño relevante— comenzó a emitir continuas señales de transmisión a medida que el viejo Marine avanzaba por la pendiente hacia el centro de la isla. Se detuvo al recibir respuesta. Acercó el den den mushi a su rostro y comenzó a hablar: — Soy Longdale. Estoy entrando al centro de la isla. — Cada palabra acababa convertida en vaho y desvaneciéndose en el aire después de ser recibida por el hombre que se encontraba al otro lado del teléfono. Hubo un pequeño hiatus antes de que éste contestara en el que Astor dirigió la mirada al tramo de camino que le quedaba por recorrer, después, una segunda voz rompió el silencio dentro del entorno.
Drako Hyrule
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- DDM:
El Den Den Mushi sonaba. El caracol amarillo emitía las típicas señales de transimisión, aquello me ponía nervioso.
-Al habla el comodoro Drako Hyrule.- Dije a la vez que descolgaba la llamada.
Me levanté de donde estaba sentado. Estaba tomando un café en un bar cercano a la costa. Me había adelantado, ya que aquella isla me pillaba de paso. Con la mano derecha guardada en el bolsillo, y con la izquierda sujetando el Den Den Mushi comencé a hablar. Me habían comunicado de una falsa identidad, bueno, habría que exterminarla... Al parecer hablaba con un señor llamado Longdale, y lo más seguro que fuese mi compañero en aquella misión.
-Encantado señor Longdale, yo me encuentro en el camino sur de la isla, cerca del puerto principal.- Le dije informándole.- Solamente diga su posición y me pondré allí lo antes posible, o por el contrario, le esperaré, es libre de elegir.- Concluí.
Activé el mantra con la intención de encontrar la presencia del señor Longdale, pero no la conocía. Me habían dado un pequeño informe de su apariencia física, por lo que, sacándolo de la mochila, comencé a leerlo.
- DESCRIPCIÓN FÍSICA:
NOTA: He sacado esta descripción de su ficha, pero es solamente un fragmento.
Tiene los rasgos claramente desgastados por la edad y los contratiempos que los años le han regalado; aún así tampoco tiende a arreglar el desorden que presenta su físico generalmente a primera vista. Su rostro destaca principalmente por su nariz ganchuda y acentuada, seguida de la barba que descansa debajo de ésta y que a su misma vez se reúne con la de las patillas. A diferencia del resto (o por lo menos generalmente) Astor no disfruta de unos ojos pronunciados o una mirada aterradora, más bien son unos ojos que gozan de incertidumbres, oscuridad.
Caminaba sosegado por aquel camino de piedra, no sabía si lo conseguiría encontrar facilmente, pues el entorno estaba casi en su totalidad lleno de niebla, nubes bajas. No tenía nada que que me permitiese ver en aquellas circunstancias, por lo que aquel informe no me iba a servir de mucho, aunque esperaba que con ayuda de mis poderes consiguiera localizar a aquel nakama.
Astor Longdale
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Astor recibió la notificación del Comodoro Hyrule y asintió con la mirada a medida su compañero continuaba pronunciando palabras — Si no le importa, Comodoro, prefiero que se dirija hacia la base principal del Cipher Pol. Allí estaré esperándole.
Recibió la afirmación y seguidamente colgó el teléfono. Su figura se observaba borrosa desde todos los puntos del entorno, por el que bailaba lentamente un manto de neblina blanca. El siguiente paso era llegar hasta la base y requerir una entrevista con..., ¿cómo se llamaba? Astor frunció el ceño y guardó una vez más el Den Den Mushi dentro de su abrigo a la par que extraía de él un papel certificado de la Marina; lo desdobló dos veces antes de comenzar a leer: Ekke Hilton. Debajo de las letras que rezaban su nombre en negrita, aparecía una descripción física que, sin demasiada información, argumentaba que el hombre (de 37 años) tenía el pelo de color dorado por debajo de los hombros y recogido en una coleta. Las facciones del rostro eran tan suaves como las de una figura femenina contrastando la gruesa mandíbula y la gran napia que presidía su rostro. Exhalando un suspiro volvió a guardar el folio y seguidamente retomó su camino hacia el centro.
La ciudad era simplemente un monopolio de bases del Cipher Pol localizadas a unos metros de diferencia entre cada una de ellas. Campos de entrenamiento, construcciones de hospedaje exclusivo para miembros, edificaciones para cada uno de los rangos del CP e incluso algún que otro café o plaza para los momentos de ocio de los agentes, sin olvidar que también eran personas con necesidades reales. Observando curioso cada una de sus calles, Astor se quedó inmóvil en la puerta de la base principal de toda la isla; la edificación más grande y en la que se producían las acciones administrativas más importantes. Allí es donde se reuniría con Drako Hyrule, probablemente a punto de llegar.
Recibió la afirmación y seguidamente colgó el teléfono. Su figura se observaba borrosa desde todos los puntos del entorno, por el que bailaba lentamente un manto de neblina blanca. El siguiente paso era llegar hasta la base y requerir una entrevista con..., ¿cómo se llamaba? Astor frunció el ceño y guardó una vez más el Den Den Mushi dentro de su abrigo a la par que extraía de él un papel certificado de la Marina; lo desdobló dos veces antes de comenzar a leer: Ekke Hilton. Debajo de las letras que rezaban su nombre en negrita, aparecía una descripción física que, sin demasiada información, argumentaba que el hombre (de 37 años) tenía el pelo de color dorado por debajo de los hombros y recogido en una coleta. Las facciones del rostro eran tan suaves como las de una figura femenina contrastando la gruesa mandíbula y la gran napia que presidía su rostro. Exhalando un suspiro volvió a guardar el folio y seguidamente retomó su camino hacia el centro.
La ciudad era simplemente un monopolio de bases del Cipher Pol localizadas a unos metros de diferencia entre cada una de ellas. Campos de entrenamiento, construcciones de hospedaje exclusivo para miembros, edificaciones para cada uno de los rangos del CP e incluso algún que otro café o plaza para los momentos de ocio de los agentes, sin olvidar que también eran personas con necesidades reales. Observando curioso cada una de sus calles, Astor se quedó inmóvil en la puerta de la base principal de toda la isla; la edificación más grande y en la que se producían las acciones administrativas más importantes. Allí es donde se reuniría con Drako Hyrule, probablemente a punto de llegar.
Drako Hyrule
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El señor Longdale me había notificado su preferencia, debía llegar al cuartel principal de los agentes del Cipher Pol. No creía que se encontrase muy lejos. Guardé el Den Den Mushi en mi mochila, la conversación con aquel compañero había finalizado. Tras eso, volví a guardar el informe de aquella misión en la carpeta y saqué un pequeño mapa que me habían proporcionado. La verdad, en ocasiones me preguntaba como conseguía almacenar tantos objetos en una simple mochila.
Si no interpretaba mal aquel mapa, me encontraba en la entrada sur, por lo que simplemente debía continuar andando por aquel camino, nada difícil. Enrollé el mapa, y lo cogí fuertemente con la mano derecha, para posteriormente reanudar mi marcha.
La niebla cada vez era más espesa, pero por suerte mis ojos rojos brillaban en aquella situación, provocando algo de reflejo de un color carmesí. Aquel lugar le hubiese gustado a mi hijo, estaba seguro, hacía bastante frío.
Al cabo de un rato caminando, conseguí llegar a una zona en la que conseguía notar una gran cantidad de presencias, seguro que aquel era el sitio adecuado. Caminando casi a ciegas, guiándome en gran parte por mi mantra, entré en un cálido y acogedor edificio, al menos podría descansar la vista. Todos los que pasaban por el vestíbulo de aquella instalación se quedaban sorprendidos por el color de mis ojos, en especial por el color carmesí del derecho con ''grabados'' en negro.
En aquel momento, viendo que no conseguía hacer coincidir ningún rostro de aquellos que pasaban con el definido en los informes, decidí hacerle una pequeña y breve llamada a mi nakama, esperaba que la cogiese.
-Buenas señor Longdale, ya me encuentro en el punto de reunión, le estaré esperando.- Dije con una voz entre amable y seria.
Esperaba que pudiese reconocerme, al menos por el intimidante color de mis ojos, el cual no era muy típico verlo por entre la multitud, aunque de todos modos, creo que tenía información suficiente como para yo reconocerlo a él.
Si no interpretaba mal aquel mapa, me encontraba en la entrada sur, por lo que simplemente debía continuar andando por aquel camino, nada difícil. Enrollé el mapa, y lo cogí fuertemente con la mano derecha, para posteriormente reanudar mi marcha.
La niebla cada vez era más espesa, pero por suerte mis ojos rojos brillaban en aquella situación, provocando algo de reflejo de un color carmesí. Aquel lugar le hubiese gustado a mi hijo, estaba seguro, hacía bastante frío.
Al cabo de un rato caminando, conseguí llegar a una zona en la que conseguía notar una gran cantidad de presencias, seguro que aquel era el sitio adecuado. Caminando casi a ciegas, guiándome en gran parte por mi mantra, entré en un cálido y acogedor edificio, al menos podría descansar la vista. Todos los que pasaban por el vestíbulo de aquella instalación se quedaban sorprendidos por el color de mis ojos, en especial por el color carmesí del derecho con ''grabados'' en negro.
En aquel momento, viendo que no conseguía hacer coincidir ningún rostro de aquellos que pasaban con el definido en los informes, decidí hacerle una pequeña y breve llamada a mi nakama, esperaba que la cogiese.
-Buenas señor Longdale, ya me encuentro en el punto de reunión, le estaré esperando.- Dije con una voz entre amable y seria.
Esperaba que pudiese reconocerme, al menos por el intimidante color de mis ojos, el cual no era muy típico verlo por entre la multitud, aunque de todos modos, creo que tenía información suficiente como para yo reconocerlo a él.
- OFF:
- Siento la tardanza, ni me acorde de que teníamos rol, soy muy despistado...
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