Retitos fresquitos

La brisa era fresca y agradable. A pesar de ser verano, en la cima de la montaña el aire era más frío que en las faldas de la misma. Pero era de agradecer dado el sofoco que hacía en la isla anterior a la que Alex había llegado. Siempre era bueno alejarse unos días de Lupus Custos, de Kasai afeitándose, de Isma y sus torpes destrozos, de las tonterías de Dark e incluso de la disciplina de Shun. De vez en cuando algo de paz alegraba el corazón del cazador. No porque estuviera mal con ellos, si no que ese tiempo era demasiado intenso. Además, aquí se respiraba una tranquilidad que no encontraría en islas más pobladas o ciudades mayores. Y dado el difícil acceso tampoco habría muchos problemas ni gente que viniera a enturbiar la bonita paz que coronaba la zona.

Los caminos rurales eran preciosos y la gente amable, era incluso un buen lugar para retirarse y vivir en un futuro. Ya se lo pensaría cuando tuviera intenciones de jubilarse. Se sentó en un banco de madera y suspiró mirando hacia el cielo. Las pocas nubes que había bailaban con timidez en el basto azul claro que las acariciaba. Ninguna de ellas tenía formas especiales, pero Alex se quedó varios segundos mirándolas como si tuvieran algo único. Pero no eran más que nubes al fin y al cabo. Se inclinó un poco hacia atrás para ponerse cómodo.

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Algo sacudió la mente de Alex. Tanta paz era tediosa. Después de acostumbrarse a la acción, a la lucha y al movimiento contante, tanta tranquilidad se hacía muy extraña. Ahora sentía la necesidad de activarse, de hacer algo que lo mantuviera en movimiento. Pero en un lugar tan tranquilo sería imposible. Era lo malo de aldeas y ciudades apacibles como esa, que en los momentos como aquel no había nada que hacer. Quizás fuera a ver cómo los campesinos arrancaban cebollas y patatas... ¿Habría algo más emocionante que eso? La respuesta no tardó en llegar, no tendría que pirar procesos agrarios ni gente trabajando. Los pájaros tampoco eran entretenimiento suficiente y, como ya había comprobado, las nubes tampoco hacían la función de entretenimiento.

Pero, al poco tiempo, apareció alguien cerca de él. Alguien que portaba una vaina con su espada. Quizás... quizás quisiera enfrentarse a él en un reto amistoso. Alex no era un gran espadachín, ni si quiera era muy decente, pero si el enfrentamiento era amistoso y no utilizaba su fuerza o sus poderes sería bastante entretenido. Sin pensárselo ni un segundo más se acercó al hombre y lo saludó con la mano y con una sonrisa. Esperaba mostrarse como alguien agradable y en quien confiar para que aquel espadachín aceptara el ofrecimiento.

-Perdona, no hay mucho que hacer por aquí y me preguntaba si te gustaría hacer un enfrentamiento amistoso conmigo- Le ofreció.

El hombre no respondió, las palabras no eran necesarias. Sus ojos reflejaron toda respuesta que Alex pudo esperar ya que fulgían con el brillo del combate. Era posible que su, ahora, rival tuviera tantas ganas de combatir como él. Aunque también era probable que atacara de forma hostil más que amistosa. No importaba, había empezado el combate y no era momento de preocuparse por otra cosa. Alex desenvainó Praesidium con velocidad, su contrincante era un espadachín y, para luchar igualados, debía usar un arma similar. Nunca era buena idea combatir con el cuerpo contra alguien que usaba armas. Además quería que el reto fuera parejo. Sin embargo no era muy buen espadachín y estaba claro que el otro hombre tomaría la ventaja, pero debía pensar algo para no caer.

Antes de llegar a alguna conclusión una nube de polvo y tierra se levantó hacia Alex. El viento era leve, por lo que había sido provocado y no natural. ¿Quizás su rival lo había hecho para distraerlo o cegarlo? Era una acción algo cobarde, pero el cazador no juzgaría a nadie, conocía a mucha gente capaz de casi cualquier cosa para ganar y, después de todo, no significaba falta de valor o moral. Aunque el honro sí que quedaba manchado. Esperó el ataque, pero la nube impedía una buena visión y, cuando llegó, fue demasiado tarde para detenerlo del todo. Trató de usar su espada para desviar el arma del enemigo, pero solo consiguió cambiar ligeramente la trayectoria. Cuando ambas hojas chocaron y se escuchó el sonido del metal besando al metal lo supo.

La espada enemiga siguió un nuevo camino produciendo un corte en el brazo izquierdo de Alex. Un corte no muy profundo pero sí bastante doloroso. Debía estar más atento, de no haberse dado cuenta "a tiempo" habría sido fatal. Aunque ahora sabía que su enemigo se estaba empleando al máximo pues no se había contenido para hacer eso. Tomándolo en cuenta y, por respeto, él actuaría de la misma forma. Se abalanzó dese su posición y trató de propinar un corte a la altura de las rodillas. Quizás la nube de polvo también perjudicara a su contrincante, aunque de todas formas no permitía al cazador una localización exacta ni un control del campo de batalla lo suficientemente correcto. Esperaba dirigir bien el ataque y no fallar al primer intento. Sería absurdo y quedaría como un inútil.

Al parecer el ataque que le había lanzado no le había dado de lleno. Mejor aún, podría acabar matándole y se suponía que eso era un combate amistoso. Recobré la compostura con la espada por delante de mí, no había que ser muy inteligente para saber que el enemigo no se iba a quedar de brazos cruzados; la cuestión era que qué movimiento haría. Al parecer utilizaba una espada, como yo, lo que me daba una mínima idea de las posibilidades. Por otra parte, la nube que había levantado jugaba en esta ocasión en mi contra, si bien no era muy densa servía para confundir mínimamente los movimientos rivales. De hecho, le había dado gracias a la nube de polvo. Logré entrever un movimiento, aunque no estaba muy seguro donde planeaba darme, de lo que sí estaba seguro era que me intentaría dañar en la zona del tronco para abajo. Sin pararme a pensar mucho me arrodillé mientras clavaba mi espada a unos centímetros por delante de mi muslo. ¿De que me servía eso? Simple: lograría retener la espada para que no me hiciera mucho daño. Eso sí, el rival había logrado dejarme una herida no muy profunda unos diez centímetros por encima de la rodilla.

- ¿Tendré el honor de saber el nombre de mi oponente? Pregunté, mientras apoyándome en el pomo de la espada clavada en el suelo me levantaba. Parecía un combate interesante y tal y como habíamos pactado ninguno de los dos saldría muy herido. La nube de polvo se disipó, permitiéndome ver ahora con claridad al enemigo. Un hilo de sangre salía de la herida que le había dejado del anterior ataque. Retiré del suelo mi espada y me preparé para mi siguiente movimiento. Aprovechando la escasa distancia que había entre los dos, intentaría retirarle el arma para que no tuviera modo de defenderse. Así pues, con dicha idea en mente, lancé un corte en el que imprimí gran parte de mi fuerza hacia su brazo. – Con un poco de suerte interceptará el ataque protegiéndose con su espada. El ataque es lo suficientemente potente como para desestabilizarla… o eso espero. Pensé. Lo malo de aquél movimiento es que desconocía la fuerza física del enemigo y si podría este resistir, o no, la fuerza de mi ataque. Como fuera, tan solo había que esperar y ver si surtía efecto o no…

Aunque, no como esperaba, el ataque de Alex fue efectivo. Su espada hendió el aire llegando hasta el cuerpo de su rival. No fue letal ni mucho menos, solo algo dañina. Produjo un corte en la pierna. La intención del cazador era inutilizarlo, pues un rival inutilizado raramente podía combatir. Pero era más duro de lo que parecía y, si lo pensaba, era estúpido terminar tan rápido si lo que quería era distraerse un rato. Mientras combatían el espadachín preguntó por el nombre de Alex. No era extraño que en un páramo como aquel fuera desconocido, por lo que no le extrañó. Además, los criminales siempre eran más famosos que los cazadores de recompensas.

-Mi nombre es Alex Drachen. ¿Puedo saber el tuyo?- Preguntó a su vez.

Acto seguido trató de defenderse del ataque, pero su rival era más diestro con la espada y lo tomó por sorpresa. El arma del cazador salió despedida, ahora se encontraba indefenso. O así estaría de no ser un luchador. ya había esperado no poder vencer a alguien ducho en esgrima, pero no esperaba perder tan rápido. Retrocedió unos pasos y se quedó mirando a su rival. Su pose, su estilo, la mano con la que se manejaba... quizás pudiera hacer algo. Se abalanzó a por él tratando de encajar un puñetazo con la mano izquierda en las costillas, pero no era más que una finta. El verdadero ataque era un golpe con el puño derecho directo a la cara de su oponente.

La acción culminó tal y como yo esperaba, el enemigo interceptó mi espada con la suya, no obstante fue tal la fuerza del movimiento que acabó desarmado. Quizá aquél combate ya había terminado… o no. No dispuesto a rendir, me embistió con un obvio objetivo en mente: dañarme. – No será tan fácil. No iba a intentar defenderme, no, sino que le atacaría mientras él lo hacía. Cuando me lanzó un puñetazo (el primero) intenté darle una estocada en el pecho para dañarle más. No iba a clavársela con mucha fuerza y procuraría controlar la profundidad… no quería matar al tipo, solo estábamos teniendo un reto amistoso. Así pues, estiré mi brazo e intenté clavarle la espada en el ombligo (un corte no tan profundo, lo suficiente como para debilitarle considerablemente). La idea era ir haciéndole cada vez más daño para que fuera perdiendo resistencia y no pudiera continuar… y no iba tan mal. Tras haber realizado mi ofensiva, me dio de lleno con su puño en la cara. Escupí sangre y las gafas se me cayeron al suelo. – Kabil, me llamo Kabil. Dije, pasándome el dorso de la mano por el hilo de sangre que brotaba de mi labio inferior.

Era un combate bastante disputado, ambos habíamos sufrido el mismo número de daños y la lucha parecía seguir de largo. Además, el rival no parecía disgustado al no tener su arma y no había corrido a buscarla como haría cualquiera… era más, por la fuerza del puñetazo pude advertir más o menos sus capacidades físicas. – Y dime, Alex, ¿eres de por aquí? Estábamos a unos pasos el uno del otro, yo me había movido levemente por el puñetazo y me había alejado de él. No tenía ni idea de que la isla tenía guerreros experimentados. – Tengo la ventaja de llevar el arma, si es un poco listo sabrá que no podrá acercarse si quiere mantener sus dos manos… solo debo mantener las distancias, sí, debería hacer eso. Retrocedí un par de pasos más con la espada por delante de mí, mirando fijamente al rival.

El cuerpo de Alex se acercaba al de su rival, pero había algo interponiéndose entre ellos. La espada enemiga estaba al alcance, pero no era el objetivo así que intentó ignorarla. El primer puñetazo fue evitado con facilidad, pues no era el verdadero ataque. Aunque realizar aquella finta le costó un corte a la altura del pecho debido al movimiento. La hoja sesgó ropa y carne produciendo un tajo bastante feo en el torso. Pero el puño derecho siguió la trayectoria e impactó de lleno en la cara de aquel hombre que se presentaba como Kabil. Escupió sangre y dejó caer las gafas que portaba.

-Encantado, Kabil- Preguntó a su vez.

Tras eso preguntó por la procedencia del cazador. Si preguntaba eso es porque él también era extranjero ta que, si fuera autóctono, sabría que su contrario no era de la aldea ni de la isla.

-Lo cierto es que soy de un lugar lejano. Estoy aquí de "descanso. ¿Y tú? Deduzco que tampoco eres de por aquí- Le respondió.

Pudo observar como su rival se alejaba y se posicionaba con la espada entre ambos. Un movimiento mal hecho significaría el final del combate. Su rival tenía mayor alcance y un arma. Alex podría intentar recuperar la suya, pero no lo haría, debía hacer otra cosa. Empezó a correr, ya había planeado su ofensiva. Interpondría sus brazos y trataría de desviar la hoja con ellos. Debía empujarla desde el lateral y no del filo aunque, sin ninguna duda, se llevaría algún tajo. En cuanto lo consiguiera y estuviera lo suficientemente cerca propinaría un rodillazo en el pecho a su enemigo. Y el momento llegó, dio un pequeño brinco para hacer lo que había pensado mientras se preparaba para evitar el ataque rival.

Al parecer el momento en que acabaría el combate estaba cada vez más cerca. Mi golpe le había dado y es que, aunque él me había pegado de lleno en la cara, mi golpe no significaba tanto como el suyo. A fin de cuentas, yo lo había atravesado con una espada mientras que él, simplemente, me había dado un puñetazo. Seguía sangrando por el labio inferior y el cristal de las gafas se me había roto. – Creo que es el momento de finalizar este combate. El enemigo estaba a unos varios pasos de mí y ambos parecíamos querer dar por sentado aquél combate. Echó a correr, decidido, para ejecutar su posible último ataque. Yo no me iba a quedar atrás tampoco. Corrí en su dirección mientras él hacía lo mismo. Cuando estuvimos a una escasa distancia uno de otro, me agaché (cambiando repentinamente de técnica pues hasta el momento solo había usado golpes de espada) e intenté darle un barrido para hacerle caer. Usaba el factor sorpresa en mi favor y que, además, el oponente cargaba contra mí a una velocidad considerable… un ataque como aquél sería perfecto para desestabilizarlo, hacerle caer y finalizar aquél entretenido combate de una vez por todas.


En caso de surtir efecto, le apuntaría con el filo de la espada a la cabeza amenazadoramente y acto seguido le tendería mi mano para levantarse. Había combatido bien, desde luego, por eso merecía mi respeto como rival. A parte, lo que debía de hacer era curarme y vendarme las heridas que tenía pues en caso de empeorar pasarían a mayores. El labio se me había inflado y el ojo se me había puesto levemente morado. La sangre ya no brotaba, por suerte, pero me dolía si me tocaban en la herida. ¿Habría finalizado aquél combate, por fin? Había que esperar.

Alex estuvo a punto de ejecutar su ataque pero su rival comenzó a correr en pos de él. Eso era algo nuevo, no lo esperaba, pero la reacción de su enemigo tampoco fue la misma. Mientras el cazador se elevaba en el aire para propinar un rodillazo el espadachín intentó hacer un barrido. Lastimosamente para él, Alex había saltado para su ataque y había esquivado, casi por fortuna, aquel ataque. Aunque el suyo también había fallado pues, al agacharse Kabil, su rodilla surcó el aire sin encontrar objetivo alguno. Aunque era el momento de aprovechar la situación. Su contrincante había cometido un fallo muy grande, el fuerte de Alex eran las artes marciales y el cuerpo a cuerpo desarmado y aquel hombre se había "igualado" a él. Ahora era el momento.

Aprovechando la posición de ambos combatientes y la potencia del salto, el cazador trató de girar en el aire y propinar una fuerte patada en la cabeza de su rival. Estaba agachado, por lo que no podría bajar más y, si trataba de saltar, le golpearía igualmente. Además, haciendo le barrido había realizado un movimiento muy brusco y tendría que recuperarse antes de moverse para esquivar. Quizás no le daba tiempo y el combate finalizaba ahora. Aunque, tal y como había combatido hasta ahora, era posible que no terminara todavía. El combate era emocionante y difícil, hacia tiempo que no se entretenía tanto.

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