un intercambio, pasado bleyd akagami

Nos encontramos con Nacho Carcoma un viejo amigo y miembro de mi grupo la resistencia, estábamos  cerca de la playa en donde emergió el submarino Octubre Rojo, Rápidamente me fije en su cara de preocupación, realmente tenía que ser algo extremadamente malo para que Nacho abandonara su casa desde la que operaba en intranet. Su rostro estaba cansado y unas enormes ojeras caían de sus parpados, me acerque a él con Fluffle a mi lado- Tío no tienes muy buena cara que ha ocurrido para que me hagas venir tan rápido. Le pregunte sin mala fe, tan solo con la imperiosa necesidad de conocer la situación. Me miro y me entrego un maletín lleno de dinero.- Bleyd han raptado a Don y piden un cuantioso rescate, te toca ir a pagar su liberación por cien millones, tu destino es Arlong park en las cercanías te encontraras con un compañero por si las cosas se tuercen y ponen feas mucha suerte, yo tengo que ir a dormir no sabes cuantas horas de apuestas y porras me ha costado conseguir el dinero. Nacho se alejo poco a poco por la arena en dirección a su casa, No se puede decir que Don Depresor sea el mejor compañero del mundo, pues es un gafe cenizo que trae el caos allí donde va, pero es un compañero y ha de ser rescatado, me puse en camino acompañado de mi pequeño poni que corría por la playa adelante y atrás alegre de poder estirar sus patitas. Arlong Park se encontraba a un par de kilómetros lo suficiente para buscar a mi contacto sin llamar la atención.

En un suspiro el humo salió de entre sus labios, formando una pequeña nube que comenzó a ascender hacia el cielo para unirse a las demás, deshaciéndose por el camino mientras adoptaba diversas formas en el aire. El cigarrillo permanecía aferrado entre los dedos del pelirrojo, que tenía la mirada perdida en aquél nublado cielo, sin siquiera prestar atención al humo. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que estuvo en aquella isla. Fue allí donde conoció a su actual compañero, Nagato. Casi podía recordarlo como si hubiera sido pocos días antes, pero lo cierto era que habían transcurrido más de dos meses desde aquello. Ahora su banda era mucho más grande, y también más poderosa.

Se encontraba apoyado en uno de los árboles que acompañaban al camino de tierra que tenía justo en frente. ¿Por qué había vuelto? La verdad era que no lo tenía muy claro. Tal vez para degustar aquellas naranjas tan famosas en el East Blue, las cuales no pudo disfrutar a causa de su... "Amigable" encuentro con su compañero, aunque tal vez solo buscase pasar un tiempo en soledad. Apreciaba la compañía de sus conocidos, pero de vez en cuando necesitaba aislarse un poco, pensar. "¿Estará a salvo?" se preguntaba, con la imagen de la peliblanca presente en su mente. Habían pasado varios años desde que les separaron y la verdad era que no sabía siquiera si seguiría con vida. Aquellos pensamientos le atormentaban frecuentemente, pero tenía la esperanza de que solo fuesen eso. Un extraño sentimiento reconfortaba su corazón. Algo le decía que ella seguía esperando por él.

Suspiró al tiempo que volvía a dar una calada a su cigarro. Apenas pasaba gente por aquella zona, aunque siendo una isla con una población tan pequeña era de esperar que así fuese. ¿Qué podría hacer para matar el tiempo en aquel lugar? Sentía cómo su estómago imploraba por algo de comida, pero no tenía dinero suficiente para pagar algo decente ni ganas de robar o saquear. Tendría que aguantarse por el momento.

Fue entonces cuando percibió la presencia de alguien que se acercaba. ¿Quién podría andar por allí a esas horas? Era mediodía y todo el mundo debía de estar almorzando. Miró en la dirección de la que provenían aquellas "voces". No tardaría en escuchar el ruido de las pisadas aproximándose. Pronto pudo ver a un hombre que aparentaba ser bastante joven y que destacaba bastante debido a su altura. Aquello para Akagami era normal, pues el joven dragón no era especialmente alto. Sin embargo, ese tipo tenía un tamaño algo superior a la media. No sabía qué clase de persona podría ser, pero se había puesto en guardia casi al instante de percatarse de su presencia, como solía hacer. Su mirada quedó clavada en el moreno mientras este se acercaba.

quitaba los ojos de encima si hubiera sido una chica de voluptuosos y exuberantes pechos con ropa ajustada, hubiera estado encantado pero como nunca me tocan esas virguerías de chicas, acepte con resignación a quien yo creía que era mi contacto en la isla. Me acerque a el y observe que encima fumaba, suspire con paciencia detestaba el olor a humo de esa condenada basura. Finalmente llegue a su altura y me presente extendiéndole la mano.- Hola soy Bleyd, Bleyd Master vengo de parte de la resistencia a rescatar a un compañero secuestrado, supongo que tu eres mi contacto para sacarlo de las garras de esos malvados hombres pez. La verdad es que esperaba no equivocarme, como siempre los de la resistencia ni se habían molestado en darme una cochina foto del aspecto de mi contacto así que como siempre me tocaba improvisar sobre la marcha, aunque lo importante ahora era rescatar a mi amigo Don Depresor con vida, el único consuelo que me quedaba era que seguramente sus captores lo estuvieran pasando fatal en ese mismo momento. Por otro lado mi poni rosado y achuchable se puso a dos patas intentando que el desconocido lo aupara en brazos, la verdad es que estaba muy gracioso con su cara de pamfilo y la lengua fuera.

No le quitó el ojo de encima al hombre de la armadura a medida que este se iba acercando a su posición. ¿A dónde iría con semejante protección? Ni en la arena recordaba el pelirrojo haber visto a alguno de los gladiadores tan parapetado. Sería algún tipo de mercenario o algo así, probablemente, idea que no le agradaba nada. Siempre había detestado a aquellas personas que se ofrecen a dañar a otras por dinero. "Vendidos de mierda" pensó al tiempo que volvía a soltar otra bocanada de humo. Le acompañaba una extraña criatura de color rosa, con cara de alelada y rodeada por completo de pelaje. Parecía más una pelota que un animal. El desconocido se presentó ante él, creyendo que se trataba de un supuesto contacto, al tiempo que le tendía la mano.

- Creo que te has equivocado -respondió mientras le miraba directamente a los ojos- Yo no me dedico a ese tipo de negocios.

El extraño animal se colocó a dos patas a su lado, tratando al parecer de que el pelirrojo le cogiese. ¿Acaso aquella cosa era normal? Demasiado confiada y... Rara. No le desagradaban los animales, pero no estaba dispuesto a coger en brazos a un bicho así, y mucho menos sin saber quién era su dueño que ya de por sí había comenzado con mal pie pues, como él pensaba, se había presentado ante él como una especie de mercenario enviado por algo que él llamaba "la Resistencia". Nunca había escuchado de la existencia de esa organización.

- No soy tu hombre -sentenció finalmente en un tono tal vez algo seco, ignorando por completo al animal y al "caballero andante" mientras llevaba su mirada al cielo.

Al tiempo que todo esto ocurría, por la mente del pelirrojo circulaba sin cesar la misma preocupación: "¿Dónde se habrá metido Fang? Hace tiempo que salió a cazar... Debería haber vuelto". Su pequeño y rojo acompañante era probablemente una de sus mayores compañías, pues en el barco de los Red Demons no se separaba de él y era con quien más tiempo pasaba. Aún podía recordar con claridad el día que se topó con él. Casi parecía haber pasado una eternidad...

Vaya por dios, perdona la confusión, supongo que mi compañero aun no ha llegado, lo malo es que no tengo tiempo que perder, Fluffle en marcha pequeño tenemos que rescatar a Don Depresor antes de que le pase algo malo. En fin ha sido un placer y disculpe usted la confusión.- Mi pequeño compañero rosa pego un saltito en el sitio, se tumbo en el suelo panta arriba y finalmente salió trotando detrás mía, poco a poco nos alejamos del desconocido para acercarnos cada vez más al refugio de los hombres pez en donde tenían secuestrado al pobre D D, sabía que estaría bien Don depresor podría ser ciego y cenizo como el solo pero tenía carisma y una gran suerte, mas de una vez se había cruzado un campo de minas andando como Pedro por su casa, incluso han llegado a intentar fusilarle para descubrir que todos los fusiles estaban estropeados, uno encasquillado, otro sin percutor un tercero estallo sin más, el cuarto se negó a disparar. Vamos la repanocha. Ahora llevaba veinte millones en efectivo para pagar su rescate y mientras caminaba hacia las puertas de Arlong park, intentaba trazar un plan para salir sin que se armara un desastre como siempre ocurre. Es mas esta vez parecía ser inevitable por la simple presencia de mi querido compañero D D. finalmente allí me encontraba delante de las grandes puertas de Arlong park, me tome mi tiempo para repasar el equipo y asegurarme de que estaba todo. Cuando estuve totalmente seguro llame a la puerta y espere.

Observó con desgana al tipo mientras este se iba alejando con su extraño acompañante. No le importaban los problemas de los demás, bastante tenía él ya con los suyos. Por otro lado no era del tipo de gente que ofrecía sus servicios a cambio de dinero, era algo que no iba con él pese a que tal vez le facilitase un poco la vida. Poco importaba ya de todos modos, pues Bleyd no estaba ante él. Sentía cierta preocupación por su pequeño amigo escamado. ¿Dónde se habría metido Fang? Fue entonces cuando pudo percibir su presencia, justo en la dirección en la que caminaba aquél misterioso "caballero".

- Espero que no sea lo que pienso -susurró para sí mismo.

Comenzó a caminar en aquella dirección a un ritmo algo apresurado, con los puños cerrados y el ceño fruncido. Si se encontrase con los hombres pez que había nombrado Bleyd probablemente estuviese en peligro. Querrían venderle o algo por el estilo, cosa que el pelirrojo no estaba dispuesto a permitir. Nadie pondría un solo dedo encima de él. Sus sospechas no tardaron en confirmarse, pues una vez hubo llegado a Arlong Park pudo sentir con claridad que la cría de T-Rex se encontraba tras esos muros de piedra. Llegó al lado del extraño hombre y su mascota rosada, sin añadir nada más, apartándole de la puerta de forma un tanto brusca.

- Disculpa...

Imbuyó en haki de armadura sus puños y echó los brazos hacia atrás. La sutilidad no era lo suyo, menos aún cuando estaba cabreado. "Si le han hecho algo lo lamentarán" pensaba mientras se disponía a reventar la puerta. En un rápido movimiento dio un golpe seco con ambos puños juntos en la zona central del portón, con tal fuerza que este salió volando en pedacitos debido a la colosal fuerza del impacto. No se había detenido siquiera a averiguar de qué material estaba hecho. Una vez el humo y el polvo de disiparon entró en la pequeña fortaleza.

-Pero que cojones…., a tomar por culo toda la operación de negociaciones.  Suspire mientras el tío basto ese avanzaba entre las ruinas de la pobre puerta reventada de un puñetazo. Camine detrás de el abatido. – A mis jefes no le va a gustar esto, se suponía que venia a negociar no ha declarar una jodida guerra, en fin de perdidos al río, vamos Fluffle busquemos a Don Depresor, seguramente estará bajo llave en algún sótano.- Me deslice por el patio en donde una piscina y tumbonas adornaban el ambiente, aquí y allí se podían ver unos sorprendidos hombres pez que no acababan de asimilar muy bien la situación hasta que uno de ellos dio la voz de alarma. Yo personalmente no me gustaba rechazar una pelea pero tenia cosas mas importantes que hacer, además sabia que con la influencia del cenizo de DD algo terrible pasaría mas tarde o mas temprano así que mejor no tentar demasiado a las cosas en medio de un fregado como aquel, ya se las entendería el bestia ese con lo que pasara. Me introduje sibilinamente en el edificio más cercano, una pequeño zona de acceso a la cocina por donde sacaban la comida para la piscina, me oculte un momento pues escuche pasos y espere a que se marcharan. Lamentablemente Fluffle no tenia mis mismas ideas y el muy glotón se puso a degustar placidamente una bandeja de muffins ajeno a la realidad. Por pura casualidad conseguí esconderlo conmigo mientras se resistía para poder seguir comiendo. – No Fluffle ahora no es momento de comer luego te hartaras- Lo susurre a su oído para que nadie pudiera captarlo mientras las pisadas pasaban cerca nuestro y se alejaban

Echó un rápido vistazo al interior del recinto, donde el aspecto más destacable era la enorme piscina de agua salada, que daba a lo que parecía ser la puerta principal, conectada al mar. Todo ello sin contar, claro está, el enorme edificio que se alzaba a su derecha. ¿Cuántos metros serían? ¿Diez? ¿Quince? Poco importaba. Al pelirrojo le llamaban más la atención todos los hombres-pez que se encontraban ahora mirándole con no muy buen gesto. Parecía haberles estropeado algún tipo de fiesta, pues algunos llevaban bebidas y otros iban en... ¿Bañador? Peces con bañador, lo que le faltaba por ver. Algunos de ellos empuñaron sus armas: lanzas, espadas serradas... De todo un poco.

- Si me devolvéis a mi compañero me iré por donde he venido -dijo en un tono tranquilo- Pero si no... Alguien saldrá herido -concluyó, haciéndose crujir el cuello, con una actitud totalmente despreocupada.

Los hombres-pez se miraron entre sí por unos instantes y, acto seguido, se echaron a reír. No parecieron tomarse muy en serio las palabras del chico, el cual les contaba mientras tanto. Había unos diez. Ni siquiera se había preocupado por el otro tipo, el del extraño animal rosado. Tan solo le importaba Fang, y no iba a detenerse hasta encontrarle. Tal vez se encontrase en el interior del edificio, aunque eso tendría que averiguarlo más tarde, pues parecía que la fiesta iba a comenzar. Uno de los gyojins, que portaba un enorme mandoble, se lanzó despreocupadamente contra el pelirrojo. "No deberías fiarte de las apariencias" pensó el chico al tiempo que activaba su haki de observación, prediciendo la trayectoria del ataque y evadiéndolo sin muchos problemas, casi sin moverse del sitio al tiempo que su puño izquierdo se estrellaba contra el vientre de su agresor, haciendo que retrocediese varios metros por el aire, quedando fuera de combate sobre el suelo.

- Bien, ya veo que habéis elegido la vía difícil -dijo soltándose la capa y dejándola caer mientras avanzaba unos pasos- A ver cuánto duráis...

Bien por mi, parecía que fuera de la casa el loco de la puerta se lo estaba pasando en grande, aproveche que no se escuchaba nada mas cerca para soltar a Fluffle y salir del escondite, comencé a explorar la planta baja buscando el sótano donde seguramente tendrían encerrado a mi amigo Don Depresor, después de una corta búsqueda las encontré, eran unas escaleras talladas en la roca con barandilla y bien iluminadas, me di la vuelta para ver a Fluffle y ayudarle a bajar mas el muy pillo no me había seguido, seguro que estaba en la cocina poniéndose de galletas hasta las orejas,” aquí Fluffle ven “ Llame a mi amigo y en pocos segundos apareció trotando cubierto de galletas y el bote de estas por sombrero, suspire mientras le arrancaba el estrambótico sombrero y le ayudaba a descender los escalones despacito.
El sótano se encontraba mal iluminado y como supuse en una celda se encontraba D D atado y amordazado, seguramente sus captores se hubieran hartado de sus quejas, lo malo es que no tenia las llaves y no me apetecía tener que abrir a las bravas la puerta, pensé durante unos segundos hasta que se me ocurrió forzar la puerta haciendo palanca con mi espada, casi sin esfuerzo la puerta salto de sus bisagras y reboto en el suelo con un ruido sordo, entre en la celda y desate a D D, ya estaba listo para re-emprender el camino de vuelta cuando un maldito besugo con patas nos impedía la fuga.

El acero chocó contra el acero, o al menos esa impresión dio el estruendo metálico que inundó la fortaleza al tiempo que el puño del pelirrojo golpeaba una espada, quebrándola. Varios hombres-pez yacían sobre el suelo, retorciéndose de dolor, inconscientes y algunos incluso al borde de la muerte. No estaban siendo capaces de detener al enfurecido dragón, que ni siquiera se vio necesitado de usar su forma híbrida. Había una clara diferencia de poder. Otro más se lanzó a por él desde su espalda, tratando de atravesarle con una lanza. El pelirrojo se echó a un lado y el arma impactó contra el pecho del gyojin al que le había roto la espada, produciendo el derramamiento de sangre antes de que una patada impactase directa en la boca del segundo. Tan solo quedaban tres, de los cuales uno de ellos ni siquiera se había movido en todo el combate. Parecían ser los más fuertes, o eso pudo percibir por la potencia de sus "voces".

- Devolvedme a mi compañero, o seréis los siguientes en caer -dijo apretando los puños y comenzando a avanzar hacia ellos.

Los dos gyojines que protegían al que parecía ser el jefe se miraron mutuamente, con seriedad, para acto seguido volver su mirada al pelirrojo, con una expresión que denotaba confianza. "¿Tanto poder creen que tienen que les da igual que haya vencido a sus compañeros?" se preguntaba mientras ambos habían comenzado a dirigirse hacia él. Sin embargo, lo tenía claro. Sus "voces" eran más fuertes, pero no demasiado. Serían de nuevo un obstáculo fácil de salvar.

- Vamos a hacerte papilla, escoria humana -dijo el de la izquierda, acompañado de una risa del de la derecha.

Ambos se lanzaron a por él juntos. No portaban armas, por lo que supuso que lucharían cuerpo a cuerpo. Trataron de darle un puñetazo doble, pero antes de que consiguieran alcanzarle el pelirrojo bloqueó ambos puños, agarrándolos con las manos. El choque le hizo arrastrar los pies medio metro al retroceder por el impacto. Tenían una fuerza considerable, pero nada que él no pudiese controlar. Apretó el puño de uno hasta romperle la mano para, acto seguido, estrellar su puño en la cara del otro repetidas veces, sin soltarle. Unos cinco puñetazos seguidos, haciendo saltar sus dientes y partiendo su nariz. Le soltó, dejándole caer al suelo y aplastó al otro que permanecía agachado, retorciéndose, golpeándole con el pie en la espalda. Una vez terminó con ambos avanzó hacia el supuesto líder de los hombres-pez.

- Te toca.

Me encontraba delante del tipo este con cara de muy pocos amigos, realmente no es que fuera muy agraciado el pobre. Con un látigo en la mano y una cara horrorosa de besugo mas parecía un disfraz de carnaval que su verdadero yo. A mi lado Don no se enteraba de la misa a la mitad y se choco contra las rejas intentando salir y eso que la puerta estaba abierta de par en par. Suspire con sufrida paciencia” a ver mira no quiero parecer desagradecido o algo pero yo tenía una reunión para pagar el rescate de este bendito cegato, no tengo nada que ver con el jaleo que tenéis montado arriba en la piscina” El maldito hombre pez pareció que o estaba un pelín sordo o me ignoraba completamente, el individuo agito el látigo haciendo chasquidos en el suelo para finalmente intentar darme con él, por fortuna la presencia de Don Depresor fue útil, el tipo hizo una pifia épica, el látigo golpeo en el techo y reboto contra el golpeándolo en el rostro, el tipo dio un traspiés y cayó al suelo encima de una trampa para ratones, intento ponerse en pie pero se golpeo la cabeza contra la mesa y se quedo hay en el suelo medio grogy. Cogí de la mano a mi compañero y Salí del sótano en donde habían tenido encerrado a Don, el cual llevaba consigo a Fluffle para evitar que se diera trompazos allí donde fuera, la luz del sol nos golpeo en el rostro deslumbrándonos, el espectáculo de una gran cantidad de tipos por los suelos me desvelo que el bestiajo tumba-puertas se defendía gratamente bien. Ya que solo le quedaba delante un tipo que parecía bastante grandote comparados con el resto. Tenía que evacuar a Don y a Fluffle luego volvería a echarle una mano aunque no parecía que lo necesitara demasiado.

El colosal hombre-pez se irguió de su asiento. Debía de medir aproximadamente unos tres metros de alto, sin contar que se trataba de todo un armario, formado por músculos que ni siquiera sabía que existieran. Su "voz" era intensa, mucho más que la del resto de sus subalternos. El pelirrojo adoptó una posición de guardia, flexionando las piernas y cubriéndose con los brazos mientras mantenía activado su haki de observación sobre aquella mole. Esta vez no parecía que fuese a ser tan fácil como con el resto.

- No tengo la intención de devolverte a tu mascota -comenzó, con un tono de voz bastante grave- Mucho menos después de lo que les has hecho a mis subordinados. No, ese animal puede valer mucho, más aún si lo acompañamos de alguien como tú. Tu aspecto y fuerza te hacen algo exótico... ¿Cuánto crees que valdrías? Vamos a comprobarlo.

Akagami frunció el ceño ante aquellas palabras tras ver cómo el gyojin se abalanzaba sobre él, tratando de estrellar su enorme puño contra el rostro del pelirrojo. Los brazos de este se vieron recubiertos de escamas doradas al tiempo que usaba ambas manos para detener el golpe, hundiendo levemente el suelo tras la fuerza del choque. "Vaya fuerza." Tras esto tiró de él y lo lanzó hacia un lado para, instantes después, impulsarse hacia él y lanzar un doble puñetazo a su estómago. Sin embargo, su rival antepuso el brazo y detuvo ambos golpes como si nada. El dragón tomó distancia, dando varios saltos hacia atrás mientras volvía a ponerse en guardia. "Incluso con la fuerza del dragón ha conseguido detener esos golpes como si fuesen viento... Esto no me gusta."

- ¿Qué pasa? Tras el espectáculo que me habías brindado, pensaba que tu fuerza sería mucho más espectacular... Qué decepción.

“Vamos Don sígueme sin perderte ¡¡Don no por hay no, ande diantres vas!!. Como no el maldito cegato n tenia otro camino a seguir que derechito al combate, como si fuera Pedro entrando por su casa el muy gafe se paseo entre medio de los dos contrincantes, el enorme hombre pez que parecía ser el ultimo enemigo en pie por que el resto estaban tirados por el suelo un pelin machacados como quien dice, levanto el brazo por encima de su cabeza y lo descargo sobre en cráneo de mi rescatado, mas sin quererlo ni comerlo este inútil resbalo y se metió el cebollerazo padre contra el suelo. Pero por el lado bueno se escapo del mamporro del otro tipo que seguramente le hubiera hecho mas daño. Suspire y me uní al combate para cubrir a mi cenizo compañero.