VS
Baterilla es una isla en el South Blue. Portgas D. Rouge huyó a esta isla para ocultarse del Gobierno Mundial, para más tarde dar a luz en secreto a Portgas D. Ace. Poco más se sabe acerca de esta isla.
-Sin nomenclaturas.
-Salto de turno cada 48 horas.
-Combate amistoso.
Baterilla es una isla en el South Blue. Portgas D. Rouge huyó a esta isla para ocultarse del Gobierno Mundial, para más tarde dar a luz en secreto a Portgas D. Ace. Poco más se sabe acerca de esta isla.
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Drake Kyra
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Akuma no mi
Varios
Había llegado a esa isla, por una única razón, mi padre. Él, me había dicho que tenía que entrenar duro para volverme más fuerte, y eso iba a intentar. Estaba en un barco de la Marine, y poco a poco nos íbamos aproximando al puerto, o eso me parecía, ya que había un gran gentío en cubierta. Subí a ella a ver que ocurría, y así era, habíamos llegado.
-Esta isla es bonita, y no parece que el clima sea acalorado, eso me gusta.- Pensé para mí mismo.
No sabía bien que debía hacer ahora, por lo que me quedé en cubierta. Recordaba que me habían dicho algo relacionado con entrenar con un capitán, pero no recordaba su nombre, esperaba que él si se acordase del mio. Me senté en una silla, y puse en mi regazo a Sombrius, el cual había llegado detrás de mí. Le acariciaba el pelaje, pues estaba nervioso, era la primera vez que salía de MarineFord sin mis padres, me estaba haciendo mayor... o no.
Llevaba junto a mí mis dos espadas de madera, mis únicas armas hasta el momento. Observaba como pasaban las gaviotas por encima del barco, todas en grupo, siempre unidas. Echaba un tanto de menos a mi madre, ella era quien me había criado casi en su totalidad, pero también añoraba a mi padre, él era mi ejemplo a seguir.
-¿Conoce a algún capitán?- Le pregunté a un señor que pasaba cercano, mi padre me ha dicho que entrenaría con él.
-Esta isla es bonita, y no parece que el clima sea acalorado, eso me gusta.- Pensé para mí mismo.
No sabía bien que debía hacer ahora, por lo que me quedé en cubierta. Recordaba que me habían dicho algo relacionado con entrenar con un capitán, pero no recordaba su nombre, esperaba que él si se acordase del mio. Me senté en una silla, y puse en mi regazo a Sombrius, el cual había llegado detrás de mí. Le acariciaba el pelaje, pues estaba nervioso, era la primera vez que salía de MarineFord sin mis padres, me estaba haciendo mayor... o no.
Llevaba junto a mí mis dos espadas de madera, mis únicas armas hasta el momento. Observaba como pasaban las gaviotas por encima del barco, todas en grupo, siempre unidas. Echaba un tanto de menos a mi madre, ella era quien me había criado casi en su totalidad, pero también añoraba a mi padre, él era mi ejemplo a seguir.
-¿Conoce a algún capitán?- Le pregunté a un señor que pasaba cercano, mi padre me ha dicho que entrenaría con él.
- OFF:
- Siento la demora, he estado todo el fin de semana inactivo. :S
Al observó el mar. En el barco siempre se veía, tan atractivo, tan pacífico... Era casi romántico estar en esa situación, agradable y único a la vez. Nada tenía que ver con el ajetreado mar de Grand Line, ni aquella isla de Baterilla con las que el Paraíso ocultaba, a pesar de tener un pasado memorable y ser cuna de la capitana de una de las bandas piratas más conocidas, Sons of Anarchy. Dark D. Rose había sido Yonkaikyo, Shichibukai y destronada por un antiguo agente del Cipher Pol que, por causa de otro Shichibukai, Dexter Black, había muerto calcinado. Los torneos de Dressrosa siempre eran sanguinarios, y un combate en el que tres Shichibukais y un Yonkaikyo se enfrentaban no iba a ser menos. Enemigos irreconciliables por naturaleza, los piratas siempre acababan manchando sus manos de sangre.
-¿Conoce a algún capitán?- Le pregunté a un señor que pasaba cercano-, mi padre me ha dicho que entrenaría con él.
Esa voz llegó a sus oídos, y torció la cabeza, viendo a un muchacho de cabello azul. Aquello era lo que tenía que hacer ese día, entrenar a una "joven promesa", hijo de, si no recordaba mal, un colega suyo. Al parecer estaba iniciándose en el Cipher Pol y necesitaba entrenamiento para llegar a lo más alto, y también, al parecer tenía cara de niñera. Pero entrenar a alguien siempre era divertido, y si ello incluía combatir lo era aún más.
-Parece que has dado con el adecuado, pequeño- dijo, aunque no debía de sacar al chaval más de seis o siete años-. ¿Eres el hijo de Drako Hyrule?
No pudo evitar ver las armas que llevaba con él. ¿Eran bokkens? Si entrenaba con espadas de madera jamás iba a aprender a desenvolverse con soltura. Tenía que hacer algo para que pudieran luchar de verdad, y, sin más, apareció un recluta por ahí.
-Tú, tráeme dos katanas. De 70 u 80 como mucho, por favor.
El marine hizo un gesto y desapareció, seguramente a por las armas solicitadas, mientras Al miraba al chiquillo.
-Primera lección. Se usan armas de verdad. Nunca ataques si no estás dispuesto a herir... O a que te hieran.
El recluta apareció, y le dio las armas a Al, quien las tendió al muchacho. ¿Qué tal se desenvolvería?
-¿Conoce a algún capitán?- Le pregunté a un señor que pasaba cercano-, mi padre me ha dicho que entrenaría con él.
Esa voz llegó a sus oídos, y torció la cabeza, viendo a un muchacho de cabello azul. Aquello era lo que tenía que hacer ese día, entrenar a una "joven promesa", hijo de, si no recordaba mal, un colega suyo. Al parecer estaba iniciándose en el Cipher Pol y necesitaba entrenamiento para llegar a lo más alto, y también, al parecer tenía cara de niñera. Pero entrenar a alguien siempre era divertido, y si ello incluía combatir lo era aún más.
-Parece que has dado con el adecuado, pequeño- dijo, aunque no debía de sacar al chaval más de seis o siete años-. ¿Eres el hijo de Drako Hyrule?
No pudo evitar ver las armas que llevaba con él. ¿Eran bokkens? Si entrenaba con espadas de madera jamás iba a aprender a desenvolverse con soltura. Tenía que hacer algo para que pudieran luchar de verdad, y, sin más, apareció un recluta por ahí.
-Tú, tráeme dos katanas. De 70 u 80 como mucho, por favor.
El marine hizo un gesto y desapareció, seguramente a por las armas solicitadas, mientras Al miraba al chiquillo.
-Primera lección. Se usan armas de verdad. Nunca ataques si no estás dispuesto a herir... O a que te hieran.
El recluta apareció, y le dio las armas a Al, quien las tendió al muchacho. ¿Qué tal se desenvolvería?
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Pregunté a varias personas más, hasta que al final di con la tecla, Al.
-Parece que has dado con el adecuado, pequeño- dijo-. ¿Eres el hijo de Drako Hyrule?
Sin darme tiempo a responder, llamó a un recluta, haciendo que le llevase 2 espadas. Había nombrado algo también de ''70 u 80'', pero no sabía con certeza de que era aquello. Miré mis espadas, esperaban que no se partiesen, ya que iba a combatir contra alguien poderoso, no tenía ninguna duda.
De repente, el capitán volvió a hablar, refiriéndose otra vez hacia mí:
-Primera lección. Se usan armas de verdad. Nunca ataques si no estás dispuesto a herir... O a que te hieran.
Ya sabía que mis armas no eran de lo mejorcito, pero lo bueno estaba en su ligereza. A parte, mis padres jamás me dejarían tener armas con filo... ¿o sí? No lo sabía, pero la verdad, me moría por combatir con armas de ''alto calibre''.
El marine se las llevó a Al, el cual las cogió y tendiendo el brazo me las ofreció. Lo miré a la cara, para seguidamente echar un ojo a mis espadas... Claramente, aquellas eran mejores. Cogí con mi mano derecha los bokkens, y las dejé cerca de la puerta que conectaba los camarotes con la cubierta, cerca de una silla.
Usando mi otra mano, cogí las que el capitán me ofrecia, haciéndole un gesto de gratitud con la cabeza. Debía intentar luchar al 200%, aunque probablemente ni le rozase un pelo, pero bueno, estaba allí para una cosa, para aprender y por el momento íbamos por buen camino.
-Espero ser un digno rival.- Le dije a mi rival.- Aunque no la necesites, suerte.
Me giré, y empuñando un arma con cada mano, di dos pasos. Ahora estábamos a una distancia ''media'', y a mi parecer lista para comenzar el combate.
Normalmente, un sensei dejaba dar el primer golpe a su alumno, por lo que pensé que Al no iba a ser menos. Apreté los puños con firmeza, y levanté la vista mirando fijamente al capitán. Moví la cabeza levemente de arriba a abajo, dando a entender que estaba listo, y que iba a proceder a moverme.
Flexioné levemente mis piernas, y Sombrius, que estaba acostado en la silla, dio un brinco y se colocó a mi lado. Notaba el peso de las espadas en comparación a las otras. Me quedé parado unos segundos, y posteriormente, intentando combinar el efecto de un ataque explosiva y sorpresa con mi agilidad, para acercarme a él, con la intención de darle un corte en la pierna. Sombrius, acompañaría junto a mí, intentando darle un mordisquito en la otra pierna. Con suerte, podría debilitarle una o dos piernas, aunque tampoco llevaba intención de cortársela. No quería emplear por el momento toda mi fuerza, pues en cualquier momento me podría sacar de un apuro.
Tras el ataque intentaría retroceder si mi rival me lo permitía, cosa que probablemente no fuera así.
-Parece que has dado con el adecuado, pequeño- dijo-. ¿Eres el hijo de Drako Hyrule?
Sin darme tiempo a responder, llamó a un recluta, haciendo que le llevase 2 espadas. Había nombrado algo también de ''70 u 80'', pero no sabía con certeza de que era aquello. Miré mis espadas, esperaban que no se partiesen, ya que iba a combatir contra alguien poderoso, no tenía ninguna duda.
De repente, el capitán volvió a hablar, refiriéndose otra vez hacia mí:
-Primera lección. Se usan armas de verdad. Nunca ataques si no estás dispuesto a herir... O a que te hieran.
Ya sabía que mis armas no eran de lo mejorcito, pero lo bueno estaba en su ligereza. A parte, mis padres jamás me dejarían tener armas con filo... ¿o sí? No lo sabía, pero la verdad, me moría por combatir con armas de ''alto calibre''.
El marine se las llevó a Al, el cual las cogió y tendiendo el brazo me las ofreció. Lo miré a la cara, para seguidamente echar un ojo a mis espadas... Claramente, aquellas eran mejores. Cogí con mi mano derecha los bokkens, y las dejé cerca de la puerta que conectaba los camarotes con la cubierta, cerca de una silla.
Usando mi otra mano, cogí las que el capitán me ofrecia, haciéndole un gesto de gratitud con la cabeza. Debía intentar luchar al 200%, aunque probablemente ni le rozase un pelo, pero bueno, estaba allí para una cosa, para aprender y por el momento íbamos por buen camino.
-Espero ser un digno rival.- Le dije a mi rival.- Aunque no la necesites, suerte.
Me giré, y empuñando un arma con cada mano, di dos pasos. Ahora estábamos a una distancia ''media'', y a mi parecer lista para comenzar el combate.
Normalmente, un sensei dejaba dar el primer golpe a su alumno, por lo que pensé que Al no iba a ser menos. Apreté los puños con firmeza, y levanté la vista mirando fijamente al capitán. Moví la cabeza levemente de arriba a abajo, dando a entender que estaba listo, y que iba a proceder a moverme.
Flexioné levemente mis piernas, y Sombrius, que estaba acostado en la silla, dio un brinco y se colocó a mi lado. Notaba el peso de las espadas en comparación a las otras. Me quedé parado unos segundos, y posteriormente, intentando combinar el efecto de un ataque explosiva y sorpresa con mi agilidad, para acercarme a él, con la intención de darle un corte en la pierna. Sombrius, acompañaría junto a mí, intentando darle un mordisquito en la otra pierna. Con suerte, podría debilitarle una o dos piernas, aunque tampoco llevaba intención de cortársela. No quería emplear por el momento toda mi fuerza, pues en cualquier momento me podría sacar de un apuro.
Tras el ataque intentaría retroceder si mi rival me lo permitía, cosa que probablemente no fuera así.
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