Steve
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Akuma no mi
Varios
Límite de tiempo : Sin fecha límite.
Escenario : Marineford, isla inmensa donde se encuentra el Cuartel General de la Marina, se compone por un pueblo en toda la isla y la sede principal de La Marina. Aquí habitan los rangos más altos de la organización militar junto a sus familiares.
Turnos :
- Número aleatorio (1,2) : 2
2 - Empieza Al.
Condiciones :
-Sin nomenclaturas.
-Salto de turno cada 48 horas.
-Combate amistoso.
-Creo que me he pasado un poco- masculló mientras se acercaba al marine con cierta presura, y se arrodillaba a su lado. Pasó la mano por sus brazos velozmente, cubriendo con finas capas de escarcha los cortes. El hielo tenía el mismo efecto cauterizante que el fuego, y siendo cortes tan superficiales no dejarían marca a largo plazo, seguramente-. Mi nombre es Al Naion, Capitán de la Marina y segundo al mando del cuartel del South Blue, aunque seguramente hoy me cambien de destino- hizo una pausa mientras cambiaba de brazo-. Perdona que me haya pasado, creí que podrías soportarlo. Espero que no te moleste el frío, aunque yo lo odio, la verdad. ¿Tienes algún corte más?
Cuando terminó de hacer las curas pertinentes al muchacho se levantó y le tendió la mano. La verdad era que había luchado bien a pesar de ser un novato, y tendría un futuro prometedor con algo de práctica. "Y si está de mi lado tendré alguien más a parte de Arthur para trabajar en mi lugar", se dijo, casi riendo para sí mismo, y miró su reloj. Aún le daba tiempo a luchar un rato más antes de ir a arreglarse.
-¿Quieres luchar de nuevo? Hace tiempo me regalaron cierto juguete que aún no he probado.
Enfundó a Fuego con cariño, acariciando el dorso del arma mientras se adentraba en la vaina, y de al lado sacó su Saijo o Wazamono, Kujaku O. Ésta tenía un aspecto etéreo y un color entre dorado y cobrizo. Su poder era tomar forma cualquiera, lo que implicaba que podía usar una espada sin filo gracias a ello, y poco a poco la espada fue tomando una apariencia muy similar a su arma predilecta, pero sin filos y un aspecto feérico.
-Vamos al interior de la arena, y si deseas comienzo yo esta vez. Prometo no volver a hacer eso.
Cuando terminó de hacer las curas pertinentes al muchacho se levantó y le tendió la mano. La verdad era que había luchado bien a pesar de ser un novato, y tendría un futuro prometedor con algo de práctica. "Y si está de mi lado tendré alguien más a parte de Arthur para trabajar en mi lugar", se dijo, casi riendo para sí mismo, y miró su reloj. Aún le daba tiempo a luchar un rato más antes de ir a arreglarse.
-¿Quieres luchar de nuevo? Hace tiempo me regalaron cierto juguete que aún no he probado.
Enfundó a Fuego con cariño, acariciando el dorso del arma mientras se adentraba en la vaina, y de al lado sacó su Saijo o Wazamono, Kujaku O. Ésta tenía un aspecto etéreo y un color entre dorado y cobrizo. Su poder era tomar forma cualquiera, lo que implicaba que podía usar una espada sin filo gracias a ello, y poco a poco la espada fue tomando una apariencia muy similar a su arma predilecta, pero sin filos y un aspecto feérico.
-Vamos al interior de la arena, y si deseas comienzo yo esta vez. Prometo no volver a hacer eso.
Nocturne93
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Akuma no mi
Varios
Tras aquél gran golpe que me había dejado completamente incapacitado pude ver cómo ese tipo, cuyo nombre todavía era un misterio para mí, acercándose a mí y diciendo que se había pasado, que creía que lo habría soportado... Realmente no habría sido un gran problema si no me hubiera cogido por sorpresa. Para ser sincero todavía estaba algo asombrado por la habilidad extraordinaria de su akuma no mi. ¿Acaso no podría golpearle con ningún tipo de ataque? Mis anteriores golpes apenas le hicieron nada.
Cubrió mis heridas con hielo, diciendo que esperaba que soportara el frío. Realmente el frío no era lo que más me preocupaba. Mientras decía eso yo tan solo cerré los ojos. Había algo que quería probar, tenía el conocimiento acerca de cierta habilidad basada en la propia energía interior. Concentrarte y condensar la energía en las heridas, comprimirla hasta que la energía se convierte en calor que cauteriza las pequeñas heridas y hace que las heridas sanen rápidamente. No recordaba dónde leí acerca de esta habilidad, ni siquiera su nombre, pero si funcionaba no lo sabía, nunca la había utilizado.
Sentí el frío, y luego el gran calor. El hielo puesto se derritió, y al derretirse se pudo observar que las heridas, aquellos pequeños, aunque bastante numerosos cortes, se cerraron. Con ello me sentí nuevamente revitalizado, todavía sentía las molestias, mis ropas estaban completamente rasgadas por el torso, mi gorro verde había salido volando, aunque de aquello me di cuenta en este momento, cuando un mechón rojizo cubrió mi rostro, cómo detestaba eso, pero no sabía dónde había acabado el gorro.
Ese tipo parecía bastante amable, se había presentado como Al Naion, un marine de rango capitán. Era un tipo realmente poderoso por la técnica que me acababa de enseñar. Por un momento me ví entrenando con él, aprendiendo de él a mejorar mi técnica, pero no podía pedirle nada, al fin y al cabo tan solo él era del mar del sur y yo del norte, nuestro lugar está bastante distante el uno del otro.
Entonces me tendió la mano ofreciéndome volver a entrenar, asegurándome que no iba a hacer lo mismo de antes. Sinceramente, esperaba que fuese cierto, al fin y al cabo estaba algo debilitado, aunque he de reconocer que aquella técnica era asombrosa, todos aquellos pequeños cortes ahora no eran más que molestias, y el dolor del pecho se había reducido, pero apenas nada, eso me traería problemas en verdad, al fin y al cabo esa técnica que acababa de utilizar aliviaba heridas, un morado no es ninguna herida, sino una contusión, eso ya es otra cosa.
Pero espera... ¿Quería seguir entrenando conmigo? ¡Pardiez! Pensé que había quedado como un débil, y aun así todavía quiere volver a hacer otro entrenamiento, conteniéndose más según parece. Es justo como lo había pensado, él y yo entrenando juntos, podría servirme para observar su estilo y tratar de aprender algo de alguien bastante más experimentado que yo en la batalla. Sería una gran oportunidad.
-Por supuesto capitán. Será un placer volver al entrenamiento.
Esta vez le dejaría empezar a él, ya había recibido bastante. Pero en esta ocasión no me iba a pillar desprevenido, mi mente ya se había despejado y había asimilado la condición de su habilidoso cuerpo, ya no volvería a ser cogido desprevenido. Sin darme cuenta me puse realmente serio, como si me enfrentase a un combate real. Situación en la cual es como si mi personalidad cambiase drásticamente.
Cubrió mis heridas con hielo, diciendo que esperaba que soportara el frío. Realmente el frío no era lo que más me preocupaba. Mientras decía eso yo tan solo cerré los ojos. Había algo que quería probar, tenía el conocimiento acerca de cierta habilidad basada en la propia energía interior. Concentrarte y condensar la energía en las heridas, comprimirla hasta que la energía se convierte en calor que cauteriza las pequeñas heridas y hace que las heridas sanen rápidamente. No recordaba dónde leí acerca de esta habilidad, ni siquiera su nombre, pero si funcionaba no lo sabía, nunca la había utilizado.
Sentí el frío, y luego el gran calor. El hielo puesto se derritió, y al derretirse se pudo observar que las heridas, aquellos pequeños, aunque bastante numerosos cortes, se cerraron. Con ello me sentí nuevamente revitalizado, todavía sentía las molestias, mis ropas estaban completamente rasgadas por el torso, mi gorro verde había salido volando, aunque de aquello me di cuenta en este momento, cuando un mechón rojizo cubrió mi rostro, cómo detestaba eso, pero no sabía dónde había acabado el gorro.
Ese tipo parecía bastante amable, se había presentado como Al Naion, un marine de rango capitán. Era un tipo realmente poderoso por la técnica que me acababa de enseñar. Por un momento me ví entrenando con él, aprendiendo de él a mejorar mi técnica, pero no podía pedirle nada, al fin y al cabo tan solo él era del mar del sur y yo del norte, nuestro lugar está bastante distante el uno del otro.
Entonces me tendió la mano ofreciéndome volver a entrenar, asegurándome que no iba a hacer lo mismo de antes. Sinceramente, esperaba que fuese cierto, al fin y al cabo estaba algo debilitado, aunque he de reconocer que aquella técnica era asombrosa, todos aquellos pequeños cortes ahora no eran más que molestias, y el dolor del pecho se había reducido, pero apenas nada, eso me traería problemas en verdad, al fin y al cabo esa técnica que acababa de utilizar aliviaba heridas, un morado no es ninguna herida, sino una contusión, eso ya es otra cosa.
Pero espera... ¿Quería seguir entrenando conmigo? ¡Pardiez! Pensé que había quedado como un débil, y aun así todavía quiere volver a hacer otro entrenamiento, conteniéndose más según parece. Es justo como lo había pensado, él y yo entrenando juntos, podría servirme para observar su estilo y tratar de aprender algo de alguien bastante más experimentado que yo en la batalla. Sería una gran oportunidad.
-Por supuesto capitán. Será un placer volver al entrenamiento.
Esta vez le dejaría empezar a él, ya había recibido bastante. Pero en esta ocasión no me iba a pillar desprevenido, mi mente ya se había despejado y había asimilado la condición de su habilidoso cuerpo, ya no volvería a ser cogido desprevenido. Sin darme cuenta me puse realmente serio, como si me enfrentase a un combate real. Situación en la cual es como si mi personalidad cambiase drásticamente.
Caminó hasta la arena y se puso frente a Kimura, con Kujaku perpendicular a él, haciendo una línea recta con su brazo, estirado pero relajado. Aquella era la forma perfecta de tomar la espada, ya que permitía darle rigidez de ser necesario y de ceder de no ser capaz de responder al embate para no herirse la muñeca. Todo el cuerpo absorbía impacto, y todo el cuerpo cargaba al unísono con el brazo. Todo buen espadachín debía saberlo, y él había sido entrenado en el ken nomai, esgrima para el asesinato, una rama que aprovechaba cada movimiento para transformarse en una sombra mortal. "Soy Al Naion, último pupilo del Ken nomai, y algún día seré Maestro".
Acarició el filo de su espada, romo. Era agradable, como cálido y al mismo tiempo como si se deshiciera en su mano. El herrero que hubiera fabricado aquella maravilla debió ser un genio. Cada milímetro de Kujaku O, cada palmo de la hoja desprendía un poder exacerbado, ilimitado, único. Cada partícula brillaba como si el arma se derritiera y congelara a la vez, como si se sublimara en ambos sentidos del cambio de estado. "Es hermoso".
-Vamos allá, Kimura. Te presento a Kujaku O- dijo, y alzó el arma con una mano ligeramente, dejando la punta del arma apuntando a la cintura del chico, y caminaba tranquilamente dos pasos-. La undécima de las Saijo o Wazamono, tan especial como etérea, única entre las armas únicas y toma la forma que el espadachín necesite.
Con aquellas palabras, que terminaron en un susurro, el viento sonó como un "re" de violín y la espada trató de golpear en el hombro derecho de su contrincante. Siendo él zurdo como era, quedaba en una posición ventajosa aunque no lograra darle, protegido de un contraataque por un simple giro de muñeca. Para rematar la faena, haría el mismo movimiento que su rival momentos antes, lanzándole un puntapié. Por cuestiones de altura éste iría al abdomen, donde si acertaba seguramente acabara arrodillado en el suelo, aunque deseaba verlo evitar el golpe.
Si aquello funcionaba golpearía la nuca de Kimura con el pomo de la espada y se apartaría para esperar reacción de su rival en aquel momento. Si lo bloqueaba de alguna forma estará atento al contraataque.
Acarició el filo de su espada, romo. Era agradable, como cálido y al mismo tiempo como si se deshiciera en su mano. El herrero que hubiera fabricado aquella maravilla debió ser un genio. Cada milímetro de Kujaku O, cada palmo de la hoja desprendía un poder exacerbado, ilimitado, único. Cada partícula brillaba como si el arma se derritiera y congelara a la vez, como si se sublimara en ambos sentidos del cambio de estado. "Es hermoso".
-Vamos allá, Kimura. Te presento a Kujaku O- dijo, y alzó el arma con una mano ligeramente, dejando la punta del arma apuntando a la cintura del chico, y caminaba tranquilamente dos pasos-. La undécima de las Saijo o Wazamono, tan especial como etérea, única entre las armas únicas y toma la forma que el espadachín necesite.
Con aquellas palabras, que terminaron en un susurro, el viento sonó como un "re" de violín y la espada trató de golpear en el hombro derecho de su contrincante. Siendo él zurdo como era, quedaba en una posición ventajosa aunque no lograra darle, protegido de un contraataque por un simple giro de muñeca. Para rematar la faena, haría el mismo movimiento que su rival momentos antes, lanzándole un puntapié. Por cuestiones de altura éste iría al abdomen, donde si acertaba seguramente acabara arrodillado en el suelo, aunque deseaba verlo evitar el golpe.
Si aquello funcionaba golpearía la nuca de Kimura con el pomo de la espada y se apartaría para esperar reacción de su rival en aquel momento. Si lo bloqueaba de alguna forma estará atento al contraataque.
Nocturne93
Fama
Recompensa
Características
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Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Desenfundé mi espada mientras él parecía admirar la suya propia y me hablaba de ella, diciendome que se trataba de una saijo o Wazamono. Había escuchado acerca de ellas, dicen que son las mejores armas que jamás podría un espadachín tener en su poder, armas magníficas con un filo increíble y hasta con habilidades propias asombrosas. ¿De verdad esa era una de esas armas? Sería asombroso tener una de esas en mis manos.
De pronto un sonido agitó el ambiente, un tono musical se pudo escuchar, e instantaneamente pude ver aquel magnífico filo atacándome directamente a mi hombro derecho. Instintivamente salté hacia atrás con mi espada golpeando hacia el lado desde donde había venido la hoja. Cuando quise darme cuenta con ese salto me había librado por los pelos de una buena patada, pero mi hombro había sufrido un corte, por fortuna no muy profundo, pero si sangrante.
Me quedé mirándole, es asombrosamente rápido y esa arma corta que da gusto. Mi cota de mallas estaba destrozada, no podía contar con ella y eso era una gran desventaja. Rápidamente desenfundé la otra espada, ahora tenía una en cada mano, la plateada en la mano izquierda y la maestra en la derecha, en pose defensiva. Mi puño izquierdo a la altura de mi cabeza con el codo hacia atrás y la espada apuntando hacia mi compañero de entrenamiento. El brazo derecho estirado y sujetando la espada maestra horizontalmente, mostrando el filo a Al.
-Es una buena arma -dije serio. Había cambiado por completo de alegre jovialidad a dura frialdad-. Casi se podría decir que no puedo competir con eso solo...
Comencé a concentrar y juntar toda mi energía en la empuñadura de las espadas, canalizando desde las falanges de mis dedos. Comenzó a surgir un pequeño brillo a modo de espiral sobre la superficie de ambas armas, en la izquierda el brillo era blanco, casi brillante, mientras que en la derecha adquiría más bien un tono rojizo/escarlata. Dichas espirales no tardaron en cubrir toda la superficie de las hojas de las espadas.
-Hagamos esto más equilibrado Al Naion... ¡RYAA!
Con ese último grito hice un movimiento con cada brazo, estaba a una distancia de un par de metros de Al, pero era justo lo que buscaba, que se preparase en defensa para el ataque que iba a desencadenar, que me lanzase su siguiente ofensiva tras esquivar esto. Y si no lo esquivaba mejor que mejor, pero no era mi objetivo primordial. Con la mano izquierda lancé una fuerte estocada al aire, mientras que con la derecha ejecuté un barrido, todo esto mientras daba un paso hacia adelante para hacer más rotundo el golpe y que al desencadenarlo éste fuera más preciso y veloz.
De ambas armas se soltaron los destellos, desde la espada maestra apareció una onda cortante impregnada en llamas que avanzó mientras se unía al aura de blanca desencadenada por la espada de mi mano izquierda. Dicha luz brillante se acrecentó hasta el punto que adoptó la forma de un lobo blanco espectral rodeado en llamas que iba directamente hacia Al Naion. Una técnica que apenas ni había utilizado más de dos veces, la técnica de materialización física de tu propia energía y voluntad interior. En mi caso un lobo blanco
Pero aunque ese ataque era bueno, más que nada lo que pretendía era hacer una distracción, tras eso me arrodillé sobre la pierna que había avanzado, la derecha, mas me arrodille con buen posicionamiento para levantarme de un salto a ejecutar mi siguiente movimiento. Mientras mi ataque se desencadenaba y esperaba por la reacción de Al Naion, yo acumulé nuevamente mi energía, esta vez en otros puntos de mi cuerpo.
De pronto un sonido agitó el ambiente, un tono musical se pudo escuchar, e instantaneamente pude ver aquel magnífico filo atacándome directamente a mi hombro derecho. Instintivamente salté hacia atrás con mi espada golpeando hacia el lado desde donde había venido la hoja. Cuando quise darme cuenta con ese salto me había librado por los pelos de una buena patada, pero mi hombro había sufrido un corte, por fortuna no muy profundo, pero si sangrante.
Me quedé mirándole, es asombrosamente rápido y esa arma corta que da gusto. Mi cota de mallas estaba destrozada, no podía contar con ella y eso era una gran desventaja. Rápidamente desenfundé la otra espada, ahora tenía una en cada mano, la plateada en la mano izquierda y la maestra en la derecha, en pose defensiva. Mi puño izquierdo a la altura de mi cabeza con el codo hacia atrás y la espada apuntando hacia mi compañero de entrenamiento. El brazo derecho estirado y sujetando la espada maestra horizontalmente, mostrando el filo a Al.
-Es una buena arma -dije serio. Había cambiado por completo de alegre jovialidad a dura frialdad-. Casi se podría decir que no puedo competir con eso solo...
Comencé a concentrar y juntar toda mi energía en la empuñadura de las espadas, canalizando desde las falanges de mis dedos. Comenzó a surgir un pequeño brillo a modo de espiral sobre la superficie de ambas armas, en la izquierda el brillo era blanco, casi brillante, mientras que en la derecha adquiría más bien un tono rojizo/escarlata. Dichas espirales no tardaron en cubrir toda la superficie de las hojas de las espadas.
-Hagamos esto más equilibrado Al Naion... ¡RYAA!
Con ese último grito hice un movimiento con cada brazo, estaba a una distancia de un par de metros de Al, pero era justo lo que buscaba, que se preparase en defensa para el ataque que iba a desencadenar, que me lanzase su siguiente ofensiva tras esquivar esto. Y si no lo esquivaba mejor que mejor, pero no era mi objetivo primordial. Con la mano izquierda lancé una fuerte estocada al aire, mientras que con la derecha ejecuté un barrido, todo esto mientras daba un paso hacia adelante para hacer más rotundo el golpe y que al desencadenarlo éste fuera más preciso y veloz.
De ambas armas se soltaron los destellos, desde la espada maestra apareció una onda cortante impregnada en llamas que avanzó mientras se unía al aura de blanca desencadenada por la espada de mi mano izquierda. Dicha luz brillante se acrecentó hasta el punto que adoptó la forma de un lobo blanco espectral rodeado en llamas que iba directamente hacia Al Naion. Una técnica que apenas ni había utilizado más de dos veces, la técnica de materialización física de tu propia energía y voluntad interior. En mi caso un lobo blanco
Kuchiyose. Lobo ígneo espectral.
Pero aunque ese ataque era bueno, más que nada lo que pretendía era hacer una distracción, tras eso me arrodillé sobre la pierna que había avanzado, la derecha, mas me arrodille con buen posicionamiento para levantarme de un salto a ejecutar mi siguiente movimiento. Mientras mi ataque se desencadenaba y esperaba por la reacción de Al Naion, yo acumulé nuevamente mi energía, esta vez en otros puntos de mi cuerpo.
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