Dark Satou
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Akuma no mi
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Límite de tiempo : Sin fecha límite.
Escenario : Pancu Island, habitada por un solo pueblo que se autodenominan “Asichi” que en un lenguaje antiguo significa “Moradores del bambú”, la entrada a cualquier persona ajena a esta tribu [que no comparta lazo sanguíneo] esta prohibida a menos que alguien de la misma tribu les extienda una invitación formal.
Condiciones :
-Sin muerte, si Ren no quiere
-Sin salto de turno
-En una isla con playa bonita
Despertó en una cama mullida con un suspiro alegre, y la respiración de una mujer peliazul haciendo los coros de un sueño que recién había expirado. ¿Lo que acababan de vivir era real? ¿Cuánto tiempo habían pasado allí? Minutos, horas, días... El tiempo pasaba tan deprisa a veces que asustaba, y se había perdido entre los doseles añiles de aquella mujer. "Has tenido mucha suerte, Al", pensaba, mirando el revoltoso cabello de la mujer desnuda, pensando en las pocas veces que una mujer llovía del cielo para traer placer. De hecho era casi imposible que eso sucediera, y lo hacía percatarse de lo importante que había sido aquella "lluvia" tan especial.
Miró momentáneamente el techo del hotel, y recordó cada instante, cada momento vivido en aquella cama y cada beso y caricia. Cada segundo de pasión con cada gemido, cada paso de la respiración era un acorde, y cada tempo marcado de una guitarra de blues ya extinta. Aquella mujer era una joya, un diamante que debía preservar. "Cosas así, por estas cosas me hice marine", pensaba mientras se levantaba. ¿Estaría ya despierta aquella princesa de cabellos lluviosos? No importaba demasiado, tan sólo quería vestirse y volver a la cama. ¿Tal vez para volver a quitárselos? Quién sabe, pero quería estar vestido un rato al menos. Por sentirse útil y tal.
-En fin, a ver si los tengo por aquí- apartó el chaquetón de oficial de la maleta y sacó unos pantalones oscuros, aunque también cortos, y una camisa verde lima para llevar abierta, y se vistió, pensando en la mujer que estaba a su espalda. ¿Para qué la había puesto el destino en su camino? Quién sabe.
Miró momentáneamente el techo del hotel, y recordó cada instante, cada momento vivido en aquella cama y cada beso y caricia. Cada segundo de pasión con cada gemido, cada paso de la respiración era un acorde, y cada tempo marcado de una guitarra de blues ya extinta. Aquella mujer era una joya, un diamante que debía preservar. "Cosas así, por estas cosas me hice marine", pensaba mientras se levantaba. ¿Estaría ya despierta aquella princesa de cabellos lluviosos? No importaba demasiado, tan sólo quería vestirse y volver a la cama. ¿Tal vez para volver a quitárselos? Quién sabe, pero quería estar vestido un rato al menos. Por sentirse útil y tal.
-En fin, a ver si los tengo por aquí- apartó el chaquetón de oficial de la maleta y sacó unos pantalones oscuros, aunque también cortos, y una camisa verde lima para llevar abierta, y se vistió, pensando en la mujer que estaba a su espalda. ¿Para qué la había puesto el destino en su camino? Quién sabe.
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Akuma no mi
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Alegoría de la pasión… Dos cuerpos en cueros jugando a lo cóncavo y convexo… Mar de besos que describían el último aliento y sutiles arañazos calmaban el dolor… Gemidos en nubes de lujuria, trazaban el ritmo… Agrietadas palabras prohibidas dejaban ventanas con el infierno… Las penumbras de la noche eran violentadas con el reflejo voyerista del cuarto menguante.
Asesina de penumbras, la alboreada más brillante se pondero y recorrió un apartado de la habitación de hotel. Una habitación con un aroma palpable de deseo mesclado con la marchites de una rosa. Una rosa llena de espinas tumbada sin follaje sobre una cama. Una cama pequeña, que con semejante derroche de pasión pareció de dos plazas. La pasión, protagonista, dejo en humillación el decorado del hotel, que no puedo alardear sus cuatro luceros.
Firme y compuesto apareció el ambarino en cueros, que titán del deseo, este hombre no parecía mortal. Realmente recrear lo que paso esa noche seria un susidio a la razón. Solo los escombros de sabanas abatidas quedaron tras el atlético torso del titán rubio. Y acunada totalmente satisfecha la peli añil aun jugaba en sueños. Delicados suspiros podía derrochar desde la cama, la continuidad del acto y el sueño eran posibles en ese cuarto.
-Hijo de puta!! Una desgarradora injuria rompió el Edén y trajo a Ares a lo más bajo del pavimento. La bella sirena convertida en demonio dibujo infiernos, trazo con su voz desesperación y locura. Se sentó en la cama, ofreció su deseoso cuerpo al lugar; un molde que posiblemente estaba roto. Tomo las pocas hojas de parra que la vestían, se puedo ver en los diamantes carmesí un rapto de humillación. Totalmente vestida, la acción violento los poderes de Cronos, tomo el soprano platinado y ofreció un infierno que rozo la cabeza del ambarino. –En tus brazos me siento una prostituta…
Asesina de penumbras, la alboreada más brillante se pondero y recorrió un apartado de la habitación de hotel. Una habitación con un aroma palpable de deseo mesclado con la marchites de una rosa. Una rosa llena de espinas tumbada sin follaje sobre una cama. Una cama pequeña, que con semejante derroche de pasión pareció de dos plazas. La pasión, protagonista, dejo en humillación el decorado del hotel, que no puedo alardear sus cuatro luceros.
Firme y compuesto apareció el ambarino en cueros, que titán del deseo, este hombre no parecía mortal. Realmente recrear lo que paso esa noche seria un susidio a la razón. Solo los escombros de sabanas abatidas quedaron tras el atlético torso del titán rubio. Y acunada totalmente satisfecha la peli añil aun jugaba en sueños. Delicados suspiros podía derrochar desde la cama, la continuidad del acto y el sueño eran posibles en ese cuarto.
-Hijo de puta!! Una desgarradora injuria rompió el Edén y trajo a Ares a lo más bajo del pavimento. La bella sirena convertida en demonio dibujo infiernos, trazo con su voz desesperación y locura. Se sentó en la cama, ofreció su deseoso cuerpo al lugar; un molde que posiblemente estaba roto. Tomo las pocas hojas de parra que la vestían, se puedo ver en los diamantes carmesí un rapto de humillación. Totalmente vestida, la acción violento los poderes de Cronos, tomo el soprano platinado y ofreció un infierno que rozo la cabeza del ambarino. –En tus brazos me siento una prostituta…
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