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Akuma no mi
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Bueno… ¿Dónde coño estas? Te levantas en medio de una ciudad que bueno, parece estar bastante ocupada en… ¿matar a toda la gente de aquel lugar? Extraño, bastante extraño. En el suelo la sangre corre, y no se podría saber si es de los ciudadanos o de los atacantes. El escenario se dibuja caótico a tu alrededor, columnas de humo pueblan el cielo y a tu alrededor puedes ver un infierno de fuego. Toses al inhalar el humo, mientras esquivas a los pocos ejecutores que quedan por esa zona. Podrías ayudar a esta gente o simplemente ignorarles… pero ves que uno de los atacantes lleva el logo del gobierno en la ropa y se repite en todos.
Al levantarte puedes ver como el camino al puerto es posible usarlo para pasar, pero parecen haber más miembros del escuadrón del exterminio. Podrías ir al vertedero que tiene una pequeña separación con la ciudad, que parece un lugar seguro, pero entonces la gente tendría excusa para llamarte basura, ¿no es así? Tú decides que hacer.
Al levantarte puedes ver como el camino al puerto es posible usarlo para pasar, pero parecen haber más miembros del escuadrón del exterminio. Podrías ir al vertedero que tiene una pequeña separación con la ciudad, que parece un lugar seguro, pero entonces la gente tendría excusa para llamarte basura, ¿no es así? Tú decides que hacer.
Worick L. Arcangelo
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Akuma no mi
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Sentía mi cabeza entumecida y a duras penas logré abrir los ojos para observar el entorno. Estaba en medio de la calle en una ciudad ,que no sabía cual era ni donde se encontraba, y desde luego no podía pensar en ningún sitio mejor que ese para despertar. Pensaba de forma irónica mientras echaba una ojeada al panorama que envolvía la ciudad, aquel lugar estaba completamente sumido en el caos. Esta se encontraba envuelta en llamas, cubierta por un espeso y oscuro humo y llena de perseguidores que andaban ejecutando gente sin miramientos. Desde luego no podría haber despertado en ningún lugar mejor que aquel para pasar el día, pero bueno, al menos sería divertido.
Me levanté y me oculte detrás de un par de cajas cerca del lugar donde me encontraba, evitando ser avistado por un grupo de ejecutores que pasaba por allí. Resulté muy sorprendido al observar que a sus espaldas cargaban la insignia de la "justicia" de este mundo, el logo del gobierno. El humo dificultaba bastante la respiración en el lugar e incluso me hizo toser un par de veces durante el trayecto, causando cierta preocupación en mi por ser descubierto y tener que iniciar una pelea. Eso si, a su vez me servía como una cortina para ocultarme mejor de aquellos rufianes y moverme por la ciudad con mayor facilidad.¿Por qué aquella gente se dedicaba a ejecutar a todos aquellos inocentes?¿Por qué gente del gobierno hacía cosas como aquellas? Toda aquella falsa justicia que inundaba el mundo hacía que en lo más interior de mi ser una llama de ira se encendiera y me impulsará a remediar aquella situación.
Comprobé que todas mis cosas estuvieran en su sitio, pues no hubiera sido extraño encontrarme sin nada para defenderme después de haberme despertado en medio de la nada, aun así y para mi sorpresa todo estaba en su sitio. Mis dagas en mi cinturón, las agujas en la parte interior de mi túnica y mi mochila a mi espalda... ¿Cómo no me había percatado de que estaba ahí hasta ahora? En cualquier caso para mi suerte no había perdido nada en el trayecto a esta ciudad, aunque... ¿Cómo se supone que llegué hasta aquí y por qué estaba inconsciente? No tenía tiempo para pensar respuesta a preguntas inútiles, no en aquellos momentos mientras decenas de inocentes estaban muriendo en aquella ciudad. Dos caminos se abrían entre el humo y el fuego: uno que me llevaba al exterior de la ciudad, a un vertedero que parecía ser el lugar más seguro que había ahora en aquel sitio y el otro una larga calle que descendía hasta el puerto de la ciudad en el que parecía que se concentraba el problema. Cualquier persona sensata hubiera marchado sin pensarlo dos veces hacía el vertedero para no verse inmiscuido en aquellos problemas, ya que realmente no le afectaban en lo más mínimo, pero yo era diferente.
Pronto me dirigí al puerto por aquella amplia calle, moviéndome entre el humo y ocultándome en este para evitar los grupos de ejecutores más grandes. Tenía que lograr encontrar a algún tipo alejado de los grupos y sonsacarle toda la información sobre que estaba pasando en aquella ciudad, podía hacer eso, o podía encontrar a algún afable aldeano que estuviera dispuesto a contarme que ocurría, aunque esto último iba a ser mucho más difícil.
Me levanté y me oculte detrás de un par de cajas cerca del lugar donde me encontraba, evitando ser avistado por un grupo de ejecutores que pasaba por allí. Resulté muy sorprendido al observar que a sus espaldas cargaban la insignia de la "justicia" de este mundo, el logo del gobierno. El humo dificultaba bastante la respiración en el lugar e incluso me hizo toser un par de veces durante el trayecto, causando cierta preocupación en mi por ser descubierto y tener que iniciar una pelea. Eso si, a su vez me servía como una cortina para ocultarme mejor de aquellos rufianes y moverme por la ciudad con mayor facilidad.¿Por qué aquella gente se dedicaba a ejecutar a todos aquellos inocentes?¿Por qué gente del gobierno hacía cosas como aquellas? Toda aquella falsa justicia que inundaba el mundo hacía que en lo más interior de mi ser una llama de ira se encendiera y me impulsará a remediar aquella situación.
Comprobé que todas mis cosas estuvieran en su sitio, pues no hubiera sido extraño encontrarme sin nada para defenderme después de haberme despertado en medio de la nada, aun así y para mi sorpresa todo estaba en su sitio. Mis dagas en mi cinturón, las agujas en la parte interior de mi túnica y mi mochila a mi espalda... ¿Cómo no me había percatado de que estaba ahí hasta ahora? En cualquier caso para mi suerte no había perdido nada en el trayecto a esta ciudad, aunque... ¿Cómo se supone que llegué hasta aquí y por qué estaba inconsciente? No tenía tiempo para pensar respuesta a preguntas inútiles, no en aquellos momentos mientras decenas de inocentes estaban muriendo en aquella ciudad. Dos caminos se abrían entre el humo y el fuego: uno que me llevaba al exterior de la ciudad, a un vertedero que parecía ser el lugar más seguro que había ahora en aquel sitio y el otro una larga calle que descendía hasta el puerto de la ciudad en el que parecía que se concentraba el problema. Cualquier persona sensata hubiera marchado sin pensarlo dos veces hacía el vertedero para no verse inmiscuido en aquellos problemas, ya que realmente no le afectaban en lo más mínimo, pero yo era diferente.
Pronto me dirigí al puerto por aquella amplia calle, moviéndome entre el humo y ocultándome en este para evitar los grupos de ejecutores más grandes. Tenía que lograr encontrar a algún tipo alejado de los grupos y sonsacarle toda la información sobre que estaba pasando en aquella ciudad, podía hacer eso, o podía encontrar a algún afable aldeano que estuviera dispuesto a contarme que ocurría, aunque esto último iba a ser mucho más difícil.
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Sigues al grupo hasta un callejón, el cual parece no tener salida. Una emboscada perfecta, pero contra ti. Un disparo te roza el pelo, y te puedes fijar que desde el techo hay unos cuantos francotiradores, los espadachines que estabas siguiendo y otros cuantos más que parecían no ser muy amigables. A tu derecha hay una ventana, de una vivienda particular, a la cual puedes entrar. Eso o enfrentarte a todos esos perros del gobierno, tú decides.
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