La niña de mis ojos (Privado pasado Alex y Liliem)

Ávalon había mostrado ser lo que Alex esperaba, la mejor opción para Lupus Custos. Era una isla hermosa y práctica que hacía las delicias de sus habitantes. Servía como base así como hogar y, por si fuera poco, también era un transporte. Aunque, dado su tamaño, era imposible sacarla del Nuevo Mundo. Sin embargo no era necesario. El poder del gremio y el propio mundo en sí le habían mostrado al cazador que era el mejor lugar donde podía estar en aquellos momentos. Sus paredes de roca natural le conferían una protección de la que carecían otras islas y era un lugar perfectamente habitable. A todos los miembros de Lupus Custos les encantó cuando Alex la mostró. Había sido peligroso y difícil conseguirla, pero había merecido la pena.

Las obras del castillo iban viento en popa. Había quedado destrozado durante el combate de la conquista, pero el líder del gremio había hecho unos planos para construir uno nuevo. No le gustaba nada la idea de tener un castillo propio, pero debía ser el símbolo de Lupus Custos, su base, y todos estaban invitados a vivir en él. Ya llevaban un par de días navegando. Alex quería cerciorarse del funcionamiento de aquellas criaturas que guiaban la isla y, por ahora, funcionaban a la perfección. Al parecer se alimentaban solos y obedecían las órdenes sin problemas. Eran criaturas muy inteligentes. ¿Cómo habrían acabado cargando con Ávalon? No había registros en ningún lugar y la propia isla en sí era casi desconocidas. Aquella mujer no contó nada antes de terminar así...

Era una pena pero solo podía significar una cosa. Que, ahora, serían ellos los que escribieran las leyendas y el destino de la isla. Todo dependería de lo que ellos hicieran, ¿qué se diría de ella dentro de unos siglos? Era una buena pregunta y a Alex le encantaba teorizar sobre esas cosas cuando no tenía nada que hacer. La vida de un cazador de recompensas era muy aburrida cuando no tenía a nadie a quien cazar. Aunque, la verdad, también se agradecía poder descansar de vez en cuando. Pero para ellos los descansos eran casi inexistentes y esta no era una excepción. Alex se encontraba supervisando las obras cuando un soldado del gremio lo interrumpió. Parecía exhaltado, quizás había venido corriendo desde las torres de vigilancia, lo que era una proeza admirable.

-Señor Harken, un barco se aproxima desde el Oeste- Informó el hombre.

Alex agradeció la información y se dirigió a las murallas para observar la situación. Pasaron varios minutos hasta que llegó pero, una vez arriba, pudo observar una nave de tamaño medio que se acercaba a ellos. Desde esa distancia a penas podías diferenciar los símbolos de la bandera, pero algo estaba claro, se notaba el color. Era una tela negra. Aquello significaba que eran piratas. Lógicamente desconocían todo sobre la isla y quizás solo buscaban un lugar donde desembarcar y obtener provisiones, aunque Ávalon no era el lugar más atractivo desde el exterior. Pero seguía siendo una isla. Dada la velocidad del barco y la fuerza del viento, antes de llegar quedarían tras ellos, por lo que verían la entrada a la isla y podrían desembarcar sin problemas. Debía ir a "recibirlos".

¿Sabéis lo difícil que es encontrar a un chico con el pelo verde? Pues Liliem sí que lo sabe, y muy bien ciertamente. Desde que se había ido de Lilium había estado buscando por los cuatro mares cardinales en busca de información sobre peliverdes y, por desgracia para ella, los pocos, muy pocos, peliverdes que encontraba no eran ni por asomo parecidos a su hermano. Pero bueno, eso no le quitaba la sonrisa a nuestra niña

Ni siquiera el estar atada de pies y manos en el camarote de un capitán pirata en medio del nuevo mundo podía quitársela de la cara. ¿Y cómo había acabado allí? Podría decir que lo descubriremos después de la publicidad, pero sería ser muy cruel, ¿no? Lo que estaba diciendo. Nuestra niña había empezado a trabajar en un barco que se dirigía al grand line pidiendo como pago simplemente que la llevaran; el capitán, aunque reticente por la edad de Lili, aceptó gustoso la oferta. El problema de esto vino unos días después, ya en el grand line, donde una banda pirata asaltó la embarcación buscando cosas de valor. A nuestra retaca no se le ocurrió nada más que, con una sonrisa, decirles que era noble mundial y que podían pedir un rescate por ella en una isla del nuevo mundo, sitio donde tenía información sobre otro peliverde.

Y bueno, eso es todo. El capitán empezó a pensar en todo el dinero que podía ganar con ella y se la llevaron de rehén. Bastante gracioso, ya que Liliem nunca pensó en ellos como un problema gracias a su fruta; cuando quisiese irse se desharía de las ataduras y se iría tal cual. Bostezó y empezó a pensar en cuánto faltaría para llegar a alguna isla cuando a lo lejos escuchó a uno de aquellos piratuelos soltar que se estaban acercando a una gran formación rocosa. Lili suspiró aburrida, pero ese aburrimiento resultó bastante corto cuando de repente, el mismo hombre, afirmó que había un hueco en la misma con un puerto.

- Oh. Esto me sirve.

Volvió su cuerpo intangible y se levantó alzando todo su cuerpo en el aire un par de centímetros. Descendió suavemente volviéndolo de nuevo tangible y se estiró lanzando sus manos hacia arriba, cerrando los ojos y soltando un leve gemido de placer; se había pegado mucho tiempo tirada en el suelo casi sin poder moverse, y aquello le resultó bastante gratificante. Maldita enana que disfruta de todo lo que hace esté donde esté. Mira que seguir sonriendo en medio de una banda pirata. Que niña. "Adulta. No soy una cría" me respondería si pudiera escucharme.

-Es hora de divertirse un rato. -terminó de decir sonriendo.

Alex hizo una señal a los miembros del gremio para que se prepararan. Unos pocos permanecieron en las rocosas murallas esperando cualquier movimiento y avistando al posible enemigo. Alex se adentró en la cercana torre y utilizó los pasajes que tenía para llegar hasta el puerto oculto. Tardó varios minutos, pero tampoco tenía prisa ya que la nave tardaría más que él. Lo seguía una decena de tiradores que se apostaron tras él. Tras una señal del cazador prepararon las armas y apuntaron hacia la boca de la cueva. Los rifles no harían mucho daño a un barco, pero cuando salieran los tripulantes se lo pensarían dos veces antes de hacer una tontería.

-Preparaos, pero no disparéis si no lo ordeno. Intentaremos evitar bajas- Ordenó a los hombres.

Estaba poniéndose en lo peor. Había supuesto que eran piratas por el hecho de que portaban una bandera negra, pero podía ser casualidad o una nave "rescatada". Y, aun siendo piratas nada aseguraba que fueran criminales o que su comportamiento fuera el del típico pirata. Alex no solo conocía a supuestos criminales que no merecían dicho título si no que, además, eran sus amigos. Pero nunca estaba de más ser precavido, esta no sería la primera sorpresa que le dieran por tener un exceso de confianza. Siempre era mucho más seguro estar preparado para cualquier reacción que esperar a que todo el mundo fuera amable y amistoso con ellos.

El barco se veía a lo lejos, en pocos minutos entraría en la cueva y llegaría al puerto. En cuanto vieron la cavidad giraron para dirigirse a ella. Por suerte estaban a demasiada distancia y los marineros no podrían ver a los cazadores. Por si no fuera poco el espacio entre ellos, desde el exterior la cueva era demasiado oscura como para diferenciar las formas. En cambio desde el interior se veía perfectamente lo que estaba fuera. Lo cual preocupó a Alex, ya que aquellos hombres bien podían girar el barco y disparar los cañones que engalanaban la nave. No tenía demasiados y tampoco era muy grande, pero podrían provocar alguna que otra muerte.

Aunque los poderes del cazador podrían evitarlo, sin duda. Espero a estar a la suficiente distancia. Estaba claro que, en cuanto se acercaran lo suficiente, el vigía alertaría al resto de tripulantes sobre la presencia de "habitantes". Mientras pensaba eso un enorme lobo llegó al lado de Alex. Desde que había consumido la fruta a Farkas le encantaba pasearse en su forma híbrida y utilizar las alas para explorar los cielos. Pero en momentos como este corría al lado de su dueño y amigo para apoyarlo indiferentemente de la situación. No podía encontrar compañero más fiel y honorable que aquel can. Aunque él ya sabía que los animales solían ser más de fiar que los humanos.