Kaiser vs. Sylvanas.

Atesaki se encontraba en la isla Gyojin, descansando y planeando sus próximos movimientos. Kaiser estaba harto de moverse de un lado para otro sin lograr nada importante. Quizás ya era hora de hacer algo grande. Tenía varias ideas, y todas le convencían. Podría matar a un ente muy famoso y poderoso, tal que un almirante o un yonkou, o podría simplemente invadir islas y reducirlas a cenizas. Causaría el caos sin lugar a dudas.

La orca, que estaba llegando a la plaza, observó a todo el mundo. La mayoría de ciudadanos ya conocían sus fechorías. Muchos se alejaban y se refugiaban rápidamente en sus hogares. Otros confiaban en que el gyojin no les haría nada por ser sus paisanos. Lo cual era cierto, siempre y cuando no le dieran un motivo.

-Aquí quedaría muy bien una estatua que me represente.- Dijo, pensando en voz alta y sin importarle quien pudiese escucharle.

Se encontraba en aquel lugar junto a su capitán. Isla Gyojin, la isla que destacaba por la de personajes que habían por aquel lugar. Atesaki había llegado hasta aquel lugar para asentarse tras el torneo. No le gustaba mucho aquella isla y no estaba conforme de su nuevo hogar, pero era lo que había. Tenía que seguir a Kaiser sin importar cómo y ayudarle a conquistar el mundo. Sería divertido un mundo acuático. El problema era la situación en la que se encontraban, al lado de donde quería hacer una estatua.

-Nee Kaiser-chan, ¿a que no me robas este berrie de la mano? -Retó a la orca.

Kaiser sonrió al imaginarse una enorme escultura dorada que le representase. Con un cráneo humano bajo sus pies, o en su mano derecha, como símbolo de su fuerza y de la debilidad humana. Estaba tan absorto en sus pensamientos que dio un pequeño bote al escuchar a Kiseki. Aún no se había acostumbrado a tenerla rondando por el barco o cerca de él. Hacía mucho tiempo que se separaron y que la creían muerta. Tenerla de regreso era extraño, pero reconfortante.

-No juegues con fuego, canija.- Dijo Kaiser aún sonriendo.

A decir verdad, la orca no era rápida en tierra. Sus bazas eran la inmensa fuerza que poseía y su resistencia sobrenatural. No necesitaba esquivar a sus enemigos si podía aguantar sus golpes y destrozarlos con un solo contraataque. Pero aún así aceptó el reto y estiró su mano derecha para arrebatarle la moneda a la morena.

Y su capitán accedió. Le llamó pequeñaja y eso hizo que inflase sus mofletes ofendida. Una vez estiró el brazo para intentar cogerlo, apartó la mano y saltó hacia atrás. Comenzó a reír a carcajadas altas y miró de reojo a Kaiser. Se burló sacándole la lengua y metió el berrie en su bolsillo. La gente de alrededor miraban atónitos; no creían que una humana vacilase de esa forma a la gran orca asesina. Pero eso a ella se la picaba, ya que conocía demasiado a Kaiser. Habían fundado Atesaki juntos y eso era lo que importaba.

-Bueno, orca tonta, has perdido. -Justificó.

Como era de esperar, el gyojin no consiguió alcanzar a la humana, que con un simple salto lo evadió. Le sacó la lengua para burlarse de él y se guardó la moneda. Según ella, la orca había perdido, pero él no aceptaría la derrota tan fácil. Tan solo había hecho un movimiento. No era justo, o eso decía este. Cambió su expresión por una más seria y se acercó un poco más a su subordinada. La tarea parecía más difícil ahora que se había guardado el berrie. Pero no había mencionado nada sobre reglas, así que extrajo algo de agua del aire y golpeó el suelo con fuerza, creando una onda expansiva que no llegaría a hacerle daño, pero que probablemente la tumbaría. Y de ser así, se abalanzaría sobre ella y le quitaría la moneda.

No podía hacer nada, la onda la tiró hacia atrás y cayó de culo. Kaiser se abalanzó sobre ella, pero no para hacerle cosas sucias, cosa que le decepcionaba. Le arrebató la moneda y Kiseki se la quedó mirando mal. "Ya te ganaré otro día, Kaiser-chan." le alegó quedándose sentada y poniendo la mano para que la levantara.

Kaiser gana.