El Puño Rojo Frente Al Demonio De La Niebla [Kai-Krauser]

La tarde solo estaba comenzando y eran como las seis, el día estaba nublado y eso le venía perfecto al demonio de la niebla, el cual estaba corriendo sobre algunos tejados. Llevaba puestos sus vendajes como de costumbre, no llevaba la camiseta y en su espalda podía verse una funda negra enorme. En su cintura se veían otras dos vainas, portaba unos pantalones grisáceos y unos guanteletes del mismo tono, los cuales dejaban al descubierto sus dedos, en los pies unas sandalias de madera y la frente una cinta azul con un protector de acero. El tío de los seiscientos millones por su cabeza se movía con una agilidad muy buena, sus ojos pardos observaban al frente con total calma. Llevaba ya un rato corriendo de algunos marines y agentes del gobierno, no había matado a ningún marine ni pensaba hacerlo, sin embargo el CP era otra cosa y ya llevaba cuatro víctimas.

Frente a sus ojos salieron dos tipos más, ambos vestidos de traje y corbata, atacaban con sables, justo cuando el castaño pasó frente a ellos, deslizó su mano derecha dando un golpe con el dorso sobre el brazo de uno de ellos, haciéndole perder el arma y sentir como se le había entumecido la extremidad. Al otro solo tuvo que pararle el ataque imbuyendo su otro brazo con haki armadura, pero el destino de este último fue peor, pues un nuevo puñetazo del almirante de la new marina le reventó la nariz. La sangre saltó hasta sus vendajes, sin embargo el asesino ni se inmutaba y continuaba corriendo y saltando por los tejados. –   Que tíos tan idiotas. – Susurró al mismo tiempo que saltaba a una calle y rodaba por el suelo hasta quedar de pie sobre el asfalto. Tenía tres barcos de hombres fieles a él al otro lado de la isla, estos estaban camuflados como navíos de comercio. Si se veía en líos iría hacia allí y se largaría.

El motivo por el que estaba allí era para averiguar algo de información sobre el paradero de piratas con altos rangos, sus principales objetivos eran los yonkous ahora. Ya había combatido con Kirito en solitario y no le había durado un asalto, ahora buscaba a Mihasy. La justicia debía empezar a triunfar y a acabar con el reinado de los asesinos, mientras corría pudo ver como dos marines le cerraban el paso con lanzas. Nada más llegar hasta ellos sonrió de lado y lanzó una poderosa patada imbuida en energía cortante, estos se cubrieron asustados y cerraron los ojos, cuando los abrieron se dieron cuenta del engaño del demonio de la niebla. Había sido una finta y había pasado de ellos, respiraron aliviados y siguieron tras él. Finalmente llegó a una plaza de un tamaño medio, había varias calles por las que huir pero prefirió quedarse allí quieto mientras esperaba a sus perseguidores y descansaba.

De repente por una de las calles surgió un semi gigante de unos tres metros, este cargaba con un enorme cañón portátil en su mano, sin pensárselo abrió fuego contra el antiguo marine, este simplemente metió la mano en su funda derecha, sacando su machete de Kairouseki y lanzando un tajo que cortó la enorme bola en dos. Su mantra le había indicado por dónde iba a ir, ese tío sería otro agente con pintas de ciudadano, esperó a que este le atacara ahora cuerpo a cuerpo para con un rápido movimiento cortarle una pierna como si de manquilla fuese. El grito de dolor del hombre sonó en toda la plaza y a continuación una patada en el cuello le tiró al suelo dejándolo fuera de combate. – ¿Algún perro del gobierno mundial más? – Dijo en un tono muy calmado mientras guardaba su arma y mantenía su haki activado para evitar emboscadas.

El asesino se mantenía callado, firme y serio, sus pardos ojos captaban todo a su alrededor y parecía que nadie se atrevía a acercarse, la verdad es que le daba absolutamente igual. Acercarse a él podía ser un arma de doble filo, cualquier marine acabaría por los suelos y cualquier agente del gobierno asesinado de la forma más horrible. No pensaba tocar a los que todavía consideraba su familia, pero los malditos perros debían ser asesinados y erradicados como las sucias cucarachas que eran. Una presencia nueva entró en escena, el new marine alzó una ceja y se quedó mirando al chico que se acercaba a él, parecía ser un marine y por ello no iba a matarle, pero lo dejaría inconsciente o herido si hacía falta. Sus primeras palabras le hicieron extrañarse, no sabía para que podía buscarle aquel chico pero pronto lo sabría, o eso al menos esperaba.

De repente el demonio observó aquella aura que imbuía al chico, quedó bastante extrañado pues ya la había visto antes en algún sitio. No recordaba muy bien dónde, si no era la misma era muy similar, de todas formas se quedó callado mientras entrecerraba los ojos. Cuando le escuchó gritar lo del sexto camino sus orbes se abrieron algo más. – ¿Es posible? – Susurró levemente mientras se quedaba mirándole, su cambio de cuerpo por si fuera poco, de repente se lo imaginó con un parche y algo más fuerte. Giró varias veces la cabeza creyendo estar alucinando y en ese momento se dio cuenta, aquella habilidad era la de su hermano. El ceño de Krauser se frunció bastante hasta el punto que parecía estar muy cabreado ¿Cómo coño se atrevía a copiar a aquel hombre? Apretó el puño derecho y ahora llevó la mano al mango de su arma favorita.

Iba a parar la técnica del chico con su arma, pero en ese momento las palabras de aquella persona le hicieron abrir los ojos del todo, no sabía de que estaba hablando, según veía lo que estaba sucediendo se podía hacer una idea, pero enseguida descartó esa posibilidad, era imposible y todo casualidad. Al seguir escuchando se quedó un poco más confuso ¿A quién debería haber salvado? Muchos hombres murieron bajo su mando y eso fue algo que le hizo sentirse fatal. Ese chico debía ser un familiar o algo, el marine contempló cómo se cargaba la pared de un edificio y no pudo evitar suspirar al verle acercarse a él con intenciones hostiles. No era my difícil prever lo que iba a pasar, además el mantra del demonio le daba bastante ventaja pues podría predecir el ataque. Terminó de sacar su enorme espadón de la funda, era enorme y parecía haber un aura negra rodeándolo, su arma legendaria era una de sus posesiones más preciadas. Esperó paciente hasta el último momento y cuando el castaño iba a realizar su ataque, el gran espada interpuso su arma en medio, colocando la parte ancha por escudo y colocando su mano libre por la otra zona para hacer más defensa. Además el espadón había tomado un color morado azabache, al igual que ambos brazos del new marine, el cual había usado su haki al máximo.

Notó el impacto y se fue unos metros hacia atrás, tratando de no caerse de espaldas y aguantar, algunos de los fragmentos provocados por el choque de la mano contra su espada, fueron a parar a los hombros del asesino. Unas pequeñas gotas de sangre salieron de su piel, nada grave pues eran roces leves de aquellos pequeños fragmentos. Le daba igual, no hizo ninguna mueca de dolor ni nada parecido, muchos siempre dijeron que el demonio de la niebla habría sido mejor agente del gobierno que marine, debido a su frialdad y buena calculación en muchos campos. Recibió ofertas incluso pero las rechazó todas y cada una de ellas, era extraño que la espada ni se hubiese mellado un poco, lo único de Kairouseki era el borde, el motivo era que no era normal. Su arma era totalmente indestructible desde hacía mucho tiempo, ahora clavó su mirada en aquel marine y no pudo evitar suspirar. – Muchos hombres murieron a mi lado, si no eres más claro no puedo ayudarte. – En ese momento le vino a la mente las últimas palabras del capitán antes de atacarle “Sokudan” tragó saliva tratando de olvidar eso. El pecho de repente empezó a temblarle un poco a causa de los nervios ¿Era posible? Esperaba con toda su alma que no lo fuese, necesitaba escuchar la respuesta del chico.

Lo tenía demasiado cerca debido al impacto del ataque con su arma y aquello no le gustaba en absoluto, de modo que ahora levantó su espadón y con su pie izquierdo pisó con fuerza el suelo tratando de realizar un golpe expansivo que ocupaba un metro de radio y así alejarle de él. – Jimen Ni… – [Manual explosión galáctica] Le diese o no, saltaría un poco hacia atrás y se quedaría mirándole fijamente. Un nuevo agente salió de la nada empleando el soru, lástima que el mantra del ex marine lo captó y antes de que el perro hiciera su acción, Krauser elevó su pierna derecha pegándole en la cara y tirándole al suelo, debido a la velocidad que iba ese tipo, quedó inconsciente por la fuerza del impacto. El new marine se fijó de nuevo en el chico que le había atacado y le dirigió ahora unas palabras. – Contéstame, y es Krauser K. Redfield para ti. – Dijo añadiéndose aquella letra de más, que simbolizaba la voluntad de su hermano y mejor amigo.

Cuando el chico dijo que lo dejara, el antiguo marine soltó un suspiro, ya le daba igual entonces, por lo que trataría de dejarle inconsciente lo antes posible. Contempló como ahora se hacía más fuerte y corpulento, lo que le hizo guardar su espadón por el momento y alzar los puños. Tenía su propio estilo de combate cuerpo a cuerpo y tampoco era plan de cortar a ese chico después del valor que le estaba echando, a diferencia de los demás, le acaba en solitario y a puño pelado. La primera técnica había sido algo extraño pues aquel brillo rojizo era verdaderamente algo que temía encontrar en un rival de mayor poder. Le recordaba a su propia energía cortante pero sin aquel color carmesí tan intenso, seguramente aquel marine sería una verdadera molestia si llegaba a mejorar aquello, ahora apretó bien los puños, manteniéndose alerta por si le volvían a atacar. Cosa que era bastante posible y que en el fondo le daba lo mismo, como si aparecía un almirante allí mismo, vivía para luchar y luchaba para morir algún día y reunirse con su hermano.

Era un hombre con poco que perder y le daba lo mismo atacar Marineford él solo, aunque siempre era mejor una victoria que una derrota y por ello se pensaba a llevar a sus hombres consigo, pronto todo el mundo sabría el que la marina y el gobierno estaban en peligro. Estaba a punto de atacar cuando escuchó al luchador decir aquello, alzó una ceja reconociendo que había sido un comentario divertido. – Si supieras lo mucho que me importa la marina. – Dijo en un tono sarcástico mientras ahora miraba como los puños de su oponente brillaban en un tono rojizo. Se centró en usar el mantra solo para sentir presencias, no quería predecir nada y por ello ignoraría cualquier visión que le llegase. Miró como su rival se tiraba al suelo y hacia un movimiento veloz para después lanzarse a por él. Todo el cuerpo completo del new marine se imbuyó en haki armadura, dominaba ese arte perfectamente, recibió el puñetazo de lleno en su mejilla derecha. Retrocedió unos pasos por el impacto pero nada grave en el golpe, sin embargo empezó a notar un escozor intenso.

No se quejó ¿No sentía el dolor el cabrón? Claro que lo hacía y ahora se llevó la mano a la cara mientras fruncía el ceño, le había quemado y eso le iba a dejar marca. Sacó su machete Osíris y se llevó la zona ancha de la hoja a la cara, sintiendo el frío de esta y aliviándose un poco de ese modo. Aquella arma tenía la calidad de una Wazamono del tipo Bureki y lo mejor de todo es que era una creación suya. Sin embargo pegó un salto hacia atrás. – ¡Ai! – El muy idiota se había olvidado que lo tenía electrificado, fue una descarga muy leve y lo hizo por apretar, la potencia eléctrica de esa arma se activaba con impactos. De modo que si se daba muy suave no pasaría nada, si golpeaba con fuerza potenciaría la electricidad. Un calambrazo dado por él mismo, cualquiera que lo hubiese visto se habría reído, dejó aquel tema de lado y ahora se fijó en su contrincante. – Te lo diré de otra forma, es imposible vencerme con cuerpos cerca. Lo más eficaz es un uno contra uno en un lugar apartado y sin nadie, ni un solo muerto o inconsciente cerca. – Mencionó mientras ahora observaba al marine.

La razón de aquello era muy simple, tan solo alguien con el poder de Karl o Dexter podía vencerle con cuerpos alrededor, era muy fácil usar su espadón para chupar vida o resistencia, y con cuerpo alrededor sería un combate inútil. La capacidad de su preciosa monstruosidad era esa, según la sangre que tomase, más efecto tendría y le curaría o quitaría cansancio, era un arma magnifica. No pensaba decirle nada al chico sobre ello, le dejaría con la duda y por ello ahora le tocaba atacar. Salió corriendo a por él activando ahora su haki de observación e imbuyendo su puño derecho en haki armadura a su máximo potencial como si fuera a darle un ataque feroz. Lanzó el puño y se quedó en el viaje pues nunca llegó hasta él, después alzó su pierna izquierda con bastante agilidad y trató de pegarle en la cabeza con ella, esta no iba imbuida en haki armadura. – Será mejor que te vayas a casa. – Dijo mientras observaba a su rival ¿Le daría o lo esquivaría?

La patada del revolucionario impactó a la perfección en la cabeza de su oponente y lo mandó contra el suelo de forma violenta, su mirada permanecía fría e impasible, no quería ir a matar pero si aquel capullo le daba mucha guerra debería hacerlo. Ahora frunció el ceño al verlo sacar una especie de fruta, la cual parecía que iba a comerse. Los ojos del marine se abrieron de repente como platos ¿Una Akuma? Esperaba que no lo fuera y mucho menos que le diera mucho poder. El chico empezó a decir palabras extrañas y a hacer gestos raros, el ex marine alzó una ceja pensando bastantes cosas, entre ellas la posible burla de ese chico hacia él. Semejante espectáculo daba  pena y el demonio se estaba cansando bastante, de hecho ahora guardó sus armas y se preparó para darle otro golpe, antes de que pudiera hacer nada aquel chico se deslizó por el suelo hasta él. El castaño escuchó sus palabras y se imbuyó en haki armadura colocando los brazos en equis por si pasaba algo pues aquella frase debería ser el comienzo de algo aterrador. Quedó unos momentos así hasta que vio que no pasó nada y se extrañó.

Cuando escuchó su siguiente gritó no pudo creérselo, justo después vino un golpe seco, los ojos del asesino quedaron en un tono blanco. – Su puta ma… – No pudo acabar la frase, cayó de espaldas al suelo gruñendo de dolor y empezando a rodar de un lado a otro sin parar mientras una pequeña lágrima salía de su ojo derecho. De no ser por su haki armadura ese capullo lo había castrado, era una sensación impresionante y muy dolorosa, su vista se nublaba y no podía hacer nada más que soplar con fuerza. Unos momentos pasaron, tras los cuales Krauser se puso en pie jadeando y mirando al jodido chico con una mirada de odio. – Ahora mis armas de Kairouseki serán mortales para ti. Si eso era una fruta del diablo la acabas de cagar. – Dijo ahora en un tono serio para después dirigir su mirada al semigigante que había dejado inconsciente y sin pierna, caminó un poco hacia él y sacó su enorme espadón. Primero se cortó así mismo en la mano haciéndose un corte leve, sintió algo de debilidad por el filo de Kairouseki pero cuando el arma dejó de hacer contacto con su piel se recuperó. El líquido carmesí salía de su mano, sin embargo después metió su arma en el charco de sangre provocado por el boquete de la pierna del marine inconsciente. De repente la herida del revolucionario se regeneró.

Samegure dirigió su mirada ahora al chico. – No existe persona que pueda romper esta espada y como puedes ver puedo tomar la sangre enemiga para mi propio bienestar. Con cadáveres cerca y a mi nivel de combate tus posibilidades son muy bajas, lárgate y conserva la vida para pelear otro día. Una vez dijo eso colocó la mano en el suelo y el espectáculo comenzó, de repente una espesa niebla empezó a surgir de la nada y a propagarse por toda la plaza, subió a cincuenta metros de altura y dejó sesenticinco metros a la redonda sin visión. Por si fuera poco cualquiera que estuviera expuesto a ella menos Krauser sentiría como su cuerpo le pesaba, al nivel del revolucionario esa habilidad había aumentado su potencial y ahora era peor. La endiablada niebla además no dejaba ver ni siquiera el suelo, era un mundo dónde el demonio tenía las cosas a su favor. Sin embargo ahora se escuchó un extraño ruido, el den den mushi del Gran espada. Este lo cogió activando el haki de observación y su lentilla térmica sin quitarle la vista de encima a Kai. – Si, soy yo. – El castaño quedó callado unos segundos y después respondió. – Acepto el puesto señor, enseguida me dirigiré hacia la base. – Dicho eso colgó y guardó el comunicador para después sonreír de lado. – Solicité el rango de comandante, pero al parecer han preferido subirme otro escalón. Oficial Krauser K. Redfield presentándose, chico. – Mencionó ahora en un tono algo burlón para después empezar el juego.

Empezó a moverse por su propia niebla a una velocidad bastante buena debido a su buena capacidad de asesino, además trataba de no hacer ruido pues se había puesto descalzo y su buena experiencia de espía le hacía ágil. Si el joven no se rendía después de su siguiente aviso, tendría que ponerse serio, de modo que el recién ascendido intentó lanzarse por el marine desde su lado izquierdo. Al llegar a él tomaría sus dos machetes, el eléctrico con capacidad de O Wazamono y el de kairouseki, imbuyendo tan solo el de electricidad en haki armadura a su máximo nivel, trataría de hacerle un potente tajo en equis. Se aseguró de que no fuera a zonas vitales pero aún así trató de cortarle el brazo izquierdo.

El revolucionario estaba a punto de lanzar sus poderosos cortes cuando su haki de observación le avisó a tiempo de las intenciones del luchador. Imbuyó todo su torso en haki armadura, tomando este ahora un tono morado azabache mostrando todo su poder defensivo. Tras haber recibido el impacto logró acertar a su rival, luego retrocedió en la niebla clavando una rodilla en el suelo y aguantando las ganas de gritar de dolor. Aquel golpe le había hecho bastante daño y ahora cayó al suelo despacio llevándose la mano derecha a la zona dañada. Hizo un gran esfuerzo para contener la saliva y la tragó hacia dentro, tomando segundos después una buena bocanada de aire. De no ser por su haki ese ataque le habría puesto en serios problemas. Además las palabras que el chico estaba diciendo le hacían demasiada gracia, comparaba a los revolucionarios con los tenryubitos y además le llamaba traidor. – Puedes continuar llamándome lo que te dé la gana, estás ciego como todos los demás. He luchado contra los revolucionarios durante años, no me compares con ellos. En cuanto yo derrote al líder de la rebelión asumiré el mando y calmare la plaga bíblica que habéis desatado tú y esa chusma que llamas gobierno. – Sus palabras mostraban que el demonio estaba algo enojado ahora y hablaba muy en serio.


Ahora el Oficial se quedó en su niebla frunciendo el ceño y observando la dirección de dónde procedía el aura del chico. Estaba dentro del mundo del demonio de la niebla y allí no había escapatoria, era un terreno de caza forjado por un gran cazador experto en el asesinato silencioso. Ahora guardó sus machetes en las fundas y colocó su mano derecha en el mango de su espadón, llegaba la hora de mostrarle al chico quién mandaba allí. El Gran Espada se preparó para ejecutar su ataque cuando de repente escuchó las palabras de aquel idiota que no paraba de ponerle de hijo puta para adelante. Estuvo ignorándolas todas y se dispuso a atacar cuando escuchó tan solo las últimas. – … – El silencio invadió de repente el lugar, si ya no había ahora menos, si es que era posible. De modo que aquel chico se había estado refiriendo todo el rato a Karl como su sempai. La mano del diablo dejó de agarrar el mango del arma y simplemente se quedó quieto con la cabeza agachada. Por fuera parecía estar perfectamente pero por dentro acababa de recibir un disparo directo en todo el corazón. La razón no le faltaba a aquel marine con el que estaba luchando, ahora todo tenía sentido, la muerte de Karl había sido también por su culpa. La niebla poco a poco empezó a disiparse dejando ver totalmente al asesino, que ahora se clavó de rodillas en el suelo con el rostro ensombrecido.


Krauser estaba totalmente hundido, se vio obligado a huir por el imbécil de Minato y por el bien de Alex. Quiso acaparar las culpas y que su mejor amigo y hermano mayor pudiera ser libre. Sin embargo la quimera atacó al gobierno con todo lo que tenía y en un acto suicida se inmoló. Aquello hizo apretar los dientes al revolucionario. Unas pequeñas lágrimas empezaron a gotear desde sus ojos hasta el suelo de la plaza. – Aún te queda mucho que aprender para lanzar buenos golpes… pero tus palabras son más demoledoras que cualquier puñetazo y más cortantes que cualquier cuchilla. – El asesino no iba a levantar el rostro pero su haki de observación estaba fijado en el chico, acercarse ahora al demonio podía significar la muerte. Los brazos del castaño temblaban al igual que sus piernas y el resto de su cuerpo. No pensaba moverse en un pequeño rato y como el chico tratase de huir o acercarse se lanzaría por él. Le estaba dando una ventaja preciosa para que tomara algo de aire. Finalmente el Oficial se puso en pie mirando fijamente al joven a los ojos. Sus lágrimas continuaban cayendo ahora sobre su pecho. Tenía los ojos vidriosos y su corazón no paraba de latir. De un rápido movimiento movió la mano hacia su boca y arrancó los vendajes, mostrando sus afilados y macabros dientes.


Acto seguido dio un paso hacia delante mostrando una expresión tétrica y siniestra. – Es cierto que yo tuve culpa de la muerte de Karl… pero te aseguro que también fui una de las personas que más lo quería. Él fue mi hermano mayor y él fue la persona que le dio sentido a mi vida. No duermo desde aquel día, la comida ha dejado de tener sabor para mí. Las cosas que satisficieran a cualquier hombre para mí me serían odiosas. Pretendo morir en el campo de batalla y cumplir el deseo de mi hermano. – A medida que iba hablando, iba avanzando lentamente hacia el chico. Colocó su mano derecha en su pecho y empezó a vibrar por así decirlo. – Tan solo espero que cuando caiga, vaya al mismo sitio al que haya ido él. Yo era un marine, tenía sueños, chico. Quería librar al mundo de la corrupción. Quería proteger a las personas, pero ahora he renunciado a la vida. He renunciado a la marina, llevo casi un año sin ver a la mujer que amo. Mis sueños están aplastados y yo estoy consumido. En mi solo queda aquello que alguna vez fue el Almirante Samegure. – Mientras continuaba avanzando su cuerpo empezó a crecer de forma exagerada hasta llegar a medir los seis metros de altura. Sus músculos estaban más definidos y aquella enorme espada era como una daga para él, ahora su manejo con ella y su fuerza serían monstruosas. – Ahora pretendo hacer lo que quería como marine, pero como revolucionario. Me he convertido precisamente en lo que juré destruir. Llámame cobarde, traidor y demás, no te voy a negar que no lo sea. Pero tan solo te pediré una cosa, matadme lo antes posible. – Tras decirle aquellas palabras al chico, el demonio de la niebla derramó una última lágrima y lanzó un tajo con su enorme arma legendaria rumbo al chico. No solo estaba imbuido en su haki armadura, además iba de derecha a izquierda tratando de partirlo en dos de un solo tajo. Sin embargo cuando ya estaba llegando, echó su arma unos centímetros hacia atrás solo para hacer aquel ataque no letal, pero si grave si le daba.

Las palabras de aquel chico consiguieron hacer sonreír de lado al demonio de la niebla. Había afirmado que iba a cumplir su deseo de matarle. El antiguo almirante en ese momento pensó que era algo que aún le quedaba algo grande a aquel marine. Tal vez en un futuro le mostrara lo contrario pero por el momento lo iba a tener muy chungo. Había muchas personas que habían tratado de asesinarle y todas y cada una de ellas había muerto. El gran espada aún no había tenido el placer de quedar inconsciente en ninguna pelea. Anhelaba sentir aquella sensación. Incluso en el combate que tuvo contra su hermano hacía ya muchos años, este le dejó ganar. Durante la guerra se vio obligado a irse pero estaba convencido de que podría haber podido derrotar a Minato. No quería luchar con amigos y eso le había pasado también con Dexter. No había combatido ni siquiera con Alex.

Ahora observó como aquel chico saltaba durante su enorme tajo y golpeaba el aire. Aquel sonido le recordó a algo que conocía muy bien. Acaso aquel chico ¿Iba a usar el supreme cannon de Karl? Sus ojos se abrieron como platos cuando vio aquella quimera en llamas formarse. El castaño no pudo evitar mirarla con una sonrisa nostálgica. Era la viva imagen de su mejor amigo en forma zoan. Todo el cuerpo de Krauser tomó un tono morado azabache. Logró meter su brazo libre en medio pues el otro lo estaba usando para atacar. El impacto pegó de repente en su antebrazo y lo envió a volar totalmente. El ahora titánico asesino sintió un inmenso dolor recorrerle el brazo y parte del cuerpo. El haki no podía protegerle del fuego pero si del impacto. Derribó una pared y cayó dentro de una casa, haciendo pedazos todo lo que encontraba por delante. Esta terminó cediendo y el tejado se vino abajo totalmente, dejando una humareda impresionante.

De repente se pudo ver el enorme espadón de Krauser clavado en el suelo frente a aquellas ruinas que había dejado a su paso. Pasaron unos cuantos segundos hasta que todo el humo se hubo dispersado. En ese momento se pudo ver la figura del asesino. Estaba sentado con la espalda pegada a otra pared. Su rostro estaba ensombrecido y su cabeza apuntaba hacia abajo. Su brazo izquierdo no solo estaba enrojecido, además empapado en sangre y por si fuera poco tenía algunas astillas clavadas en él. Unas cuantas gotas de aquel líquido carmesí bajaban desde la frente de Redfield hasta el suelo, era como si hubiese quedado inconsciente tras aquel impacto. Además estaba en su tamaño normal. Cuando todo parecía haber acabado se pudo escuchar la voz del Oficial revolucionario. – ¿Crees que esto ha acabado? – La cruda realidad se antepuso a todo y el asesino abrió los ojos despacio. Se puso en pie con bastante dificultad y empezó a jadear despacio. Su cuerpo estaba lleno de pequeñas heridas. La parte más dura la había recibido su brazo, el cual estaba prácticamente inutilizado por el momento.

Salió de aquellas ruinas con el brazo estirado hacia abajo. Con la otra mano agarró el mango de su enorme espadón. Este aún tenía un poco de sangre de haber cortado a Kai. Dicha sangre fue absorbida enseguida y transmitida a Krauser. Unas pocas heridas leves se cerraron pero el efecto no había sido grande debido a la poca cantidad de aquel líquido que había. El asesino empezó a caminar despacio arrastrando su espadón mientras se acercaba al chico despacio con el ojo izquierdo cerrado. – De no ser por mi forma Demon Kiri y mi haki armadura, seguramente estaría en un estado peor. – Frunció el ceño caminando hasta aquel chico y levantó su espada hacia arriba usando una sola mano. Parecía como si fuese a hacerle un ataque para rematarlo. De repente la enorme hoja bajó con toda la potencia posible pero para clavarse en el suelo. El demonio miró al chico para momentos después escupir un poco de sangre a un lado. Después metió la mano en su bolsillo y sacó un den den mushi. Tenía varios sin usar, los cuales se llevaba a sus misiones por si los necesitaba. Lo puso al lado del chico y de repente le miró de forma seria. – Pide ayuda. Un sabio hombre que conocí también usaba técnicas parecidas a las tuyas. Sé fuerte y llega lejos en el mundo de la marina, chico. – Le guiñó el ojo despacio y no pudo evitar sonreír con una expresión amable. Krauser se giró en ese momento y colocó la mano en el suelo. La niebla empezó a invadir el lugar, tras aquello empezó a caminar un poco alejándose, cuando de repente se frenó en seco. – No intentes seguirme ¿Necesitas algo antes de que me vaya? – Dijo mientras se amarraba su espadón con dificultad al tener solo un brazo en condiciones.

Krauser se quedó unos segundos callado tras haber escuchado la respuesta del joven. En aquel mismo momento estuvo a punto de decirle algo pero era mejor que él mismo lo descubriese. No pudo evitar sonreír de lado para después escuchar como le llamaban de nuevo por el comunicador. No pudo evitar soltar un suspiro para ver qué diablos querían ahora los revolucionarios. – ¿Quién es? – Cuando escuchó aquella voz no pudo evitar soltar una carcajada un poco seria mientras empezaba a caminar alejándose del castaño que estaba allí tirado. Le estaba haciendo gracia las palabras dichas por la persona al otro lado de aquel aparato. Uno de los hombres a su cargo le estaba contando un chiste malísimo. De hecho era tan penoso que le estaba haciendo incluso reír. En ese momento se metió por otro callejón. Tenía sus machetes, su espadón y el resto de sus den den mushi consigo.

Empezó a dirigirse al puerto mientras mantenía una mirada un poco cómica por aquel penoso comentario del soldado. – Van dos y se cae el de en medio. No puedo creer que me hayas llamado en mitad de un objetivo para decirme eso. – Después de unos momentos colgó y emitió una mirada inexpresiva como habitualmente solía tener. No tardó mucho en llegar al puerto. Ya estaba haciéndose de noche y debía largarse cuanto antes de la isla. Subió a una especie de lancha que había usado para viajar hasta allí. Proporcionada por la revolución para ese viaje. Tenía combustible suficiente para dirigirse hacia su siguiente objetivo. En ese momento divisó dos barcos de la marina que estaban aproximándose a una velocidad bastante buena. Aceleró aquel cacharro y pasó entre los dos mientras trataba de controlarse para no hacerlos pedazos.

Una vez hubo pasado empezó a alejarse a una velocidad bastante buena mientras mantenía los ojos entrecerrados. Su mantra le advirtió de que una presencia poderosa empezaba a seguirle a una velocidad endiablada. No era tanto como su propia aura pero no se trataba de algo pequeño. Miró hacia atrás viendo como una jodida serpiente azulada le perseguía. Sus ojos eran rojizos y los dientes muy afilados. No pudo evitar alzar una ceja para después estirar su mano libre hacia arriba mientras conducía con la otra. Empezó a formar un shuriken de cinco puntas y de un tamaño enorme. Cuando aquella cosa empezó a girar si parar la echó hacia arriba calculando bien su plan. Él se alejó y cuando el rey marino estaba pasando aquella cosa explotó produciendo una explosión cortante de siete metros a la redonda. Lo último que escuchó el demonio fue un inmenso quejido. Tiñó el agua de rojo y continuó dirigiéndose a su objetivo con una mirada calmada.