¿Otro demonio más? (Privado-Pasado) [Kasma & Émile].

Jaya se había convertido en un lugar peligroso para piratas como él. Había viajado hasta el lugar con intención de reclutar piratas para su nueva tripulación, pero parecía que había sido una mala idea. La isla se había quedado casi vacía de criminales, pues había sido conquistada por uno de los Seis Señores de la Caza, Dark Evans Satou. No tenía clara su postura con respecto a que los piratas se pasearan por su isla, pero el hecho de que fuese un cazarrecompensas le daba a entender que no era muy favorable a ello.

Siendo un pirata con una recompensa tan alta como la suya, no era adecuado que se paseara por los dominios de un cazarrecompensas tan poderoso a menos que fuese buscando guerra. Debido a eso, se adentró en el bosque. Era posible que aun hubiese piratas refugiados por el lugar, debido a que hacía relativamente poco que se había conquistado la isla. Émile sonrió para sus adentros, pensando en la poderosa banda que podría formar una vez localizase a gente fuertes y de ideales afines a los suyos. Recordó entonces que no había hablado aun con Drake del tema. Entonces se le borró la sonrisa. "Drake querrá que vuelva." Durante un instante, su expresión fue triste y melancólica. Entonces se dijo a sí mismo "Él era un obstáculo para mis planes. Un ser débil y limitado por su propia conciencia. ¡Ideales! ¡Moral! Ética... ¿qué son en comparación con el poder y la gloria que me aguardan?" Preguntándose hasta qué punto sus palabras estaban influenciadas por el demonio que llevaba dentro y hasta qué punto propias, siguió caminando.

De repente escuchó un grito. Se giró en aquella dirección y comenzó a caminar hacia allí, con una expresión neutra. Entonces entre los árboles encontró a un gyojin de piel azul que avanzaba con torpeza. Parecía estar lesionado... lo miró calculadoramente. Él había visto su rostro en otro sitio, y el joven pirata tenía buena memoria. "Harota Hoyte... un criminal gyojin de 25 millones" esbozó una diabólica sonrisa de demente "Servirá... pero tendré que ponerlo a prueba." Se le acercó, transformando su malévola sonrisa en una más amistosa. Entonces le dijo, en un tono amable:

- ¡Hola, amigo! Veo que estás herido. ¿Necesitas ayuda?

Una sonrisa siniestra se dibujó en su rostro. Así que estaba herido... y que era un profeta. Los observó, mientras empezaba a reírse lentamente. Entonces, dos alas negras surgieron a su espalda. No tardó más que unos segundos en trazar un plan. ¿Un profeta herido? Pues si realizaba un "milagro" entonces tal vez lo convirtiese a una nueva religión... y él pasase a ser su Dios. Se alzó, orgulloso, mientras un aura siniestra lo envolvía y las pupilas se volvían rojas.

- Harota Hoyte... ¿sabes quién soy?

Esperó unos segundos a ver si le respondía. Era posible que lo reconociera por los carteles de Wanted como Lion D. Émile, el Ángel Negro. Sin embargo, lo reconociese o no ya tenía muy claro lo que iba a contestarle. Con una sonrisa cada vez más macabra, comenzó a hablar empleando un tono de voz pausado, seguro de sí mismo y altivo:

- Yo soy el Diablo en persona. Lion D. Émile, si prefieres un nombre más cercano - dijo, con una teatral reverencia - He venido a ofrecerte un trato.

Se calló por unos instantes, haciendo la pausa para intentar intrigar al gyojin. Tenía que tener cuidado con lo que decía; debía lograr que lo considerase como un ser superior al que servir, pero dejándole claro que su poder provenía de una akuma. De lo contrario, si en un futuro lo descubría por su cuenta era posible que se sintiera engañado y se volviera contra él.

- Soy el usuario de la zoan definitiva: la Hito Hito no mi modelo Lucifer. Como tal, tengo grandes poderes. Vengo a ofrecerte la curación. Sanaré todas tus heridas totalmente. A cambio... me demostrarás tu poder, esa increíble fuerza de la que tanto he oído hablar. Si eres digno te ofreceré en entrar bajo mi servicio. ¿Qué me dices? No se a qué Dios sirves como profeta... ¿pero alguna vez ese Dios ha hecho algo por ti? ¿Ha impedido que te hieran a caso?

Alzó su mano derecha, y de esta salió un haz de luz dorada que apuntaba a las piernas de Harota. El poder de su "Misericordia" comenzaría a sanarlas en breves. Aguardó hasta curarlas totalmente, canalizando todo su poder. Tras eso, se acercó y le tendió la mano para ayudarlo a levantarse.

- Acepta mi propuesta y enséñame tu fuerza, y obraré de nuevo mi Milagro sobre ti curando todas tus heridas. Únete a mis fuerzas y te haré uno de los piratas más poderosos que hayan pisado esta tierra.

Mientras lo miraba, esbozó una media sonrisa y empleó su Mirada del Señor del Abismo. Este poder le permitía mostrarse como ser terriblemente poderoso y aterrorizar a todos los que lo contemplaran. En lugar de desatarlo totalmente, se limitó a liberarlo parcialmente, lo justo para que notase su inmenso poder y se sintiera maravillado e intimidado. Así, parecería el majestuoso y terrible Diablo que quería llegar a ser. Que necesitaba ser para ganarse temor y respeto.

Aquel tipo tenía espíritu de lucha, eso tenía que reconocerlo. "Me gusta. Lo quiero para mi banda. Podría ser mi Ira." Había decidido que en su banda cada uno de los siete integrantes más fuertes llevarían el nombre de un demonio asociado a un Pecado Capital. Aquel tipo parecía encajar como Satanás o Ira, pero aun era pronto para decirlo. Lo observó con una sonrisa malévola y mirada calculadora. Bueno, un trato era un trato. Había aceptado ponerse a prueba, aunque había malinterpretado la clase de reto. La diferencia entre ambos era obviamente abrumadora; humillarlo no le iba a servir para nada. Su Mirada del Señor del Abismo había logrado hacerle retroceder, y dado que ese era un poder que afectaba más a las personas más débiles que él, era indicativo de que su fuerza era superior.

- Te he prometido curarte del todo si aceptabas. Ahí va mi regalo.

Volvió a alzar la mano y un haz de luz surgió de esta, iluminando el cuerpo de Harota. Fue pasando la luz por todo el gyojin lentamente, sanando sus heridas y devolviéndolo a su estado anterior. Lo necesitaría al 100% antes de hacer lo siguiente. Misericordia era un poder un tanto lento, e inútil en combate dado que requería de una concentración total, sin embargo, tenía el poder de restaurar los ánimos además del propio cuerpo y era capaz de salvar de la muerte a alguien con heridas letales. Un poder extremadamente útil. "La principal ventaja de haber pasado por la purificación... aunque quién me hubiese dicho que rendirme al poder de Lucifer en lugar de resistirlo sería más útil" pensó, con una sonrisa.

- Bien, te explicaré ahora mi oferta para ti y mi prueba... He oído hablar de ti porque hay una recompensa por tu cabeza. Voy a formar una banda que llamaré los Piratas de Lucifer. De hecho ya poseo barco y tripulación. Ahora estoy buscando integrantes poderosos para nombrarlos como mis oficiales. La jerarquía de la banda es la siguiente: debajo de todo está la Legión, que son los tripulantes y los Guardas Demoníacos, piratas a los que he concedido mi bendición demoníaca dotándolos de cierta "habilidad". Inmediatamente después están los Oficiales, mis piratas más fuertes. Y por encima de ellos estamos los Siete Demonios, que somos yo y los seis líderes de la tripulación. La élite de la misma. Si pasas mi prueba y aceptas unirte a mi, decidiré qué rango tendrás. Ahora sígueme.

Émile se dio media vuelta y se adentró en el bosque. Buscaría alguna clase de casa alejada, un lugar donde no llamasen la atención al cometer el crimen que iban a realizar. No quería alertar al cazarrecompensas que dominaba la isla.

Caminaron durante unos veinte minutos adentrándose en el bosque, cada vez más lejos de la ciudad. Cuando decidió que estaban lo bastante alejados, Émile se paró un momento. Cerró los ojos por un instante, y se concentró despertando sus poderes demoníacos. Cuando los abrió, se habían vuelto totalmente negros a excepción del iris, que era un rojo intenso. Recorrió los árboles con la mirada, aparentemente buscando algo. Su poder de la Visión Demoníaca le permitía detectar la vida. Pequeños focos de luz iluminaban todo el bosque. "Demasiado débiles para proceder de un humano." Pero a su izquierda, en la espesura, había un foco de luz más intenso. Seres humanos. Una sonrisa diabólica se dibujó en su rostro.

- Sígueme. Ya he encontrado una prueba adecuada para ti.

Atravesó los árboles, recorriendo cerca de un centenar de metros, antes de llegar a un claro. En lugar de entrar a este, Émile indicó a Hoyte que se detuviera y se colocó tras un árbol. Había una casa en el lugar, y la chimenea humeaba. Estaba claro que había gente dentro, pero para el demonio era incluso más obvio. Podía ver varios focos, tres... no, cuatro. Cuatro personas. Y una probablemente bastante joven, tal vez un adolescente o un niño. Miró al gyojin, con una expresión demente.

- Esta es tu prueba... quiero un sacrificio en mi honor - volvió a esbozar la misma sonrisa de antes y se relamió - Mata a toda la gente de esa casa. Emplea el método que tu prefieras, sigilo, ir a lo bruto, reventar el edificio entero... sólo hay dos condiciones: no deben lograr avisar a nadie, y... cero supervivientes.

Aquello serviría para comprobar no sólo hasta qué punto estaría dispuesto a obedecerle o cometer actos malévolos, si no también para probar sus habilidades, su capacidad para cumplir órdenes con eficiencia y también su carácter. Lo que probablemente no sospecharía una persona que no supiese nada de Jaya es que todos sus habitantes eran piratas o criminales, o bien en activo o retirados. Posiblemente al menos uno o dos de las personas de esa cabaña fueran piratas experimentados... lo que le permitiría evaluar a Hoyte.

- Ahora ve - ordenó.