Drako Hyrule
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Caminaba lentamente por la calle, las farolas me guiarían hasta mi destino. Llevaba en la mano un café, aquello me mantendría despierto, a parte, estaba delicioso. Conocía aquello zona como la palma de mi mano, pues al fin y al cabo era mi ciudad natal. Me acercaba al puerto, pues tenía que supervisar que todo saliese como estaba planeado, el barco llegaría en unas pocas horas.
-Buenas noches chavales.- Les dije a los marines que hacían la guardia.- ¿Todo bien?- Continué.
Ambos asintieron con la cabeza, y continuaron canlentándose con la pequeña hoguera que habían hecho. Los dos bebían sake, propablemente para calentarse, pero también comían carne. Uno de ellos me ofreció una costilleja, la cual acepté.
-Jefe, ¿cómo tú por aquí?- Me preguntó uno de ellos.
-Quería pasar un rato con mis chicos, nada más.- Le respondí simplemente.-
La luna alumbraba la zona, y se reflejaba en el mar. Poco a poco, en el lado contrario se podía observar al sol salir, estaba amaneciendo. Aquello solo significaba dos cosas, que mis chicos no tardarían mucho en irse, y que el barco llegaría en casi cualquier momento. Había sido una buena noche. Activé el mantra, pues no debían retrarase mucho los otros marines que debían ayudar.
Mientras esperábamos, me recosté en la silla en la que había estado sentado en todo momento, y me descolgué la mochila. Tras rebuscar un poco en ella encontré lo que buscaba, la piedra de afilar. Cogía a Rishin con delicadeza por la empuñadura, y con el máximo cuidado comencé a pasar con cierta velocidad la piedra sobre la hoja de mi arma, aquello la dejaría en perfecto estado.
Cada poco tiempo pasaba la yema de los dedos por la hoja, asegurándome de que estaba haciendo un buen trabajo, y la verdad, así era. No me cortaba puesto que pasaba la mano por la zona sin filo. Tras acabar de afilar a Rishin, me propuse hacer lo dicho con Anubis, el cual estaba ya bastante afilado.
De repente, pude sentir a alguien a lo lejos de la calle, a dos personas. No creía que fuesen niños o adolescentes, puesto que no era precisamente la hora para ello, por lo que decidí guardar la piedra y colgarme a Anubis de nuevo sobre la cintura para posteriormente levantarme a mirar de quién se trataba.
Se podían observar dos personas altas, vestidas de blanco y azul, es decir, con las típicas ropas marines. Ambos se acercaron a nuestra posición, y se plantaron frente a nosotros. Seguidamente, los dos compañeros que habían pasado conmigo aquella noche se fueron. Los otros dos, me saludaron y se presentaron. Uno de ellos decía Keto. El otro decía llamarse Nire.
Ambos se sentaron conmigo en unas sillas, allí debíamos esperar la inminente llegada del barco...
-Buenas noches chavales.- Les dije a los marines que hacían la guardia.- ¿Todo bien?- Continué.
Ambos asintieron con la cabeza, y continuaron canlentándose con la pequeña hoguera que habían hecho. Los dos bebían sake, propablemente para calentarse, pero también comían carne. Uno de ellos me ofreció una costilleja, la cual acepté.
-Jefe, ¿cómo tú por aquí?- Me preguntó uno de ellos.
-Quería pasar un rato con mis chicos, nada más.- Le respondí simplemente.-
La luna alumbraba la zona, y se reflejaba en el mar. Poco a poco, en el lado contrario se podía observar al sol salir, estaba amaneciendo. Aquello solo significaba dos cosas, que mis chicos no tardarían mucho en irse, y que el barco llegaría en casi cualquier momento. Había sido una buena noche. Activé el mantra, pues no debían retrarase mucho los otros marines que debían ayudar.
Mientras esperábamos, me recosté en la silla en la que había estado sentado en todo momento, y me descolgué la mochila. Tras rebuscar un poco en ella encontré lo que buscaba, la piedra de afilar. Cogía a Rishin con delicadeza por la empuñadura, y con el máximo cuidado comencé a pasar con cierta velocidad la piedra sobre la hoja de mi arma, aquello la dejaría en perfecto estado.
Cada poco tiempo pasaba la yema de los dedos por la hoja, asegurándome de que estaba haciendo un buen trabajo, y la verdad, así era. No me cortaba puesto que pasaba la mano por la zona sin filo. Tras acabar de afilar a Rishin, me propuse hacer lo dicho con Anubis, el cual estaba ya bastante afilado.
De repente, pude sentir a alguien a lo lejos de la calle, a dos personas. No creía que fuesen niños o adolescentes, puesto que no era precisamente la hora para ello, por lo que decidí guardar la piedra y colgarme a Anubis de nuevo sobre la cintura para posteriormente levantarme a mirar de quién se trataba.
Se podían observar dos personas altas, vestidas de blanco y azul, es decir, con las típicas ropas marines. Ambos se acercaron a nuestra posición, y se plantaron frente a nosotros. Seguidamente, los dos compañeros que habían pasado conmigo aquella noche se fueron. Los otros dos, me saludaron y se presentaron. Uno de ellos decía Keto. El otro decía llamarse Nire.
Ambos se sentaron conmigo en unas sillas, allí debíamos esperar la inminente llegada del barco...
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Al poco rato llegó al puerto nuestro barco. Era hora de cumplir la tarea. Me levanté de la silla en la que me encontraba sentado y me dirigí al barco. De este bajaron varias personas, y con mi mantra podía notar más individuos dentro de este.
Del barco bajó un hombrecito bajo y trajeado. Parecía no tener mucho pelo, pero si tenía lo llevaba tapado con un sombrero. Tenía un largo bigote blanco, y unos ojos un tanto extraños. En su mano llevaba un bastón.
-Buenos días Vice-Almirante- Dijo a la vez que con su mano izquierda se tocaba la punta del bigote.- Iré a cargar los impuestos...- Concluyó.
La verdad, no sabía con exactitud de quién se trataba, pero tarde o temprano lo descubriría, pues debía entregarme su carnet del Gobierno. Seguido, mandé a los dos reclutas a subir al barco, quería asegurarme de que todo estaba en orden.
Pero... Notaba algo extraño. Mi mantra me indicaba algo que no se veía todos los días. En varias ocasiones había estado ya presente en alguna que otra carga de mercancía, pero no creía que fuera muy normal notar la presencia de un hombrecillo bajo el fondo del mar, mejor dicho, bajo el barco.
Ambos marines bajaron del barco, y se acercaron a mí lentamente, decaídos y sin fuerzas a penas. -Capitán...- Dijo uno antes de desmayarse.- No son marines...- Dijo el otro antes de hacer lo mismo.
Aquello era muy extraño, sí, demasiado para ser verdad. A lo lejos pude ver algo, un barco marine. Se distinguían sus velas con su gaviota. Entonces lo descubrí. Aquellos hombres habían llegado a esta isla para poder introducir contrabando en Shellstown, o en caso contrario, sacarlo de allí.
En aquel momento apareció el tipo bajito y trajeado junto a sus dos guardaespalda, o al menos eso querían simular. -Por favor, dígale a sus hombres que no duerman durante el trabajo...- Dijo. Con aquellas palabras me quedé mirándolo fijamente, probablemente lo intimidase, no todos los días se podían ver aquellos ojos.
-Déjeme comprobar la mercancía, no quiero que se olvide ni un berry.- Le dije intentando comprobar que exportaba.
Estiré el brazo intentando cogerlo, pero lo aparto, tal y como había previsto con mi mantra. Arqueé una ceja con la intención de cuestionar su acción.
-Solo llevo dinero jefe, a parte, si falta algún berry puede quedárselo, con esto será suficiente.- Dijo a la vez que intentaba continuar su marcha.
Interpuse mi brazo, evitando así que pudiese andar, y lo miré al rostro de reojo con cara de asesino psicópata. Así que solo llevaban dinero....
Del barco bajó un hombrecito bajo y trajeado. Parecía no tener mucho pelo, pero si tenía lo llevaba tapado con un sombrero. Tenía un largo bigote blanco, y unos ojos un tanto extraños. En su mano llevaba un bastón.
-Buenos días Vice-Almirante- Dijo a la vez que con su mano izquierda se tocaba la punta del bigote.- Iré a cargar los impuestos...- Concluyó.
La verdad, no sabía con exactitud de quién se trataba, pero tarde o temprano lo descubriría, pues debía entregarme su carnet del Gobierno. Seguido, mandé a los dos reclutas a subir al barco, quería asegurarme de que todo estaba en orden.
Pero... Notaba algo extraño. Mi mantra me indicaba algo que no se veía todos los días. En varias ocasiones había estado ya presente en alguna que otra carga de mercancía, pero no creía que fuera muy normal notar la presencia de un hombrecillo bajo el fondo del mar, mejor dicho, bajo el barco.
Ambos marines bajaron del barco, y se acercaron a mí lentamente, decaídos y sin fuerzas a penas. -Capitán...- Dijo uno antes de desmayarse.- No son marines...- Dijo el otro antes de hacer lo mismo.
Aquello era muy extraño, sí, demasiado para ser verdad. A lo lejos pude ver algo, un barco marine. Se distinguían sus velas con su gaviota. Entonces lo descubrí. Aquellos hombres habían llegado a esta isla para poder introducir contrabando en Shellstown, o en caso contrario, sacarlo de allí.
En aquel momento apareció el tipo bajito y trajeado junto a sus dos guardaespalda, o al menos eso querían simular. -Por favor, dígale a sus hombres que no duerman durante el trabajo...- Dijo. Con aquellas palabras me quedé mirándolo fijamente, probablemente lo intimidase, no todos los días se podían ver aquellos ojos.
-Déjeme comprobar la mercancía, no quiero que se olvide ni un berry.- Le dije intentando comprobar que exportaba.
Estiré el brazo intentando cogerlo, pero lo aparto, tal y como había previsto con mi mantra. Arqueé una ceja con la intención de cuestionar su acción.
-Solo llevo dinero jefe, a parte, si falta algún berry puede quedárselo, con esto será suficiente.- Dijo a la vez que intentaba continuar su marcha.
Interpuse mi brazo, evitando así que pudiese andar, y lo miré al rostro de reojo con cara de asesino psicópata. Así que solo llevaban dinero....
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Al parecer, a los dos matones que acompañaban a ''Mr. Bigotudo'' no le hizo mucha gracia que tocara al que les pagaba, por lo que rápidamente se acercaron a mí. Uno de ellos apartó mi brazo de delante de su jefazo de una forma un poco... digamos no muy amable.
Seguidamente, aprovechando que mis ojos brillaban con el reflejo del sol, pareciendo así aún más siniestros, miré a aquel tipo de una forma intimidante. Cargué energía en mi mano izquierda, es decir, la que más alejada estaba de él. Lentamente comenzó a crearse una bola en la palma de esta, de un color entre anaranjado y amarillo. No sería muy grande, tampoco quería matarlo.
Rápidamente, una vez hubo finalizado el proceso de creación de esta, la disparé a una velocidad elevada, y esta impactó en la boca del estómago del matón, consiguiendo que este saliese despedido varios metros hacia atrás. Tras eso, comencé a correr en dirección de su compañero, a la vez que imbuía ambos puños en haki armadura y aura cortante. Aquello no lo mataría, pero si le provocaría heridas graves.
Mi velocidad era bastante superior a la de mi rival, por lo que conseguí, en cuestión de segundos, asestarle un puñetazo en la cara, y posteriormente otro en el pecho, mandándolo a volar metros atrás, con varias heridas moderadas y graves a lo largo de todas estas zonas corporales.
Aunque... Notaba como si me olvidase de algo. ¡MR. BIGOTUDO! Con tanta tontería de estos tipos aquel tipo calvo había escapado, debía alcanzarlo. Comencé a correr dirección al barco, que aunque tenía ya la puerta cerrada, encontraría la forma de entrar.
Corría dirección al barco, cuando de repente, algo me cogío del tobillo, haciéndome caer al suelo. -Jefe... Antes de salir del barco colocamos unos explosivos dentro, para detonarlos solo hay que darle a este botón.- Dijo uno de mis hombres, pálido y sin fuerzas, a la vez que sacaba un botón.- Hazlo...- Dijo débilmente antes de cerrar los ojos.
-Bien hecho chicos, os habeis ganado un descanso.- Dije en voz baja a la vez que tomaba el botón.
Sostenía fuertemente el interruptor, pero volví a notar a alguien con mi mantra. El tipo de debajo del agua no paraba de moverse, probablemente estuviera intentando coger a algún pez, pero fuera como fuere, debía acabar con el barco. Rápidamente presioné el botón, y el barco explotó, mandándome rodando varios metros atrás, tenía algunas quemaduras no muy graves, por suerte, solamente me había alcanzado un poco...
El barco quedó hecho trizas, y por la magnitud de la explosión diría que ni los cuerpos de los pasajeros quedaron para el recuerdo... Probablemente no quedó nada...
Seguidamente, aprovechando que mis ojos brillaban con el reflejo del sol, pareciendo así aún más siniestros, miré a aquel tipo de una forma intimidante. Cargué energía en mi mano izquierda, es decir, la que más alejada estaba de él. Lentamente comenzó a crearse una bola en la palma de esta, de un color entre anaranjado y amarillo. No sería muy grande, tampoco quería matarlo.
Rápidamente, una vez hubo finalizado el proceso de creación de esta, la disparé a una velocidad elevada, y esta impactó en la boca del estómago del matón, consiguiendo que este saliese despedido varios metros hacia atrás. Tras eso, comencé a correr en dirección de su compañero, a la vez que imbuía ambos puños en haki armadura y aura cortante. Aquello no lo mataría, pero si le provocaría heridas graves.
Mi velocidad era bastante superior a la de mi rival, por lo que conseguí, en cuestión de segundos, asestarle un puñetazo en la cara, y posteriormente otro en el pecho, mandándolo a volar metros atrás, con varias heridas moderadas y graves a lo largo de todas estas zonas corporales.
Aunque... Notaba como si me olvidase de algo. ¡MR. BIGOTUDO! Con tanta tontería de estos tipos aquel tipo calvo había escapado, debía alcanzarlo. Comencé a correr dirección al barco, que aunque tenía ya la puerta cerrada, encontraría la forma de entrar.
Corría dirección al barco, cuando de repente, algo me cogío del tobillo, haciéndome caer al suelo. -Jefe... Antes de salir del barco colocamos unos explosivos dentro, para detonarlos solo hay que darle a este botón.- Dijo uno de mis hombres, pálido y sin fuerzas, a la vez que sacaba un botón.- Hazlo...- Dijo débilmente antes de cerrar los ojos.
-Bien hecho chicos, os habeis ganado un descanso.- Dije en voz baja a la vez que tomaba el botón.
Sostenía fuertemente el interruptor, pero volví a notar a alguien con mi mantra. El tipo de debajo del agua no paraba de moverse, probablemente estuviera intentando coger a algún pez, pero fuera como fuere, debía acabar con el barco. Rápidamente presioné el botón, y el barco explotó, mandándome rodando varios metros atrás, tenía algunas quemaduras no muy graves, por suerte, solamente me había alcanzado un poco...
El barco quedó hecho trizas, y por la magnitud de la explosión diría que ni los cuerpos de los pasajeros quedaron para el recuerdo... Probablemente no quedó nada...
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Tras unos minutos que usé para recuperar el aliento, decidí volverme a poner en pie e intentar buscar algo o alguien que quedase en un estado decente, por no decirlo de otro modo. Pero, por desgracia, no parecía haber nada con tales características, por lo que dando por perdido aquel barco, me senté nuevamente en el suelo.
De mi mochila saqué unas vendas y un desinfectante, debía curar las heridas que la explosión había provocado en mi ser, por lo que, cuidadosamente desinfecté las llagas de mi piel, para posteriormente comenzar a vendar las lesiones.
Pero, algo apareció por una de las calles, era un bicho un tanto...¿extraño? Parecía una mezcla entre pony y obeja, de un color rosado, y en todo momento decía algo parecido a una onomatopeya, ''Gasp''. Comía golosinas, parecía muy goloso, pero lo más extraño era que su aspecto recordaba haberlo visto en alguna otra parte, aunque no lo recordaba con precisión.
Decidí no prestarle mucha atención, por lo que desenfundé a Anubis, y saqué una piedra de afilar, para posteriormente comenzar a afilar este, no quería que su hoja se desgastase, a pesar de que ya se encontraba en muy buenas condiciones, me gustaba tener siempre todos mis armas en las mejores circunstancias posibles.
Tras un largo rato, dos marines aparecieron, parecían tener una llamada del barco que se acercaba en aquel instante al puerto. Cogí el Den Den Mushi, y tras toser un par de veces decidí hablar para ver de quien se trataba.
-¿Buenas?- Dije.- Al habla el Vice-Almirante Drako, ''el vudú''.
-Buenas Vice-Almirante...- Dijo una voz tenebrosa.- Quisiera saber que ha ocurrido horas atrás, vimos la explosión del otro barco.- Prosiguió.
-Ya le informaré cuando llegué al puerto capitán...¿Turlo?- Dije intentando que revelara su nombre, pero nadie respondió, si no que mi interlocutor colgó.
No sabía si realmente habían pasado varias horas, no lo recordaba bien, quizá me hubiese dormido, era frecuente en mi persona, pero aquel bicho rosado seguía dando botes por la zona...
De mi mochila saqué unas vendas y un desinfectante, debía curar las heridas que la explosión había provocado en mi ser, por lo que, cuidadosamente desinfecté las llagas de mi piel, para posteriormente comenzar a vendar las lesiones.
Pero, algo apareció por una de las calles, era un bicho un tanto...¿extraño? Parecía una mezcla entre pony y obeja, de un color rosado, y en todo momento decía algo parecido a una onomatopeya, ''Gasp''. Comía golosinas, parecía muy goloso, pero lo más extraño era que su aspecto recordaba haberlo visto en alguna otra parte, aunque no lo recordaba con precisión.
Decidí no prestarle mucha atención, por lo que desenfundé a Anubis, y saqué una piedra de afilar, para posteriormente comenzar a afilar este, no quería que su hoja se desgastase, a pesar de que ya se encontraba en muy buenas condiciones, me gustaba tener siempre todos mis armas en las mejores circunstancias posibles.
Tras un largo rato, dos marines aparecieron, parecían tener una llamada del barco que se acercaba en aquel instante al puerto. Cogí el Den Den Mushi, y tras toser un par de veces decidí hablar para ver de quien se trataba.
-¿Buenas?- Dije.- Al habla el Vice-Almirante Drako, ''el vudú''.
-Buenas Vice-Almirante...- Dijo una voz tenebrosa.- Quisiera saber que ha ocurrido horas atrás, vimos la explosión del otro barco.- Prosiguió.
-Ya le informaré cuando llegué al puerto capitán...¿Turlo?- Dije intentando que revelara su nombre, pero nadie respondió, si no que mi interlocutor colgó.
No sabía si realmente habían pasado varias horas, no lo recordaba bien, quizá me hubiese dormido, era frecuente en mi persona, pero aquel bicho rosado seguía dando botes por la zona...
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