Galán vs Pelirroja

Por fin había llegado a la isla de Õkyū mazushī. El viaje había sido lento y aburrido, sobre todo aburrido, algo que era raro en mi pues rara vez me aburría. Sin embargo ocurrió. No hubo nada que me hubiese entretenido en La Dolce Vendetta, los libros no tenían nada interesante y la mitad de ellos ya los había leído. Incluso Chispitas se tiraba todo el día durmiendo o comiendo sus pipas. Menudo hámster, sin hacer nada en todo el día. Bostecé y caminé un poco hacia la barandilla del barco.

Me crucé de brazos y miré hacia la isla. Bastante calmada a mi parecer. Una vuelta por ella no me haría. Me giré y apoyé los brazos hacia atrás. Mi vista quedó hacia el mar. El oleaje chocaba suavemente contra el barco. Era interesante ver todo el camino recorrido. Que infinito era el mar... a veces me encantaría dar la vuelta atrás y recorrer todos los sitios por los que pasé. Revivir cada buen momento. Pero... No va a ser posible.

Finalmente atracamos en la playa y una persona me llamó la atención. Antes de bajar del barco se respiraba paz y tranquilidad. Pensaba que sería la única habitante de la isla. No me gustaban las islas deshabitadas, quizás es por que al estar sola tengo miedo y no hay nada que me pueda ayudar. Sin embargo, a veces es mejor estar sola que con ciertas compañías.

La silueta del chico me sonaba demasiado. ¿Byakuro? Estaba segura de que era él. Aunque no estaba muy confiada, pues en nuestro último encuentro casi me mata a mi y a Arribor. Todavía me debe explicaciones de porque casi lo hace. Bajé del barco y caminé hasta cerca de él. Me quedé a un par de metros. - ¿Qué haces aquí? - Pregunté con algo de voz temblorosa.

Yo tampoco me esperaba encontrarle en un lugar como este. El destino da muchas vueltas. Me crucé de brazos escuchando su explicación y miré a los lados y luego a él. ¿No era dueño de sus acciones? En verdad... tenía algo de sentido. Confiaba un poco en él desde el encuentro de Karakuri y sabía que no era capaz de hacerme daño. A su pregunta de la vibre card me acordé de ella. -No... No la perdí. Cuando estaba en mi camarote la puse sobre la cama y se deshizo como si ardiese. - Ya había pasado bastante de aquello, pero recordaba bien incluso me llevé un susto cuando se deshizo.

-Todos estos meses... Sobrevivir en el mar. He estado a punto de morir en alguna ocasión, pero nada nuevo. También intenté saber de ti cuando ocurrió lo de la vibre card, pero no logré y tampoco quería arriesgarme con los cazadores que andan por ahí. - Tomé una pausa y sonreí. - Me alegro que tú también escaparas.

Me acerqué un poco más para romper las distancias. No había cambiado mucho. No como yo. O al menos eso era lo que veía. - ¿Y tú? ¿Que ha sido de ti todo este tiempo? Tienes que contarme muchas cosas - Sonreí otra vez. Había vuelto a recuperar la confianza con él. Tras eso una brisilla se levantó. ¿Era yo o empezaba a hacer calor?

Sus brazos me llamaron la atención pues estaban llenos de cicatrices extrañas. Mi curiosidad era muy grande y seguramente le acabase preguntando aunque no por ahora. Lo de Klaus me dejó anonadada. ¿En serio ya no estaba? Me encantaba el camaleón y su comportamiento. Una lástima que ya no estuviese aquí... Sé que Bya no lo habría pasado bien con eso, conocía su relación hacia él y perder a un amigo duele mucho. Lo sé por experiencia propia, ya lo he vivido unas cuantas veces.

-No me aburrirás. Ya tendrás tiempo de contármelos. Tus... cicatrices me han llamado la atención. -Dije un tanto preocupada. - ¿Hay algo más que tengas que contarme? Si no me lo dices tu lo averiguaré yo misma. - Respondí con una sonrisa pícara al final.

Seguimos caminando por la playa y escuché su comentario. - Puede que sea ironía o tal vez no, pero no todos los cazadores son... iguales. - El calor se mantenía y me quité la chaqueta, esta me llegaba hasta las rodillas como si de una capa se tratase. Me quedé en tirantes. - En cierto modo esta ironía me ha ayudado a encontrarte. ¿Nos adentramos en el bosque? - Le pregunté.

Yo todo lo averiguo por mí misma. Soy demasiado persuasiva y él debería. No hay nada que se escape de mis dominios para intentar saberlo todo y si no lo hay... es que no existe o todavía no ha llegado hasta a mí. No pude evitar sonreír levemente con sus comentarios. - Pues claro... La persuasión es lo mío Byakuro y creo que deberías saberlo perfectamente.

Llegamos a un sitio agradable y vi como jugaba con su bastón. Notaba como bromeaba con sus palabras. Parecía que volvíamos a ser los de antes, tan infantiles.

-¿Ah sí? ¿Me entregarías a pesar de todo? -Dije poniendo una cara triste fingida. Cogí mi katana y con el filo ladeado la bajé por el abdomen de Byakuro. - No serías el primero en querer tomarse a este bomboncito... - Dije con una sonrisa pícara.

Tras esto di un salto hacia atrás y lancé una finta hacia él. -Pero... Siempre podemos comprobar si serías capaz o no.

Que accediese era una buena idea. Yo no estaba tan oxidada como él, pero he de reconocer que tampoco era lo mejor del mundo luchando. Todavía recuerdo cuando me ganó en un torneo. Siempre fue más fuerte que yo así que espero con ganas el día de vencerlo aunque me da el presentimiento de que ese día está muy lejos.

Seguía haciendo calor en aquella pequeña zona del bosque. Miré los movimientos de Byakuro para ver que hacía. Me dejaron un tanto asombrada. Como lo haría... Este chico era siempre una caja de sorpresas siempre.

Había guardado mi katana anteriormente. Muchos giros daba el bastón. No podía perder el tiempo entreteniéndome así. Por lo menos desvié la mirada pronto del bastón y logré esquivar el golpe hacia mi pierna. Que astuto.

Estiré mis manos hacia él como si no fuese a hacer nada. De ellas comenzaron a brotar carámbanos de hielo bastante afilados. Mi intención es que fuesen a su cuerpo en todas direcciones a ver si lograba esquivarlos. No era un ataque muy ofensivo, pero no estaba mal para empezar.

- Suelo resistir demasiado. - Moví mi vista hacia sus ojos. - Por tu culpa me están apeteciendo bombones. Más te vale invitarme. - Solté con una sonrisa mientras baja los brazos.

Vaya no había logrado evitarlos... Cuando vi aquel hilillo carmesí de la comisura de sus labios me preocupé. No era una preocupación normal, como de las que suelo tener, sino que era el miedo que sentía cuando luchaba con personas que apreciaba. Ese sentimiento de perder a alguien me atormentaba y más si era por mi culpa. Decidí olvidar eso y seguir atenta a esta pequeña lucha.

-Lo siento, Bya... -Dije aunque luego sonreí. Me preparé para su próximo ataque. Vi sus movimientos y este me llamó la atención demasiado. De que me sonaba... ¡Si! Lo había utilizado contra mi la primera vez que nos conocimos.

Intenté esquivar algunas ondas, pero algunas consiguieron rasgarme la ropa e incluso me dieron algún picor en el brazo. Buen ataque. Cuando me preguntó asentí sonriendo. - Vaya... Con el calor que hace y me has liberado de algo de ropa. No está mal. - Dije pícaramente.

Tras eso saqué mis dos katanas. Si él se dedicaba a rasgar mi ropa, yo haría lo mismo. Pero las ondas eran un poco más fuertes de lo habitual. Estas no buscaban hacer daño sino dejar rozaduras que escociesen un poco pero se pasaban rápido. - ¿No tienes calor? Eso te refrescará. - Pregunté sonriendo mientras mordía un poco la uña.

Sigo pensando que a lo mejor me he pasado un poco con los ataques. Detesto luchar con amigos, pero siempre acaban ocurriendo cosas así. Por su comentario me quedé un poco extrañada. ¿Él molesto? ¿Qué había pasado? Me crucé de brazos y ladeé la cabeza en señal de duda. Cuando iba a hablarle el me interrumpió así que decidí escucharlo.

Por un momento pensé que se rajaría de continuar, pero no había sido más que una simple suposición. Me alegré cuando dijo de continuar, pero aún así me había dejado extrañada. A qué habría venido eso... Había bajado la vista al suelo y cuando la levanté vi venir a Bya corriendo hacia mí. Intenté echarme hacia atrás pero el cayó encima mía.

Intentaba levantarme pero no podía. Bufé e inflé los mofletes. Así que todo esto para caer encima mía... Buena táctica la de despistarme. Ahora estaba tumbada sobre la hierba con Bya encima. Pregunté con una sonrisa. - ¿Qué es lo que harás para la próxima, eh? - Mi curiosidad era grande, y no tenía mucha fuerza para quitarlo de encima así que posé mis manos sobre la hierba y le miré.

Intenté mover un poco las piernas pero era inútil. Vi como las heridas de su cuerpo comenzaban a desaparecer. Me quedé atónita unos instantes. Me pregunto como lo haría o como sería capaz de tener ese don. Moví la cabeza hacia los lados y luego la dejé recta mirando hacia arriba. Cuando clavó el bastón sobre el suelo me asusté. Lo había hecho con demasiada fuerza.

¿Desventajosa? Puede. No es la mejor posición del mundo, pero desde aquí podría hacer muchas cosas, lo que pasa es... que... no me apetece pensar que hacer. - Byakuro... Es un poco injusto que me tengas aquí abajo. Sería mejor si yo estuviese arriba. - Dije sonriendo.

Levanté mis manos y las posé sobre mi vientre. Lo que tenía en las manos creo que era un dial. - Mmm... Creo que es un dial, he visto muchos así de parecidos, pero desconozco su uso. - Tomé una pausa y seguí hablando. - ¿Cuál es su función?

Asentí de arriba abajo ante su pregunta. Arriba estaría mucho más cómoda, y sinceramente, no me apetecía estar en esta posición. No era incómoda del todo, pero sería mi instinto de superioridad. Siempre arriba, dirigiéndolo todo, en el punto de mira.

Ni que fuera una tramposa, seguramente lo diría con ironía pues yo no usaba trucos sucios o viejos para ganar. Al menos no por ahora. Con un impulso me levanté. - Tendrás todos los bombones que quieras. - Respondí. Más le valía comprar después de esto bombones aunque creo que en el barco los había. Aunque con el calor que hacía... acabarían completamente derretidos y adiós bombones.

En estos momentos podría intentar algo contra él, pero prefería esperar mientras mantuviese ese dial entre las manos. Un dial de feromonas... Eso no me daba buena espina y menos proviniendo de alguien como él.

Lo entendía perfectamente. - ¿Qué planeas hacer con él? Ese objeto es muy peligroso en tus manos... Sería mejor que me lo dieses. - Dije sonriendo y con una voz seductora.

Finalmente accedió a darme el dial. Lo miré por todos lados y lo pasé de una mano a otra. Los diales siempre fueron útiles, pero en la mitad de los combates que estuve nunca había tenido oportunidad de usarlos aunque tenía unos cuantos por el barco.

Bombones... Parece que iban a estar muy presentes en nuestro encuentro. A lo mejor encontrábamos una cabaña en medio de la montaña y terminábamos allí, pero estos no eran los planes que buscaba hoy.

Me acerqué un poco hacia él pasando la mano sobre su hombro. - Yo también sé usarlo... Me encantan estos tipos de aparatos. Suelen ser tan útiles. - En ese momento activé el dial para que comenzase a salir todo lo de su interior y me aparté él. Lo dejé caer al suelo y transformé mi mano en una garra para dirigir un zarpazo hacia su abdomen.

Había fallado... ¿Por qué? Encima usé mal el dial, tendría que haber sido más sorpresa, esto era de esperar. Si es que soy torpe como yo sola. Hice que mi garra volviese a ser normal transformándose en la mano. Sin darme cuenta el había activado otro dial de feromonas. Tiré el mío al suelo para echarme hacia atrás y no respirar, pero fue tarde pues había respirado un poco de las feromonas.

La cabeza comenzó a darme vueltas. Mi vista se nubló y me tambaleé un poco pasando la mano por la frente. Ya estaban haciendo efecto las feromonas. Miré a Byakuro el cual tenía algo de ropa desgarrada y el calor de la zona aumentó.

¿Yo provocativa? Me miré y vi los ropajes rotos. Asentí levemente con la cabeza y sonreí. - Sin sorpresas... Todo sería muy aburrido. Y debo actuar como una buena gatita. - Me acerqué a él. - Y... si hubiese sido sorpresa... No nos habrías dejado en esta situación... - Dije bajando el tono de voz poco a poco.