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Condiciones:
- A muerte.
- Sin haoshoku haki.
- Jeremy enterrará a Liam en su ciudad natal y se quedará con su pluma como recuerdo.
Escenario: Dressrosa: Este reino le roba el corazón a los visitantes por muchas razones... La primera por su fascinante aroma a flores y por el delicioso aroma de su comida. La segunda, por el apasionado baile de sus mujeres. Éste es el país del Amor y la Pasión.
Comienza Liam.
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Había cruzado al Nuevo Mundo sin mi capitán. No es que hubiera abandonado la banda, sino que quería completar mi sueño. Enfrentarme al mejor espadachín del mundo. Y ese era Jeremy Brighthand, el Ju Senshi. Los rumores me habían traído a las bellas costas de Dressrosa, donde las mujeres y las flores eran las protagonistas del lugar. Encontrarlo iba a ser verdaderamente difícil, así que me propuse a ir al palacio real.
Tras asesinar a unos guardias molestos que me impidieron la entrada, y hacer cuatro rehenes, cogí el den den mushi. Había pensado que en vez de ir yo, que él viniera a mi. Y que mejor forma que con un mensaje que toda la isla pudiera escuchar. Cogí aire y me dispuse a hablar.
- ¡Jeremy Brighthand!¡Yo, Liam Waterson, también conocido como Slayer, te reto a un duelo a muerte para determinar quien es mejor espadachín!¡Nos encontraremos a las siete de esta tarde en el Puente a Greenbit!¡Allí te espero, Ken Kotei!
Acto seguido, colgué. Miré a los rehenes atentamente. El miedo estaba presente en sus caras. Pero no les mataría. Suspiré desanimado. Ojalá tuviera más tiempo para formular este reto, pero últimamente había notado en mi los síntomas de una enfermedad que había ido pasando de padres a hijos. Y, sinceramente, prefería morir a manos de una leyenda que podrido en una cama. Abrí la puerta para irme.
- Vosotros. Sois libres; pero porfavor, dejadme cumplir mi última voluntad.
Me fui del palacio a paso raudo, ya que no sabía si cumplirían lo que les había pedido. Crucé la ciudad, no antes sin parar para comprar un pastel de carne y un buen licor de mora. Engullé el pastel y me guardé la pequeña petaca en el interior de la túnica. Llegué al puente un poco antes de la hora. Como no había nadie, me apoyé a la estructura metálica y empecé a dormitar.
Tras asesinar a unos guardias molestos que me impidieron la entrada, y hacer cuatro rehenes, cogí el den den mushi. Había pensado que en vez de ir yo, que él viniera a mi. Y que mejor forma que con un mensaje que toda la isla pudiera escuchar. Cogí aire y me dispuse a hablar.
- ¡Jeremy Brighthand!¡Yo, Liam Waterson, también conocido como Slayer, te reto a un duelo a muerte para determinar quien es mejor espadachín!¡Nos encontraremos a las siete de esta tarde en el Puente a Greenbit!¡Allí te espero, Ken Kotei!
Acto seguido, colgué. Miré a los rehenes atentamente. El miedo estaba presente en sus caras. Pero no les mataría. Suspiré desanimado. Ojalá tuviera más tiempo para formular este reto, pero últimamente había notado en mi los síntomas de una enfermedad que había ido pasando de padres a hijos. Y, sinceramente, prefería morir a manos de una leyenda que podrido en una cama. Abrí la puerta para irme.
- Vosotros. Sois libres; pero porfavor, dejadme cumplir mi última voluntad.
Me fui del palacio a paso raudo, ya que no sabía si cumplirían lo que les había pedido. Crucé la ciudad, no antes sin parar para comprar un pastel de carne y un buen licor de mora. Engullé el pastel y me guardé la pequeña petaca en el interior de la túnica. Llegué al puente un poco antes de la hora. Como no había nadie, me apoyé a la estructura metálica y empecé a dormitar.
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Una figura se acerca por el puente, a la hora acordada. Era un hombre mayor, vestido con una chaqueta de cuero negra, una camisa gastada y remendada, pantalones negros en no mucho mejor estado, unas botas deslustradas y un parche sobre el ojo derecho. Una barba algo descuidada y canosa cubría la mitad inferior de su rostro. El llamado Mejor Espadachín del Mundo no parecía una persona que destacase especialmente por su atuendo. Su rostro, habitualmente risueño, estaba totalmente serio. "Hacía tiempo que nadie me retaba... ¿por qué los rehenes? ¿No le bastaba con pedirme un combate singular? Maldición, estos jóvenes impulsivos..." Al cinto llevaba una katana con una guarda que recordaba más a la de un estoque y un mango simplón, de color negro. La vaina estaba tan vieja y gastada como su propia ropa, aunque no tanto como la espada de entrenamiento que llevaba junto a la otra. El bokken tenía marcas y rascazos por todos lados, y tenía pinta de necesitar ser repuesto urgentemente. Aun así, aquello no parecía preocupar a Jeremy. Al ver a la figura del joven, se acercó hasta quedar a unos metros de él, con la mano sobre el arma de madera.
- Tú debes de ser Liam. ¿Dónde están los rehenes?
Miró a su alrededor, pero no había nadie más. "Qué tonto soy... me estoy haciendo mayor. Usaré mi kenbunshoku." Activó su mantra, pero no percibió a absolutamente nadie en la inmediaciones. Tan sólo estaban él y Slayer. Ah, y aquel enorme pez luchador. A una velocidad de vértigo, saltó sobre el chico y se colocó en la barandilla, desenvainando el bokken. Se escuchó un ruido como el que se escucha al cortar el aire, y el enorme animal fue cortado por la mitad. El hombre miró con rabia hacia el agua, y activó su haoshoku sobre el banco de peces. Así no intervendrían. Tras notar cómo los enormes monstruos se dispersaban, volvió a su posición original de un salto. A pesar de su edad, tenía una flexibilidad y agilidad envidiables. Dirigió una dura mirada a Liam y dijo:
- Bien joven, ¿dónde están esos rehenes? No noto a nadie cerca. Y me han dicho que habías tomado prisioneros.
Lo miró a los ojos, centrando su haki sobre él. Lo primero que percibió fue que su retador era débil, mucho más débil que él. No tenía ninguna oportunidad de vencerle, ni aunque Jeremy hubiese peleado con la mano zurda, los ojos vendados y sin usar haki. Suspiró, algo entristecido. "¿Es un loco ególatra, o tan sólo un suicida?" Había estado informándose, y al parecer era un pirata con 60.000.000 de recompensa por su cabeza. No le apetecía matar a un novato como aquel, aunque había de reconocer que le había cabreado el hecho de que secuestrase a inocentes sólo para conseguir su reto. Pero entonces captó algo más con su mantra. Desesperación, sufrimiento, tristeza. "No creo que realmente piense que va a ganar. ¿Qué le pasa?" No parecía un mal hombre... aquella situación era más de lo que parecía a primera vista.
- No hay rehenes, ¿verdad? - preguntó Jeremy, cruzándose de brazos - Escucha, si vamos realmente a enfrentarnos a muerte, antes quiero escuchar tu historia y tus motivos para hacer esto. Si no me convences, me negaré a pelear. Soy un adiestrador de piratas novatos, no un asesino de ellos. Y de este combate no saldrás victorioso... cosa que creo que ya sabes.
- Tú debes de ser Liam. ¿Dónde están los rehenes?
Miró a su alrededor, pero no había nadie más. "Qué tonto soy... me estoy haciendo mayor. Usaré mi kenbunshoku." Activó su mantra, pero no percibió a absolutamente nadie en la inmediaciones. Tan sólo estaban él y Slayer. Ah, y aquel enorme pez luchador. A una velocidad de vértigo, saltó sobre el chico y se colocó en la barandilla, desenvainando el bokken. Se escuchó un ruido como el que se escucha al cortar el aire, y el enorme animal fue cortado por la mitad. El hombre miró con rabia hacia el agua, y activó su haoshoku sobre el banco de peces. Así no intervendrían. Tras notar cómo los enormes monstruos se dispersaban, volvió a su posición original de un salto. A pesar de su edad, tenía una flexibilidad y agilidad envidiables. Dirigió una dura mirada a Liam y dijo:
- Bien joven, ¿dónde están esos rehenes? No noto a nadie cerca. Y me han dicho que habías tomado prisioneros.
Lo miró a los ojos, centrando su haki sobre él. Lo primero que percibió fue que su retador era débil, mucho más débil que él. No tenía ninguna oportunidad de vencerle, ni aunque Jeremy hubiese peleado con la mano zurda, los ojos vendados y sin usar haki. Suspiró, algo entristecido. "¿Es un loco ególatra, o tan sólo un suicida?" Había estado informándose, y al parecer era un pirata con 60.000.000 de recompensa por su cabeza. No le apetecía matar a un novato como aquel, aunque había de reconocer que le había cabreado el hecho de que secuestrase a inocentes sólo para conseguir su reto. Pero entonces captó algo más con su mantra. Desesperación, sufrimiento, tristeza. "No creo que realmente piense que va a ganar. ¿Qué le pasa?" No parecía un mal hombre... aquella situación era más de lo que parecía a primera vista.
- No hay rehenes, ¿verdad? - preguntó Jeremy, cruzándose de brazos - Escucha, si vamos realmente a enfrentarnos a muerte, antes quiero escuchar tu historia y tus motivos para hacer esto. Si no me convences, me negaré a pelear. Soy un adiestrador de piratas novatos, no un asesino de ellos. Y de este combate no saldrás victorioso... cosa que creo que ya sabes.
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Un ruido me despertó de mi ligero sueño. Más que un ruido, una pregunta. Delante de mi, un hombre de aspecto dejado me preguntaba si era Liam y que donde estaban los rehenes. Supongo que los prisioneros a los que había apresado se deberían haber ido de la lengua. Quizás hubiera sido mejor matarlos. Pero lo hecho hecho estaba.
- Si, ese soy yo.
Me empecé a levantar, pesadamente. Estaba deseando que el combate se acabará y pudiera reunirme con mis nobles ancestros. ¿Me recibirían con los brazos abiertos o me repudiarían por haber sido pirata? En poco tiempo lo descubriría. Iba a desenvainar los sables, cuando el Ju Senshi desapareció ante mi. Casi al instante, un enorme pez luchador era cortado por la mitad. Miré a aquel hombre con admiración. Si por algún casual muy remoto, pero muy remoto, lo ganaba, me podría quedar con esa increíble esp...¡¿un bokken?! ¡Alucinante! Con tan solo un bokken de madera, que a juzgar por el aspecto era un milagro que siguiera entero, había partido a un enorme animal de gran poder. Y yo le retaba.
- Bien joven, ¿dónde están esos rehenes? No noto a nadie cerca. Y me han dicho que habías tomado prisioneros.
Parecía que era buena persona, ya que se estaba preocupando de unas personas totalmente ajenas a él. Me disponía a contestarle, pero desistí. Seguro que en esos momentos ya debía haber usado su haki de observación y se habría dado cuenta de que estábamos solos. Hice un suspiro y miré al suelo. Si tan solo hubiera podido aprender un poco de haki... Seguro que me habría dado cuenta del pez y quizás podría aguantar un poco en el combate. Noté su mirada en mi. Seguramente se estaría preguntando como alguien tan sumamente débil como yo se dignaba a retarle, a él, el mejor espadachín del mundo. Si yo fuera él, también me formularía esa pregunta.
- No hay rehenes, ¿verdad? Escucha, si vamos realmente a enfrentarnos a muerte, antes quiero escuchar tu historia y tus motivos para hacer esto. Si no me convences, me negaré a pelear. Soy un adiestrador de piratas novatos, no un asesino de ellos. Y de este combate no saldrás victorioso... cosa que creo que ya sabes.
Estas palabras me sorprendieron.¿Tenía que contarle mi historia y convencerlo para luchar?¿Adiestraba a piratas novatos? Una lástima que me quedase tan poco tiempo, porque entrenar con tal leyenda me hubiera encantado.
- Soy consciente de ello. Ni en cien años te podría ganar. Verás, el motivo por el que te reto es simple. En un mes voy a morir. Soy víctima de una rarísima enfermedad hereditaria mortal. Esta degenera tu cuerpo rápidamente, hasta que te consume de dolor. Antes de pasar por esto, prefiero morir en combate.¿Y porque no contra el mejor del mundo? Quedara mucho mejor en mi lápida "Murió en combate contra el Mejor Espadachín del Mundo" que "Se pudrió en la cama sin hacer nada", ¿no crees?
Me quité la túnica azul, quedándome con una camisa blanca simple y mis pantalones de cuero gastados. Antes de dejarla al suelo, rebusqué en el interior hasta encontrar la petaca de licor. Me la puse en la cintura, aguantada por el cinturón de cuero. Acto seguido, desenvainé ambos sables. Mis Cold Blades, de categoría Ryö Wazamono resplandecieron. Sería la última vez que los vería. Pero les daría una digna despedida. Sonreí.
- No se si te he convencido, pero déjame que te pida algo. Cuando me mates, quédate con la pluma que tengo colgada en el cuello. Y, si no es mucha molestia, me gustaría que me enterrases en mi isla natal, Water Seven con mi sables.
Continué sonriendo, aunque era una sonrisa triste. Me dolía morir tan pronto, pero más me dolía no poder ver como mi capitán lograba su sueño. Habíamos pasado por tantas aventuras... Luchamos contra lobos, combatimos entre nosotros y hasta participamos en la guerra. Ojala todo le fuera bien en mi ausencia.
- Si, ese soy yo.
Me empecé a levantar, pesadamente. Estaba deseando que el combate se acabará y pudiera reunirme con mis nobles ancestros. ¿Me recibirían con los brazos abiertos o me repudiarían por haber sido pirata? En poco tiempo lo descubriría. Iba a desenvainar los sables, cuando el Ju Senshi desapareció ante mi. Casi al instante, un enorme pez luchador era cortado por la mitad. Miré a aquel hombre con admiración. Si por algún casual muy remoto, pero muy remoto, lo ganaba, me podría quedar con esa increíble esp...¡¿un bokken?! ¡Alucinante! Con tan solo un bokken de madera, que a juzgar por el aspecto era un milagro que siguiera entero, había partido a un enorme animal de gran poder. Y yo le retaba.
- Bien joven, ¿dónde están esos rehenes? No noto a nadie cerca. Y me han dicho que habías tomado prisioneros.
Parecía que era buena persona, ya que se estaba preocupando de unas personas totalmente ajenas a él. Me disponía a contestarle, pero desistí. Seguro que en esos momentos ya debía haber usado su haki de observación y se habría dado cuenta de que estábamos solos. Hice un suspiro y miré al suelo. Si tan solo hubiera podido aprender un poco de haki... Seguro que me habría dado cuenta del pez y quizás podría aguantar un poco en el combate. Noté su mirada en mi. Seguramente se estaría preguntando como alguien tan sumamente débil como yo se dignaba a retarle, a él, el mejor espadachín del mundo. Si yo fuera él, también me formularía esa pregunta.
- No hay rehenes, ¿verdad? Escucha, si vamos realmente a enfrentarnos a muerte, antes quiero escuchar tu historia y tus motivos para hacer esto. Si no me convences, me negaré a pelear. Soy un adiestrador de piratas novatos, no un asesino de ellos. Y de este combate no saldrás victorioso... cosa que creo que ya sabes.
Estas palabras me sorprendieron.¿Tenía que contarle mi historia y convencerlo para luchar?¿Adiestraba a piratas novatos? Una lástima que me quedase tan poco tiempo, porque entrenar con tal leyenda me hubiera encantado.
- Soy consciente de ello. Ni en cien años te podría ganar. Verás, el motivo por el que te reto es simple. En un mes voy a morir. Soy víctima de una rarísima enfermedad hereditaria mortal. Esta degenera tu cuerpo rápidamente, hasta que te consume de dolor. Antes de pasar por esto, prefiero morir en combate.¿Y porque no contra el mejor del mundo? Quedara mucho mejor en mi lápida "Murió en combate contra el Mejor Espadachín del Mundo" que "Se pudrió en la cama sin hacer nada", ¿no crees?
Me quité la túnica azul, quedándome con una camisa blanca simple y mis pantalones de cuero gastados. Antes de dejarla al suelo, rebusqué en el interior hasta encontrar la petaca de licor. Me la puse en la cintura, aguantada por el cinturón de cuero. Acto seguido, desenvainé ambos sables. Mis Cold Blades, de categoría Ryö Wazamono resplandecieron. Sería la última vez que los vería. Pero les daría una digna despedida. Sonreí.
- No se si te he convencido, pero déjame que te pida algo. Cuando me mates, quédate con la pluma que tengo colgada en el cuello. Y, si no es mucha molestia, me gustaría que me enterrases en mi isla natal, Water Seven con mi sables.
Continué sonriendo, aunque era una sonrisa triste. Me dolía morir tan pronto, pero más me dolía no poder ver como mi capitán lograba su sueño. Habíamos pasado por tantas aventuras... Luchamos contra lobos, combatimos entre nosotros y hasta participamos en la guerra. Ojala todo le fuera bien en mi ausencia.
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La tristeza tiñó la mirada del hombre joven, que meneó la cabeza. Aquel joven, tan lleno de vida, y condenado a morir con tan corta edad. Recordó a su capitán y la melancolía y nostalgia lo invadió. Desde la muerte de James y que la banda se separó, se había dedicado a ayudar a jóvenes piratas como aquel a perseguir sus sueños. Había ayudado a incontables novatos, y entrenado a decenas de ellos. Sin embargo, nunca había levantado la mano contra otros bucaneros a menos que se lo merecieran o fuese por una cuestión de honor. En cambio allí estaba, a punto de matar a un chico que no debía tener más de veintidós o veintitrés años. E irónicamente, le hacía un favor con ello. Se enganchó el bokken al cinto, y se quitó la chaqueta de cuero, tirándola al suelo del puente.
- De acuerdo. Acepto tu reto. Hace mucho tiempo conocí a alguien a quien me recuerdas bastante. Esa persona no pudo cumplir su sueño, dado que la vida le fue arrebatada injustamente. Tú tienes la oportunidad de elegir cómo quieres morir, y has elegido una manera honrosa. Me ocuparé de que tu nombre no sea olvidado, Liam Waterson.
Tocaba luchar... normalmente Jeremy empleaba su bokken para combatir contra todos sus oponentes para evitar que el combate fuese demasiado corto. Sólo contra aquellos que podían llegar a resultarle un auténtico desafío desenvainaba su katana. Antes empleaba la Sūkikyō, pero después de que se la robaran en Loguetown, se había forjado él mismo su nueva katana: Tsuki no me. Esa katana la guardaba para ocasiones muy especiales, pues la estaba reservando para el día en que matase al asesino de su capitán... Luchs. El día que lograse capturar a aquel desgraciado no tendría piedad. Por un instante su rostro se ensombreció mientras observaba su katana, pero tan sólo duró un instante. Desenvainó el arma, y la empuñó a una mano. La mantuvo apuntando al suelo sin adoptar ninguna clase de guardia.
- Dado que es un favor especial, emplearé contra ti mi Tsuki no me. A menos que desees lo contrario, no usaré mis técnicas especiales ni ninguno de mis hakis. Y dado que eres el retador, te cedo el primer golpe.
Tras eso, adoptó una postura aparentemente calmada y relajada. No parecía que estuviese a punto de sostener un combate a muerte. Sin embargo, era mera apariencia. Un detalle que podría habérsele escapado a un observador no lo suficientemente atento era una ligera tensión en su brazo derecho, el cuál no estaba totalmente relajado. No necesitaba mucho más que eso para el combate; no por nada era llamado el Mejor Espadachín del Mundo. Observó la postura de Liam, fijándose hasta en el más mínimo de sus gestos. Años de combate le habían dado la experiencia suficiente para predecir en cierta medida los movimientos de su adversario aun sin emplear el mantra. Bastaba con fijarse en la actitud de su rival, y analizar sus gestos. Hacerlo correctamente podía permitir saber cuándo un movimiento del pie sería seguido por una guardia o por un ataque. Y en el caso de los espadachines, Jeremy era especialmente diestro.
- El mundo tiene una lógica extraña. Yo, que soy viejo, voy a sobrevivirte a jovenzuelo como tú. Y tú y otra gente de tu edad muere.
- De acuerdo. Acepto tu reto. Hace mucho tiempo conocí a alguien a quien me recuerdas bastante. Esa persona no pudo cumplir su sueño, dado que la vida le fue arrebatada injustamente. Tú tienes la oportunidad de elegir cómo quieres morir, y has elegido una manera honrosa. Me ocuparé de que tu nombre no sea olvidado, Liam Waterson.
Tocaba luchar... normalmente Jeremy empleaba su bokken para combatir contra todos sus oponentes para evitar que el combate fuese demasiado corto. Sólo contra aquellos que podían llegar a resultarle un auténtico desafío desenvainaba su katana. Antes empleaba la Sūkikyō, pero después de que se la robaran en Loguetown, se había forjado él mismo su nueva katana: Tsuki no me. Esa katana la guardaba para ocasiones muy especiales, pues la estaba reservando para el día en que matase al asesino de su capitán... Luchs. El día que lograse capturar a aquel desgraciado no tendría piedad. Por un instante su rostro se ensombreció mientras observaba su katana, pero tan sólo duró un instante. Desenvainó el arma, y la empuñó a una mano. La mantuvo apuntando al suelo sin adoptar ninguna clase de guardia.
- Dado que es un favor especial, emplearé contra ti mi Tsuki no me. A menos que desees lo contrario, no usaré mis técnicas especiales ni ninguno de mis hakis. Y dado que eres el retador, te cedo el primer golpe.
Tras eso, adoptó una postura aparentemente calmada y relajada. No parecía que estuviese a punto de sostener un combate a muerte. Sin embargo, era mera apariencia. Un detalle que podría habérsele escapado a un observador no lo suficientemente atento era una ligera tensión en su brazo derecho, el cuál no estaba totalmente relajado. No necesitaba mucho más que eso para el combate; no por nada era llamado el Mejor Espadachín del Mundo. Observó la postura de Liam, fijándose hasta en el más mínimo de sus gestos. Años de combate le habían dado la experiencia suficiente para predecir en cierta medida los movimientos de su adversario aun sin emplear el mantra. Bastaba con fijarse en la actitud de su rival, y analizar sus gestos. Hacerlo correctamente podía permitir saber cuándo un movimiento del pie sería seguido por una guardia o por un ataque. Y en el caso de los espadachines, Jeremy era especialmente diestro.
- El mundo tiene una lógica extraña. Yo, que soy viejo, voy a sobrevivirte a jovenzuelo como tú. Y tú y otra gente de tu edad muere.
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- De acuerdo. Acepto tu reto. Hace mucho tiempo conocí a alguien a quien me recuerdas bastante. Esa persona no pudo cumplir su sueño, dado que la vida le fue arrebatada injustamente. Tú tienes la oportunidad de elegir cómo quieres morir, y has elegido una manera honrosa. Me ocuparé de que tu nombre no sea olvidado, Liam Waterson.
Una oleada de alegría me invadió. Moriría luchando, de forma honrosa. Y encima contra el Emperador de la Espada, el mejor espadachín del mundo. Aunque iba a morir en ese combate, no debía permitir sentirme afligido y debía luchar con todas mis fuerzas. Le mostraría mi nivel de espadachín. Por suerte, mis espadas eran de gran calidad, de modo que con su bokken no podría romperlas. Vi como se quitaba la chaqueta y enfundaba el bokken, cosa que me sorprendió. Si no lo iba a emplear, ¿acaso tendría la magnífica oportunidad de ver en acción una de sus espadas legendarias?
Desenvainó su katana, que era majestuosa. Se notaba que tenía una calidad muy superior a las mías; hasta se podía sentir el mismo poder de la espada.
- Dado que es un favor especial, emplearé contra ti mi Tsuki no me. A menos que desees lo contrario, no usaré mis técnicas especiales ni ninguno de mis hakis. Y dado que eres el retador, te cedo el primer golpe.
- Me alagas. Son demasiados honores para un moribundo. Y sobre lo de los hakis y las técnicas, como quieras.
Inspiré aire, preparado para dar mi último combate. Apreté el mango de los sables con fuerza y retrasé la pierna derecha un poco. Mi rival, aparentaba una gran tranquilidad y mantenía una posición relajada. Pero aún así, seguro que estaba preparado. No por nada era llamado el Mejor Espadachín del Mundo.
Primero lo atacaría con mi movimiento favorito. Había sido el primero que había aprendido, y estaba muy orgulloso de él. Crucé los brazos y me agaché un poco, preparado para correr. Tensé los músculos y ataqué.
- ¡Corte Doble!
Rápidamente cubrí las distancias que nos separaban y traté de hacer un semicírculo delante de mi, con ambas espadas. Si por alguna misteriosa razón del universo le hubiera dado, esto le propiciaría un corte horizontal a la altura del esternón, de una gravedad media. Sin saber el resultado de mi ataque, me puse, sin moverme, en guardia y atento a cualquier movimiento que pudiera venir a continuación.
Una oleada de alegría me invadió. Moriría luchando, de forma honrosa. Y encima contra el Emperador de la Espada, el mejor espadachín del mundo. Aunque iba a morir en ese combate, no debía permitir sentirme afligido y debía luchar con todas mis fuerzas. Le mostraría mi nivel de espadachín. Por suerte, mis espadas eran de gran calidad, de modo que con su bokken no podría romperlas. Vi como se quitaba la chaqueta y enfundaba el bokken, cosa que me sorprendió. Si no lo iba a emplear, ¿acaso tendría la magnífica oportunidad de ver en acción una de sus espadas legendarias?
Desenvainó su katana, que era majestuosa. Se notaba que tenía una calidad muy superior a las mías; hasta se podía sentir el mismo poder de la espada.
- Dado que es un favor especial, emplearé contra ti mi Tsuki no me. A menos que desees lo contrario, no usaré mis técnicas especiales ni ninguno de mis hakis. Y dado que eres el retador, te cedo el primer golpe.
- Me alagas. Son demasiados honores para un moribundo. Y sobre lo de los hakis y las técnicas, como quieras.
Inspiré aire, preparado para dar mi último combate. Apreté el mango de los sables con fuerza y retrasé la pierna derecha un poco. Mi rival, aparentaba una gran tranquilidad y mantenía una posición relajada. Pero aún así, seguro que estaba preparado. No por nada era llamado el Mejor Espadachín del Mundo.
Primero lo atacaría con mi movimiento favorito. Había sido el primero que había aprendido, y estaba muy orgulloso de él. Crucé los brazos y me agaché un poco, preparado para correr. Tensé los músculos y ataqué.
- ¡Corte Doble!
Rápidamente cubrí las distancias que nos separaban y traté de hacer un semicírculo delante de mi, con ambas espadas. Si por alguna misteriosa razón del universo le hubiera dado, esto le propiciaría un corte horizontal a la altura del esternón, de una gravedad media. Sin saber el resultado de mi ataque, me puse, sin moverme, en guardia y atento a cualquier movimiento que pudiera venir a continuación.
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Era un momento extraño. Aquella sería de las pocas veces que Jeremy tendría ocasión de "celebrar" una muerte. Sin embargo, era una alegría amarga. Pero prefería pensarlo como que estaba ahorrándole semanas o incluso meses de sufrimiento, postrado en una cama. Y le estaba dando un final digno de un pirata bravo como él. Sí... y por eso mismo debía darle un combate apropiado. No podía esforzarse y combatir al 100% o lo mataría al instante, pero sí que debía darle un espectáculo y demostrarle por qué le llamaban Emperador de la Espada. No usaría su akuma, dado que entonces destrozaría sus espadas sin esfuerzo, pero tampoco se dejaría dar. Por otro lado, tal vez sí empleara alguna técnica... Liam había sido lo bastante valiente como para no impedírselo a pesar de haberse ofrecido a no usar ninguna. Se había ganado la oportunidad de ver alguno de sus mejores golpes.
Tras unos instantes de aparente vacilación, Liam cargó contra él. No le fue difícil ver a través de los movimientos del pirata, pues este no parecía querer ocultar sus intenciones. Cruzando los brazos, preparaba un tajo doble. Un movimiento interesante si tenías un nivel de habilidad similar al de tu adversario, pero una mala elección contra un oponente que te supera en velocidad, habilidad y experiencia. Jeremy se mantuvo inmóvil, a la espera, y en el último momento realizó una serie de movimientos tan veloces que apenas fueron visibles más allá de un manchón borroso. El espadachín se echó hacia atrás lo justo para ponerse fuera del alcance de las espadas, al tiempo que levantaba la suya y golpeaba la que Liam empuñaba con su mano izquierda desde "atrás". Su intención era empujar una de las espadas contra la otra y desviar ambas hacia la izquierda de Liam. Con la inercia, probablemente él trastabillase o incluso se girase un poco en esa dirección. Tras eso, Jeremy alzó a Tsuki no Ame en una especie de pose de esgrima y dijo:
- Mala elección.
Se escuchó un ruido de un silbido cuando la katana de Jeremy cortó el aire con su velocidad. Con precisión milimétrica, lanzó una velocísima estocada al pecho de Liam evitando a propósito puntos vitales. El ataque fue tan veloz e iba tan bien calculado que era difícil que se equivocara y golpease en un punto mortal. Tenía demasiada experiencia en combate ya. Con aquel golpe estaba demostrándole que iba en serio. No quería acabar el combate en el primer intercambio, pero devolver un golpe sencillo o fácil de esquivar hubiese sido un golpe al orgullo de Liam. Y atacar lanzando golpes que resultasen en heridas menores cuando estaba tan clara la diferencia hubiese sido pelear a humillar. Era mejor mostrarle respeto y lanzarle un golpe de verdad.
Tras unos instantes de aparente vacilación, Liam cargó contra él. No le fue difícil ver a través de los movimientos del pirata, pues este no parecía querer ocultar sus intenciones. Cruzando los brazos, preparaba un tajo doble. Un movimiento interesante si tenías un nivel de habilidad similar al de tu adversario, pero una mala elección contra un oponente que te supera en velocidad, habilidad y experiencia. Jeremy se mantuvo inmóvil, a la espera, y en el último momento realizó una serie de movimientos tan veloces que apenas fueron visibles más allá de un manchón borroso. El espadachín se echó hacia atrás lo justo para ponerse fuera del alcance de las espadas, al tiempo que levantaba la suya y golpeaba la que Liam empuñaba con su mano izquierda desde "atrás". Su intención era empujar una de las espadas contra la otra y desviar ambas hacia la izquierda de Liam. Con la inercia, probablemente él trastabillase o incluso se girase un poco en esa dirección. Tras eso, Jeremy alzó a Tsuki no Ame en una especie de pose de esgrima y dijo:
- Mala elección.
Se escuchó un ruido de un silbido cuando la katana de Jeremy cortó el aire con su velocidad. Con precisión milimétrica, lanzó una velocísima estocada al pecho de Liam evitando a propósito puntos vitales. El ataque fue tan veloz e iba tan bien calculado que era difícil que se equivocara y golpease en un punto mortal. Tenía demasiada experiencia en combate ya. Con aquel golpe estaba demostrándole que iba en serio. No quería acabar el combate en el primer intercambio, pero devolver un golpe sencillo o fácil de esquivar hubiese sido un golpe al orgullo de Liam. Y atacar lanzando golpes que resultasen en heridas menores cuando estaba tan clara la diferencia hubiese sido pelear a humillar. Era mejor mostrarle respeto y lanzarle un golpe de verdad.
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Tras mi ataque, me preparé para ponerme en guardia, pero me tambaleé y me ladeé a la izquierda. Todo mi plan no serviría para nada. Tan solo pude oír el viento cortarse, antes de ver como mi pecho se teñía de rojo. La fuerza del golpe, sumado a mi repentino desequilibrio me mandó al suelo. ¿Que había sucedido? Cerré los ojos y reflexioné.
Cuando le había atacado, mi contrincante se había vuelto una sombra borrosa. Mi ataque le había atravesado...no. Se había echado hacía atrás y después me había golpeado mi espada izquierda. Razón por la que había perdido el equilibrio.
Abrí los ojos de nuevo. Me incorporé y me examiné la herida. Esa dolería, sin duda, pero no tocaba nada delicado. El Emperador de la Espada era asombroso. En un intervalo tan pequeño de tiempo había sido capaz de lanzar un corte extremadamente preciso a un cuerpo que se movía al azar.
- Eres increíble. Sin duda, voy a morir aquí. Y me enorgullece que sea contra una leyenda como tú... Pero no creas que no lucharé. Ahora voy enserio.
Con un salto acrobático me alejé de él unos diez metros. Sería suficiente para el siguiente ataque. Inspiré hondo y envainé mi sable izquierdo. Ahora no lo iba a necesitar. Flexioné ambas piernas, con la izquierda adelantada. La espada apuntaba hacía atrás, y mi brazo izquierdo se mantenía flexionado a la altura del pecho. Miré a mi rival y le sonreí, con un ligero toque de prepotencia.
- ¡Pico del Águila!¡Veloz!
Salí disparado, a una velocidad de 25 m/s hacía él, con intención de hacerle una estocada. Para ese movimiento, había unido mi ataque Pico del Águila con mi técnica Tameiki, la cual me permitía moverme a tal velocidad. Estaba casi seguro que este ataque no lo podría esquivar. Si tuviera que apostar, apostaría todo mi dinero a que esta vez le daría. Por muy buenos reflejos que tuviese, era poco probable que reaccionara en menos de medio segundo a una estocada dirigida a su pecho. Pero como él era una leyenda de la espada, y no existen imposibilidades para ellas.
Cuando le había atacado, mi contrincante se había vuelto una sombra borrosa. Mi ataque le había atravesado...no. Se había echado hacía atrás y después me había golpeado mi espada izquierda. Razón por la que había perdido el equilibrio.
Abrí los ojos de nuevo. Me incorporé y me examiné la herida. Esa dolería, sin duda, pero no tocaba nada delicado. El Emperador de la Espada era asombroso. En un intervalo tan pequeño de tiempo había sido capaz de lanzar un corte extremadamente preciso a un cuerpo que se movía al azar.
- Eres increíble. Sin duda, voy a morir aquí. Y me enorgullece que sea contra una leyenda como tú... Pero no creas que no lucharé. Ahora voy enserio.
Con un salto acrobático me alejé de él unos diez metros. Sería suficiente para el siguiente ataque. Inspiré hondo y envainé mi sable izquierdo. Ahora no lo iba a necesitar. Flexioné ambas piernas, con la izquierda adelantada. La espada apuntaba hacía atrás, y mi brazo izquierdo se mantenía flexionado a la altura del pecho. Miré a mi rival y le sonreí, con un ligero toque de prepotencia.
- ¡Pico del Águila!¡Veloz!
Salí disparado, a una velocidad de 25 m/s hacía él, con intención de hacerle una estocada. Para ese movimiento, había unido mi ataque Pico del Águila con mi técnica Tameiki, la cual me permitía moverme a tal velocidad. Estaba casi seguro que este ataque no lo podría esquivar. Si tuviera que apostar, apostaría todo mi dinero a que esta vez le daría. Por muy buenos reflejos que tuviese, era poco probable que reaccionara en menos de medio segundo a una estocada dirigida a su pecho. Pero como él era una leyenda de la espada, y no existen imposibilidades para ellas.
Pico del Águila+Tameiki
Derian Markov
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Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Jeremy alzó a Tsuki no me, y observó los movimientos de Liam. Era hábil, sin duda, y de haber tenido tiempo a seguir entrenando se hubiese convertido en un formidable rival. Esta vez no mantuvo una pose como la anterior, si no que dejó la espada ligeramente baja, pero en guardia. Había visto muy poco del estilo de lucha del joven, pero empezaba a hacerse una idea. Antes de que este se lanzase hacia él, el legendario espadachín ya tenía en la cabeza unas treinta variantes posibles de cómo sería posiblemente el ataque del rubio, y podía contrarrestarlas todas. Entonces el chico se lanzó a por él, a una velocidad envidiable. A un espadachín corriente semejante velocidad lo hubiese puesto en problemas, pero para él aquello era poco más que el calentamiento. Trazó un veloz corte, y una réplica de energía de su espada salió disparada hacia Liam, girando en el aire.
Zan´nin´na Bumeran (Bumerán brutal)
Difícilmente podría evitar el corte, y de hacerlo era posible que se llevase una herida menor al menos. Suficiente. Su Zan´nin´na Bumeran consistía en un ataque de energía que tras recorrer unos metros, volvía a su espada y se unía con esta, potenciándola si había golpeado a alguien en el trayecto. Tras lanzar el ataque, fingió ponerse en posición para bloquear, y en el último momento, justo cuando las espadas de Liam parecían estar a punto de golpearle, desapareció. Su esquiva había sido tan veloz que simplemente se había desvanecido. Situado a la espalda del espadachín, alzó a Tsuki no me listo para su siguiente corte. En aquel momento, el bumerán de energía retornó y se unió a la espada, que brilló ligeramente.
Kagekiri (Corte de sombras)
De repente todo se quedó a oscuras, durante un breve instante. Suficiente para que el espadachín lanzase un veloz corte descendente, a tal velocidad que era casi improbable que lo evitara. No sólo no lo vería venir, si no que Jeremy antes de golpear dio un taconazo. De esta manera, gracias a su desarrollado oído, supo con precisión la localización y postura de su rival como si fuese un murciélago. De esta manera pudo trazar su ataque con total precisión, desactivando el aura de oscuridad en cuanto terminó de golpear.
Zan´nin´na Bumeran (Bumerán brutal)
Difícilmente podría evitar el corte, y de hacerlo era posible que se llevase una herida menor al menos. Suficiente. Su Zan´nin´na Bumeran consistía en un ataque de energía que tras recorrer unos metros, volvía a su espada y se unía con esta, potenciándola si había golpeado a alguien en el trayecto. Tras lanzar el ataque, fingió ponerse en posición para bloquear, y en el último momento, justo cuando las espadas de Liam parecían estar a punto de golpearle, desapareció. Su esquiva había sido tan veloz que simplemente se había desvanecido. Situado a la espalda del espadachín, alzó a Tsuki no me listo para su siguiente corte. En aquel momento, el bumerán de energía retornó y se unió a la espada, que brilló ligeramente.
Kagekiri (Corte de sombras)
De repente todo se quedó a oscuras, durante un breve instante. Suficiente para que el espadachín lanzase un veloz corte descendente, a tal velocidad que era casi improbable que lo evitara. No sólo no lo vería venir, si no que Jeremy antes de golpear dio un taconazo. De esta manera, gracias a su desarrollado oído, supo con precisión la localización y postura de su rival como si fuese un murciélago. De esta manera pudo trazar su ataque con total precisión, desactivando el aura de oscuridad en cuanto terminó de golpear.
Eithan
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Akuma no mi
Varios
Imposible. El golpe nunca llegó a dar a su objetivo. Solo toqué el vacío en el cual se encontraba antes Jeremy. Me quedé perplejo, asimilando la situación. Yo me había lanzado a una velocidad superior a la normal contra un oponente legendario a una distancia de apenas diez metros. Este, sin ningún tipo de esfuerzo lo había esquivado. También hubo un imperceptible destello, que se transformó en una herida menor en mi costado izquierdo. Y después la desaparición.
Después de unos pocos segundos de cavilaciones, se hizo la oscuridad. Si antes ya tenía gran dificultad para seguir a mi contrincante, ahora estaba totalmente a merced de él. Aún tenía la esperanza de que el también se viera afectado por ese súbito apagón de la luz natural. Pero esa esperanza de desvaneció cuando oí un fuerte taconazo detrás de mi, cosa que me hizo dar la vuelta, y recibí un corte vertical. El ataque me había impactado cuando apenas empezaba a girarme, así que lo recibí del todo, solo que partes frágiles como la cabeza y las cervicales quedaron a salvo. Aún así, recibí también un fuerte daño en el resto del cuerpo; ya que en algunos puntos el corte intercedía con mi columna vertebral. Para mi, el combate ya estaba acabado.
Me quedé de pie, con la boca abierta y gimiendo ligeramente de dolor. Las piernas no las sentía del todo, y notaba que la sangre corría demasiado. Así que, armándome de valor y haciendo acopió de todas mis fuerzas, me preparé para lanzar mi último ataque. Alcé ambas espadas por encima de mi cabeza, cruzandolas en el aire. Inspirando lo que seguramente iba a ser mi último aliento, Bajé ambos brazos a la vez que giraba sobre mi, para dar una vuelta de 180º, y abría gradualmente los brazos. Este movimiento, originó un viento cortante circular en forma de tornado, que se iría expandiendo hasta desaparecer. Confiaba en que este ataque al menos le rozara, dado a su proximidad a mi.
Al finalizar el movimiento, caí sobre mis rodillas en el suelo. No sentí dolor alguno, pues con el movimiento me había acabado de fracturar la columna, incapacitandome para continuar el combate.
Ya solo faltaba esperar a que la muerte me llegase.
Después de unos pocos segundos de cavilaciones, se hizo la oscuridad. Si antes ya tenía gran dificultad para seguir a mi contrincante, ahora estaba totalmente a merced de él. Aún tenía la esperanza de que el también se viera afectado por ese súbito apagón de la luz natural. Pero esa esperanza de desvaneció cuando oí un fuerte taconazo detrás de mi, cosa que me hizo dar la vuelta, y recibí un corte vertical. El ataque me había impactado cuando apenas empezaba a girarme, así que lo recibí del todo, solo que partes frágiles como la cabeza y las cervicales quedaron a salvo. Aún así, recibí también un fuerte daño en el resto del cuerpo; ya que en algunos puntos el corte intercedía con mi columna vertebral. Para mi, el combate ya estaba acabado.
Me quedé de pie, con la boca abierta y gimiendo ligeramente de dolor. Las piernas no las sentía del todo, y notaba que la sangre corría demasiado. Así que, armándome de valor y haciendo acopió de todas mis fuerzas, me preparé para lanzar mi último ataque. Alcé ambas espadas por encima de mi cabeza, cruzandolas en el aire. Inspirando lo que seguramente iba a ser mi último aliento, Bajé ambos brazos a la vez que giraba sobre mi, para dar una vuelta de 180º, y abría gradualmente los brazos. Este movimiento, originó un viento cortante circular en forma de tornado, que se iría expandiendo hasta desaparecer. Confiaba en que este ataque al menos le rozara, dado a su proximidad a mi.
Al finalizar el movimiento, caí sobre mis rodillas en el suelo. No sentí dolor alguno, pues con el movimiento me había acabado de fracturar la columna, incapacitandome para continuar el combate.
Ya solo faltaba esperar a que la muerte me llegase.
Tormenta de Acero
- OFF:
- Me gustaría que en el siguiente post no me matarás todavía, ya que me gustaría que Liam te dijera sus últimas palabras.
Derian Markov
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Características
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Fortaleza
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Agilidad
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Agudeza
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Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
El combate llegaba a su final. Su rival estaba casi acabado, pero aun seguía moviéndose. Aquella fuerza de voluntad era digna de los mayores elogios... los ojos del Emperador de la Espada relampaguearon de admiración. Retrocedió un par de metros y se puso en guardia, observando el movimiento de Liam. Había visto otras veces movimientos similares. Podía simplemente alejarse y dejar que golpeara al aire... pero no quería hacer algo así. Era hora de ponerle fin a aquella lucha. Y como cortesía especial, emplearía su akuma.
- Has luchado bien, Liam Waterson. Contaré tu historia para que no caigas en el olvido.
Las espadas del pirata trazaron un veloz movimiento, activando el ataque. No se equivocaba, ya había visto técnicas similares. En lugar de esquivarla, se colocó en una pose de esgrima y se lanzó hacia su oponente, aumentando su propia dureza y la de su katana al máximo con el poder de su akuma. Notó el aire cortante en torno a él, pero había endurecido demasiado su cuerpo, e iba a tal velocidad que simplemente dispersó el tornado. Buscando el viente de su oponente, le lanzó una estocada en dirección a este, al tiempo que unas llamas moradas brotaban de su arma.
- Final assault: Demon´s Charge.
Había evitado apuntar al pecho para que pudiese decir sus últimas palabras, pero aquel era un golpe mortal de todos modos. Las llamas de su Oni no Tamashi tenían la particularidad de corroer la materia viva. Una estocada en el vientre ya era normalmente un billete de ida casi seguro al otro mundo, pero era una muerte lenta; aquellas llamas en cambio no tardarían demasiado en matarlo. Y si el propio Jeremy veía que la agonía se prolongaba demasiado, lo remataría. El rostro del espadachín era serio y decidido, pero triste. Aquel hombre se había merecido mucho más que aquello, pero era todo cuanto podía hacer por él. Y haber hecho otra cosa hubiese sido desoír la última voluntad de un hombre bueno.
- Descansa en paz - murmuró, cerrando los ojos.
Sin poder evitarlo, sus labios comenzaron a pronunciar una vieja canción pirata. El tono de su voz era solemne y melancólico. Aquella era una canción que llevaba muy dentro en su ser, pues hablaba del fin de la vida de un pirata. De haber visto morir a todos tus nakamas, y aguardar a que la muerte venga a buscarte para reunirte con ellos una vez más.
- Has luchado bien, Liam Waterson. Contaré tu historia para que no caigas en el olvido.
Las espadas del pirata trazaron un veloz movimiento, activando el ataque. No se equivocaba, ya había visto técnicas similares. En lugar de esquivarla, se colocó en una pose de esgrima y se lanzó hacia su oponente, aumentando su propia dureza y la de su katana al máximo con el poder de su akuma. Notó el aire cortante en torno a él, pero había endurecido demasiado su cuerpo, e iba a tal velocidad que simplemente dispersó el tornado. Buscando el viente de su oponente, le lanzó una estocada en dirección a este, al tiempo que unas llamas moradas brotaban de su arma.
- Final assault: Demon´s Charge.
Había evitado apuntar al pecho para que pudiese decir sus últimas palabras, pero aquel era un golpe mortal de todos modos. Las llamas de su Oni no Tamashi tenían la particularidad de corroer la materia viva. Una estocada en el vientre ya era normalmente un billete de ida casi seguro al otro mundo, pero era una muerte lenta; aquellas llamas en cambio no tardarían demasiado en matarlo. Y si el propio Jeremy veía que la agonía se prolongaba demasiado, lo remataría. El rostro del espadachín era serio y decidido, pero triste. Aquel hombre se había merecido mucho más que aquello, pero era todo cuanto podía hacer por él. Y haber hecho otra cosa hubiese sido desoír la última voluntad de un hombre bueno.
- Descansa en paz - murmuró, cerrando los ojos.
Sin poder evitarlo, sus labios comenzaron a pronunciar una vieja canción pirata. El tono de su voz era solemne y melancólico. Aquella era una canción que llevaba muy dentro en su ser, pues hablaba del fin de la vida de un pirata. De haber visto morir a todos tus nakamas, y aguardar a que la muerte venga a buscarte para reunirte con ellos una vez más.
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